Intervención francesa en la Revolución estadounidense

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Harrison W. Mark
por , traducido por Antonio Elduque
Publicado el 04 marzo 2022
Disponible en otros idiomas: inglés, afrikáans, chino, francés
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La intervención de Francia en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1775-1783) no solo fue significativa para el progreso de la guerra sino que también fue un momento crítico para Francia. Mientras que la intervención francesa en la guerra ayudaría a inclinar la balanza a favor de los americanos, la deuda en que hubo de incurrir contribuiría al estallido de la Revolución francesa (1789-1799).

Siege of Yorktown (1781)
Asedio de Yorktown (1781)
Auguste Couder (Public Domain)

Las tensiones entre Francia y Gran Bretaña habían existido durante siglos, y se habían agudizado por la reciente derrota humillante de Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763). El creciente sentimiento proamericano, junto con la nostalgia por los grandes héroes de la historia de Francia, contribuyeron al deseo de guerra de los franceses, a la vez que el gobierno del rey Luis XVI (que reinó de 1774 a 1792) la vio como una forma ideal de recuperar algo del prestigio y poder perdidos tras la derrota de Francia.

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La victoria de Francia y sus aliados americanos, consolidada con la firma del Tratado de París de 1783, reafirmó el estatus de Francia como gran potencia militar y dio paso a la independencia de los Estados Unidos. Sin embargo, la participación de Francia dañó seriamente su economía, un problema que su gobierno fue incapaz de resolver. Las consecuencias de esa deuda, junto con el gasto continuo del Estado, fueron algunas de las causas más inmediatas de la Revolución francesa y de la caída del Ancien Régime.

Patriotas y política

El fin de la Guerra de los Siete Años, en 1763, tendría profundas consecuencias, que afectarían al resto del siglo XVIII y, de hecho, al curso de la historia. Uno de tales efectos puede verse en la culminación del endeudamiento del gobierno británico, necesario para ganar la guerra. Para devolver esa deuda, el Parlamento británico instauró diversos impuestos sobre las trece colonias americanas, durante el resto de la década de 1760 y el principio de la de 1770. En parte, el motivo de esos impuestos era que la guerra había comenzado para defender esas colonias, que deberían ayudar a pagar su resultado. La resistencia a esos impuestos por parte del pueblo americano, en especial su clase terrateniente, fue uno de los factores importantes en el estallido, en 1775, de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

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La Paz de 1763 había despojado a Francia de gran parte de sus posesiones coloniales en Norteamérica, especialmente de Canadá.

Un segundo efecto del final de la Guerra de los Siete Años pudo verse en Francia, la nación derrotada. La Paz de 1763 le había despojado de gran parte de sus posesiones coloniales en Norteamérica, especialmente de Canadá. El hecho de cederla al Reino Unido no era en sí una gran pérdida, porque en los últimos años se había convertido en una carga financiera, pero el daño al estatus y prestigio de Francia como gran potencia era un problema. La Guerra de los Siete Años no había sido más que el último de una serie de conflictos entre Francia y el Reino Unido, que se remontaba a 1689, y que algunos historiadores modernos denominan la Segunda Guerra de los Cien Años (1689-1815). Como tal, la derrota de Francia era especialmente vergonzosa, y muchos oficiales franceses empezaron a buscar una excusa para vengarse.

Con la subida al trono de Luis XVI (1754-1793) en 1774, esa excusa apareció en el horizonte. Las tensiones entre el Reino Unido y sus trece colonias estaban casi en ebullición, y muchos de los ministros de Luis querían participar en la acción. En 1776, cuando la ruptura de hostilidades llevó a las colonias a declarar su independencia, el conde de Vergennes (1719-1787), ministro de asuntos exteriores de Francia, declaró que “la Providencia ha señalado este momento para la humillación de Inglaterra” y trabajó para persuadir al nuevo rey, sin experiencia y con sólo 22 años de edad, de que interviniera (Doyle, 66).

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Aunque podría argumentarse que las inclinaciones belicosas de personajes como Vergennes provenían de una apuesta por el poder fría y calculadora, no puede decirse lo mismo de la población francesa, buena parte de la cual apoyaba de manera genuina los objetivos de la Revolución estadounidense y quería la venganza contra el Reino Unido. Muchos en los círculos aristocráticos franceses ya veían a América con una mirada romántica, como una sociedad renovada, separada del cinismo y la debilidad del Viejo Mundo, con sus colonos dotados de los tan admirados rasgos de inocencia y libertad. Los compromisos con la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad establecidos por Thomas Jefferson (1743-1826) en la Declaración de Independencia, hablaban de los mismos ideales de la Ilustración que se habían hecho tan populares en Francia.

Los líderes americanos como George Washington (1732-1799) gozaban de gran admiración entre los franceses, y quizás ninguno tanto como su embajador en Francia, Benjamin Franklin (1706-1790). Actuando dentro del estereotipo del Nuevo Mundo como un lugar de libertad e inocencia, Franklin vestía, en las audiencias judiciales, un modesto abrigo marrón, y comenzó a utilizar un sombrero de piel de castor. Conocedor del ansia de conocimientos científicos por parte de la élite francesa, Franklin encontró un respaldo a su reputación como una mente científica con la traducción al francés de su revista, Almanaque del pobre Richard. La imagen de Franklin como un americano ilustrado, educado y sin pretensiones, dio al público francés exactamente lo que quería. En la cúspide de la celebridad de Franklin, no podía salir de su hogar parisino sin ser rodeado por sus fans, que le adoraban, y su imagen, que aparecía en muñecos, tabaqueras, y tinteros, fue durante un tiempo más popular que la del rey.

Benjamin Franklin Drawing Electricity From the Sky
Benjamin Franklin atrayendo la electricidad del cielo
Benjamin West (Public Domain)

Con el comienzo de la Guerra de Independencia, los franceses empezaron a mostrar su apoyo con grabados conmemorativos de las victorias americanas sobre los británicos, mientras que los miembros de la alta sociedad francesa empezaron a considerar al número 13 como un símbolo, como representación de las 13 colonias; se encontraban en grupos de 13 personas, cada una con el emblema de una de las 13 colonias, antes de hacer 13 brindis por la victoria americana.

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El apoyo popular en Francia a la guerra vino de un resurgimiento de su propio patriotismo. Muchos en Francia trataban de superar la derrota de 1763 con una mirada nostálgica a sus héroes históricos. Figuras como Enrique IV de Francia (que reinó de 1589 a 1610) y Juana de Arco (1412-1431) eran las favoritas, junto con héroes más recientes como el marqués de Montcalm (1712-1759), que sacrificó su vida luchando contra los odiados británicos. En palabras del académico Simon Schama, la publicación de una antología histórica, Retratos de grandes hombres ilustres de Francia, que conmemoraba a dichos personajes, creó un “nuevo y exclusivo panteón de héroes de Francia” (Schama, 32). El patriotismo creciente y el sentimiento antibritánico podían ser vistos también en los escenarios; la obra El sitio de Calais, de 1765, del dramaturgo Pierre de Belloy, mostraba a los mártires franceses sacrificando sus vidas a la cólera de los invasores ingleses. Esa obra, que mostraba a los ingleses como villanos, fue inmensamente popular y en su estreno atrajo a 19.000 espectadores.

A pesar de ese fervor por la acción de ministros franceses como Vergennes y del público en general, también había quienes pensaban que la intervención no era una buena idea. Anne Robert Jacques Turgot, el Controlador General de Francia, era consciente del peso de la deuda contraída como consecuencia de las guerras previas, y predijo que Francia no podría soportar financieramente otra guerra. En 1776, Turgot denunció la intervención en América planeada por Vergennes, avisando de que una guerra así acabaría de forma irreversible con cualquier esperanza de reforma financiera, prediciendo que “el primer disparo llevaría al estado a la bancarrota” (Doyle, 66). Los avisos casi proféticos de Turgot cayeron en saco roto, y fue despedido en mayo de 1776.

Ayuda a los americanos

En 1776, el órgano de gobierno de las 13 colonias, el Congreso Continental, envió a París al abogado de Connecticut Silas Deane, con la misión de negociar el apoyo francés. Deane se reunió con Vergennes, explicándole que los americanos tenían suficientes hombres para derrotar a los británicos, pero que necesitaban armas, munición y dinero. Viéndolo como una forma de luchar contra los británicos relativamente poco costosa, Vergennes fundó una compañía comercial privada para reconducir en secreto a los americanos uniformes, munición y armas sobrantes francesas, remanente de la Guerra de los Siete Años, a cambio de productos como tabaco, algodón y aceite de ballena.

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Charles Gravier, count of Vergennes
Charles Gravier, conde de Vergennes
Antoine-François Callet (Public Domain)

Cuando los americanos, bajo el mando de George Washington, fueron derrotados en la batalla de Long Island, el Congreso se dio cuenta de que esa ayuda era insuficiente, y envió nuevamente a Deane para negociar con Vergennes una alianza de Francia más sustancial. Incapaz de comprometerse a una guerra directa con el Reino Unido, Vergennes acordó enviar oficiales franceses para adiestrar a las tropas americanas, a cambio de que a esos oficiales se les asignaran cargos relevantes en el Ejército Continental y de que Washington fuera reemplazado en el mando de este por un generalísimo francés. El hombre que Vergennes tenía in mente para dicha tarea era Victor-François de Broglie, II Duque de Broglie, a quien se le ordenó presentar a Deane una lista de oficiales para ser propuestos para el Ejército Continental. Uno de los oficiales recomendados a Deane por de Broglie era un aristócrata joven y ambicioso, Gilbert du Motier, marqués de Lafayette (1757-1834).

Luis XVI se opuso inicialmente a los planes clandestinos de Vergennes para ayudar a los americanos, recordando las advertencias de Turgot, y reacio a provocar la guerra con los británicos. Vergennes argumentó que el deber de Francia era derrotar a Inglaterra a toda costa, recordando al rey que:

Inglaterra es el enemigo natural de Francia…El objetivo permanente y más apreciado de su política ha sido, si no la destrucción de Francia, como mínimo su derrocamiento, su humillación, su ruina… Todos los medios para reducir el poder y la grandeza de Inglaterra…son justos, legítimos e incluso necesarios. (Unger, 19)

El rey quedó persuadido por las palabras de su ministro y cambió de opinión, aprobando el plan de Vergennes, aunque este pronto se frustraría al ser descubierto por agentes británicos. Cuando se vio amenazado con la guerra si se autorizaba a los oficiales franceses partir hacia América, Luis XVI se echó atrás. A pesar del subsecuente decreto real prohibiendo que cualquier oficial francés se aventurara en América, bajo pena de prisión, Lafayette se escabulló de Francia a bordo de la nave Victoire. Al llegar a las colonias, se le concedió el rango de mayor general en el Ejército Continental, alcanzando la fama con sus victorias militares y convirtiéndose en uno de los hombres de confianza de Washington. Le seguirían otros oficiales franceses, pero la conjura de Vergennes para reemplazar a Washington por de Broglie no llegaría a materializarse, porque Washington recuperó rápidamente su popularidad.

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Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert Motier, Marquis De Lafayette
Marie Joseph Paul Yves Roch Gilbert Motier, marqués de Lafayette
Charles Wilson Peale (Public Domain)

El heroísmo de Lafayette, el deseo público de guerra, y la capacidad de persuasión de hombres como Franklin y Vergennes, pronto empujaron a Luis XVI hacia la guerra. Al llegar las noticias de la sorprendente victoria de los americanos en la Batalla de Saratoga, en 1777, creció un renovado entusiasmo en Francia por la Revolución estadounidense, y finalmente Luis XVI dio permiso a Vergennes para negociar una alianza militar con los americanos.

La Guerra anglo-francesa

Habiendo finalmente conseguido su objetivo de implicar a Francia en la Guerra en América, Vergennes entró en acción. El 6 de febrero de 1778, Francia reconoció la independencia de los Estados Unidos y firmó un tratado de alianza con ellos. Construyendo una alianza con los borbones españoles y la república holandesa, Vergennes presentó al Reino Unido como agresor, declarando que esta nueva coalición solamente intervenía para preservar la independencia de los americanos. En marzo, Francia y el Reino Unido estaban oficialmente en guerra. Aunque fuera parte de la Guerra de Independencia de los Estados Unidos, el conflicto específico entre el Reino Unido y Francia durante este período fue conocido como la Guerra Anglo-francesa de 1778, o también como la Guerra Borbónica.

La rendición de este ejército británico en octubre de 1781 fue el momento decisivo que puso fin de manera efectiva a la guerra en Norteamérica.

Los primeros años de la intervención de Francia en la guerra fueron un fracaso. Una flota al mando del conde d’Estaing llegó frente a la ciudad de Nueva York, controlada por los británicos, en el verano de 1778, pero fue incapaz de entrar en el puerto y atacar la ciudad. A continuación, navegó hacia Newport, Rhode Island, esperando unirse a los americanos y conquistar la ciudad, pero el ataque fracasó por una combinación de mal tiempo y de falta de cooperación entre soldados franceses y americanos. D’Estaing volvió al año siguiente, esta vez dirigiéndose contra Savannah, Georgia, también controlada por los británicos. Tras un bombardeo naval infructuoso, lanzó un asalto terrestre, que también fue rechazado. El mismo año, la invasión planeada de Gran Bretaña, que implicaba a un ejército de 30.000 hombres bajo el mando de Lafayette, y que tenía que ser conducida a través del Canal de la Mancha por una flota de naves españolas, fue desbaratada por una epidemia de viruela entre los tripulantes españoles, un tiempo tempestuoso y una flotilla británica que se desplazó para defender el Canal.

La situación mejoró notablemente en 1780, cuando 6000 soldados franceses, bajo el mando del conde de Rochambeau, desembarcaron en Rhode Island. A diferencia de d’Estaing, que rechazaba recibir órdenes de los americanos por su rango nobiliario, Rochambeau dejó a un lado sus sentimientos aristocráticos y aceptó la autoridad del general Washington. Después de que un ejército americano bajo el mando de Lafayette atrapara a un gran contingente británico en la población portuaria de Yorktown, Washington y Rochambeau colaboraron para aprovechar su ventaja; mientras Washington se dirigía por tierra en ayuda de Lafayette, una flota francesa bloqueó a los británicos por mar. La rendición del ejército británico en octubre de 1781 fue el momento decisivo que puso fin de manera efectiva a la guerra en Norteamérica.

Sin embargo, el teatro de operaciones norteamericano resultó ser uno entre muchos, porque la entrada de Francia, España y Holanda llevó a la guerra a una escala global. El 24 de junio de 1779, los ejércitos aliados borbónicos de Francia y España asediaron a los británicos en Gibraltar. El sitio continuó después de que la guerra en Norteamérica se decidiera en Yorktown, y el asalto final a gran escala a Gibraltar no llegó hasta septiembre de 1782. El cerco no se levantaría hasta febrero de 1783.

The Sortie Made by the Garrison at Gibraltar
La salida de la guarnición en Gibraltar
John Trumbull (Copyright)

La guerra también se libró en el Caribe y en la India, donde las dos grandes potencias todavía tenían colonias. Tras la victoria en Yorktown, la flota francesa conquistó Dominica, Granada, San Vicente y Tobago, en las Indias Occidentales, antes de ser finalmente detenida por una flota británica en la Batalla de los Santos, en abril de 1782. Esta batalla naval fue considerada la mayor victoria británica sobre los franceses durante la guerra. En la India, el conflicto entre el Reino Unido y Francia provocó que los británicos atacaran al aliado de esta, el Reino de Mysore, dando lugar a la Segunda Guerra Anglo-Mysore, en 1778. El asedio de Cuddalore, que comenzó en julio de 1783, fue una de las últimas acciones de la guerra, que acabó sólo cuando se anunciaron las negociaciones preliminares de paz.

Al extenderse el conflicto por muchas zonas diversas del mundo, la necesidad de financiación se hizo cada vez más vital. Le correspondió a Jacques Necker (1732-1804), un banquero de Ginebra que en 1776 había sido nombrado ministro de finanzas por Luis XVI, conseguir esos fondos. Decidido a no aumentar los impuestos, Necker financió la intervención francesa en la guerra mediante préstamos. Entre 1777 y su dimisión en 1781, Necker consiguió 520 millones de libras en préstamos, acumulando una deuda aún mayor en un estado que ya la tenía en abundancia. Tras su dimisión, su sucesor, Joly de Fleury, se vio obligado a aumentar los impuestos y consiguió 232 millones de libras adicionales. Al final de la guerra, en septiembre de 1783, Francia había gastado más de 1600 millones de libras luchando contra los británicos.

Consecuencias

Por el Tratado de París de 1783 no retornó a Francia ninguno de los territorios perdidos en la paz de 1763. Todo lo capturado en la Guerra de Independencia fue devuelto a sus propietarios originales, con la excepción de Tobago y parte del área del río Senegal, que Francia conservó. España recuperó Florida y Menorca, aunque Gibraltar permaneció bajo control británico. Por supuesto, se reconoció la independencia de los Estados Unidos, que pasaron a ser oficialmente una nación.

A todos los efectos, aparentemente Francia había conseguido todo lo que se había propuesto. Había humillado a los británicos y les había privado de sus 13 colonias, a la vez que recuperado su estatus de superpotencia. El rey Luis XVI, impresionado por la eficacia de la armada francesa durante la guerra, siguió con la financiación del puerto de Cherburgo, que podría servir de base, eventualmente, para una futura invasión de Gran Bretaña. Resultaría ser un proyecto muy costoso con muy poco beneficio.

Louis XVI of France
Luis XVI de Francia
Joseph-Siffred Duplessis (Public Domain)

Por lo que respecta a la propia Francia, el legado de su intervención en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos fue una deuda descomunal. La política de Necker de no subir los impuestos puede que le hiciera ganarse la simpatía del público, pero no hizo nada para aliviar la carga financiera del estado. De hecho, Necker llegó a publicar un informe de las finanzas de Francia, en febrero de 1781, conocido como Compte rendu au roi (informe al rey), en el que reportaba un superávit de los ingresos con respecto a los gastos ordinarios, de más de 10 millones de libras. Sin embargo, ese informe no incluía las cuentas extraordinarias, que incluían el coste real de la guerra. Si se hubiera publicado el dato, se habría evidenciado que Francia afrontaba un déficit significativo.

La Revolución estadounidense siguió siendo popular en las mentes de muchos ciudadanos franceses, que la veían como una manifestación de los ideales de la Ilustración. El patriotismo en Francia ya estaba en auge antes de la Revolución estadounidense, pero su éxito vino a probar que el cambio era realmente posible.

Sin el apoyo francés, es dudoso que los americanos pudieran haber triunfado sobre los británicos. Pero los impactos de la guerra sobre Francia fueron completamente negativos; a pesar de recuperar algo de su prestigio y su gloria, Francia no debilitó al Reino Unido tanto como quería, y aumentó su propia deuda en más de 1000 millones de libras. La guerra y el gasto que trajo consigo resultarían fatales para la monarquía francesa; menos de seis años después de la firma del Tratado de París, la caída continua en espiral de las finanzas francesas conduciría al comienzo de la Revolución francesa.

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Sobre el traductor

Antonio Elduque
Soy doctor en Química y trabajo en el sector biomédico. También licenciado en Humanidades, especialmente aficionado a la Historia. Me gusta traducir porque obliga a una lectura lenta y cuidadosa, buscando el sentido del texto más que el significado de las palabras.

Sobre el autor

Harrison W. Mark
Harrison Mark se graduó de la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, donde estudió Historia y Ciencias Políticas.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, H. W. (2022, marzo 04). Intervención francesa en la Revolución estadounidense [French Involvement in the American Revolution]. (A. Elduque, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1955/intervencion-francesa-en-la-revolucion-estadounide/

Estilo Chicago

Mark, Harrison W.. "Intervención francesa en la Revolución estadounidense." Traducido por Antonio Elduque. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 04, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1955/intervencion-francesa-en-la-revolucion-estadounide/.

Estilo MLA

Mark, Harrison W.. "Intervención francesa en la Revolución estadounidense." Traducido por Antonio Elduque. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 04 mar 2022. Web. 05 dic 2024.

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