Muerte, enterramiento y la otra vida en la religión celta de la antigüedad

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Mark Cartwright
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 10 marzo 2021
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Los antiguos celtas que ocuparon grandes partes de Europa entre 700 a.C. y 400 d.C. mostraron una clara creencia en la otra vida, tal y como demuestra su tratamiento de los difuntos. En ausencia de una documentación escrita extensa de los propios celtas, tenemos que deducir sus creencias religiosas de segunda mano de los autores clásicos. Por fortuna, varios enterramientos celtas importantes, tales como los de Hochdorf y Vix, se han descubierto intactos y se han podido examinar detalladamente. La abundancia de artefactos en estas y otras tumbas nos han proporcionado una mirada única sobre lo que los celtas consideraban necesario para enviar a sus seres queridos adecuadamente en su viaje al otro mundo.

Recreation of Vix Grave
Reconstrucción de la tumba de Vix
Karsten Wentnik (CC BY-NC-SA)

Los celtas y el más allá

Los celtas eran los pueblos que hablaban lenguas celtas y que habitaron Europa occidental y central desde el primer milenio a.C. hasta varios siglos después de comenzar el primer milenio d.C. Probablemente los propios celtas no tenían la idea de pertenecer a una cultura que abarcaba toda Europa, pero uno de los múltiples aspectos que sí que tenían en común eran sus creencias religiosas, incluso si los detalles variaban de una región a otra. Los celtas han dejado muy pocas fuentes escritas propias, por lo que el estudio de su cultura se restringe a la arqueología y a los escritores contemporáneos grecorromanos. Tal y como apunta el historiador B. Cunliffe: "la religión celta no era necesariamente consistente en toda Europa, como tampoco era inmutable... Pero a pesar de esta variedad, se pueden detectar amplias similitudes estructurales" (273-4).

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LAS TUMBAS CELTAS CONTENÍAN TODA UNA GAMA DE OBJETOS QUE INDICABAN QUE EL DIFUNTO SE EMBARCABA EN UN VIAJE Y QUE NECESITARÍA ESTAS COSAS CUANDO LLEGARA A SU DESTINO FINAL.

En la antigua religión celta, había una creencia en la otra vida y el más allá que puede que se considerara similar a esta vida, pero carente de todos los aspectos negativos, tales como la enfermedad, el dolor y la pena. En ese sentido, no tenían demasiado miedo a la muerte cuando el alma de alguien abandonaba el cuerpo físico o, más específicamente en la cultura celta, su cabeza. Los vivos decían plegarias a los dioses celtas y les hacían ofrendas rituales de comida, armas y objetos valiosos. También se ofrecían sacrificios, tanto animales como humanos, a los dioses en ceremonias presididas por druidas, los líderes religiosos de las comunidades celtas. Puede que también existiera la creencia de que el alma abandonaba el cuerpo para luego volver a aparecer en otro tras la muerte.

Por tanto, la creencia de que la humanidad estaba controlada o guiada por los dioses se hace evidente en las prácticas religiosas celtas, y la presencia de amuletos en las tumbas sugiere además que los difuntos seguían necesitando algún tipo de protección a pesar de haber dejado atrás esta vida. De hecho, las tumbas y enterramientos celtas a menudo contenían toda una gama de objetos, desde herramientas hasta joyería, que indicaban que el difunto se embarcaba en un viaje y que necesitaría estas cosas cuando llegara a su destino final. No se saben los detalles concretos de dónde se encontraba este destino final ni en qué consistía realmente, a pesar de que en la literatura celta medieval de Gran Bretaña e Irlanda abundan las historias de héroes que visitan el Más Allá, donde se considera una tierra de orden, alegría y abundancia.

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Reconstruction of the Celtic Hochdorf Burial Mound
Reconstrucción del túmulo funerario celta de Hochdorf
Detlef Meissner (CC BY-SA)

Incineraciones y enterramientos

Los difuntos se trataban de varias maneras diferentes. Una alternativa al enterramiento en una tumba era la incineración, que se volvió más prevalente a partir del siglo II a.C., probablemente tras entrar en contacto con las culturas del Mediterráneo, aunque no se conoce la razón concreta por el cambio de práctica. Un tercer método, especialmente prevalente en Gran Bretaña, era la descarnadura, según la cual se deja el cadáver expuesto a los elementos durante un tiempo y después o bien se entierran los huesos o se guardan para futuras ceremonias religiosas. Tal y como cabría esperar, quedan muy pocos vestigios de estos últimos dos métodos en el registro arqueológico, aunque a veces se enterraban los restos incinerados. Un ejemplo de esto último es una cámara funeraria del siglo I a.C. de Hertfordshire en el sureste de Inglaterra, en la que el difunto fue incinerado envuelto en una piel de oso. Después, los restos se depositaron en una cámara junto con los objetos necesarios para comer y beber, incluidas cinco grandes ánforas romanas. A pesar de todo, es a los túmulos a donde tenemos que mirar para encontrar la mayor parte de las pistas sobre las prácticas culturales celtas en relación con sus difuntos.

Los enterramientos vivieron una marcada evolución a lo largo del tiempo, pero también difieren sobre cuándo ocurrieron estos cambios según la región. El enterramiento en grandes túmulos, al menos para la élite de la comunidad, fue sustituido por el enterramiento en tumbas planas. Los enterramientos en túmulos podían ser para un único individuo o se podían ir añadiendo ocupantes posteriormente a lo largo del tiempo. En asentamientos celtas importantes se han descubierto varios túmulos los unos cerca de los otros. Según Julio César (100-44 a.C.) en su Guerras de las Galias, los galos celtas también ejecutaban y enterraban a los esclavos y los sirvientes de los líderes cuando estos morían, aunque dice que esta práctica ya se había abandonado para el siglo I a.C. Las excavaciones arqueológicas de varias tumbas celtas opulentas han confirmado que puede que fuera así realmente.

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Reconstruction of the Hochdorf Chieftain's Grave
Reconstrucción de la tumba del jefe de Hochdorf
Magnus Hagdorn (CC BY-SA)

Los preparativos para el más allá

En los enterramientos de grandes guerreros y gobernantes había individuos enterrados junto a una gran cantidad de sus posesiones mundanas. Los objetos típicos que se suelen encontrar en este contexto son armas, armaduras, objetos valiosos como joyería de oro e incluso objetos grandes como carros y carretas. Otros objetos cotidianos que se enterraban con los difuntos son las herramientas, ropa de sobra, implementos para el aseo, lámparas de aceite y juegos.

PUEDE QUE SE CELEBRARA UN FESTÍN RITUAL EN EL QUE PARTICIPABAN LA FAMILIA Y LOS AMIGOS DEL DIFUNTO ANTES DE CERRAR DEFINITIVAMENTE LA TUMBA.

Una categoría de objetos que se suele encontrar siempre en los enterramientos celtas son los utensilios para los festines. Los celtas celebraban festines para celebrar los festivales religiosos, los acontecimientos de la comunidad y los éxitos, los matrimonios y las victorias en las guerras. Entre la parafernalia necesaria para comer y beber estas extravagancias había espetones, calderos, jarras de vino, recipientes para mezclar, platos, cuernos para beber, cálices, copas y jarras de metal. Algunos de los objetos son muy finos, están muy decorados e incluso se importaban de culturas vecinas. Curiosamente, estos objetos para banquetes que se han encontrado en tumbas a menudo vienen en parejas, incluso si solo había un ocupante en la tumba. Puede que los extras fueran en anticipación de encontrarse con seres queridos en el otro mundo o que simbolizaran la importancia de ofrecer hospitalidad, donde fuera que acabara el difunto. Los recipientes de comida y bebida a menudo tienen residuos que indican que en algún momento contuvieron comida. Puede que incluso haya habido un festín ritual en el que participaban la familia y los amigos del difunto antes de que se sellara la tumba definitivamente dentro de una cámara de madera y se enterrara bajo un gran túmulo de tierra.

Parece que la costumbre era colocar al muerto en una posición de reposo, a menudo dentro de un carro o cerca de uno. Estos carros normalmente tenían cuatro ruedas y estaban diseñados para moverse lentamente en una dirección fija. Una alternativa del carro era un sofá de metal o madera para el difunto. El difunto iba vestido con ropas que puede que estuvieran más decoradas que de costumbre, con finas piezas de oro. Puede que también colgaran o esparcieran más ropa en la cámara funeraria. El difunto solía llevar joyería, como por ejemplo un torques, brazaletes o broches. Una tumba en Baden-Württemberg, en Alemania, que data de 400-300 a.C., reveló que el difunto llevaba un artículo de ropa cerrado con tres pares de broches de diseños diferentes.

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Celtic Waggon Model, Vix Burial
Modelo de un carro celta, enterramiento de Vix
Karsten Wentink (CC BY-NC)

Las primeras tumbas celtas tienen una variedad de bienes excepcionales, costosos y de fina elaboración enterrados con los difuntos; un caso, quizá, de consumo excesivo para demostrar la riqueza y el poder del difunto y, lo que es más importante, de los que honraron su muerte y posiblemente heredaron su título y su poder. Estos dos enterramientos en particular resultan increíblemente informativos sobre las ideas de los antiguos celtas tanto de la muerte como de la otra vida.

El enterramiento de Hochdorf

El enterramiento de Hochdorf está situado en Baden-Württemberg en el suroeste de Alemania y data de la segunda mitad del siglo VI a.C. En un principio fue parte de un túmulo que se ha allanado y sobre el que se ha construido, pero la propia tumba estaba intacta cuando se excavó. Las paredes de madera de la cámara estaban hechas de troncos de roble y cada pared tenía unos 4,7 metros (15,4 pies) de largo.

Las excavaciones revelaron un único ocupante masculino que rondaba los 40 años cuando murió. Estaba tendido sobre un sofá de láminas de bronce que tenía unos impresionantes 2,75 metros (9 pies) de largo. El sofá tenía ruedas pequeñas bajo seis de las ocho patas (que tenían forma de bailarinas) y está decorado con escenas de guerra y carros. En el sofá también había pieles, incluidas de tejón, y una variedad de pelucas, plumas y flores. También había un almohadón hecho de hierba trenzada bajo la cabeza del difunto. Obviamente, si el ocupante estaba a punto de partir en un viaje, lo iba a realizar con toda comodidad.

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Golden Shoes of Hochdorf
Zapatos dorados de Hochdorf
Xuan Che (CC BY)

Además, había un carro de cuatro ruedas con arneses. También se encontraron, un sombrero cónico de corteza de abedul, un carcaj con flechas y anzuelos para pescar, que se entiende que eran efectos personales del ocupante. Curiosamente, la ropa estaba tendida por el suelo y colgada de ganchos en las paredes. En otro guiño a sus necesidades en la otra vida, el difunto llevaba una bolsita al cuello con un peine, una navaja y un cortaúñas.

Entre los bienes de valor había adiciones de oro en su ropa y en sus botas de cuero que, tras realizar un análisis, se cree que se añadieron dentro de la propia tumba. Otros artículos de valor eran copas, platos y un enorme caldero de bronce con decoraciones de leones. El caldero tenía una capacidad impresionante de 500 litros (110 galones). El caldero es de origen mediterráneo y ejemplifica el comercio que existía entonces entre los celtas y las culturas vecinas. Un examen de los residuos dentro del caldero ha revelado que en algún tiempo estuvo lleno de hidromiel con algunos ingredientes añadidos como jazmín y tomillo. Había una copa de oro junto al borde del caldero, que indica que estaba pensado para que el difunto bebiera de él. Además, el hombre llevaba un brazalete y un collar ambos de oro, y otro collar hecho de cuentas de ámbar. Cerca se encontró una escultura de arenisca a tamaño natural de un guerrero, que lleva el mismo tipo de sombrero encontrado en la tumba. Puede que la figura de piedra en algún tiempo vigilara la opulenta tumba, y que representara a su ocupante.

Vix Krater
Crátera de Vix
Karsten Wentnik (CC BY-NC-SA)

El enterramiento de Vix

El enterramiento de Vix se encuentra cerca de Chântillon-sur-Seine, en el noreste de Francia cerca de un oppidum (un enclave celta fortificado), cerca de al menos cuatro enterramientos más. Este opulento enterramiento se descubrió intacto y data de finales del siglo VI o principios del siglo V a.C. El esqueleto del único ocupante de la tumba, depositado en una cámara recubierta de madera, estaba en muy malas condiciones, pero probablemente era una mujer de unos 35 años.

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Entre los artefactos de la tumba hay un carro de cuatro ruedas. El cadáver estaba tumbado en el carro, que estaba parcialmente desmantelado: las ruedas estaban apoyadas contra la pared. En el suelo de la tumba había trazas de pigmentos, que puede que provinieran de ropa destruida por el paso del tiempo.

Había varios recipientes para beber, entre los que se cuentan dos cílicas griegas (copas llanas para beber vino), cuencos etruscos y un recipiente mezclador mediterráneo de bronce. Este último artículo, conocido como la crátera de Vix, medía 1,64 metros (5,4 pies) de alto y tenía una capacidad de 1100 litros (242 galones), lo que la convierte en el ejemplo más grande de su clase que nos ha llegado de la Antigüedad. Se montó a partir de piezas separadas en un taller, y cada una de las piezas tenía letras griegas para ayudar al ensamblaje. Esta crátera está decorada con magníficos relieves de hoplitas y carros en torno al cuello de la vasija, y cabezas de Medusa en las asas. Tiene una tapa, que se usaba para filtrar las especias y hierbas que se echaban al vino antes de mezclarlo con el agua. Al igual que en la tumba de Hochdorf, se había colocado una copa cuidadosamente en el borde, como si estuviera lista para usarse. De hecho, aquí había cuatro copas de varios estilos colocadas en el borde.

Celtic Torc, Vix Burial
Torques celta, enterramiento de Vix
Karsten Wentink (CC BY-NC)

Entre los artículos de joyería, había un gran torques de oro con extremos abultados y que pesa casi medio kilo (1,1 libras). El torques es una obra de artesanía compleja, compuesta de más de 20 piezas distintas unidas por un maestro artesano familiarizado con las sofisticadas técnicas de orfebrería que empleaban en aquel entonces las culturas mediterráneas del sur. La difunta también llevaba un collar de cuentas de ámbar y piedras, pulseras de tobillo de bronce, brazaletes hechos de lignito y un broche con decoración de coral. Todos estos artículos en conjunto ilustran que, fuera quien fuera esta mujer, los antiguos celtas estaban dispuestos a dedicarle una gran cantidad de tiempo y riqueza a su enterramiento, lo que sugiere que era una persona importante en la comunidad en la que vivió.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2021, marzo 10). Muerte, enterramiento y la otra vida en la religión celta de la antigüedad [Death, Burial & the Afterlife in the Ancient Celtic Religion]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1707/muerte-enterramiento-y-la-otra-vida-en-la-religion/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Muerte, enterramiento y la otra vida en la religión celta de la antigüedad." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 10, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1707/muerte-enterramiento-y-la-otra-vida-en-la-religion/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Muerte, enterramiento y la otra vida en la religión celta de la antigüedad." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 10 mar 2021. Web. 13 oct 2024.

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