La cultura de la antigua Persia

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 27 noviembre 2019
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, persa
All Nations Gate at Persepolis (by dynamosquito, CC BY-SA)
La puerta de todas las naciones en Persépolis
dynamosquito (CC BY-SA)

La cultura de la antigua Persia floreció entre el reinado de Ciro II (el Grande, que reinó de en torno a 550-530 a.C.), el fundador del Imperio aqueménida persa, y la caída del Imperio sasánida en 651 d.C. Aun así, los cimientos de la cultura persa ya se habían asentado antes del tercer milenio a.C.

Cuando las tribus arias (indoiranias) emigraron a la región del actual Irán, pasó a denominarse Ariana o Irán: la tierra de los arios. Los persas no eran más que una de las tribus que poblaron el territorio de Persis (o Parsa, hoy en día Fars), que les daría su nombre.

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En un principio, los persas estaban sometidos a otra tribu aria, los medos, que habían ayudado a derrocar el Imperio asirio de Mesopotamia en 612 a.C. y había crecido en importancia hasta crear su propio imperio. Los medos fueron derrocados por su vasallo, Ciro el Grande, en torno a 550 a.C. y, con el surgimiento del Imperio aqueménida, la cultura persa empezó a desarrollarse plenamente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que muchos de los avances culturales que se suelen atribuir a Ciro II en realidad fueron desarrollados por otros persas y medos anteriores a él (como el sistema de regadío qanat, el yakhchal y la organización militar). La brillantez de Ciro II, que muchos de sus sucesores emularían, radicó en saber reconocer conceptos útiles y adaptarlos a gran escala.

LA CULTURA PERSA INFLUYÓ EN LOS GRIEGOS Y MUCHAS OTRAS CIVILIZACIONES Y SUS EFECTOS TODAVÍA RESUENAN POR TODO EL MUNDO EN LA ACTUALIDAD.

Su visión de un imperio inclusivo cuyos ciudadanos pudieran vivir como quisieran y adorar a quien quisieran, siempre y cuando pagaran sus impuestos y no les causaran problemas ni a sus vecinos ni al rey, sirvió de base para una de las culturas más importantes e influyentes de la antigüedad.

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Se ha hablado mucho de la influencia griega sobre los persas tras la caída del Imperio aqueménida frente a Alejandro Magno en 330 a.C., pero ya mucho antes de Alejandro Magno y después de él y del Imperio seleúcida helenístico que lo sucedió (312-63 a.C.), la cultura persa tuvo su influencia en los griegos y en muchas otras civilizaciones, y sus efectos siguen resonando por todo el mundo hoy en día.

La religión

Las tribus arias que poblaron la meseta iraní y alrededores trajeron consigo una religión politeísta cuyo ser superior era Ahura Mazda (el señor de la sabiduría), que tenía otras muchas divinidades menores y espíritus bajo su dominio. Entre estos, los más populares eran Mitra (el dios de las alianzas y el sol naciente), Anahita (diosa de la fertilidad, la salud, el agua y la sabiduría), Atar (dios del fuego) y Hvar Khsata (dios solar o del sol lleno). Estas fuerzas del bien se oponían al espíritu maligno del caos.

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Ahura Mazda, la fuente de todo bien, se invocaba y adoraba mediante un ritual conocido como la yazna (una comida a la que se invita a la deidad). En la yazna se preparaba una bebida conocida como hauma a partir de los jugos de una planta (que no se ha identificado) y se consumía para alterar las mentes de los participantes y permitirles comprender la divinidad. El fuego, que se alimentaba en una hoguera durante la yazna, era un elemento sagrado en sí mismo además de una manifestación de la presencia divina en forma de Atar.

En algún momento entre 1500-1000 a.C. el profeta persa Zoroastro (o Zaratustra) dijo haber recibido una revelación de Ahura Mazda y empezó a predicar una religión nueva, conocida como zoroastrismo, que desarrolló los conceptos de la religión anterior dentro de un marco monoteísta. Zoroastro reconocía a Ahura Mazda como el ser supremo, pero además afirmó que era el único dios, que no necesitaba de más, perpetuamente en lucha contra Angra Mainyu (o Ahriman), el espíritu eterno del mal.

Faravahar at Persepolis
Faravahar en Persépolis
Napishtim (CC BY-SA)

El objetivo de la vida humana era elegir a qué deidad seguir, y esta elección formaría y dirigiría todas las acciones de cada persona, así como su destino final. El que elegía a Ahura Mazda viviría una vida dedicada a Asha (la verdad y el orden) y seguiría la práctica de Buenos pensamientos, Buenas palabras, Buenos hechos. El que elegía a Angra Mainyu viviría una vida unida a Druj (las mentiras y el caos) evidente en la autoindulgencia, la falta de fe y la crueldad.

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Tras la muerte todas las almas cruzaban el puente Cinvat, y aquellas que habían sido honradas irían a la Casa de la música (el paraíso), mientras que las que habían seguido el camino de Angra Mainyu caían a la Casa de las mentiras, una visión del infierno en la que el alma está sola eternamente, independientemente de cuántas otras almas haya alrededor, sufriendo tormentos. En algún momento del futuro llegaría un mesías, el Saoshyant ("el que trae beneficio") y el tiempo lineal se terminaría en un evento conocido como Frashokereti, cuando todas las almas se reunirían con Ahura Mazda en el paraíso, incluso aquellas que se habían perdido a causa del mal. Zoroastro mantuvo el ritual de la yazna y el concepto del fuego como elemento divino, solo que ahora era una manifestación de Ahura Mazda en vez de Atar.

Aunque algunos estudiosos siguen discutiendo sobre la naturaleza exacta del zoroastrismo, el Avesta (las escrituras zoroástricas) sugieren ampliamente que es una religión monoteísta cuyas características dualistas se exageraron más tarde en un movimiento conocido como zorvanismo (que fue popular durante el Imperio sasánida, de 224-615 d.C.). El zoroastrismo, con su enfoque en un único ser supremo no creado, en la importancia del libre albedrío del ser humano y su elección de llevar una buena vida, el juicio tras la muerte, el mesías y la historia del final de los tiempos se convertiría en una fuente importante de elementos de otras religiones posteriores como el judaísmo, el cristianismo y el islam e influyó en algunas otras.

La jerarquía social y la mujer

No está claro hasta qué punto influyó el zoroastrismo en Ciro el Grande, si es que llegó a hacerlo, ya que las inscripciones de este que mencionan a Ahura Mazda podrían referirse tanto a la antigua religión como a la nueva. Lo mismo se podría decir de los gobernantes aqueménidas posteriores de diferentes épocas, aunque parece que Darío I (el Grande, que reinó de 522 a 486 a.C.) y Jerjes I (que reinó de 486 a 465 a.C.) eran zoroástricos. La jerarquía social de la cultura persa estaba regida por la creencia religiosa, y tenía un rey en la cima, tras el cual iban todos los demás, ya que se creía que el rey había sido elegido por la divinidad. El estudioso Homa Katouzian explica que:

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Incluso si era el primer hijo del [rey] anterior, que a menudo no lo era, la legitimidad fundamental del rey no se debía a ese hecho, ni siquiera a que perteneciera a la dinastía gobernante: esta legitimidad provenía directamente de Dios, Su Gracia o su Divina Refulgencia, que se llamaba Farrah en persa medio y farr en persa nuevo... los reyes persas no obtenían su legitimidad de la clase aristocrática y/o sacerdotal, sino directamente de Dios al tener el farr o gracia divina. (5)

Solo se respaldaba a un rey (shah) mientras este tuviera el farr y, cuando se deponía a uno, se creía que había perdido el favor del Dios. Sin embargo, mientras estaba en el gobierno tenía el respaldo, al menos en teoría, de la jerarquía social, que iba (de arriba abajo):

  • El rey y la familia real
  • Los sacerdotes (magi)
  • Los nobles (aristócratas y sátrapas)
  • Los comandantes militares y las fuerzas de élite (tales como los Inmortales persas)
  • Los mercaderes
  • Los artesanos
  • Los campesinos
  • Los esclavos

Dentro de cada clase también había jerarquías. Por debajo del rey estaba la madre del rey y luego la reina (la sucesora elegida de la madre del rey), después iban los hijos del rey, luego las hijas, después los hermanos y hermanas y por último el resto de familiares. En la clase sacerdotal había un sumo sacerdote, seguido de los sacerdotes menores, y este mismo paradigma se aplicaba en todas las clases hasta los esclavos, ya que había esclavos que supervisaban a otros.

A menudo hombres y mujeres realizaban los mismos trabajos y se respetaba mucho a las mujeres. Una prueba primitiva de esto se puede ver en la diosa Anahita, que no solo presidía sobre la fertilidad y la salud, sino también sobre el agua (el elemento vital, dador de vida) y la sabiduría (la capacidad de discernir correctamente en un elección o decisión dada). Las especificidades de los roles de las mujeres, sus trabajos y el tratamiento general que recibían provienen de los propios persas a través de las llamadas Tablillas de la Fortaleza y Tablillas del Tesoro de Persépolis, la capital del imperio establecida por Darío I, en las que figuran raciones, pagos y títulos laborales, entre otras cosas.

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Head of the Goddess Anahita
Cabeza de la diosa Anahita
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Las mujeres servían como supervisoras, y las que tenían grandes habilidades o eran especialmente fuertes recibían el título de arashshara (gran jefa). Las artesanas a menudo supervisaban las tiendas, y creaban bienes no solo para su uso cotidiano sino también para la venta. Las pagaban lo mismo que a sus compañeros, tal y como se ve en el reparto de las mismas raciones de grano y vino para obreros y obreras. Las mujeres embarazadas y las que habían dado a luz recientemente recibían una paga mayor y, si una mujer tenía un hijo, recibía una recompensa (al igual que el médico que la ayudara a dar a luz) de raciones extra durante un mes, pero esta es la única discrepancia entre sexos en la paga. Las mujeres podían tener tierras, hacer negocios e incluso hay indicios de que las mujeres podían servir en el ejército.

Trabajos y economía

El rey era la autoridad última y el responsable de llevar el gobierno persa, iniciar reformas y supervisar las campañas militares. Para ayudarlo con su tarea, estaban los magi, los miembros de su familia y los nobles que lo aconsejaban. Los magi eran los responsables de los rituales religiosos, la adivinación y la banca. A diferencia de Mesopotamia o Egipto, que construían grandes templos para sus dioses, los persas creían que la divinidad se tenía que reconocer y adorar al aire libre, en el mundo natural, por lo que construían altares en los que se encendían hogueras sagradas y se hacían sacrificios.

Sin embargo, sí que existía el concepto de la burocracia templaria, de la que se encargaba el sumo sacerdote, que empleaba a sacerdotes menores y, con el tiempo, adquirieron el papel de banqueros. Los magi ofrecían préstamos con un interés del 20 %, pero a veces podían prescindir de los intereses por razones varias, y de hecho lo hacían. Se podían comprar casas, tierras, ganado, negocios y esclavos con un crédito expedido por los sacerdotes, que esperaban una ganancia a cambio de su inversión.

Coin Portrait of Pharnabazus, Satrap of Ionia
Moneda con el retrato de Farnabazo, sátrapa de Jonia
Classical Numismatic Group (Copyright)

Los sátrapas (gobernadores) eran los representantes del rey en las provincias (satrapías) del imperio. Siempre y cuando el rey estuviera contento con ellos, gobernaban de por vida y vivían bien, con sus propios palacios y séquito. La tarea de los sátrapas consistía en recaudar impuestos así como entrenar soldados para las campañas militares en las que se esperaba que participasen. Por tanto, en muchos casos, la clase de los sátrapas no se distinguía de la de los comandantes militares.

Los mercaderes, que podían ser hombres o mujeres, además de hacer comercio local también lo hacían a larga distancia, además de supervisar la producción y adquisición de materias primas. Aquellos a los que les iba bien se podían hacer bastante ricos, y ellas tenían tanta libertad como los hombres para gastarse el dinero en lo que quisieran. Los artesanos, de importancia fundamental para los mercaderes y mucha otra gente, se contrataban para muchas ocupaciones diferentes, desde esculpir relieves en casas, edificios y palacios, hasta hacer estatuas, confeccionar joyas, forjar armas y armadura, hacer arreos para los caballos, y proporcionar platos, jarras y cuencos para la gente. Los artesanos también podían ser artistas, tales como músicos, bailarines o mimos.

EN LA CULTURA PERSA, LOS ESCLAVOS SE TRATABAN COMO SE TRATABA A LOS SIRVIENTES A SUELDO EN OTROS LUGARES.

Como de costumbre, los campesinos eran la base de la economía ya que en general eran granjeros y peones, cualificados o no. Sin embargo, la clase campesina de ninguna manera se consideraba inferior, e incluso podía tener tierras (cosa que ni siquiera los campesinos de culturas tan avanzadas como la egipcia podían hacer). En general o bien se dedicaban a la agricultura o criaban ganado (ovejas, cabras y reses), además de trabajar en los proyectos arquitectónicos del rey. Cuando un sátrapa los convocaba, los campesinos participaban en la guerra persa bien como soldados. o bien en otros roles de apoyo, llevando cargas o cocinando, por ejemplo.

En la cultura persa, a los esclavos se los trataba como se trataba a los sirvientes a sueldo en otras culturas. No se podía golpear o matar a los esclavos indiscriminadamente, y de hecho Darío I creó una ley que decía que un señor que maltratara a un esclavo sufriría las mismas penas que si hubiese herido a una persona libre. Los esclavos recibían una compensación por su trabajo, además de casa y trabajo, y vivían mejor con los persas, ya fueran aqueménidas o sasánidas, que los esclavos de cualquier otra parte del mundo antiguo.

La economía se basaba en la agricultura y algunos de los cultivos con los que comerciaban eran cebada, lentejas, higos, uvas, sésamo y lino. El comercio transcurría de una esquina a la otra de los imperios aqueménida y sasánida, más o menos desde las fronteras de la actual India hasta las costas de Turquía y por todo el Levante hasta Egipto. Con Darío I se construyó una red de caminos que facilitaba el comercio, y también floreció el comercio marítimo. Darío I incluso construyó un canal en Egipto (en torno al 500 a.C.) que conectaba el Nilo con el Mar Rojo para propiciar aún más el comercio, aunque varios historiadores griegos dicen que el canal nunca llegó a terminarse.

Achaemenid Lion Weight
Peso aqueménida en forma de león
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Las diferentes naciones sometidas podían comerciar con toda confianza entre ellas porque todas funcionaban dentro de un mismo gobierno, lo que aseguraba que se diesen prácticas comerciales justas, que hubiera medidas estandarizadas de peso y protección contra los ladrones. Darío I también creó una moneda estándar para todo el imperio con el dárico. Las naciones súbditas acuñaban su propia moneda y tenían sus propios sistemas monetarios, pero todos ellos se ajustaron al valor del dárico persa.

Deportes y ocio

Los logros deportivos eran especialmente importantes para los persas, a los que les gustaba practicar el tiro con arco, el boxeo, la esgrima, montar a caballo, la caza, el polo, el lanzamiento de jabalina, la natación y la lucha libre. Los hijos de las familias nobles se entrenaban para el servicio militar a partir de los cinco años y se esperaba que excedieran en todos estos deportes, pero lo normal era que tanto niños como niñas de todas las clases sociales participaran en estos deportes y se esperaba que se mantuviesen en forma. No está claro en qué momento los persas desarrollaron el polo, pero fue en algún momento antes del 330 a.C., ya que se dice que los representantes de Darío III le otorgaron una maza de polo a Alejandro Magno como premio tras su victoria.

En su tiempo libre, cuando no estaban participando en los deportes o viendo a otros practicarlos, a los persas les gustaban los juegos de mesa, los banquetes (en los que bebían grandes cantidades de vino), la música, el mimo, la danza y, en especial, contar historias. El mimo era una forma de entretenimiento muy popular porque combinaba elementos de la danza para presentar una historia de manera dramática. Las historias más populares eran las de héroes épicos como las que aparecen en el Shahnameh (El libro de los reyes) escrito por Abolqasem Ferdowsi a finales del siglo X d.C. o los cuentos que conforman el famoso Las mil y una noches. Ambas obras están basadas en una larga tradición oral persa de narración. Las mil y una noches está basado en una obra persa anterior llamada Mil cuentos, que se puso por escrito durante el periodo sasánida pero que refleja una historia oral mucho más antigua.

Avances culturales

Entre los muchos inventos de los persas se cuentan el backgammon y el ajedrez (aunque el origen persa del ajedrez se ha cuestionado repetidamente). También inventaron un instrumento musical conocido como cartar (popularmente conocido simplemente como tar) y el sestar, el precursor de la guitarra moderna, y desarrollaron el arte del mimo porque los mimos podían contar una historia en cualquiera de las naciones súbditas sin tener que preocuparse por las barreras del idioma. Un mimo persa podía actuar tanto en Bactria como en Egipto.

Como parte del entretenimiento en los banquetes, parece que los persas también inventaron el arte de la animación, tal y como indica una copa que, al girarla rápidamente, muestra una cabra saltando para comerse las hojas de un árbol. Para su comodidad, cuando comían o se relajaban en casa, se crearon las alfombras persas, y la tradición de comer un postre después de una comida también es una innovación persa. Para poder tener bebidas frías y hielo durante las comidas o después, los persas desarrollaron los primeros frigoríficos, el yakhchal, una estructura abovedada alta de cerámica con un almacén subterráneo que producía hielo y mantenía la comida fría.

Yakhchal
Yakhchal
reibai (CC BY)

Las cosechas de las que provenía esa comida, y que también mantenían una economía estable, se regaban mediante un sistema de riego conocido como qanat, un canal inclinado excavado en el suelo con huecos verticales a intervalos que llevaban el agua subterránea hasta la superficie. El qanat también se utilizaba para crear los elaborados jardines que adornaban los terrenos tanto de palacios como de casas privadas. Estos magníficos jardines se conocían como pairi-daeza, y constituyen el origen tanto del concepto como de la palabra paraíso en español.

La enorme expansión del imperio, así como el uso de diferentes ciudades como centros administrativos importantes (Babilonia, Susa, Ecbatana, Persépolis), hizo necesaria la red de caminos de Darío I para una comunicación hábil, y esto a su vez dio lugar a otra invención persa: el servicio postal. De hecho, el sistema postal persa ha servido de modelo para otros a lo largo de la historia y hasta el presente. El lema del servicio postal de Estados Unidos proviene de una descripción de Heródoto de los mensajeros persas.

Los persas inventaron el ácido sulfúrico, sus propios alfabetos y desarrollaron el arte de la perfumería así como el concepto del hospital. El polímata persa Avicenna (que vivió en torno a 980-1037 d.C.) haría avances en el arte de la medicina gracias a su Canon de Medicina, y el matemático Al-Kharizmi (que vivió en torno a 780-850 d.C.) inventó el álgebra. Según algunas interpretaciones, Ciro el Grande también estableció el primer documento escrito que trataba sobre los derechos humanos con el cilindro de Ciro, que ordenaba la tolerancia de creencias en todo el imperio.

La creencia de ciro en la importancia de aceptar y acoger a los demás cultivó una cultura fundada en el reconocimiento y la apreciación de otras creencias, otras costumbres y otros valores. Heródoto apunta que "los persas adoptan más costumbres extranjeras que cualquier otra cultura" (l.135), y esta observación se puede comprobar con la práctica persa de adaptar los mejores aspectos de otras culturas para su propio uso y mejorarlos. Tras la caída del Imperio persa sasánida frente a los árabes musulmanes invasores en 651 d.C., la cultura persa se expandió hacia otras regiones y después, mediante las rutas comerciales como la de la seda, hacia Occidente. De hecho, desde la antigüedad hasta hoy en día, la cultura persa, sus inventos e innovaciones han dado forma, y lo siguen haciendo, a la vida de la gente en todo el mundo.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2019, noviembre 27). La cultura de la antigua Persia [Ancient Persian Culture]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18605/la-cultura-de-la-antigua-persia/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "La cultura de la antigua Persia." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 27, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18605/la-cultura-de-la-antigua-persia/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "La cultura de la antigua Persia." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 27 nov 2019. Web. 22 abr 2024.

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