El mundo helenístico (de la palabra griega hellas para Grecia) es el mundo conocido después de las conquistas de Alejandro Magno y corresponde más o menos con el período helenístico de la antigua Grecia, desde 323 a.C. (muerte de Alejandro) hasta la anexión de Grecia por Roma en 146 a.C. Aunque el gobierno de Roma puso fin a la independencia y la autonomía griegas, no intervino para cambiar significativamente ni detener de forma alguna la helenización del mundo de la época; más bien la alentó.
Alejandro Magno (r. 336-323 a.C.) de Macedonia lideró su ejército en una serie de campañas que conquistaron exitosamente el mundo entonces conocido, desde Macedonia a través de Grecia, hasta Egipto, y a través de Persia, hasta la India. El tutor de Alejandro fue el filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.), quien le inculcó la estima por la cultura y la filosofía griegas. Durante sus campañas militares, Alejandro difundió el pensamiento y la cultura griegos a su paso, "helenizando" (convertir a la cultura y la civilización griegas) a quienes conquistaba.
Después de la muerte de Alejandro, su imperio se dividió entre sus cuatro generales (conocidos en latín como diádocos, el nombre por el que todavía se hace referencia a ellos, derivado del griego, diadokhoi, que significa "sucesores"):
- Lisímaco, que se apoderó de Tracia y de gran parte de Asia Menor.
- Casandro, quien controló Macedonia y Grecia.
- Ptolomeo I, quien gobernó Egipto, Palestina, Cilicia, Petra y Chipre, y fundó la dinastía ptolemaica que duró hasta la muerte de Cleopatra VII en el 30 a.C.
- Seleuco I Nicátor, quien gobernó el resto de Asia y fundó el imperio seléucida, compuesto por Mesopotamia, el Levante mediterráneo, Persia, y parte de la India.
En mayor o menor grado, todas estas regiones se helenizaron en la medida en que la cultura y las creencias religiosas griegas influyeron en las de los pueblos nativos.
La cultura griega y Felipe II de Macedonia
Alejandro de Macedonia era hijo de Felipe II (r. 359-336 a.C.), quien supo que sus vecinos consideraban a Macedonia una región atrasada de poca importancia y decidió cambiar radicalmente esa visión. Felipe II había sido rehén durante tres años en la Tebas griega, donde estuvo expuesto a la cultura, las tácticas y formaciones militares, y la filosofía griega.
Aunque más que todo utilizó la información militar, ordenó una revisión completa de los métodos y las metas educativas de su país, para crear un importante centro de aprendizaje en su capital Pela. Invitó al gran filósofo griego Aristóteles a enseñar a su hijo y a los compañeros de su hijo. A medida que la reputación de la escuela de Pela creció, Felipe II motivó a los nobles de Grecia a enviar sus hijos a Pela, lo que no sólo mejoró la reputación de la nación, sino que también le proveyó a Felipe valiosos rehenes, lo que evitó que los griegos lo atacaran.
En ese momento, Grecia no era una nación unificada, sino una confederación informal de polis, cada una de las cuales tenía su propia deidad patronal, su estructura social, su moneda y su gobierno propios. Estas polis a veces se aliaban y a veces guerreaban entre sí. Su único vínculo común era el lenguaje y, en mayor o menor medida, su sistema de creencias religiosas. Celebraban festivales diferentes en diferentes épocas del año, y hacían la guerra de diferentes maneras.
Algo en lo que sí estaban de acuerdo era en su aversión a los extranjeros, a quienes se referían como "bárbaros", lo que significaba cualquiera que no hablara griego. En ese momento, la cultura griega abarcaba todos los aspectos de la civilización, desde la literatura hasta la filosofía, la ciencia, la arquitectura, las artes, las matemáticas, la astronomía, el derecho, la medicina, la guerra, etc. Los griegos estaban justamente orgullosos de sus logros intelectuales y tendían a menospreciar a quienes no eran griegos.
En la región de Macedonia se hablaba un dialecto del griego, pero sus pobladores eran considerados bárbaros, porque a los griegos les parecía que aquellos no tenían ninguna cultura. Macedonia era considerada una buena región para la extracción de materias primas, pero no mucho más que eso, hasta que Felipe II estableció la escuela en Pela e, incluso entonces, la reputación de la escuela se debió a los eruditos griegos que Felipe empleó, mas no de ningún macedonio.
Simultáneamente, Felipe fomentaba la educación y la cultura en su capital, a pesar de que estaba reorganizando su ejército y agrandándolo, pero los griegos no parecían darse cuenta de ello. Se dieron cuenta de su poderío militar en 356 a.C., durante la llamada tercera guerra sagrada, en la que derrotó a los fócidos que habían tomado posesión del sitio sagrado de Delfos. En la batalla del Campo de Azafrán, en 352 a.C., derrotó por completo a los fócidos y luego, participó en una serie de campañas entre 355-348 a.C., en las cuales capturó varias ciudades griegas, y le cambió el nombre a la ciudad de Crénides, llamándola Filipos en honor a sí mismo.
El orador ateniense Demóstenes (c.384-322 a.C.) pronunció una serie de discursos denunciando a Felipe II, más no logró detener el creciente poder de Macedonia. Las polis griegas continuaron la guerra entre sí, mientras que Felipe II fácilmente se apoderaba de las ciudades de ellos y aumentaba su propio tesoro. En la batalla de Queronea en 338 a.C., Felipe II y su hijo de 18 años, Alejandro, derrotaron a las fuerzas combinadas de Atenas y Tebas, victoria que le permitió formar el congreso panhelénico con él mismo como cabeza, el cual estableció la paz y eficazmente puso a Grecia bajo control macedonio. No obstante, Felipe no disfrutó de su gran victoria durante mucho tiempo, ya que fue asesinado en 336 a.C. y Alejandro tomó el trono.
Las campañas de Alejandro Magno
Alejandro heredó no sólo un vasto ejército permanente, sino un abundante tesoro, una infraestructura y toda una nación sujeta a su voluntad. No necesitaba hacer regateos o concesiones con ningún otro país para establecer sus políticas. Tenía suficiente poder y riqueza para hacer lo que quisiera y se determinó cumplir el deseo de su padre de conquistar Persia y derrocar lo que entonces era el imperio más grande del mundo.
Alejandro cruzó de Grecia a Asia Menor en 334 a.C. con un ejército de 32.000 soldados de infantería y 5.100 de caballería, y saqueó la ciudad de Baalbek y tomó la de Éfeso. En 333, en la batalla de Iso, derrotó a Darío el Grande de Siria, pero no logró capturarlo. Procedió a quitarles Siria a los persas en 332 a.C. y Egipto en 331 a.C. A lo largo de todas estas campañas, Alejandro difundió la cultura griega, al tiempo que permitía que los pueblos de las diferentes regiones siguieran adorando los dioses de su predilección y conduciéndose a su antojo. Esto siempre y cuando no le causaran problemas y mantuvieran sus vías de suministro abiertas, mientras que él investigaba y documentaba la cultura y otros aspectos de cada territorio. El académico Ian Worthington comenta:
Homero fue la biblia de Alejandro y llevó con él la edición de Aristóteles a Asia... Durante sus campañas, Alejandro siempre se empeñó en investigar todo lo posible acerca de los territorios por los que pasaba. Llevó consigo un séquito de científicos para documentar y analizar esa información, desde botánica, biología, zoología y meteorología, hasta topografía. Su deseo de aprender, y de que la información se registrara de la manera más científica posible, probablemente se derivó de las enseñanzas y el entusiasmo de Aristóteles. (34-35).
En 331 a.C., Alejandro derrotó decisivamente a Darío en la batalla de Gaugamela y se convirtió en gobernante supremo de las regiones que anteriormente pertenecían al imperio persa. Adoptó el título de Shahanshah (rey de reyes) e introdujo las costumbres persas en su ejército mientras que, al mismo tiempo, compartía la cultura griega con el pueblo de Persia. Llevó esta cultura con él a la India en su invasión del 327 a.C., que se detuvo solamente porque sus hombres lo amenazaron con amotinarse si no daba marcha atrás. Supuestamente, Alejandro estaba contemplando la posibilidad de otra campaña para expandir su imperio, cuando murió en junio de 323 a.C., después de diez días de sufrir de fiebre. Como no nombró un sucesor, sus cuatro generales dividieron su imperio entre ellos.
Los diádocos y la helenización
En un comienzo, los generales Lisímaco, Casandro, Ptolomeo, y Seleuco estuvieron un tiempo luchando entre sí por obtener más territorio, pero incluso mientras devastaban el territorio con sus batallas, su misma presencia en la región alentó la difusión de la helenización iniciada por Alejandro.
Indudablemente, el más exitoso de estos cuatro, en este sentido, así como en otros fue Ptolomeo I (r. 323-282 a.C.). Mientras que los otros tres continuaron sus guerras entre sí (e inclusive contra otros oficiales de Alejandro o miembros de su familia), Ptolomeo I hizo un intento genuino de promover la visión de Alejandro de un mundo multicultural. Sus esfuerzos en Alejandría produjeron una mezcla casi perfecta de las culturas egipcia y griega, tal como se personificó en su dios personal, Serapis.
Serapis fue producto del sincretismo de dioses egipcios y griegos (Osiris, Apis, y Zeus) y su culto fue establecido por Ptolomeo I como una religión del estado. Aunque otros dioses continuaron siendo venerados, Ptolomeo promovió el culto a Serapis construyendo el gran templo o serapeo de Alejandría, y la biblioteca hermana que lo acompañaba. La biblioteca atrajo eruditos de todo el mundo y catapultó Alejandría como un centro de aprendizaje que rivalizaba incluso con Atenas. Bajo Ptolomeo I, comenzó la construcción del Faro de Alejandría (una de las siete maravillas del mundo antiguo) y la ciudad, así como toda la región bajo su control, prosperó.
A medida que las guerras de los diádocos se apaciguaron y terminaron, la influencia helénica continuó extendiéndose por sus regiones y las dedicatorias, las estatuas, la arquitectura y las inscripciones griegas se han hallado en abundancia en cada lugar. La Biblioteca de Alejandría creció constantemente hasta convertirse en el principal centro de aprendizaje del mundo antiguo, atrayendo eruditos de todas partes quienes regresaban a sus ciudades y pueblos nativos habiendo sido inspirados por las creencias helénicas y los métodos científicos. El teatro griego floreció a lo largo y ancho de los territorios conquistados por Alejandro, y luego, en poder de sus generales y los anfiteatros construidos durante el período helenístico exhiben características netamente griegas, independientemente de la nacionalidad del arquitecto o del país en que fueron construidos. Un ejemplo de esto es Alejandría de Oriana al borde de Bactria, hoy en día Afganistán.
La lengua griega introdujo su en lo que fue el imperio persa, influyendo así en el pensamiento filosófico y la literatura de la región. De igual forma ocurrió en el área conocida como Palestina, donde la literatura griega encontró cabida en el pensamiento religioso y las Escrituras del judaísmo y, más tarde, en las del cristianismo. De hecho, la helenización inspiró una de las fiestas judías más populares, la Janucá, que celebra la liberación del templo de Jerusalén de manos de los griegos sirios bajo Antíoco IV Epífanes (175-164 a.C.) quien, según la historia tradicional, trató de imponerle al pueblo judío los dioses helénicos, lo que instigó la revolución macabea de c.168 a.C.
No obstante, la erudición reciente sugiere que la revolución fue en realidad una guerra civil entre las facciones judías: los judíos helénicos que abrazaban los valores griegos y los tradicionalistas que se resistieron a ellos. Según esta versión de la historia, Antíoco IV Epífanes se involucró en esta guerra civil en respaldo de los judíos helenísticos y se considera que su participación fue forzosa, lo cual contradice la historia tradicional en la que se le describe como aquel que quiso imponer su voluntad sobre el pueblo judío de Palestina. De cualquier manera, el helenismo jugó un papel crucial en la revolución de los macabeos, quienes más tarde fundarían la dinastía asmonea que, a través de sus guerras con el vecino reino de Nabatea, atraería la atención de Roma y conduciría a la eventual conquista romana de la región.
El pensamiento helenístico es evidente en las narrativas que componen los libros de la Biblia, ya que las Escrituras hebreas fueron revisadas y canonizadas durante el segundo período del templo (c.515 a.C.-70 d.C.), la última parte del cual fue durante el período helénico de la región. Los evangelios y epístolas del Nuevo Testamento cristiano fueron escritos en griego y se basan en la filosofía y la religión griegas como, por ejemplo, el primer capítulo del Evangelio de Juan, en el que el Verbo se hace carne, lo cual es un concepto platónico.
La propagación de la influencia y el idioma griegos también se observa en la acuñación de las monedas. Los retratos se hicieron más realistas, y el anverso de las monedas se utilizaba a menudo para mostrar una imagen propagandística, la conmemoración de un evento o la imagen de un dios predilecto. El uso de retratos de estilo griego, así como de la lengua griega, continuó durante el período partio (247 a.C..-224 d.C.), incluso cuando el griego ya había entrado en decadencia como lengua.
Con el surgimiento de la república de Roma y luego el imperio romano, la lengua, las actitudes, la filosofía, el pensamiento y la cultura general griegos se extendieron aún más. Los romanos adquirieron de los griegos una gran parte de su civilización y, a medida que conquistaron varias regiones que antes habían estado en manos de los generales de Alejandro, promovieron el pensamiento y la cultura helénica.
Los romanos estaban lejos de ser tolerantes con las creencias de otras naciones, a menos que estuvieran estrechamente relacionadas con las suyas. La adhesión al pensamiento helénico, por lo tanto, para los ciudadanos de estas regiones era una alternativa popular a la persecución. El pensamiento, la lengua y la cultura griegos se extendieron hacia el norte a Europa a través del comercio y, además, por la conquista romana de regiones como la Francia moderna, España y Gran Bretaña, helenizando así todo el mundo antiguo e influyendo en prácticamente todas las culturas que han contribuido a la formación del aprendizaje y del pensamiento del mundo actual.