
Los sajones fueron una tribu germánica que en sus orígenes ocupaba la región de lo que hoy es la costa norte de los Países Bajos, Alemania y Dinamarca. El nombre proviene de seax, un característico tipo de cuchillo que usaba la tribu. Uno de los primeros registros sobre este grupo de los que se tiene constancia proviene de autores romanos que hacen referencia a los muchos conflictos que sufrió la frontera norte del Imperio romano durante los siglos II y III d. C. Es posible que dentro de la etiqueta "sajones" estos primeros relatos romanos también incluyeran a otras tribus germánicas de la región, como los anglos, los frisones y los jutos. Todas ellas hablaban lenguas germánicas occidentales muy próximas, cuya evolución, con el tiempo, acabaría dando origen al inglés antiguo.
Como los sajones no tenían un sistema de escritura, la mayoría de lo que sabemos sobre ellos procede de escritos de un puñado de autores (principalmente obispos y monjes) y de investigaciones arqueológicas. Los sajones se encontraban entre las tribus "bárbaras" que se enfrentaron a Roma durante la Antigüedad tardía, lo que pondría punto y final al agonizante orden imperial de Roma en Europa occidental y cambiaría las fronteras y los nombres de las naciones de Europa.
Primeros tiempos
Al sur de los territorios del continente donde vivían los sajones se encontraban los francos, una poderosa confederación de pueblos germánicos con una fuerte presencia en las tierras que se extendían entre los sajones y la frontera romana. Así pues, para los sajones, expandirse hacia el sur era una opción complicada y la expansión marítima era una alternativa más conveniente. A finales del siglo III, los saqueadores francos se unieron a los sajones en la parte sur del Mar del Norte y del Canal de la Mancha. Asaltaron las líneas marítimas y también hicieron incursiones en la costa de Britania y de la Galia. Estos ataques a la Britania romana a finales del siglo III obligaron a las autoridades a construir una red de fortificaciones con gruesas paredes de piedra en varios puntos de la costa para repelerlos; la costa sur de Inglaterra pasó a ser conocida como la costa sajona. Estas fortificaciones, normalmente situadas al lado de puertos importantes y desembocaduras de ríos, servían no solo como defensa estratégica contra los asaltantes, sino también como una forma de asegurar la colecta y distribución de los suministros del estado.
Carausio, un comandante de origen menapio de las legiones romanas bajo el mando del futuro emperador Maximiano, recibió en el año 285 el cometido de acabar con los piratas francos y sajones. Este cumplió su misión con mucho éxito y, en el 286, había terminado con el poder marítimo de los piratas. Sin embargo, fue acusado de estar confabulado con los piratas y de quedarse con el botín, por lo que fue condenado a muerte por orden de Maximiano, quien por entonces era emperador de Roma. En lugar de someterse y aceptar unas acusaciones que consideraba injustas, se autoproclamó emperador de una Britania independiente y reinó hasta el 293, cuando murió en batalla y se restauró el gobierno romano.
Mientras tanto, en el continente, en las postrimerías del siglo IV, la confederación sajona empezó a desintegrarse, puesto que un número cada vez mayor de sajones, junto con otras tribus germánicas como los anglos, se desplazaba a Britania, mientras que otros se quedaron en la Europa continental. Existen registros oficiales romanos que atestiguan más incursiones sajonas en el sudeste de Britania por esa época (Amiano Marcelino: 26, 4). Los romanos habían contratado anteriormente a soldados sajones para servir en las legiones romanas en Britania y el conflicto entre Carausio y Maximiano podría haber animado a algunos de ellos a dejar la zona del río Elba para instalarse en una Britania independiente bajo el mando de Carausio. De todas formas, la migración sajona a Britania, que los escritores de la época a menudo describían como una invasión, continuó incluso después de la muerte de Carausio.
La costa sudeste de Britania no fue el único lugar donde se produjeron incursiones sajonas. Poco después de la muerte del emperador Constantino (337 d. C.), la frontera norte del Imperio romano en la Europa continental también padeció las incursiones de varias tribus "bárbaras", incluidos los sajones. El historiador romano Zósimo ofrece un resumen de los desafíos a los que Constantio, el emperador romano que sucedió a Constantino, tuvo que enfrentarse durante la década de 350 d. C., en el que se menciona a los sajones como una de las muchas amenazas militares que acechaban a Roma.
Pero al percibir [Constantio] que las incursiones bárbaras infestaban todos los territorios romanos y que los francos, los alamanes y los sajones no solo se habían hecho con cuarenta ciudades cerca del Rin, sino que también las habían destrozado y destruido, exterminando a un gran número de sus habitantes y saqueándolas en igual proporción [...] apenas se vio capaz de gestionar la situación en este momento crítico. (Zósimo: Libro 3, 1)
Antiguas crónicas de las migraciones sajonas
A principios del siglo V, el control romano sobre Britania estaba menguando y la mayoría de los recursos militares de Roma se destinaban a las pugnas en la Europa continental. El ejército romano se retiró por completo de Britania en el 410 y el territorio ocupado se dejó en manos de los britanos romanizados, que se dividió en pequeñas zonas con grupos, tanto indígenas como invasores, enfrentados para obtener el poder político. En medio de estos conflictos sociales y políticos, más sajones migraron a Britania y expandieron sus territorios, estableciendo varios reinos que se pueden identificar porque la mayoría de sus nombres contienen el sufijo "-sex", como Sussex o Essex.
Las fuentes antiguas ofrecen diferentes versiones de cómo llegaron exactamente los sajones a Britania y de cómo se expandieron. Nos han llegado hasta nuestros días tres obras de gran relevancia en relación con los sajones en Britania: el De Excidio Britanniae, de Gildas, la Historia Ecclesiastica, de Beda, y las Crónicas anglosajonas, un relato de múltiples autores. Según Beda, el famoso monje británico que vivió en la Alta Edad Media, los britanos estaban sufriendo los ataques de los escotos y de los pictos, así que decidieron contratar a algunos de los sajones como mercenarios para luchar contra sus enemigos. Después de cumplir su cometido, los sajones se rebelaron contra los britanos. Gildas, un monje del siglo VI, describe a los sajones como salvajes similares a los perros o a los leones y añade que "nada más destructivo, nada más implacable ha caído nunca sobre la tierra". Gildas vio el avance destructivo de los sajones como una forma de castigo divino por los pecados de los britanos, a quienes compara con los israelitas de la Biblia:
Tres largos barcos transportaron a los pueblos de los anglos y de los sajones a Britania. Una vez que su travesía llegó a buen puerto, las noticias viajaron de vuelta a casa. Un ejército mayor partió y se unió a los anteriores, ahuyentando primero a los enemigos de los que iban en busca [los pictos y los escotos]. Luego volvieron sus armas contra sus aliados [los britanos] y sometieron a casi toda la isla a sangre y fuego, desde la costa este hasta la oeste, con la excusa fabricada de que los britanos les habían pagado un salario insuficiente por sus servicios militares (Crónica mayor, citada por Higham y Ryan).
En la Crónica anglosajona se explica que los sajones llegaron a Britania en sucesivas "llegadas" por mar, a las órdenes de diferentes líderes, y que establecieron pequeños reinos en diferentes zonas de Britania: Hengest en el 449, al mando de una flota de tres barcos, que gobernó en Kent; Aelle en el 477, al mando de una flota de tres barcos, que reinó en Sussex; y Cerdic, el fundador de la dinastía de Wessex, al mando de una escuadra de cinco barcos y que llegó a Britania en el 495.
Cerdic es el más famoso de los reyes sajones y reinó desde el 519 hasta el 534. La entrada de la Crónica anglosajona del año 519 relata: "Este año, Cerdic y Cynric obtuvieron el reino de los sajones del oeste (Wessex) y ese mismo año lucharon contra los britanos en un lugar ahora llamado Cerdices-ford (el fuerte de Cerdic). Y de ese día en adelante, los príncipes de los sajones del oeste han reinado". Se dice que luchó contra el "ilustre rey Arturo" en el 520, pero esa fecha podría ser errónea y que la batalla tuviera lugar en el 519. El historiador Robert J. Sewell apunta que "Cerdic encontró gran resistencia en los últimos britanos romanos a las órdenes de un enigmático líder que tiene tantas posibilidades de haber sido el "auténtico" rey Arturo como el que más". (3) Cerdic, o bien declaró una tregua y le fueron entregadas las tierras por el rey britano identificado como Arturo, o bien ganó la batalla, pero, sea como fuere, fundó en Britania el reino de los sajones del oeste, Wessex. Si bien en la Crónica anglosajona se cita el año 519 como el del inicio de su reinado, otras fuentes proponen fechas tan tardías como el 532. En el 530, Cerdic conquistó la isla de Wight empleando su ya constituido ejército y fuerza naval; murió dos años después en el 534. Así pues, la primera fecha tiene más sentido que la segunda en la narrativa de la vida de Cerdic. La caótica naturaleza del época y los relatos contradictorios de diferentes fuentes a menudo crean narrativas diversas a las que autores posteriores han dado continuidad o que han mezclado.
Interpretación de las fuentes antiguas
En el pasado, estos relatos tradicionales se aceptaban sin discusión y los escritores simplemente elegían unos en detrimento de otros o combinaban dos o más de ellos. Los autores victorianos aceptaron como verdad histórica la versión de las diferentes "llegadas" expuesta en la Crónica anglosajona y luego la modificaron para que se ajustara a sus propios fines narrativos. Como estos antiguos relatos a menudo se contradecían entre sí, los escritores posteriores intentaron fundirlos en historias consistentes que ofrecieran una narración lineal de su pasado. Así es como hoy podemos leer dos relatos diferentes de la historia de Britania que aseguran ser ciertos y, en ambos casos, pueden dirigirnos a antiguas historias que corroboran sus afirmaciones. Al leer esos documentos, debemos tener presentes las diferentes versiones e interpretaciones de las llamadas "invasiones sajonas".
Un ejemplo de esta problemática es la afirmación de que los romanos contrataron a los sajones para luchar en Britania. Como, en ese tiempo, Roma no disponía de tropas en Britania, la explicación de que los sajones fueron empleados como mercenarios es verosímil: los britanos romanizados decidieron contratar a bárbaros como mercenarios por cuestiones de seguridad, lo que era una práctica común en Roma. Las pruebas arqueológicas de la presencia sajona anterior al 450 son poco sólidas, lo que es más compatible con la conquista militar expuesta en los antiguos relatos que con la migración masiva: es difícil que el número inicial de sajones como ejército de los britanos fuera superior a algunos millares. La Crónica Gala del año 452 menciona a los sajones gobernando sobre una gran parte del sur de Britania, algo también compatible con la cantidad de materiales sajones posteriores al 450.
Los arqueólogos han datado la tumba anglosajona más antigua encontrada en Reino Unido como no posterior a los años 425-450. Las prácticas funerarias de los sajones, y de las tribus germánicas en general, eran notablemente diferentes de las practicadas por los indígenas britanos. El ritual crematorio de los germanos del norte se introdujo en el este de Inglaterra, pero los pueblos germánicos fueron poco a poco abandonando la incineración y decantándose por la inhumación, enterrando a sus muertos con ajuares funerarios, una costumbre que se mantuvo hasta alrededor del 700; hacia finales del siglo VI, los entierros con ajuares funerarios eran los predominantes como forma de deshacerse de los muertos. Los entierros sajones no se desarrollaron a partir de antiguas prácticas indígenas; por el contrario, están conectados con los entierros encontrados al otro lado del mar del Norte. Los últimos entierros romanos en Britania habían sido mayoritariamente sin ajuares funerarios, pero a finales del siglo IV se observa la aparición de inhumaciones acompañadas de armas y accesorios para los cinturones, a menudo interpretadas como entierros de mercenarios germanos, parecidos a otros entierros encontrados en el norte de la Galia y otras zonas ocupadas por las tribus germánicas. Estos entierros están relacionados con el desarrollo de los ritos funerarios de los anglos y de los sajones identificados entre los siglos V y VII: inhumaciones en las que a los hombres se los enterraba habitualmente con armas, mientras que a las mujeres se las enterraba con peines, broches y collares.
Las fuentes históricas y datos arqueológicos dejan claro que a finales del siglo V el sudeste de Britania estaba bajo control de varios grupos sajones. La propagación de prácticas funerarias hacia lugares en donde antes solo se habían registrado entierros indígenas refleja la expansión de los sajones y el desplazamiento de esas zonas de los grupos indígenas romanos y celtas.
Absorción franca, conquista de Inglaterra y legado cultural
Durante el siglo V, se registran hostilidades entre los francos y los sajones en la Europa continental. Bajo el liderazgo de Childerico, los francos dieron apoyo a las fuerzas romanas y las ayudaron a derrotar a diversos enemigos, incluido un ejército sajón en Angers en el 469. Los francos iniciaron un proceso gradual de absorción de los sajones continentales y, aunque este proceso todavía continuaba en el siglo VIII, los sajones que migraron a Britania se establecieron allí en gran número. Tras varias generaciones de conquistas, alianzas e sucesiones inestables, impusieron su dominio sobre la mayoría de los pueblos indígenas. Después de las invasiones vikingas del siglo IX, los reyes de Wessex (Alfredo y sus descendientes) crearon al sur del Támesis el primer reino de sajones del oeste poderoso, que durante el siglo X logró conquistar el resto de Inglaterra y creó el reino anglosajón.
Britania fue el único lugar de Europa que presenció la formación de nuevos estados que poco tenían en común con los principios romanos. Todos los estados que surgieron en la Europa continental tras el declive del dominio romano se fundaron sobre pilares romanos, a veces con la intervención directa de Roma o incluso manteniendo aspectos clave de la vida romana. No fue el caso de los sajones en Britania, que estaban menos familiarizados con las costumbres romanas.
El establecimiento de los sajones y los anglos en Britania fue una etapa crucial en el desarrollo de la lengua inglesa. Si estas tribus germánicas no se hubieran establecido en Britania, la lengua inglesa tal y como la conocemos hoy no existiría y los dialectos de los anglos y de los sajones se habrían disuelto paulatinamente en las lenguas germánicas continentales, posiblemente mezclándose con los dialectos bajo alemán y neerlandés. A medida que se expandían por Britania, estas tribus germánicas desplazaron a las comunidades locales que hablaban lenguas célticas. El inglés antiguo, la lengua nacida de los anglos y los sajones que llegaron a Britania, desplazó progresivamente al latín y a las lenguas britónicas de las tierras meridionales de Britania y desde allí acabó logrando preeminencia en las islas británicas.