El término antisemitismo empleado en la actualidad describe el prejuicio y la hostilidad hacia los judíos y el judaísmo. La partícula «semita», según la nueva clasificación científica y social, abarca la subfamilia de lenguajes afroasiáticos integrada por el hebreo, el arameo, el árabe y el amhárico. Además, la voz se utiliza como descriptor de los pueblos de estas regiones incluidos en la relación de naciones descendientes del hijo mayor de Noé, Sem, mencionadas en Génesis 10. Sin embargo, el uso más corriente de la palabra antisemitismo hace referencia a los judíos y al judaísmo.
Persecución de los judíos durante la peste negra
Unknown artist (Public Domain)
En la antigüedad no existían las categorías antropológicas y fisiológicas que hoy definen el concepto de raza. Estos elementos se introdujeron en diversos aspectos del antisemitismo cristiano en la Edad Media y durante la Reforma. A principios del siglo XVIII, con el movimiento sionista, surgieron los planteamientos políticos que dieron lugar a la nación independiente de Israel. Si bien las ideas que conformaron el antisemitismo cristiano se acumularon durante siglos, los fundamentos de los criterios antisemitas se encuentran enraizados en la historia del predicador itinerante judío del siglo I Jesús de Nazaret, en la provincia romana de Judea. Su relato se recoge en los escritos que más adelante se designaron como evangelios, palabra que significa «buenas nuevas», escritos por Marcos, Mateo, Lucas y Juan.
los judíos concebían una jerarquía de poderes en el cielo.
Religiones de la Antigüedad
La religión como concepto o categoría independiente no existía en el mundo de la Antigüedad. Los pueblos antiguos se definían en correspondencia con sus grupos étnicos (del griego ethnos, naciones), los cuales compartían lazos de sangre (genealogía), lenguaje, geografía, mitos y rituales. Las tradiciones ancestrales se codificaban en forma de leyes (convenios, contratos), que regulaban el comportamiento, los roles de género y las formas de gobierno. El equilibrio entre los humanos y lo divino se mantenía mediante oraciones y ritos.
Los judíos eran un grupo étnico que se distinguía de sus vecinos por dos características particulares:
Tenían señales particulares de identidad: la circuncisión, las leyes alimentarias, y la observación del sabbat.
Se les prohibía adorar a otros dioses, si bien en el sentido moderno de la palabra, no eran monoteístas.
Los judíos concebían la existencia de una jerarquía de poderes celestiales, por lo que sus textos se refieren de manera sistemática a los dioses de las naciones creados por el Dios de Israel, que «…está en la reunión de los dioses; [y] en medio de los dioses juzga» (Salmos 82:1). La historia fundacional que promulga el monoteísmo judío inicia con la recepción de los mandamientos de Dios por Moisés, en el Monte Sinaí. De los Diez Mandamientos, los dos primeros rezan:
Yo soy Jehová tu Dios... No tendrás dioses ajenos delante de mí. No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás… (Deuteronomio 5:6-9)
En el mundo de la Antigüedad, culto siempre implica sacrificio. Los judíos podían orar a los ángeles y a otros poderes celestiales, pero solo podían ofrendar sacrificios, por lo general animales, vegetales o libaciones, al Dios de Israel.
Moisés recibe los Diez Mandamientos
Gebhard Fugel (Public Domain)
Antes del surgimiento del cristianismo los gentiles o no judíos, criticaban con frecuencia las costumbres judías. El rechazo de los gentiles a participar en los cientos de festivales y holocaustos religiosos autóctonos se consideraba expresión de misantropía, de disgusto, o de odio hacia el resto de la humanidad y hacia el bienestar de la comunidad. La literatura que critica sus usanzas se conoce como «antijudía», en lugar de antisemita.
Durante su extensa historia los judíos sufrieron varios desastres nacionales, entre ellos la conquista del Reino del Norte de Israel en el 722 a.C., y la ocupación del Imperio babilonio en el 587 a.C. Los babilonios destruyeron el Primer Templo de Salomón. Con el surgimiento del Imperio persa aqueménida, Ciro el Grande, fallecido en 530 a.C., liberó a los judíos que sufrían cautiverio en Babilonia, quienes retornaron a su tierra y reconstruyeron el Templo.
La explicación que daban los profetas de Israel a estos desastres era que Dios castigaba a la nación israelita por haber caído en la idolatría y en la desatención de sus mandamientos. Al mismo tiempo ofrecían un mensaje de esperanza, según el cual en los «días finales» Dios intervendría una vez más en la historia de la humanidad, y haría que se manifestara su reinado en la tierra: el Jardín del Edén original. Este período comenzaría cuando Dios levantara a un Mesías, un ungido del linaje del rey David, y continuaría con la restauración de la nación de Israel a su antigua gloria.
Judíos lamentando el cautiverio en Babilonia
Eduard Bendemann (CC BY-SA)
Con la conquista de Israel por el Imperio seléucida, Antioco IV Epífanes (que reinó 175-164 a.C.), realizó en el 167 a.C. un acto sin precedentes: prohibió las costumbres judías y profanó el Templo. Bajo el liderazgo de la familia asmonea la Revuelta de los macabeos expulsó a los seléucidas, pero no todos los judíos apoyaron su gobierno, debido a que concentraba en una única autoridad funciones de la monarquía y del sumo sacerdocio. En este período surgieron distintas sectas judías.
Los esenios abandonaron Jerusalén y se establecieron en las costas del mar Muerto, donde aguardaban la intervención de Dios y escribieron los manuscritos del mar Muerto. Su literatura personifica el mal en quienes discrepaban de sus creencias, incluidos los demás judíos. El mantenimiento del Templo correspondía a los saduceos, que pertenecían a distintas casas sacerdotales.Los fariseos promovían la idea de que todos los judíos debían vivir de conformidad con las tradiciones establecidas por los sacerdotes en el libro de Levítico. Por su parte, los zelotes afirmaban que su rey solo podía ser Dios. La naturaleza de estos grupos sectarios los llevaba a criticar a quienes no compartían sus puntos de vista particulares, pero ninguna secta ejercía autoridad sobre las demás.
Tras la conquista de Jerusalén por los romanos en el año 63 a.C., Pompeyo el Grande (106-48 a.C.) instaló a los herodianos en el poder en calidad de gobernantes dependientes. A lo largo del siglo I d.C. se sucedieron en el poder una serie de gobernadores romanos ineptos y corruptos. La situación desembocó en el estallido de la gran revuelta judía en el 66 d.C., que llevó a la destrucción del Segundo Templo en el 70 d.C. En este contexto se escribieron los evangelios, de los cuales el primero fue el de Marcos.
En las décadas 20 y 30 d.C., un predicador itinerante judío nombrado Jesús de Nazaret comenzó a proclamar la inminencia de la llegada del «reino de Dios» predicha por los profetas. Citas, alusiones a la historia judía, a la Ley de Moisés, y los propios profetas autenticaban las afirmaciones relativas a Jesús. Los seguidores de las enseñanzas de Jesús se convirtieron en una nueva secta de creyentes judíos.
El Evangelio de Marcos se escribió alrededor de una generación después de la muerte del Jesús histórico, seguido de los de Mateo, Lucas y por último el de Juan. Los relatos en cuestión no son cuatro fuentes independientes, ni hay declaraciones escritas de testigos presenciales de los eventos que se describen en ellos. No se han conservado registros de la época, Jesús no dejó escritos, ni tampoco sus discípulos.
Marcos tenía que abordar tres problemas importantes:
El rol de Jesús como Mesías no condujo a la restauración de la nación de Israel; los judíos continuaban sufriendo la ocupación romana.
Para la época en la que escribió Marcos, el movimiento incorporaba más gentiles o expaganos que judíos.
Jesús había muerto por crucifixión, castigo que los romanos aplicaban a la traición.
El primer problema se resolvió mediante la utilización del antiguo concepto de parousia, que significa «segunda venida» o «segunda aparición». Jesús había resucitado de entre los muertos y sido exaltado a los cielos, pero en una época futura retornaría a la tierra. El segundo problema se trata en Marcos 4:11-12. En una ocasión en que los discípulos le preguntan a Jesús por qué enseñaba en parábolas, él les responde:
… A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan y les sean perdonados los pecados.
Estos versículos eran del profeta Isaías, que había reprendido a los judíos por haberse sumido en el pecado. En otras palabras, era el propio Jesús, en cumplimiento de las palabras de Isaías, quien impedía que la mayoría de los judíos creyeran. Para la mayor parte de los judíos el mesías sería un descendiente del rey David que manifestaría sus cualidades de monarca guerrero y eliminaría a los enemigos de la nación. Un Mesías que había muerto tras haber sido torturado no resultaba de gran ayuda a la causa judía. Uno de los primeros cristianos afirmó que, de hecho, las Escrituras predecían este tipo de mesías en Isaías 49-53, donde se presenta una colección de oráculos a los que de conjunto se aplica el nombre de «pasajes del siervo sufriente». El «siervo sufriente» había sido perseguido y torturado y después de morir y resucitar de entre los muertos, había sido elevado a los cielos y colocado al lado de Dios, en su trono. En el contexto histórico de Isaías el «siervo» representaba a la sufriente nación de Israel, mientras la nueva interpretación cristiana aseveraba que Isaías había predicho a Jesús de Nazaret.
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La crucifixión se aborda en la historia de Marcos de los juicios fraudulentos celebrados por los líderes judíos contra Jesús, que condujeron a su muerte. Marcos se encontró obligado a diferenciar a sus judíos de los que habían participado en la reciente revuelta, para que se entendiera que a pesar del hecho de haber sido crucificado, Jesús no había traicionado a Roma. Esto implicaba que sus seguidores tampoco eran culpables de traición. De esta manera, Marcos creó un patrón argumental según el cual la muerte de Jesús se debió a diferencias religiosas existentes entre los judíos, y no a motivos políticos relacionados con el imperio.
Sectas y conflictos judíos
Marcos afirma que Jesús había sido sometido a persecución y hostigamiento desde el comienzo de su ministerio. Esta imagen la consolidó mediante una secuencia de «diálogos conflictivos» entre el nazareno y los fariseos, quienes lo acusaban de violar la Ley de Moisés. Las conversaciones originales recogidas en estas historias no pueden verificarse, pero resultan creíbles debido a que las sectas judías se conocían por sostener debates entre ellas. De esta forma, los fariseos de los evangelios sirvieron como elemento contrastante para resaltar las enseñanzas de Jesús.
Los escritores de la antigüedad empleaban recursos literarios como el de la polémica, que consiste en utilizar ataques escritos o verbales para distinguir los puntos de vista personales de los de los demás, incluidos los de los grupos pertenecientes a la cultura dominante. Todos los evangelios acusaron de forma polémica a los fariseos por oprimir al pueblo y obstaculizar su salvación. Sin embargo, el judaísmo entendía el concepto de «salvación» de manera distinta a la que se convertiría en doctrina cristiana. Su enfoque relacionaba la salvación con la restauración de la gloria de la nación de Israel. La aserción que la muerte de Cristo había servido como sacrificio expiatorio para obtener el perdón de los pecados se articuló por primera vez en la carta de Pablo a los romanos, escrita entre los años 50 y 60 d.C. A los fariseos se les acusó de ocultar de manera intencional un concepto que no era parte de su sistema de creencias.
Aunque las narraciones cristianas surgidas con posterioridad sostenían que los fariseos seguían reglas y rituales estrictos, sobre este particular se carece de evidencias que daten del siglo I. No se han conservado escritos fariseos excepto los de Pablo el Apóstol, quien se convirtió al cristianismo primitivodurante los primeros tiempos de la nueva religión. Desde el punto de vista narrativo, los evangelios se remontan al período inicial del ministerio de Jesús, sin embargo, la crítica polémica al culto practicado en el Templo había perdido relevancia en el momento en que estos se escribieron.
En los evangelios los fariseos acusaban de manera sistemática a Jesús de comer con recaudadores de impuestos y pecadores. Según la tradición se asume que los «recaudadores de impuestos» podrían haber sido gentiles que no seguían las leyes alimentarias judías, y que los «pecadores» eran prostitutas. No obstante, el comportamiento de Jesús no infringía regla levítica alguna sobre pureza ritual. Judíos y gentiles compartían comidas en todo el imperio, y la prostitución en el antiguo Mediterráneo no constituía pecado.
La discrepancia más significativa presente en los evangelios se encuentra en que las acusaciones de los fariseos contra Jesús, presentadas como violaciones de la Ley de Moisés, en realidad no constituían verdaderas infracciones de la misma. Reclamar la identidad de mesías no constituía pecado. En las obras del escritor judío Flavio Josefo, que vivió entre el 36 y el 100 d.C., se describen numerosas figuras mesiánicas del siglo I que con frecuencia inflamaban a las multitudes, ocasionaban disturbios durante las festividades judías, y clamaban a Dios por la inmediata manifestación de su Reino. Ninguna de estas personas fue ejecutada por los judíos, sino por Roma. El ejército romano apresaba al líder y a sus seguidores y los ejecutaba por medio de la crucifixión. Existía un solo reino: Roma.
El incidente del templo
Tras llegar a Jerusalén para las celebraciones de la Pascua, Jesús entra a la zona del Templo:
[Jesús] comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: «Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones»? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. (Marcos 11:15-17)
Esta escena de increíble fuerza narrada en el Evangelio de Marcos continúa siendo un componente fundamental en las relaciones judeocristianas. Para los cristianos, resumía los problemas del judaísmo. El incidente reúne importancia en el relato porque respalda su aseveración de haber sido el factor desencadenante del juicio y crucifixión de Jesús de Nazarety fundamenta su parecer de que la corrupción presente en el Templo fue la causa de que los romanos lo destruyeran.
En las afueras de las ciudades los templos poseían granjas dedicadas a criar animales destinados al sacrificio, debido a que las prácticas judías requerían que estos no tuvieran defectos. En el lado sur del Monte del Templo se encontraba un área llamada Pórtico de Salomón, una estructura en forma de arcada, donde podían comprarse los animales para las ofrendas. Tal disposición resultaba conveniente para los peregrinos, quienes así evitaban el riesgo de que sus bestias llegaran al Templo con imperfecciones después de haber sido transportadas largas distancias. El área en cuestión se encontraba al lado del atrio de los gentiles, debido a que se permitía a los no judíos ofrecer sacrificios en el Templo. Este templo se distinguía de los demás por la presencia de cambistas. El judaísmo prohibía el empleo de imágenes, por lo que los devotos estaban obligados a cambiar las monedas que presentaban perfiles de dioses y emperadores por monedas judías que no las tenían. Además, los hombres judíos pagaban un impuesto anual de medio siclo que se destinaba al mantenimiento del Templo, tributo que solo se podía pagar con una moneda de ese tipo y valor, la cual se obtenía a la entrada.
Cristo echa a los cambistas del templo
Theodoor Rombouts (Public Domain)
No existen pruebas concluyentes de que los cambistas y vendedores de animales estafaran a las gentes. En el Evangelio de Marcos, la cita de Jesús combina textos de Isaías y Jeremías. Desde otra perspectiva, los ladrones no se roban entre ellos en sus guaridas; una «cueva de ladrones» es un refugio seguro donde los bandidos reparten sus botines lejos de las autoridades. Tanto Isaías como Jeremías criticaban a los judíos porque suponían que el Templo les ofrecía un refugio seguro donde realizar sacrificios, llevados por la idea de que sus ofrendas los salvarían del juicio venidero sin tener que profesar verdadero arrepentimiento. Es importante destacar que ni Isaías ni Jeremías recomendaron en momento alguno el cese de sacrificios y rituales.
El relato del incidente del Templo pasó a ocupar una importancia clave en la validación del planteamiento cristiano de que la magnitud de la corrupción del judaísmo y del Templo causaron que Dios enviara a Jesús al mundo para fundar una nueva religión. Durante el período final de la Edad Media el pasaje se utilizó como base para acusar a los judíos de los pecados de usura y avaricia.
Los relatos evangélicos del juicio y la crucifixión contienen varias inconsistencias históricas. Según Marcos, el juicio que los judíos celebraron contra Jesús era ilegal debido a las incongruentes declaraciones de los testigos, y a que el proceso estaba motivado por el odio que le profesaban al nazareno desde el principio. El juicio ante Poncio Pilato destacó su reticencia a condenarlo, debido a que lo consideraba inocente. Una declaración de esta categoría pronunciada por un magistrado romano dejaba sin efectos cualquier acusación de traición contra sus seguidores. Otra contradicción en la narración de Marcos es que no explica la razón por la cual los judíos, que habían dado la bienvenida a Jesús como libertador tres días antes, se volvieron sin más contra él, e impulsaron a Pilatos a crucificarlo.
Las raíces del antisemitismo
La destrucción del Templo eliminó de manera efectiva las diferentes sectas judías. Es probable que los fundadores de lo que en Galilea pasó a ser el judaísmo rabínico provinieran de los remanentes de los fariseos. Con el fin de los sacrificios, la Torá pasó a ser el centro de la vida judía .
es en el evangelio de juan donde las características judías se consolidaron como iconografía estándar del antisemitismo cristiano.
Décadas más tarde, los evangelios de Mateo y Lucas reprodujeron las acusaciones contra los fariseos descritas en Marcos, complementadas con mayores detalles y hostilidad. En el libro Hechos de los Apóstoles, continuación del Evangelio de Lucas, Lucas afirma que Pablo el fariseo había obtenido del sumo sacerdote órdenes de arresto contra los creyentes de Damasco. Esta narración constituye un ejemplo de hipérbole, una exageración literaria, puesto que el sumo sacerdote no ejercía autoridad fuera de Jerusalén. Tras relatar la conversión de Pablo en el camino a Damasco, la segunda parte de Hechos describe los viajes de Pablo. Pablo siempre fue bien recibido por los gentiles, pero no por los judíos, quienes lo sometieron a constantes y ubicuas persecuciones.
Los tres primeros evangelios culpan al liderazgo judío de la situación de Jesús, pero el Evangelio de Juan extendió la responsabilidad a que abarcara a «los judíos», frase que se repite en 73 oportunidades en el texto. Es en el Evangelio de Juan donde las características judías se convierten en iconografía estándar del antisemitismo cristiano. En una ocasión en que un grupo de judíos discutían su descendencia de Abraham y su adhesión a las obras Dios, su Padre, Juan registra la siguiente respuesta de Jesús:
Vosotros hacéis las obras de vuestro padre… Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira… El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios. (Juan 8:41-47)
A lo largo de las siguientes décadas, durante el proceso de la separación del cristianismo del judaísmo, los seguidores de Jesús intentaron forjar una identidad propia. Los judíos representaban un desafío a la «verdad» cristiana. En adición a los evangelios, los textos y epístolas del Nuevo Testamento sostenían que la única interpretación correcta de las Escrituras judías era la cristiana, razón por la cual les pertenecían. Para el siglo II la virulencia aumentaba, debido a que los Padres de la Iglesia utilizaban los contenidos evangélicos para demonizar a los judíos, a quienes presentaban como agentes del diablo. Con el culto cristiano a un Jesús equivalente a Dios, se acusaba de deicidio a todos los judíos. A lo largo de la Edad Media y con posterioridad, los cristianos justificaban la persecución e incluso el asesinato de judíos mediante su equiparación sistemática con los fariseos de los evangelios.
El antisemitismo cristiano continúa siendo un fenómeno singular presente en la cultura moderna. El teólogo y erudito del Nuevo Testamento, John Dominic Crossan, ha afirmado que culpar a los judíos de la muerte de Jesús es la «mentira más larga» de la historia.
Antisemitismo es un término moderno que manifiesta prejuicio y hostilidad hacia los judíos y el judaísmo.
¿Cuál es el fundamento bíblico del antisemitismo?
El incidente del templo descrito en el Evangelio de Marcos constituye un componente fundamental en las relaciones judeocristianas, puesto que validaba la afirmación cristiana de que tanto el judaísmo como el templo eran corruptos. Sin embargo, es en el Evangelio de Juan donde las características judías se convierten en la iconografía estándar del antisemitismo cristiano.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Rebecca I. Denova, Ph D. es catedrática emérita de Cristianismo Primitivo en el Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Pittsburgh. En julio de 2021 se publicó su libro de texto titulado «The Origins of Christianity and the New Testament» (Wiley-Blackwell).
Denova, Rebecca. "Origen del antisemitismo cristiano en los evangelios."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 28, 2023.
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Denova, Rebecca. "Origen del antisemitismo cristiano en los evangelios."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 28 nov 2023, https://www.worldhistory.org/article/2335/origins-of-christian-antisemitism-in-the-gospels/. Web. 30 jun 2025.
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Escrito por Rebecca Denova, publicado el 28 noviembre 2023. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.