Antigua religión persa

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Diego Villa Caballero
publicado 11 diciembre 2019
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, hindi, persa
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Face Detail, Rock-Cut Tombs of Qizqapan (by Osama Shukir Muhammed Amin, Copyright)
Detalle facial, tumbas excavadas en la roca de Qizqapan
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

La antigua religión persa era una fe politeísta que corresponde aproximadamente a lo que hoy se conoce como mitología persa antigua. Se desarrolló primero en la región conocida como el Gran Irán (el Cáucaso, Asia Central, Asia Meridional y Asia Occidental), pero se concentró en la zona ahora conocida como Irán en algún momento alrededor del tercer milenio antes de Cristo.

Esta región ya estaba habitada por los elamitas y los habitantes de Susiana, cuyas creencias se cree que influyeron en el posterior desarrollo de la religión persa. Los persas llegaron como parte de una migración a gran escala que incluía a otras tribus que se autodenominaban arias (término que denota una clase de personas, no una raza, y significa esencialmente «libre» o «noble») e incluía a los alanos, los bactrianos, los medos, los partos y los escitas entre otros. Los persas se asentaron cerca de los elamitas en Persis (también denominada Parsa, la actual Fars), de donde procede su nombre, y poco después instituyeron los rituales religiosos.

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Se desconoce cómo rendían culto a sus dioses los primeros persas, pero se sabe que lo hacían con fuego y altares al aire libre. Se cree que se parecía en muchos aspectos a los ritos zoroástricos actuales. Las inscripciones del Imperio persa aqueménida (entre 550-330 a.C. aproximadamente) hacen referencia a las creencias religiosas de los reyes (que pueden haber formado parte de la antigua fe politeísta o el posterior monoteísmo zoroástrico), la religión siguió desempeñando un papel central en el posterior Imperio parto (247 a.C.-244 d.C.) y, en mucho mayor grado, en el Imperio sasánida (224-651 d.C.), que hizo del zoroastrismo la religión del Estado.

Cuando el Imperio sasánida cayó en manos de los invasores árabes musulmanes en el 651 d.C., la religión persa fue suprimida y sus fieles se convirtieron, abandonaron la región o continuaron practicándola en secreto. Sin embargo, el zoroastrismo sobrevivió a los esfuerzos de conversión y aún se practica en la actualidad, mientras que la antigua fe politeísta quedó relegada a los mitos y las leyendas. La religión actual conocida como la fe Baha'i, a la que a menudo se hace referencia como «religión persa», se desarrolló a partir de una secta islámica conocida como el babismo y no tiene ninguna conexión histórica directa con los sistemas religiosos de la antigua Persia.

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La fe primigenia

La fe politeísta de los persas se centraba en el choque de fuerzas positivas, brillantes, que mantenían el orden, y energías negativas, oscuras, que fomentaban el caos y la lucha. El panteón persa estaba presidido por Ahura Mazda, el creador todopoderoso y sustentador de la vida, que dio origen a los demás dioses. Ahura Mazda creó el mundo en siete pasos y empezó por el cielo (aunque en algunas versiones lo primero fue el agua). El propósito, al parecer, era manifestar la armonía universal, pero ésta se vio frustrada por el espíritu maligno Angra Mainyu, el oponente cósmico de Ahura Mazda.

EL CONFLICTO ENTRE EL BIEN SUPREMO Y EL MAL SUPREMO ERA EL NÚCLEO DE LA RELIGIÓN PRIMIGENIA Y CASI TODAS LAS ENTIDADES SOBRENATURALES ESTABAN EN UN LADO U OTRO.

El cielo se creó primero como un orbe que podía contener agua, y luego las aguas se separaron entre sí por la tierra, que se plantó con vegetación. Una vez hecho esto, Ahura Mazda creó al toro primordial, Gavaevodata, que poco después fue asesinado por Angra Mainyu (también conocido como Arimán). El cadáver de Gavaevodata fue llevado a la luna y su semilla purificada y, a través de su muerte, nacieron todos los demás animales.

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Entonces se creó el primer ser humano, Gayomartan (también llamado Gayomard o Kiyumars), que era tan hermoso que Angra Mainyu decidió matarlo. Su semilla fue purificada en la tierra por el sol, y de ella creció una planta de ruibarbo, que se convirtió en la primera pareja mortal: Mashya y Mashyanag. Ahura Mazda les dio almas a través de su aliento y vivieron en armonía entre ellos y con el mundo hasta que Angra Mainyu les susurró que él era su verdadero creador y Ahura Mazda un embaucador. La pareja creyó esta mentira y cayó en desgracia y posteriormente fueron condenados a vivir en un mundo de desorden y hostilidad.

Aunque podían elegir vivir bien, incluso bajo estas condiciones, adhiriéndose a la verdad de Ahura Mazda y alejándose de las seducciones de Angra Mainyu. Este conflicto entre el bien supremo y el mal supremo era el núcleo de la religión primigenia y casi todas las entidades sobrenaturales asociadas a la fe estaban en un lado u otro (las excepciones eran los genios y los espíritus o hadas); los humanos también estaban obligados a hacer la misma elección. La visión más primitiva de la vida después de la muerte era la de un oscuro reino de sombras por el que se movía el alma, cuya existencia dependía de las oraciones y la memoria que de ella mantenían los vivos, hasta que cruzaba un río oscuro donde las almas buenas se separaban de las malas.

Más adelante (quizás antes de Zoroastro, pero muy probablemente después de él), la vida después de la muerte se reimaginó para incluir un juicio final en el puente Cinvat (el tramo que separa a los vivos y a los muertos), en el que las acciones de cada uno se sopesaban en una balanza celestial y el concepto de cielo e infierno. Si uno elegía el camino de la verdad, viviría bien y, tras la muerte, encontraría el paraíso en la Casa de las Canción; si uno elegía escuchar a Angra Mainyu, viviría con luchas, confusión y oscuridad y, en la otra vida, sería arrojado al infierno conocido como la Casa de las Mentiras.

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Faravahar at Persepolis
Faravahar en Persépolis
Napishtim (CC BY-SA)

El alma que Ahura Mazda había insuflado en la primera pareja era inmortal e, igual un regalo, había que cuidarla. Ahura Mazda proporcionaba a la gente todo lo que necesitaba y solo quería una cosa a cambio: que cuidaran de su alma escuchando sus consejos y defendiendo los valores que él representaba. Por tanto, el significado de la existencia humana consistía en tomar la decisión de honrar ese don o repudiarlo mediante una adhesión egoísta y voluntaria a Angra Mainyu y sus atractivas, pero en definitiva, falsas promesas.

A los humanos se les concedió el libre albedrío y cada persona debía elegir, por sí misma, qué camino seguir y cómo vivir la vida. Para ayudar a la gente a tomar la decisión correcta, así como para protegerlos de las fuerzas oscuras, Ahura Mazda creó al resto del panteón de dioses y, entre los más populares, estaban:

  • Mitra: dios del sol naciente, los pactos y los contratos.
  • Hvar Ksata: dios del sol en plenitud.
  • Ardvi Sura Anahita: diosa de la fertilidad, la salud, el agua, la sabiduría y, a veces, la guerra.
  • Rashnu: un ángel; el justo juez de los muertos.
  • Verethragna: el dios guerrero que lucha contra el mal.
  • Vayu: dios del viento que ahuyenta a los malos espíritus.
  • Tiri y Tishtrya: dioses de la agricultura y la lluvia.
  • Atar: dios del elemento divino del fuego; personificación del fuego.
  • Haoma: dios de la cosecha, la salud, la fuerza, la vitalidad; personificación de la planta del mismo nombre cuyos jugos traían la iluminación.

Los rituales se centraban en los cuatro elementos, empezando por el fuego (que se encendía en un altar al aire libre) y terminando con el agua (que se honraba como el elemento dador de vida) en presencia del aire y de pie sobre la tierra. También se reconocían los cuatro puntos cardinales. En la antigua religión persa no había templos, como tampoco los hubo más tarde en el zoroastrismo, porque se creía que los dioses estaban en todas partes y eran inmanentes, por lo tanto ningún edificio podía o debía contenerlos.

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El fuego era el símbolo central de la divinidad (la presencia real del dios Atar), pero la tierra, el aire y el agua también se respetaban profundamente como emanaciones sagradas del dios supremo. Aunque los griegos afirmaban que los persas adoraban al fuego y a los elementos, esto no es cierto; ya que lo que adoraban era el poder divino que creó los elementos.

Zoroastro

La antigua religión persa era una tradición oral (no tenía escrituras), por lo que todo lo que se sabe de ella en la actualidad procede de obras escritas tras la revelación del profeta Zoroastro (también llamado Zaratustra) entre 1500 y 1000 a.C. aproximadamente. Parece que la veneración de muchos dioses se extendía al culto de los antepasados, y una clase sacerdotal (posteriormente conocida como magi o magos) que oficiaba los rituales y recitaba los textos sagrados que fueran necesarios. Aunque no había templos, sí existía una burocracia y una jerarquía religiosas con un sacerdote principal y sacerdotes menores a los que la gente llevaba ofrendas a cambio de oraciones y curaciones.

La clase sacerdotal se encontraba entre lo más alto del sistema social persa y era lo suficientemente rica como para poder ofrecer importantes préstamos a través de los cuales recibía intereses. También existía, sin duda, un mercado de estatuillas y amuletos de diversos dioses o entidades que se llevaban como protección, al igual que en Mesopotamia y Egipto. Así pues, no es de extrañar, que cuando se sugirió por primera vez una reforma religiosa, esta no fuera bien recibida por el clero.

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Headdress Detail, Rock-Cut Tombs of Qizqapan
Detalle de un tocado, tumbas excavadas en la roca de Qizqapan
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Se sabe muy poco de la vida de Zoroastro. Se dice que nació de padres nobles persas (Pourusaspa y Dughdova) en Persia oriental y que tuvo cuatro hermanos. Pertenecía a la clase sacerdotal y lo más probable es que comenzara sus estudios bastante joven. A los 30 años, recibió una revelación de la deidad suprema en forma de un ser de luz que apareció en la orilla de un río y se identificó como Vohu Manah, la encarnación del buen pensamiento, las buenas palabras, las buenas acciones y que suele traducirse como «buen propósito».

Vohu Manah era un representante directo del único dios verdadero, Ahura Mazda, que le reveló a Zoroastro que la concepción anterior de la religión (tal como la practicaban los magos) era incorrecta. Sólo había un dios, Ahura Mazda, y Zoroastro sería su profeta.

LA CONVERSIÓN DE VISHTASPA MARCA EL AUGE DE LA ACEPTACIÓN DE LA FE MONOTEÍSTA ZOROÁSTRICA SOBRE LA ANTIGUA CREENCIA POLITEÍSTA.

Zoroastro comenzó a predicar esta revelación y al instante fue rechazado y perseguido. Una secta del clero conocida como los karpans se mostró especialmente hostil, al igual que otro grupo, menos definido, los kawis. Todos ellos eran miembros de la clase sacerdotal noble y veían esta nueva enseñanza como una amenaza para su estatus y trataron de silenciarla rápidamente. Zoroastro se vio obligado a huir de su hogar, pero no renunció a su fe.

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Viajó a la corte del rey Vishtaspa, donde debatió sobre la máxima verdad y la naturaleza de la divinidad con los sacerdotes de la corte de Vishtaspa. Aunque, según los relatos, demostró sus afirmaciones, Vishtaspa no quedó satisfecho y lo hizo encarcelar. Mientras estaba en prisión, Zoroastro curó al caballo favorito de Vishtaspa, que había quedado paralítico, y el rey no sólo lo liberó, sino que se convirtió en su primer converso notable. La conversión de Vishtaspa marca el auge de la aceptación de la fe monoteísta zoroástrica sobre la antigua creencia politeísta.

Esta nueva fe se basaba en cinco principios:

  1. El dios supremo es Ahura Mazda.
  2. Ahura Mazda es todo bondad.
  3. Su eterno oponente, Angra Mainyu, es todo maldad.
  4. La bondad se manifiesta a través de los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas acciones.
  5. Cada individuo tiene libre albedrío para elegir entre el bien y el mal.

Dioses anteriores, como Mitra y Anahita, pasaron a ser emanaciones espirituales de Ahura Mazda y también se reasignaron otras entidades. El concepto del puente Cinvat se tomó de la fe anterior en la que los muertos tenían que cruzar un río oscuro en barca, y este proceso se conocía como el cruce del separador. En el zoroastrismo, se transformó en un puente que se estrechaba y se volvía afilado como el filo de una navaja para los condenados, mientras que para las almas justas se abría, se ensanchaba y era fácil de cruzar. Zoroastro también conservó la visión de los dos perros que custodian el puente y dan la bienvenida a los justos mientras gruñen a los condenados; así como la del ángel Suroosh, guía y guardián de las almas que las protege mientras cruzan, y la de Daena, la santa doncella, que consuela a las almas de los muertos cuando llegan al cruce.

El mundo, según Zoroastro, estaba lleno de espíritus benévolos y malévolos (los ahuras y los daevas) y había que protegerse de las influencias negativas y responder a las positivas. Por último, era responsabilidad de cada uno vivir una vida en concordancia con la verdad, en lugar de una basada en mentiras y, si uno honraba a su creador, viviría una vida plena y productiva y disfrutaría del paraíso después de la muerte.

Sin embargo, incluso si uno fallaba en esto, el castigo en la Casa de las Mentiras no era eterno. Vendría un mesías, el Saoshyant («El que trae beneficios»), que marcaría el comienzo del Frashokereti (El fin de los Tiempos), que traería la reunión de todas las almas con Ahura Mazda y todos serían perdonados. Angra Mainyu sería derrotado y todos vivirían dichosos en compañía de su creador y de aquellos que creían haber perdido a manos de la muerte para siempre.

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Zoroastro continuó predicando esta nueva concepción hasta su muerte a los 77 años. Según los primeros relatos, murió de viejo tras una vida de devoción a su dios, mientras que obras posteriores afirman que fue asesinado por un devoto de la antigua religión.

El Imperio aqueménida y el zorvanismo

En el 550 a.C., Ciro el Grande (que reinó aproximadamente entre 550-530 a.C.) fundó el Imperio aqueménida tras una serie de conquistas y dio gracias por su éxito a Ahura Mazda. Dado que el zoroastrismo estaba muy arraigado en la región en esa época, los primeros estudiosos asumieron automáticamente que Ciro era zoroástrico, pero esto no es necesariamente así. Los estudios modernos han revisado esta opinión porque a Ahura Mazda sin duda se lo invocaba antes del surgimiento del zoroastrismo como la deidad suprema entre muchas otras, del mismo modo que el faraón egipcio Ramsés II (el Grande, que reinó de 1279-1213 a.C.) invocaba a Amón como el rey de los dioses. La invocación de Ahura Mazda por parte de Ciro, por tanto, no significa que fuera zoroastriano, aunque podría serlo.

Cyrus the Great
Ciro el Grande
Siamax (CC BY-SA)

Este mismo argumento se ha aplicado a gobernantes posteriores del Imperio aqueménida como Darío I (el Grande, que reinó de 522-486 a.C.) y Jerjes I (que reinó de 486-465 a.C.) aunque con estos y otros monarcas posteriores, parece más probable asumir que fueran zoroástricos. Las alabanzas a Ahura Mazda aparecen en obras de arte, decretos y dedicatorias, sobre todo en la gran ciudad de Persépolis de Darío I y en la famosa inscripción de Behistún pero, de acuerdo con la política de tolerancia religiosa del Imperio aqueménida, la fe de la casa real no se imponía a la población. Todos los credos eran bienvenidos en el Imperio aqueménida y se permitía a la gente creer y rendir culto a su antojo.

El fomento del pensamiento y la expresión religiosa independientes dio lugar a la llamada «herejía» del zorvanismo a finales del periodo aqueménida. El zorvanismo se desarrolló directamente a partir del zoroastrismo, pero difería significativamente de éste. En el zorvanismo, la deidad suprema era el tiempo (Zorvan), que había creado a las deidades gemelas Ahura Mazda y Angra Mainyu. Ahura Mazda seguía siendo el creador, pero ya no era un ser increado y todopoderoso. En este sistema, Ahura Mazda y Angra Mainyu eran completamente iguales en poder, enzarzados en una lucha cósmica que, aun así, Ahura Mazda terminaría ganando.

El zorvanismo y los sasánidas

El zorvanismo siguió desarrollándose bajo los partos (cuyo gobierno descentralizado fomentaba la libertad de expresión religiosa), pero se materializó plenamente bajo el Imperio sasánida. Los sasánidas hicieron del zoroastrismo la religión estatal, pero no restringieron las actividades de otras religiones y, al parecer, muchos de la clase alta eran en realidad zorvanistas, pero, dado que los dos sistemas se parecían tanto, es difícil afirmarlo con certeza.

LOS REYES SASÁNIDAS APOYABAN CLARAMENTE eL ZOROASTRISMO Y FUERON LOS PRIMEROS EN PLASMAR POR ESCRITO LAS ENSEÑANZAS DE ZOROASTRO.

La asociación de la clase alta con el zorvanismo se debe principalmente a la tendencia de esta hacia una visión fatalista de la vida (en desacuerdo con la preeminencia establecida del libre albedrío en el zoroastrismo), que reconocía la supremacía del tiempo en todos los aspectos de la vida y lo impotentes que eran los seres humanos frente a él. El concepto de «lo que debe ser, será» es el que mejor expresa la visión zorvanista que se desarrollaría más tarde en el arte y la poesía persas.

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Independientemente de la influencia que el zoroastrismo pudiera haber tenido en la monarquía o en la cultura sasánida en general, los reyes sasánidas apoyaron claramente el zoroastrismo y fueron los primeros en plasmar por escrito las enseñanzas de Zoroastro. Anteriormente, el contenido de la escritura conocida como Avesta se memorizaba y transmitía oralmente. El primer rey sasánida, Ardacher I (que reinó de 224-240 d.C.), apoyó la política de poner por escrito los textos sagrados al igual que su hijo y sucesor Sapor I (que reinó de 240-270 d.C.), aunque la obra no se completó hasta el reinado de Sapor II (309-379 d.C.) y no se completó en su forma definitiva hasta el reinado de Cosroes I (531-579 d.C.). A finales del reinado de Cosroes I, el Avesta y otras obras relacionadas con las creencias, prácticas y valores zoroástricos estaban codificadas por escrito en su mayor parte.

Cristianismo e islam

Aunque la fe cristiana era tolerada, e incluso fomentada, bajo los sasánidas, los cristianos no respondieron de la misma manera y consideraban al zoroastrismo un sistema maligno que adoraba a un dios falso. Hacia el final del periodo sasánida, los cristianos apagaron los fuegos de los templos zoroastrianos que se encontraban al aire libre (los altares en los que siempre debía arder la llama del dios) y predicaron contra la fe, instando a la gente a aceptar en su lugar la «verdadera fe» del cristianismo.

En esa época (siglo IV d.C.), el zoroastrismo ya había influido en el desarrollo del cristianismo a través del judaísmo mediante conceptos como un único dios supremo, la importancia del libre albedrío humano y la responsabilidad individual respecto a la salvación, un juicio después de la muerte, un cielo y un infierno, un mesías, un fin de los tiempos y un adversario sobrenatural ante el cual el fiel debe resistirse. Estas influencias serían posteriormente decisivas para el desarrollo del islam a través del cristianismo y el judaísmo, pero en ambos casos la inspiración y el ejemplo zoroástricos no fueron reconocidos y su fe en cambio fue denigrada y demonizada.

Tras la conquista musulmana de Persia en el 651 d.C., los musulmanes destruyeron los templos del fuego o los sustituyeron por mezquitas, quemaron las bibliotecas y los zoroástricos fueron perseguidos o asesinados si no se convertían. Muchos zoroástricos huyeron de la región en busca de seguridad en la India, donde sigue existiendo una gran comunidad zoroástrica, mientras que otros murieron por su fe o se convirtieron al islam. En la actualidad, las comunidades zoroástricas florecen en muchos países y preservan los valores de una de las religiones más antiguas y, sin duda, más originales del mundo.

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Sobre el traductor

Diego Villa Caballero
Profesional en lenguas con estudios literarios. Profesor de castellano, escritor, traductor y entusiasta de la historia. Áreas de interés: literatura, artefactos antiguos, la historia de las religiones, la astrología, la arquitectura, la historia militar y del arte.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es cofundador y director de contenido de la World History Encyclopedia. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2019, diciembre 11). Antigua religión persa [Ancient Persian Religion]. (D. V. Caballero, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18650/antigua-religion-persa/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Antigua religión persa." Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 11, 2019. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-18650/antigua-religion-persa/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Antigua religión persa." Traducido por Diego Villa Caballero. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 11 dic 2019, https://www.worldhistory.org/Ancient_Persian_Religion/. Web. 18 jul 2025.

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