Guerra cartaginesa

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Rodrigo Pedraza
Publicado el 13 julio 2016
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Hannibal Riding a War Elephant (by jaci XIII, CC BY-NC-SA)
Aníbal montado en un elefante de guerra
jaci XIII (CC BY-NC-SA)

La guerra cartaginesa se ha visto ensombrecida por la derrota ante Roma en las guerras púnicas, pero durante seis siglos antes Cartago tuvo un éxito notable en la conquista de territorios lucrativos en el norte de África, la Península Ibérica y Sicilia. Al combinar los mejores ejércitos mercenarios con sus propias fuerzas de élite y una enorme flota naval, Cartago pudo dominar el Mediterráneo occidental y proteger y expandir su vasta red de colonias y puestos comerciales entre los siglos IX y III a.C.

Propósito de la guerra

Cartago fue fundada por la ciudad fenicia de Tiro en 813 a.C. como un lugar propicio para las rutas comerciales del Mediterráneo occidental, y la colonia prosperaría y fundaría sus propias colonias, y con el tiempo se haría cargo también de la antigua red fenicia. Una dispersión geográfica tan grande de intereses requería una flota naval para salvaguardar tanto los barcos que realizaban su comercio a través de los mares como los puertos que les daban protección y acceso a lucrativos territorios del interior. Además, a veces era necesario un ejército terrestre para defender los intereses comerciales de Cartago de las tribus locales y potencias rivales, especialmente los tiranos de Sicilia y más tarde de Roma. Otro papel igualmente importante de los ejércitos fue el de medio ofensivo para expandir el imperio tomando el control de nuevos territorios ricos en recursos naturales, como las minas de plata de Iberia.

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Ceremonias de guerra

Como ocurre con la mayoría de las otras culturas antiguas, la guerra para los cartagineses era, como cualquier otra actividad estatal, inseparable de las creencias religiosas. La guerra no podía llevarse a cabo sin el dictamen divino. En consecuencia, se hacían sacrificios a los dioses púnicos antes de las batallas clave para asegurar su favor y la victoria final. A veces, durante un conflicto prolongado, incluso se construían nuevos templos para deidades tan importantes como Tanit, Melqart y Baal Hammon para complacerlos y asegurarse de que su apoyo no flaqueara. También se leían las entrañas de los animales antes de las batallas, donde se establecían augurios que tranquilizaban a las tropas con su promesa de victoria. En momentos terribles también se hacían sacrificios en un último esfuerzo por evitar la derrota. El ejemplo más notorio de esto, relatado por el historiador antiguo Diodoro, fue cuando Agatocles, el tirano de Siracusa, invadió el norte de África en el año 310 a.C. En respuesta a esta amenaza, se sacrificaron cientos de niños nobles. De la misma manera, después de la batalla, las victorias se celebraban con más sacrificios y las conquistas se documentaban en tablillas y estelas que se colocaban en los templos púnicos.

Comandantes

CARTAGO fue UN CONSUMADO PRACTICANTE DE LA GUERRA DURANTE SIGLOS, ADQUIRIENDO NUEVOS TERRITORIOS Y RECURSOS Y SALVAGUARDANDO SU VASTA RED COMERCIAL.

El comandante de un ejército o fuerza naval cartaginesa (rab mahanet) se seleccionaba para la duración de una guerra específica, generalmente entre la familia gobernante. Es posible que el general a menudo tuviera total autonomía de acción o, en otras ocasiones, que tuviera que confiar en el gobierno cartaginés para decisiones tan importantes como cuándo celebrar una tregua, pedir la paz o retirarse. Además, después de una batalla o guerra, los comandantes se sometían a un tribunal que investigaba su competencia o no. Había una intensa competencia entre los comandantes, a lo que no aayudaba el hecho de que el mando a veces se compartía entre dos, o incluso tres, generales.

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La motivación de los comandantes también era alta, ya que los generales que fracasaban en tiempos de guerra eran tratados con dureza. Uno de los castigos menores era una gran multa, mientras que el peor de los casos era la crucifixión. Varios comandantes, tras la derrota, se suicidaron para evitar este último castigo. Una consecuencia grave del miedo al fracaso inherente a la estructura de mando del ejército puede haber sido que los generales tendieran a ser demasiado cautelosos y conservadores en la batalla. Esto contrastaba directamente con los comandantes romanos que tenían el mando durante un año, lo que no hcía más que conducir hacia un enfoque más agresivo de la guerra mientras intentaban obtener una victoria total antes de ser destituidos de su cargo.

Hannibal Barca Bust
Busto de Aníbal Barca
Carole Raddato (CC BY-SA)

Los comandantes más exitosos no sólo poseían las habilidades militares para explotar las situaciones únicas de las batallas individuales y las debilidades de sus enemigos, sino también la capacidad de moldear su propia fuerza de combate mercenaria en una unidad homogénea. Esto se lograba principalmente mediante un culto a la personalidad. Aníbal, por ejemplo, fue un paso más allá que su padre Amílcar Barca (que había utilizado ese tipo de imágenes en sus monedas) y se identificó como Hércules-Melqart, la figura que era una mezcla del invencible héroe griego y el dios fenicio-púnico. Esto atrajo tanto a cartagineses como a griegos. Fue una útil herramienta de propaganda con los contingentes griegos en el ejército cartaginés y cuando se combatía en lugares como Magna Grecia, donde el culto era tan fuerte como en cualquier otro lugar. Para reforzar sus afirmaciones divinas, Aníbal una vez contó un sueño que había tenido en el que Melqart le ordenaba específicamente invadir Italia e incluso le dio una guía para llegar allí de la manera más eficiente. Todas estas estratagemas ayudaban a tranquilizar al soldado común de que estaba luchando en el lado correcto con el mejor general.

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Soldados y armas

El ejército de la ciudad de Cartago estaba compuesto por infantería fuertemente blindada proveniente de la ciudadanía. Se trataba de un grupo de élite de 2.500 a 3.000 soldados de infantería identificados por sus escudos blancos y conocidos como la Legión Sagrada. Sin embargo, la mayor parte del ejército cartaginés que luchó en todo el imperio estaba compuesto en gran parte por unidades mercenarias, tanto aliados locales pagados (por ejemplo, de Libia y Túnez) como ejércitos mercenarios de Grecia, Iberia, el sur de Italia y la Galia. Uno de los mejores cuerpos del ejército cartaginés era la fuerza de caballería de sus aliados, los númidas. Para evitar la amenaza de que los ejércitos mercenarios exitosos se rebelaran contra la élite gobernante de Cartago, los cartagineses se aseguraban de que todos los puestos de mando superiores y medios estuvieran en manos de ciudadanos de Cartago. Sin embargo, a pesar de esta precaución, en varios casos los ejércitos mercenarios resultarían desleales e incluso provocarían luchas internas entre los clanes rivales de la aristocracia de Cartago, la más famosa durante la guerra inexpiable (también conocida como guerra de los Mercenarios, 241-237 a.C.).

Como los ejércitos de Cartago solían estar compuestos de fuerzas mercenarias extranjeras; sus armas y armaduras diferían según el origen o las preferencias de la unidad. Además, los cartagineses no eran reacios a equiparse con las armas y armaduras de sus enemigos caídos. El hoplita griego era quizás el modelo más común: armadura pesada, escudo grande, lanza y espada. También había contingentes de honderos y arqueros. Hasta el siglo III a.C. se utilizaron carros de guerra, pero su limitación de requerir un buen terreno provocó su abandono en favor de una caballería más móvil.

Carthaginian Mercenaries
Mercenarios cartagineses
The Creative Assembly (Copyright)

La artillería era un componente de los ejércitos cartagineses en Sicilia, donde las ciudades estaban bien fortificadas. Los cartagineses se apresuraron a copiar los inventos helenísticos de la catapulta (para piedras y proyectiles incendiarios) y las ballestas. Durante un asedio, también empleaban arietes, torres de asedio móviles, montículos y minas para superar las fortificaciones enemigas. Sabemos que la propia Cartago estaba equipada con máquinas de artillería para la defensa.

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Una de las armas cartaginesas más distintivas era el elefante de guerra. Dotados de colmillos y con una altura de 2,5 metros, los elefantes se hacían aún más temibles al agregarles armaduras en la cabeza, la trompa y los costados, y espadas o lanzas en los colmillos. Controlados por su conductor (mahout), se utilizaban delante de las líneas de infantería para perturbar las formaciones enemigas y hostigar al enemigo desde las alas o desde la retaguardia. Al no ser lo suficientemente grande como para llevar una superestructura (howdah), el tipo de elefante utilizado por Cartago puede que fuera capaz de llevar un segundo jinete armado con un arco o jabalinas. Sin duda, la aparición y el ruido de los elefantes causaban pánico entre los hombres y caballos del enemigo, pero eran tremendamente impredecibles en la batalla y podían causar tanto daño a su propio bando como al oponente. Cuando las fuerzas enemigas se acostumbraron a ellos y entrenaron a sus caballos para que no entraran en pánico o si el terreno no era adecuado, su efectividad se redujo considerablemente.

Carthaginian War Elephant
Elefante de guerra cartaginés
The Creative Assembly (Copyright)

Estrategias

En las batallas terrestres, después de una ronda inicial de escaramuzas que involucraban a la caballería ligera, el ejército cartaginés atacaba al enemigo de frente con infantería pesada, muy parecido a lo que los griegos habían estado haciendo durante siglos con la falange (una línea de hoplitas estrechamente agrupados que se protegían unos a otros con sus escudos). Aníbal, sin embargo, mostró voluntad de adaptar tácticas y formaciones enemigas superiores, como después de la batalla del lago Trasimene (217 a.C.), cuando probablemente adaptó el despliegue de tropas del manípulo romano más flexible en lugar de la falange más estática.

La infantería ligera estaba estacionada en las alas y protegía los flancos de la falange que podrían atraer a las líneas enemigas. Las tropas se coordinaban durante la batalla utilizando estandartes. Cada etnia tendría el suyo propio, como la imagen celta del jabalí, y también se utilizaban blasones en escudo para identificar quién era quién. Cuando no participaban en batallas cara a cara para romper formaciones y acosar los flancos del enemigo, las unidades de caballería se utilizaban para tender emboscadas a las tropas enemigas, llevarlas a emboscadas por parte de tropas de infantería o en tácticas de guerrilla para acosar constantemente a los ejércitos enemigos y sus sistemas de apoyo logístico.

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Guerra naval

El tamaño de la flota cartaginesa cambió según el período, pero según el historiador antiguo Polibio, Cartago tenía una flota de 350 buques en el año 256 a.C. Tales eran los requisitos de la gran armada de Cartago que los barcos se construían utilizando piezas producidas en masa marcadas con números para facilitar el montaje.

Carthage and its Harbour
Cartago y su puerto
The Creative Assembly (Copyright)

La flota naval de Cartago estaba compuesta por grandes buques de guerra propulsados ​​por velas y remos que se utilizaban para embestir a las embarcaciones enemigas utilizando un ariete de bronce montado en la proa debajo de la línea de flotación. Los buques eran el trirreme con tres filas de remeros, el cuadrirreme y el quinquerreme. El quinquerreme, llamado así por su disposición de cinco remeros por línea vertical de tres remos (un total de 300 remeros), se convirtió en el más utilizado en la flota púnica. Se podían montar catapultas en la cubierta de estos grandes buques, pero probablemente se limitaban a la guerra de asedio y no se utilizaban en batallas de buque a buque.

Los intentos de embestir a los barcos enemigos se podían realizar de dos maneras. El primero, el diekplous o avance, se producía cuando los barcos formaban una sola línea y navegaban a través de las líneas enemigas en un punto débil seleccionado. Los buques defensores intentarían no crear huecos en su formación y tal vez escalonar sus líneas para contrarrestar a los diekplous. La segunda táctica, conocida como periplous, era intentar navegar por los flancos de la formación enemiga y atacar desde los lados y la retaguardia. Esta estrategia podría contrarrestarse extendiendo las naves lo más posible, pero no demasiado como para permitir un ataque de diekplous. Colocar una flota con un flanco protegido por una costa también podría ayudar a contrarrestar una maniobra periplosa, especialmente de un enemigo más numeroso. Mientras se producía toda esta caótica embestida, se utilizaban embarcaciones más pequeñas para arrastrar a los barcos afectados lejos de las líneas de batalla o incluso para remolcar los barcos capturados. Se esperaba que los remeros lucharan en operaciones de desembarco y ayudaran a construir máquinas de asedio, pero no en batallas de barco a barco. Los barcos más grandes estaban cubiertos y habrían llevado complementos de hombres armados, tanto arqueros como infantes de marina armados con lanzas, jabalinas y espadas, que podrían abordar los barcos enemigos si tuvieran la oportunidad.

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Aparte de las batallas navales, la flota cartaginesa también era vital para transportar ejércitos, reabastecerlos proporcionando escolta para los barcos de transporte, realizar incursiones costeras, atacar barcos de suministros enemigos, bloquear puertos enemigos y relevar a las fuerzas cartaginesas cuando ellas mismas estuvieran sitiadas.

Botínes de guerra y represalias

Las recompensas de la victoria militar para Cartago eran el control de nuevos territorios con sus recursos naturales, la adquisición de esclavos, a veces la incorporación de partes del ejército derrotado al suyo, y las tesorerías y graneros estatales de las ciudades conquistadas. Como Cartago empleaba mercenarios, una de las primeras prioridades después de una victoria era pagarles, y esto se hacía con monedas o permitiendo a los soldados tomar cualquier botín que pudieran conseguir de los derrotados: armas, armaduras, joyas, alimentos, etcétera.

Punic Cuirass
Coraza púnica
Alexander van Loon (CC BY)

Cartago se ganó una reputación sangrienta por su trato a los vencidos, pero esto debe atenuarse con el hecho de que la mayoría de las fuentes son prorromanas. Sabemos, por ejemplo, que Aníbal liberó tropas enemigas no romanas en varias ocasiones para aumentar las posibilidades de que las áreas locales se rebelaran contra Roma. De manera similar, a algunos se les prometió la devolución de las tierras que les habían arrebatado los romanos. Sin embargo, es cierto que a veces se sacrificaban prisioneros de guerra para honrar a los dioses púnicos y dar gracias por la victoria. También hay historias de prisioneros ejecutados en masa, a veces de forma imaginativa, como en un caso en el que se utilizaron elefantes para pisotear a los cautivos desarmados. Los líderes derrotados no podían esperar nada mejor y, a menudo, se ejecutaban cruelmente. Se sabe que un Asdrúbal crucificó al príncipe íbero Tagua, un líder celta llamado Indortes fue cegado antes de ser crucificado, y el general romano Regulus fue metido dentro de un barril forrado con púas y luego hecho rodar por las calles de Cartago.

Esta brutalidad a veces tenía un propósito político, ya que los generales astutos podían parecer especialmente generosos cuando trataban bien a los derrotados, podían alentar a las ciudades enemigas a capitular sin mucho derramamiento de sangre y evitar el mismo destino y, quizás no menos importante, persuadir a sus propias tropas de lo que podían esperar del enemigo de ser capturados, con lo que se motivaban aún más para luchar bien.

Victorias famosas

En algunos escenarios de batalla, el ejército cartaginés disfrutó de grandes éxitos, especialmente en el norte de África, Sicilia y España. Se produjo una victoria importante cerca de Túnez durante la primera guerra púnica (264 - 241 a.C.) con Roma cuando los cartagineses emplearon sabiamente al comandante mercenario espartano Jantipo. En 255 a.C., reorganizó el ejército y combinó brillantemente 100 elefantes de guerra con 12.000 infantes y 4.000 jinetes para derrotar totalmente a dos legiones y capturar al general romano Regulus en el proceso. Cayeron 12.000 romanos frente a los 800 cartagineses muertos.

El gran general Amílcar Barca tuvo especial éxito en España en la década de 230 a.C. Complementó su fuerza de desembarco original de unos 25.000 con reclutas locales y acumuló un ejército de 50.000 efectivos que incluía 100 elefantes. Utilizando una mezcla de terror y diplomacia, Amílcar expandió implacablemente su control sobre el sur de España, y las riquezas de estas campañas se canalizaron de regreso a Cartago para convertirla en la ciudad más rica del mundo antiguo.

Hamilcar Barca
Amílcar Barca
Kordas (Public Domain)

Quizás el mejor momento del ejército de Cartago fue la racha de cuatro grandes batallas de Aníbal contra Roma en Italia durante la segunda guerra púnica (218 - 201 a.C.). Sus victorias en el río Ticino cerca de Pavía y el río Trebia en diciembre de 218 a.C., el lago Trasimene en junio de 217 a.C. y en Cannas en Apulia en agosto de 216 a. C. sacudieron el mundo romano. Combinando magistralmente su ejército mercenario mixto en un todo coherente y disciplinado, aprovechando al máximo el terreno local y empleando a sus tropas en rápidas maniobras en el campo de batalla, Aníbal, al menos durante un tiempo, fue invencible.

Derrotas infames

Quizás la pérdida naval más impactante de Cartago fue su primer enfrentamiento marítimo con Roma en la batalla de Milas (Milazzo) en 260 a.C. La flota romana de 145 barcos derrotó a la flota cartaginesa de 130 barcos que ni siquiera se habían molestado en formar líneas de batalla, tan confiados estaban en la victoria contra los marineros romanos no probados. Cuando el buque insignia cartaginés fue capturado, el comandante se vio obligado a huir ignominiosamente en un bote de remos.

En 202 a.C., el general romano Escipión el Africano derrotó al gran Aníbal y sus elefantes en la batalla de Zama, en el oeste de Túnez. Escipión logró persuadir a la caballería númida para que se uniera a su causa y organizó brillantemente a su infantería para formar corredores que permitieron a los 80 elefantes de Aníbal cargar a través de ellos sin causar daño, y luego los envió de regreso para causar estragos en las líneas cartaginesas. Fue la batalla que pondría fin a la segunda guerra púnica y, en la práctica, a la posición de Cartago como potencia importante.

Carthage Under Siege
Cartago bajo asedio
The Creative Assembly (Copyright)

La mayor pérdida de Cartago fue nada menos que la destrucción total a manos de los romanos en la tercera guerra púnica (149-146 a.C.). Después de un largo asedio y una firme resistencia, la ciudad finalmente cayó ante las máquinas de asedio de Escipión el Africano el Joven. Los edificios fueron destruidos, la gente fue vendida como esclava y la tierra oficialmente maldecida.

Conclusión

Cartago fue, por tanto, un consumado practicante de la guerra durante siglos, pero al final, y a pesar de un esfuerzo heroico que en varias ocasiones casi le dio la victoria, encontró su rival en Roma con su ejército profesional y bien entrenado respaldado por un grupo aparentemente interminable de reemplazos y apoyo financiero. Las debilidades inherentes al ejército cartaginés (grupos dispares de mercenarios a veces desleales, estructuras de mando confusas y una dependencia excesiva de la infantería pesada y los elefantes de guerra) significaron que Cartago fue, en última instancia, incapaz de mantener su posición como superpotencia mediterránea y seguirle el ritmo a la poderosa Roma.

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Sobre el traductor

Rodrigo Pedraza
Magíster en Historia Militar con más de 20 años de servicio militar, actualmente realizando trabajos de investigación sobre desarrollo tecnológico en buques y memoria histórica con veteranos.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2016, julio 13). Guerra cartaginesa [Carthaginian Warfare]. (R. Pedraza, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14780/guerra-cartaginesa/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Guerra cartaginesa." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. Última modificación julio 13, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14780/guerra-cartaginesa/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Guerra cartaginesa." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 13 jul 2016. Web. 05 oct 2024.

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