La indulgencia medieval era un documento ofrecido por la Iglesia, a cambio de dinero, que garantizaba la remisión de los pecados, y su abuso fue la chispa que inspiró las 95 tesis de Martín Lutero. Lutero (1483-1546) afirmaba que la venta de indulgencias no tenía fundamento bíblico, desafiando así la autoridad de la Iglesia y su pretensión de ser la representante de Dios en la tierra.
Johann Tetzel vendiendo indulgencias
Johann Daniel Lebrecht Franz Wagner (Public Domain)
Las indulgencias no eran algo nuevo y se basaban en el concepto del «tesoro de la Iglesia», según el cual los laicos podían utilizar los méritos de Jesucristo, la virgen María, los santos y otros que habían llevado vidas ejemplares para reducir su tiempo, o el de un ser querido, en el purgatorio o remitir la pena del pecado en esta vida. Inicialmente, la venta de una indulgencia llevaba consigo la expectativa de que el comprador realizaría actos penitenciales, pero, para la época de Martín Lutero, pagar dinero por el mandato judicial se consideraba con frecuencia suficiente.
Lutero se oponía a esta práctica en sus sermones antes de 1517, pero cuando el vendedor de indulgencias Johann Tetzel (en torno a 1465-1519) llegó a su región en 1516, Lutero redactó sus 95 Tesis, una serie de argumentos sobre las indulgencias, y las publicó para eldebate académico. Sus partidarios tradujeron el documento del latín al alemán y lo publicaron al mismo tiempo que Albrecht von Brandenburg, arzobispo de Maguncia, a quien Lutero había enviado una copia, lo remitía al papa León X. Estos dos hechos convirtieron los 95 temas de debate de Lutero en cuestionamientos directos a la autoridad de la Iglesia, que, al intentar silenciarlo, solo logró radicalizarlo, dando inicio así a la Reforma protestante.
Indulgencias antes de 1400
La indulgencia se entendía como prueba de la disposición de Dios para perdonar, ya que alguien de gran mérito espiritual había avalado al pecador.
La forma más temprana de indulgencia surgió después del reinado del emperador romano Decio (249-251), quien, al perseguir a los cristianos, exigió un documento que certificara que habían realizado sacrificios a los dioses romanos. Los cristianos que lo hacían debían negar su fe y luego, al intentar ser readmitidos, se les rechazaba por haberlo hecho. Algunos de estos "caídos" entonces presentaban un escrito atribuido a un mártir o a un miembro respetado de la Iglesia fallecido, que avalaba su fe en Cristo, y eran recibidos nuevamente en la comunidad. Esto se considera la indulgencia más temprana, ya que sentó la base de la política de indulgencia, que fue el núcleo de los documentos posteriores.
Aunque no parece haber habido un desarrollo de la teología detrás de la indulgencia en ese momento, la aceptación del documento sugiere que confería a los «caídos» los méritos espirituales, adquiridos en abundancia y ya no necesarios, del mártir. Los «caídos» todavía necesitaban hacer penitencia, pero el decreto aseguraba a la Iglesia primitiva que la persona era digna de readmisión. El académico John Bossy escribe:
La institución tiene sus orígenes en el régimen anterior de la penitencia pública, y el término se usaba para referirse a la remisión, disminución o conversión de la pena impuesta al pecador durante su readmisión a la comunidad de la Iglesia. También abarcaba el compromiso de la Iglesia de ofrecer sus oraciones o sufragios a Dios para que él también se redimiera. (54)
La indulgencia (que significa «ser amable con» o «indulgente con») se entendía como una prueba de la voluntad de Dios de perdonar, ya que alguien de gran mérito espiritual había respondido por el pecador. Este concepto condujo al desarrollo del concepto del «tesoro del mérito» (también conocido como el «tesoro de la Iglesia») que sostenía que los necesitados de su propia salvación podían recurrir a una cierta cantidad de mérito espiritual, construido por los actos desinteresados de Cristo, la Virgen María, los santos y los mártires.
Sin embargo, el pecador aún tenía que demostrar que era digno de perdón realizando actos penitenciales. Los actos impuestos dependían del sacerdote que escuchaba la confesión, y en algunos casos, los pecados de una persona podían requerir actos que simplemente no era capaz de cumplir debido a su edad, salud o responsabilidades sociales, por lo que se imponía una multa, y este dinero se utilizaba para causas caritativas como la construcción y mantenimiento de iglesias, hospitales, orfanatos y otras instituciones similares.
Papa Urbano II
Muskiprozz (CC BY-SA)
En 1095, el papa Urbano II concedió indulgencias a todos aquellos que participaran en la primera cruzada (1095-1102). Al realizar este acto, uno era absuelto de todo pecado, pero aquellos que no podían participar podían pagar una cierta suma por una indulgencia. San Alberto Magno (en torno a 1200-1280) y el Padre de la Iglesia Tomás de Aquino (1225-1274) desarrollaron aún más el concepto del tesoro de méritos, justificando así la indulgencia como la manifestación física de una transacción espiritual en la que se recibía un sobrante de «puntos» espirituales a cambio de actos de penitencia que, de otro modo, no tendrían tanto valor.
Indulgencias posteriores a 1400
Sin embargo, la política relativa a las indulgencias cambió gradualmente a medida que su venta comenzó a contribuir de manera más significativa a los ingresos de la Iglesia medieval. Los fieles notaron que a algunas personas se les permitía simplemente pagar por la remisión de los pecados y eludir la penitencia. Los perdonadores (un cargo de la Iglesia dedicado a la venta de indulgencias) iban de ciudad en ciudad ofreciendo sermones elaborados diseñados para asustar a la gente y convencerla de comprar indulgencias para sí mismos o para sus seres queridos que sufrían por sus pecados en el purgatorio. Bossy escribe:
Para 1400, [las indulgencias] se habían asociado con diversas obras, de las cuales la cruzada la más importante, pero también incluían mejoras públicas como la construcción de puentes o iglesias. Se había establecido que estas obras podían llevarse a cabo por medio de un representante o conmutarse por dinero; la concesión de indulgencias se había convertido en un monopolio papal. En respuesta a la objeción de que los pecados no podían ser perdonados sin que se hubiera realizado la expiación correspondiente, teólogos como Tomás de Aquino desarrollaron la noción del tesoro de la Iglesia. La penitencia satisfactoria que correspondía a una persona podía ser cumplida por otra, siempre que la relación entre ambas partes fuera lo suficientemente estrecha como para que lo realizado por una de ellas pudiera ser considerado, por Dios y por la Iglesia, como hecho por la otra. (54)
La Iglesia podía aceptar los actos penitenciales de una persona, o esta podía pagar una cierta cantidad de dinero en penitencia, lo que le permitía acceder al tesoro del mérito (tesoro de la Iglesia). Ese mérito podía aplicarse a uno mismo en esta vida, guardarse para uno mismo en la siguiente para acortar el tiempo en el purgatorio o, a cambio de la cantidad adecuada, eludir el purgatorio por completo, o aplicarse a familiares y amigos ya considerados como sufrientes en los fuegos penitenciales en el reino entre el infierno y el cielo.
El demonio vendiendo indulgencias
Packare (Public Domain)
Aunque la Iglesia denunció oficialmente a los perdonadores sin escrúpulos (como el que aparece en Los cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer) y a otros vendedores de indulgencias, continuó beneficiándose de su labor, al igual que la nobleza que permitía las ventas en sus dominios. Los documentos enviados a Roma a menudo se alteraban para mostrar menos indulgencias vendidas, y la mitad, o más de la mitad, de las ganancias se destinaban al noble regional.
La venta de indulgencias y Johann Tetzel
La política de la Iglesia de aceptar el pago monetario sin actos de penitencia continuó a medida que los documentos se hicieron más populares y el pueblo empezó a ver a los vendedores como una forma de entretenimiento acompañada de la promesa de salvación. Los creyentes entregaban gustosamente su dinero a los vendedores que prometían resultados inmediatos con frases populares como: «Cuando el oro en la caja suena, el alma rescatada hacia el cielo asciende» (también citada como «Cuando el dinero en la caja suena, el alma del purgatorio asciende»). La gente estaba ansiosa por pagar las indulgencias y emocionada por el tipo de exhibiciones de «fuego y azufre» que los vendedores de indulgencias traían a la ciudad. La académica Lyndal Roper comenta:
Nadie obligaba a la gente a comprar indulgencias, pero había un gran mercado para ellas. Cuando los vendedores de indulgencias llegaban a una ciudad, la bula papal [la carta que aprobaba la indulgencia, con el sello de plomo del Papa pegado] se llevaba sobre un paño de satén o de oro, y todos los sacerdotes, monjes, concejos municipales, maestros de escuela, escolares, hombres, mujeres, doncellas y niños, todos se encontraban cantando en procesión con banderas y velas. Se tocaban todas las campanas, se tocaban todos los órganos...el vendedor de indulgencias era llevado a las iglesias y se erigía una cruz roja en el centro de la iglesia donde sería colgado el estandarte papal. El sistema estaba tan bien organizado que las indulgencias se imprimían localmente en pergamino, y se completaban con el nombre de la persona para quien se compraban. (xx-xxi)
En 1516, el arzobispo de Maguncia, Albrecht von Brandenburg, recibió la aprobación del papa León X para vender indulgencias en su región. Albrecht estaba muy endeudado con la familia bancaria Fugger, que había financiado la compra de su oficina eclesiástica y, al mismo tiempo, le había prometido una suma significativa a Roma para ayudar a construir la basílica de San Pedro. El papa León X también requiría una gran afluencia de efectivo para San Pedro, ya que el antiguo edificio estaba casi en ruinas, y esperaba que su legado fuera una gran estructura nueva. Los dos acordaron dividirse las ganancias provenientes de las ventas entre ellos.
Retrato de Johann Tetzel
Rijksmuseum (CC BY-NC-SA)
Uno de los vendedores de indulgencias más efectivos, Johann Tetzel, fue enviado a la región y comenzó sus actuaciones habituales, en las que a menudo había exhibiciones pirotécnicas que simulaban los fuegos del purgatorio que uno podía pagar para evitar, para las multitudes que se reunían. A Tetzel a menudo se le atribuye haber acuñado el eslogan sobre el cofre y la moneda, pero parece que existía antes de su tiempo. Si no lo acuñó, ciertamente parece haberlo usado con pleno efecto. Martín Lutero, profesor de la Universidad de Wittenberg, había criticado las indulgencias en sus sermones anteriores, pero ahora con Tetzel al alcance de su mano, sentía que necesitaba involucrar a sus compañeros teólogos y clérigos en un debate sobre la eficacia y la moralidad de las ventas de indulgencias.
El ataque de Lutero a las indulgencias
El 31 de octubre de 1517, según el relato tradicional, Lutero publicó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia del Castillo en Wittenberg. Eligió esta fecha, la víspera de Todos los Santos, porque la iglesia de la ciudad abriría en el Día de Todos los Santos para la exposición de reliquias y la venta de indulgencias. Después de publicarlas, envió una copia a Albrecht von Brandenburg, sin saber nada del trato del arzobispo con el Papa. Las tesis, escritas en latín, eran una práctica común para invitar al debate y nunca pretendieron ser más que esto.
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Las noventa y cinco tesis de Lutero clavadas en la puerta de la iglesia de Wittenberg
Eikon Film and NFP Teleart (Copyright)
Cuando Albrecht von Brandenburg finalmente recibió las tesis, las hizo verificar por herejía y luego las envió a Roma, elevándolas al estado de un asunto oficial para la Iglesia. Al mismo tiempo, a principios de 1518, los seguidores de Lutero tradujeron las tesis al alemán y las publicaron, presentando al público en general lo que claramente parecían ser noventa y cinco cuestionamientos de la autoridad papal y a las políticas de la Iglesia. La postura de Lutero sobre las indulgencias se aclara a lo largo de las tesis y en su posterior ataque a ellas:
Las indulgencias son positivamente perjudiciales para el receptor porque impiden la salvación al desviar la caridad e inducir una falsa sensación de seguridad. A los cristianos se les debería enseñar que el que da a los pobres es mejor que el que recibe un perdón. El que gasta su dinero en indulgencias en lugar de aliviar la necesidad no recibe la indulgencia del papa, sino la indignación de Dios... Las indulgencias son sumamente perniciosas porque inducen a la complacencia y, de este modo, ponen en peligro la salvación. Están condenados aquellos que creen que las cartas de indulgencia les garantizan la salvación. (Bainton, 69)
Al principio, Lutero solo quería un debate abierto sobre el tema de las indulgencias y la verdadera penitencia, pero cuando sus tesis se convirtieron en un punto de apoyo popular para los campesinos contra el statu quo y también fueron respaldadas por el soberano inmediato de Lutero, Federico III (el Sabio, 1463-1525), la Iglesia intentó silenciarlo, y Lutero respondió cuestionando toda la jerarquía, visión y legitimidad de la Iglesia. Roper comenta:
Al atacar la comprensión de la penitencia, Lutero estaba golpeando implícitamente el corazón de la Iglesia papal y todo su edificio financiero y social, que trabajaba en un sistema de salvación colectiva que permitía a las personas orar por los demás y así reducir su tiempo en el purgatorio. Financiaba a todo un proletariado clerical de sacerdotes pagados para recitar misas de aniversario por las almas de los difuntos. Pagaba por mujeres piadosas laicas en casas de caridad, quienes rezaban por las almas de los muertos para aliviar su camino a través del purgatorio. Pagaba las cofradías que rezaban por sus miembros, decían misas, realizaban procesiones y financiaban altares especiales. En resumen, el sistema estructuraba la vida religiosa y social de la mayoría de los cristianos medievales. En su centro estaba el papa, que era el administrador del tesoro de «méritos», gracia que se podía distribuir a otros. Atacar las indulgencias, por lo tanto, tarde o temprano conduciría a un cuestionamiento del poder papal. (xx)
Esto es precisamente lo que sucedió, y los acontecimientos evolucionaron rápidamente entre 1518-1521, tiempo durante el cual Lutero atacó directamente a la autoridad papal y fue excomulgado. En la Dieta de Worms de 1521, se le ordenó que retractara sus palabras o sería marcado como hereje y proscrito.El discurso de Lutero en la Dieta de Worms, o como llegó a conocerse su discurso de «Aquí estoy», explicó su posición de manera elocuente; se mantuvo firme en sus convicciones. Sin duda, habría sido arrestado y ejecutado después, pero Federico III le dio protección en secreto en su castillo de Wartburg.
Una vez en Wartburg, Lutero fue libre de redactar objeciones más detalladas y poderosas a la política de la iglesia, así como de traducir el Nuevo Testamento del latín al alemán, desafiando la prohibición de la Iglesia al respecto. La insistencia de Lutero en la primacía de la fe y las Escrituras socavó la afirmación de la Iglesia de ser el único representante de Dios en la tierra. En vez de eso, Lutero afirmó que la Iglesia y su papa eran anticristos, un obstáculo para los creyentes, quienes fingían estar ordenados por Dios al amenazar a los cristianos con tormentos en el más allá, en el infierno y el purgatorio. Las indulgencias, según Lutero, eran uno de los medios más efectivos que tenían. El erudito Roland H. Bainton comenta sobre cómo la Iglesia usaba las indulgencias para mantener el poder sobre la gente:
La explicación radica en las tensiones que la religión medieval inducía deliberadamente, jugando alternativamente con el miedo y la esperanza. El infierno se avivaba, no porque los hombres vivieran en un temor perpetuo, sino precisamente porque no lo hacían, y para infundir suficiente miedo que los impulsara a acercarse a los sacramentos de la Iglesia. Si estaban petrificados de terror, se introducía el purgatorio como una forma de mitigación, un lugar intermedio donde aquellos que no eran lo suficientemente malos para el infierno ni lo suficientemente buenos para el cielo pudieran hacer una expiación adicional. Si esta mitigación generaba complacencia, se incrementaba la severidad del purgatorio, y luego la presión volvía a aliviarse mediante las indulgencias. (12)
La negativa de la Iglesia a aceptar las críticas de Lutero condujo, primero, a la Reforma en Alemania y luego en otras naciones, ya que los desafíos de Lutero inspiraron a otros a hacer lo mismo que él. En Suiza, Ulrico Zuinglio (1484-1531) estuvo influido directamente por Lutero, igual que lo estaría Juan Calvino (1509-1564) en Francia. Una vez que la autoridad de la Iglesia ya no era absoluta, los reformadores comenzaron a aparecer en diferentes regiones y países de Europa, estableciendo sus propias visiones del cristianismo y la mejor manera de interpretar las Escrituras.
Reforma protestante en Suiza
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La Iglesia finalmente respondió al reproche de Lutero y al movimiento que incitó con la llamada Contrarreforma (1545 - en torno a 1700), durante la cual se rectificaron los abusos y se reformaron las políticas, incluida la moderación y la reevaluación de las indulgencias. La Iglesia católica sigue concediendo indulgencias en la actualidad, pero se entienden únicamente como un alivio de la pena temporal por los propios pecados, no como una liberación del purgatorio para uno mismo o para otra persona.
Si la Iglesia hubiera modificado su política antes de 1517, es posible que la Reforma Protestante nunca hubiera ocurrido o, al menos, no de la manera o en el momento en que lo hizo. Sin embargo, la Iglesia se comprendía a sí misma, y era comprendida por sus fieles, como el único camino hacia la vida eterna y la salvación del fuego del infierno. Como representante e intérprete de Dios, la Iglesia no podía concebir otorgar mérito alguno a las objeciones de un sacerdote provincial, y parecía creer que podría silenciarlo como había hecho con otros disidentes antes que él. Como pronto descubrió, estaba equivocada, y el poder de la Santa Iglesia Romana y Apostólica se rompió.
Una indulgencia era un documento vendido por la Iglesia católica para la remisión del pecado temporal. Se decía que liberaba al comprador, o a un ser querido, del sufrimiento en el purgatorio.
¿Cuál era la objeción de Martín Lutero a la indulgencia?
Martín Lutero se oponía a la indulgencia porque no estaba respaldada por la Biblia, no tenía justificación teológica y fomentaba la avaricia y otros vicios.
¿Qué ocurrió con la venta de indulgencias después de que Martín Lutero se opusiera a ellas?
La venta de indulgencias se reformó durante la Contrarreforma (1545 - en torno a 1700), pero la práctica nunca fue abolida. La Iglesia católica todavía ofrece una forma de la indulgencia medieval en la actualidad.
¿Cómo protestó Lutero contra la venta de indulgencias?
Las famosas 95 tesis de Lutero se escribieron en contra de la venta de indulgencias. Al desafiar la práctica de vender indulgencias, Lutero desafió la autoridad de la Iglesia, lo que dio inicio a la Reforma protestante.
Marco Kunzler es psicólogo licenciado y traductor autónomo con experiencia en ONG internacionales. Apasionado por conectar con diversas culturas, apoya el aprendizaje permanente y valora las interacciones significativas entre profesiones y comunidades.
Joshua J. Mark es cofundador y director de contenido de la World History Encyclopedia. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, Joshua J.. "Indulgencias medievales y Martín Lutero."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 13, 2021.
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1902/indulgencias-medievales-y-martin-lutero/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Indulgencias medievales y Martín Lutero."
Traducido por Marco A. Kunzler. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 13 dic 2021, https://www.worldhistory.org/article/1902/medieval-indulgence--martin-luther/. Web. 12 jun 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 13 diciembre 2021. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.