Escucha este artículo 
Los manuscritos iluminados son, como su nombre indica, libros hechos a mano e iluminados con tinta de oro y plata. Se produjeron en Europa Occidental entre el 500 y el 1600, y suelen tratar sobre la escritura, la práctica y la sabiduría cristiana. Los libros están ilustrados de manera muy elaborada y para su iluminación se utilizaban tintas de colores brillantes pintadas encima o adornadas con tinta de oro y plata.
Aunque muchos manuscritos de la época medieval suelen denominarse "iluminados", técnicamente, el término solo se aplica a los que utilizan tinta dorada y plateada. Los fragmentos de un manuscrito de las obras de Virgilio, por ejemplo, se incluyen a menudo en la discusión de los manuscritos iluminados, pero técnicamente no cumplen con la definición estándar.
El tipo más popular de manuscrito iluminado era el Libro de Horas, compuesto por oraciones cristianas que se rezaban a determinadas horas del día. Algunos representan las obras más impresionantes de sus épocas, con decoración muy elaborada, intrincadas ilustraciones y profusamente iluminados. Se han conservado más libros de este tipo que de cualquier otro porque la demanda era mayor y, por tanto, se producían más por encargo.
Otros tipos de manuscritos iluminados eran copias de la Biblia o solo de los cuatro evangelios, bestiarios, libros de oraciones, cuentos bíblicos y los que trataban de escritores clásicos como Virgilio u Homero. Estos manuscritos eran producidos por monjes en monasterios, abadías y prioratos, y eran bastante costosos porque se tardaba mucho en hacerlos.
Solo las personas con grandes recursos podían permitirse encargarlos. Con el tiempo, las monjas también empezaron a producir los manuscritos en sus conventos y, a medida que crecía la alfabetización y los libros se hacían más populares, los libreros profesionales empezaron a trabajar para satisfacer la creciente demanda.
La invención de la imprenta por parte de Johannes Gutenberg, hacia 1440, marcó el principio del fin de los libros iluminados hechos a mano, pero siguieron siendo populares entre los ricos, y algunos coleccionistas, de hecho, desdeñaban los libros impresos y seguían encargando obras hechas a mano. Aunque la prensa de Gutenberg hizo que los libros fueran menos costosos y más accesibles, los libros impresos tardaron unos 20 años en convertirse en un negocio rentable. El propio Gutenberg, de hecho, nunca se benefició del invento; su prensa fue embargada por deudas poco después de su invención y cualquier beneficio lo obtuvo su mecenas Johan Fust, que perfeccionó las técnicas de Gutenberg y popularizó la palabra impresa.
Algunos de los manuscritos iluminados más impresionantes se crearon después de la invención de Gutenberg y se siguieron produciendo hasta el siglo XVII. Aunque hay muchas obras excelentes, consideradas grandes obras de arte, las siguientes se catalogan como las mejores. Se enumeran por orden de fecha de composición.
Los mejores manuscritos iluminados
El Libro de Durrow (650-700 d.C.) - El libro iluminado más antiguo de los evangelios creado en Iona o en la abadía de Lindisfarne. El erudito Christopher de Hamel describe la obra de la siguiente manera:
Incluye doce iniciales entrelazadas, cinco figuras emblemáticas a toda página que simbolizan a los evangelistas y seis páginas tapiz, un término sugerente que se utiliza para describir esas hojas enteras de patrones abstractos entrelazados multicolores tan característicos del arte irlandés temprano. Cualquiera puede ver que se trata de un excelente manuscrito. (20)
El libro contiene una serie de llamativas ilustraciones y las páginas tapiz que señala de Hamel suelen estar adornadas con intrincados motivos de nudos celtas entrelazados con imágenes de animales. Es muy probable que el libro fuera utilizado por los misioneros, ya que es delgado y, como observa de Hamel, "podía caber fácilmente en la mochila de un viajero" (20). La obra marca la primera aparición de los evangelistas en manuscritos iluminados, así como el primer uso conocido de la tinta de oro y plata para iluminar los evangelios.
Codex Amiatinus (c. finales del siglo VII - principios del VIII d.C.) - La versión más antigua de la Biblia Vulgata de San Jerónimo. Se creó en Northumbria, Gran Bretaña, con 1040 hojas de fina vitela. Las narraciones bíblicas están ilustradas con llamativas imágenes de colores vivos, aunque no está técnicamente "iluminada", ya que no utiliza tinta de oro o plata. Con frecuencia, la obra dedica páginas completas a estas imágenes, que se conocen como "miniaturas" al hablar de los manuscritos iluminados. Merece un lugar entre los mejores de estos manuscritos por la maestría de su trabajo artístico.
Evangelios de Lindisfarne (c. 700-715 d.C.) - Creados en el Priorato de Lindisfarne, en la "Isla Santa", frente a la costa de Dorset, Gran Bretaña. Se trata de una edición ilustrada de los evangelios del Nuevo Testamento realizada en honor del miembro más famoso del priorato, San Cutberto, y dedicada a la Gloria de Dios. El priorato fue saqueado por los vikingos en el año 793 d.C (la primera incursión vikinga registrada en Gran Bretaña), pero el libro se salvó de alguna manera y se trasladó a Durham, lejos de la costa, por seguridad. Junto con el Libro de Kells, los Evangelios de Lindisfarne se encuentran entre los manuscritos iluminados más conocidos y admirados.
El Libro de Kells (c. 800 d.C.) - Creado en la abadía de Iona, Escocia, y llevado a Kells, Irlanda, en el año 806 d.C., o realizado en Kells, es el manuscrito iluminado más famoso. La obra se suele considerar como el mayor manuscrito iluminado de cualquier época. El entomólogo y paleógrafo J.O. Westwood comenta al respecto:
Irlanda puede estar orgullosa del Libro de Kells. Esta copia de los Evangelios, que tradicionalmente se afirma que perteneció a San Columba, es sin duda el manuscrito de arte primitivo más elaborado que existe en la actualidad, superando con creces, en el gigantesco tamaño de las letras de los frontales del Evangelio, la excesiva minuciosidad de los detalles ornamentales, el número de sus decoraciones, la fineza de la escritura y la interminable variedad de letras iniciales mayúsculas con las que se ornamenta cada página, a los famosos Evangelios de Lindisfarne. (Capítulo del Libro de Kells, 2)
Westwood repite aquí una idea errónea sobre el Libro de Kells: que San Columba (521-597 d.C.), fundador de la abadía de Iona, lo produjo o al menos lo tuvo en su poder. Sin embargo, estudiosos recientes han establecido que la obra se produjo a partir del año 800 d.C.
Salterio de San Albano (c. 1120 - c. 1145) - Creado en la abadía de San Albán, en Gran Bretaña, es un libro de salmos y literatura profusamente ilustrado e iluminado. Fue encargado por el erudito Geoffrey de Gorham, abad de San Albano entre 1119 y 1146. O bien se realizó para la amiga íntima de Geoffrey, Cristina de Markyate (c. 1098 - c. 1155), una priora visionaria a la que tenía en gran estima, o bien se lo regaló después. El salterio es muy admirado por el detalle y la belleza de las ilustraciones. Contiene más de 40 ilustraciones, todas con maravillosos bordes y diseños intricados, destinadas a complementar y honrar el tema.
La Biblia de los cruzados de Morgan (c. 1250) - Creada en París y muy probablemente para Luis IX (1214-1270), que participó en la séptima y octava cruzada y murió de disentería al comienzo de la octava. La Biblia de los Cruzados de Morgan era originalmente una obra solo de ilustraciones a todo color, pero sus propietarios posteriores parecen haberse sentido obligados a añadir texto para complementar las imágenes. Esta práctica es totalmente la inversa a la forma en que se creaban habitualmente los manuscritos iluminados, donde primero se escribía el texto y luego se entregaba a un artista para que lo ilustrara y a un iluminador para que lo adornara. El propósito de la obra original, sin texto, parece haber sido el mismo que el posterior: presentar las narraciones bíblicas de forma accesible. Aun así, la obra contiene una serie de fascinantes temas laicos que no tienen nada que ver con la Biblia que acompaña al texto bíblico. La Biblia de los Cruzados de Morgan se considera uno de los mayores manuscritos iluminados de todos los tiempos y una obra maestra artística de la Edad Media.
El Bestiario de la Abadía de Westminster (c. 1275-1290) - Creado muy probablemente en York, Gran Bretaña. Un bestiario es un libro de animales, reales o imaginarios, definidos y acompañados de ilustraciones. Este género se originó en Grecia en el siglo II d.C., pero fue más popular durante la Edad Media, cuando se produjeron varios de ellos para mostrar una correlación entre el mundo natural y la visión cristiana de la Biblia. El Bestiario de la Abadía de Westminster es un buen ejemplo de este tipo de obras. Basándose en historias precristianas y bíblicas, el libro presenta una serie de fascinantes criaturas a través de sus 164 ilustraciones, cada una representada con sorprendente detalle.
El Libro de horas de Juana de Evreux (c. 1324-1328) - Creado en París, Francia, por el principal ilustrador de la época, Jean Pucelle, para la reina Juana de Evreux (1310-1371), esposa de Carlos IV (1322-1328). Se trata de una asombrosa obra maestra artística de 25 pinturas a toda página que representan la vida de Jesucristo, así como ilustraciones más pequeñas, que suman más de 700. El texto, por supuesto, presenta las oraciones que un cristiano fiel recitaría a lo largo del día, y las ilustraciones pretenden inspirar y elevar al lector. La obra es aún más impresionante por su tamaño: es más pequeña que un libro de bolsillo actual. Entre los muchos ejemplos que se conservan de un Libro de Horas, este es sin duda uno de los más impresionantes.
Las horas negras (c. 1475-1480) - Creado en Brujas, Bélgica, por un artista anónimo que trabajaba al estilo del principal ilustrador de la ciudad, Wilhelm Vrelant, que dominó el arte c. 1450 hasta su muerte en 1481. Está hecho de pergamino fino cuidadosamente procesado, teñido de negro y luego iluminado en azules y dorados brillantes, casi hipnotizantes. Las imágenes en azul y en colores más claros quedan resaltadas por el negro profundo del fondo y toda la obra da al lector la impresión de entrar en otro reino. El texto de la obra se suma a esta impresión, ya que está escrito en tinta plateada y dorada. Es uno de los libros de horas más singulares que existen y uno de los manuscritos iluminados más impresionantes.
Las muy ricas horas del Duque de Berry (c. 1412-1416 y 1485-1489) - Aunque Las horas negras es reconocido y admirado por sus cualidades únicas, Las muy ricas horas es el Libro de Horas más famoso en la actualidad. Se lo cita regularmente como una obra maestra absoluta. El libro fue encargado por Juan, duque de Berry, conde de Poitiers, Francia (1340-1416). Quedó inacabado cuando el duque, así como los artistas que trabajaban en él, murieron de peste en 1416. El manuscrito fue descubierto y completado entre los años 1485 y 1489. A menudo se lo conoce como el "rey de los manuscritos iluminados", debido a la increíble grandeza de las miniaturas y a la evidente habilidad artística necesaria para su creación. Los temas bíblicos cobran vida de forma enérgica gracias a los ilustradores y están iluminados de forma tan magnífica que las imágenes parecen casi moverse en la página. La obra contiene otras imágenes como paisajes de la época, escenas domésticas, un plano de Roma y otras no asociadas a historias bíblicas.
Breviario Grimani (c. 1510) - Esta obra es casi legendaria por su longitud y por la belleza de sus ilustraciones. El libro consta de 1670 páginas con ilustraciones a toda página de escenas bíblicas, leyendas seculares y paisajes contemporáneos junto con escenas domésticas. El texto es de carácter bíblico e incluye oraciones, salmos y otras selecciones de la Biblia. Probablemente fue realizado en Flandes, pero se desconoce quién lo creó o lo encargó. El libro fue comprado por el cardenal veneciano Domenico Grimani (1461-1523) en 1520, quien declaró que era tan bello que solo podían verlo personas selectas de alto nivel moral y solo en circunstancias especiales. En su testamento, Grimani estipuló que el libro nunca se podría vender y lo dejó en manos de Venecia.
Libro de oraciones de Claude de France (c. 1517) - Creado para Claude, la reina de Francia (1514-1524) junto con un Libro de Horas casi igualmente impresionante. Esta obra es uno de los manuscritos iluminados más singulares debido a su tamaño: lo suficientemente pequeño como para caber en la palma de la mano. Como libro de oraciones, era fácil de transportar y leer, y su finalidad utilitaria se podía cumplir sin necesidad de ilustraciones. Lo que hace que la obra sea tan fascinante es que está ilustrada con 132 intrincadas imágenes enmarcadas por elaborados y llamativos bordes. Algunas de estas imágenes son tan pequeñas que, hoy en día, no pueden verse sin la ayuda de una lupa. De hecho, los estudiosos siguen sin ponerse de acuerdo sobre cómo se produjeron estas imágenes, ya que la lupa no existía en la época en que se creó el libro.
Conclusión
A medida que los libros impresos se hacían más populares en la década de 1460, los coleccionistas apreciaban mucho a los que hacían libros a mano. La académica Giulia Bologna escribe:
A pesar de que un copista profesional rápido tardaba al menos seis meses en producir un solo ejemplar de un libro de cuatrocientas páginas, la impresión no puso fin a la producción de manuscritos de inmediato. Para las élites culturales, sociales y políticas, los manuscritos iluminados mantuvieron durante mucho tiempo un prestigio especial. Vespasiano de Bisticci afirma que el gran bibliófilo Federigo da Montefeltro, duque de Urbino, habría sentido vergüenza de tener un libro impreso en su biblioteca. (39)
Los artistas que trabajaron en libros como el Breviario Grimani o el Libro de oraciones de Claude de France trabajaban en una época en la que los libros impresos eran más aceptados que antes, pero aún así, quienes podían permitirse encargarlos preferían la belleza y la artesanía de una obra hecha a mano e ilustrada a mano.
Los editores lo reconocieron y trataron de hacer que sus productos parecieran más "legítimos" decorando sus portadas con hojas de oro y contratando a ilustradores para incluir imágenes en los títulos de los capítulos, pero durante muchos años después de la invención de la imprenta, los ricos siguieron demandando libros hechos a mano, y entre ellos se encuentran algunos de los mejores manuscritos iluminados de todos los tiempos.
