La caída de Maximilien Robespierre

Artículo

Harrison W. Mark
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 30 noviembre 2022
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano

La caída de Maximilien Robespierre, o el Golpe del 9 de termidor, fue una serie de acontecimientos que desembocaron en las detenciones y ejecuciones de Robespierre y sus aliados los días 27 y 28 de julio de 1794. Significó el fin del Reinado del Terror, el fin del dominio jacobino de la Revolución francesa (1789-1799) y el comienzo de la Reacción Termidoriana.

Robespierre Taken to the Guillotine
Robespierre llevado a la guillotina
Alfred Mouillard (Public Domain)

Desde septiembre de 1793, Robespierre y el Comité de Seguridad Pública habían supervisado el derramamiento de sangre del Terror, durante el cual cientos de miles de ciudadanos franceses fueron arrestados bajo sospecha de actividad contrarrevolucionaria; 16.594 de estos "sospechosos" fueron ejecutados en la guillotina, mientras que decenas de miles más fueron asesinados en masacres o murieron en prisión mientras esperaban el juicio. El Terror había sido implementado para guiar a la República Francesa a través de una época particularmente turbulenta. Pero una vez pasado el peligro, Robespierre se negó a abandonar el poder, insistiendo en que los enemigos internos seguían siendo una amenaza. Algunos miembros de la Convención Nacional, temiendo haber sido señalados para ser ejecutados, denunciaron preventivamente a Robespierre, y lo declararon criminal el 27 de julio de 1794.

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Los robespierristas se refugiaron en el Hôtel de Ville, lo que provocó un breve enfrentamiento entre la Comuna de París y la Convención Nacional. Pero el poder de la Comuna había disminuido durante el Terror, lo que permitió a las tropas de la Convención invadir el Hôtel, apresando a Robespierre, Louis Antoine Saint-Just, Georges Couthon y otros. Al día siguiente, 21 destacados robespierristas fueron guillotinados sin juicio en París. En los meses siguientes, otros líderes jacobinos de toda Francia fueron arrestados y ejecutados por su propio papel en el Terror.

Bajo la sombra del terror

El 5 de septiembre de 1793 la naciente República Francesa estaba en grave peligro. En las fronteras, los ejércitos de la Europa despótica invadían aún más el territorio francés, mientras que en el interior, varias ciudades clave se habían rebelado contra el gobierno revolucionario en las revueltas federalistas. La inflación era galopante y el desempleo endémico; se creía que era obra de conspiradores contrarrevolucionarios que trabajaban incansablemente para socavar la Revolución y devolver a Francia a un estado de opresión. Al sentir que la soga comenzaba a apretarse, el 5 de septiembre, las turbas parisinas invadieron la Convención Nacional, la legislatura provisional de Francia, exigiendo pan a precios asequibles y que sus enemigos fueran desenmascarados y llevados ante la justicia.

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Robespierre equiparó, con cierta moralina, sus propios principios con los de la Revolución.

Esta fue la chispa que encendió el Terror. La Convención Nacional respondió a sus demandas otorgando el poder ejecutivo a una asamblea de doce hombres conocida como el Comité de Seguridad Pública, al que se le encomendó la tarea de defender la República y desenmascarar a los traidores internos. Para dotar al Comité de la autoridad necesaria, la Convención Nacional acordó suspender la nueva Constitución republicana de 1793 y se puso a trabajar en la supervisión de las detenciones y ejecuciones de miles de sospechosos contrarrevolucionarios. Reformó el ejército, lo que condujo a importantes victorias de los ejércitos franceses en la Guerra de la Primera Coalición (1792-1797) en la batalla de Wattignies y el sitio de Tolón. A finales de 1793, se habían aplastado las revueltas federalistas, se habían bloqueado las invasiones extranjeras y se había encarcelado o ejecutado a los supuestos agentes contrarrevolucionarios. Francia había pagado con sangre esta nueva seguridad, y muchos esperaban que ahora se pudiera poner fin al Terror y que se aplicara la Constitución inactiva.

Sin embargo, el Comité de Seguridad Pública no estaba dispuesto a renunciar a sus poderes ejecutivos. Maximilien Robespierre, cuya posición como figura dominante en el Comité lo convertía en el gobernante efectivo de Francia, estaba convencido de que todavía había contrarrevolucionarios que debían ser desenmascarados. Robespierre, que había sido un abogado de pueblo de Arras, había ascendido a la fama en el revolucionario Club de los Jacobinos gracias a su inflexible búsqueda de una república virtuosa, en la que los ciudadanos pusieran el bien mayor por encima de sus propios deseos egoístas. Alumno de Jean-Jacques Rousseau, Robespierre creía fervientemente que la única manera de alcanzar una república justa e igualitaria era erradicando la corrupción y la tiranía presentes en esa sociedad. Su negativa a transigir en estas creencias lo hizo ser muy querido por sus partidarios y considerado despiadado por sus enemigos; equiparaba, con cierta moralina, sus propios principios con los de la Revolución, de modo que estar en desacuerdo con él equivalía a estar en desacuerdo con la Revolución. Para Robespierre, esto era lo mismo que una traición.

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Maximilien Robespierre
Maximilien Robespierre
Unknown Artist (Public Domain)

Tanto si Robespierre tenía buenas intenciones como si simplemente estaba ávido de poder, el hecho es que consolidó su poder en la primavera de 1794, enviando a la guillotina a los enemigos tanto de su izquierda como de su derecha política. Las luchas por el poder en el Reinado del Terror supusieron la ejecución de Georges Danton y Camille Desmoulins, dos líderes revolucionarios que habían sido amigos y aliados de Robespierre, pero que se convirtieron en sus enemigos cuando abogaron por reducir o incluso poner fin al Terror. La voluntad de Robespierre de sacrificar a sus amigos por sus principios demostró que no se detendría ante nada para lograr sus objetivos, lo que hizo que muchos otros líderes revolucionarios se preguntaran si serían los siguientes.

Los amos de Francia

Y efectivamente, en junio de 1794 parecía que muchos de ellos tenían razón en preocuparse. El 8 de junio (o el 20 de pradial en el calendario republicano francés), los jacobinos celebraron una fiesta multitudinaria en el Campo de Marte para festejar el nuevo Culto del Ser Supremo, una religión deísta completamente ideada e implementada por Robespierre. Vestido ostentosamente con un abrigo azul cielo, pantalones dorados y un fajín tricolor, Robespierre asumió el papel de sumo sacerdote de este nuevo y extraño culto, pronunciando discursos autocomplacientes desde lo alto de una enorme montaña artificial. Según algunos informes, medio millón de personas asistieron a este festival, marcando el pico de la popularidad de Robespierre. Muchos diputados de la Convención se sintieron molestos por este acontecimiento y lo vieron como un intento de Robespierre de consolidarse como dictador. Jacques-Alexis Thuriot, que había sido amigo del ejecutado Danton, murmuró a un compañero: "Mira a ese cabrón. No le basta con ser amo, tiene que ser Dios" (Doyle, 278).

Festival of the Supreme Being
Fiesta del Ser Supremo
Pierre-Antoine Demachy (Public Domain)

Apenas dos días después de la Fiesta del Ser Supremo, Robespierre presentó a la Convención Nacional la infame Ley de Pradial del año II. Redactada por Georges Couthon, un robespierrista del Comité de Seguridad Pública, la ley fue redactada en respuesta a dos intentos de asesinato contra Robespierre y su compañero del Comité, Collot d'Herbois, en mayo. Efectivamente, la ley intensificó el Terror al acelerar los juicios y aumentar la probabilidad de un veredicto de culpabilidad, que ahora significaba necesariamente la muerte. Entre la aplicación de esta ley, el 10 de junio y el 27 de julio, 1400 personas fueron guillotinadas solo en París.

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Mientras tanto, Robespierre seguía consolidando su poder. Desde hacía tiempo controlaba el influyente Club Jacobino, y ahora también dominaba el poderoso Comité de Seguridad Pública. Dentro del Comité, Robespierre formó un triunvirato no oficial con sus partidarios Couthon y Louis Antoine Saint-Just; los tres habían ideado la Ley de Pradial y ahora reinaban como los verdaderos amos de Francia. Por supuesto, no podían mantenerse en el poder sin sus aliados en la Comuna de París. El gobierno de la ciudad estaba controlado por Claude Payan, amigo de Robespierre, mientras que Fouquier-Tinville, el temido fiscal jefe del Tribunal Revolucionario, era conocido por recibir órdenes de marcha de Robespierre. La Guardia Nacional estaba comandada por François Hanriot, un sans-culotte malhablado que había ayudado a llevar a los jacobinos al poder provocando la caída de los girondinos el año anterior. En julio de 1794, Robespierre y sus partidarios parecían ir camino de la dictadura permanente; si no se les detenía, Francia se hundiría aún más en las profundidades del Terror.

Triumvirate of Saint-Just, Robespierre, and Couthon
Triunvirato de Saint-Just, Robespierre y Couthon
Unknown Artist (Public Domain)

Los conspiradores se reúnen

Uno no se convierte en prácticamente el dictador de un régimen de Terror sin hacer enemigos. Y alguien tan santurrón como Robespierre ciertamente había hecho más que unos cuantos. Joseph Fouché, representante en misión, había sido llamado a la capital por Robespierre debido a su política atea y a su represión particularmente brutal de la Revuelta de Lyon. Paul Barras, que había estado supervisando el asedio de Toulon, fue igualmente retirado tras ser acusado de enriquecerse tras el asedio. Jean-Lambert Tallien se sintió menospreciado cuando Robespierre ordenó el arresto de su amante de 21 años. Marc-Guillaume Vadier, miembro destacado del Comité de Seguridad General que había desempeñado un papel importante en el Terror, se puso en contra de Robespierre cuando este le despojó de gran parte de su autoridad sobre la policía. Todos estos hombres tenían razones para creer que eran los siguientes en la lista de traidores de Robespierre.

Los termidorianos contaron con la ayuda involuntaria del propio Robespierre, que se retiró de la vida pública el 18 de junio y no volvió a aparecer hasta el 26 de julio.

Al sentirse acorralados, estos hombres, más tarde conocidos como los termidorianos, se volvieron mucho más peligrosos por el hecho de que sus vidas estaban en juego. Sin quererlo, fueron ayudados por el propio Robespierre, que se retiró de la vida pública el 18 de junio y no volvió a aparecer hasta el 26 de julio. Se desconoce el motivo de esta retirada; se ha especulado con que su salud se estaba deteriorando, ya que se había vuelto visiblemente más frágil desde su ascenso al poder diez meses antes. Otros han argumentado que estaba fatigado, o que las ejecuciones de Danton y Desmoulins seguían pesando sobre su conciencia.

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En cualquier caso, su ausencia permitió que sus enemigos se reunieran y planificaran su ataque. Hablaron abiertamente en la Convención sobre la tiranía de Robespierre, donde se refirieron a él como un "asesino" y denunciaron su comportamiento egocéntrico en la Fiesta del Ser Supremo. La realidad del Terror, que seguía aumentando, les ayudaba en su argumentación; en el mes de mesidor, se ejecutaba un promedio de 26 personas al día. En palabras del propio Fouquier-Tinville, "las cabezas caían como pizarras del tejado" (Davidson, 222). Aunque no todos los enemigos de Robespierre querían necesariamente acabar con el Terror, gran parte de Francia se había cansado del derramamiento de sangre, hecho que jugó a favor de los conspiradores.

El regreso de Robespierre

El 8 de termidor (26 de julio), Robespierre salió de su reclusión para defenderse de los ataques políticos. Pronunció un discurso de dos horas ante la Convención Nacional, que comenzó con la grandiosa declaración:

La Revolución francesa es la primera que se ha fundado en la teoría de los derechos de la humanidad y de la justicia. Otras revoluciones no han exigido más que la ambición; la nuestra impone la virtud. (Scurr, 344).

Pero lo que comenzó como un inofensivo homenaje a la Revolución se transformó poco a poco en una advertencia de una vasta conspiración contrarrevolucionaria destinada a derrocar la República. Se defendió de las acusaciones de aspiraciones dictatoriales, preguntándose quién podría creer realmente que deseaba ver a la Convención "cortarse el cuello con sus propias manos" (Scurr, 345). Los verdaderos "monstruos", declaró, se hacían pasar por devotos patriotas y se escondían tanto en la Convención como en el Comité de Seguridad Pública. Afirmó poseer una lista de traidores, que pronto serían desenmascarados y llevados ante la justicia. No mencionó ningún nombre, excepto, curiosamente, el de Pierre Cambon, jefe de la Comisión de Finanzas, contentándose con dejar que el resto de los diputados se preguntaran quiénes eran los traidores.

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Fall of Robespierre in the National Convention, 27 July 1794
Caída de Robespierre en la Convención Nacional, 27 de julio de 1794
Max Adamo (Public Domain)

En un primer momento, el discurso pareció ser muy bien recibido. Georges Couthon propuso que se votara si debía imprimirse y distribuirse a las provincias, como era habitual en los discursos de la Convención. La Convención parecía dispuesta a seguir ciegamente el protocolo, hasta que Cambon se levantó, con cierta resignación, probablemente comprendiendo que si no hablaba ahora iba a terminar en la guillotina. Sin nada que perder, Cambon declaró que "es hora de decir toda la verdad: un hombre está paralizando la Convención Nacional; ese hombre es el que acaba de pronunciar un discurso; ¡es Robespierre!" (Scurr, 349).

Los aliados de Robespierre acallaron a Cambon, pero ya era demasiado tarde; como una inundación que se desborda de una presa agrietada, los diputados se pusieron de pie y le pidieron a Robespierre que diera los nombres de los que acusaba. Robespierre se negó. La Convención, en plena efervescencia, votó en contra de la publicación del discurso de Robespierre. Esa noche, un desafiante Robespierre volvió a leer su discurso en el Club Jacobino, donde fue recibido con un aplauso entusiasta; Collot d'Herbois y Billaud-Varenne, dos de los rivales de Robespierre en el Comité de Seguridad Pública, fueron expulsados del club por jacobinos frenéticos, que gritaban "¡a la guillotina!". Robespierre concluyó su discurso con su habitual promesa de que con gusto daría su vida por el bien de la patria. No tenía ni idea de lo pronto que esa promesa se haría realidad.

Termidor

Apenas cuatro años antes, Louis Antoine Saint-Just era un muchacho desconocido que escribía emocionado una carta de admiración a su ídolo, Robespierre. Ahora, con solo 26 años, era uno de los hombres más poderosos de Francia, cuya posición, y su vida, dependían de lo bien que pudiera defender al hombre que una vez había idolatrado. Había pasado la noche en vela preparando el discurso que iba a pronunciar ante la Convención Nacional, en la hermosa y soleada mañana del 27 de julio de 1794. Pero apenas pronunció su primera frase, una cascada de voces lo acalló.

Tallien lo acusó de haber pronunciado un discurso no aprobado, mientras que Billaud-Varenne contaba cómo había sido perseguido por los jacobinos la noche anterior. Collot d'Herbois, que ese día fatídicamente ejercía de presidente de la Convención, no hizo nada para detener la locura. En la tribuna, Saint-Just se quedó helado, enmudecido e incapaz de montar uno de los vehementes contraataques que lo habían hecho famoso. Robespierre saltó en defensa de Saint-Just, momento en el que fue interrumpido y abucheado por los diputados reunidos, que gritaban "¡abajo el tirano!". Los diputados se rieron de los intentos desesperados de Robespierre por hablar por encima de la conmoción, y un diputado gritó: "¡Es la sangre de Danton la que lo ahoga!" A esto, Robespierre levantó la voz lo suficiente como para replicar: "¡Danton! ¿Es Danton lo que lamentáis? ¡Cobardes! ¿Por qué no le habéis defendido?" (Scurr, 352).

Tallien Demands the Arrest of Robespierre
Tallien pide el arresto de Robespierre
Auguste Raffet (Public Domain)

Blandiendo un puñal, Tallien exigió el arresto de Robespierre y de sus aliados, entre ellos Saint-Just, Couthon, Philippe-François-Joseph Le Bas y Hanriot, comandante de la Guardia Nacional, este último no presente. Esta moción fue aprobada por una amplia mayoría. El hermano menor de Robespierre, Augustin, pidió ser arrestado junto a ellos, lo que le fue concedido. Sin embargo, las detenciones de los robespierristas provocan la ira de la Comuna y del Club Jacobino, que amenazan con sublevarse contra la Convención. Hanriot ordenó a las prisiones de París que se negaran a aceptar a los prisioneros que se entregaran por orden de la Convención Nacional. Posteriormente, al anochecer, los cinco prisioneros estaban libres y escondidos en el Hôtel de Ville. Parece que el escenario estaba preparado para una batalla culminante entre la Comuna de París y la Convención Nacional.

Enfrentamiento

El levantamiento prometido por Hanriot y los jacobinos no se produjo. Más bien, irónicamente, el poder de la Comuna y de los sans-culottes parisinos se había visto muy disminuido por el Terror, ya que las secciones de París habían sido infiltradas por agentes leales a la Convención. Además, las comunicaciones y los movimientos de las tropas se vieron obstaculizados por una repentina tormenta nocturna. Mientras la lenta insurrección luchaba por organizarse, la Convención declaró que los robespierristas fugados eran criminales, lo que los privaba de su derecho a un juicio. A las 2 de la madrugada del 28 de julio, los soldados a sueldo de Paul Barras entraron en el Hôtel de Ville, tras pasar a hurtadillas entre los guardias nacionales de Hanriot adivinando la contraseña, bastante obvia:"Vive Robespierre".

Saint-Just and Robespierre at the Hôtel de Ville, on the night of 9 Thermidor Year II
Saint-Just y Robespierre en el Hôtel de Ville, en la noche del 9 de termidor, año II
Jean-Joseph Weerts (Public Domain)

Mientras los soldados subían las escaleras, Robespierre estaba firmando un decreto que llamaba oficialmente a las armas a la Comuna. Cuando los soldados irrumpieron en la sala donde se habían reunido los robespierristas, se produjo inmediatamente el caos. Augustin Robespierre trató de escapar por una ventana, avanzando por una cornisa hasta que resbaló y cayó en la calle; más tarde fue recogido, medio muerto. Couthon, en silla de ruedas, cayó por una escalera y se abrió la cabeza. Le Bas mostró dos pistolas, entregó una a Robespierre y utilizó la otra para suicidarse. Robespierre, que no había manejado un arma de fuego en su vida, quizás intentó hacer lo mismo; si fue así, el intento fue fallido y la bala no hizo más que destrozarle la mandíbula. En otra versión de la historia, Robespierre fue abatido por uno de los gendarmes de gatillo fácil. Solo Saint-Just permaneció inmóvil, aceptando estoicamente su destino.

Ejecución

Entre las 2 y las 3 de la mañana, el herido Robespierre fue trasladado al Comité de Seguridad Pública, tumbado en un tablón. Alguien le había atado una venda blanca alrededor de la mandíbula, que sangraba profusamente. Robespierre pasó la última noche de su vida desvaneciéndose y perdiendo el conocimiento, con un dolor insoportable. A las 9 de la mañana, Robespierre, Couthon y Saint-Just fueron finalmente llevados ante el Tribunal Revolucionario; el cadáver destrozado de Le Bas y el moribundo Augustin Robespierre también fueron arrastrados, al igual que Hanriot, Payen y otros 16 funcionarios leales a Robespierre. Todos fueron condenados a morir ese día y fueron llevados a la guillotina. Robespierre estaba sentado en el carro, con los ojos cerrados y las facciones oscurecidas por sus vendas. Mientras rodaban por las calles hacia el patíbulo, se oyó a una mujer gritar: "Ve ahora, malvado, baja a tu tumba cargado con las maldiciones de las esposas y madres de Francia" (Scurr, 357).

Sketch of Robespierre on the Way to the Guillotine
Bosquejo de Robespierre en camino a la guillotina
Jacques-Louis David (Public Domain)

Algunos de los condenados tuvieron que ser llevados a la guillotina, pero Robespierre subió los escalones sin ayuda. Se quitó la chaqueta manchada de sangre antes de que el verdugo le arrancara las vendas de la cara para que la cuchilla de la guillotina pudiera caer sin obstáculos. Tal acto provocó a Robespierre un dolor agónico en sus últimos momentos; lanzó un grito agudo y primitivo que solo se silenció con la caída de la cuchilla. La muerte de Robespierre, el décimo de su grupo en ser ejecutado, provocó un estruendoso aplauso de la multitud que al parecer duró 15 minutos. Con él murió el Terror y el dominio de la ideología jacobina, que sería suprimida durante la posterior Reacción Termidoriana.

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Preguntas y respuestas

¿Qué llevó a la caída del poder de Robespierre?

La caída de Maximilien Robespierre del poder se produjo después de que intensificara el Reinado del Terror hasta tal punto que muchos otros líderes revolucionarios temieron ser los siguientes en ser ejecutados. El 26 de julio de 1794, Robespierre anunció que tenía una lista de traidores, pero se negó a dar nombres, lo que provocó que sus enemigos lo derrocaran en defensa propia.

¿Cuál fue la caída de Robespierre?

La caída de Robespierre fue su exceso de confianza en su posición. Se sintió lo suficientemente seguro de su poder como para tomarse un mes de descanso de la vida pública, y para acusar a otros líderes revolucionarios de traición en su cara, sin darse cuenta aparentemente de cuántos se habían vuelto contra él

¿Qué acontecimientos condujeron a la caída de Robespierre?

Dos acontecimientos importantes que condujeron a la caída de Robespierre fueron la Fiesta del Ser Supremo, que dio a muchos la percepción de que Robespierre aspiraba a la dictadura, y la Ley de Pradial del año II, que hizo que los poderosos líderes revolucionarios temieran por sus propias vidas. Estos dos acontecimientos hicieron que los enemigos de Robespierre empezaran a conspirar contra él.

¿Qué pasó con Maximilien Robespierre al final?

El 27 de julio de 1794, la Convención Nacional declaró a Robespierre y a sus aliados fuera de la ley. A las 2 de la mañana del día siguiente, Robespierre fue arrestado después de que una bala, autoinfligida o disparada por un guardia, le destrozara la mandíbula. Él y 21 de sus partidarios fueron ejecutados el 28 de julio de 1794 (10 de termidor del año II).

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Harrison W. Mark
Harrison Mark se graduó de la Universidad Estatal de Nueva York en Oswego, donde estudió historia y ciencias políticas.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, H. W. (2022, noviembre 30). La caída de Maximilien Robespierre [Fall of Maximilien Robespierre]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2119/la-caida-de-maximilien-robespierre/

Estilo Chicago

Mark, Harrison W.. "La caída de Maximilien Robespierre." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 30, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2119/la-caida-de-maximilien-robespierre/.

Estilo MLA

Mark, Harrison W.. "La caída de Maximilien Robespierre." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 nov 2022. Web. 25 abr 2024.

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