Manuscritos iluminados

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 06 marzo 2018
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, alemán, italiano
Les Très Riches Heures (by R-G Ojéda/RMN, Public Domain)
Las muy ricas horas
R-G Ojéda/RMN (Public Domain)

Los manuscritos iluminados eran libros hechos a mano, generalmente sobre las escrituras o prácticas cristianas, producidos en Europa Occidental entre c. 500 y c. 1600. Se llaman así porque se usaba oro y plata para iluminar el texto y las ilustraciones que lo acompañan. Con la invención de la imprenta, poco a poco se dejaron de elaborar.

Aunque los artesanos musulmanes también utilizaban esta técnica para ornamentar sus libros, el término "manuscritos iluminados" se utiliza más comúnmente para referirse a las obras producidas en Europa sobre temas cristianos. Sin embargo, la poesía y los mitos de autores precristianos, como Virgilio, a veces también se iluminaban.

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Al principio fueron los monjes en las abadías quienes produjeron los manuscritos iluminados hechos a mano, pero a medida que se hicieron más populares, la producción se comercializó y pasó a manos de libreros seculares. La producción de manuscritos iluminados era bastante costosa y solo las personas acaudaladas los podían comprar.

El tipo más popular era el Libro de Horas, que era un devocionario cristiano de oraciones que se rezaban a determinadas horas del día. Se han conservado más libros de horas que cualquier otra obra de la época, simplemente porque se produjeron más. La invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, hacia 1440, supuso el principio del fin de los libros hechos a mano en general y de los manuscritos iluminados en particular.

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Breve historia de los libros

La palabra escrita se inventó en Sumeria, en el sur de Mesopotamia, alrededor de 3500-3000 a.C., donde se utilizaban tablillas de arcilla para transmitir información. Los egipcios empezaron a utilizar rollos de papiro en el período dinástico temprano (c. 3150-263 a.C.), que luego adoptaron los griegos y los romanos, aunque estos últimos también empezaron a utilizar tablillas de madera recubiertas de cera. Se unían varias tablillas de este tipo entre tapas de madera o metal y formaban un solo volumen, denominado códice, que sustituyó al rollo de papiro en la región mediterránea hacia el año 400.

Desde el siglo V al XIII d.c., los monasterios eran el único lugar de producción de libros. Los monjes participaban en todos los aspectos, desde el procesamiento de la vitela hasta el producto final.

El papel fue inventado en China por Ts'ai Lun (también llamado Cai Lun, 50-121 d.C.) durante la dinastía Han en el año 105, y fue introducido en el mundo árabe por comerciantes chinos en el siglo VII. Las ciudades de Bagdad y Damasco, especialmente, se convirtieron en importantes centros de producción de papel y libros, y los escritores musulmanes comenzaron a producir obras originales de literatura y poesía, así como tratados de matemáticas, ciencia, astrología y filosofía.

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También realizaron numerosas copias de filósofos occidentales como Aristóteles (384-322 a.C.), gracias a las que se conservaron muchas de sus obras, mucho antes de que fueran apreciadas en Occidente. Los artesanos musulmanes decoraban sus libros con elaborados bordes e ilustraciones, que a menudo se definen como manuscritos iluminados.

En Europa, sin embargo, aún faltaban siglos para que se aceptara el papel. Los chinos ya utilizaban el papel desde hacía casi un siglo, cuando los habitantes de Asia Menor desarrollaron superficies de escritura hechas con pieles de animales (ovejas o cabras) que se remojaban en agua, se raspaban para quitarles el pelo, se estiraban sobre marcos de madera para que se secaran y luego se blanqueaban con cal: el producto final pasó a conocerse como pergamino.

El pergamino fabricado con piel de ternera se llamaba vitela y era de mucha mayor calidad como superficie de escritura, motivo por el cual se hizo más popular. Los monjes europeos preferían la vitela, que se convirtió en el material estándar para las obras que se conocerían como manuscritos iluminados. La Iglesia medieval consideraba anticristianos el papel y el papiro, por lo que se desaconsejaba su uso, ya que estos materiales habían sido utilizados por escritores paganos en el pasado y eran utilizados por los "impíos" de Oriente en esta época. Los europeos aceptarían el papel recién en el siglo XI.

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Lindisfarne Gospels
Evangelios de Lindisfarne
manuscript_nerd (CC BY)

Proceso de elaboración

A medida que los libros se hicieron más populares, los mercaderes seculares empezaron a fabricarlos y se vendían en puestos de libros y tiendas. Sin embargo, al principio los fabricaban los monjes en monasterios, abadías y prioratos, probablemente primero en Irlanda y luego en Gran Bretaña y el continente.

Todos los monasterios debían tener una biblioteca según las reglas de San Benito del siglo VI d.C. Sin duda, algunos libros llegaron con los monjes que se instalaron allí, pero la mayoría fueron elaborados en el lugar por monjes conocidos como scriptores en salas llamadas scriptoriums. Desde el siglo V hasta el XIII, solo en los monasterios se fabricaban libros. El scriptorium era una gran sala con sillas de madera y mesas de escritura inclinadas hacia arriba para sostener las páginas de los manuscritos. Los monjes participaban en todos los aspectos de la producción de un libro, desde el procesamiento de la vitela hasta el producto final.

Un director distribuía las páginas a realizar a los monjes de la sala y luego se quedaba para supervisar y mantener la regla del silencio. Los escribas trabajaban solo de día y no podían tener velas o lámparas cerca de los manuscritos por el riesgo de incendio. El director se aseguraba de que los monjes permanecieran trabajando, en silencio, y continuaran hasta que sus páginas estuvieran terminadas. Un monje rara vez trabajaba en una página hasta completarla, sino que intercambiaba con otros en la sala.

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Un monje comenzaba cortando una hoja de vitela al tamaño adecuado. Esta práctica dictaría la forma de los libros hasta nuestros días: más largos que anchos. Una vez preparada la hoja de vitela, se trazaban líneas para el texto y se dejaban espacios en blanco para las ilustraciones.

Las páginas del Codex Argenteus se tiñeron de púrpura para denotar la elevada temática y la obra se escribió e ilustró con tinta de plata y oro.

El texto se escribía primero en tinta negra (o dorada, o de otro color apropiado para el tema) entre las líneas de la página y luego se entregaba a otro monje para que corrigiera posibles errores; este segundo monje (o quizás un tercero) añadía los títulos en tinta azul o roja y luego pasaba la página al iluminador, que añadía las imágenes, el color y la necesaria iluminación dorada. Los monjes escribían con plumas y hervían hierro, corteza de árbol y nueces para fabricar tinta negra. Otros colores de tinta se producían moliendo e hirviendo diferentes productos químicos naturales y plantas.

El trabajo era largo y tedioso, y se realizaba en el silencio de habitaciones que apenas recibían la poca luz que entraba por pequeñas ventanas, que eran frías en invierno y abrasadoras en épocas de calor. Se esperaba que un scriptore-monje se presentara a trabajar sin importar el clima, su estado de salud o el interés que tuviera en un proyecto. A partir de los breves comentarios escritos en algunas páginas, queda claro que los monjes no siempre estaban contentos con sus obligaciones.

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La erudita Giulia Bologna señala cómo muchos manuscritos incluyen pequeñas anotaciones escritas en los márgenes, como "Esta página no se copió lentamente", "Hoy no me encuentro bien", "Este pergamino es ciertamente peludo" y una larga observación relativa a tener que sentarse durante horas encorvado sobre una mesa de escritura: "Tres dedos escriben, pero todo el cuerpo se afana. Al igual que el marinero anhela el puerto, el escritor anhela la última línea" (37).

Los primeros manuscritos iluminados

Las obras en vitela de Europa se convirtieron en la definición estándar del libro durante siglos. La palabra libro procede del inglés antiguo boc, que significa "documento escrito" u "hoja escrita", y los textos producidos en vitela llegaron a estar decorados con florituras e ilustraciones. El manuscrito iluminado más antiguo es el Vergilius Augusteus, del siglo IV, que contiene siete páginas de lo que debió de ser un libro mucho más extenso de las obras de Virgilio.

No es técnicamente un manuscrito iluminado porque no utiliza oro, plata ni ninguna ilustración en color, pero es la obra europea más antigua que utiliza letras mayúsculas decoradas para comenzar cada página, una práctica que llegaría a definir los manuscritos iluminados.

Ambrosian Iliad
Ilíada ambrosiana
Unknown (Public Domain)

En el siglo V d.C. se terminó la Ilíada Ambrosiana, un manuscrito iluminado de la obra de Homero, probablemente en Constantinopla. Esta obra está profusamente ilustrada y la técnica utilizada parece haber influido en los artesanos posteriores. Los Evangelios de San Agustín, del siglo VI, otra obra iluminada, muestra similitudes con la Ilíada anterior. Los Evangelios de San Agustín son una copia de los cuatro evangelios traducidos por San Jerónimo y en su día estaban completamente ilustrados, pero muchas de las piezas se han perdido con el tiempo.

Uno de los manuscritos iluminados más impresionantes es el Codex Argenteus ("Libro de plata") del siglo VI, que es una copia de la traducción de la Biblia del obispo Ulfilas (c. siglo IV) al idioma gótico. Las páginas de vitela se tiñeron de púrpura para denotar la elevada temática y la obra se escribió e ilustró con tinta de plata y oro. Se acepta comúnmente que el libro fue producido para el rey godo Teodorico el Grande (que reinó del 493 al 526 d.C.) en Italia.

Manuscritos iluminados famosos

Las obras más importantes se crearon entre los siglos VII y XVI, cuando se dominaron y perfeccionaron los fundamentos de la ilustración y la decoración. Entre estas obras, la más conocida es el Libro de Kells, actualmente conservado en el Trinity College de Dublín (Irlanda), elaborado hacia el año 800.

El Libro de Kells fue elaborado por los monjes de la orden de San Columba de Iona (Escocia), pero no se sabe exactamente dónde se hizo. Las teorías sobre su composición van desde su creación en la isla de Iona, pasando por Kells en Irlanda, hasta Lindisfarne en Gran Bretaña. Lo más probable es que se creara, al menos en parte, en Iona y luego se llevara a Kells para mantenerla a salvo de los asaltantes vikingos que atacaron por primera vez Iona en el año 795, poco después de su asalto al Priorato de Lindisfarne en Gran Bretaña.

Black Hours
Las horas negras
Ceoil (Public Domain)

Una incursión vikinga en 806 mató a 68 monjes en Iona y llevó a los supervivientes a abandonar la abadía en favor de otra de su orden en Kells. Es probable que el Libro de Kells viajara con ellos en esa época y que se completara en Irlanda. La grandeza de esta obra se alaba y con razón, pero hay que tener en cuenta que hay muchos otros manuscritos iluminados de gran calidad que se encuentran actualmente en colecciones privadas, museos y bibliotecas de todo el mundo. Entre estos muchos, algunos de los más impresionantes son:

El Libro de Durrow (650-700): el libro iluminado más antiguo de los evangelios creado en Iona o en la abadía de Lindisfarne. Contiene una serie de llamativas ilustraciones que incluyen páginas tapiz con intrincados motivos de nudos celtas con diversos animales entrelazados.

Codex Amiatinus (c. finales del siglo VII - principios del VIII): la versión más antigua de la Biblia Vulgata de San Jerónimo. Se creó en Northumbria (Gran Bretaña) y, aunque no está técnicamente "iluminado", contiene varias ilustraciones y miniaturas importantes de página completa.

Evangelios de Lindisfarne (c. 700-715): esta obra, uno de los manuscritos iluminados más conocidos y admirados, fue creada en el Priorato de Lindisfarne, en la "Isla Santa", frente a la costa de Dorset (Gran Bretaña). Es una edición ilustrada de los evangelios del Nuevo Testamento realizada en honor al miembro más famoso del priorato, San Cutberto.

La Biblia de los Cruzados (c. 1250): creada en París probablemente para Luis IX (1214-1270), cuya piedad fue una característica definitoria de su reinado. Originalmente era una obra de ilustraciones a todo color de acontecimientos del Antiguo Testamento y temas laicos, pero luego sus propietarios encargaron un texto que acompañara a las imágenes. La obra se considera uno de los mayores manuscritos iluminados y una obra maestra del arte medieval.

El Bestiario de Westminster (c. 1275-1290): probablemente creado en York, Gran Bretaña, esta obra es una colección de descripciones de animales (algunos reales y otros imaginarios) extraídos de fuentes precristianas, la Biblia y las leyendas. Se produjeron varios bestiarios durante la Edad Media, pero el Bestiario de Westminster se considera el más fino por la habilidad de la composición de las 164 ilustraciones que contiene.

Book of Hours of Jeanne d'Evreux
Libro de horas de Jeanne d'Evreux
Eugene (Public Domain)

El Libro de Horas de Jeanne d'Evreux (c. 1324-1328): creado en París, Francia, por el principal ilustrador de la época, Jean Pucelle, para la reina Juana de Evreux (1310-1371), esposa de Carlos IV (1322-1328). Se trata de un pequeño Libro de Horas delicadamente ilustrado sobre una vitela excepcionalmente fina, con más de 700 ilustraciones que acompañan al texto. La obra es más pequeña que un libro de bolsillo actual y debió de requerir una gran habilidad para su elaboración.

Las Horas Negras (c. 1475-1480): creadas en Brujas, Bélgica, por un artista anónimo que trabajaba al estilo del principal ilustrador de la ciudad, Wilhelm Vrelant, que dominó el arte desde c. 1450 hasta su muerte en 1481. Está realizado en vitela teñida de negro e iluminada en un llamativo azul y oro. El texto está escrito con tinta plateada y dorada. Es uno de los libros de horas más singulares que existen.

Las muy ricas horas del Duque de Berry (c. 1412-1416 y 1485-1489): este libro de horas, el más famoso en la actualidad y en su época, fue encargado por Jean, duque de Berry, conde de Poitiers, Francia (1340-1416). Quedó inacabada cuando el duque y los artistas que trabajaban en ella murieron de peste en 1416. La obra fue descubierta y completada entre los años 1485-1489, cuando se la reconoció como una obra maestra. A menudo se le llama el "rey de los manuscritos iluminados" por la grandeza y la complejidad de las pinturas.

Breviario Grimani (c. 1510): una enorme obra de 1670 páginas con ilustraciones a toda página de escenas bíblicas, leyendas seculares, paisajes contemporáneos y escenas domésticas. El texto se compone de oraciones, salmos y otras selecciones de la Biblia. Probablemente fue realizado en Flandes, pero se desconoce quién lo creó o lo encargó. El libro fue comprado por el cardenal veneciano Domenico Grimani (1461-1523) en 1520, quien declaró que era tan bello que solo podían verlo personas selectas de alto nivel moral y solo en circunstancias especiales.

Grimani Breviary
Breviario Grimani
³~commonswiki (Public Domain)

Libro de oraciones de Claude de France (c. 1517): este libro, uno de los manuscritos iluminados más singulares e impresionantes, es lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de la mano y, sin embargo, está ilustrado con 132 obras brillantemente realizadas, enmarcadas por bordes elaborados y llamativos. El pequeño libro fue realizado para Claude, reina de Francia (1514-1524) junto con un Libro de Horas por un artista que fue conocido, después de completar estas obras, como Maestro de Claude de France.

La imprenta y el fin de la iluminación

En el siglo XIII, la alfabetización en Europa había mejorado y los libreros profesionales aparecieron en escena en respuesta a la demanda. En Gran Bretaña, la literatura producida en lenguas vernáculas se había fomentado desde el reinado de Alfredo el Grande (871-899) y, en Francia, desde la época de Carlomagno (800-814). La mayor demanda hizo que se necesitaran más escribas y muchos de ellos eran mujeres.

El hecho de que tanto hombres como mujeres participaran en la producción de libros queda claro por sus lugares de origen (conventos en lugar de monasterios), así como por el mismo tipo de anotaciones que los monjes dejaban en las páginas. El erudito Christopher de Hamel señala un ejemplo de ello:

A menudo se dice que las mujeres desempeñaron un papel importante en la promoción de la escritura vernácula [inglesa] porque a las niñas no se les solía enseñar el latín tan a fondo como a los niños. Es cierto que los libros de oraciones en lengua vernácula se deben a menudo a monjas y no a monjes, por ejemplo... De hecho, el manuscrito más antiguo de Lancelot debe haber sido escrito por una escriba. Fue realizado en 1274 y termina con la petición de que el lector rece por el escriba, pries pour ce li ki lescrist; "ce li" es un pronombre femenino. (148)

Los libros se siguieron produciendo a mano hasta la invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, hacia 1440. En 1456, ya había impreso la Biblia en latín (que ahora se conoce comúnmente como la Biblia de Gutenberg) y se dominaba el proceso de imprimir libros en lugar de elaborarlos a mano.

Poco después, la prensa y el equipo de Gutenberg fueron embargados por deudas pendientes y el mecenas de Gutenberg, Johann Fust, desarrolló con éxito las técnicas de impresión para producir en masa obras escritas. Un solo libro de aproximadamente 400 páginas que hasta entonces habría tardado al menos seis meses ahora se podía imprimir en menos de una semana.

Aun así, a la gente de entonces (como ahora) le gustaba lo que conocía y muchos rechazaban el nuevo producto del libro impreso. Giulia Bologna señala cómo "el gran bibliófilo Federigo da Montefelto, duque de Urbino, habría sentido vergüenza de tener un libro impreso en su biblioteca" (39). Al principio, los libros impresos se consideraban imitaciones baratas de los "libros de verdad" y los impresores, reconociendo esto, se esforzaron por hacer que parecieran obras hechas a mano del pasado: las encuadernaban en cuero, agregaban dorado a las cubiertas y contrataban a ilustradores para que aportaran imágenes al texto. Estas prácticas ayudaron a que los nuevos productos fueran más apetecibles para los coleccionistas de libros. Sin embargo, hasta los primeros años del siglo XVII se encargaron manuscritos iluminados, aunque en mucho menor cantidad que en el pasado.

Sin embargo, a medida que el libro impreso fue ganando aceptación, las técnicas de iluminación fueron perdiendo valor y acabaron cayendo en el olvido. Sin embargo, el trabajo de los artistas (la mayoría de ellos anónimos) perduraría en los libros que habían creado. Los manuscritos iluminados fueron creados como objetos de valor desde su inicio, pero lo fueron aún más cuando se dejaron de producir. Los ricos buscaban estos libros y cultivaban colecciones en sus bibliotecas privadas que conservaron las obras hasta nuestros días.

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Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2018, marzo 06). Manuscritos iluminados [Illuminated Manuscripts]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16854/manuscritos-iluminados/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Manuscritos iluminados." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 06, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16854/manuscritos-iluminados/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Manuscritos iluminados." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 06 mar 2018. Web. 23 abr 2024.

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