La batalla de Edington, librada en mayo de 878 en el suroeste de Inglaterra, vio a Alfredo el Grande, rey de Wessex (que reinó de 871-899), ganar una victoria decisiva sobre el líder vikingo Guthrum (muerto en 890). Dos semanas más tarde, bajo los términos del Tratado de Wedmore, Guthrum se rindió, aceptando convertirse al cristianismo y abandonar Wessex.
Estatua de Alfredo el Grande, Winchester
Odejea (CC BY-NC-SA)
En los meses previos a la batalla, los vikingos habían invadido gran parte de Inglaterra, y con la invasión de Wessex por parte de Guthrum en enero de 878, el último reino anglosajón estaba al borde del colapso. Después de verse obligado a esconderse en los pantanos de Somerset, Alfredo finalmente reunió a su ejército y derrotó a los invasores. Su triunfo obligó a Guthrum a retirarse a Anglia Oriental, donde gobernó como rey.
En los años siguientes, los dos reyes trabajaron para establecer una convivencia más pacífica entre los colonos nórdicos y los anglosajones. Sin embargo, los sucesores de Alfredo finalmente se embarcaron en la reconquista de los reinos anglosajones perdidos, y Edington, con el tiempo, se marcaría como la primera de muchas grandes victorias en su búsqueda de unificar Inglaterra bajo un solo gobernante.
La llegada de los vikingos
Las incursiones vikingas en Gran Bretaña comenzaron en el año 788, cuando tres barcos de piratas nórdicos desembarcaron en Portland, Dorset, donde mataron a un alguacil local (funcionario real). Sin embargo, la incursión que realmente horrorizó a los anglosajones llegó cinco años después cuando un grupo de vikingos atacó el monasterio de Lindisfarne, cerca de la frontera angloescocesa, que albergaba las reliquias de san Cutberto, uno de los santos más venerados de Inglaterra. El famoso erudito Alcuino (muerto en 804) lamentó: «He aquí la iglesia de San Cutberto salpicada con la sangre de los sacerdotes de Dios, despojada de todos sus ornamentos; el lugar más venerable de todos en Gran Bretaña es entregado como presa a pueblos paganos» (Whitelock, 899).
A mediados del siglo IX, los vikingos atacaron las ciudades ricas de Canterbury y Londres y derrotaron a los reyes en la batalla.
Envalentonados por su éxito temprano, a mediados del siglo IX, los vikingos atacaron las ricas ciudades de Canterbury y Londres y derrotaron a los reyes en la batalla. Alfredo nació en este mundo turbulento e inestable en 849. Inglaterra tal como la conocemos hoy en día aún no existía y estaba dividida en cuatro reinos: Anglia Oriental, Mercia (las Midlands), Northumbria (norte de Inglaterra) y el reino sureño de Wessex, que estaba gobernado por el padre de Alfredo, el rey Ethelwulfo (que reinó de 839-858).
Para 865, la amenaza vikinga se intensificó cuando Ivar el Deshuesado, el gobernante vikingo de Dublín (que reinó de 857-873), reunió una coalición de flotas, conocida por sus contemporáneos como el «Gran Ejército», desde bases nórdicas en Francia, Frisia, Escandinavia y las Hébridas. Respaldado posiblemente por hasta 5.000 guerreros, Ivar y sus aliados lograron un rápido éxito, conquistando York, la capital de Northumbria, en 866. Tres años más tarde, en 869, giraron al sur hacia Anglia Oriental, derrotando a su gobernante, el rey Edmundo (que reinó de 855-869). Después de negarse a rendirse a los paganos, Edmundo fue recompensado con la muerte de un mártir: atado a un árbol, le dispararon con lanzas y lo decapitaron.
Después de la conquista en Anglia Oriental, Ivar fue a luchar contra los británicos de Strathclyde (actual suroeste de Escocia), dejando a su hermano Halfdan al mando del ejército restante. En el invierno de 870, navegaron por el Támesis, llegando a Reading en la frontera norte de Wessex. El año siguiente, 871, vio nueve batallas muy reñidas entre el Gran Ejército y Wessex. Dirigidos por el hijo de Ethelwulfo, el rey Etelredo (que reinó de 865-871), los sajones occidentales obtuvieron victorias inesperadas en Englefield y Ashdown en Berkshire, pero sufrieron pérdidas en Basing y Merton en Hampshire.
La primavera de 871 cambiaría el estancamiento a favor de los vikingos, que recibieron refuerzos de una flota liderada por Guthrum, un experimentado rey del mar y pariente de la familia real danesa. Sus seguidores murmuraban que el trono danés debería haber sido suyo si no se lo hubieran arrebatado cuando era joven. Guthrum, sin embargo, se conformó con la vida lucrativa de un asaltante y ahora percibía oportunidades ilimitadas para el saqueo y la conquista entre los fragmentados reinos anglosajones.
La precaria posición de Wessex se vio agravada por la muerte del rey Etelredo, que probablemente murió a causa de heridas de guerra. Le sucedió su hermano el rey Alfredo el Grande. A los 22 años, Alfredo era enfermizo y aficionado a los libros, pero había demostrado ser un valiente guerrero en Ashdown. Sin embargo, incapaz de desalojar a los vikingos de Wessex, a finales de año, decidió pagarles para que abandonaran su reino. La suma pagada era probablemente exorbitante, pero a pesar de ello le daría paz a Wessex, al menos durante unos años.
El Gran ejército pagano en Inglaterra, 865-878 d.C.
Hel-hama (CC BY-SA)
Al regresar al norte, el Gran Ejército atacó el reino de Mercia en las Midlands. El gobernante de Mercia, el rey Burgred (que reinó de 852-874), intentó mantener a raya a los vikingos pagándoles a cambio de la paz, pero cuando el Gran Ejército atacó en 874, se vio obligado a abdicar y huir a través del Canal de la Mancha. Su reemplazo, Ceolwulf II (que reinó de 874-879), se vio obligado a renunciar a la mitad de su reino, lo que les permitió a los vikingos establecerse en el es este de las Midlands y usar sus ciudades como bases militares. Por lo tanto, para 874, Wessex era ya el último reino anglosajón verdaderamente independiente.
La emboscada en Chippenham
Guthrum tomó el control del Gran Ejército en 875, y Halfdan se fue para luchar contra los escoceses. Al año siguiente, dirigió una segunda invasión a Wessex, pero en 877, el conflicto llegó a un punto muerto y la paz se aseguró con juramentos de Alfredo y Guthrum, quienes se retiraron a Gloucester en el suroeste de Mercia. Cuando 877 llegó a su fin, Alfredo llegó a Chippenham, en el norte de Wiltshire, donde pasaría la Navidad. Acompañado por sus amigos y familiares, pudo dejar de lado brevemente la pesada carga de la realeza y reflexionar sobre su reinado.
Las fiestas navideñas duraron 12 días, del 25 de diciembre al 6 de enero. En la duodécima noche, el gran salón de Chippenham era ruidoso y jubiloso, con banquete y celebración. Los veteranos de la campaña de 871 alzaron sus copas a la muerte de Halfdan, asesinado en Irlanda unos meses antes, mientras los poetas cantaban sobre la valentía de Alfredo en Ashdown. Pero de repente, la sala se quedó en silencio. Las voces distantes de las puertas de la ciudad se convirtieron en gritos. Guthrum, ignorando sus votos de paz, había conducido a su ejército hacia el sur desde Gloucester al amparo de la noche. Mientras los defensores de la ciudad estaban distraídos con las festividades, irrumpió en los muros de Chippenham, matando a cualquiera que se interpusiera en su camino. Pero de alguna manera, en medio del caos y la violencia, Alfredo, su familia y algunos guerreros domésticos escaparon y huyeron hacia el oeste en la noche.
Alfredo huyó a los pantanos de Somerset, donde el terreno traicionero lo protegería de los invasores.
Sin embargo, no todos los sajones occidentales vieron esto como un desastre. El hombre responsable de Chippenham, el ealdorman Wulfhere de Wiltshire (un funcionario real), se alió con Guthrum. Creyendo que estaba eligiendo el lado ganador, Wulfhere sintió nuevas oportunidades al asociarse con los vikingos. Tal vez incluso aspiraba a llevar la corona de Sajonia Occidental en nombre de Guthrum, proporcionando así legitimidad al gobierno vikingo. Lo que quedaba de la nobleza sajona occidental ahora estaba disperso y sin líderes. Algunos habían muerto en Chippenham, otros huyeron a través del Canal y muchos se retiraron a sus propiedades, con la esperanza de que Guthrum los dejara en paz.
Sin embargo, Guthrum sabía que para hacer rendir a Wessex, tenía que capturar y matar a su rey. Así, temiendo por su vida, sin ejército ni tiempo para levantarla, Alfredo huyó a los pantanos de Somerset, donde, según su biógrafo contemporáneo, el obispo Asser, vivió «en gran tribulación una vida inquieta entre los bosques y pantanos» (Cook, 18). Sin embargo, estaba oculto o al menos protegido de los invasores por el traicionero terreno pantanoso. De hecho, en la serie de televisión The Last Kingdom (2015-2022), en este mismo momento, Guthrum (interpretado por Thomas W. Gabrielsson) es instado por uno de sus comandantes a perseguir a Alfredo. A lo que responde: «Solo un tonto llevaría a un ejército a la tierra pantanosa».
Mitos y pantanos
Los primeros días de Alfredo en los sombríos pantanos de Somerset, buscando refugio, cazando y pescando para sobrevivir, se convirtieron en el escenario de muchos mitos y leyendas. El más famoso es Alfred and the Cakes (Alfredo y las tortas), en el que, viajando solo y disfrazado de hombre común, Alfredo se refugia en la cabaña de un criador de cerdos. La esposa del hombre, preocupada por la limpieza, le pide a su huésped que cuide algunos pasteles que está horneando. Perdido en sus pensamientos, pensando en sus fracasos, Alfredo pierde la noción del tiempo y los pasteles se queman. Al oler el humo del otro lado de la habitación, la esposa del porquero regaña a Alfredo, diciéndole: «Mira, hombre, dudas en dar vuelta los panes que ves que se están quemando. Sin embargo, estás bastante feliz de comerlos cuando salen del horno» (Keynes y Lapidge, 198). En lugar de revelar su verdadera identidad, Alfredo se disculpa humildemente y ayuda con los pasteles.
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Alfredo y las tortas
James William Edmund Doyle (Public Domain)
En otra historia, Alfredo y sus compañeros están pescando cuando un peregrino hambriento se les acerca, pidiendo comida. A pesar de sus escasas raciones, Alfredo ordena a sus sirvientes que preparen una comida para el peregrino, que misteriosamente desaparece. Esa noche, san Cutberto se le aparece a Alfredo en un sueño. Cutberto revela que era el peregrino disfrazado y, como recompensa por la generosidad del rey, ayudaría a los sajones occidentales a derrotar a los vikingos. Si bien estas historias generalmente se consideran mitos en lugar de hechos, reflejan cómo se recordaba a Alfredoo, un gobernante humilde y generoso que trataba con respeto incluso al más bajo de sus súbditos.
Dejando a un lado los mitos, Alfredo pasó la mayor parte de su tiempo planeando un regreso al poder. Sin embargo, no podía hacerlo solo y poco después de su huida a los pantanos se le unió el ealdorman Aethelnoth de Somerset, quien aportó soldados, suministros e conocimientos locales a la causa de Alfredo. Para la Pascua de 878, habían construido una fortaleza, Athelney, en lo profundo de los pantanos, para servir como su base de operaciones para comenzar la lucha por Wessex. Sin las fuerzas suficientes para enfrentarse a Guthrum directamente, pero con un amplio conocimiento del terreno local, Alfredo libró una guerra de guerrillas contra los vikingos. Saliendo diariamente de los pantanos, él y sus bandas de guerra asaltaron las propiedades de aquellos que se habían puesto del lado de Guthrum, emboscaron las patrullas enemigas e interrumpieron las líneas de suministro vikingas. Con cada ataque, Alfredo pronunciaba que todavía era rey y estaba dispuesto a luchar por su corona.
Mientras tanto, más al oeste, un segundo ejército vikingo desembarcó en la costa norte de Devon, buscando atrapar a Alfredo entre ellos al oeste y el ejército de Guthrum al este. Pero su plan fue frustrado por el ealdorman de Devon, Odda, que permaneció leal a Alfredo, y cerca de Countisbury, en el norte de Devon, aniquiló a los invasores. Esta victoria y la implacable campaña guerrillera trajeron nuevos reclutas al lado de Alfredo, y a principios de mayo, salió de los pantanos, enviando mensajeros a Hampshire, Somerset y Wiltshire, exigiendo que todos los hombres capaces de luchar tomaran las armas. El punto de reunión fue la Piedra de Egbert, un monumento dedicado al abuelo de Alfredo, ahora perdido en la frontera entre Somerset y Wiltshire. Muchos respondieron al llamado a las armas, y tal y como dijo Asser, «cuando vieron al rey restaurado vivo, por así decirlo, después de una tribulación tan grande, se llenaron, como era debido, de un gozo inconmensurable» (Cook, 19).
Con los ejércitos de Hampshire, Somerset y Wiltshire, muchos de los cuales habían abandonado a su ealdorman, Wulfhere, Alfredo estaba listo para enfrentar a Guthrum, quien dejó Chippenham y marchó para enfrentar al ejército reformado de Wessex. Ambos sabían que esta confrontación no era simplemente una batalla, sino un veredicto sobre quién tendría el poder al sur del Támesis.
Se desconoce el tamaño del ejército de Alfredo, pero es probable que fuera de unos pocos miles, y para que Guthrum abandonara las murallas de Chippenham y se arriesgara a una batalla abierta, probablemente tenía fuerzas similares. Las tropas de Alfredo acamparon en la Piedra de Egbert antes de marchar al amanecer hacia el este, cruzando a Wiltshire, donde acamparon en Iglea, un sitio no identificado cerca de Warminster. A la mañana siguiente, continuaron su marcha y, después de varias horas, vieron al ejército de Guthrum cerca de la finca real de Edington, en el suroeste de Wiltshire.
Impresión artística de Alfredo el Grande
The Creative Assembly (Copyright)
Las fuentes contemporáneas ofrecen pocos detalles sobre la batalla en sí, pero podemos imaginar a Alfredo orando por el favor divino antes de la batalla y reuniendo a sus tropas con palabras de deber y fe, recordándoles que esta sería una batalla por la supervivencia de su reino. En The Last Kingdom, antes de este gran enfrentamiento contra los vikingos, Alfredo (interpretado por David Dawson) se dirige a sus tropas con un mensaje más brutal: «Teñiremos el suelo de rojo con su sangre. Los despojaremos de lo que han saqueado. Los haremos clamar por misericordia, y no habrá ninguna. ¡Sin piedad!»
Con los rituales previos a la batalla ya finalizados, ambos bandos reunieron sus filas, y Alfredo ordenó a sus hombres que formaran un muro de escudos, una característica estándar de la guerra anglosajona, una línea de escudos bloqueados que ningún enemigo podría romper fácilmente. Al ver esto, el ejército de Guthrum avanzó. A medida que los dos bandos se acercaban, sus gritos de batalla llenaban el aire, seguidos de un intercambio de proyectiles, con piedras, jabalinas y flechas disparadas por ambos ejércitos. Luego ambos bandos chocaron; las hachas golpeaban la madera y el hierro y las espadas de los soldados resonaban al golpear metal contra metal. Los ataques vikingos fueron implacables, pero los hombres de Wessex se mantuvieron firmes y disciplinados, enfrentando cada asalto con el empuje de sus lanzas. Asser nos dice que Alfredo condujo a sus tropas a la batalla, luchando «ferozmente» y «perseverantemente» (Cook, 19). A medida que avanzaba el día, los ataques vikingos finalmente se enlentecieron y luego se detuvieron por completo. Al final del día, Guthrum, al ver a sus hombres caer en masa, ordenó una retirada. Sin embargo, para los sajones occidentales, la batalla estaba lejos de terminar. Persiguieron a los enemigos que huían con un entusiasmo despiadado, derribando a los rezagados y a los heridos por detrás. El destino del ejército derrotado, Chippenham, a 24 km (15 millas) de Edington, hizo que su desesperada retirada continuara hasta bien entrada la noche. Al llegar a la ciudad, los sobrevivientes vikingos se atrincheraron detrás de sus muros, pero Alfredo llegó poco después, rodeó Chippenham y la puso bajo asedio.
Guthrum se quedó con un ejército muy disminuido, suministros de alimentos insuficientes y sin salida. Duró dos semanas antes de que el hambre lo llevara a rendirse. Ofreció promesas de paz a Alfredo y le rogó al rey que le permitiera salir de Wessex. Sin embargo, Alfredo había llegado a desconfiar de Guthrum debido a sus traiciones pasadas. En opinión de Alfredo, el engaño de Guthrum derivaba directamente de su fe pagana. Por lo tanto, como condición para la paz, Alfredo exigió que Guthrum y sus principales seguidores se convirtieran al cristianismo. Solo como príncipe cristiano, razonó, se podía confiar en el líder vikingo para mantener la paz y ser un socio en la construcción de un futuro más próspero para ambas partes. Sin otra alternativa, Guthrum cedió a las demandas de Alfredo en un acuerdo conocido como el Tratado de Wedmore.
Memorial de la batalla de Edington
Trish Steel (CC BY-SA)
Paz y conversión
Tres semanas después de la rendición, a mediados de junio, Alfredo regresó a los pantanos de Somerset; esta vez, en lugar de esconderse de Guthrum, trajo al líder vikingo con él. La iglesia de Aller, cerca de Athelney, tal vez donde Alfredo oró durante su exilio, fue seleccionada como el sitio para el bautismo de Guthrum. Aquí, renunció a los dioses de la mitología nórdica, Odín, Thor y Frigg y aceptó a Jesucristo como su señor y salvador. Alfredo, su padrino, le otorgó un nuevo nombre cristiano, «Athelstan».
En un momento, la relación entre los dos líderes se transformó de enemigos mortales a aliados y hermanos en Cristo. A la semana siguiente, cabalgaron hacia el oeste hasta la finca real de Wedmore, Somerset y se embarcaron en 12 días de festejos para marcar la conversión de Guthrum y el final de la guerra. No se sabe qué pensaba Guthrum sobre estas ceremonias y acuerdos, pero mantendría su palabra, retirándose a Mercia en el otoño de 878 y luego, al año siguiente, a su propio reino, Anglia Oriental. Mantuvo la buena relación con Alfredo y en 886 firmaron un segundo acuerdo. Conocido para la posteridad como el Tratado de Alfredo y Guthrum, el acuerdo regulaba las relaciones comerciales y las disputas legales entre sus reinos y dividía el Reino de Mercia entre los dos líderes. Reconocía a Alfredo como gobernante de las West Midlands, donde conquistó a la nobleza merciana después de la muerte (o deposición) de Ceolwulf II en 879. Guthrum, a su vez, fue reconocido como gobernante del este de las Midlands, que ya habían sido colonizadas por los escandinavos.
Gran Bretaña en torno a 886
Lotroo (Public Domain)
Legado
La victoria de Alfredo mejoró en gran medida su autoridad, lo que le permitió reformar radicalmente el Estado de Wessex. En primer lugar, señores como Wulfhere de Wiltshire, que se habían puesto del lado de los invasores, fueron destituidos y reemplazados por aquellos que se habían mantenido leales a Alfredo. Las defensas de Wessex se mejoraron con un programa de construcción de burhs (ciudades fortificadas); se reformó el ejército, dándole mayor movilidad y se construyó una pequeña flota para patrullar la costa sur.
Guthrum viviría otros cuatro años y murió en 890. Su sucesor en Anglia Oriental, Eohric, no abrazó el cristianismo ni una relación de cooperación con Alfredo. Sin embargo, en la década de 890, Wessex se estaba convirtiendo rápidamente en un bastión formidable, y los futuros ataques de los sucesores de Guthrum y las nuevas flotas vikingas serían repelidos decisivamente por los burhs y el ejército de Alfredo.
Este sistema militar, bajo el liderazgo de los hijos de Alfredo, Ethelfleda, señora de los mercios (que reinó de 911-918) y Eduardo el Viejo (que reinó de 899-924), permitió que su dinastía avanzara hacia el norte y conquistara las tierras asentadas por los vikingos de East Anglia y East Midlands. En 927, el nieto de Alfredo, Ethelstan, había conquistado Northumbria, extendiendo así el dominio sajón occidental sobre todos los reinos anteriormente independientes y autoproclamándose Rex Anglorum («rey de los ingleses»). Tal expansión en el poder tiene su origen en la victoria en Edington. De hecho, hoy se encuentra un monumento en el campo de batalla, construido en 2000, con la inscripción: «Para conmemorar la batalla de Ethandun [Edington] librada en esta vecindad en mayo de 878 cuando el rey Alfredo el Grande derrotó al ejército vikingo, dando a luz a la nación inglesa».
Marco Kunzler es psicólogo licenciado y traductor autónomo con experiencia en ONG internacionales. Apasionado por conectar con diversas culturas, apoya el aprendizaje permanente y valora las interacciones significativas entre profesiones y comunidades.
Michael Mccomb se graduó de la universidad Manchester Metropolitan con una Maestría en Historia en el 2022 y ha escrito para las revistas Historians Magazine, Collector, Medieval Living y Lessons from History.
McComb, M. (2025, abril 09). Batalla de Edington [Battle of Edington].
(M. A. Kunzler, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2691/batalla-de-edington/
Estilo Chicago
McComb, Michael. "Batalla de Edington."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. Última modificación abril 09, 2025.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2691/batalla-de-edington/.
Estilo MLA
McComb, Michael. "Batalla de Edington."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 09 abr 2025, https://www.worldhistory.org/article/2691/battle-of-edington/. Web. 19 jun 2025.
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Escrito por Michael McComb, publicado el 09 abril 2025. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.