Mosaicos

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 02 septiembre 2019
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Geometrical Mosaic, Tarentum (by Mark Cartwright, CC BY-NC-SA)
Mosaico geométrico, Tarento
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Los mosaicos son diseños e imágenes creados con pequeños trozos (teselas) de piedra u otros materiales que se han utilizado para decorar suelos, paredes, techos y objetos preciosos desde antes de que existieran registros escritos. Al igual que la cerámica, los mosaicos rara vez han tentado a los saqueadores, por lo que suelen encontrarse en lugares donde todo lo demás ha desaparecido hace tiempo. Desde la antigua Mesopotamia hasta Mesoamérica, los mosaicos no solo revelan el arte de las civilizaciones, sino que también proporcionan una visión inestimable de cómo vestían, comían y lucían los pueblos antiguos. Podemos ver dioses, mitos, prácticas rituales, actividades deportivas, técnicas agrícolas, arquitectura, transporte, armas y herramientas. Incluso podemos ver cómo era el mundo en otro tiempo y vislumbrar paisajes, flora y fauna ahora perdidos. Como es imposible hacer un breve repaso de todos los mosaicos producidos en todas las culturas del mundo, aquí solo veremos algunos ejemplos de culturas y algunas de sus obras más célebres con la técnica del mosaico.

Técnicas

Aunque cada cultura ha desarrollado su propio enfoque del arte de hacer mosaicos, hay muchas características similares que se pueden identificar en todas ellas. En el caso de los pavimentos, se utilizaron piedras y guijarros sin trabajar en el tercer milenio a.C. en Mesopotamia, en las culturas de la Edad del Bronce en Oriente Próximo y por los minoicos y micénicos del Egeo.

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A los antiguos creadores de mosaicos no les faltaba imaginación, y empleaban el mosaico en todo tipo de objetos, desde fuentes en Italia hasta cráneos en México.

Mientras los mesopotámicos cubrían de mosaico estructuras como las columnas de los templos en el segundo milenio a.C., los motivos geométricos se hicieron comunes en el Mediterráneo a partir del siglo VIII a.C., y hacia el siglo III a.C., los ya conocidos pequeños cuadrados se utilizaban para los mosaicos en el Mediterráneo. Los fabricantes de mosaicos terminaron utilizando cualquier material duro para fabricar las piezas o teselas cada vez más pequeñas con las que se realizaba un diseño en suelos, paredes, techos y cualquier otra cosa que se quisiera cubrir. A los antiguos no les faltó imaginación y decidieron emplear revestimientos de mosaico en todo tipo de elementos, desde fuentes en Italia hasta calaveras en México.

Mosaic Column from the Temple of Ninhursag
Columna de mosaico del templo de Ninhursag
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Los materiales incluían piedras de todo tipo (desde guijarros de playa hasta raros mármoles pulidos), conchas, ladrillos, cerámica, vidrio, smalto (pasta de vidrio), turquesa, marfil y jade, por nombrar algunos. En primer lugar, se preparaba una base con mortero o yeso fresco y se colocaban las teselas lo más juntas posible, rellenando los huecos con mortero líquido en un proceso conocido como lechada. Esto hacía que la superficie fuera impermeable, por lo que resultaba especialmente útil en lugares húmedos como las termas romanas. A veces se utilizaba una doble capa de mortero, con frecuencia sobre un lecho de piedras grandes, y la excavación de muchos mosaicos ha revelado que a menudo se dibujaban contornos en el mortero para ayudar a la colocación de las teselas cuando se creaba un diseño complejo. A continuación, se limpiaba y pulía todo el mosaico.

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Mosaicos griegos

Los primeros pavimentos griegos de guijarros en los que se intentaron realizar diseños datan del siglo V a.C., con ejemplos en Corinto y Olinto. Suelen ser de dos tonos, con diseños geométricos claros y figuras sencillas sobre un fondo oscuro. A finales del siglo IV a.C. ya se utilizaban colores, y se han encontrado muchos ejemplos de gran calidad en Pella, en la antigua Macedón. Estos mosaicos se reforzaban a menudo con incrustaciones de tiras de terracota o de plomo, utilizadas a menudo para marcar los contornos. De hecho, no fue hasta la época helenística, en el siglo III a.C., cuando los mosaicos despegaron realmente como forma de arte y se empezaron a incorporar paneles detallados que utilizaban teselas en lugar de guijarros en los suelos decorados. Muchos de estos mosaicos intentaban copiar las pinturas murales contemporáneas.

House of Dionysos at Pella, Macedonia
Casa de Dioniso en Pella, Macedonia
Carole Raddato (CC BY-NC-SA)

A medida que los mosaicos evolucionaban en el siglo II a.C., se utilizaban teselas cada vez más pequeñas y cortadas con mayor precisión, a veces de hasta 4 mm o menos, y los diseños empleaban una amplia gama de colores con lechadas coloreadas para combinarlas con las teselas circundantes. Este tipo particular de mosaico, que utilizaba sofisticados colores y sombreados para crear un efecto similar al de una pintura, se conoce como opus vermiculatum, y uno de sus mejores artesanos fue Sorus de Pérgamo (150-100 a.C.), cuya obra, especialmente su mosaico de las palomas bebedoras, fue muy copiada durante siglos. Debido al trabajo que suponía la producción de estas piezas, a menudo se trataba de pequeños mosaicos de 40 x 40 cm colocados sobre una bandeja de mármol o una bandeja con borde en un taller especializado. Estas piezas se conocían como emblemata, ya que solían utilizarse como centros de mesa para pavimentos con diseños más sencillos. Tan valiosas eran estas obras de arte que a menudo se retiraban para reutilizarlas en otros lugares y se transmitían de generación en generación dentro de las familias. Varios emblemata podían componer un solo mosaico y, poco a poco, los emblemat empezaron a parecerse más a su entorno y se conocen como paneles.

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Mosaic in Opus Vermiculatum
Mosaico en Opus Vermiculatum
Carole Raddato (CC BY-SA)

Mosaicos romanos

Conocidos por los romanos como opus tessellatum, sus mosaicos se realizaban a menudo con pequeños cuadrados negros, blancos y coloreados de todos los materiales que solían medir entre 0,5 y 1,5 cm, pero los detalles más finos se realizaban a menudo con piezas aún más pequeñas, de apenas 1 mm. Al principio, los romanos estaban muy influenciados por los motivos marinos griegos y las escenas de la mitología, y por los propios artistas, ya que los numerosos mosaicos romanos firmados suelen llevar nombres griegos. Uno de los ejemplos más famosos es el mosaico de Alejandro, que fue una copia de una pintura original helenística de Filoxeno o Aristeidas de Tebas. El mosaico procede de la Casa del Fauno, en Pompeya, y representa a Alejandro Magno montando a Bucéfalo y enfrentándose a Darío III en su carro de guerra en la batalla de Issus (333 a.C.). El mosaico, ahora en el museo arqueológico de Nápoles, está compuesto por más de un millón de teselas.

Los romanos desarrollaron sus propios estilos, y en todo el imperio se crearon escuelas de producción que cultivaron sus propias preferencias particulares: escenas de caza a gran escala e intentos de perspectiva en las provincias africanas, vegetación impresionista y un observador en primer plano en los mosaicos de Antioquía o la preferencia europea por los paneles de figuras, por ejemplo. El estilo romano dominante (aunque no exclusivo) en Italia utilizaba únicamente teselas blancas y negras, un gusto que sobrevivió hasta el siglo III d.C. y que se utilizó especialmente en las termas romanas (las del primer piso de las Termas de Caracalla en Roma son un excelente ejemplo). También se prefieren las representaciones bidimensionales y el énfasis en los diseños geométricos. En el año 115 d.C., en las Termas de Bóticos de Ostia, se encuentra el primer ejemplo de una figura humana en mosaico, y en el siglo II d.C., las figuras silueteadas se hicieron comunes. Con el paso del tiempo, los mosaicos se volvieron cada vez más realistas en su representación de las figuras humanas y los retratos precisos y detallados se hicieron más comunes.

Opus Sectile Floor Panel
Panel de suelo de Opus Sectile
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Los suelos romanos también se podían colocar con piezas más grandes para crear diseños a mayor escala. El pavimento Opus signinum utilizaba áridos de mortero coloreados (normalmente rojos) con teselas blancas colocadas para crear patrones amplios o incluso dispersos al azar. El Opus sectile era un segundo tipo de pavimento que utilizaba grandes losas de piedra coloreada o mármol cortadas con formas particulares. La Cartago púnica también realizaba suelos con una técnica similar. El opus sectile era otra técnica de origen helenístico, pero los romanos la extendieron también a la decoración de paredes. Utilizado en muchos edificios públicos, no fue hasta el siglo IV d.C. que se hizo más común en las villas privadas y, bajo la influencia egipcia, se comenzó a utilizar el vidrio opaco como material principal.

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Los mosaicos no se limitaban a los suelos. Las bóvedas, columnas y fuentes romanas solían estar decoradas con mosaicos (opus musivum), especialmente en las termas. En Pompeya y Herculano también se utilizó esta técnica para cubrir nichos, paredes y frontones, y una vez más estos murales imitaban a menudo las pinturas originales. Las paredes y bóvedas de las últimas termas imperiales romanas también estaban decoradas con mosaicos de vidrio que reflejaban la luz del sol que incidía en las piscinas y creaban un efecto de brillo. Los suelos de las propias piscinas solían estar decorados con mosaicos, al igual que los suelos de los mausoleos, que a veces incluso incorporaban un retrato del difunto.

Season, Roman Mosaic
Estación, mosaico romano
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Mosaicos bizantinos

Mientras tanto, en la parte oriental del Imperio romano, lo que se conoció como el Imperio bizantino (330-1453 d.C.), y especialmente en Antioquía, el siglo IV d.C. fue testigo de la difusión de mosaicos que utilizaban motivos bidimensionales y repetidos para crear un efecto de "alfombra", un estilo que influiría mucho en las iglesias cristianas y las sinagogas judías posteriores. Las iglesias cristianas bizantinas emplearon ampliamente los mosaicos murales a partir del siglo IV d.C., especialmente en las partes superiores curvas de las paredes y en los techos de las bóvedas. Una característica común es el uso de azulejos dorados, que crean un marco brillante para los retratos de Jesucristo, la Virgen María, los santos y los emperadores. En Santa Sofía de Constantinopla (Estambul) se encuentran los ejemplos más célebres de este tipo de mosaicos, mientras que uno de los retratos más llamativos del medio es el de Jesucristo en la cúpula de Dafni, en Grecia. Realizado en torno al año 1100, muestra a Cristo con una expresión bastante feroz que contrasta con la habitual representación inexpresiva. También merece una mención especial la iglesia de San Vitale en Rávena (Italia). Allí, dos brillantes paneles de oro, que datan de los años 540 d.C., muestran al emperador Justiniano I (que gobernó del 527 al 565 d.C.) y a su consorte, la emperatriz Teodora, con sus respectivos séquitos.

Emperor Justinian & His Court
El emperador Justiniano y su corte
Carole Raddato (CC BY-SA)

Los artistas bizantinos del mosaico se hicieron tan famosos por su trabajo que el califato árabe omeya (661-750 d.C.) los empleó para decorar la Cúpula de la Roca de Jerusalén y la Gran Mezquita de Damasco. Finalmente, al igual que en la pintura, en los siglos XIII y XIV los temas de los mosaicos se vuelven más naturales, expresivos e individualizados. Los mosaicos de la iglesia del Salvador de Chora (Constantinopla) son excelentes ejemplos de este estilo.

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Por último, algunos de los mejores mosaicos bizantinos que se conservan proceden del Gran Palacio de Constantinopla, en uso desde el año 330 hasta el 1453. No se conservan muchos edificios, pero sí muchos mosaicos en el suelo, que representan todo tipo de escenas de la vida cotidiana bizantina, especialmente escenas de la naturaleza, de caza y de niños jugando. Estos mosaicos datan en su mayoría del siglo VI d.C. y, curiosamente, siguen empleando imágenes paganas junto a temas cristianos. Hoy pueden verse en el Museo del Mosaico del Gran Palacio de Estambul. Cuando el Imperio bizantino llegó a su fin, la alternativa mucho más barata de la pintura al fresco superó a los mosaicos como método de elección para decorar edificios públicos y privados.

The Virgin and Child Mosaic, Hagia Sophia
Mosaico de la Virgen y el Niño, Santa Sofía
Hagia Sophia Research Team (CC BY-NC-SA)

Mosaicos mesoamericanos

Al otro lado del mundo, la arquitectura Puuk del Clásico Maya (250-950 d.C.) emplea a menudo decoraciones y diseños de mosaicos de piedra, especialmente en las fachadas superiores de los edificios. Un buen ejemplo es el edificio del Cuadrilátero de las Monjas de Uxmal, construido en el siglo IX d.C., que tiene mosaicos de piedra en la fachada que representan personas y casas en miniatura. Otras culturas mesoamericanas utilizaron una técnica similar, especialmente la civilización zapoteca (500 a.C. - 900 d.C.) en Mitla. Otro buen ejemplo de mosaico maya a menor escala, esta vez con piezas irregulares de jade, es la máscara del rey de Palenque Kinich Janaab Pacal (que reinó del 615 al 683 d.C.). La máscara se colocó sobre el rostro del rey cuando fue enterrado en el Templo de las Inscripciones de Palenque y ahora se encuentra en el Museo Nacional de Antropología, en Ciudad de México.

Jade Death Mask of Kinich Janaab Pakal
Máscara mortuoria en jade de K'inich Janaab Pakal
Gary Todd (Public Domain)

Varias culturas mesoamericanas en el México postclásico y en Yucatán utilizaron como mosaico el turquesa, uno de los materiales más apreciados en Mesoamérica. Tanto los toltecas como los mixtecos las utilizaron en el primer cuarto del siglo II d.C., pero la forma de las teselas es diferente: poligonal y plana en los primeros y más parecida a guijarros en las obras de arte de los segundos. Pectorales, cuchillos, escudos, máscaras y cráneos se cubrían de turquesa con detalles recogidos en concha spondylus roja, concha blanca, madreperla, obsidiana negra o pirita pulida. Las teselas se fijaban normalmente a un soporte de madera de cedro utilizando resina de pino como pegamento.

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Aztec Double-Headed Serpent (Detail)
Serpiente azteca con dos cabezas (detalle)
British Museum (CC BY-NC-SA)

La civilización azteca (c. 1345-1521) tenía una especial predilección por los diseños de mosaicos de turquesa, presentes en dos de las obras de arte más famosas de toda Mesoamérica. La primera es la máscara de Xiuhtecuhtli, el dios azteca del fuego (creada entre 1400 y 1521), que no solo tiene piezas cortadas con precisión para dar contornos a partes como la nariz y la boca, sino que también utiliza diferentes tonos de turquesa para realzar el efecto tridimensional. El segundo gran ejemplo es el pectoral en forma de serpiente bicéfala. Realizado en los siglos XV-XVI d.C., el animal está cubierto de cientos de teselas de turquesa regulares e irregulares. Ambas piezas se encuentran en el Museo Británico de Londres.

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Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa especialmente por el arte, la arquitectura y por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones en World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2019, septiembre 02). Mosaicos [Mosaic]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-943/mosaicos/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Mosaicos." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 02, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-943/mosaicos/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Mosaicos." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 02 sep 2019. Web. 23 abr 2024.

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