La religión parta

Definición

Patrick Scott Smith, M. A.
por , traducido por Montse de Paz
Publicado el 30 junio 2020
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Disponible en otros idiomas: inglés, neerlandés, francés, italiano, turco
Parthian Worshipper (by Metropolitan Museum of Art, Copyright)
Devoto parto
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Dos palabras podrían describir la religión parta: inclusiva y evolutiva. A medida que el Imperio parto iba abarcando una mayor variedad de culturas, los partos tomaron las sabia decisión de permitir que cada cual siguiera sus creencias y tradiciones, al igual que habían hecho el Imperio seléucida y el Imperio aqueménida antes que ellos. Aunque permitieron que los judíos y los cristianos prosperasen, las tres principales creencias eran el panteón griego, el zoroastrismo y el mitraísmo. Pero ¿en qué creían los partos?

Al no dejar un registro histórico de su herencia cultural, descubrir el sistema de creencias parto puede parecer desafiante. Nos puede ayudar saber qué era lo más importante y práctico en sus vidas diarias, considerando de dónde venían, y a dónde se dirigían. Inicialmente, y dado que la cooperación entre griegos y persas era esencial para el éxito del Imperio, los partos coquetearon con las costumbres de ambos pueblos. Pero, una vez ganaron autonomía, comenzaron a identificarse con Mitra.

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Raíces escitas, dioses griegos

Para los escitas y los partos la tierra, el cielo, el sol y el fuego revestían un singular valor religioso.

Se acepta en general que los partos eran de origen escita. Al igual que estos, salieron de la vasta estepa al este del Mar Caspio y eran una auténtica máquina de guerra a caballo, cuyas flechas letales muy pocos podían resistir. El Imperio parto adoptó y empleó las tácticas bélicas de los escitas, así como sus estrategias de supervivencia. Adoptar las formas de vida escitas implicaba asumir también sus creencias. Ante la inmensidad de la estepa que pisaban, la tierra fundiéndose con el firmamento en el horizonte se convertía en un aspecto predominante en su vida cotidiana. Otro aspecto omnipresente en la estepa es el sol. Y otro elemento dominante, como en muchas culturas antiguas, era el fuego. Como protección ante las fieras salvajes, indispensable para la cocina y la metalurgia, el fuego en la antigüedad era esencial y poseía un importante simbolismo. No debe sorprender, por tanto, que entre los escitas y los partos la tierra, el cielo, el sol y el fuego adquiriesen un singular valor religioso.

Herodoto enumera ocho deidades que adoraban los escitas. En palabras de Barry Cunliffe, «Les da nombres según sus equivalentes griegos. Su presentación deja muy claro que había tres rangos reconocibles. En el primero se encuentran Tabitha o Tabiti (Hestia). En el segundo, Papeo (Zeus) y Api (la madre tierra). El tercer rango incluye a Goetosiro (Apolo) y Argimpasa (Afrodita). Aunque Herodoto omite los nombres escitas, el cuarto rango incluye a Heracles, Ares y Poseidón. Para los escitas y otros pueblos indoiranios Tabitha, en la cabeza del panteón, es la diosa del fuego y del hogar. Tabitha era también la protectora del rey, que a menudo actuaba como intercesor entre ella y el pueblo. El Hogar Real, consagrado por Tabitha, también era un objeto sagrado por el cual se podían pronunciar votos solemnes.

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La visión de la tierra fundiéndose con el cielo expresa en sí misma una creencia: el dios Papeo se une con la Madre Tierra y, de su unión, nacen los otros dioses. La preeminencia diaria del sol en la atmósfera se asocia con el Apolo escita, Goetosiro. Otro aspecto notable en la vida escita eran los sonidos de la guerra. El dios guerrero de los escitas tenía un papel destacado. En todas las provincias se erigían altares de ramas y maleza al aire libre, donde se sacrificaban caballos y ganado. Bajo el patronazgo del dios Ares se promovía la identidad escita como pueblo guerrero, uniendo a las tropas y a los paisanos en una causa común bajo la figura de esta prominente deidad.

Scythian Gold Comb
Peine de oro escita
Maqs (Public Domain)

Otra divinidad esencial en todas las culturas era la diosa de la fertilidad, que aseguraba las cosechas y la crianza del ganado. Aunque sabemos muy poco de ella, se cree que el equivalente escita de Afrodita era Argimpasa, equivalente a Arti, la diosa irania de la abundancia material. Otro factor esencial para el triunfo military, según Herodoto, era Thagimasadas, el Poseidón escita. No era un dios del mar, sino el dios del caballo, otro rol de Poseidón. Herodoto explica que Thagimasadas era venerado por los escitas reales, señalando un culto exclusivo con un interés especial. Sin duda, los caballos eran cruciales para el éxito militar escita y para la guerra de los partos, y posiblemente era la realeza quien tenía el control sobre su crianza y abastecimiento. Por tanto, es natural que las clases nobles se dirigieran a Thagimasadas para pedirle su favor.

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Nuevos contactos, nuevas religiones

Herodoto nos da su versión acerca de las creencias escitas a partir del panteón griego que le era familiar. Pero los escitas no poseían imágenes, altares ni templos. Las numerosas excavaciones de los túmulos escitas revelan imágenes de caza y guerra, así como una amplia temática sobre predadores y presas, pero muy pocos dioses aparecen representados, y sólo uno de ellos, Argimpasa, la diosa madre. Cunliffe comenta: «Las deidades de los rangos superiores del panteón, Tabitha, Papeo y Api, no parecen tener formas antropomorfas, o al menos no conocemos ninguna representación de las mismas» (276). Las creencias nómadas de los escitas estaban más estrechamente vinculadas a la naturaleza que a dioses que controlaran la naturaleza.

Además del panteón griego, los dos sistemas de creencias más difundidos durante la época parta fueron el zoroastrismo y el mitraísmo.

A medida que los partos se desplazaban hacia el sur desde la estepa del Asia central por el corredor este-oeste de Eurasia e iban conquistando el Imperio seléucida, entraron en contacto con otras religiones más claramente antropomórficas. Los seléucidas, como los persas aqueménidas antes que ellos, practicaban la tolerancia religiosa. Aunque permitían que otros pueblos adorasen a sus propias deidades, ellos mantuvieron su propio panteón de dioses, que tuvo una gran influencia en el mundo antiguo. Cuando el primer rey parto, Arsaces I (247-217 a.C.), se sacudió el yugo del control seléucida en el este, los partos invadieron los territorios seléucidas del oeste. Y así entraron en contacto con los griegos.

Los partos, al igual que los seléucidas, también permitieron que los griegos conservaran sus tradiciones, e incluso adoptaron algunas de ellas, al menos al principio. El sistema de creencias parto en su origen adoraba los elementos naturales: fuego, tierra, cielo y sol. Los dioses griegos asumían estos elementos, pero adoptando características más humanas. Así, Apolo, el dios del sol, guiaba la trayectoria solar con su carro; Hestia era la experta en el fuego y el hogar; Poseidón gobernaba los mares; Ares era señor de la guerra y el reino de Zeus era el cielo. Sin embargo, había otros elementos que siguieron siendo venerados en Partia oriental: ríos, lagos, manantiales, árboles, el mar, rocas. En otros lugares del Imperio los babilonios aún rendían culto a Ishtar y a Bel, y una colonia de judíos en Mesopotamia adoraba a Yahvé. El sol y luna eran venerados en Hatra, y el cristianismo se fue extendiendo por la ribera oriental del Tigris a finales del periodo parto. Sin embargo, aparte del panteón griego, los dos sistemas de creencias más difundidos en la época parta fueron el zoroastrismo y el mitraísmo.

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Zoroastrismo en el Imperio

Intacto desde los tiempos de la antigua Persia, el zoroastrismo se mantuvo vivo durante los gobiernos seléucida y parto, y vio un resurgir en el Imperio sasánida. Su fundador, Zoroastro, en sus inicios debió ser sacerdote de una religión politeísta cuyo dios principal era Ahura Mazda. Un día, mientras estaba sentado junto al río, un ser celestial enviado por Ahura Mazda se apareció a Zoroastro, comunicándole que había un solo dios, el único sabio no creado, Ahura Mazda. Abrazando una teología del bien contra el mal, los seguidores debían llevar una vida simple y bondadosa: buenos pensamientos, buenas palabras y buenas acciones. Abandonando el sacrificio animal, los zoroastrianos encendían altares de fuego que mantenían continuamente ardiendo.

Natanz Fire Temple
Templo de fuego en Natanz
mauro gambini (CC BY-NC-ND)

El simbolismo del fuego representaba la purificación. El fuego, que alumbraba un mundo a oscuras, simbolizaba el mismo Ahura Mazda, pero sus seguidores también tenían que luchar para alcanzar mentes iluminadas. Acerca del zoroastrismo en Partia, Jenny Rose escribe:

Hasta hace poco, la falta de material procedente del Irán seléucida y parto contribuyó a ver la religión zoroastriana como una creencia olvidada hasta que fue restaurada por los sasánidas. Pero los hallazgos de óstraca, relieves en roca, pergaminos y monedas descifradas en las últimas décadas contradicen esta visión, y apuntan a que hubo una continuidad y un crecimiento de esta religión durante este periodo (loc 260).

Por ejemplo, encontramos nombres avésticos (el Avesta era el idioma de la escritura zoroastriana) y un calendario en óstraca partos encontrados en Nippur, al sudeste de Bagdad, así como en una bodega de vino en Nisa. Nombres similares fueron hallados en un documento legal parto en Avroman, en el Kurdistán iranio. Otras monedas partas con figuras de altares de fuego reflejan la vigencia de la práctica religiosa zoroastriana. Es interesante notar que, a medida que el zoroastrismo evolucionaba hasta incluir a Mitra como yazata o jefe divino bajo Ahura Mazda, los partos se inclinaron por el culto a Mitra.

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Mitraísmo en el Imperio

Entre el 2000 y el 1500 a.C., tribus arias descendieron desde la estepa rusa hacia la India e Irán. Con ellos traían el culto a una deidad llamada Mitra. Cuando Mitra se consolidó en la India y fue alabado en el Rig Veda, su fama se expandió hacia Eurasia. Por la misma época, el zoroastrismo se extendió junto con Mitra y otros dioses, y hacia el siglo V a.C. esta religión elevaría a Mitra justo por debajo de su dios Ahura Mazda. La profesora Parvaneh Pourshariati comenta, acerca de los partos:

Es verdad que los partos ostentan el honor de haber escrito el primer libro sagrado del Avesta. También empleaban los meses zoroastrianos en su calendario. Y puede ser que algunas dinastías partas fueran zoroastrianas ortodoxas. Pero las nuevas evidencias, así como la revisión de algunos datos ya disponibles, confirman el culto a Mitra como la corriente religiosa más extendida en los dominios tradicionales partos (358-59).

Veamos un ejemplo. En el 140 a.C., Partia conquistó la provincia de Persia, patria de los persas y un centro neurálgico del zoroastrismo. Como reacción contraria, el texto avéstico Vendidad (141 a.C. – 224 d.C.) calificó los territorios partos como malvados, a causa de sus «pecados de incredulidad». Partia también fue denostada por enterrar y quemar a sus muertos, una práctica prohibida por los zoroastrianos. Además, Pourshariati sugiere que el altar de fuego en Burzin Mitra era un monumento personal encargado por un poderoso parto, y su significado, «Mitra es exaltado» indica que este dios era la única e indiscutible figura digna de adoración (364).

Más datos. El nombre de Mitrídates («don de Mitra») fue muy popular entre los reyes partos. Los dos reyes más importantes, Mitrídates I y II (171-132 a.C. y 124-91 a.C.) honraron este nombre. Otros dos reyes de Partia, dos de Quíos y seis del Ponto, también llevaron este nombre, así como algunos reyes de Comagene, Iberia y Armenia. Así como entre los musulmanes el nombre de Mohamed es muy popular, el nombre teofórico de Mitrídates lo fue entre muchos reyes y gentes de diferentes pueblos a lo largo de un extenso periodo histórico. Esto refleja el reconocimiento consciente y un recordatorio de quién era Mitra y el papel vital que desempeñaba en su herencia cultural.

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Mithra
Mitra
The Trustees of the British Museum (CC BY-NC-SA)

El hecho de que el zoroastrismos incluyera a Mitra en su ámbito religioso de manera tan relevante puede reflejar la presión popular y la veneración de este dios. Cuando Partia comenzó a conquistar zonas del Asia central, su fama debió llegar hasta los partos, que abrazaron su culto. Recientemente se descubrió un lugar de culto parto en Ashkabad, Turkmenistán, con la inscripción mehriyan, o «lugar de Mitra». En Nisa, una capital parta, se han encontrado óstraca con el nombre de Mitra y otros dioses. En un relieve del templo de Comagene, en los montes Tauro, aparece Mitra como dios de pleno derecho, con su gorro frigio, pantalones persas y una corona de rayos. A su lado se erige la estatua del rey Antíoco I de Comagene (70-38 a.C.), con quien parece estrechar las manos.

Monedas de los siglos V y IV a.C. revelan que el atuendo parto era, al principio, similar al de los griegos. Hacia el siglo II a.C., las monedas muestran a Mitrídates II y Artabano I (127-124/3 a.C.) vistiendo «como prenda oficial el traje nómada de pantalones y chaqueta, asociado con los pueblos iranios del periodo pre-helenístico» (Curtis y Steward, 3). Este vestido podría haber sido la norma durante el resto de su reinado. Finalmente, abandonando el título de «filoheleno» en las inscripciones del reverso de sus tetradracmas, en el reverso de una moneda parta el rey Artabano II (12-38 d.C.) se arrodilla ante un dios de aspecto similar a Apolo, que podría ser Mitra, mientras que en el anverso de una moneda de plata del siglo II o I d.C. ya aparece Mitra, definitivamente. Por tanto, la evidencia literaria, histórica y material, muestran que los partos pasaron de las tradiciones griega y persa a establecer su propio sistema de creencias, que abrazaba plenamente al dios Mitra. En palabras de Vesta Curtis, «Mitra fue una deidad claramente predilecta entre los partos» (Curtis y Magub, 32).

La atracción de Mitra

Así como la tolerancia religiosa fue un rasgo distintivo del gobierno parto, clave para su pervivencia, la atracción que Mitra ejercía sobre los partos pudo extenderse hacia todo el mundo. Podría decirse que era un dios completo: totalmente antropomorfo, encarnaba en una sola persona los atributos de muchos dioses. Desde el punto de vista político, abrazar el culto a Mitra dio a los partos una identidad relevante y distinta de los griegos y los personas, y al mismo tiempo proporcionó un terreno común a ambas culturas. La iconografía de Mitra como dios solar, con rayos que emanan de su cabeza, guarda un asombroso parecido con ciertas representaciones de Apolo. Además, Mitra, como guerrero, asociado al fuego y al cielo, comparte cualidades con Ares, Hestia y Zeus. En cuanto a los persas, el fuego era un elemento primordial en el zoroastrismo. Mitra era un dios del fuego y se incorporó en la jerarquía celestial zoroastriana. Creado por Ahura Mazda, y sólo inferior a él, era el gran guerrero del dios.

Para los partos, Mitra también ofrecía un atractivo personal. A medida que el Imperio parto regresaba a sus raíces, es interesante que Mitra fuera una deidad introducida por una cultura que, al igual que ellos, procedía de las tribus de jinetes esteparios. El Mitra de los arios debió ser muy atractivo para los partos. Era un guerrero a caballo y mataba a los demonios con su arco. Poseía un amplio territorio y jinetes guerreros bendecidos por él. El hecho de ser también un dios del fuego, le añadía un interés especial para los partos. El fuego se asociaba con los pactos, los contratos, los votos y la confianza mutua. La principal deidad escita, Tabitha, era la diosa del fuego, y era junto a su hogar donde se hacían los juramentos. Para una nación a caballo, que luchaba y exploraba bajo el cielo abierto, el sol ocupaba un lugar prominente. Invocarlo para pedir sus favores debió ser un rito esencial. Con Mitra podían hacerlo de manera personal, ya que también era el dios del sol. Finalmente, Mitra ofreció a los partos una vía para forjar su propia identidad: un dios que atendía a sus necesidades y era similar a ellos.

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Sobre el traductor

Montse de Paz
Soy escritora y trabajo en una fundación humanitaria. Mi experiencia y la imaginación han nutrido mi fantasía y mi amor por las letras me impulsa a escribir cada día. Hija de una historiadora, me apasiona la historia y en ella encuentro inspiración para mis libros.

Sobre el autor

Patrick Scott Smith, M. A.
Patrick Smith, licenciado en humanidades, ha trabajado como investigador para las Escuelas Americanas de Investigación Oriental y la Academia de Ciencias de Missouri. Escritor de la Asociación para el Estudio Científico de la Religión, en 2015 fue galardonado con el Premio Frank Forwook a la Excelencia en Investigación.

Cita este trabajo

Estilo APA

A., P. S. S. M. (2020, junio 30). La religión parta [Parthian Religion]. (M. d. Paz, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19009/la-religion-parta/

Estilo Chicago

A., Patrick Scott Smith, M.. "La religión parta." Traducido por Montse de Paz. World History Encyclopedia. Última modificación junio 30, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19009/la-religion-parta/.

Estilo MLA

A., Patrick Scott Smith, M.. "La religión parta." Traducido por Montse de Paz. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 jun 2020. Web. 18 abr 2024.

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