Verdades envueltas en ficción: la Literatura Naru Mesopotámica

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Miriam López
Publicado el 29 noviembre 2019
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Disponible en otros idiomas: inglés

La originalidad en las composiciones literarias del mundo antiguo no tenía el mismo peso y valor que hoy. En los últimos siglos, se ha alabado a los autores por la creación de obras originales y se les ha ridiculizado cuando plagiaban una obra o la hacían pasar por un relato auténtico (especialmente uno contado en primera persona) cuando no lo era.

Este paradigma no funcionaba en el mundo antiguo. En la actualidad, un autor crea una obra original esperando atraer el interés de la mayoría del público lector y que se convierta en un best-seller. En el mundo antiguo, un autor podía asumir la identidad de una persona ya famosa, escribir un relato con su nombre y desde su punto de vista, y presentarlo al público lector como un relato autorizado y en primera persona.

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Relief of King Ashurnasirpal II
Relieve del rey Asurnasipal II
Wally Gobetz (CC BY-NC-ND)

En Mesopotamia, este tipo de obras eran muy populares, como lo serían en un futuro en otras culturas, este género literario se conoce hoy día como "literatura naru". Las historias creadas por los escritores de este género sustituyeron cualquier verdad histórica existente y, con el tiempo, se convirtieron en la verdad. Este parece haber sido el efecto de gran parte de la literatura naru. El mito, con el tiempo, se convirtió en la realidad. A este respecto, el erudito Gerdien Jonker escribe:

Los antiguos escritores no tenían intención de engañar con sus creaciones literarias. La literatura inspirada en los relatos naru era un excelente medio con el que, apartándose de las formas tradicionales, se podía crear una nueva "imagen" social del pasado. (95)

La literatura naru y la Biblia

Se debate si tales obras fueron aceptadas como relatos verdaderos por la gente de la época, pero si se tienen en cuenta las narraciones relativas a la vida de Jesucristo (tanto los relatos evangélicos que componen los cuatro primeros libros del Nuevo Testamento como los que fueron excluidos) parece bastante probable que sí lo fueran.

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Los relatos evangélicos encajan perfectamente en la tradición de la literatura naru.

Ninguno de los manuscritos existentes que detallan la vida y enseñanzas de Jesús fue escrito por quienes vivieron los acontecimientos de primera mano, sino después de que las misiones evangélicas de San Pablo ya establecieran la naturaleza divina de Jesús y el propósito de su misión (aproximadamente entre los años 50-90 d.C.). Esto no quiere decir que esos relatos no sean veraces, sino que probablemente no sean verdades históricas. Los relatos evangélicos encajan perfectamente con la tradición de la literatura naru.

Al igual que las obras mesopotámicas, no las escribieron testigos presenciales de los hechos (cuyos nombres se han aceptado como autores) y se valen de personas y acontecimientos históricos conocidos para dar credibilidad a la narración. Su objetivo final no era ser "historia", sino relatar la vida de un hombre santo que había impresionado a la gente.

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Mateo, Marcos, Lucas y Juan no eran los nombres de los autores de los cuatro evangelios canónicos, dichos nombres se eligieron a propósito por su peso ante un público que les relacionaría con Jesús. Si bien esto puede molestar a los lectores actuales, no habría sido tan importante para el público de la época, que parece haber aceptado las obras como compuestas por hombres que habían conocido a Jesús y escuchado sus enseñanzas.

Cuando se escribieron los relatos evangélicos, ya se conocía la historia del ministerio de Jesús, en diversas formas. El propósito de los manuscritos que se conocen como los evangelios, tal y como afirma el Libro de Lucas, es ofrecer relatos autorizados de la vida y las enseñanzas de Jesús, pero el hecho de que Lucas comience la narración señalando que hay muchas versiones diferentes de la historia (que su narración corregirá) sugiere con fuerza un personaje central cuya vida se prestaba a muchas interpretaciones diferentes:

Muchos han emprendido la tarea de redactar una relación de las cosas que se han cumplido entre nosotros, tal como nos las transmitieron aquellos que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la palabra. Teniendo esto en cuenta, ya que yo mismo he investigado cuidadosamente todo desde el principio, también decidí escribir un relato ordenado para ti, excelentísimo Teófilo, para que llegues a tener plena seguridad de lo que te enseñaron. (Lucas 1:1-4)

El libro de Lucas es el único evangelio en el que el narrador no se presenta a sí mismo (o, según algunos autores) como testigo de los acontecimientos descritos. Declara su propósito de proporcionar "un relato ordenado" de la vida de Jesús para que el lector pueda discriminar entre este relato y otros que pudieran haber circulado en la época. El autor del Libro de Lucas deja claro desde el primer párrafo que no se trata de un relato de testigos no es un relato hecho por testigos, aunque es la excepción a la regla.

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Evangelist Portrait of Luke
Retrato de Lucas Evangelista
Walters Art Museum Illuminated Manuscripts (CC BY-NC-SA)

Los otros tres evangelios canónicos y los no incluidos en la Biblia se presentan como relatos de primera mano. Esto no es exclusivo de los relatos evangélicos del Nuevo Testamento, ya que algunas de las epístolas atribuidas a Pablo también se consideran obras de autores anónimos que escriben al estilo de Pablo (del mismo modo que el poema El Escudo de Heracles fue escrito al estilo de Hesíodo del siglo VIII a.C. y aceptado durante mucho tiempo como obra suya), sobre todo el Libro de los Hebreos

La Canción de Salomón (también conocido como el Cantar de los Cantares) del Antiguo Testamento es otro ejemplo del modelo literario de Naru, ya que el libro comienza en el capítulo 1:1 con la frase "El Cantar de los Cantares, que es de Salomón". La obra se ha fechado entre los siglos VI y III a.C., mientras que Salomón vivió hacia el 970 y el 931 a.C.. Sin duda, pudo haber escrito una versión anterior de El Cantar de los Cantares, pero se cree que alguien la creó posteriormente aprovechando su famoso nombre. Este mismo paradigma se aplica a libros de la Biblia como el Eclesiastés, los Proverbios y los Salmos, que se suelen atribuir a Salomón o a su padre, el rey David, pero que muy probablemente fueron escritos, o recopilados, por autores posteriores.

El paradigma naru en Platón

Este mismo patrón de la literatura naru se observa en las obras de Platón, en las que presenta a su maestro Sócrates en situaciones que a un lector u oyente le parecerían narradas por un testigo real de los hechos. Aunque Platón se sitúa en el jurado en el diálogo de la Apología, los estudiosos han cuestionado que lo que dijo Sócrates ese día coincida con la versión de los hechos de Platón, ya que Jenofonte (430 - hacia 354 a.C.) da una versión diferente del juicio y, en el diálogo del Fedón de Platón, que relata las últimas horas de la vida de Sócrates, el autor afirma que no estuvo presente, pero hace un relato bajo el nombre de un compañero de estudios, Fedón.

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Se dice que el Fedón histórico repudió el diálogo por considerarlo ficción, pero eso no impidió que el diálogo de Fedón (o el Libro del Alma de Platón, como se conocía) fuera ampliamente leído y apreciado. La originalidad en la composición puede haber tenido sus recompensas personales para el escritor, pero, a la hora de publicarlo, lo más importante era tener un nombre reconocible. Fedón había sido un esclavo al que Sócrates liberó para que pudiera estudiar filosofía y, tras la muerte de su maestro, fundó su propia escuela y fue tan conocido en Atenas como Platón.

Plato
Platón
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Aunque Platón no necesitaba ayuda para encontrar un público para su obra, un diálogo con el popular Fedón como protagonista habría tenido un gran atractivo. No importaba si Platón o Fedón estuvieron presentes en la celda de Sócrates durante sus últimas horas, el diálogo en el que Fedón cuenta la historia de ese día se ha convertido en verdad histórica.

El propósito de la literatura naru

Al igual que muchas prácticas, conceptos e inventos, el hecho de escribir historias supuestamente verdaderas que uno mismo no había vivido, se originó en Mesopotamia en el género de la literatura naru. Según el estudioso O.R. Gurney:

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Un naru era una estela grabada en la que un rey dejaba constancia de los acontecimientos de su reinado; los rasgos característicos de una inscripción de este tipo son una autointroducción formal del escritor con su nombre y títulos, una narración en primera persona y un epílogo que suele consistir en maldiciones a cualquier persona que pueda desfigurar el monumento en el futuro y bendiciones a quienes lo honren. La llamada "literatura naru" consiste en un pequeño grupo de inscripciones naru apócrifas, compuestas probablemente a principios del segundo milenio a.C., pero en nombre de reyes famosos de una época pasada. Un ejemplo muy conocido es La leyenda de Sargón de Acad. En estas obras se conserva la forma del naru, pero el argumento es leyenda o incluso ficción. (93)

Los estudiosos debaten continuamente si estos relatos deberían llamarse correctamente "literatura naru" o "autobiografía de ficción", pero, sea cual fuere el término, las obras se representan a propósito como relatos en primera persona de un acontecimiento significativo del que se supone que el público aprende alguna información importante, ya sea la "verdad" de los acontecimientos históricos, una moraleja religiosa o alguna lección útil para los que escuchaban los relatos. El término "literatura naru" proviene de "naru", según explica el académico Gerdien Jonker:

La palabra naru se utiliza como nombre de diversos objetos, originalmente mojones, piedras conmemorativas y monumentos. En los albores del segundo milenio, dos tipos de objetos inscritos recibieron la denominación de naru: las tablillas que acompañaban a los regalos y las tablillas utilizadas para las inscripciones de los edificios. A finales del tercer milenio, el naru desempeñaba principalmente un papel en las transacciones religiosas; a principios del segundo milenio se convertiría no sólo en el portador real sino también en el simbólico de la memoria. (90)

Como portadores de la memoria real, la literatura naru tenía un enorme significado para los que escuchaban los relatos, sobre todo en las historias relativas a los grandes reyes del Imperio Acadio, Sargón el Grande (reinó entre 2334-2279 a.C.) y su nieto Naram-Sin (reinó entre 2261-2224 a.C.). Estos dos personajes, más que ningún otro de la antigua Mesopotamia, son los que más destacan en la posterior literatura naru de la región. La Leyenda de Sargón de Acad, mencionada anteriormente por Gurney, se presenta como la autobiografía de Sargón (aceptada como tal por el público de la antigüedad), pero lo más probable es que se trate de un relato de leyenda difundido en un esfuerzo por ganarse los corazones y las mentes de la población sumeria de clase baja a la que Sargón quería apoyar en la conquista de Sumer.

Akkadian Ruler
Gobernante acadio
Sumerophile (Public Domain)

Se presenta a sí mismo como el hijo ilegítimo de una sacerdotisa, a la deriva en el río Éufrates poco después de su nacimiento, rescatado por un jardinero y luego, con la ayuda de la diosa Inanna, ascendiendo hasta convertirse en rey de Acad. En la época en que Sargón llegó al poder, en el año 2334 a.C., Sumer era una región que acababa de unirse bajo el rey de Umma (y más tarde de Uruk), Lugalzagesi, e incluso entonces no era una unión cohesionada. Antes de la conquista de Lugalzagesi, las ciudades sumerias estaban frecuentemente en guerra entre sí, compitiendo por recursos como el agua y los derechos sobre la tierra. Para complicar aún más la situación, estaba la discrepancia entre los ricos y los pobres. La historiadora Susan Wise Bauer escribe al respecto, comentando:

La conquista relativamente rápida de toda la llanura mesopotámica por parte de Sargón es sorprendente, dada la incapacidad de los reyes sumerios para controlar cualquier área mucho más grande que dos o tres ciudades [pero los sumerios] estaban sufriendo un aumento de la brecha entre el liderazgo de la élite y los trabajadores pobres. [Los ricos] utilizaban su poder religioso y secular combinado para reclamar para sí hasta tres cuartas partes de la tierra en cualquier ciudad. La conquista relativamente fácil de la zona por parte de Sargón (por no hablar de sus constantes quejas sobre su propia procedencia no aristocrática) puede revelar un exitoso llamamiento a los miembros oprimidos de la sociedad sumeria para que se pasen a su lado. (99)

Presentándose como un "hombre del pueblo", pudo conseguir apoyo para su causa y tomó Sumer con relativa facilidad. Una vez que el sur de Mesopotamia estuvo bajo su control, pasó a crear el primer imperio multinacional de la historia. El hecho de que su reinado no fuera siempre popular, una vez afianzado en el poder, queda atestiguado por el número de revueltas que, según sus inscripciones, tuvo que afrontar. Sin embargo, al principio, su atractivo fue grande para la gente que estaba cansada de que los ricos vivieran a su antojo a costa de la clase baja trabajadora.

Se cree que el posterior monarca persa Darío I (el Grande, reinó entre 522-486 a.C.) se inspiró en el ejemplo de Sargón en su Inscripción de Behistun (encargada hacia el 520 a.C.), en la que relata su ascenso al poder. Varios estudiosos modernos afirman que Darío I usurpó el trono del Imperio Aqueménida pero, según su inscripción, su ascenso se debió a la gracia divina conferida por el dios supremo Ahura Mazda y, además, simplemente estaba destituyendo a un usurpador sin ley que no tenía derecho a gobernar. Que Darío I dijera la verdad no tiene importancia porque su reinado fue tan eficaz e impresionante que solo por eso le otorgaba legitimidad.

Ejemplos famosos de literatura naru

Otras obras de la literatura naru del segundo milenio a.C., como las de Naram-Sin, dejaban claro el papel de los dioses en la vida de las personas y cómo había que comportarse en el trato con la divinidad. La obra conocida como La Gran Revuelta, una especie de ficción histórica, hace uso de las rebeliones históricas contra el primer gobierno de Naram-Sin, pero luego maquilla los hechos para impresionar al público el ingenio militar de Naram-Sin y la naturaleza ingrata de la ciudad de Kish, que se rebeló contra él. En la Leyenda de Cutha (también conocida como la Leyenda de Cutha y la Leyenda de Kutha), también del segundo milenio a.C., la atención se centra en la importancia de escuchar y obedecer la voluntad de los dioses.

En esta historia, el reino de Naram-Sin es invadido por un ejército de criaturas aparentemente sobrehumanas (asociadas, por su descripción, aunque no por su nombre, con los guti). Destruyen todo a su paso y parecen ser invencibles. Naram-Sin envía a uno de sus soldados a pinchar a una de las criaturas con un cuchillo para ver si sangra. Cuando el soldado regresa e informa de que la criatura ha sangrado, Naram-Sin sabe que, si sangran, se les puede matar. Entonces consulta a los dioses para descubrir su voluntad en esta situación y si debe atacar a los invasores.

Akkadian Soldier on Naram-Sin Victory Stele from Wasit
Soldado acadio en la estela de la victoria de Naram-Sin de Wasit
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

El oráculo le dice que no ataque, y tampoco recibe ninguna palabra de los dioses en sus sueños. Aun así, ignora los deseos de los dioses diciendo:

¿Qué león practicó alguna vez la adivinación? ¿Qué lobo consultó a un intérprete de sueños? Déjame ir como un bandido, siguiendo el consejo de mi propio corazón. Dejadme ignorar el consejo del dios; dejadme asumir la responsabilidad por mí mismo. (líneas 80-83)

Envía 120.000 soldados contra los invasores y "ni uno de ellos regresó con vida" (línea 85). Siguiendo su corazón, envía 90.000 tropas y tampoco vuelve ninguna. Creyendo que la tercera vez será diferente, envía otros 60.700 soldados, pero también mueren en la batalla. En ese momento, el rey se da cuenta de que no ha elegido bien y exclama:

¿Qué he dejado como legado de mi reinado? Soy un rey que no ha cuidado de su tierra, y un pastor que no ha cuidado de su pueblo. ¿Cómo puedo seguir adelante? ¿Cómo puedo salvar el país? (líneas 90-93)

Naram-Sin se humilla entonces ante los dioses en el Festival de Año Nuevo y busca su voluntad. Cuando se encuentra con los invasores, en forma de doce soldados que ha capturado, jura que no procederá al castigo hasta que haya escuchado la voluntad de los dioses. Los dioses le dicen que no haga daño a los prisioneros y, además, que no haga nada para repeler a los invasores porque el gran dios Enlil tiene planes para destruirlos él mismo y que por eso le habían dicho al principio que no atacara a sus enemigos.

Enlil, le dicen, se encargará de las fuerzas invasoras y "las levantará para el mal". Esperan el corazón furioso de Enlil" (líneas 131-132). Naram-Sin acepta la voluntad de los dioses y les entrega los prisioneros en el templo. La obra termina con la advertencia de que quien la lea en el futuro debe prestar atención al mensaje y escuchar la voluntad de los dioses en lugar de confiar en el consejo de su corazón y hacer lo que le parezca mejor.

Como en La Gran Revuelta, el mensaje tendría sentido para la nobleza y para el pueblo llano. Aunque la obra termina con un discurso dirigido a un gobernante, habría sido bien recibida por cualquiera que la oyera, al igual que se reciben las lecturas de la Biblia en la actualidad. El mensaje es el mismo que se encuentra en el libro bíblico de los Proverbios 3:5: "Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia". Naram-Sin, al principio de la historia tan arrogante como para considerarse más sabio y capaz que sus dioses, se humilla al final y aparentemente ha escrito esta inscripción como advertencia a los demás.

Victory Stele of Naram-Sin
Estela de la victoria de Naram-Sin
Jan van der Crabben (CC BY-NC-SA)

Otra obra protagonizada por Naram-Sin que parece que fue muy popular fue La maldición de Agade, que explica por qué los dioses destruyeron la ciudad de Acad. Aunque esta obra no es técnicamente literatura naru (no está contada en primera persona ni sigue la progresión estándar de las inscripciones), deriva del género, y algunos estudiosos (como Gerdien Jonker) la consideran parte del género naru, ya que algunos de esos relatos también están escritos en tercera persona.

La ciudad de Acad fue la sede del imperio acadio (2334-2083 a.C.), que cayó ante una invasión de los guti en 2083 a.C. Más tarde se convirtió en la base de historias y leyendas y siguió inspirándolas durante milenios. La Maldición de Agade explica por qué los guti la destruyeron y la inutilidad de desafiar la voluntad de los dioses porque solo ellos conocen sus planes que los humanos no pueden saber.

En este relato, el dios Enlil aleja su gracia de Acad y Naram-Sin clama explicaciones a los cielos durante siete años. Finalmente, frustrado por el silencio de los dioses, toma cartas en el asunto. Los conocedores de la Biblia reconocerán en el siguiente movimiento de Naram-Sin la antítesis de Job, que se negó a maldecir a Dios y a morir y siguió creyendo que su redentor vivía. Naram-Sin, cansado de no recibir respuesta a sus oraciones ni reparación de su sufrimiento, moviliza su ejército y marcha hacia la ciudad sagrada de Enlil, Nippur, donde destruye el Ekur, el templo de Enlil. "Pone sus palas contra sus raíces, sus hachas contra los cimientos hasta que el templo, como un soldado muerto, cae postrado" (Leick, La invención de la ciudad, 106). A continuación, destruye incluso las ruinas.

La maldición de Agade está narrada en tercera persona, pero siempre desde el punto de vista de alguien que ha sido testigo de los acontecimientos que describe.

Este ataque, por supuesto, provoca la ira no sólo de Enlil sino de los otros dioses que envían a los guti ("un pueblo que no conoce la inhibición, con instintos humanos pero con inteligencia canina y con rasgos de mono" (Leick, 106)) para invadir y arrasar Acad. Hay una hambruna generalizada tras la invasión de los guti, los muertos permanecen descomponiéndose en las calles y en las casas, y la ciudad está en ruinas y así, según el relato, termina la otrora gloriosa ciudad (y el imperio) de Acad por culpa de la arrogancia y la falta de fe del rey.

La Maldición de Agade está narrada en tercera persona, pero desde el punto de vista de alguien que fue testigo de los acontecimientos que describe. En el registro histórico real, no hay pruebas de que Naram-Sin haya saqueado Nippur o destruido el templo de Enlil. La erudita Gwendolyn Leick, entre otros, ha sugerido que La maldición de Agade es una obra escrita más tarde, probablemente antes del 2047 a.C., para expresar "una preocupación ideológica por la correcta relación entre los dioses y el monarca absoluto" (Leick, 107), cuyo autor eligió Acad y Naram-Sin como temas porque, por aquel entonces, eran legendarios.

Según la evidencia histórica, Naram-Sin honraba a los dioses y era muy piadoso. El autor de La maldición de Agade no tenía en cuenta cómo era el rey histórico ni lo que hacía, lo importante era la moraleja de la historia, no las verdades históricas que no se ajustaban a ese relato.

Conclusión

Una vez más, como ya se ha mencionado, para un lector moderno esta práctica puede verse como deshonesta, pero para un antiguo oyente del relato lo importante era el mensaje de la historia, no los "hechos" que contenía. Platón habla de ello en su obra República, Libro II, cuando aborda el concepto de la Mentira Verdadera (también conocida como la Mentira en el Alma). Al hablar de varios tipos de falsedades, hace decir al personaje de Sócrates

Mientras que la mentira en las palabras es en ciertos casos útil y no odiosa; en el trato con los enemigos - eso sería un ejemplo; o también, cuando los que llamamos nuestros amigos en un ataque de locura o ilusión van a hacer algún daño, entonces es útil y es una especie de medicina o preventiva; también en los cuentos de la mitología, de los que estábamos hablando ahora - porque no sabemos la verdad sobre los tiempos antiguos, hacemos la falsedad lo más parecida a la verdad que podemos, y así la hacemos valer. (378-382d)

La mitología siempre ha explicado a los seres humanos cómo funciona el mundo, de dónde vienen las personas, por qué están aquí, y la mitología siempre ha sido aceptada por quienes escuchan los relatos, ya sea en su totalidad o en parte, literalmente o en sentido figurado, como transmisora de la verdad. Tanto en el mundo antiguo como en el moderno, los seres humanos necesitan sentirse seguros en sus vidas y creer que hay alguna finalidad en levantarse cada día y salir al mundo. Ya sea en la filosofía o en la religión, en Platón o en la Biblia, o en la propia experiencia y en el progreso de la investigación científica, uno sigue buscando algún tipo de seguridad de que el mundo, y la propia vida, tienen sentido y propósito.

La literatura naru en la antigua Mesopotamia proporcionaba esa seguridad al ofrecer a los lectores una comprensión del mundo gobernado por dioses que se preocupaban por las decisiones y acciones humanas. En una obra como La leyenda de Sargón de Acad, esa lección podría ser que uno puede ascender desde unos comienzos desafortunados, con la ayuda de los dioses, hasta convertirse en rey, mientras que en La leyenda de Cutha el mensaje podría resumirse en las líneas del libro bíblico del Eclesiastés 5:2: "No te precipites con tu boca, y que tu corazón no se apresure a decir nada ante Dios: porque Dios está en el cielo, y tú en la tierra; por tanto, que tus palabras sean pocas".

La literatura naru se valía de épocas históricas pasadas para transmitir mensajes con significado a un público ávido del mismo; era irrelevante el que los detalles de esas historias fueran ciertos, siempre y cuando el mensaje resonara en los corazones de quienes las escuchaban. En este sentido, la literatura naru desempeñaba un papel vital en la sociedad al transmitir valores culturales centrales a través de historias dramáticas y memorables. Como se ha señalado, este mismo paradigma sería seguido por escritores posteriores de otras culturas para imprimir un valor cultural, filosófico o religioso importante ante el público.

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Sobre el traductor

Miriam López
I'm a translator and interpreter in an ever-changing world. I love languages and getting to know other cultures. Travelling has become the nearest way to learn from each other these days.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2019, noviembre 29). Verdades envueltas en ficción: la Literatura Naru Mesopotámica [Truths Wrapped in Fiction: Mesopotamian Naru Literature]. (M. López, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-749/verdades-envueltas-en-ficcion-la-literatura-naru-m/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Verdades envueltas en ficción: la Literatura Naru Mesopotámica." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 29, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-749/verdades-envueltas-en-ficcion-la-literatura-naru-m/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Verdades envueltas en ficción: la Literatura Naru Mesopotámica." Traducido por Miriam López. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 29 nov 2019. Web. 19 abr 2024.

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