La civilización etrusca floreció en el centro de Italia entre los siglos VIII y III a.C. Una cultura que fue famosa en la antigüedad por sus ricos recursos minerales y por ser una de las principales potencias comerciales del Mediterráneo. Gran parte de su cultura e incluso de su historia fue borrada o asimilada dentro la historia de su conquistadora, Roma. Sin embargo, las tumbas etruscas que sobrevivieron, sus contenidos y sus pinturas murales, así como la adopción romana de ciertas vestimentas, prácticas religiosas y arquitectura típicamente etruscas; son un testimonio convincente de la gran prosperidad y de las contribuciones significativas aportadas por parte de la primera gran civilización de Italia a la cultura mediterránea.
La cultura de Villanova
La cultura de Villanova se desarrolló durante la Edad del Hierro en el centro de Italia alrededor del 1100 a.C. El nombre es realmente engañoso ya que esta cultura es, en realidad, la cultura de los etruscos en su forma temprana. No hay evidencia de una migración o guerra que sugiera que los dos pueblos eran diferentes. Algunos estudios del ADN han confirmado que los etruscos eran indígenas de Italia. La cultura de Villanova se benefició de una mayor explotación de los recursos naturales de la zona, lo que le permitió formar aldeas. Las casas eran típicamente circulares y estaban hechas de paredes de adobe y los techos de paja con decoraciones de madera y terracota; y algunos modelos de cerámica que se utilizaron para almacenar las cenizas de los difuntos sobrevivieron. La importancia de los caballos se ve en los numerosos hallazgos de piezas de bronce para caballos en los grandes cementerios de Villanova ubicados a las afueras de sus asentamientos. Alrededor del año 750 a.C., la cultura de Villanova se había convertido en la cultura etrusca propiamente dicha, y muchos de los sitios de Villanova continuarían desarrollándose como importantes ciudades etruscas. Los etruscos, se encontraban en ese momento, dispuestos a establecerse como uno de los grupos de población más exitosos del antiguo Mediterráneo.
Etruria
Las ciudades etruscas eran ciudades-estado independientes vinculadas entre sí solo por una religión, un idioma y una cultura comunes. Distribuidas geográficamente desde el río Tíber en el sur hasta partes del valle del Po en el norte, las principales ciudades etruscas incluían Cerveteri (Cisra), Chiusi (Clevsin), Populonia (Puplona), Tarquinia (Tarchuna), Veyes (Veii), Vetulonia (Vatluna) y Vulci (Velch). Las ciudades se desarrollaron de forma independiente de modo que las innovaciones en áreas como la manufactura, el arte, la arquitectura y el gobierno ocurrieron en diferentes momentos y en diferentes lugares. En términos generales, los sitios costeros al contar con un mayor contacto con otras culturas contemporáneas, evolucionaron más rápido pero finalmente transmitieron las nuevas ideas al interior de Etruria. Sin embargo, las ciudades etruscas se desarrollaron según sus propios términos y son evidentes las diferencias significativas entre una ciudad y otra.
La prosperidad se sustentó en tierras fértiles y en la mejora de las herramientas agrícolas para explotarlas mejor; también en la explotación de los ricos recursos minerales locales, especialmente el hierro; en la fabricación de herramientas de metal, alfarería y artículos hechos de materias preciosas como el oro y la plata; y en una red comercial que conectaba las ciudades etruscas entre sí, con tribus en el norte de Italia y a través de los Alpes así como con otras naciones comerciales marítimas como los fenicios, griegos, cartagineses y el cercano Oriente. Mientras que importaban esclavos, materias primas y productos manufacturados (especialmente cerámica griega); los etruscos exportaban hierro, su propia cerámica indígena (del tipo Bucchero) y productos alimenticios, en particular vino, aceite de oliva, cereales y piñones.
Panorama histórico
Con el florecimiento del comercio desde el siglo VII a.C., el impacto cultural producto del aumento del contacto entre culturas también se hizo más profundo. Artesanos de Grecia y del Levante se establecieron en puertos comerciales semiindependientes que surgieron en la costa del Tirreno, el más famoso en Pirgi, uno de los puertos de Cerveteri. Los hábitos alimenticios, la vestimenta, el alfabeto y la religión son solo algunas de las áreas en las que los pueblos griegos y del Cercano Oriente transformaron la cultura etrusca en el llamado período "orientalizante".
Las ciudades etruscas se unieron a Cartago para defender con éxito sus intereses comerciales contra una flota naval griega en la Batalla de Alalia (también conocida como Batalla del Mar de Cerdeña) en el 540 a.C. Tal era el dominio etrusco sobre los mares y el comercio marítimo a lo largo de la costa italiana que los griegos se referían repetidamente a ellos como piratas sinvergüenzas. Sin embargo, en el siglo V a.C., Siracusa era la potencia comercial dominante en el Mediterráneo, y la ciudad siciliana combinó fuerzas con Cumas para infligir una derrota naval a los etruscos en la batalla de Cumas en el 474 a.C. Aunque lo peor estaba por venir cuando el tirano siracusano Dionisio I decidió atacar la costa etrusca en el 384 a.C. destruyendo muchos de los puertos etruscos. Estos factores contribuyeron significativamente a la pérdida del comercio y el consiguiente declive de muchas ciudades etruscas entre los siglos IV y III a.C.
En el interior, el estilo de guerra etrusco parece haber seguido inicialmente los principios griegos mediante el uso de hoplitas (quienes llevaban una coraza de bronce, un casco corintio, grebas para las piernas y un gran escudo circular), que eran desplegados en la formación de falange estática, pero desde el siglo VI a.C. un mayor número de cascos redondos de bronce más pequeños sugeriría un tipo de guerra más móvil. Aunque se han descubierto varios carros en las tumbas etruscas, es probable que estos fueran solo para uso ceremonial. La acuñación de monedas del siglo V a.C. sugiere que los mercenarios se utilizaron en la guerra, como en muchas culturas contemporáneas. En ese mismo siglo, muchas ciudades construyeron extensas murallas con torres y puertas. Todos estos desarrollos apuntan a una nueva amenaza militar, que vendría del sur donde estaba a punto de construirse un gran imperio, comenzando con la conquista de los etruscos. Roma estaba en pie de guerra.
En el siglo VI a.C., algunos de los primeros reyes de Roma eran originarios de Tarquinia (aunque se trataban de reyes legendarios), pero a finales del siglo IV a.C. Roma ya no era el vecino menor de los etruscos y estaba empezando a preparar sus músculos. Además, al poder etrusco tampoco le ayudaron las invasiones del norte por parte de las tribus celtas desde el siglo V al III a.C., aún si en ocasiones estas llegaran a ser sus aliadas contra Roma. Unido a lo anterior vendrían unos 200 años de guerra intermitente. Los tratados de paz, las alianzas y las treguas temporales estuvieron marcadas por batallas y asedios como el ataque de 10 años de Roma a Veyes desde el 406 a.C., el asedio de Chiusi y la batalla de Sentino, ambos en el 295 a.C. Finalmente, el ejército profesional de Roma poseía mayores habilidades organizativas, así como una fuerza humana y recursos superiores; sumado a lo anterior la falta de unidad política entre las ciudades etruscas fue crucial, lo que significaba que solo podía haber un ganador. El 280 a.C. fue un año significativo y trajo la caída de Tarquinia, Orvieto y Vulci, entre otras ciudades. Cerveteri cayó en el 273 a.C., fue una de las últimas en resistir la implacable expansión de lo que rápidamente se convertiría en el Imperio Romano.
Los romanos a menudo masacraban y vendían como esclavos a los vencidos que sobrevivían, establecían colonias y repoblaban las áreas con veteranos de guerra. El rotundo final etrusco llegó cuando muchas ciudades etruscas apoyaron a Cayo Mario en la primera guerra civil romana ganada por Sila, quien rápidamente las saqueó de nuevo en el 83 y el 82 a.C. Los etruscos se romanizaron, su cultura e idioma dieron paso a las costumbres latinas y al latín, su literatura fue destruida y su historia borrada. Se necesitarían 2.500 años y el descubrimiento casi milagroso de unas tumbas intactas que se encontraban repletas de artefactos exquisitos y decoradas con vibrantes pinturas murales, para que el mundo se diera cuenta de lo que se había perdido.
Gobierno y sociedad
El gobierno de las ciudades etruscas, en su etapa inicial, se basó en una monarquía, pero luego se convirtió en una oligarquía que supervisaba y dominaba todos los cargos públicos y una asamblea popular de ciudadanos. La única evidencia de una conexión política entre ciudades es una reunión anual de lo que se llamó la liga etrusca. Un asunto del que no sabemos casi nada, excepto que las 12 o 15 de las ciudades más importantes enviaban a sus ancianos a reunirse, en gran parte con fines religiosos, en un santuario llamado Fanum Voltumnae, cuya ubicación se desconoce, pero que probablemente estaba ubicado cerca de Orvieto. También hay una amplia evidencia de que las ciudades etruscas ocasionalmente lucharon entre sí e incluso desplazaron a las poblaciones de asentamientos menores, sin duda, una consecuencia de la competencia por los recursos, impulsada tanto por el aumento de la población como por el deseo de controlar las rutas comerciales cada vez más lucrativas.
La sociedad etrusca tenía varios niveles de estatus social, desde extranjeros y esclavos hasta mujeres y ciudadanos varones. Los varones de ciertos grupos o clanes parecen haber dominado roles clave en las áreas de la política, la religión y la justicia, y la pertenencia a un clan probablemente era más importante incluso que la ciudad de la que provenían. Las mujeres disfrutaban de más libertad que en la mayoría de las otras culturas antiguas (por ejemplo al poder heredar propiedades por derecho propio), aunque no eran iguales a los hombres ni podían participar en la vida pública más allá de las ocasiones sociales y religiosas.
La religión etrusca
La religión de los etruscos era politeísta con dioses para todos los lugares, objetos, ideas y eventos importantes, de los cuales se creía afectaban o controlaban la vida cotidiana. A la cabeza del panteón estaba Tinia, aunque como la mayoría de esas figuras, probablemente no se pensaba que se preocupara mucho por los asuntos humanos mundanos. Por eso, había todo tipo de dioses como Thalna, la diosa del nacimiento; Aita, dios del inframundo; y Usil, el dios del sol. El dios etrusco nacional común a todos parece haber sido Veltha (también conocido como Veltune o Voltumna), que estaba estrechamente asociado con la vegetación. Las figuras menores incluían mujeres aladas conocidas como Vanth, que parecen ser mensajeras de la muerte. Héroes, entre ellos Hércules, que fue junto con muchos otros dioses y héroes griegos, adoptado, rebautizado y modificado por los etruscos para acompañar a sus propias deidades.
Las dos características principales de la religión eran el augurio (leer presagios a través de los pájaros y los fenómenos meteorológicos como los rayos) y la aruspicina (examinar las entrañas de los animales sacrificados, especialmente el hígado, para conocer los acontecimientos futuros y la voluntad divina). Los etruscos eran particularmente piadosos y estaban preocupados por el destino y cómo afectarlo, esto fue positivamente señalado por autores antiguos como Livio, quien los describió como "una nación dedicada, más que todas las demás, a los ritos religiosos" (Haynes, 268). Los sacerdotes consultaban un cuerpo de textos religiosos (ahora perdidos) llamado Disciplina Etrusca. Los textos se basaron en el conocimiento dado a los etruscos por dos divinidades: el sabio infante Tages, nieto de Tinia, que brotó milagrosamente del suelo en un campo de Tarquinia mientras estaba siendo arado, y la ninfa Vegoia (Vecui). La Disciplina Etrusca dictaba cuándo debían realizarse ciertas ceremonias y revelaba el significado de los signos y presagios.
Ceremonias como los sacrificios de animales, el derramamiento de sangre en el suelo, la música y el baile generalmente se llevaban a cabo afuera de los templos construidos en honor a dioses particulares. La gente del común dejaba ofrendas en algunos sitios del templo para agradecer a los dioses por un servicio realizado o con la esperanza de recibir uno en un futuro cercano. Las ofrendas votivas normalmente eran, además de alimentos, vasijas y figuras de cerámica con inscripciones o estatuillas de bronce de humanos y animales. Los amuletos eran usados, especialmente por los niños, para alejar a los malos espíritus y la mala suerte. La presencia de objetos preciosos y cotidianos en las tumbas etruscas es un indicador de la creencia en el más allá, considerada por ellos como una continuación de la vida que la persona tuvo en este mundo, al igual que los antiguos egipcios. Si las pinturas murales en muchas tumbas indican algo, entonces es posible asumir que el más allá (al menos para esos ocupantes) comenzaba con una reunión familiar y continuaba con una ronda interminable de agradables banquetes, juegos, bailes y música.
La arquitectura etrusca
Los proyectos arquitectónicos más ambiciosos de los etruscos fueron los templos construidos en un recinto sagrado donde podían hacer ofrendas a sus dioses. Comenzaron con edificios de adobe seco y usaban postes de madera y techos de paja, los templos alrededor del 600 a.C., se había convertido gradualmente en estructuras más sólidas e imponentes utilizando piedra y columnas toscanas (con una base pero sin acanalados). Cada pueblo tenía tres templos principales, según dictaba la Disciplina Etrusca. Los templos eran muy similares a los griegos en términos del diseño, pero se diferenciaban en que generalmente solo la parte delantera tenía columnas, mientras que en aquellos diseñados por arquitectos griegos estas se extendían más hacia el exterior. Otras diferencias incluían una plataforma de base más alta, una cela (cámara interior) de tres habitaciones en el interior, una entrada lateral y grandes decoraciones de terracota en el techo. Estas últimas se vieron por primera vez en los edificios de la cultura de Villanova, pero ahora se habían vuelto mucho más extravagantes e incluían esculturas de figuras de tamaño natural como la figura de Apolo que caminaba a zancadas (alrededor del 510 a.C.) en el templo de Portonaccio en Veyes.
Las casas privadas de principios del siglo VI a.C. tenían varias habitaciones que se comunicaban entre sí, a veces con una sala y un patio privado, todo en una sola planta. Los techos eran cubiertas denominadas a dos aguas y estaban soportados por columnas. Las casas además tenían un atrio, un vestíbulo de entrada abierto al cielo en el centro y que contaba con una palangana poco profunda en el medio del piso para recoger el agua de lluvia. Enfrente había una habitación grande, con chimenea y cisterna, y habitaciones laterales que incluían alojamiento para los sirvientes.
Las prácticas funerarias de los etruscos no fueron de ninguna manera uniformes en Etruria, ni siquiera a lo largo del tiempo. Una preferencia general por la cremación finalmente dio paso a la inhumación, luego se volvió a la cremación nuevamente en el período helenístico, pero algunos sitios tardaron en cambiar. El entierro de miembros de la misma familia durante varias generaciones en grandes tumbas cubiertas de tierra o en pequeños edificios cuadrados sobre el suelo, es de hecho, el mayor legado arquitectónico de los etruscos. Algunas tumbas circulares miden hasta 40 metros de diámetro. Tienen techos en forma de bóveda o con voladizos y a menudo se accede a ellas por un pasillo revestido de piedra. Las estructuras en forma de cubo se pueden ver mejor en la necrópolis de Banditaccia en Cerveteri. Cada una tiene una entrada única, y en el interior hay bancos de piedra en los que se colocaban los difuntos, altares tallados y, a veces, asientos de piedra. Construidas en filas ordenadas, las tumbas indican una mayor preocupación por el urbanismo en ese momento.
El arte etrusco
Sin duda, el mayor legado artístico de los etruscos está representado en las magníficas pinturas murales de las tumbas, que dan una visión única y tecnicolor de su mundo perdido. Solo el 2% de las tumbas fueron pintadas, lo que indica que solo la élite podía permitirse ese lujo. Las pinturas se aplicaban directamente en la pared de piedra o sobre una fina capa a base de yeso lavado y los artistas dibujaban primero los contornos con tiza o carboncillo. El uso del sombreado es mínimo, pero los tonos de color son numerosos para que las imágenes se destaquen de manera vibrante. La fecha más temprana de estos trabajos se remonta a mediados del siglo VI a.C., pero los temas siguen siendo consistentes a lo largo de los siglos con un amor particular por el baile, la música, la caza, los deportes, las procesiones y las escenas gastronómicas. A veces también hay escenas históricas como las batallas representadas en la Tumba François en Vulci. Las pinturas nos dan no solo una idea de la vida cotidiana, los hábitos alimenticios y la vestimenta de los etruscos, sino que también revelan actitudes sociales; especialmente hacia los esclavos, los extranjeros y las mujeres. Por ejemplo, la presencia de mujeres casadas en banquetes y fiestas (indicada por las inscripciones adjuntas) muestra que disfrutaban de un estatus social más igualitario con sus maridos que el visto en otras culturas antiguas de la época.
La cerámica era otra área de especialización. El bucchero es la alfarería indígena de Etruria y tiene un acabado brillante distintivo, de color casi negro. Producido a principios del siglo VII a.C., el estilo a menudo imitaba las vasijas de bronce en relieve. Las formas populares incluyen cuencos, jarras, tazas, utensilios y vasijas antropomórficas. Los artículos de estilo bucchero se colocaban comúnmente en tumbas y se exportaban ampliamente a toda Europa y el Mediterráneo. Otra especialización tardía fue la producción de urnas funerarias de terracota que tenían una figura de tamaño natural del difunto en la tapa, que estaba esculpida en forma redonda. Estas urnas eran pintadas, a veces de manera un poco idealizada; sin embargo a menudo presentan retratos realistas. Los lados de estas urnas cuadradas a menudo están decorados con esculturas en relieve que muestran escenas de la mitología.
El trabajo en bronce fue otra especialidad etrusca que se remontaba al período de Villanova. Se hacían todo tipo de artículos cotidianos en este material, pero la mano del artista se ve mejor en pequeñas estatuillas y, particularmente, en espejos de bronce que estaban decorados, nuevamente con escenas grabadas provenientes de la mitología. Finalmente, se produjo escultura en metal a gran escala de una calidad excepcional; han sobrevivido muy pocos ejemplos, pero los que tenemos, en particular la Quimera de Arezzo, son testimonio de la imaginación y la habilidad de los artistas etruscos.
El legado etrusco
Los romanos no solo se apoderaron de las tierras y los tesoros que pudieron adquirir de sus vecinos, sino que también se apropiaron de algunas ideas de los etruscos. Los romanos adoptaron la práctica etrusca de la adivinación (que en sí misma era una adaptación de las prácticas del Cercano Oriente) junto con otras características de la religión etrusca, como los rituales para establecer nuevas ciudades y dividir territorios, algo para lo que tendrían muchas oportunidades de practicar a medida de que expandían su imperio. Además, los adivinos etruscos se convirtieron en miembros básicos de los hogares de las élites al igual que de las unidades del ejército, y eran reconocidos como los expertos del Mediterráneo en tales asuntos.
La columna toscana, la puerta arqueada, la villa privada con atrio, las tumbas con nichos para múltiples urnas funerarias y los templos a gran escala sobre impresionantes plataformas escalonadas son todas características arquitectónicas etruscas que los romanos adoptarían y adaptarían. Otras influencias culturales incluyen la procesión de la victoria la cual se convertiría en la ceremonia conocida como el triunfo romano y la túnica etrusca en blanco, morado o con borde rojo, se convertiría en la toga romana. Finalmente, en relación al idioma, los etruscos transmitieron muchas palabras a sus sucesores en Italia y a través de su alfabeto, adaptado del griego, influirían en las lenguas del norte de Europa con la creación de la escritura rúnica.