El rito de paso de un joven romano, una ceremonia o ritual que marcaba un momento de transición de la niñez a la adultez, consistía en asumir la toga virilis, la toga de los adultos. La ceremonia solía tener lugar en algún momento entre los 14 y los 17 años del muchacho; la decisión la tomaba su padre o tutor.
El joven Marco Aurelio
Ramon van Opdorp (CC BY-NC-SA)
La ceremonia aparece con frecuencia en escritos históricos, biografías, cartas y discursos; sin embargo, las fuentes primarias antiguas que conservamos no nos brindan demasiados detalles. En general, los escritos antiguos sobre la infancia son escasos y sin duda contamos con más información sobre la vida de las familias de clase media y alta que sobre las clases bajas, y el rito de paso de los chicos no es la excepción.
El rito de paso de un niño coincidía con la pubertad, una etapa considerada por algunos pensadores de la Antigüedad como un período de «ferocitas», es decir, de impetuosidad o inquietud. La transición física de niño a adulto estaba marcada por diversos factores, entre ellos la «quebradura» de su voz, conocida como «gallulascere» (canto), y el crecimiento de vello facial. A los 14, un joven podría empezar a dejarse crecer la barba; este primer crecimiento estaba asociado con la adolescencia y diferenciaba a simple vista al niño del hombre adulto. Ese vello se dejaba crecer hasta formar una barba completa y no se afeitaba hasta que el muchacho tenía entre 18 y 21 años. Cuando finalmente se llevaba a cabo el afeitado, este se consideraba el fin de la juventud descarriada y el paso hacia una vida más adulta. El rasurado de la barba, en ocasiones, se llevaba a cabo en un festival público que era conocido como el Iuvenali; en dicho festival, la barba del joven se dedicaba a una divinidad de su elección y se conservaba en una pequeña caja en el santuario de los dioses de la familia.
Un día popular elegido para este evento significativo en la vida del joven y su familia era el 17 de marzo, durante el festival de Liber.
Un niño en sus primeros años de adolescencia aún estaba bajo la supervisión de su pedagogo, quien también lo habría acompañado fuera del hogar. La educación romana para un muchacho de la sociedad acomodada o de la élite incluía retórica, oratoria, derecho, política, astronomía, geografía, literatura, filosofía y mitología. Algunos jóvenes podrían haber considerado abandonar el hogar para continuar con su educación; había estudiantes romanos en Atenas y en otros centros intelectuales del Mediterráneo oriental. En muchos casos, su pedagogo los habría acompañado al extranjero.
Para cuando los niños romanos alcanzaban los 14 años, muchos padres ya habrían estado llevando durante algún tiempo a sus hijos a observar la vida en el Foro Romano; habrían asistido a reuniones públicas y a los tribunales romanos y los habrían presentado a sus amigos y compañeros de negocios. Con eso se estaba sentando la base para la transición del niño hacia la adultez y lo que esto implicaría. Los jóvenes aún estarían bajo la patria potestas y seguirían estando bajo el poder de sus padres hasta la muerte de estos; ningún rito de madurez o de paso liberaba a los hijos de esta posición.
No obstante, la ceremonia de asumir la toga virilis era un momento crucial en la vida de un adolescente. La decisión sobre la edad a la que un joven estaba listo para el rito de paso y para inscribirlo como ciudadano la tomaba su padre o tutor, pero la ceremonia solía ocurrir entre los 14 y los 17 años del muchacho. El estadista Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) marcó su mayoría de edad a los 16 años, su hijo Marco lo hizo también a esa edad, mientras que el primer emperador romano, Augusto (63 a.C. - 14 d.C.), lo hizo con tan solo 15 años cuando aún era el joven Octavio y el emperador Marco Aurelio (121-180 d.C.) asumió su toga a los 16. Un día popular elegido para este evento significativo en la vida del joven y su familia era el 17 de marzo, durante el festival de Liber, aunque otras fechas eran igual de aceptables.
Las celebraciones iniciaban en el lararium, que por lo general se ubicaba en el atrium de las casas de los romanos acomodados. Era allí, en el lararium, donde el adolescente, en presencia de su familia y amigos, consagraba su amuleto apotropaico, la bulla, que había llevado durante toda su infancia para protegerse del peligro físico y moral. La bulla se colgaba en la estatua de los Lares. En la ceremonia, el joven dejaba de lado su toga praetexta, es decir, la toga de su infancia, y se preparaba para recibir la toga virilis, la toga del adulto, de color blanco puro. La vestimenta en la cultura romana podía tener un poder inmenso; la toga representaba muchos aspectos clave de lo que significaba ser un hombre romano, y la toga virilis indicaba no solo que quien la llevaba era un ciudadano nacido libre , sino también su edad y su estatus socioeconómico.
El acto de asumir la toga de adulto era sin duda un evento trascendental en la vida de un chico romano; indicaba el fin de su infancia y el comienzo de la adultez con todas sus libertades y responsabilidades. Esta prenda de vestir, de drapeado suelto, estaba hecha de un trozo de tela de forma ovalada, y tenía pliegues voluminosos; era necesario aprender a ponérsela, ya que requería cierta destreza para drapearla de manera correcta. Se consideraba la vestimenta ceremonial o formal de los ciudadanos romanos más que su ropa cotidiana, pero se esperaba que los ciudadanos varones se vistieran con la toga para todas las ocasiones cívicas. Aulo Gelio (en torno a 125-180 d.C.), en su Noches áticas, relata un episodio que ocurrió cuando estaba con su maestro de oratoria, quien al parecer seguía estrictos estándares de vestimenta. El educador, al ver a algunos de sus alumnos, que estaban de vacaciones y vestían túnicas y sandalias en lugar de togas, los reprendió y les recordó que eran senadores del pueblo romano y debían vestirse como tal (13.22).
Estatua de un hombre vestido con una toga junto a una capsa
Ophelia 2 (Public Domain)
Hacia finales de la República romana, la toga estaba sin duda asociada con la identidad romana, y quizás una de las pruebas más elocuentes de su centralidad en la historia de Roma era que a quienes eran desterrados de la ciudad se les prohibía usarla. La transición del uso de la toga praetexta, con su banda morada en el borde inferior, a la toga virilis blanca y lisa de los adultos era un privilegio reservado únicamente a los hijos varones nacidos libres. Antes de ponerse esta toga de adulto, el muchacho se vestía con una túnica que le entregaba su padre, conocida como tunica recta. Luego, recibía de su padre la toga blanca, lo cual marcaba el inicio de su transición de niño a hombre adulto.
Una vez completadas las celebraciones en el hogar, los rituales de clausura continuaban en Roma: el joven togati, acompañado por su padre y su familia, se dirigía al Foro y al Capitolio (a partir del reinado de Augusto, la ceremonia tenía lugar en el Foro de Augusto). El filósofo Séneca (en torno a 4 a.C. – 65 d.C.), en sus Cartas morales a Lucilio, nos ofrece una visión cercana a ese día tan emotivo, al evocar recuerdos entrañables de la alegría sentida al dejar atrás la toga de la infancia, asumir la toga virilis de la adultez y ser escoltado hasta el foro. El escenario del foro y sus representaciones, como las estatuas de Eneas y su padre Anquises, reforzaban la idea de las responsabilidades filiales y enfatizaban el deber del joven hacia sus padres, sus antepasados y el Estado.
Foro de Augusto, Roma
N8french (CC BY-SA)
Esta parte de la celebración puede que se conociera como ad Capitolium ire, es decir, «ir al Capitolio», donde los jóvenes togati ofrecían sacrificios a Liber. En el Capitolio, puede que el muchacho también realizara sacrificios a Júpiter y a Juventas en el templo de Júpiter Óptimo Máximo, y en ese caso quizás depositaba una moneda en el pequeño santuario de Juventas en el templo capitolino o en su templo cercano al Circo Máximo. Puede que se inscribiera el nombre completo del joven en la lista de ciudadanos en el tabularium, la oficina estatal de registros ubicada en el Templo de Saturno. También se encuentra en un documento del principio del siglo II d.C., entendido como un «certificado de la toga pura», una lista con los nombres de los muchachos que recientemente habían adquirido la toga virilis. Este documento se exhibía en el Foro de Augusto, mientras que puede que se conservaran copias en las oficinas de registro locales de otras provincias.
Una vez completados todos los rituales, puede que el joven, su familia y sus amistades regresaran al Foro. La gente se reunía para desearle buena suerte al joven togati; Ovidio (Fastos 3.787-788) menciona a las multitudes que rodeaban al muchacho. Estas multitudes también se habrían beneficiado de la costumbre de las sportulae, regalos de dinero o comida que distribuía la familia.
Hacia el siglo II, la ceremonia se había convertido en parte de la vida cotidiana romana, y tales celebraciones se realizaban en toda Italia; además, la práctica se extendió a las provincias. Los muchachos de familias de élite que poseían la ciudadanía romana en las ciudades griegas también recibían la toga virilis en una ceremonia pública similar.
Preocupaciones en torno a la juventud
En la Antigüedad, la juventud se veía como una etapa crítica marcada por tensiones y conflictos.Claudio Ptolomeo (en torno a 100 – 170 d.C.) llega incluso a describir este periodo como una especie de frenesí que se apoderaba del joven y podía nublar su juicio en muchos aspectos de su vida (4.10.203–7). Debido a esto, Plutarco aconseja controlar los impulsos de los jóvenes mediante supervisión.Cicerón menciona una forma de contener el entusiasmo juvenil: limitar la movilidad del nuevo togati mediante un estilo particular de vestir que, según él, se usaba en el siglo I a.C. Dice que, cuando él era joven, los muchachos en formación solían pasar un año con un brazo parcialmente envuelto en la toga; esta se llevaba de tal modo que el brazo izquierdo quedaba casi inmóvil y el derecho se liberaba solo lo suficiente para permitir gestos moderados (Cael. 5.11). Séneca el Viejo (54 a.C. – en torno a 39 d.C.), al referirse a los tiempos pasados, afirma que habría sido escandaloso que un joven, al comienzo de su carrera y que debía transmitir modestia, llevara el brazo fuera de la toga (Controversias 5.6).
Asumir la toga virilis implicaba que el joven ya podía casarse; había obtenido la ciudadanía plena, libertad social y sexual.
Sin duda, las libertades recién adquiridas que acompañaban este rito de paso podían resultar abrumadoras y, en algunos casos, ser malinterpretadas o mal utilizadas por algunos jóvenes. Asumir la toga virilis implicaba que el joven ya podía casarse, con el consentimiento paterno; había alcanzado la ciudadanía plena, así como la libertad social y sexual. Para algunos muchachos, como se deduce de la experiencia personal del satírico Aulo Persio Flaco (34–62 d.C.), quien asumió la toga adulta a los 16 años, existía una sensación de vulnerabilidad al haber perdido la protección de la bulla y la toga praetexta. Esta sensación se acentuó al tomar conciencia de que ahora podía hacer cosas que antes le estaban prohibidas, como deambular sin restricciones por la Subura, el barrio rojo de Roma (Sat., 5.30–6).
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Cicerón se refería a la adolescencia como una etapa llena de «... muchos caminos resbaladizos por los que esta edad apenas puede mantenerse en pie o caminar sin caer o tropezar» (Pro Cael. 17.41). Escribió sobre sus propias preocupaciones respecto de su sobrino, que estaba bajo su tutela, y de su hijo Marco. Marco, tras haber pasado algún tiempo en el ámbito militar, se unió a otros estudiantes romanos en Atenas para continuar sus estudios. Sabemos que, durante su estancia en Atenas, ciertamente puso a prueba su independencia y la paciencia de su padre con sus fiestas y su descuido de las obligaciones académicas (Ad Fam. 16.21.2).
La formación del nuevo togati
El rito de paso no implicaba automáticamente que el joven se convirtiera en un adulto y en un ciudadano responsable. Originalmente, en la República romana, un muchacho quedaba habilitado para el servicio militar a los 17 años, lo cual marcaba el fin de la infancia y el inicio de la adultez. A partir del siglo I a.C., la mayoría de los ciudadanos ya no servía en el ejército romano, y la edad del rito de paso se redujo. El tirocinium militiae y el tirocinium fori representaban un período en el cual el joven se preparaba para la vida. El tirocinium militiae incluía entrenamiento con armas y ejercicios militares realizados bajo la supervisión de un estadista mayor, mientras que el tirocinium fori ofrecía formación en la vida política y forense. Se consideraba fundamental que el nuevo togati recibiera orientación de un hombre mayor que ayudara a moldear su carácter y le ofreciera consejo y dirección; por ello, el muchacho quedaba bajo la tutela de una figura de autoridad, como un orador, político o abogado exitoso.
Estatua de «L’Arringatore» (El orador)
corneliagraco (CC BY)
El período del tirocinium solía durar un año. Cicerón relata su propia asunción de la toga y cómo fue presentado por su padre al augur Escévola; el joven Cicerón permaneció junto a Escévola y obtuvo grandes beneficios al estudiar sus habilidades jurídicas (Amic. 1). Más adelante, Cicerón también escribió en defensa de un joven que había estado bajo su cuidado, Celio Rufo. La formación de Celio estuvo a cargo de Cicerón y del estadista Marco Licinio Craso (en torno a 115-53 a.C.). Ambos lo aconsejaron y acompañaron, y Celio no veía a nadie sin la presencia de su padre o de sus mentores, Cicerón o Craso. Sin embargo, cuando Celio cumplió 19 años y dicha supervisión y tutela llegó a su fin, Celio se entregó a placeres y pasiones desenfrenadas que lo llevaron por el mal camino.
En términos generales, los hombres jóvenes esperaban hasta los 25 años para ser considerados adultos completos; este período se conocía a veces como iuventas o adulescentia. Dos leyes, la Lex Plaetoria (en torno a 200 a.C.) y la Lex Villia Annalis (180 a.C.), impedían que los jóvenes participaran de forma activa en los negocios o asumieran cargos en el gobierno romano antes de los 25 años. La elección a un cargo se consideraba la etapa final en la transición de la juventud a la adultez. Para la época augusta, un muchacho de 25 años ya podía convertirse en preator.
Estudiante avanzada de traducción con experiencia en proyectos terminológicos junto a la OMPI. Interesada en la traducción especializada y en facilitar el acceso multilingüe a contenidos culturales y educativos.
Laura K. C. McCormack estudió Letras Clásicas Grecorromanas y obtuvo el título de Bachelor of Arts en Letras Clásicas y Filosofía, así como una maestría en Letras Clásicas. Ha trabajado en proyectos relacionados con la vida en la Britania romana, la muerte y el duelo en la Roma antigua, las mujeres en la antigua Roma y la vida de los jóvenes en la Roma clásica.
McCormack, Laura K.C.. "Rito de paso de un joven romano."
Traducido por Federica Buckmeier. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 19, 2024.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2564/rito-de-paso-de-un-joven-romano/.
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McCormack, Laura K.C.. "Rito de paso de un joven romano."
Traducido por Federica Buckmeier. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 nov 2024, https://www.worldhistory.org/article/2564/a-roman-boys-rite-of-passage/. Web. 14 jun 2025.
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Escrito por Laura K.C. McCormack, publicado el 19 noviembre 2024. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.