Guerra de la Primera Coalición

Definición

Harrison W. Mark
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 18 abril 2023
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Battle of Mouscron (by Charles Louis Mozin, Public Domain)
Batalla de Mouscron
Charles Louis Mozin (Public Domain)

La Guerra de la Primera Coalición (1792-1797) fue un conflicto continental en el que una coalición de potencias europeas, entre las que se encontraban Austria, Prusia, Gran Bretaña, la República Holandesa, España y varias otras, intentó contener y derrotar a la Francia revolucionaria. La guerra fue desencadenada por los ideales de la Revolución francesa (1789-1799), que amenazaban a las monarquías establecidas de Europa.

Los revolucionarios franceses, que llevaban mucho tiempo temiendo la intervención militar de las monarquías vecinas, declararon la guerra a Austria el 20 de abril de 1792 para preservar y expandir la Revolución. Tras ganar la batalla de Valmy, los franceses se declararon una república, ejecutaron a su rey y persiguieron objetivos bélicos expansionistas como la conquista de Bélgica y Renania; estos factores atrajeron a más naciones a la coalición antifrancesa. En 1793, la República se encontraba en una situación desesperada, teniendo que defenderse de ejércitos enemigos en todos los frentes. A través de medidas draconianas como el Reino del Terror, la República fue capaz de aplastar la disidencia interna y engrosar sus ejércitos con reclutas.

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Los contraataques franceses, utilizando una abrumadora superioridad numérica y el celo revolucionario, consiguieron hacer retroceder a los ejércitos aliados. Las potencias europeas se desanimaron poco a poco y empezaron a abandonar la Coalición hasta que el Tratado de Campo Formio, firmado en octubre de 1797, dejó a Gran Bretaña como la única nación que seguía en guerra con Francia. Sin embargo, el final de la guerra no resolvió ninguno de los problemas subyacentes, y las hostilidades se reanudaron un año después en la Guerra de la Segunda Coalición. Estos conflictos, denominados colectivamente Guerras de la Revolución francesa, redibujaron el mapa de Europa y condujeron directamente a las Guerras Napoleónicas (1803-1815).

Orígenes: 1789-1791

Por mucho que los monarcas europeos se sintieran perturbados por las calamidades que acechaban a la familia real francesa, su ayuda iba en contra de sus intereses.

La Guerra de la Primera Coalición estaba indisolublemente ligada a la revolución que la originó; muchos revolucionarios la consideraban la progresión natural de la Revolución Francesa. Los primeros nubarrones de guerra comenzaron a cernirse en 1789, cuando la desigualdad social rampante llevó a los tres estamentos de la Francia prerrevolucionaria (clero, nobleza y plebeyos) a unirse contra el Antiguo Régimen y formar una Asamblea Nacional Constituyente. En un intento de reafirmar su autoridad, el rey Luis XVI de Francia (quien reinó de 1774 a 1792) traslada 30.000 soldados a la región de París, lo que provoca disturbios generalizados que culminan el 14 de julio con el asalto a la Bastilla.

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Luis XVI se vio obligado a dar marcha atrás, lo que permitió a la Asamblea Nacional promulgar reformas radicales; los Decretos de Agosto acabaron con el feudalismo y otros privilegios aristocráticos, mientras que la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano reconocía los derechos naturales del hombre. Cuando el rey se negó a ratificar estas reformas, miles de parisinos enfurecidos marcharon sobre Versalles y obligaron al rey no solo a aceptar las reformas, sino también a regresar con ellas a París, donde fue retenido en el palacio de las Tullerías como virtual prisionero. Este acontecimiento, conocido como la Marcha de las Mujeres sobre Versalles o las Jornadas de Octubre, acabó con el Antiguo Régimen francés.

The Storming of the Bastille
La toma de la Bastilla
Jean-Pierre Houël (Public Domain)

Este cambio radical del statu quo inquietó a muchos franceses. Apenas dos días después de la caída de la Bastilla, el hermano menor del rey, el conde d'Artois, lideró un grupo de monárquicos franceses en un éxodo de Francia. Artois juró restaurar el antiguo régimen y recorrió Europa en busca de ayuda militar. Aunque los monarcas europeos habían observado con inquietud el desarrollo de los acontecimientos en Francia, ninguno de ellos estaba aún dispuesto a intervenir y todos desoyeron las súplicas de ayuda de Artois. Prusia, Austria y Rusia, por ejemplo, se encontraban en pleno reparto de Polonia, mientras que Austria y Rusia también estaban inmersas en una desastrosa guerra con el Imperio otomano. Además, la distracción de Francia con su revolución la mantenía fuera de la escena mundial, lo que permitía a las demás potencias seguir sus propios programas sin preocuparse de lo que pudieran pensar o hacer los franceses.

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Así pues, por mucho que los monarcas europeos se sintieran perturbados por las calamidades que acechaban a la familia real francesa, era contrario a sus intereses volcarse en su ayuda. Despreciados por las grandes potencias, Artois y sus seguidores se vieron obligados a buscar la amistad de naciones menores y fueron acogidos por los príncipes-obispos de Maguncia y Tréveris, donde establecieron cortes contrarrevolucionarias. En 1791, estas ciudades albergaban hasta 20.000 emigrados franceses, que empezaron a organizarse en unidades militares. Aunque el ejército de emigrados franceses no era lo suficientemente poderoso como para invadir Francia, su presencia tan cerca de la frontera francesa no era algo que los revolucionarios pudieran ignorar.

Escalada: 1791-1792

La Revolución Francesa entró en una etapa de calma en 1790 y principios de 1791 mientras la Asamblea Nacional trabajaba diligentemente en su nueva constitución; durante un tiempo, incluso pareció que la Revolución había terminado. Sin embargo, esta situación cambió profundamente la noche del 20 al 21 de junio de 1791, cuando Luis XVI huyó de París. Tras dos años fingiendo apoyar la Revolución, el rey mostró sus verdaderos colores dejando una carta en la que denunciaba el movimiento antes de intentar escapar a los Países Bajos austriacos (Bélgica). El intento, conocido como la fuga a Varennes, fracasó y Luis XVI fue escoltado de vuelta a París. El acontecimiento sacudió a la nación hasta sus cimientos, ya que el rey había demostrado que no se podía confiar en él. Un serio movimiento republicano comenzó a arraigar en París, y los propios revolucionarios se dividieron implacablemente.

Return of Louis XVI to Paris After Varennes
El regreso de Luis XVI a París luego de Varennes
Jean Duplessis-Bertaux (Public Domain)

Las potencias europeas no pudieron hacer caso omiso de este repentino giro hacia el radicalismo. En agosto de 1791, los monarcas de Austria y Prusia emitieron conjuntamente la Declaración de Pillnitz, que amenazaba a Francia con una invasión militar en caso de que la familia real borbónica sufriera algún daño. Esta declaración, no respaldada por ningún otro monarca, solo pretendía intimidar a los revolucionarios, y ninguno de los gobernantes firmantes deseaba tener que respaldar sus amenazas con acciones. Sin embargo, la declaración tuvo el efecto contrario al deseado. Los franceses temían desde hacía tiempo una intervención extranjera para aplastar su revolución, y muchos vieron en Pillnitz la prueba de que esa era efectivamente la intención de los antiguos regímenes.

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A finales de 1791, una facción llamada los Girondinos ascendió al poder en la Asamblea Legislativa francesa. Liderados por el incendiario Jacques-Pierre Brissot, los girondinos llamaron a la guerra como único medio de preservar la revolución y expandirla por todos los rincones de Europa. Con el apoyo generalizado, incluso del propio rey, que secretamente esperaba utilizar la guerra para recuperar sus plenos poderes, la Asamblea comenzó a reunir tres ejércitos de voluntarios. Una facción contraria a la guerra del Club Jacobino, liderada por Maximilien Robespierre, advirtió que la guerra solo conduciría a la dictadura y al fin de la Revolución, advirtiendo que "la libertad no puede exportarse a punta de bayoneta" (Blanning, 164). Los girondinos se habían apoderado de la opinión pública y, en diciembre de 1791, Francia lanzó un ultimátum a Maguncia y Tréveris, ordenándoles que expulsaran a los emigrados o se enfrentarían a una invasión. Los príncipes obispos acataron la orden, para decepción de los girondinos.

A continuación, los girondinos dirigieron la ira de Francia hacia Austria, un rival tradicional que representaba todo lo malo de las monarquías del Antiguo Régimen; su gobernante, el emperador Francisco II, era sobrino de la odiada reina francesa María Antonieta. Las relaciones entre las dos naciones se deterioraron hasta que el 20 de abril de 1792 la Asamblea Legislativa votó abrumadoramente a favor de declarar la guerra.

La invasión de Brunswick: abril-octubre de 1792

Brissot y sus aliados habían prometido una guerra fácil, razonando que los soldados esclavizados de la Europa despótica arrojarían las armas ante los ciudadanos-soldados liberados de Francia. Los franceses recibieron un buen llamado de atención cuando sus fuerzas, mal entrenadas y mal abastecidas, fueron barridas por los austriacos en las primeras semanas de la guerra. Las escaramuzas iniciales de Quiévrain y Marquain fueron humillantes para el ejército francés, desastres que empeoraron aún más cuando uno de los ejércitos franceses derrotados se amotinó y asesinó a su general al mando, Théobald Dillon. La moral empeoró aún más cuando uno de los principales generales franceses, el marqués de Lafayette, huyó de su puesto y fue arrestado por los austriacos de camino a Estados Unidos.

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Prusia, mientras tanto, se unió a la guerra del lado de Austria en junio y comenzó a preparar una fuerza de invasión cerca de Coblenza. Bajo el mando de Carlos Guillermo Fernando, duque de Brunswick, el ejército comenzó la invasión de Francia al mes siguiente; sin embargo, un brote de disentería y la cautela de Brunswick ralentizaron la invasión. El 25 de julio, el ejército invasor publicó el Manifiesto de Brunswick, que declaraba su intención de restaurar a Luis XVI en sus plenos poderes y amenazaba de muerte a cualquiera que se atreviera a resistirse; al igual que la Declaración de Pillnitz, el manifiesto resultó contraproducente. Temiendo la ira de los prusianos, miles de parisinos presas del pánico asaltaron el Palacio de las Tullerías el 10 de agosto de 1792, causando 800 muertos mientras los rebeldes se enfrentaban a los guardias suizos. Tras la batalla, Luis XVI y su familia fueron encarcelados.

Battle of Valmy
Batalla de Valmy
Horace Vernet (Public Domain)

Los prusianos continuaron su avance, tomando las fortalezas clave de Longwy el 23 de agosto y Verdún el 2 de septiembre, lo que abrió el camino hacia París; esta noticia fue recibida de nuevo con una violencia histérica en París, donde 1100 personas fueron masacradas en las Masacres de Septiembre. Sin embargo, la noticia también fue recibida con una nueva determinación por parte de los franceses para defender su capital, ya que líderes como Georges Danton instaron a los voluntarios a acudir al frente, prometiendo que con "audacia, de nuevo audacia, para siempre audacia, ¡Francia será salvada!". (Bell, 130). El 20 de septiembre de 1792, un ejército francés al mando de los generales Dumouriez y Kellermann detuvo a los invasores en la batalla de Valmy; aunque solo fue una batalla menor, desanimó a los prusianos, que seguían asolados por la disentería y nunca habían deseado la guerra. Dumouriez permitió a Brunswick retirarse y envió noticias de la victoria a París; al día siguiente, los revolucionarios, extasiados, declararon la República Francesa.

Guerra y terror: 1792-93

El llamado "milagro de Valmy" presagiaba buena suerte para los franceses en todos los frentes. En el norte, el general Dumouriez invade Bélgica, derrota a los austriacos en la batalla de Jemappes (6 de noviembre) y pronto controla todo el país. En Renania, un ejército al mando del general Custine captura Speyer, Worms y Maguncia, y en el sur, los franceses ocupan Saboya y Niza a los sardos. La República Francesa adoptó una postura cada vez más belicosa; en noviembre, cerró el río Escalda en violación directa del Tratado de Westfalia de 1648 y promulgó el Edicto de Fraternidad, que prometía la ayuda francesa a cualquier pueblo oprimido, esencialmente una invitación abierta a cualquier pueblo europeo a rebelarse. Por último, ardientes líderes franceses como Brissot y Danton empezaron a pedir que Francia siguiera expandiéndose hasta alcanzar sus "fronteras naturales" a orillas del Rin.

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El 21 de enero de 1793, el juicio y ejecución de Luis XVI horrorizó al resto de Europa, y el primer ministro británico William Pitt lo calificó como "el acto más vil y atroz que el mundo haya visto jamás" (Schama, 687). Gran Bretaña comenzó a movilizar su ejército, pero Francia se le adelantó, declarando la guerra a Gran Bretaña, España y la República Holandesa en febrero. Poco después, a la coalición antifrancesa se unieron Portugal, Nápoles y el Sacro Imperio Romano Germánico. Los franceses sufrieron un revés inmediato.

Dumouriez fue derrotado en la batalla de Neerwinden (18 de marzo de 1793) y expulsado de los Países Bajos; poco después, asestó un nuevo golpe a la República al desertar en favor de los austriacos. Los franceses fueron expulsados de Renania por los prusianos, mientras que los españoles cruzaban los Pirineos y avanzaban hacia Rosellón. Para empeorar las cosas, una guerra civil contrarrevolucionaria, la Guerra de la Vendée, comenzó en marzo, mientras que otras provincias se unieron en revueltas federalistas unos meses más tarde; los rebeldes tomaron la ciudad portuaria de Tolón, que contenía la valiosa flota francesa del Mediterráneo, y entregaron ambos premios a los británicos. Parecía que la República Francesa estaba a punto de ser estrangulada en su cuna.

Battle of Neerwinden, 1793
Batalla de Neerwinden, 1793
Johann Nepomuk Geiger (Public Domain)

Los franceses respondieron a esta amenaza existencial con violencia. El Comité de Seguridad Pública, formado en abril de 1793 en respuesta a la traición de Dumouriez, recibió poderes casi dictatoriales en nombre de la seguridad del Estado; el Comité utilizó este poder para supervisar el Reinado del Terror, durante el cual cientos de miles de personas fueron arrestadas bajo sospecha de connivencia extranjera u otra actividad contrarrevolucionaria, y entre 30 y 40.000 personas fueron asesinadas. El Terror se extendió a los ejércitos; cualquier oficial que rechazara una orden del Comité o no consiguiera la victoria se enfrentaba a la detención y ejecución. No menos de 84 generales franceses fueron ejecutados entre 1793 y 1794.

La autoridad concentrada del Comité le permitió promulgar reformas muy necesarias en el verano de 1793, orquestadas en su mayor parte por Lazare Carnot, apodado "Organizador de la Victoria" por sus esfuerzos. La infame leva en masa (levée en masse), promulgada en agosto de 1793, instaba a todos los ciudadanos a contribuir de algún modo al esfuerzo bélico e hizo que todos los varones solteros de entre 18 y 25 años pudieran ser reclutados. En septiembre de 1794, los ejércitos franceses contaban con más de un millón de hombres, 700.000 de los cuales estaban bajo las armas, creando la mayor fuerza militar que Europa había visto hasta entonces. Carnot también reorganizó el ejército fusionando a los nuevos reclutas con los veteranos, fomentando así la disciplina y la formación. Estas reformas contribuyeron al éxito de los contraataques franceses.

La Coalición se desmorona: 1793-96

Mientras los franceses se reorganizaban, las invasiones aliadas se paralizaban. En Flandes, el ejército aliado decidió asediar cada una de las fortalezas fronterizas antes de arriesgarse a atacar París, lo que dio tiempo a los franceses para prepararse. Cuando este ejército aliado cometió el error adicional de dividir sus fuerzas, los franceses atacaron, derrotándolo poco a poco primero en la batalla de Hondschoote (7-8 de septiembre de 1793), y luego en la batalla de Wattignies (15-16 de octubre). Las fuerzas enfrentadas se instalaron en cuarteles de invierno, pero en los combates del año siguiente hubo más victorias francesas en la batalla de Tourcoing (17-18 de mayo de 1794) y, la más decisiva, en la batalla de Fleurus (26 de junio). Estas derrotas desmoralizaron enormemente a los aliados, especialmente a los austriacos; convencidos de que ya no merecía la pena defender los Países Bajos austriacos, los austriacos se retiraron de los Países Bajos, dejando a los británicos y a la ahora expuesta República Holandesa a su suerte. A finales de julio, los franceses recuperaron el control de Bélgica e iniciaron la invasión de Holanda. Aprovecharon el invierno más frío del siglo para cruzar ríos helados, y la República Holandesa cayó en enero de 1795. Fue sustituida por la República Bátava, el primero de los estados satélites franceses conocidos como "repúblicas hermanas".

French Revolution and Wars 1789-99
Revolución y guerras francesas, 1789-99
Simeon Netchev (CC BY-NC-SA)

Este éxito se vio reflejado en las victorias francesas en otros lugares. En 1793, la fuerza rebelde vandeana conocida como Ejército Católico y Real fue derrotada, y la región de Vendée fue sometida a brutales medidas punitivas. Asimismo, los franceses salieron victoriosos del sitio de Tolón, que lanzó la carrera de Napoleón Bonaparte. En 1794, los franceses hicieron retroceder a los prusianos en Renania y tuvieron éxito contra los españoles en los Pirineos. Al año siguiente, ambas naciones se retiraron de la guerra y Prusia reconoció las reivindicaciones francesas sobre la orilla izquierda del Rin en el Tratado de Basilea (abril de 1795). A medida que la Coalición se deshacía, Gran Bretaña continuó la lucha; los británicos ganaron una acción naval contra los franceses en el llamado Glorioso Primero de Junio, pero su intento de desembarcar una fuerza de invasión de emigrados franceses fracasó en la Batalla de Quiberon (23 de junio-21 de julio de 1795). En 1796, el general francés Lazare Hoche dirigió una fallida expedición francesa a Irlanda. Austria también siguió luchando; en 1796, la campaña francesa de Renania acabó en fracaso cuando dos ejércitos franceses fueron rechazados por un ejército austriaco al mando del archiduque Carlos.

Atrás quedaba la ilusión de los soldados franceses como benévolos libertadores, ya que habían demostrado no ser mejores que cualquier otro ejército de ocupación.

A pesar de algunos reveses, los ejércitos franceses estaban claramente en ascenso, aunque el tesoro francés se estaba quedando sin fondos. En 1796, el Terror había terminado hacía tiempo y la República estaba dirigida por un gobierno ineficaz llamado Directorio francés. Para mantener la guerra, el Directorio confió en que los ejércitos se pagaran a sí mismos viviendo de las tierras de los territorios ocupados, lo que condujo a un saqueo y destrucción generalizados que diezmarían los paisajes de Renania y el norte de Italia. Los victoriosos generales franceses extorsionaban a las ciudades capturadas a cambio de escandalosas sumas de dinero y obras de arte de incalculable valor, que eran enviadas a París para llenar las arcas del Directorio. Atrás quedaba la ilusión de los soldados franceses como liberadores benévolos, ya que habían demostrado no ser mejores que cualquier otro ejército de ocupación. Atrás quedaban también los días de férreo control gubernamental sobre los ejércitos; las rachas de victorias y saqueos constantes ponían más influencia y poder en manos de los generales.

La victoria: 1796-97

En un principio, la campaña italiana de Napoleón debía ser un espectáculo secundario para distraer a los austriacos de la ofensiva principal hacia Viena a través de Alemania. Aunque la campaña de Renania fracasó estrepitosamente, Bonaparte lo compensó con la brillantez de su guerra en Italia; comenzando con la batalla de Montenotte el 12 de abril de 1796, Bonaparte separó a los ejércitos de Piamonte-Cerdeña y Austria y derrotó a cada uno sucesivamente. En mayo obligó a Cerdeña a aceptar la paz antes de capturar Milán y sitiar Mantua.

Battle of Arcole
Batalla del puente de Arcole
Horace Vernet (Public Domain)

Bonaparte resistió varios intentos austriacos de aliviar el sitio de Mantua y obtuvo famosas victorias como la batalla de Arcole (15-17 de noviembre) y la batalla de Rivoli (14 de enero de 1797). Estableció varias repúblicas hermanas en Italia y saqueó ciudades de sus valiosas obras de arte. A medida que su estrella iba creciendo, Bonaparte prestaba menos atención al Directorio de París. Tras la caída de Mantua en febrero de 1797, Bonaparte avanzó hacia Viena, acercándose a 160 kilómetros de la ciudad antes de que los austriacos pidieran un armisticio en abril. A continuación se firmó el Tratado de Campo Formio, el 17 de octubre de 1797, por el que Austria abandonaba la guerra, dejando a Gran Bretaña como única nación en guerra con Francia. La Primera Coalición había fracasado definitivamente.

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Preguntas y respuestas

¿Cuándo fue la Primera Guerra de Coalición?

La Guerra de la Primera Coalición se libró entre el 20 de abril de 1792 y el 17 de octubre de 1797, durante el período revolucionario francés.

¿Cuál fue la causa de la Guerra de la Primera Coalición?

La Guerra de la Primera Coalición fue provocada directamente por la Revolución francesa. Las potencias europeas se sentían amenazadas por los ideales radicales de la Revolución, mientras que los franceses creían que los monarcas de Europa conspiraban para aplastar su revolución. Estas creencias condujeron a un aumento de las tensiones y, en última instancia, a la guerra.

¿Quién luchó en la Guerra de la Primera Coalición?

La Guerra de la Primera Coalición se libró entre la Francia revolucionaria y una alianza de potencias europeas que incluía a Austria, Prusia, Gran Bretaña, Piamonte-Cerdeña, Nápoles, España, Portugal, el Sacro Imperio Romano Germánico, el Gran Ducado de Toscana y la República Holandesa, entre otros estados alemanes e italianos.

¿Quién ganó la Guerra de la Primera Coalición?

La Guerra de la Primera Coalición fue ganada por Francia y contribuyó a establecer la hegemonía francesa en el continente europeo.

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Harrison W. Mark
Harrison Mark se graduó de la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, donde estudió historia y ciencias políticas.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, H. W. (2023, abril 18). Guerra de la Primera Coalición [War of the First Coalition]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21068/guerra-de-la-primera-coalicion/

Estilo Chicago

Mark, Harrison W.. "Guerra de la Primera Coalición." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación abril 18, 2023. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-21068/guerra-de-la-primera-coalicion/.

Estilo MLA

Mark, Harrison W.. "Guerra de la Primera Coalición." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 18 abr 2023. Web. 19 abr 2024.

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