Hunos

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por David Sanjuan
Publicado el 25 abril 2018
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Disponible en otros idiomas: inglés, chino, francés, húngaro
Hunnic Mounted Archer (by Amplitude Studios, Copyright)
Arquero montado huno
Amplitude Studios (Copyright)

Los hunos fueron una importante tribu nómada de los siglos IV y V d.C., cuyos orígenes se desconocen, pero que muy probablemente procediera de "algún lugar entre el extremo oriental del macizo de Altai y el mar Caspio, aproximadamente en lo que hoy sería Kazajistán" (Kelly, 45). Aparecen mencionados por primera vez en fuentes romanas en el 91 d.C., cuando Tácito los sitúa por la región del mar Caspio y, por entonces, no se los consideraba una amenaza mayor que a cualquiera de las otras tribus bárbaras.

Con el tiempo, esto cambiaría, ya que los hunos fueron unos de los mayores responsables de la caída del Imperio romano, puesto que sus invasiones de las regiones limítrofes con el Imperio, que fueron especialmente violentas, propiciaron lo que se conoce como "grandes migraciones" o "deambular de las naciones" entre el 376 y el 476 d.C. aproximadamente. Esta migración de pueblos como los alanos, los godos o los vándalos sacudió el statu quo de la sociedad romana y sus incursiones e insurrecciones debilitaron al Imperio.

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Por citar solo un ejemplo, en el 376 los hunos expulsaron hacia territorio romano a los visigodos bajo el mando de Fritigerno, y después de sufrir estos los abusos de la administración romana se sublevaron e iniciaron la guerra gótica de 376-382 contra Roma, en la que derrotaron a los romanos y mataron al emperador Valente en la batalla de Adrianópolis el 378.

Aunque se describe sistemáticamente a los hunos como salvajes y brutales, sobre todo por parte de antiguos autores como Amiano Marcelino (siglo IV d.C.) o Jordanes (siglo VI d.C.), Prisco de Panio (siglo V d.C.) los retrata de forma más amable. Prisco llegó a conocer a Atila el huno, cenó con él y se quedó en su poblado; su descripción de Atila y del estilo de vida de los hunos es una de las más conocidas y, sin duda, una de las más elogiosas.

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Bajo el mando de Atila (quien reinó de 434 a 453 d.C.), los hunos se convirtieron en el ejército más poderoso y temido de Europa y sembraron muerte y destrucción allí por donde pasaron. Sin embargo, tras la muerte de Atila, sus hijos se enfrentaron por la supremacía, dilapidaron todos los recursos y el imperio que Atila había forjado se derrumbó en el 469.

EL HISTORIADOR C. KELLY, CON EL APOYO DE OTROS, HA LLEGADO A LA CONCLUSIÓN DE QUE KAZAJISTÁN ES EL LUGAR DE ORIGEN MÁS PROBABLE DE LOS HUNOS.

Orígenes y vínculo con los xiongnu

Los académicos, que desde el siglo XVIII han intentado ubicar los orígenes de los hunos, han especulado con la posibilidad de que fueran el misterioso pueblo xiongnu que hostigó la frontera norte de China, sobre todo durante la dinastía Han (202-220 d.C.). Al igual que los hunos, los xiongnu eran un pueblo nómada de guerreros a caballo, muy diestros con el arco y que atacaban por sorpresa. El académico y orientalista francés Joseph de Guignes (1721-1800) fue el primero en proponer que los hunos eran el mismo pueblo que los xiongnu y, desde entonces, otros han trabajado para, o bien corroborar su hipótesis, o bien rebatirla.

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En el mundo académico actual no existe consenso acerca del vínculo entre los xiongnu y los hunos, pero este ha sido en buena medida descartado por falta de pruebas. El historiador Christopher Kelly interpreta que este intento de vincular a los xiongnu con los hunos surge no solo del deseo de ubicar el escenario definitivo de la procedencia de los hunos, sino también de definir la lucha entre los hunos y Roma como una batalla entre el "Occidente noble" y el "Oriente bárbaro". Kelly expone:

Para algunos autores, la conexión entre los xiongnu y los hunos formaba parte un proyecto más amplio con el fin de entender la historia de Europa como una lucha para proteger la civilización de una constante amenaza que venía de Oriente. Los hunos eran una advertencia por parte de la historia. Una vez acreditados sus orígenes chinos, sus ataques contra el Imperio romano podían presentarse como parte de un ciclo inexorable de conflictos entre Oriente y Occidente. (43)

Invasions of the Roman Empire
Las invasiones del Imperio romano
MapMaster (CC BY-SA)

Kelly, que cita a otros académicos para apoyar su hipótesis, llega a la conclusión de que no hay motivos para relacionar a los xiongnu con los hunos y señala que Guignes trabajó en una época en que los restos arqueológicos, tanto de los xiongnu como de los hunos, eran escasos. Escribe:

La idea que se tenía de los xiongnu cambió sustancialmente en la década de 1930 con la publicación de los bronces del desierto de Ordos, en Mongolia Interior, al oeste de la Gran Muralla. Estos evidenciaron las notables diferencias entre el arte de los xiongnu y el de los hunos. Ni uno de los objetos que se han encontrado en Europa oriental pertenecientes a los siglos IV y V está decorado con los bellos y estilizados animales y criaturas mitológicas característicos de los diseños de los xiongnu. (44)

Cita al académico Otto Maenchen-Helfen, quien observó:

O bien [los xiongnu] fabricaron los bronces de Ordos, o bien se fabricaron para ellos. Podríamos revisar todas las piezas del inventario de los bronces de Ordos y seríamos incapaces de señalar un solo objeto que pudiera tener similitudes con alguno de los encontrados en los territorios ocupados por los hunos... Tenemos los conocidos motivos de estilo animal... Ni uno solo de ese amplio repertorio de motivos se ha encontrado jamás en un objeto huno. (44)

Kelly, con el apoyo de otros, llega a la conclusión de que Kazajistán es el lugar de origen más probable de los hunos, pero apunta que "lamentablemente, es imposible proponer algo más preciso" (45). Sin embargo, para los autores antiguos, dictaminar el origen de los hunos era sencillo: eran bestias malvadas que habían surgido de tierras inhóspitas para causar estragos en la civilización. Amiano no especulaba con su procedencia, pero en su Historia de Roma los describe de la siguiente manera:

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La forma de vida de la nación de los hunos es la más salvaje de entre los bárbaros. Y aunque [los hunos] tengan apariencia humana (de figura espantosa), su civilización está tan poco avanzada que no hacen uso del fuego ni de ningún tipo de aderezo en la preparación de la comida, sino que se alimentan de raíces que encuentran en los campos y de la carne semicruda de cualquier animal. Digo semicruda porque la cocinan de algún modo colocándola entre sus muslos y el lomo de sus caballos. Cuando se los ataca, a veces ofrecen el habitual tipo batalla. Entonces, forman columnas para entrar en combate y llenan el aire con variados y disonantes alaridos. Sin embargo, las más de las veces luchan sin ningún orden marcial, pero al moverse de forma extremadamente ágil y veloz, se dispersan y luego se agrupan de nuevo en formaciones libres, causan estragos en las vastas llanuras y, después de sobrevolar las murallas, saquean el campamento del enemigo antes de que este haya podido advertir su llegada. Se debe reconocer que son guerreros sumamente terroríficos, puesto que luchan desde la distancia con proyectiles que tienen huesos afilados atados al astil de forma admirable. En la lucha cuerpo a cuerpo con espadas, combaten sin preocuparse por su seguridad y, mientras su enemigo intenta esquivar las estocadas, le arrojan una red encima de forma que sus miembros quedan enredados y pierde toda capacidad de caminar o de montar a caballo. (XXXI.ii.1-9)

Jordanes, en cambio, le dedica un espacio considerable al origen de los hunos:

Según las antiguas tradiciones, su origen era el siguiente: Filimer, rey de los godos, hijo de Gadarico el Grande, que era el quinto en la línea de sucesión para gobernar a los getas (godos), tras dejar la isla de Scandza... encontró algunas brujas entre sus gentes. Al sospechar de estas mujeres, las expulsó de su tribu y las obligó a vagar en solitario en exilio lejos de su ejército. Allí los espíritus impuros, que las observaban mientras estas caminaban por tierras inhóspitas, les ofrecieron su abrazo y engendraron esta raza salvaje, que moró primero en ciénagas; una tribu poco desarrollada, mugrienta y endeble, apenas humana y que no poseía lenguaje, salvo por uno que tenía solo una ligera semejanza con el habla humana. (85)

A LOS HUNOS SE LOS DESCRIBE SISTEMÁTICAMENTE COMO DINÁMICOS Y FEROCES; ATACABAN POR SORPRESA.

Una vez que los hunos fueron engendrados por estas brujas que se habían apareado con demonios, "se asentaron en la orilla más alejada del pantano de Meocia". Jordanes señala a continuación que "les gustaba cazar y no tenían habilidades para ningún otro arte. Después de crecer hasta convertirse en una nación, alteraron la paz de los pueblos vecinos a base de robos y pillaje" (86). Se unieron a la civilización cuando uno de sus cazadores estaba persiguiendo a una presa en uno de los extremos del pantano de Meocia y vio a una cierva, que los guio a través del pantano, "ahora avanzando, ahora deteniéndose", lo que les mostró que se podía cruzar el pantano, mientras que antes "habían supuesto que [el pantano] era tan infranqueable como el mar" (86). Al llegar al otro extremo, descubrieron la tierra de Escitia y, en ese preciso momento, la cierva desapareció. Jordanes prosigue:

Pero en mi opinión, los espíritus malvados, de los que descienden los hunos, hicieron esto por envidia hacia los escitas. Y los hunos, que habían ignorado por completo que hubiera un mundo más allá de Meocia, quedaron profundamente admirados por la tierra de Escitia. Como eran sagaces, creyeron que este camino, desconocido por completo para cualquier época pasada, les había sido revelado de forma divina. Volvieron con su tribu, les contaron lo que había sucedido, alabaron Escitia y los convencieron para que se apresuraran a ir hacia allá por el camino que habían descubierto gracias a la guía de la cierva. Y cuando se adentraron en Escitia por primera vez, sacrificaron en honor a la victoria a tantos como capturaron. A los restantes los conquistaron y los hicieron sus súbditos. Arrasaron las naciones del gran pantano como un torbellino. (86)

Si bien el retrato que Jordanes hace de los hunos está, obviamente, sesgado, su observación de que se movían "como un torbellino" está en consonancia con las descripciones que han dado otros. A los hunos se los describe sistemáticamente como dinámicos y feroces; atacaban por sorpresa y no hacían distinciones entre combatientes y no combatientes, entre hombres, mujeres y niños. Una vez que cruzaron el pantano y conquistaron Escitia, nada parecía poder detenerlos.

Los hunos y Roma

La velocidad a la que los hunos se movían y su capacidad para vencer batallas quedan mejor ilustradas en la conquista de la región de la actual Hungría. En el año 370 conquistaron a los alanos y en el 376 ya habían expulsado hacia territorio romano a los visigodos bajo el mando de Fritigerno, y, en el 379, hacia la región de los Cárpatos a los que estaban a las órdenes de Atanarico.

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Los hunos continuaron con su invasión de la región y, como relata el historiador Herwig Wolfram citando la antigua fuente de Ambrosio, provocaron un caos generalizado: "Los hunos cayeron sobre los alanos, los alanos sobre los godos y los godos sobre [las tribus de] los taifalos y los sármatas" (73). Muchas de estas tribus, además de los godos, buscaron refugio en territorio romano y, después de que les fuera denegado, se las arreglaron para encontrar una vía de entrada y escapar de los hunos.

Attila the Hun by Delacroix
Atila el Huno, de Delacroix
Eugene Delacroix (Public Domain)

Entre el año 395 y el 398, los hunos invadieron los territorios de Tracia y Siria y en sus incursiones destruyeron ciudades y tierras de cultivo sin mostrar ningún interés por establecerse en esas regiones. En esa misma época, había hunos sirviendo en el ejército romano, ya que Roma había autorizado los asentamientos de los foederati y de los hunos en la región de Panonia. La aparente contradicción de que los hunos fueran a la vez aliados y enemigos queda resuelta al saber que, en ese momento, los hunos no estaban bajo el mando de un único líder. Parece que había diferentes subtribus dentro de la gran tribu y que cada una de ellas tenía su propio líder. Por eso, a menudo, es difícil determinar cuáles eran los objetivos generales de los hunos en esa época más allá de, como apunta Jordanes, "el robo y el pillaje".

La presión sobre las tribus vecinas y sobre Roma continuó, ya que realizaban asaltos a discreción y sin ningún tipo de restricción. Wolfram, cita a los godos bajo el mando de Atanarico como ejemplo y escribe:

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Los tervingios no tenían ninguna esperanza de sobrevivir en unas tierras devastadas que una nueva clase de enemigo podía arrasar a voluntad, sin casi aviso previo de sus avances. Nadie sabía cómo defenderse de los hunos. (72)

Este es el mismo contexto en el que se encontraban todas las tribus que alguna vez habitaron las regiones limítrofes con el Imperio romano. En diciembre del 406, los vándalos cruzaron el río Rin, que estaba congelado, e invadieron la Galia para escapar de los hunos, llevándose consigo lo que quedaba de muchas otras tribus. Los romanos no tuvieron mejor suerte que otros pueblos a la hora de repeler los ataques de los hunos. En el 408, Uldin, el jefe de una de las tribus hunas, saqueó Tracia por completo y, como Roma no podía hacer nada para detenerlos militarmente, intentaron comprar la paz con dinero. Sin embargo, Uldin exigió una cantidad demasiado alta y los romanos intentaron entonces comprar a sus subordinados. Este método para mantener la paz dio resultados y, a partir de entonces, se convertiría en la estrategia preferida por los romanos para tratar con los hunos.

No es ninguna sorpresa que Roma eligiera pagar a los hunos a cambio de la paz en lugar de enfrentarse a ellos en el campo de batalla. Haciendo hincapié en la descripción de Amiano de las tácticas bélicas de los hunos, ya expuesta anteriormente:

Luchan sin ningún orden marcial, pero al moverse de forma extremadamente ágil y veloz, se dispersan y luego se agrupan de nuevo en formaciones libres, causan estragos en las vastas llanuras y, después de sobrevolar las murallas, saquean el campamento del enemigo antes de que este haya podido advertir su llegada.

NI LOS ROMANOS NI LAS LLAMADAS TRIBUS BÁRBARAS SE HABÍAN TOPADO JAMÁS CON UN EJÉRCITO COMO EL DE LOS HUNOS.

Eran expertos jinetes y se los describía como si fueran uno solo con sus corceles; rara vez se los veía sin estar montando sus caballos e incluso negociaban a lomos de estos. Ni los romanos ni las llamadas tribus bárbaras se habían topado jamás con un ejército como el de los hunos.

Parecían haberse criado para las batallas a caballo y usaban el arco con gran eficiencia. Michael Lee Lanning, historiador y antiguo teniente coronel del Ejército de los EE. UU., describe al ejército huno de esta forma:

Los soldados hunos vestían con gruesas capas de cuero generosamente untadas con grasa animal, lo que hacía que sus atuendos de batalla fueran flexibles y resistentes a la lluvia. Cascos forrados con acero y recubiertos con cuero y cotas de malla alrededor del cuello y los hombros ofrecían a los jinetes hunos protección extra contra las flechas y las espadas. Los guerreros hunos llevaban botas de piel fina que eran excelentes para montar a caballo pero bastante ineficaces en los trayectos a pies. Esto se adaptaba bien a los soldados, puesto que estaban mucho más cómodos en sus sillas de montar que en tierra. (62)

Su capacidad para aparecer de la nada, atacar como un torbellino y esfumarse los convertía en un enemigo increíblemente peligroso que parecía invencible y contra el que uno no podía defenderse. La fuerza militar huna, que ya era formidable, lo sería aún más tras su unificación bajo el mando del más famoso de los hunos: Atila.

El correinado de Atila y Bleda

En el 430, los romanos estaban al tanto de que había un rey huno llamado Rugila. Se desconoce si este tenía bajo su mando a todos los hunos o solo a la facción más grande. Algunos académicos, como Mladjov, afirman que un rey huno llamado Balamber fue abuelo de Rugila y el fundador de una dinastía, mientras que otros, como Sinor, sugieren que Balamber fue tan solo el líder de un subgrupo o facción de los hunos o que incluso nunca llegó a existir. Si se aceptan las afirmaciones de Mladjov, entonces Rugila habría sido el rey de todos los hunos, aunque esto parece poco probable, ya que no hay pruebas de esa unidad en los tiempos en que él lideraba las incursiones.

Rugila tenía dos sobrinos, Atila y Bleda (también conocido como Buda), que lo sucedieron y correinaron tras la muerte de su tío mientras estaba en campaña en el 433. Atila y Bleda negociaron conjuntamente el Tratado de Margus con Roma en el 439. Este tratado daba continuidad a los pagos precedentes que Roma hacía a los hunos a cambio de la paz, que serían los términos más o menos constantes de la relación entre Roma y los hunos hasta la muerte de Atila. Una vez cerrado el tratado, los romanos pudieron retirar sus tropas de la región del Danubio y enviarlas a luchar contra los vándalos que amenazaban las provincias romanas en Sicilia y el norte de África. Tras el Tratado de Margus, los hunos dirigieron su atención hacia el este y combatieron contra el Imperio sasánida, pero estos repelieron sus ataques y los hicieron replegarse de nuevo en la gran llanura húngara, que era su campamento base.

Attila the Hun Model
Representación de Atila el Huno
Peter D'Aprix (CC BY-SA)

Como las tropas romanas que antes vigilaban la frontera estaban desplegadas en Sicilia, los hunos vieron una oportunidad para el pillaje fácil. Kelly relata: "Tan pronto como Atila y Bleda recibieron informaciones fiables sobre la partida de la flota hacia Sicilia, iniciaron su ofensiva del Danubio" (122). El verano del 441, Atila y Bleda cruzaron con sus tropas las regiones de la frontera y saquearon las ciudades de la provincia de Ilírico, que eran prósperos centros comerciales romanos. Al entrar en esas ciudades y arrasarlas, habían, por tanto, violado el Tratado de Margus. En consecuencia, el emperador Teodosio II (401-450) declaró el tratado nulo e hizo volver a sus tropas de las provincias para frenar las acometidas de los hunos.

Atila y Bleda respondieron con una invasión a gran escala, saqueando y arrasando ciudades romanas hasta quedarse a tan solo unos 30 kilómetros de la ciudad de Constantinopla. La ciudad de Naissus, ciudad natal del emperador Constantino el Grande, fue completamente arrasada y no se reconstruyó hasta un siglo después. Los hunos habían aprendido mucho sobre la guerra de asedio en los tiempos en que habían servido en el ejército romano y pusieron su conocimiento en práctica de forma magistral borrando ciudades enteras del mapa, como en el caso de Naissus. Su ofensiva tuvo aún más éxito al producirse de forma completamente inesperada. Teodosio II estaba tan seguro de que los hunos respetarían el tratado que se negó a escuchar a ningún consejero que insinuara lo contrario. Lanning comenta al respecto:

Para Atila y su hermano, los acuerdos no tenían ningún valor y la paz aún menos. En cuanto asumieron el poder, reemprendieron la ofensiva contra Roma y contra cualquiera que se interpusiera en su camino. Durante los diez años siguientes, los hunos invadieron territorios de las actuales Hungría, Grecia, España e Italia. Atila enviaba los botines capturados a su tierra natal para reclutar a más soldados para sus tropas, mientras que a menudo prendía fuego a las ciudades invadidas y mataba a sus ciudadanos. La guerra resultaba ser muy lucrativa para los hunos, pero, al parecer, la riqueza no era su único objetivo. Atila y sus tropas parecían disfrutar realmente de la guerra; las inclemencias y las recompensas de la vida marcial les parecían más atractivas que cultivar la tierra o cuidar del ganado. (61)

Teodosio II se dio cuenta de que había sido derrotado, pero, como no quería reconocer una derrota absoluta, solicitó un acuerdo: la cantidad que ahora Roma debía pagar a los hunos para evitar que estos continuaran asolando Roma paso a ser más del triple. En el 445 Bleda desaparece de los registros históricos y Kelly cita a Prisco de Panio al respecto: "Bleda, rey de los hunos, fue asesinado como consecuencia de las conspiraciones de su hermano Atila" (129). Otras fuentes sugieren que Bleda murió mientras estaba en campaña, pero, como se considera a Prisco la fuente más fiable, se acepta generalmente que Atila lo hizo asesinar. Atila se convirtió así en el único líder de los hunos y en el comandante de la fuerza militar más poderosa de Europa.

El historiador Will Durant, basándose en las descripciones de los antiguos relatos como los de Prisco, escribe sobre Atila:

Se diferenciaba de los otros conquistadores bárbaros en que se fiaba más de la astucia que de la fuerza. Gobernó sirviéndose de las supersticiones paganas de sus gentes para sacralizar su grandeza; sus victorias venían predispuestas por las historias exageradas sobre su crueldad que quizás él mismo originaba; al final, incluso sus enemigos cristianos lo llamaron "el azote de Dios" y su astucia los aterrorizaba tanto que solo los godos podían salvarlos. No sabía ni leer ni escribir, pero eso no le restaba un ápice de inteligencia. No era un salvaje; tenía sentido del honor y de la justicia y a menudo demostró ser más magnánimo que los romanos. Vivía y vestía de forma sencilla, comía y bebía con moderación y dejaba los lujos para sus inferiores, a quienes les encantaba exhibir objetos de oro y plata, arneses, espadas y los delicados bordados que eran la prueba de los habilidosos dedos de sus esposas. Atila tenía muchas mujeres, pero despreciaba la mezcla de monogamia y libertinaje que era popular en algunos ambientes de Rávena y Roma. Su palacio era una enorme casa de madera con el suelo y las paredes hechos con tablones de madera cepillada, pero estaba decorada con maderas elegantemente talladas o enceradas, y reforzada con alfombras y pieles para guarecerse del frío. (39)

El retrato que hace Prisco de Atila, al que conoció en una misión diplomática para el Imperio romano de Oriente en el 448/449, lo describe como un líder serio y prudente que gozaba de gran respeto por parte de su pueblo y, a diferencia de los lujos de los gobernantes romanos, vivía de forma sencilla. Prisco describe su cena con Atila como una velada cortés en la que a Atila nunca se lo vio excederse:

Cuando todos estuvieron en su sitio, un copero se acercó y le ofreció a Atila vino en una copa de madera de hiedra. Este la tomó y saludó a su primero en orden de rango y el que había recibido el honor del saludo se levantó. Este no debía sentarse hasta que el rey, o bien hubiera probado el vino, o bien se lo hubiera bebido todo y devuelto la copa al copero. Todos los presentes bebieron a la salud de Atila de igual manera mientras él seguía sentado; tomaban las copas y, tras un saludo, probaban el vino. Cada comensal tenía su propio copero que debía avanzar en orden una vez que el copero de Atila se había retirado. Después de que el segundo hombre y todo el resto siguiendo el orden hubieran sido honrados por Atila, este nos saludó con el mismo ritual siguiendo el orden de nuestros asientos. Cuando todos los presentes hubieron sido honrados con este saludo, los coperos se marcharon y se dispusieron mesas para tres, cuatro o más hombres más junto a la de Atila. De esta forma todos podían comer lo que se les servía en el plato sin abandonar las sillas tal y como se habían dispuesto inicialmente. El criado de Atila fue el primero en entrar, portando una bandeja llena de carne, y, luego, los criados que servían al resto pusieron pan y viandas en las mesas. Aunque se habían preparado platos fastuosos, que se servían en bandejas de plata, para el resto de bárbaros y para nosotros, Atila solo comió carne servida en una tabla de madera. Se mostró mesurado también en todo lo demás, pues en el banquete a los hombres se les ofrecieron cálices de oro y plata, pero su jarra era de madera. También su traje era sobrio, cuidando simplemente de que estuviera limpio, y tampoco la espada a su lado, o los broches de sus botas de bárbaro, o la brida de su caballo, a diferencia de los de otros escitas, estaban decorados con oro o joyas o cualquier otra cosa de mucho valor. (Fragmento 8)

AUNQUE ATILA PODÍA SER MODERADO Y ATENTO EN EL ENTORNO DOMÉSTICO, ERA IRREFRENABLE EN EL CAMPO DE BATALLA.

Kelly señala que los lectores romanos de Prisco habrían esperado un retrato "del azote de Dios" completamente diferente y que lo habrían comparado con los excesos romanos que conocían. Kelly escribe: "Durante casi cinco siglos, desde el primer emperador romano Augusto, el comportamiento en los banquetes había sido una de las formas de medir la moral de un gobernante" y apunta cómo "la ausencia de borracheras, gula y excesos habría debido llamar mucho la atención [en el relato de Prisco]. El comportamiento de Atila exhibía un grado de moderación y contención que lo dejaba en buen lugar en la comparación con el de los mejores emperadores" (198). Aunque Atila podía ser moderado y atento en el entorno doméstico, era irrefrenable en el campo de batalla.

Entre el 445 y el 451, Atila lideró a sus ejércitos en multitud de incursiones y campañas en las que resultó victorioso, masacrando a los habitantes de esas regiones y dejando tras de sí un reguero de destrucción. En el 451 se enfrentó al general romano Flavio Aecio (391-454) y a su aliado, el rey visigodo Teodorico I (quien reinó de 418 a 451), en la batalla de los Campos Cataláunicos (también llamada batalla de los Châlons), en la que sufriría su primera derrota. En el 452 invadió Italia y fue responsable de la creación de la ciudad de Venecia, puesto que los habitantes de las ciudades y pueblos tuvieron que huir y se refugiaron en las lagunas donde acabarían construyendo sus casas. Su campaña italiana no tuvo mejor suerte que su invasión de la Galia y volvió de nuevo a su campamento base en la gran llanura húngara.

Attila the Hun Bust
Busto de Atila el Huno
Zsolt Varga - Kazi (Copyright)

Muerte de Atila y disolución del Imperio huno

Hacia el 452, el imperio de Atila se extendía desde las regiones de lo que hoy es Rusia hasta Hungría y atravesaba Alemania hasta llegar a Francia. Recibió tributos de Roma regularmente y, de hecho, también un salario como general romano incluso mientras atacaba los territorios romanos y destruía sus ciudades. En el 453 Atila se casó con una joven llamada Ildico y, según Prisco, celebró su noche de bodas con demasiado vino. Jordanes, basándose en el relato de Prisco, narra la muerte de Atila:

Se había dejado llevar por un excesivo júbilo en su boda y, mientras estaba estirado sobre su espalda atiborrado de vino y vencido por el sueño, un chorro de sangre superflua, que normalmente habría salido por la nariz, se deslizó letalmente garganta abajo y lo mató, ya que los conductos habituales estaban obstruidos. Así pues, la embriaguez acabó de forma deshonrosa con un rey célebre en la guerra. (123)

El ejército entero sufrió una profunda aflicción por la pérdida de su líder. Los jinetes de Atila se untaron la cara con sangre y cabalgaron lentamente en círculo alrededor de la tienda donde yacía su cuerpo. Kelly describe el momento tras la muerte de Atila:

Según el historiador romano Prisco de Panio, [los miembros del ejército] se habían cortado sus largas cabelleras y se habían hecho cortes en las mejillas "de forma que la muerte del más grande de todos los guerreros no se llorara con lágrimas o con el lamento de las mujeres, sino con la sangre de los hombres". Un día de luto, banquetes y juegos fúnebres siguió: una combinación de celebración y tristeza con una larga tradición en el Mundo Antiguo. Esa noche, mucho más allá de las fronteras del Imperio romano, Atila fue enterrado. El cuerpo se colocó dentro de tres ataúdes: el primero, donde estaba el cuerpo, de oro, el segundo de plata y el tercero de hierro. El oro y la plata simbolizaban los botines que Atila había capturado y el severo hierro gris rememoraba sus triunfos en la guerra. (6)

Según la leyenda, se desvió el curso de un río para enterrar a Atila en su lecho y luego se hicieron correr de nuevo las aguas por el cauce para que cubrieran el lugar. Los que habían llevado a cabo el funeral fueron asesinados para que el lugar del entierro nunca pudiera ser revelado. Según Kelly "también estas muertes fueron honorables", ya que formaban parte de los honores fúnebres para el gran guerrero que tan lejos había llevado a sus fieles y que tanto había logrado para ellos.

Una vez que hubieron terminado los servicios fúnebres, sus tres hijos, Elak, Dengizik y Ernak, se dividieron el imperio. La imponente figura y la temida reputación de Atila habían mantenido el Imperio unido, pero sin él este empezó a desintegrarse. Los tres hermanos pusieron sus intereses personales por delante de los del Imperio y se enfrentaron entre sí. Cada uno de los hermanos reclamó como suyos una región y los pueblos que había en ella y, como relata Jordanes, "cuando Ardarico, rey de los gépidos, tuvo noticias de ello, se enfureció al ver que tantas naciones eran tratadas como esclavos de la más baja condición y fue el primero que se alzó contra los hijos de Atila" (125). Ardarico derrotó a los hunos en la batalla de Nedao en el 454, en la que murió Elak.

Después de esta contienda, también otras naciones se liberaron del dominio huno. Jordanes apunta que, al sublevarse, Ardarico "liberó no solo a su tribu, sino a todas las demás que sufrían la misma opresión" (125). El Imperio huno se disolvió y sus gentes se integraron en las culturas de los pueblos sobre los que antes habían reinado. Parece que hubo represalias por los daños que estos habían causado anteriormente, como demuestra las masacre goda contra los hunos en Panonia después de caer el Imperio.

Pasado el año 469, no hay ulteriores menciones a campañas o asentamientos hunos ni a ninguna actividad del magnífico ejército que una vez fueron. Al margen de las comparaciones de los antiguos historiadores entre los hunos y la posterior coalición de los avaros, después del año 469 solo se encuentran relatos de las masacres, las incursiones y el terror que los hunos sembraron en los años previos a la muerte del que fuera su mayor rey.

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Sobre el traductor

David Sanjuan
Traductor, profesor de español y antiguo bibliotecario interesado en la historia y la divulgación.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2018, abril 25). Hunos [Huns]. (D. Sanjuan, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-13479/hunos/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Hunos." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. Última modificación abril 25, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-13479/hunos/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Hunos." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 25 abr 2018. Web. 25 abr 2024.

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