Las mujeres en el Nuevo Testamento

Artículo

Rebecca Denova
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
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Disponible en otros idiomas: Inglés, Árabe, Polaco

Las mujeres en el Nuevo Testamento por lo general se presentan a partir de conceptos judíos y grecorromanos estructurados según la función social de cada género. El valor social de la mujer estaba dado por su papel procreador. Sin embargo, en los evangelios y en particular en las epístolas de Pablo, se encuentran algunas excepciones.

The Virgin and Child Mosaic, Hagia Sophia
Mosaico de la Virgen y el Niño, Santa Sofía
Hagia Sophia Research Team (CC BY-NC-SA)

Los cuatro evangelios (Marcos, Mateo, Lucas y Juan) se escribieron entre 40 y 70 años después de la muerte de Jesús. De este modo, lo único que sabemos acerca de los puntos de vista de Jesús sobre la mujer nos llega a través de sus escritos, filtrados a través de sus propias ideas culturales y religiosas. Del mismo modo que en las historias de las mujeres en el Antiguo Testamento, los autores de los evangelios utilizaron a la mujer para criticar la pérdida de fe o la falta de visión espiritual de los hombres.

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Jesús y las mujeres en los evangelios

A partir del surgimiento del feminismo y de la teología feminista en el siglo pasado, se popularizó enmarcar a Jesús como feminista. «Feminismo» es un término moderno, pero esta designación se aplica a lo que se considera la inclusión deliberada de la mujer en su ministerio. Debido a la posición social y cultural de las mujeres en el mundo antiguo, a menudo se asevera que Jesús las liberó de la opresión del judaísmo y de la cultura grecorromana.

EN LOS EVANGELIOS MUCHAS MUJERES SE PRESENTAn EN YUXTAPOSICIÓN con el HOMBRE, porque COMPRENDíAN MEJOR A JESUS

En ningún evangelio se predica acerca del estatus de las mujeres, pero se narran varias historias acerca de los encuentros de Jesús con ellas. En Mateo en particular, se acusa constantemente a Jesús de comer (compartir la mesa) con «publicanos y pecadores» (que siempre se mencionan en ese orden, p. ej. Mateo 9:10). Sin embargo, las continuas recriminaciones siempre se originan en las polémicas de los oponentes de Jesús. La tradición supone que los «pecadores» son las prostitutas. Los evangelios presentan a las mujeres en yuxtaposición con los hombres, pues comprenden mejor que ellos a Jesús. El Jesús de Mateo afirmó que las prostitutas entrarían al cielo antes que los fariseos.

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Lucas relató la historia de una prostituta que lavó los pies de Jesús mientras él cenaba en el hogar de un fariseo. Ungió sus pies con perfume y los lavó con sus lágrimas (Lucas 7:36-49). Se interpretó que había realizado este acto anticipando los rituales funerarios de la cercana muerte de Jesús. El pasaje incluye una parábola acerca de perdonar incluso a los más pecadores.

Todos los discípulos que se nombran en los evangelios son hombres, lo que simboliza el restablecimiento de las doce tribus, pero también se menciona a varias mujeres que viajaban con el grupo, así como a aquellas que apoyaban el ministerio de Jesús:

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… Lo acompañaban los doce, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malignos y de enfermedades: María, a la que llamaban Magdalena, y de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de Cuza, el administrador de Herodes; Susana y muchas más que los ayudaban con sus propios recursos. (Lucas 8:1-3)

«Con sus propios recursos» indica que estas mujeres pertenecían a clases más altas y tenían acceso a los fondos o a los ingresos provenientes de las propiedades de sus esposos.

Saint Mary Magdalene
Santa María Magdalena
Jan van der Crabben (CC BY-NC-SA)

En términos generales, Jesús parecía apoyar el matrimonio, al referirse a Génesis:

Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo. Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. (Marcos 10:6-9)

El que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio contra la primera. Y, si la mujer se divorcia de su esposo y se casa con otro, comete adulterio. (Marcos 10:11-12).

Los evangelios también muestran a Jesús dándole la bienvenida a los niños, lo que puede interpretarse como gesto que propicia el matrimonio.

Jairo era líder de una sinagoga y aparentemente era seguidor suyo. Varios amigos habían solicitado la presencia de Jesús, debido a que su hija estaba enferma, pero había muerto antes de que pudiera llegar. Jesús le manifestó a los dolientes que solo estaba dormida. Entonces se acercó a ella y le dijo: «Talita cumi»; que traducido del arameo es «niña… levántate». (Marcos 5:41). Lucas describió como Jesús, en medio de un funeral, levantó al hijo muerto de una viuda procedente de Naín. Nada se conoce acerca del origen étnico de esta mujer, pero Lucas utilizó a los profetas Elías y Eliseo como modelo de su ministerio. Ambos profetas le habían dedicado tiempo a las viudas cananitas para devolverles la vida a sus hijos.

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Christ Raises the Daughter of Jairus
Cristo levanta a la Hija de Jairo
Lawrence OP (CC BY-NC-ND)

Cuando Jesús viajó a Tiro (Fenicia), una mujer de la localidad le rogó que curara a su hija, que estaba poseída por un demonio.

—Deja que primero se sacien los hijos —replicó Jesús—, porque no está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.
—Sí, Señor —respondió la mujer—, pero hasta los perros comen debajo de la mesa las migajas que dejan los hijos.
Jesús le dijo: —Por haberme respondido así, puedes irte tranquila; el demonio ha salido de tu hija. (Marcos 7:27-29).

La historia tiene importancia por el hecho que los gentiles (quienes no eran judíos) comenzaban a ser más numerosos que los seguidores judíos e ilustra con efectividad que el propio Jesús daba por buena la misión a los gentiles.

Una conocida historia en la que se puede analizar lo que propugnaban los evangelios en cuanto a la liberación de las mujeres se encuentra en la crónica de la que padecía de sangramientos. Una mujer que «padecía de hemorragias hacía doce años» tocó el manto de Jesús y fue sanada (Marcos 5:24-34). Para efectos rituales, las mujeres permanecían impuras durante los siete días del ciclo menstrual; el alumbramiento conllevaba el aislamiento por 30 días para mantener la pureza. Las reglas de pureza se relacionaban con su presencia en el templo, que era considerado un lugar sagrado. Esta interpretación se ha empleado de forma polémica para reafirmar que el judaísmo oprimía a la mujer, aunque en realidad todas las culturas de la antigüedad estalecían restricciones rituales de pureza.

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Las Marías en los evangelios

En los evangelios hay varias mujeres que llevan el nombre de María. Esto se debe a que María, en griego, significa Miriam; la hermana de Moisés, que además era un modelo a imitar: María, madre de Jesús; María Magdalena; María, madre de Jacobo y de José; (María) Salomé (que también se conoce como la madre de los hijos de Zebedeo); María de Cleofás; María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro. Algunas de estas mujeres, a falta de otros detalles, se identifican por el contexto y por su ubicación en las narraciones.

María, madre de Jesús

LA PRIMERA MENCIÓN DE MARÍA COMO MADRE DE JESÚS SE ENCUENTRA EN EL EVANGELIO DE MARCOS, PERO ES EN MATEO Y LUCAS DONDE vemos EL PAPEL DE MARÍA EN LOS RELATOS DE LA NATIVIDAD.

La primera mención de María como madre de Jesús se encuentra en el evangelio de Marcos (c. 70 d. C.), pero es en Mateo (c. 85 d. C.) y Lucas (95 d. C.) donde vemos el papel de María en los relatos del nacimiento de Jesús. Ambos manifestaron que el espíritu de Dios bajó sobre María siendo ella virgen, lo que afirma el cumplimiento de las predicciones realizadas por los profetas. Lucas incluye la anunciación que el arcángel Gabriel hizo a María. Las historias del libro de Génesis sobre la anunciación se emplearon para dar a conocer la intervención divina en algunas narraciones relacionadas con el alumbramiento de las mujeres.

La natividad de Lucas comienza con el nacimiento de Juan el Bautista. El apóstol utiliza el símbolo de la mujer estéril para dar cuenta de la edad avanzada e infecundidad de Elisabet y Zacarías. Un ángel se le apareció a Zacarías cuando servía en el templo y le dijo que Elisabet daría a luz a un hijo a quien pondría por nombre Juan. Luego Lucas cuenta la visita de su prima, María, y que la criatura que gestaba Elisabet «saltó en su vientre» a la llegada de la madre del Señor (Lucas 1:44). El único que cita esta relación familiar es Lucas. El Evangelio de Juan describe a María como un agente crucial al conducir a Jesús, en las bodas de Caná, a hacer el milagro de convertir el agua de las tinajas en vino, primero de los prodigios que aparecen reflejados en ese escrito.

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Mystic Nativity by Botticelli
Natividad mística de Botticelli
Sandro Botticelli (Public Domain)

María y Marta

En Juan, al igual que en Lucas, aparecen historias de las hermanas María y Marta. En Lucas parecen llevar vidas independientes:

Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo:
—Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!
—Marta, Marta —le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero solo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará. (10:38-42).

Al parecer Juan conocía esta historia, pero añade el detalle de que eran hermanas de Lázaro, a quien Jesús había levantado de entre los muertos.

Allí se dio una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban a la mesa con él. María tomó entonces como medio litro de nardo puro, que era un perfume muy caro, y lo derramó sobre los pies de Jesús, secándoselos luego con sus cabellos.... Judas Iscariote, que era uno de sus discípulos y que más tarde lo traicionaría, objetó… —Déjala en paz —respondió Jesús—. Ella ha estado guardando este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. (Juan 12:2-8).

María Magdalena

Según expresan los evangelios, tras el arresto de Jesús sus discípulos lo abandonan y huyen, mientras las mujeres, mirando desde lejos, le siguen siendo leales. Aunque las listas no concuerdan, todas contienen a las siguientes mujeres:

  • María Magdalena
  • María la madre de Jacobo y de José, la madre de los hijos de Zebedeo
  • María la madre de Jacobo el Menor y de José
  • Salomé

Juan menciona que «su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofás, y María Magdalena» (19:25) fueron a la tumba el domingo en la mañana para concluir los rituales funerarios (puesto que se había interpuesto el Sabbat). Una vez más, las listas no coinciden: «María Magdalena y María la madre de Jacobo y Salomé» (Marcos 16:1); «María Magdalena y la otra María» (Mateo 28:1), «María Magdalena, Juana, María la madre de Jacobo y las demás con ellas» (Lucas 24:10). Según el relato de Juan, María Magdalena es la única que ve la aparición de Jesús después de su resurrección (20:11-18).

The Crucifixion by David
La crucifixión, por Gerard David
Metropolitan Museum of Art (Copyright)

Los cuatro evangelios coinciden en incluir a María Magdalena en el círculo de mujeres relacionadas con Jesús. Los evangelios jamás describieron a María Magdalena como una prostituta, al contrario de lo que dicen 1400 años de tradición y las continuadas representaciones de Hollywood. Nunca se la nombra como discípula, aunque la palabra griega que significa «seguidora» tendría implícito ese sentido. Gregorio I (540-604 d. C.) fue quien asoció a María Magdalena con dos historias de los evangelios: la pecadora que ungió a Jesús y la mujer atrapada mientras cometía adulterio. Solo Lucas y Juan, en manuscritos posteriores, mencionan la historia de una mujer que iba a ser lapidada por infidelidad (no por prostitución, puesto que la prostitución en el antiguo Mediterráneo no constituía delito), a la que Jesús rescata de la turba. En ninguno de los dos manuscritos se menciona el nombre de la mujer, y las iglesias ortodoxas orientales no aceptan que se la identifique como María Magdalena.

La mujer en las comunidades paulinas

Las epístolas del apóstol Pablo (50s-60s d. C.) y las cartas deuteropaulinas precisan los roles y posiciones sociales de las mujeres en las primeras comunidades. Pablo nombra a varias mujeres, tanto judías como gentiles, y a menudo incluye detalles de sus contribuciones a esas agrupaciones. Pablo afirmaba que algunos de los apóstoles viajaban con sus esposas, muchas con nombres griegos, sin que se pueda determinar su origen; numerosos judíos de las ciudades del Imperio romano también tenían nombres griegos.

LA RAZÓN MÁS PROBABLE POR LA QUE PABLO ENALTECÍA A LA MUJER EN SUS COMUNIDADES, ERA QUE ENSEÑABA A VIVIR COMO SI EL REINO DE DIOS YA HUBIERA LLEGADO.

Las mujeres viajaban con sus cónyuges o hermanos y a menudo trabajaban en pareja: Prisca, Junia, Julia, la hermana de Nereo, María (Romanos 16). Se refería al apostolado de Junia, aunque no existe seguridad acerca de si la designación la separaba de los demás. Junia también fue «encarcelada por su trabajo», pero no se conocen detalles.

Los cristianos se reunían en casas, no en templos, y parece que muchas de las mujeres que se nombran en las epístolas de Pablo tenían viviendas lo suficientemente grandes como para llevar a cabo sus reuniones. Si la mujer era cabeza de familia, tendría una buena oportunidad de ser líder. Elogió a Febe por la hospitalidad que ofreció en la comunidad de Cencrea (cercana a Corinto). Pablo le otorgó tres títulos: diakonos (diaconesa), hermana, y prostatis (mecenas o benefactora). Alabó a Cloe y los suyos, lo que indica que Cloe administraba una familia (1 Corintios 1:11).

Pablo creía que Cristo regresaría pronto y que entonces todo el universo se transformaría. Esto quería decir que se trocarían todas las convenciones sociales: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús» (Gálatas 3:28). La razón más probable por la que Pablo enaltecía a las mujeres en sus comunidades, era que enseñaban a vivir como si el Reino de Dios ya hubiera llegado.

Las mujeres en los Hechos de los Apóstoles

El libro de Los Hechos de los Apóstoles (escrito por Lucas), narra las historias de cómo los misioneros introdujeron la cristiandad en las ciudades del Imperio romano. Se refleja por nombre a las mujeres que contribuyeron al movimiento.

Lucas informa que después de la ascensión de Jesús, sus seguidores se reunieron en un aposento alto donde «Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María» (Hechos 1:14). Esta mención indica que María, tras la muerte de Jesús, poseía cierta posición en la comunidad.

Otra mujer que se designa por nombre es Tabita Dorcas, cuyo negocio de confección de túnicas, sobre todo para los pobres, parecía ser suyo:

Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). Esta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres. Sucedió que en esos días cayó enferma y murió. Pusieron el cadáver, después de lavarlo, en un cuarto de la planta alta. (Hechos 9:36-37).

Los creyentes llamaron a Pedro, que se encontraba cerca, y llegó y la levantó de entre los muertos.

Otro pasaje menciona a Lidia cuando Pablo visitaba Filipos:

El sábado salimos a las afueras de la ciudad, y fuimos por la orilla del río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con las mujeres que se habían reunido. Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo. Cuando fue bautizada con su familia, nos hizo la siguiente invitación: «Si ustedes me consideran creyente en el Señor, vengan a hospedarse en mi casa». Y nos persuadió. (Hechos 16:13-15).

Apostle Paul Mosaic
Mosaico del apóstol Pablo
Edgar Serrano (CC BY-NC-SA)

Después de esto, Pablo se marchó de Atenas y se fue a Corinto. Allí se encontró con un judío llamado Aquila, natural del Ponto, y con su esposa Priscila. Hacía poco habían llegado de Italia, porque Claudio había mandado que todos los judíos fueran expulsados de Roma. Pablo fue a verlos y, como hacía tiendas de campaña al igual que ellos, se quedó para que trabajaran juntos. (Hechos 18:1-3).

La historia de Priscila y Aquila es una de esas raras joyas de erudición donde aparecen personajes o eventos que existieron fuera de los evangelios. Pablo los mencionó en 1 Corintios. El historiador romano Suetonio (69-122 d. C.) describe la expulsión de los judíos de Roma en su Vidas de los Césares.

El rol cambiante de las mujeres: las Pastorales

Las epístolas 1 Timoteo, 2 Timoteo y Tito, del Nuevo Testamento, que se conocen de conjunto como Las Pastorales, contienen información que resultaba importante para los pastores o líderes de las comunidades cristianas. Se escribieron a nombre de Pablo entre el 80 d. C. y finales del siglo I d. C.

Al principio se enseñaba que las convenciones sociales se revolucionarían y Pablo urgía a las viudas a que no se volvieran a casar, puesto que el reino llegaría pronto. Tradicionalmente, la sociedad grecorromana presionaba a las viudas para que volvieran a desposarse. Puede que las mujeres acudieran en tropel a las nuevas comunidades, porque les ofrecían escapar a esa responsabilidad social. Es probable que vivieran en la casa de los obispos, lo que aparentemente ocasionaba escándalo.

Medieval Women
Mujeres medievales
Stuart (CC BY-NC-ND)

Timoteo estableció reglas para las viudas. Las que tenían hijos debían ganarse el sustento con el apoyo de sus familias. Ninguna viuda de menos de 60 años sería aceptada. La carta afirma que las viudas más jóvenes se preocupaban solo de sus vestimentas y pasaban todo el día en chismes y holgazanería. «Por eso exhorto a las viudas jóvenes a que se casen y tengan hijos, y a que lleven bien su hogar y no den lugar a las críticas del enemigo» (1 Timoteo 5:14). Al propio tiempo, el estatus de las mujeres cristianas se desvaloró:

No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime. Porque primero fue formado Adán, y Eva después. Además, no fue Adán el engañado, sino la mujer; y ella, una vez engañada, incurrió en pecado. Pero la mujer se salvará siendo madre y permaneciendo con sensatez en la fe, el amor y la santidad. (1 Timoteo 2:12-15).

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Citar esta obra

Estilo APA

Denova, R. (2021, agosto 24). Las mujeres en el Nuevo Testamento [Women in the New Testament]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Obtenido de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1814/las-mujeres-en-el-nuevo-testamento/

Al estilo de Chicago

Denova, Rebecca. "Las mujeres en el Nuevo Testamento." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 24, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1814/las-mujeres-en-el-nuevo-testamento/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Las mujeres en el Nuevo Testamento." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 24 ago 2021. Web. 20 abr 2024.

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