Problemas históricos sobre los juicios y la crucifixión presentes en los Evangelios

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Rebecca Denova
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 04 noviembre 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés
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Año tras año todos los cristianos del mundo repiten la escenificación del enjuiciamiento y crucifixión de Jesucristo como parte de la liturgia pascual. El relato se ha constituido en artículo de fe esencial, pocas veces cuestionado por los estudiosos e historiadores del Nuevo Testamento. La narración íntegra apareció por primera vez en el Evangelio de Marcos contenido en el Nuevo Testamento, seguido por los de Mateo, Lucas y Juan. El hecho de que la historia se recoja en cada uno de los cuatro Evangelios no indica la existencia de cuatro fuentes históricas independientes; Marcos estableció el patrón del relato, mientras que Mateo, Lucas y Juan añadieron cambios y contenidos nuevos.

Resurrection of Christ by Piero della Francesca
La resurrección de Cristo, por Piero della Francesca
Piero della Francesca (CC BY-NC-SA)

Los orígenes de la historia siguen siendo desconocidos, aunque siempre se ha supuesto que estaba respaldada por una tradición oral. Además, muchos de los detalles que aparecen en la narración se autentican mediante referencias a la historia de Israel y a las Escrituras judías. Las cartas de Pablo, escritas entre los años 50 y 60 d.C., también se emplean con frecuencia para validar la información provista por Marcos. Sin embargo, Pablo no estaba interesado en los hechos históricos; promulgaba el «Cristo resucitado», fundamentado en su visión de que Jesús se encontraba ya en el cielo. Leer a Pablo con el propósito de legitimar los detalles está influido por el hecho de póstol mayúsculaque la historia se conoce, y por lo tanto, la tentativa no logra más que reintroducir lo sabido en las cartas del apóstol.

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La última cena y la traición de Judas Iscariote

En Marcos, Mateo y Lucas, la última cena tuvo lugar durante la primera noche de la Pascua. La Pascua constituía uno de los principales festejos que se realizaban en Jerusalén, y para celebrarla, miles de judíos hacían el peregrinaje a la ciudad. La cena ritual constituía una costumbre típica, para lo cual se sacrificaba un cordero y se aprestaban otros alimentos. Es en medio de esta comida que Jesús identifica a su traidor, Judas Iscariote. El relato de la celebración de la Pascua de Jesús y sus discípulos resulta verosímil, pero muchos otros detalles ttienen una marcada apariencia de ser exageraciones. Durante esa noche y la mañana siguiente se produjeron incontables sucesos, muchos de los cuales plantean problemas históricos.

La realidad es que no se sabe casi nada sobre Judas. El nombre de Judas era popular y hacía alusión a uno de los héroes nacionales, Judas Macabeo, quien había ayudado a dirigir la revuelta macabea contra la ocupación griega en el 167 a.C. El significado del apellido aún constituye un enigma, aunque podría indicar que procedía de Keriot, en Judea. También existe la teoría de que está vinculado con la palabra sicarri, los «hombres de los puñales» de los zelotes, a quienes muchos responsabilizaban de la rebelión judía. Judas se contaba entre los primeros discípulos, pero Lucas y Juan afirmaron que estaba poseído por Satanás. Se alude al Salmo 41:9: «Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, es el primero en traicionarme».

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la historia de judas aparece por primera vez en el evangelio de marcos; No se han hallado trazas anteriores de la existencia de un relato de traición, ni de esa persona.

La historia de Judas aparece por primera vez en el Evangelio de Marcos, fechado en el 70 d.C. Es necesario resaltar que no se han hallado pruebas que indiquen la existencia anterior de un relato de traición, como tampoco del individuo. En 1 Corintios 15:5 Pablo menciona varias apariciones de Jesús resucitado, y escribe: «…que [Jesús] apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce»; pero ¿se habría honrado a Judas con una aparición del resurrecto si hubiera traicionado a Jesús? En 1 Corintios 11:23, donde Pablo describe la forma en que se articula la eucaristía, incluye la frase «…la noche que fue entregado…». Todas las biblias en inglés traducen «entregado» como «traicionado», aunque el significado de la palabra griega que describe el episodio solo expresa «entregado a las autoridades», por lo que la frase no constituye una prueba de la historia de Judas.

Después de la cena, Jesús y sus discípulos caminan hasta un lugar conocido por el nombre de Getsemaní, que equivale a «prensa de olivos». El relato en que Jesús ora para apartar su próxima tortura y muerte se conoce como «Jesús ora en Getsemaní». Debido a que los discípulos de Jesús se dormían una y otra vez, y a que tuvo que despertarlos en tres ocasiones, resulta válido preguntarse quién tomó nota de lo ocurrido. No obstante, puede hallarse un paralelo interesante en el antiguo relato de Ajitofel, un mensajero del rey David que se unió a la rebelión de su hijo Absalón contra el rey. En este pasaje David, «[desalentado] y... lloroso», había buscado refugio en el monte de los Olivos, lugar donde se localizaba Getsemaní:

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…Yo escogeré ahora doce mil hombres, y me levantaré y seguiré a David esta noche, y caeré sobre él mientras está cansado y débil de manos; lo atemorizaré, y todo el pueblo que está con él huirá, y solo mataré al rey, pues tú buscas solamente la vida de un hombre y todo el pueblo estará en paz. (2 Samuel 17:1-4)

The Agony in the Garden by Mantegna
Agonía en el huerto, de Mantegna
The Yorck Project (Public Domain)

El arresto

Según la historia de la traición contada por los Evangelios, Judas se ofreció para conducir a las autoridades judías hasta donde podían arrestar a Jesús en secreto durante la noche, y lo traicionó con un beso. El episodio hace referencia a Proverbios 27:6, «Fieles son las heridas del que ama; Pero importunos los besos del que aborrece». Cuando aparecen las personas que venían a apresarlo, «…de parte de los principales sacerdotes y de los escribas y de los ancianos», en Marcos, «…de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo», en Mateo, «...la guardia del templo…», en Lucas, o «…una compañía de soldados…», en Juan, el pánico hace presa de los discípulos, se dispersan, y abandonan a Jesús a su suerte, en cumplimiento de las predicciones que, según Marcos, Jesús había pronunciado a lo largo de su ministerio.

Marcos escribe que Jesús fue conducido ante el Sanedrín, el concilio de la ciudad de Jerusalén, reunido en pleno, mientras Lucas y Juan mencionan su traslado a la residencia del sumo sacerdote Anás y su yerno, y a su hijo Caifás. Marcos y Mateo mencionan un único juicio nocturno, mientras Lucas incluye un procesamiento judicial separado en presencia de Herodes Antipas, presente en la ciudad por la Pascua, fundamentado en que Pilato reconocía que Jesús pertenecía a Galilea, territorio de Herodes, y no a Judea.

Relief of the Betrayal and Arrest of Jesus
Traición y arresto de Jesús, relieve
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

El problema que surge es que la Pascua era una fiesta que se celebraba en familia. ¿Se habrían levantado y abandonado a sus familias todos los miembros del Sanedrín, incluido el sumo sacerdote? En primer lugar, ¿se habrían ausentado todos, como grupo, para detener a Jesús?; y en segundo: ¿se habrían molestado en levantarse para someter a juicio a un milagrero de Galilea? Según la tradición rabínica posterior, la ley judía prohibía efectuar procesos judiciales durante la noche y en días festivos. Si en realidad hubieran percibido que Jesús y sus seguidores constituían algún tipo de amenaza para el templo, habría bastado con retenerlo en una celda hasta el final de las fiestas.

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¿Blasfemia?

Marcos afirmó que cuando se acusó a Jesús, «[los testigos]… no concordaban». Una vez más, la ley judía dictaba que en caso que tal evento ocurriera, el juicio debía desestimarse. Marcos utilizó este recurso para destacar la ilegalidad del procesamiento, así como para expresar que se trataba de una confabulación contra Jesús. Este es el tema fundamental que destaca Marcos a lo largo del ministerio de Jesús: que, desde el principio, sus oponentes, los fariseos y los herodianos, buscaban su muerte.

marcos sabía cómo había muerto jesús y por tanto la trama requería que los líderes judíos entregaran a jesús a los romanos para que lo crucificaran.

El sumo sacerdote preguntó entonces, «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» y Jesús, en alusión a Daniel 7:13-14, le dijo, «Yo soy; y veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo». El sumo sacerdote rasgó su túnica en señal de consternación, declaró que la afirmación era «blasfemia», y el concilio lo condenó a muerte. Blasfemia significaba abominación, que en el judaísmo, además de idolatría, comportaba el rompimiento de una promesa hecha en nombre de Dios, y el castigo aplicable era el de lapidación. La sola reclamación de ser el mesías no constituía un crimen; Josefo, el historiador del siglo I d.C., cuenta historias de algunos que reivindicaban ser el mesías y hasta donde se conoce, ninguno fue ejecutado por la ley judía. Muchos fueron ultimados por Roma, por lo general a causa de haber agitado a las turbas contra el gobierno romano. Marcos conocía la manera en que había muerto Jesús, de forma que la trama requería que los líderes judíos entregaran a Jesús a Roma para que lo crucificaran.

El Evangelio de Juan aportó una razón más plausible para el arresto. Según Juan, la resurrección de Lázaro había inquietado a la muchedumbre, por lo que el sumo sacerdote decidió que Jesús debía morir para evitar que los romanos se entrometieran y los hicieran parecer incapaces de controlar las multitudes que asistían al templo. Caifás anunció: «Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca» (Juan 11:50). Esto se alinea con el relato de Ajitofel: «…tú buscas solamente la vida de un hombre y todo el pueblo estará en paz».

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Poncio Pilato y la liberación de Barrabás

Las cronologías de Jesús ubican su muerte entre el 26 y el 36 d.C., período que coincide con el servicio de Poncio Pilato en Judea, durante el reinado de Tiberio (reinó 14-37 d.C.). Pilato debía dirigirse a Jerusalén cada vez que se celebraban las fiestas para supervisar el cumplimiento de la ley y preservar el orden. De Pilato se poseen dos fuentes: los escritos de Filón de Alejandría, recogidos entre los años 30 y 40 d.C., y Flavio Josefo. Ambos documentaron los abusos de poder y la corrupción de Pilato en Judea. Si bien al examinar las fuentes siempre debe primar la cautela, ambos autores argumentaban que los problemas de intranquilidad judía en Jerusalén y en las demás ciudades tenían su causa en la corrupción de los gobernadores, y no en los propios judíos.

Marcos afirma que Pilato tenía la costumbre de liberar un prisionero durante los festejos de Pascua, aseveración que no se ha podido comprobar en ninguna de las investigaciones realizadas acerca de Pilato. El nombre del prisionero era Barrabás, apelativo de origen arameo que significa «hijo del padre». Marcos, con ironía, hace que los judíos pidan que suelten al «hijo del padre» equivocado. Desde el punto de vista narrativo, la historia es un enredijo. ¿Se trata de la misma muchedumbre que unos días antes había dado la bienvenida a Jesús, aclamándolo como liberador a su entrada a la ciudad? ¿Esta multitud que los sacerdotes temían que se amotinara era la misma que los condujo a arrestar a Jesús de noche y «en secreto»? Marcos no precisa la identidad de este grupo, ni explica la razón por la cual se había vuelto en contra de Jesús.

Pilate Washing His Hands
Pilato se lava las manos
Mattia Preti (Copyright)

El elemento más importante de presentar a Pilato es que declara inocente a Jesús, lo cual Lucas repite tres veces. Mateo hace que Pilato se lave las manos sobre el asunto y asevera que los judíos habían entregado a Jesús por motivos de celos. Mateo aumenta el vitriolo al añadir que «…todo el pueblo…» dijo, «Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos» (Mateo 27:25). Por desdicha, esta cita se ha repetido a lo largo de los siglos y hasta nuestros días para justificar el asesinato de judíos.

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La forma en que se produjo el fallecimiento de Jesús sugiere que murió como traidor de Roma. Los seguidores de Jesús tenían que desmontar esa concepción, y la mejor manera de lograrlo era hacer que un magistrado romano declarara a Jesús inocente de rebelión. Por implicación, sus seguidores también resultaban inocentes de tal imputación, a diferencia de los demás judíos que habían participado en la reciente revuelta contra Roma.

Crucifixión

No existe duda que Marcos y los demás fueron testigos de crucifixiones realizadas por Roma, lo cual no significa que lo hayan sido en específico de esta. En las crucifixiones romanas los prisioneros recibían latigazos antes de proceder a cargar solo con la viga transversal, ya que no podían con la cruz completa debido a su excesivo peso. Los soldados contaban con autoridad para obligar a cualquier espectador a portar la viga en caso que el prisionero flaqueara. El «…vinagre mezclado con hiel…» que le daban a beber con una esponja estaba concebido para estimular a la víctima en caso que desmayara. Marcos incorporó Salmos de lamentos y pasajes del «siervo sufriente» del libro de Isaías. Las alusiones demuestran que todos los hechos que acontecían constituían «predicciones» de las Escrituras.

Marcos también dice que «…los principales sacerdotes… y escribas» se encontraban presentes escarneciendo a Jesús, precisión que también resulta problemática. Durante la Pascua, a lo largo de toda la semana que duraban los festejos, se debía permanecer libre de contaminación con cadáveres. Los sacerdotes no habrían puesto en peligro su participación en el resto de las celebraciones por estar presentes en los campos donde se mataba. Se trata de una construcción abiertamente polémica.

Crucifixion by Giotto
La crucifixión, de Giotto
Web Gallery of Art (Public Domain)

Los romanos crucificaban a las víctimas a lo largo de los caminos que conducían a las ciudades para difundir las consecuencias de rebelarse contra Roma. Intentaban mantener viva a la víctima tanto tiempo como se pudiera, por lo que empleaban vinagre como estimulante; de esta manera mostraban a los rebeldes las increíbles torturas y sufrimientos a los que serían sometidos. El tiempo promedio de supervivencia oscilaba entre los tres y los cinco días. El condenado no podía incorporarse para respirar y fallecía como resultado de una combinación de asfixia, pérdida de sangre, dolor y trauma. Jesús murió en tres horas, detalle que en gran medida quedaba determinado por la trama de la narración, que necesitaba introducir a Jesús en la tumba antes del comienzo del Sabat, a la caída del sol. Los preparativos funerarios no podían completarse hasta después del Sabat, razón por la cual las mujeres acuden al sepulcro el domingo en la mañana.

El castigo que Roma aplicaba a los delincuentes debía durar toda la eternidad; a las víctimas de crucifixión se les negaban los rituales funerarios que demandaba la tradición. La función de José de Arimatea en el relato es impedir que esto le ocurriera a Jesús. Por otra parte, se sabía que los magistrados romanos aceptaban sobornos. Juan trae la cuestión a primer plano al mencionar que José le pide el cuerpo a Pilato (Juan 19:38).

La tradición dice que Jesús estuvo en la tumba durante tres días. Sin embargo, si se cuenta de un ocaso al siguiente, del atardecer del viernes a la mañana del domingo solo transcurrieron un día y una mañana. A pesar de esto, los Evangelios hacen referencia a los tres días que se mencionan en las predicciones, como queda ilustrado por la analogía empleada por Mateo acerca de Jonás y la ballena. El reclamo de Mateo acerca de que los creyentes recibirían una «señal» hacía referencia a la «señal de… Jonás en el vientre del gran pez tres días…». Los judíos creían que el cuerpo no comenzaba a descomponerse hasta el «cuarto día» después de la muerte, y Jesús no podía emerger con lo que se habría considerado «contaminación del cadáver».

Lo que ocurrió en realidad

Puede que la pregunta jamás se pueda responder con certeza. Es posible intentar la reconstrucción de los hechos que con probabilidad ocurrieron a partir de los conocimientos que se poseen sobre la forma en que el Imperio romano gobernaba las provincias, de la información acerca de los diversos temas que debatían los judíos en aquellos tiempos, y de los ardientes elementos que se respiraban en el aire, en esperanza de una intervención definitiva de Dios.

The Flagellation of Christ by Piero della Francesca
Flagelación de Cristo, de Piero della Francesca
Piero della Francesca (Public Domain)

Sobre la presencia de Jesús en Jerusalén durante la Pascua, cabe suponer que algunos de sus seguidores también concurrieron, y que varios más se le unieron en la ciudad. La bienvenida que los peregrinos le habrían proporcionado a Jesús como Mesías habría alertado a las legiones del posible surgimiento de problemas. Es muy probable que lo que condujo a la eliminación de Jesús fuera su prédica sobre la venida de un «Reino» que no era el de Roma, combinada con la presencia de una multitud de simpatizantes reunidos por la celebración de las festividades. Resulta imposible comprobar la traición de Judas. Su historia está tan entrelazada con referencias a las escrituras que se hace difícil determinar cuán probables fueron los sucesos, pero resulta válido suponer que en «Judas» se personificó a «los judíos» que rehusaron aceptar a Jesús como su Mesías.

Respecto al intento de Jesús de desarticular los servicios que se prestaban en el templo, los sacerdotes, previo acuerdo con el procurador romano, lo habrían entregado de inmediato. Hasta ese límite habría decidido verse involucrada la dirigencia judía en la muerte de Jesús, debido a que los festejos impedían efectuar el juicio que se describe en los Evangelios. Una vez en su poder, los romanos lo habrían crucificado de inmediato. Resulta muy poco probable que se efectuara un proceso judicial ante Pilato, quien además era conocido por negarle juicio a los ciudadanos romanos. En consecuencia, ¿se habría molestado en procesar a un campesino judío?

El legado del juicio y la crucifixión de Jesús

Para sus seguidores, la muerte de Jesús debe haber significado una traumática conmoción de proporciones enormes. En el afán de explicarla, hicieron lo que todos los judíos habían hecho a lo largo de centurias: buscaron la respuesta en las escrituras y hallaron chivos expiatorios a quienes culpar. En el intervalo de los 20 años posteriores a la muerte de Jesús, sus seguidores, Pedro, Santiago y Juan, establecieron una comunidad cristiana en Jerusalén, lo cual se conoce a través de las visitas que Pablo les realizaba. Tanto Pablo como Lucas describen una reunión importante de los misioneros de Jerusalén, efectuada quizá alrededor del 49 d.C.

A lo largo de las décadas siguientes los seguidores de Jesús intentaron crearse una identidad propia frente al judaísmo. En adición a los Evangelios, los textos y las cartas del Nuevo Testamento argüían que los únicos que interpretaban las escrituras judías de manera correcta eran los cristianos. Hacia el siglo II d.C. el vitriolo crecía debido a que los Padres de la Iglesia empleaban el contenido de los Evangelios para caracterizar a los judíos como agentes del diablo, demonizarlos, y acusarlos de la muerte de Dios. Es en este medio donde se origina el antisemitismo cristiano en la Edad Media y durante la Reforma, y posteriormente.

Respecto a la teología y a la espiritualidad, el sufrimiento y la muerte de Jesús se convirtieron en patrón de sacrificio desinteresado, concepto de importancia medular para comprender la manera en que su muerte podía transformar a los creyentes. Explorar la historicidad de este relato no constituye un cuestionamiento de la fe; en cambio, sí resulta problemático leer los Evangelios como historia sin tomar en cuenta los criterios que se aplican al estudio de los hechos acontecidos en la Antigüedad.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2020, noviembre 04). Problemas históricos sobre los juicios y la crucifixión presentes en los Evangelios [Historical Problems in the Trial(s) & Crucifixion in the Gospels]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1636/problemas-historicos-sobre-los-juicios-y-la-crucif/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "Problemas históricos sobre los juicios y la crucifixión presentes en los Evangelios." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 04, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1636/problemas-historicos-sobre-los-juicios-y-la-crucif/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Problemas históricos sobre los juicios y la crucifixión presentes en los Evangelios." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 04 nov 2020. Web. 31 oct 2024.

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