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Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) fue un pintor impresionista francés. Capaz de pintar en muchos estilos diferentes, incluso dentro del mismo cuadro, Renoir fue realmente prolífico: creó más de 6000 obras en una prolongada carrera. Tuvo preferencia por los desnudos y por los niños, pero aunque los temas fueron cambiando con los años, casi siempre presenta una visión del mundo colorista y despreocupada.
Juventud
Pierre-Auguste Renoir nació en Limoges, Francia, el 25 de febrero de 1841. Sus padres pertenecían a la clase media baja. Su padre, Léonard, era sastre, y su madre, Margarita, costurera, pero los negocios de la familia no iban bien y se vieron obligados a trasladarse a París en busca de mejores oportunidades, un objetivo que se les resistió. El joven Pierre-Auguste mostró talento tanto para el canto como para el dibujo. Los primeros esfuerzos artísticos reales de Renoir tuvieron lugar cuando trabajó, como aprendiz de 13 años de edad, en una fábrica local de cerámica, pintando diseños de porcelana china. Después del trabajo, asistía a clases de arte gratuitas, donde aprendió a usar pinturas al óleo. Su trabajo cotidiano sucumbió ante la llegada de la tecnología, de forma que tuvo que pasar a pintar murales en cafés y otros encargos que pudo encontrar. A partir de 1860, complementó sus ingresos, a la vez que aumentaba sus conocimientos artísticos, copiando obras en el Museo del Louvre.
La historiadora del arte Véronique Bouruet-Aubertot describe el carácter de Renoir en los siguientes términos: “Renoir era sociable, tranquilo y adaptable, una persona que se encontraba bien tanto en los salones burgueses como en lugares de encuentro populares” (307).
Más adelante, Renoir estudió formalmente pintura con el artista suizo Charles Gleyre, en cuyo estudio tuvo la rara oportunidad de trabajar con modelos vivos. Fue allí donde Renoir se encontró con otros estudiantes jóvenes que, entre todos, revolucionarían el arte. Entre ellos estaban Alfred Sisley (1839-1899), Claude Monet (1840-1926) y Frédéric Bazille (1841-1870). A través de Monet, también pudieron conocer a Camille Pissarro (1830-1903), Edgar Degas (1834-1917) y Paul Cézanne (1839-1906). Esos jóvenes artistas formarían el núcleo de movimiento impresionista.
Impresionismo
El impresionismo implicaba el intento de capturar en pintura los efectos temporales de la luz y el color, mediante pinceladas rápidas e intensas, trabajando al aire libre (en plein air). Implicaba una paleta con mucho más colorido que la utilizada hasta entonces y tomaba como tema principal a la naturaleza y la vida cotidiana, más que escenas mitológicas y religiosas. Este enfoque era contrario a la corriente dominante ultraconservadora, por lo que a los jóvenes artistas les resultó muy difícil exponer sus cuadros en el único lugar en que podrían conseguir fama y encargos lucrativos: el Salón de París.
Desde 1862, Renoir estudiaba en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de París, en la que destacó. También se unió a Monet y otros en excursiones pictóricas al bosque de Fontainebleau, en las afueras de París. Renoir consiguió entonces varios encargos de retratos y naturalezas muertas de Jules Le Coeur (1832-1882).
En 1864, La esmeralda de Renoir fue aceptada por el Salón de París. Desengañado por la falta de respuesta por parte de la crítica y el público, Renoir destrozó después la pintura. En 1865, Renoir compartió un estudio con el generoso Bazille, que pagaba la mayor parte de las facturas. Ese año, el Salón le aceptó un paisaje y un retrato, quizás porque esas obras eran mucho más tradicionales que sus otras pinturas. Aun así, conseguir dinero con su arte resultaba complicado. Incapaz de ganarse la vida y sin amistades ricas, Renoir se vio obligado a vivir dependiendo de amigos, pero aun así perseveró. En el verano de 1865 pintó con Sisley en Le Havre.
Lise Tréhot tenía 17 años cuando se encontró por primera vez con Renoir, a finales de 1865, convirtiéndose en su amante y en el tema de más de 20 de sus cuadros. Un retrato suyo fue aceptado por el Salón de 1867 (varios más lo serían en subsecuentes exposiciones del Salón). Por primera vez, Renoir estaba dándose a conocer, porque el retrato era mucho más del estilo de los trabajos que hacía regularmente, con las intensas pinceladas que eran la marca distintiva de los impresionistas. Aun así, tuvo que luchar para conseguir dinero, incluso para comprar las pinturas y los lienzos, con los que proseguir su carrera.
En 1869, Renoir y Monet trabajaban juntos en La Grenouillère, un centro turístico de moda en el Sena, y empezaron a desarrollar su nuevo estilo pictórico, que enfatizaba los efectos fugaces de la luz. Entonces, de repente, esa revolución artística se detuvo, en 1870, con el estallido de la guerra franco-prusiana. Renoir fue reclutado en el ejército. Por fortuna, fue enviado lejos del frente, en un regimiento de caballería en Burdeos, aunque contrajo disentería. Los otros impresionistas se dispersaron, o de lo contrario fueron reclutados; Bazille murió durante ese corto conflicto, y su muerte afectó enormemente a Renoir y a sus colegas impresionistas.
De vuelta en París, ya en paz, varios nuevos encargos permitieron a Renoir alquilar su propio estudio. Entonces, el importante marchante y amigo de los impresionistas Paul Durand-Ruel (1831-1922) le compró dos cuadros para su galería, y un pequeño número de coleccionistas empezó a mostrar interés por la obra de Renoir. En 1872, Lise le dejó para casarse con un arquitecto. Mientras tanto, Renoir pintaba, junto con Monet, en Argenteuil, que era un lugar turístico de moda, de fin de semana, para los parisinos pudientes. Ambos volverían al verano siguiente para pintar más efectos de la luz sobre el agua.
Dos rechazos por parte del Salón de 1873 hicieron que Renoir, junto con otros impresionistas, se diera cuenta de que la manera de seguir adelante era organizar un espacio de exposición independiente, exclusivo para artistas de vanguardia. Renoir presentó seis obras en la primera exposición impresionista, que tuvo lugar en París, en 1874. Vendió dos, pero la acogida a la exposición fue decepcionante, y muchos críticos fueron despiadados en sus análisis de un estilo artístico que no querían entender. Los impresionistas organizaron una subasta en 1875, pero fue un fracaso, igual que la exposición del año anterior, con lo que la situación financiera de Renoir volvió a ser tan precaria como siempre. El mismo año contrató a una nueva modelo regular, Margot Legrand (ca. 1856-1879), que se convertiría en su amante hasta su muerte, de viruela, en 1879. En 1876, Renoir pintó uno de sus cuadros más famosos, Baile en el Moulin de la Galette, que muestra a parisinos, jóvenes y a la moda, bailando en Montmartre.
Retratista
Tras el fracaso de otras dos exposiciones impresionistas, que hubieran podido aportar ayuda material al artista pero que sólo trajeron más críticas, Renoir decidió, a partir de 1878, pintar temas más fácilmente vendibles, especialmente retratos. Sin abandonar su estilo impresionista, añadía ahora más estructura y forma que, con su brillante paleta, atraía más a los compradores. En 1878 un lienzo suyo fue aceptado en el Salón, y dos más en el de 1879 (así como dos pinturas al pastel), con lo que sus encargos de retratos empezaron a crecer. Un rico mecenas que le encargaba cuadros regularmente era el diplomático Paul Bérard. Los dos se hicieron grandes amigos, y Renoir a menudo se alojaba con él en su castillo de Normandía. El marchante Durand-Ruel también aumentó su inversión en obras de Renoir, lo que le permitió visitar el norte de África, en 1881. En Argelia, impresionado por la luz y los colores, Renoir pintó personas y lugares.
Pierre-Auguste Renoir: A Gallery of 30 Paintings
De vuelta en Chatou, al oeste de París, Renoir pintó una de sus obras más famosas, El almuerzo de los remeros, que muestra un grupo relajado en uno de los sitios favoritos del artista, el restaurante Fournaise. A finales de 1881, Renoir estaba viajando de nuevo, esta vez en un recorrido por Italia para ver los tesoros del arte renacentista. El artista fue con su nueva modelo y amante Aline Charigot, y siguió pintando, incluso consiguiendo captar al famoso compositor Richard Wagner (1813-1883), en Sicilia, en un raro retrato. Su concentración en retratos se explica por el siguiente comentario de Renoir: “El problema con Italia es que es demasiado bella. ¿Por qué preocuparse por pintar, cuando es tan placentero mirar alrededor?” (Roe, 227).
El estilo de Renoir
De vuelta en Francia, Renoir trabajó con Cézanne en L’Estaque. Con una nueva paleta inspirada por sus experiencias en Argelia e Italia, y un mayor énfasis en la composición, bajo la guía de Cézanne, Renoir se apartó del impresionismo para crear su propio estilo único. El proceso no fue fácil, y al artista le costó años perfeccionarlo.
El estilo maduro de Renoir combinaba contornos y colores suaves con pinceladas pequeñas, pero ahora mucho más delicadas. A menudo los colores tenían una calidad traslúcida, como diseños sobre porcelana. También se desplazó hacia una construcción más metódica de sus pinturas, con varios bosquejos y estudios preparatorios previos a la pintura final sobre el lienzo, en su estudio, aunque sin que esa preparación comprometiera su emblemático sentido de la espontaneidad. Tenía predilección por los desnudos en la naturaleza (lo que a menudo llamaba “bañistas”) y, en una ocasión, dijo: “Nunca pensé que había acabado un desnudo hasta que podía pellizcarle” (Hodge, 72). También realizó muchos retratos, escenas de naturaleza con niños, y naturalezas muertas, que le gustaban especialmente, afirmando, en una ocasión, “dejo descansar mi cerebro cuando pinto flores” (Hodge, 6).
Un episodio grave de neumonía y un período de convalecencia, en 1882, junto con sus anteriores ausencias en el extranjero, tuvieron como consecuencia que Renoir quedara alejado de la atención de la crítica y el público. El resultado fue una caída de los encargos y una vuelta a la precariedad económica. Al menos, su reputación internacional ya estaba consolidada gracias a exposiciones en Londres, Berlín y Boston, en 1883. Otros viajes al extranjero incluyeron estancias en Guernsey, Marsella y Génova, pero, de regreso en París, el mercado del arte estaba deprimido en general, y Renoir con él. Tuvo una alegría personal cuando, en marzo de 1885, Aline dio a luz a un hijo, Pierre Renoir. Madre e hijo fueron el tema de una serie de pinturas del artista. Su colega impresionista Berthe Morisot (1841-1895) hizo los siguientes comentarios al verlos:
Me mostró una serie completa hecha con la misma modelo y con el mismo tipo de ritmo. Es un dibujante de primera clase; sería interesante mostrar todos esos estudios preparatorios de una pintura al público, que generalmente imagina que los impresionistas trabajan de un modo muy informal. (Roe, 263)
En 1886 y 1887, se hicieron más exposiciones internacionales, entre ellas una en Nueva York. En diciembre de 1888 Renoir empezó a notar los primeros síntomas de un problema que destrozaría el resto de su vida: la artritis reumatoide. En busca de inspiración y de un clima más templado, Renoir pasó un tiempo con Cézanne en el sur de Francia, en 1889. El año 1890 fue bueno: sus obras se vendían de nuevo y a precios más altos que nunca, y en abril se casó con Aline. El mismo año recibió del gobierno francés el prestigioso premio de la Legión de Honor, pero lo rechazó. El reconocimiento oficial llegó de una forma mejor recibida en 1892, cuando el estado compró su Muchachas al piano (1888), para su exhibición al público en el Museo de Luxemburgo de París. En septiembre de 1894 nació su segundo hijo, Jean. La prima de Aline, Gabrielle Renard, fue a vivir con la familia para ayudarles, y se convirtió en modelo de Renoir. En 1895, el artista alquiló una casa grande en Essoyes, que compraría más tarde, aunque también conservó un apartamento en París. Siguió moviéndose por Francia, normalmente en busca de un tiempo más cálido y de tratamientos termales para aliviar los síntomas cada vez peores de su artritis. Cagnes-sur-Mer, en la Costa Azul, se convirtió en su lugar favorito.
Muerte y legado
En 1900, los cuadros de Renoir se exhibían por toda Europa y en los Estados Unidos, con precios que estaban por encima del doble de los de los otros impresionistas. Nuevamente se le ofreció la Legión de Honor, y esta vez la aceptó. En 1901 nació su tercer hijo, Claude (Coco). La salud de Renoir siguió deteriorándose, y pasaba largas estancias en Cagnes-sur-Mer, comprándose finalmente allí una casa, Les Collettes, en 1907. Estaba enclavada en un apacible huerto de olivos y naranjos. Pintaba, más despacio que antes, debido a su artritis y a depender de una silla de ruedas, y también empezó a esculpir. En 1912 sufrió un ataque de apoplejía, del que se recuperó en los meses siguientes, para seguir pintando. Artistas jóvenes, como Henri Matisse (1869-1954) y Pablo Picasso (1881-1973) le visitaron en Les Collettes, para rendir homenaje y aprender de una de las estrellas del movimiento impresionista, que se estaba apagando.
La Gran Guerra de 1914-1918 afectó a todos; Pierre y Jean Renoir fueron reclutados, y ambos fueron gravemente heridos en el primer año del conflicto. Aline, tras una estresante visita a Jean, en el hospital, sufrió un ataque al corazón, que resultó fatal. Trabajando hasta el final en pinturas alegres, que no revelaban nada de su declive físico, Renoir pilló un resfriado que empeoró, convirtiéndose en neumonía. Murió en Cagnes-sur-Mer el 3 de diciembre de 1919.
Algunos críticos han señalado que las obras de Renoir son más bien idealizadas y sentimentales, pero esos comentarios no quitan que se haya convertido en uno de los pintores más populares de todos los tiempos. Renoir fue persistente en su estilo y en sus temas: “Creo que un cuadro ha de ser algo delicioso, feliz y bonito – sí, bonito! Hay suficientes problemas en el mundo para que tengamos que gastar nuestro tiempo en crear más” (Bouruet Aubertot, 151).
