Peste de Justiniano

Artículo

John Horgan
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 26 diciembre 2014
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, turco
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Durante el reinado del emperador Justiniano I (527-565 d.C.) se produjo uno de los peores brotes de peste, que se cobró la vida de millones de personas. La peste llegó a Constantinopla en 542 d.C., casi un año después de que la enfermedad hiciera su primera aparición en las provincias exteriores del imperio. El brote continuó arrasando el mundo mediterráneo durante otros 225 años y finalmente desapareció en el 750.

Justinian I
Justiniano I
Sponsored by a Greek banker, Julius Argentarius (CC BY-NC-SA)

Origen y transmisión de la peste

Originada en China y el noreste de la India, la peste (Yersinia pestis) llegó a la región africana de los Grandes Lagos a través de las rutas comerciales terrestres y marítimas. El punto de origen de la peste de Justiniano fue Egipto. El historiador bizantino Procopio de Cesarea (500-565 d.C.) identificó el comienzo de la peste en Pelusium, en las orillas norte y este del río Nilo. Según Wendy Orent, autora de Plague, la enfermedad se propagó en dos direcciones: hacia el norte, a Alejandría, y hacia el este, a Palestina.

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El medio de transmisión de la peste fue la rata negra (Rattus rattus), que viajaba en los barcos y carros de grano enviados a Constantinopla como tributo. En el siglo VIII d.C., el norte de África era la principal fuente de grano para el imperio, junto con otros productos como papel, aceite, marfil y esclavos. Almacenado en vastos depósitos, el grano constituía un caldo de cultivo perfecto para las pulgas y las ratas, cruciales para la transmisión de la peste. William Rosen, en El fin del Imperio romano: La primera gran peste de la era global, sostiene que, si bien las ratas son conocidas por comer casi cualquier cosa (incluida materia vegetal y pequeños animales), el grano es su comida favorita. Rosen observa además que las ratas no suelen alejarse más de 200 metros de su lugar de nacimiento a lo largo de su vida. Sin embargo, una vez a bordo de los barcos y carros de grano, las ratas eran transportadas por todo el imperio.

Llamada así en honor del emperador bizantino Justiniano I, la peste de Justiniano afectó a casi la mitad de la población europea.

Según el historiador Colin Barras, Procopio registró los cambios climáticos que se estaban produciendo en el sur de Italia durante ese período: incidentes inusuales de nieve y heladas en pleno verano; temperaturas por debajo de la media; y una disminución de la insolación. Así comenzó una ola de frío que duró décadas, acompañada de trastornos sociales, guerras y el primer brote de peste del que se tiene constancia. El clima más frío de lo habitual afectó las cosechas y provocó una escasez de alimentos que dio lugar a desplazamientos de población por toda la región. Acompañando a estos reticentes emigrantes había ratas infectadas por la peste y llenas de pulgas. El frío, el cansancio y el hambre de la gente que se desplazaba, combinados con enfermedades y dolencias en medio de la guerra, así como el aumento de la población de ratas portadoras de una enfermedad altamente infecciosa, crearon las condiciones perfectas para una epidemia. Y vaya epidemia: llamada así por el emperador bizantino Justiniano I (482-565 d.C.; emperador 527-565 d.C.), la peste de Justiniano afectó a casi la mitad de la población europea.

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Tipos de peste y síntomas

Basándose en el análisis del ADN de los huesos encontrados en las tumbas, el tipo de peste que asoló el Imperio bizantino durante el reinado de Justiniano fue la bubónica (Yersinia pestis), aunque es muy probable que también estuvieran presentes los otros dos tipos de peste, la neumónica y la septicémica. También fue la peste bubónica la que devastó la Europa del siglo XIV (más conocida como la peste negra) y mató a más de 50 millones de personas, casi la mitad de la población del continente. La peste no era nueva en la historia, ni siquiera en tiempos de Justiniano. Wendy Orent sugiere que el primer relato registrado de la peste bubónica se encuentra en el Antiguo Testamento, en la historia de los filisteos que robaron el Arca de la Alianza a los israelitas y sucumbieron a las "hinchazones".

Procopio, en su Historia secreta, describe a las víctimas sufriendo delirios, pesadillas, fiebres e hinchazones en la ingle, las axilas y detrás de las orejas. Procopio relata que, mientras algunos enfermos entraban en coma, otros sufrían delirios intensos. Muchas víctimas sufrían durante días antes de morir, mientras que otras morían casi inmediatamente después de la aparición de los síntomas. La descripción de la enfermedad que hace Procopio confirma casi con toda seguridad la presencia de la peste bubónica como principal responsable del brote. Culpó del brote al emperador, declarando que Justiniano era un demonio o que el emperador estaba siendo castigado por Dios por sus malas costumbres.

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La propagación de la peste por el Imperio bizantino

La guerra y el comercio facilitaron la propagación de la enfermedad por todo el Imperio bizantino. Justiniano pasó los primeros años de su reinado derrotando a diversos enemigos: luchando contra los ostrogodos por el control de Italia; luchando contra vándalos y bereberes por el control del norte de África; y defendiéndose de francos, eslavos, ávaros y otras tribus bárbaras que realizaban incursiones contra el imperio. Los historiadores han sugerido que los soldados, y los trenes de suministros que apoyaban sus esfuerzos militares, actuaron como medio de transmisión de las ratas y pulgas portadoras de la peste. En 542 d.C., Justiniano había reconquistado la mayor parte de su imperio pero, como señala Wendy Orent, la paz, la prosperidad y el comercio también proporcionaban las condiciones adecuadas para facilitar un brote de peste. Constantinopla, la capital política del Imperio Romano de Oriente, también era el centro del comercio del imperio. La ubicación de la capital a orillas de los mares Negro y Egeo la convertía en la encrucijada perfecta para las rutas comerciales procedentes de China, Oriente Próximo y el norte de África. Donde iban el comercio y los negocios, iban también las ratas, las pulgas y la peste.

Wendy Orent relata el curso de la enfermedad. Siguiendo las rutas comerciales establecidas del imperio, la peste se trasladó de Etiopía a Egipto y luego a toda la región mediterránea. La enfermedad no penetró ni en el norte de Europa ni en el campo, lo que sugiere que la rata negra fue la principal portadora de la pulga infectada, ya que las ratas se mantenían cerca de los puertos y los barcos. El brote duró unos cuatro meses en Constantinopla, pero persistiría durante aproximadamente los tres siglos siguientes; el último brote se registró en el año 750. No habría más brotes de peste a gran escala hasta el episodio de peste negra del siglo XIV.

La peste estaba tan extendida que nadie estaba a salvo; incluso el emperador contrajo la enfermedad, aunque no murió. Los cadáveres llenaban las calles de la capital. Justiniano ordenó a las tropas que ayudaran a deshacerse de los muertos. Una vez llenos los cementerios y las tumbas, se cavaron fosas y trincheras para hacer frente al desbordamiento. Los cadáveres se depositaban en edificios, se arrojaban al mar y se colocaban en barcos para enterrarlos en el mar. Y no solo los humanos se vieron afectados: animales de todo tipo, incluidos perros y gatos, perecieron y demandaron una eliminación adecuada.

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Tratamiento de la peste

Una vez afectados, los ciudadanos tenían dos opciones: el tratamiento por personal médico o los remedios caseros. William Rosen identifica al personal médico como médicos generales. Muchos de los médicos seguían un curso de cuatro años impartido por médicos formados (iastrofistas) en Alejandría, entonces el principal centro de formación médica. La educación que recibían los estudiantes se centraba principalmente en las enseñanzas del médico griego Galeno (129-217 d.C.), influido en su forma de entender la enfermedad por el concepto del humorismo, un sistema médico que basaba el tratamiento de las enfermedades en los fluidos corporales, conocidos como "humores".

Al carecer de acceso a uno de los tipos de médicos (de la corte, públicos o privados), la gente solía recurrir a remedios caseros. Rosen señala varios métodos para tratar la peste, como baños de agua fría, polvos "bendecidos" por santos, amuletos y anillos mágicos y diversos fármacos, sobre todo alcaloides. Si todos los métodos de tratamiento anteriores fracasaban, la gente recurría a los hospitales o se veía sometida a cuarentena. Según Rosen, a los que sobrevivieron se les atribuyó "buena suerte, una salud subyacente fuerte y un sistema inmunológico en buen estado".

Efectos en el Imperio bizantino

El episodio de la peste contribuyó al debilitamiento del Imperio bizantino desde el punto de vista político y económico. A medida que la enfermedad se extendía por el mundo mediterráneo, la capacidad del imperio para resistir a sus enemigos se debilitaba. Hacia 568 d.C., los lombardos invadieron con éxito el norte de Italia y derrotaron a la pequeña guarnición bizantina, lo que provocó la fractura de la península itálica, que permaneció dividida y escindida hasta su reunificación en el siglo XIX. En las provincias romanas del norte de África y Oriente Próximo, el imperio fue incapaz de frenar la invasión de los árabes. La disminución del tamaño y la incapacidad del ejército bizantino para resistir a las fuerzas exteriores se debió en gran medida a su incapacidad para reclutar y entrenar a nuevos voluntarios debido a la propagación de enfermedades y a la muerte. La disminución de la población no solo afectó al ejército y a las defensas del imperio, sino que las estructuras económicas y administrativas del imperio empezaron a derrumbarse o a desaparecer.

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El comercio en todo el imperio se vio perturbado. En particular, el sector agrícola quedó devastado. Menos gente significaba menos agricultores que producían menos grano, lo que hacía que los precios se dispararan y los ingresos fiscales disminuyeran. El casi colapso del sistema económico no disuadió a Justiniano de exigir el mismo nivel de impuestos a su diezmada población. En su determinación por recrear el antiguo poderío del Imperio romano, el emperador siguió librando guerras contra los godos en Italia y los vándalos en Cartago para evitar que su imperio se desintegrara. El emperador también siguió empeñado en una serie de obras públicas y proyectos de construcción de iglesias en la capital, incluida la edificación de Santa Sofía.

Procopio informó en su Historia secreta de casi 10.000 muertes diarias que afligían a Constantinopla. Su exactitud ha sido cuestionada por los historiadores modernos, que estiman en 5000 las muertes diarias en la capital. No obstante, entre el 20 y el 40% de los habitantes de Constantinopla terminarían pereciendo a causa de la enfermedad. En el resto del imperio, cerca del 25% de la población murió, con estimaciones que oscilan entre 25 y 50 millones de personas en total.

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Bibliografía

  • The Plague of Justinian [TED-Ed lesson], accessed 1 Dec 2016.
  • Baras, C. "The Year of Darkness." New Scientist, vol. 221 / January 18, 2014, pp. 34-38.
  • Hadhazy, A. "Plague Prequels and Sequels." Natural History, vol. 122 / March 2014, p. 6.
  • Harbeck, M. et al. "Yersinia pestis DNA from skeletal remains from the 6th century AD reveals inisghts into Justinianic plague." PLOS Pathogens, vol. 9 / May 2013, pp. 1-8.
  • Orent, W. Plague. Free Press: New York, 2004
  • Rosen, W. Justinian's Fleas. Penguin Books: New York, 2007

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

John Horgan
Actualmente es profesor adjunto de Historia en Concordia University Wisconsin, en Estados Unidos. Sus intereses de lectura e investigación actuales incluyen las plagas y enfermedades y la alimentación en la historia del mundo.

Cita este trabajo

Estilo APA

Horgan, J. (2014, diciembre 26). Peste de Justiniano [Justinian's Plague (541-542 CE)]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-782/peste-de-justiniano/

Estilo Chicago

Horgan, John. "Peste de Justiniano." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación diciembre 26, 2014. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-782/peste-de-justiniano/.

Estilo MLA

Horgan, John. "Peste de Justiniano." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 26 dic 2014. Web. 04 oct 2024.

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