Opiniones de la vida después de la muerte en las inscripciones lapidarias romanas

Artículo

Rebecca Denova
por , traducido por Edilsa Sofia Monterrey
Publicado el 01 abril 2025
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Las opiniones antiguas sobre la vida después de la muerte están reflejadas en literatura, inscripciones y ajuares funerarios. Entonces, como ahora, había una creencia en otra etapa de la existencia después de la muerte, creencia compartida por todas las sociedades antiguas. Al principio, el Hades grecorromano contenía a todos los muertos. Con el tiempo se hizo una distinción entre los muertos según su virtuosidad o maldad y se les asignaron diferentes áreas en el mundo de los muertos.

Roman Funerary Stela from Zurich
Estela funeraria proveniente de Zúrich
James Blake Wiener (CC BY-NC-SA)

Las inscripciones lapidarias romanas demuestran una ausencia de las frecuentes opiniones esotéricas de las escuelas de filosofía y la elevación del alma después de la muerte. Las reflexiones filosóficas son raras. Una de las inscripciones lapidarias más cortas resume lo que puede haber sido un concepto epicúreo. Los epicúreos creían en la existencia de los dioses, pero rechazaban su interferencia en los asuntos humanos. Dependía de los humanos evitar el dolor y el sufrimiento y concentrarse en las cosas buenas de la vida, sin preocuparse por la vida después de la muerte: «Non fui, fui, non sum, non curo» («Yo no fui; yo fui; yo no soy; a mí no me importa»).

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No hay referencias a los poderes «ctónicos» (los seres divinos de la venganza tales como Némesis y las harpías), ni a los niveles de Hades descritos por Platón (que vivió del 424/423 al 348/347 a.C.), ni a las ciudades amuralladas en Hades descritas en La Eneida de Virgilio. Cuando las referencias aparecen, estas se expresan más bien como una esperanza que como una creencia firme en los detalles de lo que nos espera.

Educación en el mundo antiguo

Los historiadores suelen estimar el nivel de educación romana entre el 1 y el 5%, procedente de las clases altas. Esto es lo que se denomina educación formal, que consistía en versiones romanizadas de la mitología griega, de cuentos de Homero, de dramas griegos clásicos, de historias romanas y de varias escuelas de filosofía romana y griega. Un elemento para la élite, la educación formal requería tiempo libre y dinero, recursos no disponibles para el resto de la población. Las clases altas utilizaban pedagogos (tutores), que solían ser esclavos educados en filosofía, que vivían con la familia y eran miembros honorables del hogar. Muchas ciudades tenían bibliotecas públicas con privilegios de préstamo para las clases altas.

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LITERALMENTE ESCULPIDA EN PIEDRA, LA INSCRIPCIÓN LAPIDARIA DE UNA PERSONA ERA LA MANERA EN QUE SE La RECORDARÍA (UN LEGADO PARA PASAR LAS TRADICIONES A SUS DESCENDIENTES).

Sin embargo, la educación en este sentido era diferente de la alfabetización básica. En la Antigüedad romana, la educación básica para las niñas era la misma que para los niños; a ambos se les enseñaba lo básico de la lectura y escritura, ya sea en casa o en escuelas organizadas. Esto incluía algunos cuentos de Homero y algo de historia de Roma. Especialmente entre las clases de comerciantes y de artesanos era necesario tener algo de alfabetización, lo mismo que lo esencial de matemáticas, simplemente para realizar actividades comerciales. Las decenas de ejemplos de grafiti (muchos de los cuales tienen que ver con promesas de campaña durante elecciones) no habrían tenido ningún sentido si la mayor parte del público no podía leer.

La mayoría de los romanos estaban expuestos a lo que se denomina «literatura clásica» a través de las decenas de actuaciones de tragedias y comedias griegas que se ofrecían durante los festivales religiosos. Los políticos dominaban el Foro romano con discursos que se referían a las tradiciones. Entonces (como ahora), los juicios públicos eran un entretenimiento popular donde los abogados formados en derecho romano formulaban sus argumentos con referencias a las tradiciones y a los mitos.

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En las versiones literarias de Hades, Minos, Radamantis (también conocido como Radamanto) y Éaco eran los jueces de los muertos en el más allá. Dependiendo de sus obras en vida, a los muertos se les asignaban varios lugares en Hades. Todos los romanos sabían esto por medio de los juegos de los gladiadores. Al finalizar un combate, unos personajes vestidos como Minos y Radamantis le hacían una prueba al perdedor utilizando hierros calientes para asegurarse de que estaba muerto y que no estaba fingiendo. Pero no encontramos ninguna referencia a ningún juicio en la otra vida. Los romanos ordinarios debieron haber conocido varios elementos de Hades, pero no produjeron un cuerpo de literatura comparable que equivaldría a los detalles de lo que sucede después de la muerte.

Escribanos públicos

La antigua Roma tenía escribanos públicos, muchos de los cuales eran esclavos del Estado, cuyas responsabilidades incluían el registro de elementos formales e importantes de la sociedad romana. Apuntaban las minutas del Senado romano, los pronunciamientos de los magistrados, los fallos de los colegios sacerdotales y las publicaciones de las leyes aprobadas por las Asambleas plebeyas. Había decenas de escribanos con funciones secretariales que trabajaban para abogados defensores y redactaban las transcripciones de los juicios. Obtenían ingresos adicionales al ofrecer sus servicios para las transacciones relativas a propiedades y al privilegio y obligación de todo ciudadano romano de hacer un testamento.

Ancient Roman Marketplace
Representación artística del antiguo Foro romano
Mateusz Przeklasa / Ancient History Magazine (CC BY-NC-SA)

La traducción del latín a partir del griego amanuensis, servus a manu, («un esclavo con responsabilidades secretariales») nos da la palabra «manuscrito». En el Nuevo Testamento, en algunas de las cartas de Pablo el apóstol a los gentiles, Pablo le dictaba a su amanuense, que también firmaba algunas de ellas.

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Lápidas romanas

Las lápidas comenzaron como cippi, altares funerarios en piedra heredados de los etruscos, que no sólo designaban cementerios separados por zonas, sino también adaptados para zonas sagradas de templos y santuarios. Los altares funerarios se distinguían de otros altares ya que no había sacrificios sangrientos conectados a ellos.

Las lápidas tenían una importancia vital. Literalmente esculpida en piedra, la inscripción lapidaria de una persona era la manera en que se le recordaría (un legado para pasar las tradiciones de un ancestro a sus descendientes). Una lápida grabada era un epitafio, que, pasando por el latín, proviene del griego epitaphion («discurso fúnebre»), ephitaphios («sobre o en la tumba»). Había una industria completa de especialistas lapidarios disponibles para este servicio. Lo más probable es que las lápidas que citaban a poetas famosos o líneas de la literatura romana o griega estuvieran compuestas por la mano de un lapidario más educado.

Stele with Epitaph from Roman Dacia (Romania)
Estela con epitafio proveniente de la Dacia romana (actual Rumanía)
UBB contrib (CC BY-SA)

Las inscripciones lapidarias estaban dirigidas a los manes, los espíritus de los muertos, que se pensaba estaban todavía presentes en la tumba o alrededor de esta. No tenían más que una relación indirecta con la idea de un juicio y se pensaba que los manes, es decir los antepasados muertos, habían alcanzado una vida placentera en el más allá y servían como seres guardianes para los vivos. Manes se abreviaba DM, «Dis Minibus» («a los espíritus de los que se han ido»). Las inscripciones lapidarias son difíciles de traducir ya que contienen muchas abreviaturas de los clanes y apellidos. Esto refleja la capacidad de pagarle al lapidario que fijaba las tarifas dependiendo del número de palabras. RIP («requiescat in pace», o sea, «que descanse en paz») solo empezaron a usarlo los cristianos en el siglo VIII.

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Gracias a las inscripciones lapidarias conocemos detalles de las vidas de los romanos ordinarios. En las lápidas se listan ocupaciones, rangos militares, cónyuges e hijos y el estatus del difunto como libre, liberto/liberta o esclavo. Estas también expresan una actitud hacia la inevitabilidad de la muerte y lo que es morir:

Albia Hargula, liberta de Albia: vivió 56 años. Fue casta y su alma de honor. Si los muertos tienen algún sentido, que sus huesos que yacen aquí descansen en paz perfecta.

(CIL 6.11357)

Las lápidas también promovían los ideales de las convenciones sociales, especialmente para las mujeres. El papel de las mujeres en el mundo romano era de casarse, tener hijos y manejar un hogar productivo. Un hogar productivo incluía un telar para que la esposa le tejiera ella misma la ropa a todos. Tejer era alegórico y simbólico del papel de la mujer para tejer en conjunto los elementos de la vida. Si una mujer realmente hacía esto o no, el epitafio a menudo comenzaba con «mantuve la casa y trabajé la lana». Esta también era una descripción de cómo ella honraba a su esposo al obedecerle en todas las cosas. Las lápidas tenían imágenes de una reunión del esposo y de la esposa si uno de ellos había precedido al otro. Algunas veces se mostraban tomados de la mano.

Gravestone, Augusta Raurica
Piedra sepulcral proveniente de Augusta Raurica
Römerstadt Augusta Raurica, Susanne Schenker (Copyright)

En vez de apelar a los dioses para tener un viaje seguro y una vida agradable después de la muerte, muchas de las inscripciones lapidarias estaban dirigidas a los vivos, y les informaban a los vivos de cómo quería el difunto que lo recordaran. Roma promovía un concepto conocido como mos maiorum, «la costumbre de los ancestros», un código tácito de normas sociales que delineaba los papeles familiares, la vida pública y política. Todos los niveles de la sociedad tenían la obligación de subir en la escala social, de ascender en el mundo. La alta tasa de divorcios en la antigua Roma muestra que no estaban tan motivados por consideraciones morales (aunque sí que se daba) como por arreglar nuevos matrimonios ya que las facciones del poder político cambiaban, de una familia gobernante dominante a otra.

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Por mi buena conducta, yo apilé virtudes sobre las virtudes de mi clan; comencé una familia y traté de igualar las hazañas de mi padre. Mantuve el enaltecimiento de mis ancestros, para que ellos estén contentos de que yo fuese creado en su familia. Mis honores han ennoblecido mi linaje.

(CIL 1².15)

Esto también se aplicaba a los esclavos; Roma permitía la manumisión de esclavos, que se convertirían en libertos y libertas. Los esclavos liberados tenían derecho a casarse, tener hijos y convertirse en ciudadanos legítimos. A nosotros nos puede parecer extraño que alguien inscriba en su lápida su vida anterior como un esclavo, pero no había ninguna vergüenza en ello; esto ponía énfasis en que habían cumplido con su obligación como buenos ciudadanos para beneficio de Roma. Los relieves tallados en las lápidas de los esclavos liberados los mostraban vestidos con una toga, el símbolo de libertad y de un estatus más alto.

Todo el mundo tiene la misma fortuna

Muchas lápidas empezaban por atraer la atención de cualquiera que pasaba con líneas tales como «¡Caminante, párate aquí!». Otras eran más conmovedoras en su exhortación:

Joven, aunque tengas prisa, esta piedrecita te pide que la mires y luego que leas el mensaje que está inscrito. Aquí yacen los huesos de Lucius Maecius Plilotimus, el quincallero. Quería que lo supieras. Adiós.

(CIL 1².1209)

Varias inscripciones les recordaban a los vivos que todos vamos a parar al mundo de los muertos:

Marcus Statius Chilo, liberto de Marcus, yace aquí. ¡Ah! Viajero cansado; tú que estás allí pasando a mi lado, aunque puedas caminar tanto como gustes, al final este es el lugar donde deberás llegar.

(CIL 1².2138)

Las altas tasas de mortalidad infantil eran un motivo de ansiedad compartida en el planeamiento familiar en el mundo antiguo. Más allá de los abortos y de los nacimientos prematuros de niños muertos, la niñez en la antigua Roma estaba amenazada por una serie de enfermedades. Los monumentos conmemorativos para aquellos que murieron jóvenes, los niños, solían expresar el dolor y la amargura de los padres ante la Fortuna y las Moiras. Un gran dolor era que los jóvenes no tuvieron ninguna oportunidad de dejar un legado, uno de los conceptos más importantes para un romano:

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Grandes virtudes y gran sabiduría tiene esta piedra con tierna edad; cuya vida, pero no su honor, se quedó corta de honores; él, que yace aquí, nunca fue superado en virtud; a los veinte años fue confiado a un lugar de sepultura. Esto, en caso de que te preguntes por qué nunca le fue conferido ningún honor.

(CIL 1².11)

Funerary Inscription of a Child
Estela funeraria de un niño
Caligatus (CC BY-SA)

Sagrado a los espíritus de los muertos; a Lucius Valerius, un infante que se fue para siempre de improviso. Nació durante la sexta hora de la noche, un signo de la fortuna que todavía no está claro. Vivió 71 días. Murió a la sexta hora de la noche. Espero que tu familia, oh lector, sea feliz.

(CIL 6.28044)

A pesar de las opiniones populares, los romanos lamentaban la muerte de una hija tanto como la de un hijo:

A Vettia Chryses, hija de Gaius. Caminante te pido que no camines sobre los restos de la miserable infante enterrada aquí en la tierra. La lloraremos siempre que la gente recuerde cómo le quitaron su juventud. Nació sin ninguna otra razón que la de yacer aquí ahora sin haberlo merecido. Sus huesos se han convertido en cenizas y la hija ya no puede hablarles a sus padres.

(CIL 6.28695)

Algunas cosas no cambian con el tiempo; los perros en el mundo antiguo eran tan queridos por sus dueños como lo son hoy:

Mis ojos estaban mojados con lágrimas, perrito nuestro, cuando te llevé [a la tumba]. Así, Patricus, nunca más me darás miles de besos. Nunca más podrás estar contento en mi regazo. Con tristeza, te enterré, como tú lo mereces. En un lugar de sepultura de mármol, te he puesto para siempre a la vera de mi sombra. En tus cualidades eras sagaz, como un ser humano. ¡Ah, que compañero tan querido hemos perdido!

(Abbott, 187-188)

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Sobre el traductor

Edilsa Sofia Monterrey
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.

Sobre el autor

Rebecca Denova
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).

Cita este trabajo

Estilo APA

Denova, R. (2025, abril 01). Opiniones de la vida después de la muerte en las inscripciones lapidarias romanas [Views of the Afterlife in Roman Tombstone Inscriptions]. (E. S. Monterrey, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2679/opiniones-de-la-vida-despues-de-la-muerte-en-las-i/

Estilo Chicago

Denova, Rebecca. "Opiniones de la vida después de la muerte en las inscripciones lapidarias romanas." Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación abril 01, 2025. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2679/opiniones-de-la-vida-despues-de-la-muerte-en-las-i/.

Estilo MLA

Denova, Rebecca. "Opiniones de la vida después de la muerte en las inscripciones lapidarias romanas." Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 01 abr 2025, https://www.worldhistory.org/article/2679/views-of-the-afterlife-in-roman-tombstone-inscript/. Web. 12 jun 2025.

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