Canaán, también conocido como Fenicia, era el nombre de un extenso y próspero país de la antigüedad, en algunos períodos independiente, en otros tributario de Egipto, que se encontraba en la región del Levante que hoy forma parte del Líbano, Siria, Jordania e Israel. El apelativo de Canaán proviene de varios textos antiguos, pero no existe consenso académico acerca del lugar donde surgió, ni de su significado original.
Según la Biblia, el patronímico Canaán aplicado a la región proviene del nombre de un nieto de Noé (Génesis 10). Diversos relatos mencionan que Canaán deriva de la palabra «púrpura», de la lengua hurrita, y debido a que los griegos conocían a los cananeos como «fenicios», que en su idioma significa «púrpura», resulta plausible pensar que la razón por la que Grecia los denominó «pueblo púrpura» habría sido que los fenicios trabajaban los tintes de ese color. Además se ha propuesto la teoría que el nombre proviene de la raíz verbal hebrea kana, que denota orden a partir del caos, combinación, o existencia síncrona. Los académicos J. Maxwell Miller y John H. Hayes no le otorgan un significado definitivo al nombre, y citan fuentes de la antigüedad en que el apelativo designaba un lugar:
El nombre «Canaán» aparece en varios textos de la antigüedad, desde Egipto hasta Mesopotamia. En los textos egipcios Canaán parece haberse utilizado para designar la provincia asiática de Egipto. En la Biblia, Canaán podía referirse a toda la Palestina que los hebreos soñaban con heredar, ubicada al oeste del Jordán, aunque también podía hacer alusión a extensiones más limitadas, sobre todo a la zona costera de Palestina. De conformidad con lo anterior, los autores bíblicos a veces se referían al conjunto de poblaciones indígenas de Palestina como «cananeos», designación que intercambiaban de manera indistinta con la de de «amorreos». En otros casos parecen diferenciar a los cananeos y amorreos de distintos grupos que ocupaban Palestina (38).
Los primeros pobladores de la región se asentaron alrededor de la ciudad de Jericó durante el paleolítico, donde formaron una primera comunidad rural que se desarrollaría hasta convertirse en el centro urbano más antiguo de la región, y puede que del mundo. Durante la primera parte de la Edad de Bronce se desarrollaron otras ciudades que al parecer por exceso de población se abandonaron con posterioridad, situación que condujo a sus habitantes a retomar el estilo de vida agrario durante varios años. Mediada la Edad de Bronce las ciudades comenzaron de nuevo a crecer y se desarrolló el comercio con otras civilizaciones, de manera notable con la egipcia. Canaán, que entonces también se conocía como Fenicia, continuó creciendo en prosperidad hasta alrededor del período 1250-1150 a.C., en que ocurre lo que se ha denominado «Colapso de la Edad de Bronce». Los libros bíblicos de Josué y Números atribuyen la destrucción y conquista de Canaán al general hebreo Josué, hipótesis que los académicos de la actualidad cuestionan.
Sin embargo, después de la catástrofe del período 1250-1150 a.C. los hebreos o israelitas, a quienes se dice que Josué entregó las tierras, poblaron la región y fundaron los reinos de Israel y Judá. Ambos reinados perduraron hasta que la región fue conquistada de manera sucesiva por asirios, babilonios, persas, Alejandro Magno, los seleúcidas, y el Imperio romano.
Los pueblos indígenas de la tierra de Canaán nunca constituyeron un grupo étnico unificado, ni adoraron con ritos similares a los mismos dioses. El término «cananeos» se emplea para referirse a los pueblos que vivían en el territorio de Canaán, pero se desconoce si todos compartían un lenguaje común y la misma visión del mundo. Los fenicios, por ejemplo, eran cananeos, pero no todos los cananeos eran fenicios.
En lo que respecta a religión, rendían culto a numerosos dioses, de entre los cuales los principales eran el dios El, la diosa Ashera, asociada con Astarté, y su consorte Baal; también veneraban a deidades sumerias como Utu-Shamah. Al principio Baal y Ashera se consideraban deidades asociadas al crecimiento y a la fertilidad, que más adelante asumieron impresionantes atributos adscritos a dioses sumerios como Enlil y Ninlil, o Enki y Ninhursag. Además, entre otras divinidades, se reverenciaba a un dios de menor importancia nombrado Yahvé, que según los investigadores actuales puede haber sido el dios cananeo de la metalurgia. Los ritos religiosos incluían el sacrificio humano, sobre todo el sacrificio de niños, pues se entendía que si los dioses le otorgaban lo mejor al pueblo, el pueblo debía actuar en reciprocidad y ofrecerles lo mejor a los dioses.
no existen pruebas de la existencia de reyes que gobernaran una nación unificada, pero sí de hombres que regían ciudades-estado y las tierras colindantes que podían defender.
Las mujeres podían y de hecho ejercían como sacerdotisas, y tenían el derecho de poseer tierras, acordar contratos e iniciar el divorcio, todo lo cual reflejaba los valores culturales de Mesopotamia. Existían numerosos cultos a la fertilidad, entre los cuales se encontraban las ofrendas de pan y granos que se presentaban a Ashera y a sus diversos avatares regionales, en petición de fertilidad y salud para los niños. No parece que los sacrificios humanos desempeñaran parte alguna en los cultos a la fertilidad; más aún, se desconoce bajo qué circunstancias las comunidades sacrificaban a sus propios miembros.
No existen registros acerca de la existencia de monarcas que gobernaran una nación unificada, pero sí de hombres que regían ciudades-estado y las tierras colindantes que podían defender. La sociedad prosperaba o fracasaba en dependencia de la fortaleza del gobernante de la ciudad y de sus recursos. Por ejemplo, hacia el II milenio a.C. Biblos era el mayor exportador de papiro y cedro del Monte Líbano hacia Egipto y otras naciones, y pudo florecer debido a sus amplios recursos y a contar con un gobierno que la administraba con eficiencia.
De hecho, es probable que Biblos sea la más famosa de las ciudades cananeas, aunque no se escuche hablar de ella. El nombre «Biblia» proviene de la palabra griega byblos, que significa «libro», en referencia a la ciudad que suministraba papiro a las naciones de los alrededores.Tiro era otro gran centro industrial que producía vestimentas muy codiciadas teñidas con la tinta púrpura de los moluscos Murex, y la ciudad de Sidón, también enfrascada en el mismo comercio, era un importante centro cultural. La rivalidad entre Tiro y Sidón garantizaba la alta calidad de los productos de ambas, hasta que con el tiempo Tiro monopolizó el comercio textil.
A causa de su ubicación, la región prosperó por medio del comercio. Las rutas del incienso procedentes del reino de Saba, en Arabia, terminaban en Gaza, desde donde se bifurcaban hacia latitudes superiores por vía de Mesopotamia, e inferiores, a través de Egipto. Además, la zona constituía el vínculo comercial entre Mesopotamia, Egipto y Libia. Los fenicio-cananeos eran expertos constructores de navíos y excelentes marinos que participaban de manera directa en el intercambio de mercancías, de sus valores culturales con otras nacionalidades, y a la recíproca, importaban los ajenos a sus tierras.
Los fenicio-cananeos desarrollaron el primer sistema alfabético de escritura y perfeccionaron los conceptos matemáticos mesopotámicos. En el mundo antiguo gozaban de reconocimiento por su maestría en la construcción de buques y por su excelencia como navegantes de los mares; también se les cita como fuente inicial o inspiradora de la mitología de los dioses griegos. Sin embargo, se considera que su mayor logro fue el alfabeto. Marc van de Mieroop expresa al respecto:
El papel de los fenicios en la difusión del alfabeto es su más renombrado logro. Tras haber preservado el uso de símbolos gráficos durante la Edad Oscura y más allá del 1200, los fenicios constituyeron la fuente inspiradora de todos los sistemas de escritura alfabética de sus vecinos. En el Oriente Cercano las escrituras hebrea y aramea derivaron de la fenicia. De mayor importancia para Europa fue la adopción por los griegos del alfabeto fenicio, bien de manera directa, o a través de intermediarios de Siria o Anatolia. Las fuentes clásicas reconocían su deuda, a tal punto que los griegos denominaban «fenicias» a sus letras. (222)
Los fenicio-cananeos atravesaron los mares hasta sitios tan lejanos como España y tan septentrionales como la actual Cornualles, en Inglaterra. Sus ciudades crecieron y se convirtieron en sitios de esplendor y riqueza debido a la pujanza que les proporcionaba el comercio. En sus orígenes los habitantes de estas tierras fueron nómadas que con toda probabilidad migraron hacia la región provenientes de Mesopotamia, aunque no cabe duda que su afluencia se produjo por causa de sus intercambios comerciales con otras naciones.
El ser humano habitó la región 10.000 años antes de Cristo, pero se trataba de gentes de existencia nómada que solo establecían asentamientos estacionales, como el del sitio donde más adelante se alzó la ciudad de Jericó. Sin embargo, durante la etapa inicial de la Edad de Bronce, alrededor del período comprendido entre el 3500 y el 2000 a.C., construyeron emplazamientos permanentes y continuaron desarrollando la cría de animales, conocida de épocas anteriores. En esencia, se trataba de pueblos cazadores-recolectores, debido a que en su mayor parte la tierra resultaba inadecuada para la agricultura. La Enciclopedia Larousse apunta que la naturaleza nunca favoreció el cultivo de cosechas en Canaán:
La zona de las colinas más elevadas entre el Jordán y la planicie costera era seca y árida. No obstante, en ellas se sucedieron numerosas oleadas de gentes. Los peligros y las incertidumbres relacionadas con el cultivo de cosechas explican por qué [en fechas tempranas] el nomadismo siempre prevaleció en Canaán. (81)
Los estudiosos más recientes han denominado protocananeos a estos primeros grupos debido a que aún no habían establecido una cultura identificable. Trabajaban la piedra pero no erigían estructuras, y aunque contaban con un sistema de creencias religiosas, no se conoce cómo estaban conformadas. A pesar de todo, desarrollaron intercambios con otras naciones desde fechas anteriores al 2000 a.C., y su importancia llegó a ser de una magnitud tal que el Imperio acadio de Sargón el Grande (que reinó 2334-2279 a.C.) la absorbió alrededor del 2300 a.C.
Por estos tiempos surgieron los centros urbanos y se inició o incrementó el comercio con otras naciones. Las mercancías principales parecen haber sido la cerámica y diversas alfarerías. Tras la conquista de Acadia por los gutios, elamitas y amorreos alrededor del 2083 a.C. el comercio languideció y se abandonaron las ciudades. Por razones que aún no se han esclarecido las gentes parecen haber retornado al nomadismo y a la agricultura, aunque se cree probable que las causas fueron la sobreexplotación de los recursos disponibles alrededor de las ciudades, y la superpoblación.
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Período medio de la Edad de Bronce
Durante el período medio de la Edad de Bronce, entre los años que rondan el 2000 y el 1550 a.C., los habitantes de la región reiniciaron la construcción de ciudades. Crecieron la urbanización y el comercio y se desarrolló la primera versión del alfabeto fenicio, que tendría un impacto significativo en otras naciones de la época, y en la historia ulterior. Sin embargo, se ha podido verificar que en este período, dado el estrecho vínculo de los contactos y acuerdos comerciales de Canaán con las ciudades de Mesopotamia, aún prevalecía la escritura cuneiforme como lenguaje comercial en el Oriente Cercano. Miller y Hayes señalan:
En términos de los patrones culturales básicos: el lenguaje, la literatura, las perspectivas mitológicas, teológicas, y otras, parece haber existido una conexión más fuerte con Mesopotamia que con Egipto. La mayor proximidad geográfica de Egipto, por otra parte, significó que la influencia egipcia, tanto política como cultural, también constituía una característica de relativa importancia. (33)
Alrededor del 4000 a.C se establecieron las primeras relaciones comerciales entre la ciudad portuaria cananea de Biblos y Egipto, país que hacia el 2000 a.C. llegó a esteblecerse como el socio comercial más importante de la región. Los rituales de inhumación de Canaán en el período medio de la Edad de Bronce reflejaban tanto las tradiciones egipcias como las mesopotámicas. Las élites de las ciudades-estado se enterraban en cuevas o tumbas y se acompañaban de artículos mortuorios elaborados, mientras que los recién nacidos y los niños pequeños se inhumaban en el subsuelo de sus hogares, lo cual constituía una práctica común en Mesopotamia. Los hallazgos arqueológicos y literarios muestran que la ciudad de Biblos alcanzó un elevado nivel de opulencia como resultado del comercio con Egipto, si bien todas las ciudades-estado se beneficiaban con estos acuerdos.
Alrededor del 1725 a.C la llegada de pueblos semitas conocidos como hicsos interrumpió el comercio entre la nación egipcia y las ciudades-estado de Canaán. Aunque aún existe debate sobre la identidad de los hicsos, se ha comprobado que establecieron colonias mercantiles cananeas en el bajo Egipto y que a la postre se apropiaron del control de la región hasta que en 1570 a.C. el príncipe egipcio Ahmose I de Tebas los expulsó.
en general, los académicos identifican la edad de bronce media como la edad de oro de canaán a causa de la prosperidad que alcanzó en esos tiempos.
Ahmose I echó a los hicsos de Egipto, los persiguió por todo Canaán hasta Siria, y por el camino dejó una estela de destrucción. Al parecer, según las pruebas aportadas por la arqueología y las referencias literarias de la época, los hicsos pudieron haber presentado resistencia en varias ciudades-estado cananeas durante su huida, razón por la cual Ahmose I se vio obligado a reducirlos por la fuerza. Desde tiempos anteriores a la purga de los hicsos por Ahmose I, las ciudades-estado cananeas se construían con murallas y resistentes fortificaciones, pero existen evidencias que sugieren que por esas fechas sufrieron una extensa destrucción y que más adelante fueron reconstruidas.
Edad de Bronce tardía
Ahmose I, en su esfuerzo por asegurarse de que nunca pueblo foráneo alguno se estableciera en Egipto en la forma en que lo habían hecho los hicsos, creó una zona de contención alrededor de su país, lo cual constituyó el comienzo del Imperio egipcio, que perduró desde alrededor del 1570 hasta cerca del 1069 a.C. El imperio absorbió a Canaán tras el regreso de Ahmose I al concluir el sometimiento de los hicsos en Siria. Aunque por su nivel de prosperidad los estudiosos reconocen a la Edad de Bronce media como la edad de oro de Canaán, la región también continuó su desarrollo bajo el Imperio egipcio durante la primera parte de la Edad de Bronce tardía, entre los años 1550 y 1200 a.C.
Todos los grandes monarcas egipcios, como Hatshepsut (1479-1458 a.C.), Tutmosis III (1458-1425 a.C.), Amenhotep III (1386-1353 a.C.) y Ramsés el Grande (1279-1213 a.C.), por nombrar algunos, fomentaron el comercio y se enfrascaron en la realización de proyectos constructivos en la región de Canaán, lo que resultó en el enriquecimiento de sus ciudades-estado. Sin embargo, durante el reinado de Tutmosis III un grupo de gentes conocidas por el nombre de habiru, o abiru, formado por una débil coalición de bandoleros nómadas desposeídos de tierras, puso en peligro la paz del territorio. En el pasado algunos investigadores intentaron vincular la identidad de los habiru con los hebreos, pero la hipótesis se desechó, y en la actualidad por lo general se acepta que el arribo de los hebreos a la región ocurrió más tarde.
A partir del 1300 a.C. toda la región del Oriente Próximo se vio conmocionada por las luchas libradas entre los monarcas asirios, hititas y egipcios para conquistar o mantener bajo su control distintos territorios y las rutas comerciales que los atravesaban. Alrededor del 1250 a.C. Canaán se vio afectada por un suceso catastrófico que arrasó sus ciudades y dislocó a su población, que los libros bíblicos de Josué y de Números atribuyen a una invasión dirigida por el general israelita Josué. Aunque existen pruebas de la ocurrencia de eventos asoladores en esas tierras, no se ha hallado una concordancia exacta entre los hallazgos arqueológicos y las narraciones de la Biblia, razón por la que los historiadores muestran cautela en cuanto a aceptar la conquista como un hecho histórico. Aún así, se consideran plausibles algunos registros bíblicos descriptivos de fenómenos cataclísmicos ocurridos entre los años 1250 y 1150 a.C. en la región, dado que algunos aspectos concuerdan con los efectos de una invasión militar.
La narración bíblica
Según los relatos bíblicos del libro de Éxodo el patriarca Moisés lideró la liberación del pueblo israelita del cautiverio y la esclavitud y lo guió hacia la «tierra prometida» de Canaán, donde su dios le había prometido vivir en paz, en una «tierra que fluye leche y miel». El libro de Josué, que prosigue a la narración del Éxodo, cuenta las campañas del general israelita Josué en la tierra de Canaán, quien con el apoyo y por mandato de su dios subyuga a la población, y en un famoso episodio destruye la ciudad de Jericó. Terminada la conquista, las tierras se dividen entre las gentes de Josué, quienes más adelante establecen los reinos de Israel y de Judá.
De nuevo según la Biblia, a Moisés se le había encargado la tarea de conducir a su pueblo de regreso a Canaán debido a que esa había sido su tierra de origen antes de mudarse a Egipto. El libro de Génesis expresa que el patriarca Abraham había conducido a su tribu hasta esas tierras desde la región de Ur en Mesopotamia, y que por medio de su hijo Isaac y de su nieto Jacob, también conocido como Israel, estableció a su pueblo en el lugar y desarrolló una cultura diferente a la de los cananeos.
El hijo menor de Jacob, José, fue apresado en Egipto tras una serie de dramáticos sucesos y más tarde liberado a causa de su capacidad para interpretar con certeza los sueños de faraón, por lo cual llegó a ocupar una posición de poder. José salvó del hambre a Egipto y a las regiones colindantes mediante la aplicación de un meticuloso plan de siembra y almacenamiento de granos durante los años de abundancia. Más adelante aconteció que Jacob y su tribu arribaron a Egipto en busca de alimento, donde luego permanecieron hasta que, conforme al libro de Éxodo, se hicieron de «demasiada abundancia», razón por la que los egipcios, temerosos de su superioridad numérica, los esclavizaron.
Una vez liberados por el dios de los israelitas a través de las diez plagas orquestadas por Moisés, retornarían a su tierra de origen. A continuación la Biblia narra la conquista y despoblamiento de la región cuando Josué, en obediente cumplimiento de los dictados de su dios Yahvé, emerge victorioso y una vez más asienta a los israelitas en su tierra.
Israel y Judá
Conforme lo señalado, los académicos asignan la fecha de 1250 a.C. a la invasión de los israelitas, y las excavaciones arqueológicas realizadas en la región confirman que entre 1250 y 1150 a.C. se produjeron en la zona ciertos disturbios que resultaron en la destrucción de pueblos y ciudades cananeos. No obstante, las ruinas no siempre concuerdan con las descripciones ofrecidas por el libro de Josué, y además, por lo general el relato caracteriza a los cananeos como un pueblo unido, cuando en realidad no lo eran.
Aún así, la destrucción de las ciudades y la ausencia de un ulterior desarrollo de la cultura, indican que algún hecho o serie de hechos catastróficos impactaron de manera significativa a los pueblos de Canaán. El período de tiempo durante el cual se alega que el general Josué conquistó la tierra de Canaán se corresponde con un período de convulsión general en el mundo de la antigüedad, durante la cual se produjeron acontecimientos que abarcaron desde la destrucción de Troya por los aqueos, hasta la caída del Imperio hitita, la ruina de la gran ciudad de Ugarit, y el hostigamiento de los pueblos costeros por los misteriosos pueblos del mar. Cualquiera que fuera la causa, hacia 1080 a.C. Saúl (cerca de 1080-1010 a.C.) había fundado y regía el reino de Israel.
A Saúl lo sucedió el rey David (c. 1035-970 a.C.) y a éste su hijo Salomón (c. 965-931 a.C.). Tras la muerte de Salomón el reino se dividió en dos estados, con Israel en el norte y Judá en el sur. La Biblia menciona que en un esfuerzo por consolidar el poder en la región y unificar a sus pueblos los reyes promovieron la creencia en una deidad única, Yahvé, creador del cielo y de la tierra, lo que originó el surgimiento de la creencia monoteísta en Canaán. Los investigadores debaten en la actualidad si el monoteísmo se debió a una creación de la monarquía unificada de Israel, o si tuvo su inicio con el faraón egipcio Akenatón, (1353-1336 a.C.), conocido como «rey hereje». Una famosa teoría de Sigmund Freud propuso que Moisés habría sido un sacerdote de Akenatón que introdujo el monoteísmo egipcio en Canaán después del éxodo.
En el 722 a.C. los asirios invadieron Israel, la destruyeron, y en cumplimiento de su política reubicaron a la población en Mesopotamia y la reemplazaron con otros pueblos que trajeron a la región. El Imperio asirio cayó ante una coalición de babilonios y medos en el 612 a.C y más tarde Judá fue atacada por los babilonios, quienes saquearon la ciudad capital de Jerusalén, y destruyeron el templo. Los babilonios llevaron a cabo otras incursiones militares entre el 589 y el 582 a.C. que concluyeron con la destrucción del resto del reino del sur.
Conclusión
A su vez Ciro el Grande, muerto en el 530 a.C., dirigió a los persas en la conquista de los babilonios, y en el 538 a.C. permitió el regreso de los judíos a su tierra. Durante la era conocida como el Período del Segundo Templo, entre 515 y 70 a.C., el clero procedió a revisar sus creencias religiosas y a canonizar sus escrituras, con lo cual quedó establecido el judaísmo en la forma en que hoy se conoce.
El imperio creado por Ciro cayó ante los ejércitos de Alejandro Magno (356.323 a.C.), quien introdujo la cultura y creencias helenísticas en Canaán. Después de Alejandro los seleúcidas dominaron la región hasta la revuelta de los macabeos, que dirigida por Judas Macabeo alrededor del 168 a.C., liberó a la región de sus ocupantes y estableció la dinastía asmonea judía. Aunque la tradición caracteriza la revuelta macabea como una lucha para lograr la autonomía y la libertad religiosas, es posible que la rebelión fuera una guerra civil entre facciones judías, algunas de las cuales aceptaban el helenismo del Imperio seleúcida, mientras otras lo rechazaban. De comprobarse la autenticidad de esta cuestión, el rey Antíoco IV Epífanes solo se habría visto involucrado en la pelea como aliado de los judíos helenísticos.
La dinastía asmonea se dedicó al comercio y sostuvo algunos conflictos ocasionales con el afluente reino de Nabatea, ubicado en la actual Jordania, hechos que captaron la atención de Roma. En el 63 a.C., durante la etapa final de la república romana, Pompeyo el Grande reclamó la región, la cual pasó a ser parte del Imperio romano con el nombre de Judea romana tras el acceso al poder de César Augusto en el 31 a.C. Las guerras judeo-romanas del período comprendido entre el 66 y el 136 d.C. despoblaron la región y con posterioridad a 136 d.C. el emperador Adriano, receloso de lidiar con los habitantes de Judea, desterró a todos los judíos de la región y cambió su nombre por el de Siria-Palestina. Por último, la diáspora que se produjo a continuación de las guerras y del edicto de Adriano, más los ulteriores siglos de similares conflictos en la zona, terminaron por confundir la identidad de los habitantes originales de esas tierras.
Los antiguos cananeos, quienesquiera fueran, perdieron su identidad a lo largo de las sucesivas invasiones realizadas por pueblos foráneos interesados en controlar un importante núcleo de comercio. Al margen de lo que haya significado Canaán, hogar natal de algunos y «tierra prometida» de otros, la ubicación de la región resultaba estratégica para el desarrollo del comercio, razón por la que numerosas potencias extranjeras codiciaban el control del área por las riquezas que podía generar. Hacia la época en que la región formaba parte del Imperio romano oriental o del Imperio bizantino, en el siglo IV d.C., la tierra conocida por Canaán no era más que una estrecha faja de territorio localizada en el borde del Mar Mediterráneo, próxima al Líbano actual.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2018, octubre 23). Canaán [Canaan].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-162/canaan/
Estilo Chicago
Mark, Joshua J.. "Canaán."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 23, 2018.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-162/canaan/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Canaán."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 23 oct 2018. Web. 04 oct 2024.
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Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 23 octubre 2018. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.