Isaías es uno de los más grandes profetas del antiguo Israel. Isaías en hebreo significa “Dios es salvación”. El Libro de Isaías es uno de los libros proféticos más largos (66 capítulos). Su origen data del siglo VIII a.C. y fue actualizado por lo menos dos veces, en los siglos VII y VI a.C. (períodos Babilónico y Persa) y tal vez también en el período Helenístico (siglos IV a I a.C.). Los eruditos se refieren a las diferentes secciones como Proto-Isaías (capítulos 1-39), Deutero-Isaías (40-55), y Trito-Isaías (56-66).
Los profetas
Los profetas eran la versión judía de los oráculos del mundo antiguo. El término se refería más bien a una persona que a un lugar. Categorizados como adivinación, eran la vía de comunicación de los hombres con los dioses. El oráculo era poseído por el dios y servía como vehículo para sus palabras. Algunas veces la deidad aparecía en una visión. Otras veces, el profeta podía tener una experiencia extracorporal que le permitía viajar al cielo y recibir información directamente de Dios o de sus ángeles.
En el año 722 a.C., el Imperio asirio conquistó y destruyó el Reino de Israel, que estaba en el norte. Ahí sucedió que diez de las doce tribus de Israel desaparecieron de la historia. En el 587 a.C., el Imperio babilónico conquistó el Reino de Judá y el Templo de Salomón en el Sur. Los profetas de Israel explicaron ambos desastres como un castigo de Dios por los pecados de los israelitas (específicamente su idolatría). Sin embargo, ofrecieron también un mensaje de esperanza: en algún momento del futuro, Dios intervendría una vez más en los últimos días (éskhatos en griego). Entonces, Él restauraría Israel a su gloria pasada y rectificaría toda injusticia.
Los profetas presentan sus visiones y experiencias como secretos que les fueron revelados (apokálupsis en griego). Para criticar a los poderes dominantes se les representaba a menudo como culpables de traición, y para eso la literatura utiliza la alegoría y el simbolismo. Los eruditos modernos se refieren a tales textos como escatología apocalíptica, que es el estudio de los secretos revelados concernientes a los últimos días. El Libro de Isaías presenta los elementos de la escatología apocalíptica, en las visiones y en las predicciones para la nación de Israel.
El Libro de Isaías
El Libro de Isaías comienza con una predicción de Dios contra la gente durante la crisis asiria:
Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crie hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. . . . ¿Para qué me sirve, dice Jehová, la multitud de vuestros sacrificios? . . . no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. . . . Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas. (Isaías 1:1-14)
Este pasaje se interpreta a menudo como una condena del judaísmo per se, particularmente en lo que se refiere a los detalles de las ceremonias de culto en el Templo en Jerusalén. Sin embargo, el tema dominante de Isaías es el arrepentimiento (o regreso, como un regreso a Dios) eliminando los elementos idolátricos que han llegado a formar parte del culto, según dicen los profetas. En ningún momento Isaías pide que se eliminen los sacrificios y rituales tradicionales, pero los sacrificios sin arrepentimiento y pureza de corazón nada significan.
Después de conquistar y someter al Reino de Israel, en el norte, el rey Senaquerib (701 a.C.) envió un ejército a someter al Reino de Judá, en el sur. Isaías animó al rey Ezequías a resistir. Según 2 Reyes 19, un ángel de Dios cayó sobre el ejército asirio y murieron 185.000 soldados. Más tarde Judá fue conquistado y destruido por la siguiente potencia dominante en la región, el Imperio neo-babilonio. Los babilonios se llevaron a los sacerdotes, escribas y aristócratas judíos a su capital, Babilonia. Este período fue conocido como el exilio de Babilonia.
Cuando Ciro el Grande conquistó Babilonia y creó el Imperio persa, permitió a los judíos de Babilonia regresar a Jerusalén y reconstruir la ciudad y el Templo. En este sentido, Isaías se refiere a Ciro como “el mesías” (“el ungido”) por su papel en la profetizada restauración de Israel.
Los temas en Isaías
Como sucede en otros libros proféticos, Isaías enumera todos los pecados de los israelitas y su abandono de los mandamientos de Dios en la justicia social. Pero también condena a todos los gobernantes y reyes de otras naciones por su corrupción. Incluye también oráculos contra cada uno de los imperios vecinos de Israel.
Isaías contiene el mismo mensaje de esperanza futura que se encuentra en otros libros proféticos. En los días de Yahvé, las tribus serán reunidas y regresadas a Sion. Aunque está condenando, Isaías contiene también un mensaje de esperanza para las naciones:
Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra. (Isaías 49:6)
Escogido en el Monte Sinaí, Israel debía ser el modelo que guiara a todas las naciones a someterse al Dios de Israel:
[Naciones] traerán en brazos a tus hijos, y tus hijas serán traídas en sus hombros…con el rostro inclinado a tierra te adorarán, y lamerán el polvo de tus pies; y conocerás que yo soy Jehová, que no se avergonzarán los que esperan en mí. (Isaías 49:22-23)
El mensaje es que Dios no solo restaurará a Israel, sino que también el plan original del Jardín del Edén antes de la caída. Habrá entonces una existencia utópica donde: Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará (Isaías 11:6). Dios juzgará entre las naciones, y será árbitro de muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra" (Isaías 2:4).
Isaías en el Judaísmo del Segundo Templo (515-70 d.C.)
Isaías se convirtió en el libro más popular del período del Segundo Templo, fue actualizado para responder a la opresión de la ocupación griega, al levantamiento de los Macabeos (167 a.C.) y posteriormente a la conquista romana de Jerusalén en el 63 a.C. La esperanza en la restauración de Israel en la literatura apocalíptica está en las constantes referencias a Isaías en textos como el Libro de Daniel, partes de Ezequiel, las Parábolas de Enoc, 2 Baruc, 4 Esdras y el tercero de los Oráculos Sibilinos. Varias sectas de judíos de este período utilizaron a Isaías para validar sus interpretaciones de los tiempos inestables.
Isaías en el cristianismo
La emergente secta de judíos que sentó las bases del cristianismo se basó casi exclusivamente en Isaías para articular y validar sus afirmaciones sobre Jesús de Nazaret. Isaías es citado 85 veces en el Nuevo Testamento:
La Natividad
La aplicación que Mateo hace de Isaías 7:14 —Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel ["Dios está con nosotros"]— se convirtió en la convicción cristiana de que Dios mismo se manifestó en la tierra en Jesús, lo que más tarde se incorporó al oratorio El Mesías de Händel:
Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. (Isaías 9:6)
Lucas hace que Jesús comience su ministerio en una sinagoga donde lee del rollo de Isaías:
El Espíritu del Señor está sobre mí, Por lo cual me ungió para predicar el evangelio a los pobres. [Me ha enviado] a proclamar liberación a los cautivos, y recuperación de la vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar un año favorable del Señor. (Lucas 4:18-19)
Juicio y crucifixión de Jesús de Nazaret
Uno de los primeros problemas que tuvieron quienes clamaban que Jesús era el mesías, fue el hecho de que él murió por crucifixión; un mesías muerto no da mucha esperanza. Un cristiano primitivo (no identificado) declaró que la muerte del Mesías había sido profetizada por Isaías. Los capítulos 45-53 de Isaías son conocidos como los pasajes del siervo sufriente. Isaías cuenta la historia de un devoto creyente en el Dios de Israel, que sufrió, fue torturado y muerto. Dios lo levanta (resucita) y lo pone en el trono de Dios. En el contexto histórico de Isaías, el siervo sufriente era la nación de Israel. En el tiempo en que Marcos escribió su evangelio (69/70 d.C.) los detalles del siervo sufriente se interpretaron como el cumplimiento de las Escrituras (en este caso los Profetas). En los evangelios, la descripción que hace Marcos de la crucifixión de Jesús incorpora muchos de los párrafos del siervo sufriente: él fue “como un cordero que es llevado al matadero” (Isaías 53:7) y “él fue herido por nuestras transgresiones” (Isaías 53:5).
Polémica contra los judíos incrédulos
Cuando los evangelios fueron escritos (70-100 d.C.), había muchos gentiles (no judíos) que se convirtieron en miembros de la nueva comunidad. Los evangelios tenían que explicar por qué la misión de Jesús había fallado entre los judíos. Entonces, utilizaron sistemáticamente los castigos de Isaías como una predicción de que solo existiría un remanente justo de verdaderos creyentes (que ahora serían los cristianos) y que Dios se apartaría de los judíos:
Él dijo: “Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, pero no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Embota el corazón de este pueblo, y tapa sus oídos, y ciega sus ojos”. (Isaías 6:9-10)
Este párrafo fue utilizado para la historia de los discípulos que preguntaron a Jesús por qué enseñaba en parábolas. Jesús respondió: Por eso les hablo en parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. Y se cumple en ellos la profecía de Isaías… (Mateo 13:13-14). En otras palabras, este pasaje declara que Dios mismo ha determinado que la mayoría de los judíos no se salvarán, porque se endurecieron sus corazones.
Inclusión de los gentiles
Las predicciones de Isaías acerca de la venida del reino de Dios fueron utilizadas a lo largo del Nuevo Testamento para validar la inclusión de los gentiles. Cuando Simeón el profeta encontró a Jesús niño en el Templo, alabó a Dios diciendo:
Ahora, Soberano Señor, puedes dejar que tu siervo se vaya, Conforme a tu palabra, en paz; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado a la vista de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y para gloria de tu pueblo Israel. (Lucas 2:29-32)
La Parusía
La predicción profética de los últimos días, particularmente de la derrota de los enemigos de Israel, no sucedió durante el tiempo de Jesús en la tierra. Para hacer frente a este problema, un desconocido cristiano primitivo concibió el concepto conocido como parusía, o segunda venida. Jesús, ahora en el cielo, regresará a la tierra en una fecha futura, y es entonces cuando se manifestarán todos los elementos que establecerán el reino de Dios.
Este concepto es dominante en las cartas de Pablo a los gentiles. Su profeta preferido parece ser Isaías (citado 27 veces), y lo usa para describir como será el reino cuando Jesús regrese. Utiliza a Isaías para enseñar a sus comunidades como vivir prolécticamente (es decir anticipándose) como si el reino ya estuviera aquí: Porque he aquí que yo crearé unos nuevos cielos y una nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni vendrá más al pensamiento (Isaías 65:17).
El Apocalipsis de Juan de Patmos (llamado también Revelaciones) se basa en gran medida en las predicciones proféticas de los últimos días. Sin embargo, debido a su uso de la alegoría y el símbolo, continúa el debate concerniente al uso literal de Isaías. Tiene 72 alusiones a Isaías, de las cuales 42 son citas directas.
Leyendas de Isaías
Un texto combinado judeocristiano, la Ascensión de Isaías, apareció entre los siglos I y III d.C. Destacando las malas acciones del rey Manasés, quien deshizo todas las reformas de Ezequías (2 Reyes 21), este texto seudoepigráfico describe el martirio de Isaías. Un falso profeta, Belkira, acusó a Isaías de traición. Manasés lo condenó a muerte. Isaías se escondió mágicamente en un árbol, pero lo encontraron. Manasés cortó el árbol por la mitad y la sangre de Isaías salió a borbotones.
El Talmud babilónico judío posterior y el Talmud de Jerusalén pueden haber utilizado este texto anterior para su afirmación de que Isaías fue cortado por la mitad. Esta historia también se encuentra en el Corán. En la versión musulmana, sin embargo, no fue Manasés quién aserró a Isaías, sino los israelitas.
El lenguaje y el lenguaje poético de las predicciones de Isaías son increíblemente ricos en espiritualidad. Los cristianos modernos continúan utilizando esa obra al incorporar muchos de los pasajes en las letras de los himnos. Tanto las Iglesias católicas occidentales como las Iglesias ortodoxas orientales utilizan Isaías 6:5 (conocido como el Sanctus) en la liturgia: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Las iglesias ortodoxas orientales lo celebran como santo el 9 de mayo. En la misma fecha, es honrado como santo y mártir en la Iglesia católica romana.