Cultura del vino en el Mediterráneo helenístico

Artículo

Branko van Oppen
por y , traducido por Luis Mario Caso González
Publicado el 20 febrero 2020
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano

La cultura de beber vino se disfrutaba en todo el mundo mediterráneo, y lo que es cierto ahora también lo era en la antigüedad: el vino siempre es un buen negocio. El período helenístico (en torno a 335-30 a.C.), entre Alejandro Magno y Cleopatra VII, fue testigo de la expansión de las relaciones comerciales en un área en constante crecimiento, poniendo a regiones distantes en contacto directo o indirecto entre sí. A través de rutas comerciales de larga distancia, mercancías del noroeste de Europa, Oriente Medio, Arabia, India y Asia central llegaban al Mediterráneo. Por primera vez en la historia, incluso los productos chinos llegaron al Mediterráneo, lo que sentó las bases de la Ruta de la Seda. Desde artículos de lujo hasta alimentos, se intercambiaban productos en una sociedad de consumo en rápido desarrollo. Piense en gemas preciosas, oro y plata, hierbas y especias, perfumes y aceites, seda y lino, elefantes y esclavos, cereales como el trigo, la escanda y el arroz, el aceite de oliva y la salsa de pescado, el pergamino y el papiro, la cerveza y el vino.

Wall Painting of a Man at a Banquet
Pintura mural de un hombre en un banquete
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

El vino se consumía en todo tipo de recipientes, desde simples copas de barro hasta copas brillantes. Naturalmente, floreció el comercio de finas vasijas para vino de oro y plata. Cada región también tenía su propia especialidad, desde el vino barato de Egipto hasta el delicioso vino falerno de Italia y el excepcional vino de Carmania de las Tierras Altas de Irán.

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Una breve historia del vino

La vitivinicultura, es decir, el cultivo de la uva y la elaboración del vino, se remonta a mucho antes de la época helenística, hace unos 8.000 años en las zonas montañosas del Cáucaso y los montes Zagros (respectivamente en las actuales Georgia e Irán). También se practicaba ya en los Balcanes y el Levante en el período Neolítico (en torno a mediados del V milenio a.C.). La Grecia clásica, por supuesto, es famosa por la elaborada cultura en torno al consumo de vino. No discutiré aquí la importancia del vino para la religión, la medicina, la cultura y la sociedad griegas antiguas, especialmente para el simposio. Cabe recordar aquí que la colonización griega extendió la cultura del vino por el norte del Mediterráneo y la costa del Mar Negro, compartiéndola así con la civilización etrusca, los romanos, los celtas y los escitas.

EL VINO TINTO DE ALTA CALIDAD DE QUÍOS gozaba DE UNA EXCELENTE REPUTACIÓN Y SE EXPORTaba A PRECIOS ELEVADOS A GRECIA, ITALIA Y EGIPTO.

Los griegos siempre bebían su vino diluido en agua, ya que el suyo salía del prensado en forma de un almíbar espeso. La cultura griega incluso consideraba una práctica bárbara (incivilizada) consumir vino sin diluir. En la Grecia continental se producía una amplia variedad de vinos, principalmente dulces y aromáticos, pero también variedades más secas. Un vino griego popular, que se exportaba en grandes cantidades a la región del Mar Negro, era la variedad proveniente de Mende en Calcídica. Este vino blanco mendeo existía en diferentes tipos (suave, seco y con miel), y se consideraba que tenía tanto una función terapéutica como laxante. En las islas, se producían aún más varierdades diferentes de vino. En Cos, por ejemplo, una variante muy exportada se mezclaba con agua de mar salada; se comercializaba a través de rutas marítimas hasta Arabia y la India. El vino tinto de alta calidad de Quíos gazaba de una excelente reputación y se exportaba a precios elevados a Grecia, Italia y Egipto desde el período clásico hasta bien entrado el período imperial romano (en torno a siglo V a.C. - siglo II d.C.).

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Durante la colonización griega del norte del Mediterráneo y el Mar Negro, los fenicios se establecieron en el sur y el oeste del Mediterráneo y, por lo tanto, acabaron compartieron su cultura del vino con libios, íberos e italianos, por nombrar algunos. Desde el corazón fenicio (Líbano), un vino blanco fino y fragante se comercializaba desde Biblos (actual Jibayl) hasta las islas de Chipre, Creta, Sicilia y Cerdeña, así como hasta la costa del norte de África y la Península Ibérica. Este tipo de vino se impregnaba con resina de pino o pistacho (terebinto), ya que estos ingredientes realzaban mejor el suave sabor de la bebida. En la época helenística, esta variedad se valoraba cualitativamente igual al mejor vino dulce moscatel de Lesbos. Las uvas de vinificación fenicias también se cultivaban en Sicilia y Tracia. Desde el valle de Bagradas (en Túnez), los cartagineses exportaron vino de la variedad Passum a las colonias púnicas de Sicilia, Cerdeña, las Islas Baleares y España. Ese vino cartaginés, elaborado con pasas, aunque elaborado por los rivales militares de Roma, se hizo popular también en Italia.

Deer Rhyton
Ritón con forma de ciervo
Allard Pierson Museum (CC BY-NC-SA)

En el delta del Nilo y los oasis egipcios, el cultivo y consumo de vino se remonta al menos al Imperio Antiguo de Egipto (finales del tercer milenio a.C.). En los viñedos reales se producía principalmente vino tinto. Sin embargo, en la famosa tumba de Tutankamón también se han encontrado restos de vino blanco en cántaros, tal vez de vino importado. El vino egipcio se podía aromatizar con resina de pistacho (terebinto), uvas e higos frescos, salvia, menta y cilantro. Los griegos introdujeron nuevas variedades de uva en Egipto; El vino también se importaba directamente de la región del mar Egeo. Los vinos egipcios helenísticos, elaborados con uvas, granadas, dátiles o palmeras, se presentaban en diferentes variedades y sabores, desde baratos hasta caros, desde ácidos hasta dulces. Incluso el vinagre de vino se bebía como sustituto barato entre la población más pobre. Sin embargo, entre la población rural la cerveza siguió siendo la bebida de consumo diario más popular hasta la antigüedad tardía, como lo ha sido desde tiempos inmemoriales.

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En Israel, el vino kosher se apreciaba al menos desde la época del Antiguo Testamento. El Talmud menciona 70 variedades diferentes de vino de Palestina, como el Sharon y el Carmelo. La mayoría son rojas, aunque algunas son variedades blancas. Se producían de diferentes maneras, por ejemplo, mezclando el vino con agua limpia y bálsamo (aluntit), o con miel y pimienta negra (anomilin), pero también ahumando las uvas antes de prensar el vino (meusham). La región de Kefar-Signa (en el sur de Galilea) proporcionaba el vino para los sacrificios en el Templo de Jerusalén. En el período helenístico, los vinos kosher se consideraban entre los mejores. No sólo se comercializaban en ánforas (como la mayoría de los otros vinos), sino también en pieles de cabra, y se exportaban desde los puertos de Ashkelon, Jope y Dor al norte de África, Europa y el Mar Negro. Al inicio de la era común, con la expansión del cristianismo, el vino tinto se convirtió en un sacramento imprescindible de la celebración eucarística para conmemorar la Última Cena de Jesús.

De bienes de lujo artículos básicos

a finales del período helenístico se inventó el soplado de vidrio lo que provocó que los recipientes de dicho material fueran más baratos que los de barro.

El vino no sólo se bebía en elegantes vasijas de metales preciosos, como ya se ha dicho, sino también en copas de vidrio o de barro, e incluso en copas de madera. Por difícil que pueda ser de imaginar, debido a la prevalencia del vidrio en nuestra era moderna, antes del Imperio Romano, los artefactos de vidrio (ya sea de cuarzo u obsidiana) se contaban entre los artículos de mayor lujo. El origen de la propia fabricación de vidrio se remonta al segundo milenio a.C. en Mesopotamia, Siria y Egipto. Parece haber llegado a su fin al final de la Edad del Bronce, pero se reanudó en Siria y Chipre a principios del primer milenio a.C. Mientras tanto, en la Siria helenística se exportaba vino de alta calidad desde el puerto de Laodicea (actual Latakia) a través del Mar Rojo hasta Arabia y la India. Fue durante la Dinastía ptolemaica, en Alejandría, cuando ciertos experimentos condujeron a nuevas técnicas de producción, de modo que se podía fabricar vidrio a una escala significativamente mayor. Durante el período helenístico por primera vez fue posible fabricar vidrio a partir de moldes. Posteriormente, a finales del período helenístico (en torno al siglo I a.C.), se inventó el soplado de vidrio en el Cercano Oriente, lo que provocó una revolución en la producción de vidrio, ya que hizo que los recipientes de dicho material fueran más baratos que los de barro.

Levantine Amber Glass Wine Cup
Copa de vino levantina hecha de vidrio
Allard Pierson Museum (CC BY-NC-SA)

Aunque la cultura grecorromana del vino puede resultar más familiar para el lector, en el Imperio persa aqueménida (550-330 a.C.) también existía una rica cultura en torno al consumo de vino. El ritón, un cuerno generalmente decorado con la cabeza o la parte delantera de un animal, y que se utiliza para beber, verter o airear vino, es una expresión sorprendente de esta cultura. Carmania, en las Tierras Altas de Irán (aproximadamente la actual provincia de Kermán) era famosa por la calidad de su vino. Estrabón (15.2.14) nos informa que la variedad de uva Carmania, que floreció gracias a su suelo fértil, era conocida tanto por el tamaño de las uvas como por el tamaño de sus racimos. Después del desastroso viaje a través del desierto de Gedrosia, en el que quizás un tercio de sus tropas perdieron la vida, Alejandro Magno realizó una procesión triunfal báquica por la región y celebró una fiesta del vino en honor de Dioniso durante siete días y siete noches. (No hay razón para creer en los informes de que el vino francés moderno, llamado Syrah, Scyras y Shiraz, entre otros, esté relacionado de alguna manera con el vino persa de la ciudad de Shiraz).

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En la región de Gandhara, al noroeste de la antigua India, en la zona del valle de Kabul antes de que ese río (conocido en la Antigüedad como Cofete) desemboque en el Indo, el ejército macedonio había creído incluso haber descubierto el lugar de nacimiento de Dioniso, el dios del vino, porque la zona montañosa era rica en vid y uvas. En la región, el vino se consumía durante las fiestas religiosas populares antes de la llegada del budismo desde la India. El vino de Gandhara probablemente se enriquecía con especias durante la fermentación y se bebía sin diluir unos días después del prensado (por lo tanto, la levadura todavía estaba activa); Se trata pues de un vino joven, dulce y de color lechoso. Si bien a los monjes budistas se les prohibió beber bebidas alcohólicas, la tradición de la fiesta del vino continuó. Las hojas de parra también se convirtieron en un motivo popular en el arte posterior de la zonade Gandhara.

Stag Rhyton
Ritón con forma de venado
J. Paul Getty Museum (CC BY-NC-SA)

Los arqueólogos pueden reconstruir, al menos parcialmente, la red comercial a partir de vasijas de cerámica descubiertas en excavaciones submarinas. Por ejemplo, las ánforas de Rodas tienen una forma característica, de modo que su dispersión a gran escala por el mundo helenístico atestigua el amplio alcance del comercio desde la isla. Gozó de gran popularidad el vino local producido en Rodas y transportado en estos recipientes de cerámica. Al igual que la variante de Cos, el vino de Rodas se mezclaba con agua de mar o sal, aunque en menor medida. Si bien este vino salado no era de una calidad particularmente alta, fue precisamente su bajo precio lo que contribuyó a su enorme popularidad como producto de exportación.

Una nereida y un centauro marino

En una escena de un jarrón plateado de vino vemos, en un mar turbulento, a una mujer casi completamente desnuda cabalgando de lado con ambas piernas hacia la derecha, a lomos de un centauro marino. Ella es una Nereida, una ninfa del mar, una de las 50 hermosas hijas del dios del mar Nereo y su esposa Doris (ella misma hija de Océano y Tetis). Un manto cubre únicamente su regazo y sus senos. En ambas manos levantadas sostiene una tela ondulada que se hincha como una vela y que da la impresión de que sopla el viento. Esta llamada velificatio se conoce en el arte romano, por ejemplo, en los relieves del Ara Pacis construidos por el emperador Augusto (que reinó de 27 a.C. - 14 d.C.).

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A Nereid & a Sea Centaur
Una nereida y un centauro marino
Branko van Oppen (CC BY-NC-SA)

El centauro marino es una criatura de la mitología grecorromana, con la parte superior del cuerpo de un humano con cuernos, las patas delanteras de un caballo y la cola enrollada de un pez enorme. Se vuelve para mirar a la Nereida que tiene en la cola; en su mano derecha sostiene un espejo ante su rostro; en su mano izquierda lleva una corona. Debajo de sus piernas se representa una concha y debajo de su cola un delfín y un pez. En el extremo izquierdo del fragmento se puede ver la cola de otra criatura marina, probablemente un segundo compañero marino reflejado, cuya mano se puede ver cerca de la corona. ¿Quizás podamos interpretar la escena un poco más? Quizás aquí estén representados Acis y Galatea, conocidos por la Metamorfosis de Ovidio (13.733-897).

La escena mitológica está reproducida en relieve repujado en un fragmento del cuello de una vasija de vino plateada decorada con pan de oro. Con esta técnica de trabajo del metal se martilla un relieve profundo en el reverso (de adentro hacia afuera). Después, como en este caso, se pueden grabar detalles por delante. Los temas marítimos son relativamente comunes en las vajillas de plata romanas, motivo por el que se menciona esta escena en relieve en particular. Durante los ricos banquetes se servía una variedad de pescados mientras el vino corría generosamente. Esta jarra de vino probablemente proviene de la provincia romana de la Bética, en el sur de España, una región donde se comercializaba vino, aceite de oliva y salsa de pescado hacia el extranjero. De hecho, se cree que el Ceretanum, un vino blanco fortificado de Ceret en Bética (actual Jerez de la Frontera), exportado al sur de Francia, Italia y Alemania, es el precursor del jerez moderno.

Ptolemaic Silver Wine Vase
Copa de vino ptolemaica de plata
Allard Pierson Museum (CC BY-NC-SA)

El vino romano más elogiado y más caro fue sin duda el vino blanco falerno, que tenía un porcentaje de alcohol de hasta el 15%. Este "premier cru", como si fuera el Sauterne de la Antigüedad, crecía en las laderas de Falerno, una montaña en la frontera entre Lacio y Campania. El hijo del dictador Sila (138-78 a.C.), Fausto Cornelio Sila (86-46 a.C.), poseía viñedos a mitad de la montaña. La uva no se recogía hasta después de la primera helada. Debido al proceso de maduración en ánforas de barro durante 15 a 20 años, el vino presentaba un color entre ámbar y marrón oscuro. La cosecha del año del cónsul Lucio Opimio (121 a.C.) fue tan famosa que Julio César la hizo servir en un banquete en honor de su triunfo español (60 a.C.). Al igual que los griegos, los romanos siempre bebían el vino diluido.

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Se podría decir mucho más sobre el consumo, el comercio y los recipientes en los que se consumía el vino helenístico. Por ejemplo, que los tasios elaboraban un vino muy apreciado con hojas de rosa, o que los efesios mezclaban jugo de uva cocido y sin fermentar en su vino mesogita, o que el vino salado de Cirene, aunque de mala calidad, se consideraba bueno para la digestión. Basta decir que los vinos se disfrutaban en una variedad sorprendentemente amplia, que se comercializaban ampliamente e ilustran la extensión de su cultura. En la época helenística, al igual que en períodos anteriores y posteriores, el vino no era sólo un producto para comercializarse a lo largo y ancho, los vasos de vino no eran meros artículos de lujo para los ricos: el vino era una forma de vida.

Una versión anterior de este artículo se publicó originalmente en AncientWorldMagazine.com (en inglés).

Los objetos ilustrados en este artículo del Museo Allard Pierson se exhiben en la galería helenística “De Alejandro a Cleopatra” desde principios de 2017. Ambos autores de este artículo participaron en la presentación de la galería.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Luis Mario Caso González
Soy un joven graduado de inglés y ruso. Me encanta la historia, el arte y la filosofía. A través de la traducción puedo ayudar a acceder al conocimiento para entender mejor el mundo y tomar buenas decisiones.

Sobre el autor

Branko van Oppen
Branko van Oppen es un comisario o curador de exposiciones y un investigador independiente especializado en las reinas ptolemaicas así como en la ideología y el arte helenístico.

Cita este trabajo

Estilo APA

Oppen, B. v. (2020, febrero 20). Cultura del vino en el Mediterráneo helenístico [Wine Culture in the Hellenistic Mediterranean]. (L. M. C. González, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1502/cultura-del-vino-en-el-mediterraneo-helenistico/

Estilo Chicago

Oppen, Branko van. "Cultura del vino en el Mediterráneo helenístico." Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 20, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1502/cultura-del-vino-en-el-mediterraneo-helenistico/.

Estilo MLA

Oppen, Branko van. "Cultura del vino en el Mediterráneo helenístico." Traducido por Luis Mario Caso González. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 20 feb 2020. Web. 28 abr 2024.

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