El papel de la mujer en el culto ateniense

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Diego Cabrera
Publicado el 05 julio 2021
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Disponible en otros idiomas: inglés, turco

En la Atenas antigua el papel de la mujer se restringió a la vida doméstica, con algunas excepciones como la prostitución o los festivales religiosos. Cada deidad griega, en cada ciudad estado, tenía su protio culto. Sin embargo, el culto a Atenea ofreció posiciones de poder y autonomía a las mujeres en aquellas ciudades estado en que normalmente les eran vedados.

Greek Religious Festival
Festival griego religioso
The Creative Assembly (Copyright)

En otras ciudades griegas, como en Esparta, la mujer contó con más y mejores libertades que en Atenas. Las mujeres espartanas contaron con un patrimonio, administraban inmuebles, podían heredar y recibían educación. Por su parte, las mujeres de Atenas podían administrar la tierra de los hombres, se encargaban de la gestión doméstica y del hilado de lana; pero la educación se consideró una pérdida de tiempo por las nulas oportunidades de ser aplicada.

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Sin embargo, el culto a Atenea permitió que las mujeres participaran activamente en la vida citadina desde muy pequeñas. Algunas mujeres se mantuvieron en el clero de Atenea, mientras que otras abandonaban el servicio activo una vez se casaban. De cualquier forma, seguían participando en los festivales en honor a la diosa, con la posibilidad de ocupar posiciones de considerable respeto y poder.

Atenas

LA COLOSAL ESTATUA DE ATENEA, QUE UNA VEZ SE ERIGIÓ EN EL PARTENÓN, INCLUÍA A LA SERPIENTE CUYA MISIÓN ERA PROTEGER LA CIUDAD.

En la mitología griega, Atenea es la diosa de la sabiduría, de la guerra, de las artesanías domésticas y de la cocina. Fue conocida por muchos epítetos como: Athena Polias (“de la ciudad”), Athena Nike (“de la victoria”), Athena Ergane (“de los trabajos”) y Athena Promachos (“la que dirige la batalla”), entre otros. Es probable que la figura de la diosa Atenea tenga su origen en Inanna, diosa del panteón sumerio, también conocida como Ishtar, quien fuera también diosa de la guerra. Ahora bien, el mito griego establece que Atenea emergió totalmente desarrollada de la frente de Zeus, rey de los dioses. Atenea fue la favorita de su padre y la diosa más popular entre los mortales en Grecia. Existieron santuarios y templos dedicados a Atenea en muchas ciudades estado a parte de Atenas. Igualmente, personificó importantes valores de la cultura griega: como la valentía en la batalla, la sabiduría en las decisiones personales y militares, el coraje, la independencia y la virginidad femenina.

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Atenea era una virgen devota, uno de sus epítetos era Atenea Parthenos (“la virgen” de donde el Partenón, su templo más famoso, obtuvo su nombre). Era conocida también como Pallas Athena (“la que blande el arma”) y era capaz de protegerse de las agresiones de los hombres. En una de sus historias Atenea pide a Hefesto, el dios de la metalurgia, la forja de sus armas. Hefestos, superado por su belleza, trata de raptarla, pero Atenea logra defenderse. Durante el forcejeo, una gota de semen se derrama en su muslo, pero fue rápidamente sacudida por la diosa, cayendo así en tierra fértil. Como consecuencia de esto nace Erictonio, primer rey legendario de Atenas, y la diosa mantiene su virginidad. Erictonio es el fundador mítico de los Juegos Panatenaicos y vincula a Atenea con la serpiente, de acuerdo con un mito posterior.

A pesar de ser el búho (que representa la sabiduría) su animal totémico más conocido, Atenea se relaciona igualmente con la serpiente (símbolo de transformación) que cuidó a Erictonio cuando era un niño y estuvo encerrado en una cesta. La colosal estatua de atenea, que una vez se erigió en el Partenón, incluía a la serpiente cuya misión era proteger la ciudad. El escritor de viajes Pausanias (siglo II d.C.) hace una descripción de la estatua:

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La estatua está hecha de marfil y oro. En la mitad del escudo hay una esfinge y a cada lado del casco hay gravado un grifo. La estatua de Atenea se yergue en una túnica que le llega hasta los tobillos y en su pecho hay una representación en marfil de la gorgona medusa. Atenea sostiene en una de sus manos una Victoria (la diosa de la victoria, Nike) de aproximadamente cuatro codos y, en la otra, una lanza. Junto a sus pies hay un escudo y cerca de la lanza hay una serpiente que podría ser Erictonio. (Greece, 1.24.5-7; Athens, Waterfield, 95)

Erictonio, en forma de serpiente, se convirtió en el protector del templo de Atenea de la Acrópolis y, por extensión, de Atenas. Se creía que era una entidad viva que, a pesar de no ser visible, era una fuerza protectora de la ciudad de su virgen madre.

Athena Parthenos Reconstruction
Reconstrucción de Atenea Pártenos
Mary Harrsch (Photographed at the Nashville Parthenon, Tennessee) (CC BY-NC-SA)

De acuerdo con la leyenda, Atenea fue asociada con Atenas cuando le ganó una competición a Poseidón, el dios del mar. Ambos dioses querían convertirse en patrones de la ciudad, por lo que ofrecieron regalos a sus habitantes. Poseidón golpeó la roca de la Acrópolis con su tridente y trajo agua fresca. Por su parte, Atenea entregó a la población el árbol de olivo, el cual fue mejor valorado. Es interesante ver cómo, en una versión del mito, son las mujeres de la ciudad las que entendieron el valor del árbol de olivo y apoyaron a Atenea como patrona. La hospitalidad y los regalos fueron fuertemente valorados en la Grecia antigua y Atenea fue conocida por ambas razones.

Ella fue patrona de famosos héroes a quienes ayudó en sus objetivos. Entre ellos Jason y los Argonautas, Hércules, Orestes y Diomedes, uno de los héroes de la guerra de troya. En la Ilíada de Homero (siglo VIII a.C.), que populariza ese conflicto, Atenea ayuda a Aquiles a vencer a Héctor y en la Odisea es protagonista ayudando a Odiseo en su periplo de vuelta a su hogar en Ítaca. En todas estas historias es descrita como una mujer poderosa de quien los hombres aprenden para conseguir sus objetivos. Es arquetipo del valor, del ideal militar, y fue representada como diosa consejera. De esta manera fue entendida en Atenas y otros lugares; sin embargo, por alguna razón los hombres no fueron capaces de ver reflejadas las características de la diosa en las mujeres de la ciudad, que vivían como ciudadanos de segunda clase.

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La mujer en la Grecia antigua

SOLO FUE EN EL ÁMBITO RELIGIOSO DONDE LAS MUJERES LOGRARON LA IGUALDAD EN LA VIDA DE LA CIUDAD Y, EN EL CULTO DE ATENEA, DONDE alcanzaron POSICIONES DE AUTORIDAD Y RESPETO.

La mujer ateniense fue relegada a su propia habitación en el hogar, que podrían cerrarse desde fuera. Se esperaba que se casara, tuviera y cuidara a sus hijos, mantuviera la casa y fuera lo más callada posible. Aun cuando se hayan registrado casos de mujeres de clases inferiores que se desenvolvieron como alfareras, artesanas o comerciantes; o mujeres de clase alta que fueron cortesanas (hetaira), las mujeres que salían del hogar generalmente eran esclavas, prostitutas o metecas (extranjeras). Los trabajadores sexuales, hombres y mujeres, eran recurrentes en las calles y callejones de Atenas. Las damas, las esposas y las madres, por su parte, siempre estaban en casa bajo la guarda de un hombre: padre, marido, hijo adulto o algún familiar masculino. El académico Luise Bruit Zaidman menciona:

Atenas, por supuesto, no era todo Grecia. En cuanto al papel de la mujer se refiere, la situación era inusual e incluso extrema. La desconfianza hacia la mujer y la misoginia en la ley era mayor en Atenas que en cualquier otro lugar. De hecho, llegó a tales niveles que un mito fue necesario para explicar por qué las mujeres no eran llamadas atenienses y los niños no adoptaban el nombre de su madre. Varro nos cuenta que la ira del dios Poseidón tuvo que ser contenida cuando las mujeres de Atenas votaron para nombrar la ciudad según su nombre, antes que el del dios del mar. De acuerdo con la ley de ciudadanía de Pericles (451 a.C.), esta se otorgaba a cualquier hombre que pudiera probar que era hijo de ciudadanos atenienses. Cuando se registraba a un niño, se registraba el nombre de la madre de su padre, pero no el de su madre. Si el padre juraba que el hijo era producto de un matrimonio con una “mujer de la ciudad”, el nombre de su madre no se mencionaba. (Schmitt Pantel, et. ál. 339-340)

El modelo patriarcal de Atenas determinó en la mujer un papel limitado a la reproducción. El sexo marital se circunscribió a la procreación y el sexo por placer fue practicado extramaritalmente con hombres jóvenes, prostitutas o (hetairai) hetairas. A nivel académico aún se debate si las mujeres pudieron asistir al teatro y si, en caso de que pudieran hacerlo, fueron segregadas de los hombres. Solo fue en el ámbito religioso donde las mujeres lograron la igualdad en la vida de la ciudad y, en el culto de atenea, donde alcanzaron posiciones de autoridad y respeto. Zaidman señala:

De los treinta festivales celebrados en Atenas cada año, muchos de los cuales duraban hasta dos o tres días, las mujeres participaron activamente en casi la mitad. Estas celebraciones, en muchas ocasiones, involucraron aspectos de la vida de las mujeres. Las mujeres jóvenes portaban las ofrendas a la diosa Atenea en los festivales Arreforias y Plinterias; las mujeres casadas participaban en los festivales de Haloa y Tesmoforia en honor a Demeter. Las mujeres de edad canónica atendían a la reina de la Antesteria, festival presidido por Dioniso. Finalmente, en los Juegos Panatenaicos (celebrados cada año y con gran poma cada cuarto año) participaban mujeres de todas las edades y condiciones. (340)

A pesar de que se esperaba que las mujeres permanecieran en casa la mayor parte del tiempo hilando lana tranquilamente, confeccionando y atendiendo el hogar y a los hijos; los festivales religiosos ofrecieron la oportunidad de imitar el coraje y la independencia de la diosa Atenea, participando activamente en su culto.

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La mujer en el culto de Atenea

Hasta la edad de siete años los niños y las niñas eran criados por su madre casi de la misma manera. Después de los siete años los niños pasaban a cargo de su padre para prepararse y convertirse en ciudadanos atenienses, mientras que las niñas eran preparadas para el matrimonio, la maternidad y el hogar. Hasta donde indican las fuentes, es de esta manera como operaba la clase alta ateniense y, se asume que este modelo fue replicado por las clases inferiores.

De entre la aristocracia, entre los siete y los once años, la asamblea masculina de Atenas escogía cuatro mujeres jóvenes, conocidas como arrephoroi (portadoras de la canasta sagrada), para un honor especial. Dos se encargaban de tejer el peplos (una túnica) que sería ofrendada a Atenea para vestir su famosa estatua en el Partenón. Las otras dos participarían en el ritual portando en sus cabezas el cofre sellado, cuyo interior tenían vedado ver, hacia un lugar bajo la Acrópolis para intercambiar su contenido por otros objetos ubicados en cofres que se cargaban de vuelta o se llevaban a su origen.

Greek Peplos Dress
El peplos, vestidura femenina griega
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

El ritual descrito recreaba la historia de Erictonio que, de niño, fue puesto a salvo en un pequeño cofre por Atenea para ocultar su nacimiento. Este cofre fue entregado por la diosa a las tres hijas del rey Cécrope de Atenas para su custodia, con la especial solicitud de nunca ver el interior. Mientras que Pándroso acató la advertencia, a Aglauro y Herse las superó la curiosidad por conocer el contenido. Se encontraron con lo que parecía ser el infante Erictonio rodeado por una serpiente o él mismo con la mitad de su cuerpo hecho serpiente. Tal fue el terror ante lo que se encontraron que se lanzaron desde la cima de la Acrópolis, muriendo en el acto. En la representación, las jóvenes vírgenes elegidas para portar los cofres redimen el pecado de las hijas de Cécrope evitando ver el interior de los cofres y depositándolo piadosamente en el lugar destinado para ello.

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Jóvenes mujeres, entre los 11 y los 14 años de edad, eran honradas como kanephoroi: aquellas que portaban una canasta (kanoun) para depositarla en el altar junto a los sacrificios de sangre hechos con animales. Teniendo en cuenta que las mujeres no tenían permitida la participación en este tipo de sacrificios, la posición de kanephoroi era envidiada entre las damas de la ciudad. La académica Sarah B. Pomeroy comenta:

Las kanephoroi fueron vírgenes seleccionadas de nobles familias. Su virginidad era un factor poderoso para asegurar el uso propicio de las ofrendas e instrumentos de sacrifico cargados en las canastas. Impedir que una candidata participara en este evento era poner en entredicho su reputación. (75-76)

El ejemplo más famoso de cuán serio podía ser el rechazo de una candidata es el acaecido con la hermana de Harmodio en 514 a.C. Para este tiempo Atenas era gobernada por los dos hijos de Pisístrato (528 a.C.), Hipias (528-510 a.C.) e Hiparco (528-514 a.C.). Hiparco fue rechazado por Harmodio, ya que este último tenía ya un amante, Aristogitón. Como consecuencia, la hermana de Harmodio no fue admitida como kanephoroi sin alguna razón aparente, poniendo en duda de esa manera su virtud e insultando el nombre de la familia. Así, Harmodio y Aristogitón asesinaron a Hiparco en el curso de la procesión de las Panateneas del 514 a.C. Esto condujo a que Hipias recrudeciera su tiranía, llegando a su caída en 520 a.C., dando paso a la restauración de la democracia ateniense.

Panathenaic Procession
Procesión Panatenaica
James Lloyd (CC BY-NC-SA)

Las kanephoroi debían continuar con su servicio a la diosa hasta que contrajeran matrimonio. Las mujeres podían ser escogidas, ya fuera por sus nexos familiares o por sus grandes virtudes, como hiereiai: máximas sacerdotisas cuyo servicio era plausible desde el momento de casarse, bien por solo un año, bien de por vida. Esta posición estaba entre las más prestigiosas de Atenas y, se creía, transmitían a la gente la voluntad de la diosa. Según Heródoto, en el 480 a.C., ante la invasión persa, la suma sacerdotisa de Atenas lideró la evacuación de la ciudad antes de la batalla de Salamina. Esto, luego de haber dicho a la población que la serpiente Erictonio y, por lo tanto Atenea, ya habían partido hacia la Acrópolis y la ciudad debía seguir su ejemplo (Historias, VIII, 41). Los atenienses obedecieron y evacuaron tanto a mujeres como a niños y llevaron consigo bienes antes de que los hombres volvieran a defender la ciudad.

Conclusión

Las mujeres participaron libremente junto a los hombres en los ritos de Démeter, los Misterios de Eleusis, y en muchos otros festivales atenienses. Ahora bien, aquellas que participaban en el culto de Atenea, incluso después de casarse y ser relegadas a los aposentos de mujeres en el hogar, continuaron siendo honradas por estos servicios. El peplos, comenzado por las mujeres seleccionadas en su juventud, era transportado, cada cuatro años, por las mujeres que lo habían creado por el Camino Panatenaico hasta la Acrópolis durante el Gran Festival Panatenaico.

The Panathenaic Way, Athens, Greece
La vía Panateaica, Atenas, Grecia
Betsy Mark (CC BY-NC-SA)

El culto a Atenea no dio a las mujeres solo un propósito fuera del hogar y de la crianza de los niños, brindó un rol importante para la vida de la ciudad. En la cultura Atenienste, que generalmente anulaba la energía femenina, incluso en las celebraciones patronales, el culto a Atenea fue una oportunidad de expresión, de reconocimiento y de contribución a la vida religiosa y cultural. Este culto desapareció en algún momento del siglo IV d.C., con el auge del cristianismo y la pérdida de devotos.

El cristianismo inicialmente promovió la participación de las mujeres y garantizó la libertad y reconocimiento que en algún momento ostentaron en el culto de Atenea. Sin embargo, en 325 d.C. con la celebración del Concilio de Nicea, se propendió por la unificación y estandarización de la práctica cristiana. De esta manera, se decidió seguir la norma del Papa Clemente I (35-99 d.C.), quien decretó que solo los hombres podrían mantener posiciones de autoridad en la Cristiandad ya que Cristo había elegido únicamente hombres como apóstoles. Esta decisión relegó a un papel secundario la participación de la mujer en el cristianismo y, con la lenta desaparición del culto a Atenea —junto a las otras deidades femeninas que daban un espacio para el ascenso social— las mujeres atenienses volvieron al rol doméstico y de crianza.

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Sobre el traductor

Diego Cabrera
Diego Cabrera es un abogado latinoamericano, que ha trabajado durante diez años en asuntos privados y públicos en Colombia. También ha realizado estudios de historia en la Universidad Autónoma de Barcelona, centrados en el antiguo oriente medio y la historia hispánica medieval.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2021, julio 05). El papel de la mujer en el culto ateniense [The Women of Athena's Cult]. (D. Cabrera, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-74/el-papel-de-la-mujer-en-el-culto-ateniense/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "El papel de la mujer en el culto ateniense." Traducido por Diego Cabrera. World History Encyclopedia. Última modificación julio 05, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-74/el-papel-de-la-mujer-en-el-culto-ateniense/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "El papel de la mujer en el culto ateniense." Traducido por Diego Cabrera. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 jul 2021. Web. 25 abr 2024.

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