Menfis fue una de las ciudades más antiguas e importantes del antiguo Egipto, ubicada a la entrada del valle del Nilo cerca de la meseta de Guiza. Sirvió como capital del antiguo Egipto, además de ser un centro religioso de culto importante.
El nombre original de la ciudad era Hiku-Ptah (o Hut-Ka-Ptah), pero más tarde pasó a conocerse como Inbu-Hedj, que significa "paredes blancas", porque estaba construida con ladrillos de barro y pintada de blanco. Para la época del Imperio Antiguo (en torno a 2613 - 2181 a.C.) se conocía como Men-nefer ("la duradera y hermosa"), que los griegos traducirían como "Menfis". Se dice que fue fundada por el rey Menes (en torno a 3150 a.C.), que unificó las dos tierras de Egipto en un solo país. Los reyes del periodo arcaico de Egipto (en torno a 3150-2613 a.C.) y del Imperio Antiguo (en torno a 2613-2181 a.C.) gobernaban desde Menfis, e incluso cuando ya no era la capital siguió siendo un importante centro cultural y comercial.
La ciudad ocupa un lugar importante a lo largo de la historia de Egipto desde los primeros registros de la época dinástica hasta la Dinastía Ptolemaica (323-30 a.C.), pero sin duda ya existía durante el periodo predinástico (en torno a 6000-3150 a.C.). La ubicación de la ciudad a la entrada del valle del Nilo la habría convertido en un lugar natural para un asentamiento primitivo. Desde los primeros tiempos hasta el final de la historia del antiguo Egipto en la época romana, Menfis tuvo un papel importante en la vida de la gente.
Los reyes gobernaban desde aquí, había mercados en los que comerciar, los grandes templos religiosos atraían a peregrinos y turistas por igual, y algunos de los reyes más famosos del país construyeron sus grandes monumentos cerca de la ciudad. Alejandro Magno se hizo coronar faraón en Menfis, y la piedra de Rosetta, la estela que desveló los secretos de los jeroglíficos egipcios, se creó originalmente en esta ciudad.
Después de la anexión de Egipto a Roma, Menfis cayó en declive. Este se aceleró con el surgimiento del cristianismo en el siglo IV d.C., cuando la gente dejó de visitar los viejos templos y santuarios de los dioses egipcios. Para el siglo VII d.C., tras la invasión árabe, Menfis estaba en ruinas, y los edificios desaparecieron piedra a piedra para sentar las bases de El Cairo y otros proyectos.
Nombre e importancia
Manetón, el historiador del siglo III a.C., afirma que el primer rey de Egipto, Menes, construyó la ciudad tras la unificación del país. En aquel momento la ciudad se conocía como Hiku-Ptah o Hut-Ka-Ptah, que quiere decir "mansión del alma de Ptah". Ptah probablemente era una deidad primitiva de la fertilidad durante el periodo predinástico, pero fue elevado al puesto de "Señor de la verdad" y "Creador del mundo" para el comienzo del periodo arcaico. Era el dios protector del área en torno a Menfis y se convirtió en el patrón de la ciudad que se construyó en su honor.
Otras inscripciones atribuyen la construcción de Menfis al sucesor de Menes, Hor-Aha, que se dice que visitó el lugar, no la ciudad, y se quedó tan admirado que desvió el curso del Nilo para crear una llanura para su construcción. Debido a varias inscripciones, se ha equiparado a Hor-Aha con Menes, pero parece que "Menes" era un título que quería decir "el que perdura", no un nombre propio, y puede que lo heredara del primer rey. Probablemente el constructor de la ciudad fue Narmer, el rey que unificó Egipto, al que se conocía como Menes. Lo más probable es que la leyenda de la visita de Hor-Aha y el desvío del río sean una versión de una historia anterior sobre Menes (Narmer) en torno al cual surgirían muchas leyendas milagrosas.
El nombre primitivo de la ciudad, Hut-Ka-Ptah, le daría al país de Egipto su nombre en griego. Los propios egipcios llamaban a su país Kemet, que significa "tierra negra", por su suelo rico y oscuro. Los griegos traducirían el nombre de Hut-Ka-Ptah como "Aegyptos", Egipto. El hecho de que los griegos nombraran el país entero en honor a la ciudad no hace sino demostrar el poder y la fama de la Menfis primitiva.
Historia temprana
En el periodo arcaico la ciudad se conocía como Inbu-Hedj ("Paredes blancas"), porque las paredes de ladrillos de barro estaban pintadas de blanco y se decía que su resplandor a la luz del sol se podía ver a kilómetros de distancia. Sin embargo, no hay pruebas de que el verdadero nombre de la ciudad cambiara. Este nuevo epíteto probablemente surgió a principios de la Dinastía III de Egipto (en torno a 2670 a en torno a 2613 a.C.) cuando Djoser subió al poder. Antes de eso a los reyes se los enterraba en Abidos, pero hacia finales de la Dinastía II de Egipto (en torno a 2890 a en torno a 2670 a.C.) se enterraban cerca de Menfis, cerca de Guiza.
Se dice que Djoser elevó el estatus de la ciudad al convertirla en su capital, pero ya era el centro del poder de Egipto antes de su reinado. Lo más probable es que aumentara el prestigio de la ciudad al elegir un lugar cercano, Saqqara, para construir su recinto mortuorio y su pirámide. Las paredes blancas de la ciudad habrían reflejado su posición de rey y habrían llamado la atención sobre su hogar eterno, cerca de allí.
La egiptóloga Kathryn A. Bard escribe que "El cementerio del norte de Saqqara está sobre un promontorio de piedra caliza que domina el valle, y la presencia de superestructuras grandes y elaboradas habría sido un impresionante símbolo de estatus" (Shaw, 72). Puede que también se pintaran los muros de la ciudad de blanco para reflejar aún más este estatus. Según el egiptólogo Toby Wilkinson, no eran los muros de la ciudad sino los del palacio central los que estaban pintados de blanco y le dieron a la ciudad su epíteto. Wilkinson escribe:
Con su exterior encalado, este edificio conocido como Pared Blanca debió de ser deslumbrante, comparable en simbolismo a la Casa Blanca de una superpotencia moderna. Otros edificios reales del resto del país se diseñaron en imitación a Pared Blanca. (31)
Sin embargo, no cabe duda de que la ciudad ya era la capital del Egipto unificado antes de que Djoser la considerara como tal, así que es posible que las paredes, bien de la ciudad o del palacio, estuvieran pintadas de blanco antes de su reinado. Bard destaca que "se han encontrado tumbas de los altos cargos cerca del norte de Saqqara y hay funcionarios de todos los niveles enterrados en otros lugares de la región menfita. Estos indicios funerarios sugieren que Menfis era el centro administrativo del estado" (Shaw, 64). Las excavaciones han sacado a la luz cerámica y otros bienes funerarios de la Dinastía I de Egipto, a pesar de que Manetón afirma que Menfis no se convirtió en la capital hasta la Dinastía III.
La capital del Imperio Antiguo
Durante el Imperio Antiguo la ciudad siguió siendo la capital. El rey Sneferu (en torno a 2613-2589 a.C.) reinaba desde esta ciudad cuando encargó sus grandes pirámides. Sneferu perfeccionó el arte de la construcción de pirámides y el trabajo en piedra que había comenzado con Imhotep (en torno a 2667-2600 a.C.), el visir de Djoser y arquitecto principal de Saqqara. El sucesor de Sneferu, Khufu (en torno a 2589-2566 a.C.), superaría el éxito de este al crear la Gran Pirámide de Guiza. Sus sucesores, Khafre (en torno a 2558-2532 a.C.) y Menkaure (en torno a 2532-2503 a.C.) construyeron sus propias pirámides después de él. Menfis, como capital del imperio, era el centro neurálgico y la fuente de esta burocracia intricada y poderosa que les permitió a estos reyes organizar la clase de mano de obra y recursos necesarios para construir estos enormes recintos y pirámides.
Para la época del primer rey de la Dinastía V, Userkaf (en torno a 2498-2491 a.C.), Guiza era una necrópolis en auge administrada por sacerdotes de los dioses que contaba con todos los aspectos de una ciudad pequeña como tiendas, fábricas, templos, calles y casas particulares. Menfis también siguió creciendo en esta época y reflejaba el desarrollo de Guiza. El templo de Ptah se convirtió en un centro religioso importante, y se erigieron monumentos en honor a este dios por toda la ciudad.
Al mismo tiempo, el culto del dios sol Ra se estaba haciendo más popular, y los sacerdotes de Ra, que administraban el recinto de Guiza, se estaban haciendo más poderosos. Userkaf, quizás porque pensaba que no había más sitio para seguir construyendo en Guiza, eligió la cercana Abusir para emplazar su recinto mortuorio e hizo construir un templo en honor a Ra, el primero de los muchos que construiría la Dinastía V cuando el culto de Ra se estaba haciendo cada vez más popular.
Durante el reinado del rey Pepi I (en torno a 2332-2283 a.C.) de la Dinastía VI la ciudad pasó a llamarse Menfis. La historiadora Margaret Bunson lo explica:
Pepi I construyó su hermosa pirámide en Saqqara. Este monumento se llamó Men-nefer-Mare, la "establecida y hermosa pirámide de Men-nefer-Mare". El nombre no tardó en pasar a designar toda el área circundante, incluida la propia ciudad. Se llamó Men-nefer ("la duradera y hermosa") y después Menfi. Los griegos, al visitar la capital siglos después, tradujeron el nombre como Menfis. (161)
Los reyes de la Dinastía VI fueron perdiendo el poder sobre el país a medida que se fueron agotando los recursos; los sacerdotes de Ra y los funcionarios locales se fueron haciendo más ricos y poderosos, y la autoridad de Menfis decayó. Durante el reinado de Pepi II (en torno a 2278-2184 a.C.) el poder del rey fue disminuyendo sin cesar. Hubo una hambruna causada por una sequía, y el gobierno de Menfis no pudo hacer nada para aliviarla, con lo que la estructura de poder del Imperio Antiguo acabó colapsando.
El ascenso de Tebas
Menfis siguió sirviendo de capital durante la primera parte de la época conocida como el Primer periodo intermedio (en torno a 2181-2040 a.C.). A menudo los documentos de la época o faltan o están confundidos, pero parece que Menfis siguió siendo la capital a lo largo de las Dinastías VII y VIII, en las que los reyes reclamaban la autoridad y legitimidad de los gobernantes del Imperio Antiguo. Sin embargo, su centro de poder en la capital tradicional era el único aspecto del gobierno que tenían en común con los monarcas anteriores de Egipto. Mientras estos se distraían con la convicción de su propia autoridad, los funcionarios locales de los distritos, los nomarcas, empezaron a gobernar sus comunidades de manera independiente. Aun así, parece que se seguía reconociendo Menfis hasta cierto punto como la capital, pero solo de nombre.
En algún momento a finales de la Dinastía VIII o principios de la IX los reyes de Menfis trasladaron la capital a la ciudad de Heracleópolis, puede que en un intento de revitalizar su propia autoridad. No están claras las razones de este traslado, pero en Heracleópolis no encontraron una mayor relevancia para el país que la que habían tenido en Menfis.
El Primer periodo intermedio se ha caracterizado tradicionalmente como una "época oscura" de caos, pero en realidad no fue sino una época en la que los gobernadores regionales tenían más poder que el gobierno central y Egipto ya no estaba unificado bajo un solo gobernante poderoso. Los nomarcas de los diferentes distritos tuvieron más o menos éxito dependiendo de sus propios talentos y recursos, pero una ciudad empezó a hacerse más poderosa que las demás gracias a liderazgo de sus nomarcas.
Tebas no era más que otra ciudad provincial del Alto Egipto cuando un funcionario llamado Intef I (en torno a 2125 a.C.) subió al poder. Intef I revitalizó a los tebanos y desafió la autoridad de los reyes de Heracleópolis. Sus sucesores continuaron con su política, luchando contra el gobierno central débil, hasta el reinado de Mentuhotep II (en torno a 2061-2010 a.C.), que derrocó a los reyes de Heracleópolis y unificó Egipto bajo el gobierno tebano.
Tebas se convirtió entonces en la capital de Egipto y los grandiosos monumentos que se habían erigido hasta entonces en Menfis pasaron a decorar esta ciudad. Se cree que uno de los primeros gobernantes de esta época, Wahankh Intef II (en torno a 2112-2063 a.C.), fue el primero en construir un monumento en Karnak, y Mentuhotep II aumentó la grandiosidad de Tebas con su propio recinto mortuorio. La ciudad siguió siendo la capital solo hasta el reinado de Amenemhat I (en torno a 1991-1962 a.C.), que la trasladó al norte a Iti-tawi, cerca de Lisht.
Sin embargo, Menfis y Tebas siguieron siendo importantes centros religiosos y culturales a lo largo del Imperio Medio. La construcción del gran Templo de Karnak continuó en Tebas, mientras que los templos y santuarios dedicados al dios Ptah aumentaron en Menfis. Amenemhat I erigió un santuario a Ptah en Menfis y sus sucesores también invirtieron en la ciudad y añadieron sus propios monumentos.
Incluso durante el declive del Imperio Medio con la Dinastía XIII los reyes siguieron honrando Menfis con templos y monumentos. A pesar de que el culto del dios Amón se había hecho más popular, se seguía adorando a Ptah en Menfis como patrón de la ciudad. Menfis siguió siendo un importante centro cultural y comercial que trataba con otros distritos de todo el país además de atraer visitantes a sus templos y santuarios.
Menfis en el Imperio Nuevo
Al Imperio Medio le seguiría otra época de inestabilidad y desunión conocida como el Segundo periodo intermedio (en torno a 1782-1570 a.C.), que se caracterizó principalmente por el ascenso al poder de un pueblo conocido como los hicsos, que gobernaron desde Avaris en el Bajo Egipto. Se hicieron con el control de las ciudades egipcias desde su fortaleza en el norte, saquearon Menfis y se llevaron los monumentos de vuelta a Avaris. Aunque los escritores egipcios posteriores afirmaron que los hicsos destruyeron la cultura egipcia y oprimieron al pueblo, en realidad admiraban mucho la cultura e imitaban su arte, su arquitectura, su moda y sus prácticas religiosas.
Menfis muestra signos de daños importantes ocurridos durante este periodo, ya que los hicsos se llevaron algunas estructuras a Avaris y destruyeron otras. Los hicsos fueron expulsados de Egipto por Ahmose I (en torno a 1570-1544 a.C.) de Tebas, que reunificó Egipto y dio comienzo al periodo conocido como Imperio Nuevo (en torno a 1570-1069 a.C.). Tebas volvió a convertirse una vez más en la capital de Egipto, mientras que Menfis continuó con su papel tradicional de centro comercial y religioso.
Todos los grandes reyes del Imperio Nuevo harían construcciones en Menfis, erigiendo templos y monumentos. Akenatón (1353-1336 a.C.) construyó un templo en honor a su dios Atón en Menfis durante el periodo amarniense, cuando cerró los templos y prohibió la adoración de cualquier otro dios. Ramsés II (1279-1213 a.C.) trasladó la capital del país a su ciudad nueva de Per-Ramsés (en el emplazamiento de Avaris), pero honró Menfis con varios monumentos enormes. Sus sucesores mantuvieron este respeto por Menfis, que estaba considerada como la segunda ciudad más importante de Egipto después de la capital.
Importancia religiosa y relevancia posterior
Menfis siempre había disfrutado de un gran prestigio desde su fundación, y lo siguió teniendo incluso tras el declive del Imperio Nuevo y la llegada del Tercer periodo intermedio (1069-525 a.C.). Mientras que varias ciudades se vieron abandonadas durante este periodo, el estatus de Menfis siguió intacto. En 671 a.C., cuando el rey asirio Asarhaddón (681-669 a.C.) invadió Egipto, se aseguró de saquear Menfis y llevarse a miembros importantes de la comunidad de vuelta consigo a su capital, Nínive.
Sin embargo, la importancia religiosa de la ciudad garantizó que sobreviviera la invasión asiria y que fuera reconstruida. Menfis se convirtió en el centro de la resistencia contra la ocupación asiria y volvió a ser destruida por Asurbanipal (668-627 a.C.), que invadió en 666 a.C. Asurbanipal también saqueó Tebas y otras ciudades importantes e instaló a asirios en puestos clave de todo el país para mantener el control.
Menfis volvió a resurgir como un centro religioso, y bajo los faraones Saite de la Dinastía XXVI (664-525 a.C.) se volvió a reconstruir y fortificar. La ciudad siguió adorando a los dioses egipcios, especialmente Ptah, y se construyeron más monumentos y santuarios en su honor.
En 525 a.C. el general persa Cambises II invadió Egipto, derrotó al ejército en Pelusium y atacó Menfis. Tomó la ciudad y la fortificó y la convirtió en la capital de la satrapía del Egipto persa. Cuando Alejandro Magno (356-323 a.C.) tomó Egipto en 331 a.C., se hizo coronar faraón en Menfis, vinculándose así a sí mismo con los grandes monarcas del pasado.
Durante la Dinastía Ptolemaica (323-30 a.C.) que gobernó tras la muerte de Alejandro, los faraones griegos mantuvieron el nivel de prestigio tradicional de la ciudad. Ptolomeo I (323-283 a.C.) respetaba la ciudad e hizo enterrar el cuerpo de Alejandro en Menfis al principio de su reinado. Además, en otra muestra de honor a Menfis, estableció su nuevo culto a Serapis en la cercana Saqqara. Ptolomeo II (283-246 a.C.) hizo trasladar el cuerpo de Alejandro a Alejandría e inició una serie de proyectos arquitectónicos en este lugar, incluidos el Serapeo, la gran biblioteca y la universidad. Alejandría se convirtió en la joya de Egipto y en un centro de cultura y aprendizaje, pero esto supuso el principio del declive de Menfis.
Sin embargo, la ciudad todavía se consideraba un importante centro religioso, y los sacerdotes de la ciudad estaban a la misma altura que las autoridades seglares en cuanto a poder. Los templos y santuarios de los dioses se reconstruyeron y renovaron con los Ptolomeos, y también se construyeron edificios nuevos. El egiptólogo Alan B. Lloyd escribe:
Los sacerdotes estaban basados en muchos templos, que en muchos casos fueron reconstruidos o embellecidos en la época Ptolemaica, y hoy en día siguen siendo algunos de los restos más completos y espectaculares de la cultura faraónica. (Shaw, 406)
Estos templos, tanto en Menfis como en otros sitios, no solo eran el hogar de los dioses y los centros de culto, sino que también eran una especie de fábricas que producían ropa, artefactos y obras de arte, tales como pinturas. Los templos de Menfis mantenían la buena reputación de la ciudad, pero a medida que continuaba la Dinastía Ptolemaica, este estatus fue decayendo en favor de Alejandría. El Decreto de Menfis, más conocido como la Piedra de Rosetta, fue escrito en 196 a.C. por Ptolomeo V, y después de eso la ciudad fue perdiendo prestigio progresivamente.
Declive de Menfis
La Dinastía Ptolemaica llegó a su fin con la muerte de la última reina, Cleopatra VII (69-30 a.C.), y la anexión de Egipto a Roma. Alejandría, con su gran puerto y sus centros de aprendizaje, se convirtió en el punto central de la administración romana en Egipto, y Menfis quedó olvidada. Con el ascenso del cristianismo en el siglo IV d.C., Menfis perdió aún más importancia ya que sus templos cada vez recibían menos visitantes, y para el siglo V d.C., cuando el cristianismo era la religión dominante del Imperio romano, Menfis estaba en decadencia.
Para cuando llegó la invasión árabe en el siglo VII d.C., la ciudad estaba en ruinas. Los templos, los edificios, los santuarios y los muros fueron desmantelados y usados para construir la ciudad de Fustat, la primera capital del Egipto musulmán, así como la ciudad de El Cairo más adelante. Hoy en día no queda nada de la ciudad de Menfis más que las bases de las columnas, cimientos, restos de paredes, estatuas rotas y secciones perdidas de columnas cerca del pueblo de Mit Rahina.
El lugar se incluyó en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1979 d.C. como un lugar de especial importancia cultural, y sigue siendo una atracción turística popular que cuenta con un museo. La esfinge de alabastro y el coloso de Ramsés II son especialmente impresionantes y los visitantes admiran el lugar hoy en día tanto como la gente del pasado admiró la ciudad de Menfis.