Una de las formaciones militares más eficaces y duraderas en la guerra antigua fue la de la falange griega. La edad de la falange se remonta a Sumeria en el siglo XXV a.C, a través de Egipto, y finalmente aparece en la literatura griega a través de Homero en el siglo VIII a.C. Desde entonces se ha asociado generalmente con la estrategia de guerra griega y el mismo nombre viene de la palabra griega que significa "dedo". La formación de falange era una agrupación densa de guerreros armados con largas lanzas y escudos entrelazados.
Armas y Armaduras
El soldado hoplita griego proporcionaba su propia arma (una lanza de dos o más metros conocida como doru) y escudo, así como una coraza, casco y grebas. No había entrenamiento oficial para un hoplita griego, y era responsabilidad del comandante individual asegurarse de que sus tropas pudieran luchar de una forma unificada. Filipo II de Macedonia cambió la forma en que se entrenaban los ejércitos y mejoró la formación de la falange introduciendo la idea del "soldado profesional" en Macedonia, proporcionándoles a sus guerreros el entrenamiento necesario, un escudo más pequeño y una lanza más larga conocida como sarissa que, además de ser capaz de infligir mayores bajas a mayor distancia, tenía la ventaja adicional de encubrir los movimientos de la formación cuando sujetaban las sarissas de una manera u otra.
Formación
La fuerza de la falange griega residía en la resistencia y disciplina de los soldados que se disponían en formaciones rectangulares de escudos y lanzas. Una vez que se formaba la falange, los soldados avanzarían lentamente hacia el ejército contrario, defendiéndose de los proyectiles con sus escudos y manteniendo la formación firme con el fin de romper las filas del adversario. Dado que el uso de fuerzas de reserva en la batalla no se concibió hasta el siglo V a.C., una batalla se decidía por las formaciones que se colocaban al principio en el campo de batalla y, en consecuencia, los hombres de las falanges tenían que estar preparados para durar más, además de luchar mejor, que sus oponentes. Una vez que se producía el enfrentamiento, la batalla continuaba hasta que un lado rompía filas y era derrotado. Por lo tanto, la falange se empleaba en batalla en un gran "combate de empuje", en el que los soldados de las filas de atrás empujaban literalmente con sus escudos a los del frente o, a medida que fue evolucionando la falange, como un "ariete" para romper las líneas del frente del adversario mientras la caballería hacía presión por los flancos.
Batallas y Tácticas Famosas
Uno de los usos más notables de la falange fue en la Batalla de Maratón (490 a.C.) donde los hoplitas griegos avanzaron en formación "de carrera" (según Heródoto) y destruyeron a la infantería persa ligeramente armada (una táctica empleada más adelante, en 480 a.C., en la batalla decisiva de Platea). El general tebano Epaminondas alteró significativamente el uso de la falange en la batalla de Leuctra (379 a.C.) en la que fortaleció el flanco izquierdo con una profundidad de 50 hombres, adelgazó su flanco derecho y central, y aplastó al ejército espartano en lo que se ha llegado a conocer como "despliegue oblicuo de infantería oblicua".
Filipo II de Macedonia, al enterarse de la táctica de Epaminondas en Tebas, la trajo de vuelta a su reino, donde creó la primera fuerza de combate profesional en Grecia fuera de Esparta. Armó a sus hombres con la lanza sarissa, más larga (que tenía una longitud de 5,4 metros), y escudos mucho más pequeños que los utilizados anteriormente. Los escudos ofrecían menos protección pero le daban a la formación la ventaja de una mayor movilidad porque, sin los grandes escudos entrelazados de antes, la falange podía moverse con más facilidad que el ejército contrario. El éxito de Filipo con esta variación de la falange se puede ver en su victoria en la batalla de Queronea (338 a.C.) donde su uso brillante de esta formación, junto con los soldados de la avanzada y la caballería, aplastó las fuerzas combinadas de Atenas y Tebas, que emplearon ambos la falange griega tradicional en sus ejércitos.
La formación de la falange alcanzó su apogeo de eficacia en las conquistas de Alejandro Magno que era capaz de mover grandes ejécitos muy rápidamente y cuyas brillantes estrategias en el campo se sirvieron de esta formación, pero el uso de la falange fue disminuyendo poco a poco tras la muerte de Alejandro. En la batalla de Cinoscéfalas en 197 a.C., los romanos derrotaron a la falange griega fácilmente porque los griegos no habían podido proteger los flancos de su falange y, además, los comandantes griegos no podían desviar la masa de hombres que componían las falanges lo suficientemente rápido como para contrarrestar las estrategias del ejército romano y, después de esta batalla, la falange cayó en desuso. Algunos historiadores argumentan que la falange ya estaba obsoleta en la época de Cinoscéfalas y los comandantes griegos no la utilizaron eficazmente en esa batalla porque su uso ya no se entendía correctamente. Sea como fuere, los propios romanos tomaron la formación de falange y lograron utilizarla durante el período de la República romana antes de que la formación fuera descartada en favor de la legión romana de tres líneas con la que el Imperio romano conquistó el mundo conocido.