El Evangelio de Juan

Definición

Rebecca Denova
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 14 junio 2022
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Gospel of John - Papyrus 52 (by Photo Courtesy of JRUL, Public Domain)
Evangelio de Juan - Papiro 52
Photo Courtesy of JRUL (Public Domain)

En el canon del Nuevo Testamento, el cuarto evangelio, perteneciente a Juan, se diferencia de forma única de los otros tres, denominados sinópticos («que se ven juntos»). Marcos, Mateo y Lucas tienen ministerios y métodos paralelos para relatar la historia de Jesús de Nazaret como profeta apocalíptico de Israel. El Jesús de Juan es un misterioso theos aner («hombre celestial») cuyas exposiciones se enmarcan dentro del discurso de la filosofía griega.

Al principio el Evangelio de Juan circuló sin nombre, al igual que los otros tres evangelios. Juan incluye un personaje al que se hace referencia en tercera persona, «el amado discípulo», que es un íntimo seguidor de Jesús. Durante el siglo II d. C., los padres de la iglesia aseveraban que un hombre conocido como Juan el Anciano, de la comunidad de Éfeso, era uno de los últimos apóstoles vivientes. Afirmaban que este era «el amado discípulo», hermano de Santiago (los dos hijos de Zebedeo), de donde proviene el nombre.

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La tradición ubica a Juan hacia el final del siglo I d. C., aunque no debido a fechas reconocidas. Las enseñanzas de este Jesús parecen ser mucho más espirituales, en el sentido de que se esfuerzan por alcanzar niveles más elevados de experiencia religiosa. Se suponía que llevaría tiempo que las ideas evolucionaran, y de ese modo se coloca a Juan cerca del año 100, fecha que los académicos de la actualidad cuestionan.

La cristología en Juan

JUAN SE DESCRIBE COMO cristología descendente POR MOSTRAR A JESÚS COMO DIVINIDAD PREEXISTENTE INVOLUCRADA EN LA CREACIÓN.

«Cristología» no significa otra cosa que «estudio sobre Cristo», y se refiere al estudio de la naturaleza de Cristo con el objetivo de tratar la cuestión de si Jesús era divino o humano. Los evangelios sinópticos se califican como cristología ascendente: un Jesús humano que solo se elevó a la divinidad después de su resurrección y ascensión. Juan contrasta con esto y se califica de cristología descendente por representar a Jesús como divinidad preexistente involucrada en la creación.

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Una de las razones por la cual se debate cuándo vivió Juan se debe a que la cristología de Juan coincide con la del apóstol Pablo en muchos aspectos. Las cartas de Pablo se fechan en la décadas del 50 y 60 d.C. Pablo, que además había estudiado filosofía griega, aseveraba que Cristo estuvo presente durante la creación, pero que se «humilló a sí mismo» para encarnar y poder llevar la salvación a los humanos (Filipenses 2:8). La cristología descendente de Juan puede reflejar una fecha mucho más temprana de la práctica cristiana, en que se adoraba a Cristo como a un dios o como Dios mismo.

El monoteísmo filosófico

El Evangelio de Juan se sigue analizando respecto a cuáles fuentes de los evangelios sinópticos utilizó y cuáles fueron independientes. Su educación sobre filosofía constituyó una base importante. Platón había explorado la relación entre los humanos y lo divino (los poderes del universo). Postuló la idea del Uno, una realidad original última, el bien mayor, que emanaba de otros poderes. Un poder inferior, el demiurgo, creó la materia física del universo. «Inferior» en el sentido que la materia estaba sujeta a la descomposición y la muerte, de modo tal que no era producto del Uno perfecto.

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Plato
Platón
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

El Uno, sin embargo, permanecía conectado al universo a través del concepto conocido como logos. A menudo traducido como «palabra», el logos era el principio de la racionalidad que daba orden al universo a partir de la materia y explicaba las teorías universales, tales como la rotación, la gravitación, el orden de las plantas, animales y humanos. En el siglo I d. C. Filón, un filósofo judío de Alejandría, intentó reconciliar el judaísmo con los enunciados de la filosofía griega. Explicó que Moisés sirvió como logos para el judaísmo. Moisés aportó la estructura formal y los códigos legales de los judíos como nación.

El prefacio de Juan

En el principio ya existía la Palabra [logos]; y la Palabra estaba junto a Dios y era Dios (...) Todo fue hecho por medio de ella y nada se hizo sin contar con ella (...) Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. (Juan 1:14)

El prefacio de Juan contribuyó a la doctrina cristiana conocida como encarnación. Proviene de carnal, que en latín significa «carne», pues se entendía que Jesús no había nacido en la manera tradicional. Como logos original «tomó carne», un cuerpo físico, solo para comunicar con nosotros.

En el siglo II d. C. los obispos cristianos emplearon la doctrina del logos de Juan para argüir que el cristianismo enseñaba los mismos principios que todas las escuelas filosóficas En otras palabras, el cristianismo no era algo nuevo y enseñaba los mismos elementos de filosofía, solo que ahora se comprendían de manera correcta:

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  1. El Uno en realidad era el Dios de Israel.
  2. El logos era la forma preexistente de Cristo antes de manifestarse en la tierra.

Alegoría y metáfora

Los métodos mediante los cuales los filósofos de la antigüedad solían describir el universo, así como los mitos tradicionales, eran la alegoría y la metáfora. La alegoría es un recurso literario que postula significados ocultos a través de figuras, imágenes, y eventos simbólicos, por lo general para proveer una interpretación espiritual o moral. La alegoría ofrece una vía para que el texto se abra a más interpretaciones que las que habitualmente se entienden. Una metáfora es una forma de expresión en la que se sustituye una palabra o una frase, por ejemplo: «El universo es un mar de tribulaciones».

El autor de Juan empleó la alegoría y la metáfora para explicar las enseñanzas de Jesús. Utilizó con regularidad los conceptos de «arriba» y «abajo», lo espiritual y lo mundano. Jesús, incluso en la tierra, existió en un «plano más elevado» que cualquiera. Cuando habló con Nicodemo acerca de volver a nacer, el pobre Nicodemo preguntó cómo era posible entrar de nuevo en el vientre de una madre. Su auditorio nunca comprendía, porque Jesús era «de arriba» y ellos eran «de abajo». Muchas veces observamos que se distingue entre el significado literal de algo y el del «más elevado» reino espiritual.

The Trinity
La Trinidad
Agnolo Gaddi (Copyright)

«Arriba y abajo» se realza con los conceptos de descenso y ascenso. Jesús descendió a la tierra proveniente del Padre y predijo que ascendería y retornaría al Padre. La palabra «crucifixión» también significaba «elevar». El Jesús de Juan nunca aplicaba el significado literal de crucifixión por sí mismo; siempre se refería a su próxima muerte como «cuando sea elevado» hasta el Padre.

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Algunas de las citas más memorables del Evangelio de Juan derivan de las metáforas «Yo soy» distribuidas en el texto, en total siete:

  • «Yo soy el pan de la vida». (Juan 6:48)
  • «Yo soy la luz del mundo». (Juan 9:5)
  • «Yo soy la puerta de las ovejas». (Juan 10:7)
  • «Yo soy el buen pastor». (Juan 10:14)
  • «Yo soy la resurrección y la vida». (Juan 11:25)
  • «Yo soy la vid, ustedes las ramas». (Juan 15.5)
  • «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida». (Juan 14.6)

La atrevida declaración «Yo soy», reproduce la historia de Moisés cuando le pregunta a Dios su nombre y Dios responde «Yo soy el que soy» (Éxodo 3:14). Este es el fundamento que Juan ofrece acerca de Jesús como única figura con autoridad para predicar la «verdad». El Jesús de Juan posee autoridad porque es el único que ha visto al Padre, debido a que viene del Padre. La sentencia de Juan «Yo soy el camino y la verdad y la vida» se convirtió con el tiempo en la aseveración de la Iglesia que la salvación solo se encuentra a través de la fe cristiana.

Aspectos destacados del Evangelio de Juan

Juan contiene otros elementos únicos que lo distinguen de los sinópticos:

  1. Juan incluye una negación del bautismo de Jesús por Juan, y enfatiza la superioridad e independencia de Jesús del Bautista. En específico hace decir a Juan el Bautista que debe «disminuir» para que Jesús pueda «aumentar». Es aquí que Juan se refiere por primera vez a Jesús como «el cordero de Dios». (Juan 1:29). Cualquier lector astuto comprendería de inmediato que Jesús va a ser el cordero sacrificial que muere en la Pascua.
  2. Juan no describe contemplaciones reflexivas ni tentaciones provenientes de Satanás en el desierto, ni agonía en Getsemaní. El Jesús de Juan está tan unido al «Padre» que no puede ser tentado por ningún mal del mundo. No hay exorcismos. Los judíos simbolizan a Satanás y al mal y deben ser vencidos mediante las revelaciones de la verdad divina (ver a continuación).
  3. La manera en que Juan enseña es radicalmente diferente a la de los sinópticos. No existe ni una sola parábola en este Evangelio. Por el contrario, se observan largos discursos filosóficos que tratan sobre la naturaleza de dios y del universo, la condición de Jesús, quién es, y cómo descubrir la verdad universal.
  4. No existen debates ni conflictos en los diálogos relacionados con las Leyes de Moisés. A diferencia de los sinópticos, el Jesús de Juan no está en constante debate con las autoridades acerca de asuntos tales como el divorcio, el sabbat, los rituales y el diezmo. Juan presenta solo un nuevo mandamiento, el de amar. Este amor es entre amigos y compañeros (solo dentro del círculo de los creyentes) que se convierte en el camino mediante el cual se distingue a los discípulos de todos los demás.
  5. El Evangelio de Juan presenta menos milagros y señales. Juan repite varios de los milagros de Jesús de los sinópticos, como caminar sobre el agua o multiplicar los panes y los peces. Sin embargo, en Juan la cantidad se reduce a siete y algunos se reconforman como «señales milagrosas», según describen los académicos. Juan reestructura algunos milagros sinópticos para destacar el poder de Jesús, que debido a su estatus único está por encima y va más allá del de cualquiera de los profetas, incluido Moisés.

Un ejemplo es la resurrección de Lázaro, que solo se encuentra en el cuarto Evangelio. Leemos que de manera deliberada Jesús permanece apartado, aunque le había llegado la noticia que Lázaro se encontraba enfermo. Al aparecerse al cuarto días después de su muerte, la tumba ya se había sellado. La tradición establecía que el cuerpo comenzaba a descomponerse físicamente a partir del cuarto día después del fallecimiento. Aunque los sinópticos mencionan historias en que Jesús levanta a los muertos, ello ocurre en torno al instante de la muerte. En Juan la cuestión relevante es que a diferencia de lo que hacían los santos itinerantes y realizadores de portentos, Jesús tiene el poder de revivir a alguien después de la descomposición, lo cual es señal que en este individuo residen poderes plenos e idénticos a los de Dios.

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The Raising of Lazarus
Lázaro resucita
Duccio di Buoninsegna (Public Domain)

Los ajustes de Juan al juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret

En relación al complot para matar a Jesús, mientras Marcos introduce los diálogos conflictivos al principio del ministerio, Juan hace que el consejo se reúna de inmediato después que Lázaro resucita, porque «Este hombre hace muchas señales. Si le dejamos así, todos creerán en él y vendrán los romanos y destruirán nuestro templo y nuestra nación» (Juan 11:47-48). Caifás, el sumo sacerdote, habla y dice «No piensan que les conviene que un hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca» (11:50). Muchos estudiosos consideran que la versión de Juan resulta más verosímil para comprender la oposición judía a Jesús y su ministerio.

EL JESÚS DE JUAN EXPERIMENTÓ SU CRUCIFIXIÓN Y GLORIFICACIÓN EN ABSOLUTO CONTROL

En los sinópticos Jesús y sus discípulos se reúnen para la fiesta de Séder de Pascua, la primera noche del festival. En Juan la última cena tiene lugar el miércoles al anochecer y desplaza lo que es propiamente la crucifixión para las horas diurnas, justo antes de que comience la Pascua. Esto está relacionado con su imagen de «cordero». Durante las horas diurnas antes del comienzo de la Pascua a la puesta del sol, los sacerdotes se encontraban ocupados en el sacrificio de los corderos de todos para esa noche. Juan hace que Jesús sea crucificado al mismo tiempo que los corderos son sacrificados en el Templo.

Al contrario de las versiones sinópticas, el Jesús de Juan siempre mantiene el control. Cuando la cohorte viene a arrestarlo con Judas y éste lo identifica, «retrocedieron y cayeron a tierra» (Juan 18:5). Fue Jesús quien les permite que lo arresten. En total dominio de sí mismo, el Jesús de Juan experimentó su crucifixión como su propia glorificación. Como ser divino, Jesús no puede sufrir en el reino humano. La cruz es el nexo de lo descendente y lo ascendente, el encuentro entro lo horizontal y lo vertical. A diferencia del grito de desolación y desesperación «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?» (Marcos 15:34), Jesús solo declara «Todo está cumplido [consumado]» (Juan 19:30). Había sido enviado de regreso a la tierra para traer luz y verdad al mundo, y esto es lo que se ha «consumado». A falta de los elementos tradicionales de pasión, la crucifixión y muerte en Juan sirve a los propósitos de retornar a Jesús a su hogar junto al Padre.

Los judíos en Juan

En retrospectiva, el cuarto Evangelio se describe a menudo como el más antisemita de los evangelios. Todos los evangelios trataban el problema que si Jesús era el Mesías, ¿por qué no creyeron en él todos los judíos mientras estuvo en la tierra? Los sinópticos asignaron la culpa fundamental a los líderes judíos: los fariseos, los escribas, los saduceos. En 71 ocasiones distribuidas por todas partes de su evangelio, Juan emplea la frase «los judíos», con lo que los reduce de manera colectiva a una fuerza maligna de oposición.

La armazón que Juan erige acerca de la maldad de los judíos se centra en que estos son descendientes de su padre, Abraham. El Jesús de Juan responde que Dios es su verdadero Padre, pero los judíos no lo siguen:

Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo he venido de Dios… Ustedes son de su padre, el diablo, cuyos deseos quieren cumplir. Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! Y sin embargo a mí, que les digo la verdad, no me creen. ¿Quién de ustedes me puede probar que soy culpable de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creen? El que es de Dios escucha lo que Dios dice. Pero ustedes no escuchan, porque no son de Dios. (Juan 8:42-48)

Juan asevera que Jesús no tuvo intención de incluir a los judíos en la salvación, de igual modo que la salvación de los judíos tampoco fue parte del divino plan de Dios. Por ello el Jesús de Juan no realizó exorcismos en su ministerio. El rol y la presencia del diablo se manifestaban en el mundo a través de los judíos.

Christ and the Pharisees, from Das Plenarium
Cristo y los fariseos, de Das Plenarium
Hans Schäufelein (Copyright)

La polémica de Juan contra los judíos no es única. La polémica era la manera normal, entonces como ahora, en que los escritores confrontaban diferentes puntos de vista. Muchos académicos han tratado de recrear el contexto histórico de Juan para intentar comprender su visión extrema. Se percibe que Juan parece mostrar cierto resentimiento contra sus congéneres judíos y contra el judaísmo.

La historia que prevalece es que Juan y su comitiva fueron expulsados de una sinagoga. O por lo menos, que su grupo pudo haber sufrido hostigamiento de parte de otros compañeros judíos mientras permanecían en la comunidad. La tensión puede haber surgido a partir de los reclamos de carácter único de Juan: un Jesús preexistente presente en el momento de la creación que compartió el evento con el Dios de Israel, además de las metáforas de «Yo soy» que le otorgan a Jesús igual condición que Dios. Más tarde esto quedó canonizado en la evolución del concepto cristiano de la Trinidad, en el Primer Concilio de Nicea en el 325 d. C. Sin embargo, en el judaísmo la adoración se limitaba al Dios de Israel.

El reino de Dios

Todos los Evangelios tenían que tratar el problema que aunque Jesús había predicado la inminencia del reino de Dios a lo largo de su vida, este no se había materializado. Los sinópticos promulgaban un concepto original conocido como parousia, «segunda aparición». Cristo, que ahora se encontraba en el cielo, regresaría en breve y cumpliría las predicciones de los profetas acerca de los días finales. Si se ubica a Juan en o cerca del final del siglo I d. C., por entonces habían transcurrido 70 años desde el ministerio de Jesús.

Juan 14 contiene un discurso de Jesús en el que afirma «En la casa de mi Padre hay muchas moradas» (14:2), y que iba a preparar lugar para sus discípulos. El Jesús de Juan no retornará en forma física. Había prometido a sus discípulos que se les enviaría ayuda bajo la forma de paráclito, que en griego significa «intercesor», que era el concepto que abrigaba Juan del espíritu de Dios. La presencia del espíritu en la comunidad proporciona a los expertos el concepto nombrado «escatología realizada».

La escatología realizada es una teoría que intenta interpretar el lenguaje de Juan como lo que parece ser una conversión existencial del hombre interior: «el reino está dentro de vosotros». En otras palabas, en la medida en que pasaba el tiempo y el reino no arribaba, «reino» se convirtió en una metáfora para expresar la manera en que los creyentes podían incorporar los elementos teológicos tanto en su pensamiento conceptual como en sus vidas cotidianas. A menudo se describe la enseñanza de Juan como exclusivamente involucrada con la salvación individual y menos como un asunto concerniente a la comunidad.

El fragmento más antiguo que existe del manuscrito de un evangelio, el papiro 52, se encuentra en la colección egipcia de la Biblioteca de John Rylands, de Manchester, Inglaterra, y pertenece al Evangelio de Juan:

—¡Así que eres rey! —le dijo Pilato.
—Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz.
—¿Y qué es la verdad? —preguntó Pilato.
Dicho esto, salió otra vez a ver a los judíos.
—Yo no encuentro que este sea culpable de nada —declaró—. (Juan 18:37-39)

El Evangelio de Juan mantiene su popularidad en el cristianismo moderno a causa de esas poderosas citas. Los elementos de Juan resumen formas sencillas, taquigráficas, de declarar la «verdad» del cristianismo: «Tanto amó Dios al mundo, que no dudó en entregarle a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino tenga vida eterna». (Juan 3:16).

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2022, junio 14). El Evangelio de Juan [Gospel of John]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16080/el-evangelio-de-juan/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "El Evangelio de Juan." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación junio 14, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16080/el-evangelio-de-juan/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "El Evangelio de Juan." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 14 jun 2022. Web. 25 abr 2024.

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