Asdrúbal Barca (en torno a 244-207 a.C.) fue el hermano pequeño del general cartaginés Aníbal (247-183 a.C.) y comandó los ejércitos de Cartago contra Roma en España durante la segunda guerra púnica (218-202 a.C.). Ambos eran, junto con otro hermano, Magón, hijos del general Amílcar Barca (en torno a 285 a.C. a 228 a.C.), que lideró a los ejércitos cartagineses durante la primera Guerra púnica (264 - 241 a.C.). Roma ganó la primera guerra contra Cartago y le impuso unos términos muy severos, que acabarían llevando a que Aníbal iniciara la segunda guerra púnica.
Aunque los esfuerzos de Asdrúbal siempre suelen quedar en segundo plano por detrás de las brillantes tácticas militares de su hermano, Asdrúbal, más joven, era un gran líder y estratega que consiguió varias victorias importantes contra Roma y consiguió atraer aliados a Cartago. Mantuvo la fuerza cartaginesa en España mientras Aníbal fue a luchar con los romanos en Italia con su famosa marcha por los Alpes, regresó a África para repeler el ataque de Sifax de la tribu de los masesilos de Numidia (aliada de Roma en la época) y fue el responsable de la victoria militar sobre los hermanos Escipión de Roma en la batalla de Betis Superior en 211 a.C., la única victoria terrestre para Cartago durante toda la guerra no liderada por Aníbal.
Sin embargo, su reputación también ha quedado marcada por varios errores y descuidos importantes. Permitió que Escipión el Africano tomara Cartago Nova en España al no fortificar suficientemente la ciudad, probablemente porque creía que era inexpugnable; pasó demasiado tiempo en Italia asediando la ciudad de Plasencia y, en especial, dejó que cierta información sobre sus planes, su posición y la fuerza de sus ejércitos cayera en manos de los romanos cuando marchaba para reunirse con su hermano en Italia. Su último error lo llevaría a su derrota y su muerte en la batalla del Metauro en 207 a.C.
Primeros años y la segunda guerra púnica
Asdrúbal creció en el palacio familiar de Cartago, hijo de un general con una reputación ilustre por su liderazgo durante la primera guerra púnica. Aunque Cartago fue derrotada, Amílcar Barca no quedó para nada humillado, fue vuelto a llamar a la acción para acabar con la Revuelta de los Mercenarios en 241 a.C. y fue puesto al mando de la expedición cartaginesa a España en 237 a.C.
Aníbal solo tenía nueve años cuando su padre le pidió que lo acompañara en esta expedición y, según el historiador romano Livio, hizo que jurara en el altar que siempre sería enemigo de Roma. Después Amílcar se llevó a su hijo mayor en la campaña, así como a su yerno Asdrúbal el Bello (en torno a 270-221 a.C.) y dejó a su mujer y a sus hijos menores en Cartago. En algún momento, Amílcar debió reclamar la presencia de su hijo menor, porque está escrito que Asdrúbal Barca estaba presente, junto con Aníbal, en la batalla de Helike en 228 a.C., donde murió Amílcar.
El mando de las fueras ibéricas pasó entonces a manos de Asdrúbal el Bello por orden del Senado de Cartago, que consideraba que Aníbal era demasiado joven. Asdrúbal el Bello acordó las fronteras de España con Roma, situando el límite entre los dos territorios en el río Ebro. Asdrúbal el Bello fue asesinado en 221 a.C., tras lo cual Aníbal tomó el control de las operaciones militares. Aníbal le otorgó a Asdrúbal su propio mando, y es aquí cuando Asdrúbal aparece en la historia.
Los historiadores romanos llamaban a la segunda guerra púnica la "Guerra de Aníbal", porque fue el quien la empezó y la definió. El tratado que había puesto fin a la primera guerra púnica estipulaba que Cartago podría mantener sus territorios en España, pero se le recomendó que los usara para recaudar los tributos que tenía que pagar a Roma. De hecho, la expedición de Amílcar a España, al menos oficialmente, tenía este propósito expreso.
La gente de la ciudad de Sagunto, en España, temía la creciente presencia cartaginesa, y envió emisarios a Roma para pedir protección. Cuando se presentó una delegación romana frente a Aníbal, que le pedía que dejara en paz a Sagunto, este respondió que no se podía fiar de que los romanos trataran a la gente de la ciudad justamente y se negó a cumplir su petición. Acto seguido invadió y tomó la ciudad, derrocando el gobierno que habían instalado los romanos, e hizo estallar la segunda guerra púnica.
Las campañas de Asdrúbal en España
Aníbal organizó sus ejércitos y puso a su gente de confianza en puestos de mando. Tal y como indica el experto Richard Miles, en la cúspide del ejército "había un círculo interno de asesores clave procedentes principalmente del clan Bárcida, incluidos los dos hermanos de Aníbal, Magón y Asdrúbal, y su sobrino Hannón" (237). Aníbal reconoció que la mejor manera de ganar la guerra era llevarles la lucha a los romanos a Italia, por lo que se preparó para cruzar los Alpes con su ejército.
Según Livio, asignó a Asdrúbal un ejército de 11.850 soldados nativos, 450 de caballería, 21 elefantes, 1.800 soldados númidas y moros y 57 barcos de guerra. Aníbal se dirigió con su ejército hacia los Alpes en abril de 218 a.C., y acto seguido Asdrúbal empezó a construir defensas por toda Iberia, incluidas torres de vigilancia y un sistema de señales para avisar de ataques próximos.
El sistema de avisos de Asdrúbal funcionaba bien, pero no podía alertarlo de todo peligro. En otoño de 211 a.C., Cneo Cornelio Escipión (265-211 a.C.) derrotó a las tropas de Hannón, a las que superaba en número en la batalla de Cissa y estableció una base de operaciones fuerte en la región para los ejércitos romanos. Asdrúbal llegó a la batalla demasiado tarde como para ayudar, pero hostigó a las fuerzas romanas todo lo que pudo tras la batalla y atacó a su flota, reduciéndola casi a la mitad.
En 217 a.C. Asdrúbal lanzó un ataque naval contra los ejércitos de Escipión en el Ebro para intentar cortar las comunicaciones de Roma y paralizar a la flota. Aunque en un principio este ataque parecía prometedor, los aliados de Roma en Marsella conocían las tácticas navales cartaginesas y las usaron en su contra. Durante mucho tiempo, los cartagineses habían ganado las batallas navales dirigiendo los barcos hacia el enemigo como si se dispusieran a atacar para después pasar de largo, dar la vuelta y embestir las naves enemigas. Los masilios conocían esta táctica y dispusieron sus barcos de guerra en formación, con los del frente actuando a modo de protección para los que estaban detrás. Cuando los barcos cartagineses pasaron los masilios, estas naves de reserva pudieron atacarlos antes de que pudieran llevar a cabo su maniobra tradicional. Asdrúbal perdió la mayor parte de la flota cartaginesa en esta batalla y se retiró sin incurrir en más batallas en tierra.
Los romanos, tras esta victoria, enviaron al general Publio Cornelio Escipión (muerto en 211 a.C.) a encontrarse con su hermano Cneo en España, y juntos aumentaron la presión sobre Asdrúbal. Tomaron Sagunto y liberaron a una gran cantidad de rehenes importantes que se encontraban allí en poder de los cartagineses, lo que ayudó a que las tribus íberas apoyaran a Roma. En 216 a.C. algunas de estas tribus se rebelaron contra el gobierno cartaginés y Asdrúbal tuvo que prestarle atención a Roma y acabar con estas rebeliones.
Mientras Asdrúbal había estado defendiendo la España cartaginesa, Aníbal había estado conquistando ciudades italianas. En agosto de 216 a.C. ganó su gran victoria en Cannas, pero llevaba derrotando a los ejércitos romanos y haciéndose con aliados desde su llegada al país en 218 a.C. Sin embargo, necesitaba más soldados para vencer y en 215 el senado cartaginés ordenó a Asdrúbal llevar a su ejército a Italia para reforzar la iniciativa de su hermano. Asdrúbal se negó alegando que el dominio cartaginés en España era tenue en aquel momento y que haría falta un líder fuerte y experimentado para mantenerlo. El senado envió a un oficial llamado Himilco (no el famoso navegante, como se suele decir) para tomar el mando, y Asdrúbal se marchó a Italia.
Sin embargo, fue detenido por los romanos bajo el mando de los Escipiones en la batalla de Dertosa en la primavera de 215 a.C., y sufrió una gran derrota. Los Escipiones no solo evitaron que los refuerzos llegaran a ayudar a Aníbal, sino que también debilitaron en gran medida la fuerza cartaginesa por tierra en España. Tras esta derrota, el senado cartaginés envió a Magón Barca (243-203 a.C.) y Asdrúbal Giscón (muerto en 202 a.C.) a España con refuerzos para Asdrúbal.
Junto con su hermano y Asdrúbal Giscón, Asdrúbal consiguió mantener España frente a los Escipiones y evitó que ayudaran a las tropas romanas en Italia. Aun así, todos los enfrentamientos acabaron en victoria para los hermanos romanos. En 213 a.C. retiraron a Asdrúbal de España para que acabara con la ofensiva del rey númida Sifax en África. Se dice que los hermanos Escipiones estaban detrás del ataque de Sifax, esperando provocar precisamente esta reacción del senado cartaginés. Una vez Asdrúbal se hubo marchado, los Escipiones solo tenían que enfrentarse a Magón y Asdrúbal Giscón, pero, por algún motivo, no parece que aprovecharan la oportunidad.
Cuando Asdrúbal regresó a España en 211 a.C., regresó con nuevos refuerzos y suministros y movilizó a las fuerzas cartaginesas junto con Magón y Asdrúbal Giscón. Los Escipiones, puede que desconociendo el tamaño del ejército que se había reunido, dividieron sus fuerzas; Publio dirigió su ejército hacia el frente de Magón y Asdrúbal Giscón, mientras que Cneo fue a encontrarse con Asdrúbal Barca en otra zona. Asdrúbal mejoró mucho sus posibilidades al ofrecerles a los mercenarios celtíberos de Cneo un soborno para volverse a casa sin más. Aceptaron sin problemas el dinero y se marcharon; con eso, se redujo aún más el ejército de Cneo. Los Escipiones acabaron ambos derrotados y muertos en la batalla del Betis Superior, y los ejércitos romanos fueron expulsados del campo de batalla.
Escipión el Africano y Claudio Nerón
La muerte de los Escipiones hizo cundir el pánico en el Senado romano. Ahora Asdrúbal tenía España y Aníbal parecía imposible de detener en Italia. Ningún general quería el puesto que había matado a dos de los generales más grandes de su generación. Sin embargo, un Escipión más joven se ofreció voluntario: Escipión el Africano (236-183 a.C.), hijo de Publio y sobrino de Cneo. Escipión había estado presente en la batalla del Betis superior, al igual que en Cannas, y conocía las tácticas y formaciones tanto de Aníbal como de Asdrúbal. Fue enviado a España para tomar el mando de los ejércitos que habían quedado allí.
Al mismo tiempo, el Senado sustituyó el mando de los Escipiones por el procónsul Cayo Claudio Nerón (de cerca de 237 a cerca de 199 a.C.) que recientemente había contribuido a derrotar a Aníbal en el asedio de Capua en Italia. Claudio Nerón había participado ya antes en la tercera batalla de Nola (214 a.C.), que también fue una derrota para Cartagena y por eso se lo consideraba como el mejor para sustituir a los Escipiones en caso de que el Escipión joven no estuviera a la altura del nombre de la familia. Escipión el Africano se anunció en España tomando Cartago Nova y presentándose, tal y como hiciera Aníbal, como un liberador en vez de un conquistador. Pronto demostró ser un líder militar hábil y un administrador experto.
Claudio Nerón consolidó los ejércitos que se habían quedado sin líder tras la derrota de los Escipiones y los lideró contra Asdrúbal, atrapándolo en el paso de Piedras Negras. Aquí, según cuenta Livio, Asdrúbal fue más astuto que Nerón, ya que pidió llevar a cabo negociaciones para permitir que su ejército pasara de manera segura una vez se hubiera rendido. Nerón accedió, y cada día Asdrúbal se presentaba en el campamento romano para hablar mientras que por las noches enviaba lejos a más y más hombres de su ejército al amparo de la oscuridad. El último día de las negociaciones una niebla espesa cubrió toda la zona por la mañana y Asdrúbal mandó avisar a Nerón de que no acudiría ese día por motivos religiosos. Una vez recibió noticia de que Nerón había aceptado sus excusas, reunió al resto de su ejército y se escaparon. Nerón no se dio cuenta de que todo el ejército cartaginés se había escapado hasta que no se despejó la niebla.
Después de esto, Nerón tuvo que regresar a Italia para lidiar con Aníbal mientras Escipión seguía con la guerra en España. En 208 a.C. Asdrúbal situó a su ejército en una posición defensiva importante bajo la ciudad de Baecula e invitó a Escipión a unirse a la batalla. Para atacar a Asdrúbal, Escipión tendría que cruzar un río pequeño y cargar cuesta arriba contra una posición fortificada. Al entender las pérdidas que supondría tal empresa, Escipión se negó a seguirle el juego a Asdrúbal y tomó su propia decisión.
Notó que había hondonadas secas a ambos lados de la meseta que había fortificado Asdrúbal, así que, tras cruzar el río envió a la infantería ligera hacia delante y cuesta arriba, pero dividió el ejército principal entre las dos hondonadas. Los cartagineses avanzaron sobre el ataque central, pero fueron aplastados por los dos flancos que subieron desde las hondonadas; exactamente la misma táctica que había usado Aníbal para derrotar a los romanos en Cannas en 216 a.C.
Asdrúbal huyó de Baecula con las tropas que consiguió salvar y fue evitando a Escipión a medida que se dirigía fuera de España. Aunque se ha dicho que el senado cartaginés ordenó a Asdrúbal dirigirse a Italia, parece más probable que fuera idea suya unirse a su hermano y concentrar sus esfuerzos contra la propia Roma.
La campaña en Italia y el Metauro
Asdrúbal cruzó los Alpes en la primavera de 207 a.C. y, al llegar a Italia, comenzó su marcha hacia el sur para encontrarse con Aníbal. A menudo se lo ha criticado por pararse a asediar la colonia romana de Plasencia ya que no era necesario teniendo en cuenta la importancia de encontrarse con Aníbal y unir sus ejércitos, y que fue un fracaso con el que no logró nada más que perder el tiempo. Aun así, algunos historiadores apuntan a que Asdrúbal no podía dejar la posición fortificada romana a su espalda, además de tener que esperar en una posición bien definida para que las tropas galas que había reunido lo alcanzaran.
Mientras Asdrúbal estaba en Plasencia, Aníbal estaba intentando avanzar hacia el norte para encontrarse con él; sin tener idea alguna de dónde estaba. Los romanos tenían un buen sistema de comunicaciones, pero los cartagineses no. El experto Ernle Bradford comenta:
Lo único que sabía Aníbal era que Asdrúbal para entonces tenía que haber cruzado ya los Alpes, mientras que lo único que sabía Asdrúbal, que ya estaba en Italia, era que Aníbal estaba en algún sitio hacia el sur. Sin embargo, los romanos, por el otro lado, sirviéndose de sus vías de comunicación interna y sus sistemas de suministros, estaban en la posición perfecta para mantener separados a sus dos enemigos y lidiar con ellos de uno en uno con sus ejércitos superiores. (171)
La marcha al norte de Aníbal fue detenida en Bruttium por Claudio Nerón y se vio obligada a enfrentarse a varios encuentros en Bruttium y Lucania. Ni Aníbal podía deshacerse de Nerón ni Nerón podía mantener a Aníbal en un solo sitio. En algún momento Aníbal envió mensajeros al norte para intentar localizar a Asdrúbal y dirigirlo adonde él se encontraba. Asdrúbal recibió los mensajes y le respondió; envió cuatro caballeros galos y dos númidas para que entregaran su respuesta lo más rápidamente posible.
Asdrúbal escribió estas cartas en su lengua materna, sin usar ningún tipo de código, quizás porque tenía prisa. No habría sido un problema si hubiesen llegado a su destino, pero no fue así. Los mensajeros se perdieron, fueron capturados cerca de Tarento y entregaron las cartas, con lo que los romanos supieron de la localización de Asdrúbal y las tropas que tenía. Esta información llegó hasta Nerón, que no tardó en organizar un plan.
En el tiempo que pasó desde que Asdrúbal mandara las cartas y los emisarios fueran capturados, un ejército romano al mando de Marco Livio Salinator (254-204 a.C.) y L. Porcio Licinio (en torno a 207 a.C.) lo había encontrado y había retenido a su ejército cerca del río Metauro en el norte de Italia. Esta información llegó a oídos de Nerón justo antes que los mensajes de Asdrúbal. Nerón dejó a su ejército atrás para que retuviera a Aníbal y se marchó con 6.000 legionarios y 1.000 soldados de caballería por la noche. Se aseguró de ocultar su partida para que Aníbal no supiera que su ejército había quedado reducido.
Al llegar al Metauro, Nerón volvió a esperar hasta la noche para unirse a los otros dos generales, repartiendo a sus hombres entre los que ya estaban acampados para que el enemigo no viera ninguna tienda nueva y no pidiera refuerzos. El campamento cartaginés estaba a menos de 800 metros de los romanos, y Asdrúbal había estado vigilándolos de cerca, por lo que sabía cómo de grande era el ejército y qué podía esperarse en la batalla.
La mañana que llegó Nerón, Asdrúbal vio que había algunos caballos más delgados y escudos diferentes, y mandó a sus hombres a investigar. Cuando volvieron dijeron que todo seguía igual y que no había indicios de que hubieran llegado más tropas, pero habían notado algo extraño: al dar las órdenes matutinas con la trompeta, tocaron una vez en el campamento del pretor, pero dos en el del cónsul. Asdrúbal entendió que esto quería decir que ahora había dos cónsules presentes y, si había dos entonces el ejército había aumentado.
Asdrúbal había empezado a posicionar a su ejército en formación para atacar, pero al saber esto se detuvo. Parece que concluyó que Aníbal tenía que haber sido derrotado y no podía más que estar muerto porque el recién llegado cónsul por fuerza tenía que haberse encontrado con él y a no ser que hubiese derrotado a Aníbal nunca habría podido seguir adelante para unirse a este ejército. Dio las órdenes de abandonar el ataque y esa misma noche se retiró hacia el Metauro, probablemente con la intención de cruzarlo por la mañana. Sin embargo, su ejército se desorientó en la oscuridad y al salir el sol sus tropas estaban esparcidas en una larga hilera por toda la orilla sur del río.
De nuevo, Nerón volvió a atacar de manera decidida contra los consejos de los otros dos generales. Asdrúbal ordenó a sus tropas en formación lo mejor que pudo y se mantuvo hasta que Nerón movió a sus tropas detrás de la línea romana que iba avanzando y las arrojó contra el flanco derecho de Asdrúbal, superándolo. En un primer momento, el avance romano hizo que los cartagineses emprendieran la retirada, pero este pronto se convirtió en una desbandada y acabó siendo una masacre. Asdrúbal, al darse cuenta de que había sido derrotado y su hermano probablemente estaba muerto, cabalgó hacia las tropas romanas, espada en mano, y murió.
Conclusión
Tras acabar con la amenaza que suponía Asdrúbal, Nerón se llevó a sus hombres de vuelta al sur a reunirse con su ejército. No hay ningún indicio de que Aníbal supiera en ningún momento que Nerón se había marchado y había vuelto. Aníbal todavía estaba esperando noticias de su hermano cuando la caballería romana se acercó a su campamento y arrojó un objeto oscuro y redondo a los centinelas. Era la cabeza de Asdrúbal. Cuando se la entregaron a Aníbal se dice que este dijo, "aquí veo la caída de Cartago" (Bradford, 177). La esperanza de Aníbal de reunirse con su hermano y lanzar un ataque concentrado sobre Roma quedó hecha añicos y, al no contar con refuerzos, Aníbal entendió que lo único que podía hacer era continuar con las maniobras que había estado llevando a cabo con los romanos, atacando y escondiéndose.
Sin embargo, Escipión el Africano, que había recuperado España para los romanos, tenía otros planes para Aníbal. Creía que, si amenazaba a la propia Cartago, Aníbal tendría que regresar de Italia y que una vez en África podría derrotarlo. Su plan funcionó al pie de la letra: Aníbal fue llamado de vuelta con sus tropas y Escipión lo derrotó en la batalla de Zama en 202 a.C. Con esto acababa la segunda guerra púnica, con Roma victoriosa.
Aníbal sobrevivió a la batalla y acabó marchándose de Cartago para que no lo entregaran a sus enemigos. Los romanos nunca dejaron de perseguirlo y acabó suicidándose con veneno en la corte del rey de Bitinia en 183 a.C. a los 65 años. Sus logros en la batalla se hicieron legendarios ya en su propia época, pero Asdrúbal no recibió tanta atención. Aun así, Asdrúbal Barca fue un líder impresionante e inspirador al que solo acabaron derrotando los generales que usaron las tácticas de su propio hermano contra él.