Thomas Hobbes (1588-1679) fue un filósofo inglés que resumió su visión pesimista de la naturaleza humana de forma célebre en su obra cumbre, Leviatán, publicada en 1651. Hobbes creía que la vida de la humanidad en el estado de naturaleza era breve y bruta, aunque esta situación se podía mitigar si las personas se unían y entregaban parte de su libertad a una autoridad política fuerte, que actuaría en su mejor interés.
Juventud
Thomas Hobbes nació el 5 de abril de 1588 en Malmesbury, Wiltshire, Inglaterra. A Hobbes le "agradaba la broma de que su madre había empezado el trabajo de parto al oír el rumor de la llegada de la Armada española, 'de modo que el miedo y yo nacimos juntos, como gemelos'" (Blackburn, 222). Aunque su familia no era rica, a Thomas le fue muy bien en sus estudios, sobre todo en idiomas y poesía. Gracias al apoyo económico de un tío rico, Hobbes estudió en el Magdalen College de la Universidad de Oxford entre 1602 y 1608.
Hobbes empezó a tener contactos importantes cuando, en 1608, empezó a trabajar para el estadista William Cavendish (1555-1626) como secretario. También tuvo la oportunidad de trabajar en traducciones, en particular en la traducción al inglés de la Historia de laGuerra del Peloponesode Tucídides en 1629. La larga relación con la familia Cavendish continuó en la década de 1630, cuando Hobbes ejerció de tutor del hijo de Cavendish, William, conde de Devonshire (1617-1684), mientras hacía extensos viajes por Francia e Italia. Entre tanto, Hobbes también había trabajado como secretario del influyente cortesano y escritor Francis Bacon (1561-1626) en la década de 1620. A Hobbes le gustaba conocer cara a cara a las personas influyentes. Conoció al famoso astrónomo Galileo Galilei (1564-1642) y al filósofo francés René Descartes (1596-1650). Los contactos de Hobbes no hicieron sino aumentar con el tiempo. En 1646 ya era tutor de matemáticas del príncipe Carlos, futuro Carlos II de Inglaterra (que reinó de 1660-1685). Hobbes mantuvo este puesto durante tres años. El príncipe describió a Hobbes como "el tipo más extraño que jamás había conocido", lo cual fue, como señala el historiador A. Gottlieb, "una de las cosas más agradables que se han dicho de Hobbes" (36).
CUANDO LAS PERSONAS SE REÚNEN PARA FORMAR UNA SOCIEDAD, CREAN UN "PACTO" O CONTRATO SOCIAL.
Como era de esperar, Hobbes estuvo del lado de los Realistas durante las guerras civiles inglesas (1642-1651), aunque, durante la mayor parte de esa década, estuvo en París para evitar a sus enemigos políticos, intelectuales y eclesiásticos en Inglaterra. La familia real británica también estaba exiliada allí. La agitación y el derramamiento de sangre de las guerras civiles bien pudieron afectar la visión de Hobbes sobre la naturaleza humana y el poder soberano. El conflicto se saldó con unas 200.000 muertes de militares y civiles, que, en proporción a la población de entonces, fueron mayores que las sufridas en la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Una influencia negativa más personal podría haber sido la experiencia de Hobbes con su propio padre, que fue expulsado del clero tras agredir físicamente a otro clérigo en un cementerio.
Fue durante este período en el exilio cuando Hobbes escribió su primera obra filosófica, Elementos de Derecho, alrededor de 1640, recién publicada en 1650. Hobbes también escribió El ciudadano, publicada en 1642; La naturaleza humana, publicada en 1650; Sobre la materia, publicada en 1656; y Sobre el hombre, publicada en 1658.
Leviatán
Hobbes dejó su huella más duradera en la filosofía política en su Leviatán, publicado en 1651. El título hace referencia al temible monstruo marino descrito en el capítulo 41 del Libro de Job. Hobbes sugiere que el poder absoluto del Estado que describe es como el gran poder que posee este monstruo. La obra tenía un título alternativo más largo y explicativo: La materia, forma y poder de una República, eclesiástica y civil.
Hobbes es conocido por su visión negativa de la naturaleza y la condición humanas, ya que afirma que, antes de que se formaran las sociedades, en lo que describió como el estado de naturaleza, "la vida del hombre [era] solitaria, pobre, desagradable, brutal y breve" (Leviatán, cap. 13). Hobbes creía que los seres humanos se mueven por deseos egoístas de satisfacer sus necesidades básicas (como comida, calor y refugio) para ser felices. Además, también desean otras cosas, como fama, fortuna e influencia. Todas estas cosas también deben satisfacerse, incluso a costa de los demás. Para Hobbes, "los hombres compiten continuamente por el honor y la dignidad... y, por consiguiente, surgen entre ellos la envidia y el odio, y finalmente la guerra" (citado en Robertson, 265). Para Hobbes, la inclinación natural de la humanidad es hacer la guerra. "La psicología pesimista de Hobbes, en la que el impulso dominante de autoconservación se manifestaba básicamente como miedo", motiva en gran medida su pensamiento en otras áreas (Hampson, 84).
Hobbes creía que los Estados se creaban para evitar el estado de naturaleza en el que existe una continua "guerra de cada hombre contra cada hombre" (Leviatán, cap. 13). Cuando las personas se unen para formar sociedades, crean un "pacto" o contrato social, que es una promesa colectiva de acatar ciertas normas de comportamiento. Quizá sea importante señalar que, para Hobbes, el contrato social no se establece entre los ciudadanos y la autoridad gobernante, sino entre los propios ciudadanos (otros pensadores ampliarían la idea de contrato social a un acuerdo vinculante entre gobernante y gobernado). También señala que no todos son malos: "los malvados eran menos que los justos, pero como no podemos distinguirlos, es necesaria la sospecha" (Gottlieb, 60). En otras palabras, dado que vivimos en el miedo perpetuo a los individuos malvados, es decir, a la amenaza de violencia más que a la violencia real necesariamente (y esto es lo que Hobbes efectivamente entiende por "guerra"), debemos reunirnos y formar una sociedad. Entonces es necesario un gobernante soberano para esa sociedad con el fin de garantizar que se cumplan las normas o leyes y que haya una forma más pacífica de existencia. Los críticos señalan que nunca hubo un momento claro en el que los seres humanos abandonaran el estado de naturaleza y formaran una sociedad, por lo que la idea del contrato social es una ficción total.
Hobbes limita el poder del soberano a los asuntos políticos y jurídicos, no aboga por que interfiera en otras áreas como las artes.
En la visión de Hobbes de la sociedad, la seguridad individual está garantizada por el Estado, pero parte del precio es una cierta pérdida de libertad individual. El pueblo debe renunciar a su libre albedrío en favor del Estado. Además, el hecho de que Hobbes creía que el pueblo nunca puede destituir a su soberano, parece otorgar a dicho gobernante un poder absoluto, una consecuencia que ha preocupado a los críticos de Hobbes (y al propio Hobbes). Hobbes aclara el poder de su soberano afirmando que solo un soberano absoluto puede garantizar que todos acaten las leyes. También cree que el soberano actuará en el mejor interés de todos y representará la voluntad del pueblo; por esta razón, y por su fuerza, un sistema de monarquía es mejor que uno basado en la aristocracia o en una democracia.
Otra ventaja de un gobernante único es que, dentro de un grupo de gobernantes ―según la visión de Hobbes de la naturaleza humana― inevitablemente habría conflictos entre individuos, y el poder del cuerpo soberano se vería comprometido. Hobbes reconocía que un único soberano todopoderoso podría abusar de su posición, pero esto era, en cualquier caso, preferible al caos y la violencia del estado de naturaleza o a la inevitable quiebra caótica de los sistemas políticos alternativos. Hobbes consideraba improbable tal abuso, ya que el soberano era responsable en última instancia de sus actos ante Dios en la otra vida. También señaló que, incluso admitiendo este defecto de abuso de poder, es igual de probable que este problema ocurra en cualquier otra forma de gobierno. Pensadores posteriores como Montesquieu (1689-1755) propusieron una solución mediante la separación de poderes en varias instituciones diferentes, pero Hobbes lo habría considerado desventajoso porque la división del poder derivaría en una guerra civil. Por último, y un punto a menudo ignorado, Hobbes limita el poder del soberano a los asuntos políticos y jurídicos, no aboga por que interfiera en otras áreas como las artes.
Crítica
Una de las principales objeciones que los críticos hacen al contrato social de Hobbes es que, si las personas solo están motivadas por el interés propio, es difícil entender por qué podrían comprometer la más mínima parte de la libertad de que disfrutan en el estado de naturaleza para crear una sociedad. Como señaló el propio Hobbes, un individuo así "no hace sino traicionarse a sí mismo" (Leviatán, cap. 14). Hobbes sí dice que algunos "derechos" (pero muy limitados) nunca se ceden y el ciudadano los conserva incluso estando sometido a un soberano absoluto. Ejemplos de estos "derechos" son la autoprotección y la prevención del perjucio propio. Por ejemplo, un ciudadano puede negarse al soberano si se le pide que se autolesione físicamente o que testifique contra sí mismo ante un tribunal.
Aunque los individuos se unieran y renunciaran a su voluntad en favor de un soberano todopoderoso, algunos pensadores, en particular John Locke (1632-1704), señalaron que la vida para algunos, especialmente para un grupo minoritario, bajo un gobernante despótico no suponía ninguna mejora respecto a la vida en un estado de naturaleza. Locke tampoco estaba de acuerdo con la opinión de Hobbes de que las personas no tenían ningún derecho a la propiedad antes de unirse a las sociedades. Otros pensadores sugirieron que la visión pesimista de Hobbes sobre la naturaleza humana era errónea y que, de ser así, el estado de naturaleza no era necesariamente tan malo, lo que lleva al imperativo de que la sociedad y el gobierno hagan algo más que proteger la seguridad física de las personas si se quiere mejorar ese estado presocietario. Descartes fue otro crítico notable, que en una ocasión afirmó que las opiniones de Hobbes sobre la naturaleza humana "son extremadamente malas y bastante peligrosas, ya que el autor supone que todas las personas son malvadas, o les da motivos para serlo" (Gottlieb, 37). Como hemos visto, Hobbes no creía que todo el mundo fuera malvado.
Hobbes, al poner en primer lugar la idea de la autoconservación, rechaza la religión como fuente de moralidad. Los sentimientos anticatólicos expresados en el Leviatán hicieron que a Hobbes le resultara más seguro regresar de París a la Inglaterra protestante. Sin embargo, se ganó pocos amigos en Inglaterra por su postura contraria a la injerencia de las instituciones religiosas en los asuntos de la gente y su idea de que había que tolerar a los de credos diferentes. Su visión pesimista de la naturaleza humana, que sugería que Dios era un Creador incompetente, tampoco agradó a los líderes eclesiásticos. Como negaba el libre albedrío y atacaba la autoridad de la Iglesia de Inglaterra, Hobbes se ganó fama de ateo, lo que no era cierto, pero le quedó el apodo de "la Bestia de Malmesbury".
A la aristocracia tampoco le gustaba Hobbes, ya que proponía que todos fueran iguales ante el soberano; estaba en contra de la idea imperante de que algunas personas nacen para gobernar y tener más éxito que otras por derecho. Hobbes no quería que todos fueran iguales en cuanto a estatus y propiedad, pero sí quería librar a la sociedad de convenciones como la de obtener ventajas sobre los demás por el parentesco y no por el talento.
Hobbes, siempre admirador de la geometría y las matemáticas, se interesó por las nuevas ideas de la ciencia y, en particular, por la filosofía mecánica. Escribió sus opiniones en De corpore (Del cuerpo), publicado en 1655. Para Hobbes, la materia y el movimiento bastaban para explicar todos los fenómenos visibles, y todas las cosas visibles estaban formadas por minúsculas partes invisibles a simple vista (teoría corpuscular). Esto incluía incluso a Dios, que, según Hobbes, debía estar formado por algún tipo de material físico, aunque desconocido para nosotros. Hobbes extendió esta idea de que todo está compuesto de pequeñas partes a la sociedad y creyó que las instituciones políticas no eran más que el reflejo de sus miembros individuales, cuyo único deseo era sobrevivir.
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Otra influencia en la filosofía política de Hobbes fue su gran admiración por la geometría propuesta por el matemático alejandrino Euclides (c. 300 a.C.), como explica A. Gottlieb:
Hobbes estaba deslumbrado por lo que Euclides había logrado en matemáticas con el uso de axiomas sencillos y definiciones estrictas, y quería hacer algo parecido para la política. Esta es una de las principales razones por las que a menudo fue malinterpretado.
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La mala imagen pública de Hobbes no se vio favorecida por una larga disputa con el matemático John Wallis sobre la validez de sus respectivas teorías sobre los círculos. A esto siguió otra discusión pública con el científico Robert Boyle (1627-1691) sobre si este había establecido o no el vacío en el interior de su célebre bomba de aire. Tampoco Hobbes, consumado lingüista, estaba muy impresionado con la nueva jerga que los científicos eran cada vez más propensos a utilizar. En una ocasión afirmó en el Leviatán que "las palabras son las fichas de los sabios, que no hacen sino contar con ellas: pero son el dinero de los necios" (Blackburn, 223).
Estos diversos defectos, si es que lo eran, pueden explicar que Hobbes no cayera demasiado en gracia a otros pensadores y fuera excluido de la Royal Society. Su reputación en el campo de la ciencia fue mejor en el resto de Europa, donde uno de sus admiradores más destacados fue el científico y filósofo Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716).
Principales obras de Hobbes
Las obras más importantes de Thomas Hobbes son:
El ciudadano (1642) Elementos de Derecho (1650) La naturaleza humana (1650) Leviatán (1651) Del cuerpo (1655) Sobre la materia (1656) Sobre el hombre (1658)
Muerte y legado
Hobbes vivió semirretirado en Devonshire en sus últimos años, y se concentró principalmente en su trabajo de traducción. Murió a la edad de 91 años cerca de Hardwicke, en Derbyshire, el 4 de diciembre de 1679.
Gran parte de la obra de Hobbes, aunque inspiró debates, fue cuestionada durante la Ilustración porque no permitía una visión más optimista de la humanidad como capaz de benevolencia y razón. La vinculación de Hobbes entre una naturaleza humana oscura y la necesidad de una autoridad política absoluta era todo lo contrario de las ideas propuestas por filósofos como David Hume (1711-1776) y Jean-Jacques Rousseau (1712-1778). Hobbes hacía hincapié en la necesidad de una autoridad fuerte, por lo que resulta bastante irónico que sus innovadoras ideas sobre filosofía política le llevaran a menudo a ser defendido por los radicales.
La reputación de Hobbes creció en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando quizá la creciente agitación política en Europa y otros lugares hizo que su visión negativa de la naturaleza humana pareciera más plausible. El escepticismo de Hobbes respecto a la naturaleza humana, su rechazo de la filosofía metafísica y su cautela ante el poder, pero también la vacuidad de las palabras, han tenido un atractivo duradero para los filósofos más pragmáticos que buscan soluciones prácticas a los problemas cotidianos. Sin embargo, quizá su mayor logro consistió en desvincular, al menos parcialmente, la filosofía, la moral y la política de la religión, un empeño que continuaron los pensadores que le siguieron durante la Ilustración.
Thomas Hobbes fue un filósofo inglés conocido por su obra Leviatán, donde presenta una visión negativa de la naturaleza humana y aboga por un sistema de gobierno fuerte basado en una monarquía todopoderosa.
¿Cuáles eran las principales ideas de Thomas Hobbes?
Las ideas principales de Thomas Hobbes eran: las personas actúan por interés propio, en consecuencia forman un contrato social (sociedad) para protegerse, y se requiere una monarquía fuerte para proteger al pueblo y evitar la guerra civil.
¿Por qué fue importante Thomas Hobbes para la Ilustración?
Thomas Hobbes fue importante en la Ilustración porque fue uno de los primeros pensadores en eliminar a la Iglesia de los asuntos del Estado. Su idea de un contrato social entre los ciudadanos para formar una sociedad fue ampliada por otros pensadores a un contrato entre los ciudadanos y su gobierno.
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2023, noviembre 27). Thomas Hobbes [Thomas Hobbes].
(A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-22450/thomas-hobbes/
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Cartwright, Mark. "Thomas Hobbes."
Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 27, 2023.
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Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 27 nov 2023. Web. 07 dic 2024.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 27 noviembre 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.