Cartago Nova, la actual Cartagena, era una ciudad del sur de la península Ibérica, España, originalmente conocida como Mastia. La ocupación humana de la región es anterior al Neolítico, pero el área en torno al emplazamiento de Cartago Nova parece que estuvo poco habitado hasta después de la Edad de Bronce, cuando se construyó un puerto en una península que se adentraba en el Mediterráneo.
El poeta latino del siglo IV d.C. Rufo Festo Avieno identificó Mastia con la Massia de los tartesos, pero esa ciudad se encontraba en la región de la Confederación tartesa en torno a la antigua ciudad de Carteia (cerca de Gades, la actual Cádiz), aunque casi con toda seguridad los tartesos comerciaban con Mastia y, según algunos estudiosos, fueron los habitantes originales de la región.
La ciudad fue fundada como Qart Hadasht ("Cartago") por el general y político cartaginés Asdrúbal el Bello (en torno a 270-221 a.C.) en 228 a.C. Fue tomada por el general romano Escipión el Africano (236-183 a.C.) en 209 a.C. durante la segunda guerra púnica (218-202 a.C.) y le cambió el nombre por Cartago Nova ("Nueva Cartago", pero literalmente es "Nueva nueva ciudad", ya que "Cartago" significa "Nueva ciudad").
Cartago Nova seguiría teniendo un papel importante en la economía de Roma, ya que sería tanto un centro de comercio como un proveedor de plata y otras comodidades a lo largo de su historia. Fue tomada por los vándalos y después los visigodos antes de ser conquistada en el siglo VII d.C. durante la invasión musulmana. Después estaría en manos de varios califatos musulmanes hasta la Reconquista del siglo XIII d.C., durante la cual los ejércitos cristianos retomarían los territorios españoles de manos de los musulmanes.
La primera guerra púnica
La ciudad de Mastia era un enclave comercial conocido de los fenicios, que puede que la fundaran, y que comerciaban con los tartesos, célebres por su producción de plata. El estudioso B. H. Warmington, siguiendo a otros eruditos anteriores, identifica Tartesos (en la región circundante a Cádiz) con Tarshish en la Biblia (Génesis 10:04, Crónicas I 1:7, Ezequiel 27:12, entre otros) y destaca cuánto se parece la costa en torno a Cádiz a la de la antigua Mastia, lo que explica que los autores de la antigüedad pudieran confundir ambos lugares (aunque no hay consenso en cuanto al emplazamiento de la Tarshish de la Biblia). También se ha establecido que Mastia y Carteia ambas eran conocidas por sus minas de plata, su abundancia de recursos y su participación en el comercio marítimo.
No se sabe casi nada específico sobre la primitiva Mastia, pero se acabaría convirtiendo en una de las muchas ciudades de la península Ibérica envueltas en las guerras púnicas (264-146 a.C.) entre las ciudades de Cartago en el norte de África y Roma en Italia. La primera guerra púnica (264-241 a.C.) estalló porque ambas ciudades reclamaban el control de Sicilia. Cartago, en aquella época, era la mayor potencia del Mediterráneo mientras que Roma todavía era una ciudad relativamente pequeña sin marina. Cartago envió a su general Amílcar Barca (275-228 a.C.) contra los romanos, y podría haberlos vencido si su ciudad lo hubiera respaldado mejor. En vez de eso, lo que ocurrió es que Roma salió victoriosa y exigió reparaciones como parte del tratado para poner fin al conflicto.
Amílcar y su hijo Aníbal (247-183 a.C.), junto con el yerno de Amílcar, Asdrúbal el Bello, fueron a Iberia aparentemente para tomar las minas de plata para pagar la deuda de Cartago a Roma, pero en realidad fueron a colonizar la región y renovar las hostilidades. En una serie de campañas militares, Amílcar conquistó a las tribus varias de la región y amasó una fortuna importante además de agrandar su ejército con reclutas conquistados. Cuando murió en batalla en 228 a.C., Aníbal todavía era demasiado joven como para sustituirlo, por lo que el mando pasó a Asdrúbal el Bello.
Asdrúbal fundó la ciudad de Qart Hadasht en Mastia en 228 a.C. y decidió concentrarse en misiones diplomáticas en vez de continuar con las campañas militares de su suegro. Qart Hadasht se convirtió en el centro de operaciones de la Iberia cartaginesa, desde donde Asdrúbal administraba las ciudades y las regiones conquistadas por Amílcar a la vez que iba añadiendo más territorios mediante negociaciones, alianzas y tratados. Su éxito tanto en el gobierno como en la expansión molestó a la ciudad de Masalia y sus colonias, al norte del Ebro, que eran aliados de Roma. Masalia le pidió ayuda a Roma, que envió una embajada a Qart Hadasht en 226 a.C. para restringir cualquier otra conquista cartaginesa en Iberia.
Asdrúbal accedió a firmar un tratado que incluía el convenio de que no cruzaría al norte del Ebro armado. Parece ser que entendía que Cartago tenía libertad para conquistar cualquier territorio al sur del Ebro. Asdrúbal era un consumado diplomático y a lo mejor podría haber evitado la segunda guerra púnica, pero fue asesinado por un sirviente de palacio que quería vengar la muerte de su señor a manos de los cartagineses. Tras la muerte de Asdrúbal, las tropas pidieron por unanimidad que Aníbal asumiera el mando del ejército en Hispania.
La segunda guerra púnica
Aníbal Barca era un estratega astuto que había crecido en el campo de batalla bajo la tutela de su padre y además había jurado no ser nunca amigo de Roma. Cualquier posible vía diplomática para evitar un conflicto con Roma murió con Asdrúbal, ya que Aníbal no estaría dispuesto a hacer ninguna concesión más allá de las que ya se habían firmado en el acuerdo. Los problemas empezaron cuando la ciudad de Sagunto, aliada de Roma (es decir, que estaba bajo su protección), expulsó a los leales a Cartagena en 221 a.C. e instaló una administración romana con la aprobación de Roma. Después, Roma envió un mensaje a Qart Hadasht advirtiendo a Aníbal de que no avanzara contra Sagunto. B. H. Warmington hace el siguiente comentario al respecto:
No se sabe si la amistad de Roma con Sagunto era anterior o posterior al acuerdo del Ebro. En cualquier caso, supuso un factor incómodo en la situación porque era inevitable que los cartagineses reclamaran la libertad de acción al sur del río aunque no se especificara en el acuerdo. Si accedes a no rebasar cierto punto, presumiblemente esperas poder actuar libremente hasta ese punto. Si [la amistad de Roma con Sagunto] era anterior al tratado del Ebro, Cartago podía considerar, con razón, que quedaba anulada por las implicaciones del tratado; si era posterior, se podía acusar a los romanos de ser culpables de una acción del todo provocativa [al instalar un gobierno prorromano en una ciudad anteriormente cartaginesa]. (194)
Aníbal interpretó sus acciones de la segunda manera, acusó a Roma de romper la paz, y marchó contra Sagunto en 218 a.C., dando así comienzo a la segunda guerra púnica. Saqueó la ciudad a modo de advertencia para las demás comunidades prorromanas y después, sin esperar a que Roma llegara para acabar perdiendo tiempo y recursos en enfrentamientos en Iberia, dejó a su hermano menor, Asdrúbal Barca (en torno a 244 a 207 a.C.) a cargo de las fuerzas ibéricas y se marchó a luchar contra Roma directamente cruzando los Alpes para llegar a Italia.
Roma envió un mensaje a Cartago exigiendo que le entregaran a Aníbal, sin saber ni que Cartago ya le había dado libertad de acción a Aníbal para lidiar con los romanos ni que este ya estaba de camino hacia su ciudad. Mientras tanto, Roma ya había enviado fuerzas a Iberia para lidiar con el ejército cartaginés, que creían que seguía bajo el mando de Aníbal. Por supuesto, Cartago se negó a entregar a Aníbal y la embajada romana regresó, sin duda pensando que Aníbal sencillamente sería derrotado en Iberia.
Acabarían descubriendo que se habían equivocado en varios aspectos: Aníbal estaba en Italia y Asdrúbal demostró ser un buen comandante que derrotó a los formidables generales romanos que enviaron contra él. Aun así, su racha de victorias o acciones de contención llegó a su fin con la llegada del general Escipión el Africano en 211 a.C.
Roma y Cartago Nova
Escipión ganó en todos los enfrentamientos a medida que avanzaba hacia Qart Hadasht para asediar la ciudad. En Tarraco se enteró de que había una laguna (o pantano) a un lado de la ciudad cuyo nivel del agua bajaba en cierto momento. Se podía tomar la ciudad desde este lado avanzando por el pantano cuando la marea estaba baja. Este relato de los hechos procede principalmente del historiador Polibio (en torno a 208 a en torno a 125 a.C.), aunque hay otros, como Livio y Apiano que también hablan del tema. La historia tradicional dice que Escipión montó una distracción a las puertas de la ciudad, desplegando una parte de sus ejércitos contra ellas, y de mientras envió a otro segmento de las tropas a través de la laguna con la marea baja para tomar la ciudad.
Sin embargo, el experto Benedict J. Lowe apunta a que lo más probable es que esta "laguna" fuera un saladar utilizado por la ciudad para recolectar sal del mar. El nivel del agua se regulaba mediante esclusas. El agua del mar penetraba en la marisma, después se reducía poco a poco el nivel del agua y la sal residual se quedaba en bandejas que le proveían a la ciudad un recurso importante y valioso. Lowe afirma, convincentemente, que es mucho más probable que Escipión se enterara de la existencia de este saladar y de sus compuertas en Tarraco y que orquestara cuidadosamente el ataque para que los defensores se centraran en las puertas de la ciudad mientras 500 de sus hombres se acercaban por detrás, abrían las compuertas para reducir el nivel del agua y se acercaban por la marisma indefensa para atacar la ciudad por sorpresa, en vez de fiarse de las mareas.
Qart Hadasht cayó frente a Escipión, que le cambió el nombre a Cartago Nova. La racha ganadora de Asdrúbal había llegado a su fin y en Baecula, en 208 a.C., fue derrotado. Antes de que pudieran capturarlo o matarlo, huyó a través de los Alpes para reunirse con su hermano en Italia. Asdrúbal acabaría muriendo tan solo unos meses después en 207 a.C., y Aníbal sería derrotado por Escipión el Africano en la batalla de Zama en 202 a.C., con lo que terminaría la segunda guerra púnica.
Cartago Nova bajo el mando romano
La ciudad perduró bajo Roma como un puerto comercial vital desde el que salían los recursos ibéricos de camino a Italia. Entre las muchas comodidades de las que acabó dependiendo Roma estaba la sal, la plata, el pescado, el esparto y el grano. El esparto se usaba para la fabricación de cuerda y en cestería, mientras que parte del pescado se usaba para producir el popular condimento conocido como garum. A medida que la ciudad se fue haciendo cada vez más prominente, los comerciantes la fueron conociendo por varios nombres: Carthago Argentaria (Cartago de plata), Carthago Skombraria (Cartago de pescado salado), y Carthago Spartaria (Cartago de esparto). La ciudad se expandió durante este periodo (en torno a 202-44 a.C.) ya que estaba en el lugar perfecto para el comercio, pero también era uno de los lugares más seguros para vivir debido a su ubicación costera. Polibio describe la ciudad en torno a 133 a.C.:
Nueva Cartago se encuentra a medio camino bajando por la costa de España en un golfo que da al suroeste [y] este golfo sirve como puerto por el siguiente motivo. En la desembocadura hay una isla que no deja más que un estrecho paso a cada lado, y como rompe las olas del mar, el golfo entero es muy calmo, excepto por el viento de suroeste que sopla a veces por los dos canales y levanta marejada. Sin embargo, ningún otro viento lo perturba ya que no tiene ninguna otra salida al mar. En el último rincón del golfo sobresale una colina en forma de península, sobre la que se levanta la ciudad, rodeada por el mar al este y al sur y por una laguna al oeste que se extiende tanto hacia el norte que el espacio restante, que llega hasta el mar por el otro lado, [conecta] el mar con la tierra firme. (Miles, 224)
Julio César convirtió la ciudad en una colonia y sus habitantes recibieron todos los derechos de la ley romana en 44 a.C. en gratitud por el apoyo que le dieron a César en su guerra contra Pompeyo el Grande. César Augusto (que reinó del 27 al 14 d.C.) prodigó fondos en la ciudad, la rediseñó y ordenó la construcción de calles nuevas, un teatro, un foro, monumentos y el Augusteum, mitad templo mitad escuela. La plata extraída de la Sierra Minera ayudaba a pagar al ejército romano mientras que el plomo se usaba, entre otras cosas, para las tuberías de los acueductos que llevaban el agua desde los embalses de la periferia hasta la ciudad de Roma.
Cuando Roma sufrió la crisis del siglo III (235-284 d.C.), Cartago Nova también sufrió como la mayoría de las demás colonias de Roma. La parte oriental de la ciudad quedó prácticamente abandonada porque se agotaron los recursos y la población se mudó a la parte occidental, probablemente para conservar lo que les quedaba. Se interrumpió la extracción de plata, posiblemente a causa de la falta de mano de obra, y se sobreutilizaron otros recursos. En 298 d.C., el emperador Diocleciano (que reinó de 284 a 305 d.C.), a quien se atribuye haber acabado con la crisis del siglo III, intentó revivir la región mediante la creación de la provincia de Hispania Carthaginensis, con Cartago Nova como capital, y aunque esto ayudó hasta cierto punto, la propia Roma estaba en declive y no pudo hacer mucho para ayudar a la ciudad a recuperar su antigua gloria.
Conclusión
Los vándalos tomaron la ciudad en 409 d.C., la perdieron frente a los visigodos en 425 d.C. y después la saquearon en 435 d.C. Después, los visigodos reclamaron la ciudad y la mantuvieron hasta que fue tomada por el Imperio bizantino en torno a 540 d.C., que hicieron de ella la capital de su provincia más occidental, Spania. A principios del siglo VIII d.C. (probablemente en torno a 714 d.C.), los bizantinos entregaron la ciudad durante la invasión musulmana de España. Los varios califatos que conservaron la ciudad la valoraron tanto como lo había hecho Roma y restauraron la ciudad, que había quedado en decadencia con los visigodos. Los moros musulmanes le cambiaron el nombre, de Cartago Nova a Qartayannat al-Halfa (también emirato Cartajana), repararon las calles, renovaron los edificios y el puerto y construyeron una gran mezquita en el centro de la ciudad. Con el tiempo, "Cartajana" acabaría convirtiéndose en el nombre moderno de la ciudad, "Cartagena".
Entre alrededor de 711 y 1492 d.C. los monarcas cristianos iniciaron una política agresiva para reclamar los territorios españoles de los moros, la llamada Reconquista. En 1243 d.C., Fernando III de Castila (que reinó de 1217 a 1252 d.C.) tomó Cartajana junto con el resto de la región de Murcia. Su sucesor, el rey Alfonso X de Castilla (que reinó de 1252 a 1284 d.C.), restauró la ciudad y le concedió una licencia sobre sus propios recursos, lo que incentivaría el crecimiento económico y la estabilidad que atrajo a órdenes religiosas tales como los monjes agustinos que iniciaron la construcción de una catedral en la ciudad (posiblemente la catedral de Santa María la Vieja, destruida durante la Guerra Civil en 1939 d.C.), así como otros edificios.
Cartagena se convirtió en un centro religioso para los agustinos y más tarde para la orden franciscana, y volvió a recuperar su estatus de puerto comercial importante, pero iría en declive durante la Era de los Descubrimientos (siglos XV-XVII d.C.). Durante esta época, las naciones europeas se estaban concentrando en adquirir tierras y recursos y establecer puertos en el llamado Nuevo Mundo, con lo que los puertos españoles más cercanos a Norteamérica (Cádiz y Sevilla) se hicieron más relevantes y Cartagena quedó olvidada.
Sin embargo, la ciudad volvería a revivir a finales del siglo XVII d.C. y ha seguido prosperando, más o menos dependiendo de las circunstancias, desde entonces. Hoy en día es un popular destino turístico y, aunque la mayor parte de la antigua Cartago Nova sigue enterrada bajo la ciudad moderna, las excavaciones han sacado a la luz algunas de las estructuras más importantes, tales como el Augusteum y el teatro, entre otras. Hoy en día son estas estructuras, y el museo con sus exposiciones interactivas, las que ayudan a contar la historia de la que fue una gran ciudad.