Los viajes de Pablo el apóstol, como lo relata el Nuevo Testamento en el Libro de los Hechos, comenzaron con su experiencia de conversión camino a Damasco, después de lo cual, en vez de tratar de impedir el crecimiento del movimiento cristiano, ayudó a propagarlo. Sus cuatro viajes por tierra y por mar a través de grandes distancias del Mediterráneo y sobre vastas extensiones de tierras en Asia y Europa hicieron un total estimado de más de 16.000 kilómetros (10.000 millas).
Primer viaje misionero de Pablo
Después de la persecución en Jerusalén, Antioquía fue uno de los lugares a donde huían los cristianos y fue allí donde Pablo comenzó su primer viaje misionero. Anexada por Pompeyo el Grande en el año 64 d.C. y hecha la capital de la provincia romana de Siria, con una población estimada de 250.000 habitantes, Antioquía era una de las principales ciudades de Oriente, junto con Alejandría y Constantinopla. Situada en el extremo nordeste del Mediterráneo en el Camino Real persa, Antioquía se beneficiaba de su localización geográfica al final de la Ruta de la Seda y de su proximidad a Grecia, Anatolia e Italia. Tal y como mencionan los historiadores británicos Arnold Hugh Martin Jones, no sólo «su riqueza derivaba sobre todo de que era un centro de administración civil, militar y posteriormente eclesiástico de gran parte de Oriente Próximo, sino también de su posición en la ruta comercial de Asia al Mediterráneo» (The Oxford Classical Dictionary, página 103).
YA QUE EN LA ANTIGÜEDAD LOS VIAJEROS COMUNES se movían en BARCOS MERCANTES, EL TRAYECTO ACUÁTICO DEL VIAJE DE PABLO FUE A BORDO DE UN BARCO DE CARGA QUE REALIZABA TRANSACCIONES COMERCIALES.
Además de su propio vino y de su producción de aceite de oliva y como un centro para el abatanamiento de productos textiles, la seda de China, el lapislázuli de Afganistán, las telas e hilos teñidos del Levante y la seda tejida de Damasco podrían haber encontrado su camino a través de Antioquía para su distribución por todas las áreas al norte del Mediterráneo. Como se encontraba a orillas del río Orontes y al borde de una llanura fértil, Antioquía se comunicaba comercialmente con el puerto de Seleucia a 26 kilómetros (16 millas) río abajo en el Mediterráneo. Ya que en la Antigüedad los viajeros comunes se movían en barcos mercantes, el trayecto acuático del viaje de Pablo fue a bordo de un barco de carga que realizaba transacciones comerciales. Por consiguiente fue en Seleucia que Pablo se embarcó en un barco de carga con destino a la provincia de Asia, haciendo una parada en la isla de Chipre.
Chipre, con una localización geográfica destacada en el extremo oriental del Mediterráneo, también era conocido por su vino y producción de aceite de oliva. Un escenario para el comercio internacional hubiera sido una combinación de mercancías orientales cargadas junto a productos agrícolas y refinados acumulados en Antioquía. Luego, con una parada en Chipre para distribución parcial, los productos chipriotas habrían sido añadidos para su distribución final en Asia.
Con sus compañeros de fatigas el evangelista Bernabé y el sobrino de Bernabé, Juan Marco, Pablo desembarcó primero en Salamina en el extremo oriental de Chipre después de haber dejado la ciudad portuaria de Seleucia y navegado hacia el oeste en dirección a Asia. Como en muchas de sus paradas posteriores, Pablo visitó primero la sinagoga local, intentando una conversión de los judíos al cristianismo. De Salamina, dirigiéndose al oeste, habiendo caminado casi el largo de Chipre, Pablo y Bernabé llegaron a Pafos, su punto de partida para Asia. En Pafos, el procónsul Sergio Pablo llegaría a ser un converso.
Dirigiéndose a Asia desde Chipre, el barco donde se encontraba Pablo paró en Perge de Panfilia, hoy en el suroeste de Turquía. De Perge, Juan Marco partió a Jerusalén, mientras que Pablo y Bernabé siguieron adelante con destino a Asia. En su primera parada en Antioquía de Pisidia, en la sinagoga, Pablo predicó la historia de Israel al tiempo que entretejía la historia de Juan el Bautista y Jesús de Nazaret, dicho ser un descendiente de David, como el Salvador resucitado, hijo de Dios. Aunque al principio Pablo y Bernabé ganaron conversos judíos y gentiles, una facción de judíos opositores los expulsó de la ciudad.
En Iconio, con resultados mixtos similares, al conocer sobre un complot para matarlos, Pablo se dirigió a Listra. Como muchas personas en Listra eran devotos de los dioses y sus ídolos, Pablo predicó que ellos deberían convertirse de adorar «estas vanidades» a adorar al «Dios vivo» (Hechos 14:15). Cuando algunos judíos hostiles vinieron de Antioquía y de Iconio y se ganaron a la multitud, ambos grupos apedrearon a Pablo. Pensando que estaba muerto, lo arrastraron fuera de la ciudad. Cuando algunos discípulos fueron a recuperar el cuerpo, extraordinariamente Pablo se había recuperado y regresó a la ciudad. Al día siguiente, Pablo viajó hacia el este en dirección a Derbe. Terminando su misión en una nota más positiva, numerosas personas se congregaron en Derbe para escuchar el mensaje de Pablo. Habiendo decidido regresar a casa, los apóstoles volvieron sobre sus pasos a través de Listra, Iconio y Antioquía, no sin antes haber nombrado a ancianos en cada iglesia, y continuaron hacia Perge; entonces, después de predicar un poco allí, se embarcaron en un barco para hacer una corta travesía hacia el oeste en dirección a la ciudad portuaria de Atalia; luego, desde allí, navegaron de regreso a Seleucia; después viajaron el río Orentes arriba con destino a Antioquía.
Segundo viaje misionero de Pablo
El segundo viaje misionero de Pablo comenzó con una ruta terrestre. Después de que Pablo y Bernabé regresaran de Jerusalén, donde se decidió lo que se requería de los conversos gentiles, Bernabé se llevó a Juan a Chipre, mientras que Pablo se llevó a Silas a Asia. Dirigiéndose al norte, luego al oeste a través de Siria y Cilicia, él fortaleció las iglesias en el camino «exhortándoles a perseverar fieles en la fe» (Hechos 14:22). Cuando visitó Derbe y después Listra, Pablo tomó a Timoteo, un nativo de Listra, para que se uniera a ellos en sus viajes, quizás porque la ascendencia mixta de Timoteo podía hacer que los evangelistas atrajeran más el interés de los judíos y de los griegos.
EN ATENAS, ALGUNOS ESTOICOS Y EPICÚREOS FUERON A DEBATIR CON ÉL; ALGUNOS DECÍAN QUE ERA UN CHARLATÁN, OTROS QUE ESTABA PROMOVIENDO DIOSES EXTRANJEROS.
Presumiblemente, después de haber visitado Iconio y Antioquía de Pisidia, Pablo y sus compañeros viajaron al oeste. En Troas (o Tróade), Pablo se embarcó en un barco con destino al noroeste para desembarcar en Samotracia. A través de Neápolis caminó hasta la ciudad cercana de Filipos, una colonia romana en la via Egnatia, una vía principal que conectaba los Dardanelos y el Adriático. Al quedarse varios días en Filipos, Pablo hizo amistad y se alojó en casa de Lidia, una dama pudiente, una comerciante de telas de púrpura, cuya entera familia se convirtió haciéndose creyentes.
Pasando a través de Anfípolis y Apolonia de Iliria, Pablo articuló la fe cristiana en la sinagoga local de Tesalónica, donde se ganaron a algunos judíos y a muchos griegos. Aquellos en la oposición afirmaban que Pablo y Silas estaban plantando las semillas de la sedición al desafiar al emperador romano ya que abogaban por otro rey llamado Jesucristo. Posteriormente, un creyente llamado Jasón, quien alojó a los apóstoles, fue llevado a rastras ante los oficiales de la ciudad y lo hicieron pagar por la libertad bajo fianza de los apóstoles. Debido al peligro aparente a sus vidas, Pablo y su compañía se fueron esa misma noche hacia Berea. Los apóstoles encontraron que los de Berea eran más receptivos a su mensaje, pero cuando algunos judíos de Tesalónica vinieron a oponérseles, Pablo avanzó hacia Atenas, dejando a Silas y a Timoteo para que se reunieran con él más tarde.
En Atenas, después de sus acostumbrados esfuerzos iniciales en la sinagoga fue a predicar en el mercado. Algunos estoicos y epicúreos fueron a debatir con él; algunos decían que era un charlatán, otros que estaba promoviendo dioses extranjeros. Lo llevaron a una reunión en el Areópago, donde propuso que en vez de venerar objetos hechos a mano, la adoración debería estar dirigida hacia el solo creador, ubicuo, Dios vivo. Cuando expuso la idea de una resurrección, algunos de los que estaban allí reunidos se burlaron de él. Después de varios días predicando en Atenas, viendo que no avanzaba realmente, Pablo se fue a Corinto para predicar allí por año y medio. En Corinto, Pablo hizo amistad con Priscila y Aquila, quienes, con otros judíos, fueron expulsados de Italia por el emperador Claudio (reinó del 41 al 54 d.C.).
Después de que Silas y Timoteo llegaran a Corinto, Pablo decidió trabajar únicamente con los judíos. Aunque sus esfuerzos tropezaron con la oposición, Crispo, el líder de la sinagoga, y toda su familia, junto con muchos otros corintios, se convirtieron y fueron bautizados. Sin embargo, judíos hostiles llevaron a Pablo ante Galión, el procónsul de Acaya, afirmando que estaba violando sus leyes. Como sus alegaciones no eran conformes a la ley romana, Galión los desestimó. Llevándose a Priscila y a Aquila con él, Pablo se embarcó y se dirigió a Éfeso. Allí predicó con mejor acogida; los miembros de la sinagoga le pidieron que se quedara por más tiempo. Prometiendo que regresaría si así era la voluntad de Dios, dejó a Priscila y a Aquila para que continuaran en Éfeso. En el puerto corintio de Céncreas (o Cencrea), Pablo se embarcó en un barco con una larga trayectoria descendiente que se dirigía al centro de comercio internacional de Cesarea Marítima. De allí, como era su costumbre, primero visitó Jerusalén, 103 kilómetros (65 millas) al sudeste, antes de dirigirse hacia Antioquía, al norte.
En su tercer viaje, Pablo viajó a través de Asia, dándole ánimos y fortaleciendo a sus discípulos y pasó dos años evangelizando en Éfeso. Éfeso era el centro de culto a la diosa Artemisa. Su gran templo recibía ofrendas sustanciales y una religión competidora podría sustraer de eso. Aparte de esto, Hechos 19:23‑27 revela que había una gran demanda por los templecillos de plata de Artemisa (supuestamente para las casas y lugares de reunión). Demetrio, un platero y el principal artífice de los templecillos, incitó a los obreros de su mismo oficio contra Pablo, probablemente porque la predicación de Pablo contra la adoración de ídolos representaba una amenaza para su negocio. Añadiendo aún más problemas, Demetrio también explicó que el honor y el lugar de Artemisa y de su templo estaban amenazados. Furiosos, comenzaron a gritar: «¡Grande es Diana [Artemisa] de los efesios!». Moviéndose a través de la ciudad, su demostración fue creciendo rápida y significativamente al tiempo que agarraban a dos de los compañeros de viaje de Pablo provenientes de Macedonia y entraban en el Gran Teatro, gritando todavía. Pablo quiso dirigirse a la multitud; los discípulos no lo dejaron. Entonces, cuando Alejandro, un líder judío de buena reputación, intentó calmar al gentío, lo hicieron callar a gritos. Solamente cuando un escribano habló, lo que significaba ser castigados por Roma a causa de los disturbios, fue cuando la multitud lo escuchó. Pero, después de que la multitud se dispersara, los discípulos sabían que la vida de Pablo todavía estaba en peligro, así que él se fue rápidamente para comenzar las últimas etapas de su misión final.
De Éfeso, Pablo probablemente tomó la ruta marítima Troas-Filipos, se reunió con los discípulos de Macedonia, les ofreció palabras de aliento y entonces prosiguió a Acaya. Cuando estaba por zarpar hacia Siria rumbo a casa debido a un complot en su contra, decidió regresar por Macedonia. Con siete compañeros de viaje de la provincia de Asia (Anatolia Occidental), de Berea, de Tesalónica, de Derbe, incluido Timoteo de Listra, los discípulos fueron por adelantado a Troas para esperar a Pablo y a Silas, quienes los encontrarían después del Festival de los panes sin levadura (Pésaj).
En su viaje de regreso pasando por la parte superior del Egeo, Pablo se quedó siete días en Troas. Tal y como lo relata el Libro de Hechos 20:7‑12, durante la noche antes de su partida, los discípulos se habían reunido en un piso alto para escuchar hablar a Pablo. El encuentro debió haber sido concurrido; muchos querían verle antes de su partida. En un aposento del tercer piso, Pablo habló más tiempo que de costumbre, hasta la medianoche. Siendo la época del año apta para la navegación, probablemente era finales de primavera o verano. Debido al calor de tantos cuerpos abarrotados en un aposento alto o debido a los gases tóxicos de las lámparas, un joven que estaba sentado en el alféizar de una ventana se había quedado dormido. Cuando cayó tres pisos abajo a lo que todo el mundo creía era su muerte, Pablo lo llevó arriba en sus brazos y, para el gran consuelo de los discípulos, anunció que estaba vivo. Con su misión final terminando, Pablo conversó con los discípulos hasta el alba antes de salir para Jerusalén. De Troas, habiendo decidido irse caminando por tierra, Pablo envió a los otros por mar a Asón (o Aso de la Tróada), donde ellos volverían a reunirse.
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Típico de la actividad comercial, con tantas paradas de descarga y recogida de mercancías, el viaje de Pablo de regreso al este incluyó varios trayectos en el camino. De Asón, navegarían a Mitilene. El viaje de Mitilene a Mileto tomó tres días, con dos paradas: en Quío (o Quíos) y en Samos. Llegando a Mileto, un puerto jonio importante que prestaba servicio a Éfeso, con una escala aparente, Pablo tuvo tiempo de hacer que los ancianos de Éfeso vinieran a visitarlo. El viaje hacia el puerto licio de Pátara, un centro comercial para Anatolia, tuvo dos paradas en el camino, en Cos y en Rodas. En Pátara, Pablo se embarcó en otra nave para hacer la ruta directa más larga hacia Tiro. Mientras que su punto de desembarque habitual para Jerusalén era Cesarea, el barco donde se encontraba Pablo se paró en Tiro «porque el barco había de descargar allí» (Hechos 21:3). Pablo se quedó una semana en Tiro con los discípulos, luego se embarcó para Tolemaida (o Ptolemaida) donde se quedó un día. En Tolemaida se embarcó en una nave para Cesarea, su parada final por mar en su viaje misionero final.
A pesar de los peligros que lo esperaban en Jerusalén y de las advertencias de los discípulos en Tiro, Pablo fue a darle su acostumbrado informe a los ancianos y al apóstol Santiago. Después, mientras asistía a un rito de purificación en el templo, algunos judíos de la provincia de Asia lo agarraron, acusándolo de sedición. Entonces, cuando se produjeron disturbios alrededor del incidente, Pablo fue arrestado por el tribuno romano y detenido en la fortaleza romana. Queriendo oír los cargos contra Pablo, el tribuno lo llevó ante el Sanedrín y los sacerdotes principales. Mientras que algunos fariseos creían que él era inocente, otros conspiraron para matarlo. Cuando la conspiración fue descubierta, un regimiento de infantería y de caballería se llevó a Pablo a Antípatris y de ahí a Cesarea. En Cesarea, con audiencias ante Félix, el gobernador, y luego ante Festo, su sucesor, Pablo fue acusado por los sumos sacerdotes como «el cabecilla de la secta de los nazarenos» de comenzar disturbios y de profanar el templo (Hechos 24:5). Como Félix lo detuvo por dos años, sin prueba de los cargos, cuando llegó Festo, apeló para que su caso fuera oído en Roma.
Viaje final de Pablo
Tal y como fueron sus viajes misioneros, el viaje de Pablo a Roma no trascurriría sin incidentes. Era finales de otoño y el tráfico en el Mediterráneo estaba llegando a su punto muerto debido a las tormentas invernales. Pero un dueño de barco, queriendo ir un paso más allá, ordenó que una nave fuera cargada y preparada para navegar. Sumados a la carga había prisioneros y soldados bajo las órdenes de Julio, un centurión. Uno de esos prisioneros era Pablo.
Después de zarpar de Cesarea rumbo a Mira, un almacén central de granos, ellos pararon justo en la costa de Sidón para recoger más mercancía. Al zarpar de Sidón, la nave donde estaba Pablo se dirigió hacia el norte, pero esta vez, mientras se acercaba al ángulo nordeste del mar, en vez de girar fácilmente hacia el oeste, como lo sería durante los meses más cálidos, el barco recibió un duro golpe producido por los vientos del noroeste, lo que requirió que se navegara a sotavento de la isla de Chipre. Continuando hacia el oeste, con dificultad, el barco finalmente llegó a Mira. Al encontrar un barco egipcio cargado de granos que se dirigía a Italia, Julio transfirió allí a sus prisioneros. Navegando lentamente hacia Europa por el oeste mientras costeaban Asia, vientos aún más severos golpearon el barco. Como lo cuenta Hechos 27:7, esto forzó al piloto a que girara hacia el sur para navegar a sotavento de Creta. Arrimándose a la isla desde el este, llegaron a la bahía de Buenos Puertos. Situada al sudeste de la isla, esta les ofrecería cobertura, pero con las zonas bajas del valle de Mesara al norte de la bahía, el refugio contra los vientos del noroeste no era el mejor. Buenos Puertos no era el lugar ideal para pasar el invierno y justo 12 millas náuticas al oeste se encontraba la bahía de Fenice (o Fénix de los Lampeos) bajo las sombras de las Montañas Blancas, una cadena montañosa que ofrecía protección contra los vientos.
Raro para esta época del año, una brisa cálida vino de África. Dejarse llevar hacia Fenice por el suave viento sureño era tentador. Pablo estaba en contra de la idea, pero el capitán y el dueño del barco convencieron al centurión. Mientras navegaban a lo largo de la costa cretense, de repente, sin ningún aviso, hubo un severo golpe por el nordeste con vientos huracanados y olas. Intentando salir de la tormenta, desplegaron la vela mayor y bajaron el ancla de proa para afrontar el peligro de la tormenta. Pero el viento era tan fuerte y las olas tan altas que la cuerda de anclaje sólo acentuó la violencia contra el barco. Así, viendo que no podían «poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar» (Hechos 27:15). Temiendo que pudieran dar contra los inextricables bancos de arena de Sirte en África soltaron las anclas de proa, para ralentizar su progreso. Después de haber reforzado el casco del barco con sogas en el segundo y tercer día, tiraron por la borda la carga y los aparejos. Durante muchos días estuvieron a la deriva a merced de las violentas tormentas. Finalmente, después de que abandonaron toda esperanza de vida, el decimocuarto día los marineros sospecharon que se estaban acercando a una isla; cuando ya estaban cerca a tierra cortaron los amarres de las anclas y se fueron a nado hasta la playa. De repente, con una sacudida ¡eso sí!, el barco chocó contra las rocas y empezó a hacerse pedazos. Julio les ordenó a todos que se dirigieran a tierra, primero a los que supieran nadar y al resto, que agarraran pedazos del barco. Todas las 276 vidas se salvaron y habían llegado a la isla de Malta. Cuando terminó el invierno en Malta, los habitantes le dieron al contingente de Pablo los suministros que necesitaba para navegar.
Viajando en un barco alejandrino que también había invernado en Malta, el contingente de Pablo zarpó primero en dirección a Siracusa donde se quedaron por tres días, luego navegando y pasando la noche en Regio, ellos viajaron un día más para llegar a la ciudad portuaria de Puteoli donde se quedaron una semana con los discípulos. Debido a que el puerto de Roma (Ostia) todavía no había sido ensanchado lo suficiente como para que atracaran los barcos más grandes cargados de grano, Pablo viajó por tierra hacia el norte desde Puteoli, 240 kilómetros (149 millas) en la vía Apia. Después de hacerle una visita a los discípulos en el Foro Apio y en la zona de las Tres Tabernas, Pablo terminó la última etapa de su último viaje. Después de su llegada a Roma, el Nuevo Testamento dice que Pablo, aunque bajo arresto domiciliario, pudo predicarles a los judíos (nuevamente con resultados mixtos) y recibir invitados a quienes proclamó su mensaje. Al final, aunque hay quienes dicen que mataron a Pablo en Roma, algunos escritores tempranos de la Iglesia afirman que lo soltaron y que se marchó a España. En cualquier caso, la opinión general es que poco después Pablo fue martirizado por el mensaje que expandió tan extensamente.
Según el Libro de los Hechos, Pablo el apóstol hizo cuatro viajes por tierra y por mar a través del Mediterráneo y en Asia y Europa. Viajó una distancia estimada de 16.000 kilómetros (10.000 millas).
¿Cuánto tiempo duraron los viajes de Pablo?
El primer viaje misionero de Pablo tuvo lugar del año 46 al 48 d.C.; se embarcó en un segundo viaje del 49 al 52 d.C., continuó con un tercer viaje misionero del 53 al 57 d.C. y finalmente viajó a Roma del 57 al 60 d.C.
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.
Después de haber presentado trabajos de investigación no sólo para la American Society of Overseas Research (ASOR; es decir, la Sociedad estadounidense de Investigación en el Extranjero), sino también para la Academia de Ciencias de Missouri; y escrito para la Association for the Scientific Study of Religion (Asociación para el Estudio Científico de la Religión), el magíster Patrick Scott Smith fue galardonado en el año 2015 y en el 2024 con el Premio Frank P. Forwood a la excelencia en materia de investigación.
A., Patrick Scott Smith, M.. "Los viajes de Pablo el apóstol."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 15, 2024.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2515/los-viajes-de-pablo-el-apostol/.
Estilo MLA
A., Patrick Scott Smith, M.. "Los viajes de Pablo el apóstol."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 15 ago 2024. Web. 12 oct 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Patrick Scott Smith, M. A. , publicado el 15 agosto 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.