La ciudad de la Antigüedad

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 05 abril 2014
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Disponible en otros idiomas: inglés, árabe, francés
Pompeii and Mt. Vesuvius (by mchen007, Copyright)
Pompeya y el Vesubio
mchen007 (Copyright)

A la hora de estudiar la Antigüedad, una ciudad se suele definir como un gran centro urbano de comercio y administración con un sistema de leyes y, normalmente, regulado con saneamiento. Sin embargo, esto es solo una posible definición, y la designación de "ciudad" puede basarse en factores como:

  • población del asentamiento
  • altura de los edificios
  • densidad de construcciones / población
  • presencia de algún sistema de alcantarillado
  • nivel del gobierno administrativo
  • presencia de murallas y/o fortificaciones
  • área geográfica del asentamiento
  • o si un "asentamiento" se conocía como ciudad en la Antigüedad y encaja con al menos una de las calificaciones anteriores.

En la Antigüedad, a menudo la palabra "ciudad" describe un centro urbano densamente poblado y un patrón específico de edificios que se expanden hacia fuera a partir de un complejo religioso central, como un templo (aunque es frustrante saber que esto a veces también se podía aplicar igualmente a "villa" o "asentamiento"). La palabra "ciudad" deriva del latín civitas, aunque el desarrollo urbano se adelanta a Roma por muchos siglos. El profesor M. E. Smith de la Universidad Estatal de Arizona escribe en The Sage Encyclopedia of Urban Studies que "la definición demográfica, basada en los conceptos de Louis Wirth, identifica las ciudades como grandes asentamientos densamente poblados con una heterogeneidad social" (26), es decir, que se definen como grandes comunidades de personas que han decidido vivir juntas por un propósito común bajo unas leyes respetadas por todos. Sin embargo, esta definición se podría aplicar igualmente a pueblos grandes.

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El profesor George Modelski, de la Universidad de Washington, incentiva una definición basada en la obra del historiador Tertius Chandler (en su libro Four Thousand Years of Urban Growth), que define la ciudad, como algo distinto del pueblo, según su población. Modelski dice:

Dos elementos son necesarios para estimar la población: la evaluación de los arqueólogos del asentamiento (ya sea un área de asentamiento urbano en general o una estimación, o recuento real, de las casas), y el factor de la densidad de población, ya sea "macro", para todo el asentamiento urbano, o "micro" de media por hogar... La microestimación necesita de un recuento fiable de las casas, cosa que no ocurre en la mayoría de emplazamientos. Por el otro lado, la macroestimación es susceptible al error, como por ejemplo ignorar las condiciones locales (3).

A pesar de los problemas inherentes en estas estimaciones, Modelski afirma que siguen siendo la mejor manera de diferenciar un asentamiento grande de una ciudad propiamente dicha porque la densidad de población se considera como el factor más fiable a la hora de tomar tal decisión. Si tomamos por tanto la manera de definir de Chandler, algunos asentamientos como Tell Brak en la actual Siria (fundado en torno a 6000 a.C.) no se pueden considerar ciudades. El profesor Smith escribe:

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El concepto de "revolución urbana", identificado por primera vez por V. Gordon Childe (1892-1957 d.C.), describe una serie de cambios sociales que trajeron consigo el desarrollo de las primeras ciudades y Estados... Estos cambios (tales como el origen de las clases sociales y la producción de un excedente agrícola) crearon el contexto social necesario para las primeras ciudades. Una vez que las sociedades con estructura de clases se establecieron en la región, las ciudades individuales fueron surgiendo y cayendo en respuesta a una variedad de fuerzas (26).

LA CIUDAD DE URUK, HOY CONSIDERADA LA CIUDAD MÁS ANTIGUA DEL MUNDO, SE ESTABLECIÓ POR PRIMERA VEZ EN TORNO A 4500 A.C.

La primera ciudad

Las primeras ciudades que se ajustan tanto a la definición de Chandler como a la de Wirth de "ciudad" (y también al trabajo temprano del arqueólogo Childe) se desarrollaron en la región conocida como Mesopotamia entre 4500 y 3100 a.C. La ciudad de Uruk, hoy considerada la ciudad más antigua del mundo, se estableció por primera vez en torno a 4500 a.C., y las ciudades amuralladas, para la defensa, eran comunes para el 2900 a.C. en toda la región. La ciudad de Eridu, cercana a Uruk, estaba considerada como la primera ciudad del mundo por los sumerios, mientras que otras ciudades que reclaman el título de "primera ciudad" son Biblos, Jericó, Damasco, Alepo, Jerusalén, Sidón, Luoyang, Atenas, Argos y Benarés. Todas estas ciudades ciertamente son antiguas y se encuentran en regiones que han estado pobladas desde hace mucho tiempo. Sin embargo, Uruk es la única contendiente al título de "ciudad más antigua" que tiene pruebas físicas y documentación escrita, en forma de textos cuneiformes, que datan las actividades de la comunidad desde el periodo más antiguo. Lugares como Jericó, Sidón, o incluso Eridu, que sin duda tuvieron asentamientos antes que Uruk, no tienen el mismo tipo de documentación. Su edad y continuidad como lugares habitados se ha calculado basándose en los cimientos de los edificios descubiertos por las excavaciones arqueológicas más que por documentos primarios encontrados en el lugar.

La población de las ciudades de la Antigüedad

La población de las ciudades de la Antigüedad, dependiendo de la definición de "ciudad" que se use, difería notablemente de lo que se consideraría adecuado en una ciudad moderna. El profesor Smith afirma que "Muchas ciudades de la antigüedad no tenían más que una población modesta, a menudo de menos de 5.000 personas" (26), mientras que otros estudiosos, como Modelski, citan poblaciones posiblemente más grandes, de 10.000 a 80.000 personas, dependiendo del periodo de tiempo que se esté estudiando. Modelski, por ejemplo, cita una población de 14.000 personas en Uruk en el año 3700 a.C., pero de 80.000 para el año 2800 a.C. (12). En comparación, la población de la ciudad de Edimburgo, Escocia, era de 495.360 en 2011 d.C., la de Londres era de 8,174 millones en 2011 d.C. y la de Nueva York, en Estados Unidos, era de 8,337 millones en 2012 d.C. Sin embargo, el historiador Lewis Mumford apunta que "probablemente ninguna ciudad de la Antigüedad tenía mucho más de un millón de habitantes, ni siquiera Roma; y excepto por China, no hubo ninguna 'Roma' tardía hasta el siglo XIX" (6). El argumento de Mumford pone en relieve el problema de usar la población como método para definir una ciudad antigua, ya que se ha demostrado que los centros urbanos designados como "asentamientos" (tales como Tell Brak) tenían poblaciones más grandes que muchas ciudades modernas de hoy en día. La concurrencia de la población de una región en un núcleo urbano se fue haciendo cada vez más común tras el surgimiento de las ciudades en Mesopotamia y, una vez estaba dentro de las murallas de la ciudad, la población crecía, o por lo menos tal crecimiento se hacía más mensurable.

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El incremento de la población llevó a la suburbanización y la extensión del asentamiento más allá de sus fronteras originales. Los estudiosos modernos se enfrentan pues con otro problema más a la hora de definir una ciudad, ya que algunos afirman que la expansión suburbana no debería tenerse en cuenta mientras que otros insisten en que sí. Este problema se ve más claramente, al igual que con tantos otros de la definición de ciudad, en el ejemplo de Tell Brak. Mientras que el asentamiento original puede que fuera más pequeño que Uruk, el tamaño había aumentado para el segundo milenio a.C. a más de 320 acres (130 hectáreas) y, dado que se había fundado antes, esto favorece su afirmación de ser la ciudad más antigua del mundo. Su población habría sido considerablemente más grande que la de la moderna Edimburgo, por poner un ejemplo, por lo que, por población, se consideraría una ciudad; el hecho de que muchos expertos en el tema no la consideren una ciudad ejemplifica el debate académico moderno sobre la definición de antiguos núcleos urbanos como "ciudades" o "asentamientos". Este debate también incluye si un asentamiento debería haber tenido una muralla alrededor para poder considerarse realmente una "ciudad".

Lion's Gate at Mycenae
La Puerta de los Leones en Micenas
Andreas Trepte, www.photo-natur.de (CC BY-SA)

La ciudad amurallada

Las ciudades amuralladas eran comunes en toda Mesopotamia. La ciudad más famosa de la Antigüedad, y probablemente la más controvertida hoy en día, fue Babilonia. Sigue siendo controvertida por la misma razón que es famosa, que es que aparece mucho, de manera negativa, en tantas narraciones de la Biblia. Si embargo, lejos de ser una "ciudad del pecado", Babilonia era un gran centro cultural e intelectual próspero, y fue la primera, entre otros logros, en perfeccionar el arte de la producción de vidrio en torno a 1500 a.C., además de desarrollar las artes y las ciencias conocidas hoy en día como la astronomía, la astrología, la física temprana, las matemáticas, el derecho, la literatura, la arquitectura y la escultura. El gran rey Hammurabi fue el primero en rodear Babilonia con una muralla en 1792 a.C. y construyó el primer complejo templario sagrado en honor al dios Marduk (el Esagila) incluido el zigurat, una alta torre escalonada (que puede que fuera la base del famoso cuento bíblico de la torre de Babel), todo ello en torno al río Éufrates. Sin embargo, Babilonia llegó a su cénit bajo el reinado de Nabucodonosor II (que vivió de 634-562 a.C. y reinó de 605-562 a.C.), que construyó tres murallas alrededor de la ciudad con muros de 40 pies de alto y tan anchos que permitían las carreras de carros en su cima. Las murallas de Babilonia, y en especial la gran Puerta de Istar, aparecen en las listas de algunos escritores de las Siete maravillas de la Antigüedad, y estaban consideradas una maravilla, rodeando la ciudad a lo largo de 10 millas.

Las ciudades mesopotámicas, y más tarde las griegas y las romanas, se caracterizaban por sus murallas y esto también se daba en otras civilizaciones. Las murallas de la ciudad conocida como Gran Zimbabue (en la moderna Zimbabue) la definían, y las de la ciudad de Benín (en la moderna Nigeria) también estaban consideradas como una característica del lugar. Es poco probable que Mesopotamia influyera en estas otras culturas de manera directa y es más factible que se construyeran murallas en todo el mundo sin la influencia de la transmisión cultural, sino simplemente como una respuesta natural a un posible ataque por ciudades vecinas o las incertidumbres del mundo. En China continuó la tradición de alzar murallas en torno a una ciudad (excepto en Angyang, notablemente, que nunca estuvo amurallada). Aun así, hubo civilizaciones que construían ciudades sin murallas, o por lo menos sin fortificaciones dignas de mención. Las ciudades mayas de Mesoamérica no tenían murallas importantes (aunque sí tenían entradas) y parece que los egipcios perduraron directamente sin el concepto de la ciudad amurallada. Smith escribe:

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Como los arqueólogos no han conseguido encontrar ninguna gran ciudad en Egipto anterior a Amarna, la capital de Akenatón durante el Imperio Nuevo (1350 a.C.), a veces Egipto se ha contrastado con Mesopotamia como una "civilización sin ciudades". Sin embargo, esta denominación esconde una forma de urbanismo distintiva. Aunque es posible que las inundaciones del Nilo destruyeran las grandes capitales tempranas, parece ser más probable que los egipcios crearan una forma de urbanismo disperso, caracterizado por asentamientos urbanos más pequeños y especializados (25).

Sin embargo, las ciudades amuralladas eran los centros de la vida en la antigua Mesopotamia, y la población de Babilonia (de 200.000 durante el reinado de Nabucodonosor II) no difería de las demás ciudades-estado en su dependencia de las murallas para separarla de los peligros y la incertidumbre del mundo exterior. Más allá de los muros de la ciudad, se extendían los campos de cultivo y el pasto para el ganado, pero también acechaban los aspectos incontrolables de la naturaleza y la animosidad de los enemigos de la ciudad. Aunque una gran parte de la población salía de los confines de la ciudad todos los días para trabajar los campos, cuidar del ganado y comerciar, las vidas de la gente transcurrían principalmente dentro de las murallas. El concepto de la ciudad era tan importante para la gente de Mesopotamia, que consideraba que Eridu era el lugar de nacimiento de la humanidad en vez de un jardín como podría ser el del Edén del Génesis de la Biblia.

Pont Du Gard Aqueduct
Acueducto de Pont Du Gard
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Los pros y los contras de la ciudad

No hay un consenso académico sobre por qué la urbanización empezó en Mesopotamia, y las especulaciones van desde la ausencia de lluvia en la región hasta factores del entorno, como las grandes llanuras abiertas que dejaban a los habitantes a merced de los elementos (y con el tiempo de los invasores) si no tenían murallas, o incluso la simple explicación de que los pueblos prósperos fueron atrayendo más y más gente, creciendo hasta convertirse en centros urbanos. Lewis Mumford sugiere que:

La seguridad física y la continuidad social fueron las dos grandes contribuciones de la ciudad. Con esas condiciones, cualquier clase de conflicto y desafío se volvió posible sin perturbar el orden social... Gracias a sus almacenes, su canalización y sistemas de regadío, la ciudad justificó su existencia desde sus comienzos en Oriente Próximo, ya que liberó a la comunidad de los caprichos y la violencia de la naturaleza, aunque gran parte de este presente se vio anulado por el efecto de someter a la población miserablemente a los caprichos y la violencia del hombre (5).

Esta separación de los seres humanos de su entorno natural produjo un mundo artificial en el que la gente ya no tenía que preocuparse de los ciclos de la naturaleza para poder sobrevivir. El agua de lluvia se almacenaba para usarse después, al igual que las cosechas, y los campos se podían regar gracias al ingenio humano en vez de depender de que los dioses enviaran lluvia. A medida que las ciudades fueron aumentando de tamaño, su poder también fue aumentando y, como apunta Smith, "los gobernantes usaron la arquitectura urbana para comunicar mensajes sobre el poder, la riqueza, la legitimidad y otros temas ideológicos" (27). El sistema anterior de vida rural, en el que las comunidades dependían de la relación con la tierra, cambió con el surgimiento de los centros urbanos. Ahora el ser humano controlaba el entorno natural y doblegaba la tierra que lo rodeaba a su voluntad. Mumford señala que, "bajo el manto protector de la ciudad, aparentemente permanente, estas fantasías animaron a los habitantes a la depredación y el parasitismo que con el tiempo menoscabaría toda la estructura social y económica, después de haber echado a perder el entorno incluso en regiones lejanas. Muchos de los elementos proveídos por la naturaleza, necesarios tanto para la salud como el equilibrio mental, estaban ausentes en la ciudad" (6).

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Sin embargo, esto no quiere decir que la ciudad, y el proceso de urbanización, no tuvieran beneficios a largo plazo. El historiador Paul Kriwaczek escribe:

Con la ciudad llegaron el Estado centralizado, la jerarquía social de clases, la división del trabajo, la religión organizada, la construcción monumental, la ingeniería cívica, la escritura, la literatura, la escultura, el arte, la música, la educación, las matemáticas y la ley, por no mencionar una enorme gama de invenciones y descubrimientos, desde cosas tan básicas como los vehículos de ruedas y los barcos hasta el horno del alfarero, la metalurgia y la creación de materiales sintéticos. Y para rematarlo, está la enorme colección de nociones e ideas tan fundamentales en nuestra manera de ver el mundo, como el concepto de los números, o el peso, totalmente independientes de los objetos que se cuentan o pesan (el número 10, o un kilo) que hace mucho tiempo que hemos olvidado que tuvieron que descubrirse o inventarse (20-21).

Sacred Precinct, Tenochtitlan
El recinto sagrado, Tenochtitlán
Steve Cadman (CC BY-SA)

Aun así, la naturaleza artificial del entorno urbano es la razón de que tantas ciudades de la antigüedad fueran destruidas por sus habitantes, si no en conquistas, o abandonadas. Todos los grandes centros urbanos mayas fueron abandonados antes de 900 d.C., y muchas de las ciudades mesopotámicas más importantes, como Uruk y Eridu, quedaron desiertas mucho antes. La sobrepoblación y el agotamiento de los recursos condujo al declive de muchas ciudades de la antigüedad, y Mumford afirma que esto ocurre con los centros urbanos "cuando una ciudad pierde la relación simbiótica con la tierra circundante; cuando el crecimiento continuo sobrecarga los recursos locales, como el agua, y los vuelve precarios; cuando, para poder seguir creciendo, una ciudad tiene que ir más allá de sus límites inmediatos para obtener agua, combustibles y materiales de construcción" (6). Esto es exactamente lo que ocurrió con la ciudad maya de Copan, y muchas otras de la antigüedad. En Copan, y muchos otros centros mayas, la falta de agua para suministrar a la población se volvió un problema cada vez más grave.

Este mismo paradigma, ya fuera la falta de agua u otros recursos, condujo a la caída de otras grandes ciudades en otros países por todo el mundo, y sigue ocurriendo hoy en día. En la región que vio nacer a las primeras ciudades, hoy en día el Creciente Fértil está muy lejos de ser fértil. David Michael, de Stimson Global Security, escribe que "las poblaciones en crecimiento, la demanda desorbitada, las crecientes presiones medioambientales y los programas de desarrollo potencialmente insostenibles arriesgan con poner una presión insostenible sobre las fuentes de agua de la región". Esta situación, reconocible en el pasado, es una amenaza para el medioambiente hoy en día. El ser humano creó ambientes artificiales, las ciudades, para mantenerse a salvo y lograr un mínimo de control sobre la vida y al hacerlo se alejó del entorno natural que necesitaba para sobrevivir, de modo que, en el caso de las ciudades de la Antigüedad, ninguno de los dos entornos era sostenible y ambos quedaron arruinados.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2014, abril 05). La ciudad de la Antigüedad [The Ancient City]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-45/la-ciudad-de-la-antiguedad/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "La ciudad de la Antigüedad." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación abril 05, 2014. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-45/la-ciudad-de-la-antiguedad/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "La ciudad de la Antigüedad." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 05 abr 2014. Web. 25 abr 2024.

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