Enterramiento

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 02 septiembre 2009
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Weighing the Heart, Book of the Dead (by Jon Bodsworth, Public Domain)
El pesaje del corazón, Libro de los muertos
Jon Bodsworth (Public Domain)

El enterramiento de los muertos consiste en colocar el cadáver del difunto en una tumba construida con ese propósito o excavada en el suelo. En algunas culturas, como la de Mesopotamia, las tumbas se excavaban en el suelo con la idea de que el alma de la persona enterrada pudiera llegar más fácilmente a la otra vida, que se creía que existía bajo tierra. Las tumbas en las culturas de la antigüedad solían marcarse con una piedra con una imagen de la persona y el nombre, o con una tumba elaborada (como las pirámides de Egipto o los tholos de Grecia) o dólmenes megalíticos de piedra, tumbas de corredores y cairns como los que hay en Escocia o Irlanda.

Sin embargo, independientemente del tipo de tumba, la importancia de un enterramiento adecuado de los muertos se recalcaba en todas las culturas de la antigüedad y los ritos funerarios asociados con los enterramientos eran de los más elaborados e importantes en muchas culturas antiguas. El enterramiento en el suelo se remonta 100.000 años de civilización, tal y como demuestra la Tumba de Qafzeh en Israel, una tumba grupal de 15 personas enterradas en una cueva junto con sus herramientas y otros artefactos rituales. La tumba más antigua descubierta hasta ahora en Europa es la de la "Dama roja de Gales", que es de hace 29.000 años.

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Prácticas funerarias de Mesopotamia

Los enterramientos en Mesopotamia empezaron en torno al 5.000 a.C. en la antigua Sumeria, donde se enterraba a los difuntos con comida y herramientas. Según el historiador Will Durant, "Los sumerios creían en la otra vida. Pero al igual que los griegos, imaginaban el más allá como un lugar oscuro de sombras miserables, al que descendían todos los difuntos indistintamente" y que la tierra de los muertos estaba bajo tierra (128). Parece que, por ese motivo, las tumbas se construían en el suelo para que al difunto le fuera más fácil acceder al inframundo.

POR TODA MESOPOTAMIA, A LOS QUE NO ERAN DE LA REALEZA SE LOS ENTERRABA BAJO LA CASA FAMILIAR O JUNTO A ESTA PARA QUE LA TUMBA PUDIERA ESTAR BIEN CUIDADA.

Por toda Mesopotamia, a los que no eran de la realeza se los enterraba bajo la casa familiar o junto a esta para que la tumba pudiera estar bien cuidada. Si no se enterraba adecuadamente a una persona, esta podía regresar como un fantasma para perseguir a los vivos. Esta aparición podía tomar la forma familiar de las historias de fantasmas y las películas en las que un espíritu incorpóreo causa problemas en la casa, o, de manera más seria, como una forma de posesión en la que el espíritu se metía dentro de una persona por la oreja y causaba estragos en la vida personal y la salud del poseído.

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La cremación era poco común en Mesopotamia debido a la escasez de la madera, pero, incluso si el combustible para hacer hogueras hubiera estado disponible, la gente de Mesopotamia creía que el lugar adecuado para las almas de los muertos era el inframundo de la diosa Ereshkigal y no el reino de los dioses. Se creía que si alguien era incinerado, el alma ascendía a los cielos al hogar de los dioses y, al ser un alma humana, no se encontraría a gusto allí. Era mucho mejor que el alma descendiese al inframundo con las demás almas humanas. En la región de Mesopotamia que acabó conociéndose como Babilonia se creía que los muertos "iban a un reino oscuro y sombrío en las entrañas de la tierra, y ninguno volvía a ver la luz" (Durant, 240). En Babilonia se enterraba a los muertos en criptas, aunque, tal y como apunta Durant:

Algunos se incineraban y sus cenizas se conservaban en urnas. El cuerpo no se embalsamaba, pero las plañideras profesionales lo lavaban y lo perfumaban, lo vestían decentemente, le maquillaban las mejillas, le daban sombra a los ojos, le ponían anillos en los dedos y le proporcionaban una muda. (240)

Los egipcios desarrollarían aún más este método de enterramiento.

Enterramiento en Egipto

En Egipto, también se enterraba a los muertos bajo tierra y en las célebres pirámides como las de Guiza. Durant escribe:

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Las pirámides eran tumbas, que descendían de forma lineal desde los túmulos más primitivos. Aparentemente el faraón creía, como cualquier persona de su pueblo, que todos los cuerpos vivientes estaban habitados por un [espíritu] que no tenía por qué morir con el último aliento... La pirámide, por su altura, su forma y su posición, buscaba el equilibrio como una forma de inmortalidad. (148)

Sin embargo, para los egipcios más "corrientes", el lugar de descanso común era una tumba bajo tierra. El difunto se enterraba con los bienes mortuorios y todas las muñecas shabti que se pudiera permitir la familia para ayudarlo con las tareas en la otra vida. Las prácticas funerarias egipcias abarcaban las mascotas, y Heródoto habla de cómo, en una casa egipcia en la que se había muerto el gato, la familia se afeitó las cejas y guardó un periodo de luto equiparable a la muerte de una persona. Los gatos se momificaban, al igual que los perros y otras mascotas (como los babuinos, las gacelas los pájaros y los peces) y se celebraban rituales a la hora de su muerte.

Male Egyptian Mummy with Amulets
Momia egipcia de un hombre con amuletos
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Tanto para los plebeyos como la realeza egipcia, se recitaban encantamientos sagrados de la obra conocida como El libro egipcio de los muertos para dirigir al alma hacia el Salón de la verdad y el juicio del gran dios Osiris. Osiris pesaba el corazón del difunto contra la pluma blanca de Ma'at (la verdad y la armonía) y, si el corazón era más ligero, entonces el alma procedía al Campo de Juncos, el paraíso egipcio que era un reflejo eterno de la vida terrenal. Sin embargo, si el corazón pesaba más que la pluma de Ma'at, se arrojaba al suelo para que se lo comiera el dios Amenti (también conocido como Amut) y el alma del difunto dejaba de existir. En el antiguo Egipto, la no existencia sería el peor castigo imaginable.

La tradición entre la realeza egipcia de crear grandes monumentos y tumbas con sus obras grabadas se cumplía para asegurarse de que el gobernante no cayera en el olvido y siguiera existiendo en la tierra incluso después de la muerte. Borrar el recuerdo de alguien en la tierra equivalía a borrar su inmortalidad, y por eso Tutmosis III, que vandalizó el estatuario público de la reina Hatshepsut, dejó intactos los monumentos dedicados a ella que no estaban a la vista. Puede que quisiera desalentar a otras mujeres de seguir el ejemplo de Hatshepsut en el futuro, pero no deseaba condenarla a la no existencia eliminando todo rastro de su nombre y sus obras.

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Rituales funerarios en Grecia

En la antigua Grecia también se llevaban los enterramientos bajo tierra y, tal y como ya apuntara Durant, se continuaba con la tradición de la vida tras la muerte que existía bajo la tierra. Los antiguos griegos, puede que siguiendo la tradición egipcia, se aseguraban de proporcionarles a sus muertos losas labradas para recordarles a los vivos quién era el difunto y que honores se merecía. Recordar a los difuntos era un deber religioso y cívico muy importante, no solo una preocupación personal, y se disponía según el concepto de eusebia, que, aunque a menudo se traduce como "devoción", en realidad es más bien "obligación cívica o social".

LOS GRIEGOS AFIRMABAN QUE HABÍA QUE RECORDAR A LOS MUERTOS CONTINUAMENTE Y RESPETARLOS PARA QUE SUS ALMAS SIGUIERAN EXISTIENDO EN LA OTRA VIDA.

La eusebia dictaba cómo había que comportarse con la gente de mayor posición social, cómo tenían que tratar los jóvenes a los mayores, los señores a los esclavos y los hombres a las mujeres. También se extendía, aunque elevado al concepto de housia (santidad) a la relación con los dioses. Las diferentes ciudades-estado griegas observaban sus propios ritos funerarios, pero el único aspecto que tenían en común era el recuerdo continuo de los muertos y, en especial, sus nombres.

Los hijos recibían el nombre de sus abuelos y las hijas el de su abuela para poder conservar el recuerdo de la persona; por ejemplo, el hijo de Aristóteles, Nicómaco, llevaba el nombre del padre de Aristóteles. Ya estuvieran enterrados en una tumba elaborada o muy sencilla, los griegos afirmaban que había que recordad a los muertos continuamente y respetarlos para que sus almas siguieran existiendo en la otra vida.

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Rituales funerarios mayas

Los mayas veían la vida tras la muerte como un mundo funesto, sumido en la oscuridad y lleno de peligros, y sus lugares de enterramiento se centraban en dirigir al alma por el camino correcto hacia la libertad del inframundo. Los muertos se enterraban con maíz en la boca como un símbolo de renacimiento del alma y como alimento durante el viaje del alma a través de las oscuras tierras de Xibalba, el inframundo, también conocido como Metnal.

Los cuerpos se colocaban en tumbas bajo tierra, como en Mesopotamia, para facilitar el acceso a Xibalba, y se alineaban según las coordenadas del paraíso maya (norte u oeste). Como el color rojo se asociaba con la muerte, se cubría a los muertos con cinabrio en polvo, un mineral rojo, y se envolvían en algodón para enterrarlos. La otra vida maya era un lugar aterrador, en el que los demonios podían tanto ayudar como hacer daño a las almas durante su viaje al paraíso, y puede que creyeran que el cinabrio camuflaba al alma para parecer uno de estos espíritus infernales para ayudarla a seguir su camino a la otra vida.

Jade Death Mask of Kinich Janaab Pakal
Máscara mortuoria en jade de K'inich Janaab Pakal
Gary Todd (Public Domain)

Todos los que morían descendían a la oscuridad de Xibalba, excepto por aquellos que morían en el parto, en la batalla, en el sacrificio o suicidados. El "sacrificio" incluía las muertes que ocurrían en los partidos de Pok-a-Tok, un juego de pelota, que se consideraba el juego de los dioses. Independientemente de cómo muriera cada uno, los ritos funerarios eran más o menos los mismos excepto, claro está, para los reyes y la nobleza.

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Rituales funerarios en India

En la antigua India, al igual que a lo largo de su historia, la cremación era la práctica más común para disponer de los difuntos. Durant escribe:

En la época de Buda, la manera normal de deshacerse del cuerpo era la exposición zoroástrica a las aves de rapiña; pero a las personas importantes se las incineraba en una pira, y sus cenizas se enterraban en una estupa, un santuario funerario. Con el paso del tiempo, la cremación se convirtió en el privilegio de todo el mundo; todas las noches se pueden ver fardos de leña apilados para incinerar a los muertos. (501)

Aun así, esa no era la única manera de enviar a los difuntos en su viaje a la otra vida. También se sabe que a menudo los ancianos elegían que los llevaran hasta el centro del Ganges para arrojarse a las aguas sagradas del río y dejar que se los llevara la corriente. Sin embargo, la mayoría de la gente se incineraba y después sus cenizas se arrojaban al Ganges, que se creía que era la fuente de toda la vida.

Dependiendo de los actos de cada uno, de sus creencias y su comportamiento en vida, el alma ascendía para unirse al yo primordial, el atman, o bien descendía de nuevo al plano terrenal en su siguiente reencarnación. Según las creencias hinduistas, el alma tomaría tantas formas y viviría tantas vidas como fuera necesario hasta que pudiera liberarse del ciclo de renacimiento y muerte; una creencia que comparten con los jainistas y los budistas.

Costumbres funerarias romanas

Según Durant, "el suicidio en ciertas condiciones siempre se ha visto mejor en Oriente que en Occidente", pero, al igual que en India y en la cultura maya, los romanos también honraban a aquellos que se quitaban la vida, ya que creían que era preferible a la vergüenza y la deshonra. La creencia romana en la presencia continua de los ancestros en la vida de la gente alentaba la práctica de quitarse la vida para evitar que la vergüenza quedara unida al nombre de la familia. Por tanto, en la Roma precristiana no había diferencia en el enterramiento de la gente que se suicidaba y la que moría de otra manera.

Las prácticas funerarias romanas siempre se hacían por la noche para evitar interrumpir la actividad diurna de la ciudad. La procesión funeraria empezaba en la ciudad y acababa fuera de los muros del cementerio. Para mantener el límite entre los vivos y los muertos, y sin duda también por sanidad, no se podía enterrar a nadie dentro de la ciudad. Al difunto se lo incineraba y se ponían sus cenizas en una urna, o bien se lo enterraba en una tumba.

Grand Ludovisi Sarcophagus
Sarcófago Gran ludovisi
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Tener un enterramiento adecuado era tan importante para los romanos que eran comunes las sociedades funerarias, conocidas como collegia, y los miembros pagaban cuotas mensuales para asegurarse de que se llevaban a cabo los ritos funerarios siguiendo las tradiciones y su estatus en la comunidad. Si se enterraba a alguien sin los ritos adecuados, podía regresar como un espíritu. En Roma, al igual que en otras civilizaciones, los fantasmas eran una parte tan natural del mundo como cualquier otro fenómeno, y normalmente se temían. La excepción eran los espíritus de los seres queridos que venían a enviar un mensaje. Por lo tanto, el entierro apropiado de los difuntos, junto con los ritos que lo acompañaban, se consideraba vital para que los muertos siguieran felices en su lugar y los vivos pudieran seguir con sus vidas sin que estos los molestaran.

Ritos funerarios chinos

Las prácticas funerarias chinas, independientemente de la era o la dinastía, se llevaban a cabo con ceremonias rituales y la inclusión de posesiones personales en la tumba del difunto. Los objetos específicos que se enterraban con el difunto fueron cambiando de una dinastía a otra con el paso del tiempo, pero la creencia de que la otra vida era muy parecida a la existencia terrenal, un concepto muy parecido a la idea egipcia, suponía que los muertos necesitarían sus objetos favoritos, así como cosas de valor, en el más allá.

Según el Museo Británico, "las prácticas funerarias chinas tenían dos componentes principales: tumbas y sus contenidos, y ceremonias para honrar a los muertos, que los familiares realizaban en templos y salones de ofrendas". La tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huangdi, es el ejemplo más famoso de las prácticas funerarias chinas en la antigüedad. La tumba de Shi Huangdi se diseñó para representar el reino sobre el que había gobernado en vida e incluía todo lo que necesitaría en el más allá, incluido el ejército de terracota de 8.000 soldados, y los ritos llevados a cabo en el funeral eran versiones elaboradas de los que se realizaban por toda China.

The Terracotta Army, Shaanxi Province
El Ejército de terracota, provincia de Shaanxi
Shawn Kinkade (CC BY-NC-SA)

Por ejemplo, en el pueblo neolítico de Bampo, la gente se enterraba en tumbas individuales en torno al 4.500 a.C. junto con sus posesiones y sus herramientas. Se desconoce qué clase de rituales podrían haber acompañado estos enterramientos primitivos. Sin embargo, más adelante, como se consideraba que los ancestros ejercían una influencia importante en la vida de la persona, y tenían la certeza de que seguían existiendo en la otra vida, se hacían plegarias tanto a los que habían muerto antes como a la idea de la armonía divina para ayudar al difunto en la transición de esta vida a la otra. Al igual que en Roma, Egipto y otras culturas, el enterramiento adecuado de los muertos era de gran importancia para que los difuntos pudieran descansar en paz y evitar que un espíritu enfadado regresara.

Enterramiento en Escocia e Irlanda

Las prácticas funerarias en Escocia e Irlanda eran sorprendentemente similares en un principio, ya que ambas culturas construían cairns, dólmenes y tumbas de corredor para sus muertos. No se sabe cuáles eran los ritos específicos que se llevaban a cabo en los funerales de la antigua Escocia ni en Irlanda, porque no hay ningún registro escrito al respecto. Parece que el enterramiento en cairns se remonta al menos al 4.000 a.C., mientras que las tumbas en la tierra se vuelven más comunes a partir de alrededor del 2.000 a.C. Los ataúdes de madera también aparecen alrededor del 2.000 a.C., junto con las posesiones que se entierran con el difunto.

Como muchos de los cairns fueron saqueados a lo largo de los siglos, hace ya mucho que desapareció cualquier cosa que estuviera enterrada en ellos. Sin embargo, algunos como el famoso dolmen de Poulnabrone (en el condado de Clare, en Irlanda) todavía tenían suficientes bienes y restos como para que los arqueólogos pudieran identificarlo rotundamente como un enterramiento importante. El enclave neolítico de Clava Cairns, en Inverness, Escocia, es otro ejemplo de un enterramiento intacto que parece que también servía para propósitos astronómicos.

Balnuaran of Clava
Balnuaran de Clava
Dave Conner (CC BY-NC-SA)

Las tumbas más modestas, en las que los difuntos se enterraban en ataúdes o sarcófagos, a menudo pasaban desapercibidas por los saqueadores, con lo que los bienes de estas se han conservado mejor. En estas culturas, al igual que en otras, prevalecía la creencia de una existencia continua del alma tras la muerte y, aunque no se conocen los ritos específicos, muy probablemente eran similares a los de otras culturas e incluían plegarias y súplicas a los poderes para ayudar al difunto en su viaje. Aunque en estas culturas no hayamos ningún registro escrito sobre la creencia en la otra vida, los cairns, los dólmenes y las tumbas de corredor atestiguan esta creencia por sí mismos mediante su construcción y su orientación según las direcciones y los acontecimientos astrológicos.

Con la llegada del cristianismo a Irlanda y Escocia los ritos funerarios se cristianizaron y se empezaron a conocer gracias a los escritos. Aunque Jesucristo se empezó a invocar como el ser superior que consolaría y guiaría a los muertos en la otra vida, se cree que esta deidad simplemente remplazó al dios pagano anterior que habría sido parte de los ritos. Este proceso de "cristianización" de los ritos funerarios anteriores ocurrió en todas las culturas en las que se estableció el cristianismo, y el ejemplo más conocido es Roma. Fue desde la ciudad de Roma desde donde se desarrollaron y extendieron las tradiciones funerarias católicas hasta llegar a las costumbres más comunes de los enterramientos modernos, ya sean religiosos o seculares, de Occidente.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2009, septiembre 02). Enterramiento [Burial]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-41/enterramiento/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Enterramiento." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación septiembre 02, 2009. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-41/enterramiento/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Enterramiento." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 02 sep 2009. Web. 25 abr 2024.

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