Fantasmas en la antigua Mesopotamia

Artículo

Joshua J. Mark
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 08 noviembre 2022
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés

Los fantasmas en la antigua Mesopotamia se entendían como una realidad de la vida al igual que en otras civilizaciones de la antigüedad. Aunque las culturas de las distintas civilizaciones mesopotámicas diferían entre c. 5000 a.C. y 651 d.C., la creencia en los fantasmas y las respuestas a las visitas sobrenaturales se mantuvieron notablemente similares, incluso cuando cambiaron los ritos funerarios o las visiones del más allá.

Los mesopotámicos se consideraban colaboradores de los dioses en el mantenimiento del orden. Los dioses habían creado a los humanos de arcilla y los habían animado con un aliento divino, pero habían establecido un límite de tiempo para cada vida. Una vez transcurrido ese tiempo, cada persona iba al inframundo, conocido con muchos nombres a lo largo de los siglos, pero sobre todo como Irkalla, la tierra sin retorno. El aspecto divino de la persona vivía en Irkalla, un lugar oscuro de polvo y charcos, y dependía de los vivos para mantenerse mediante el recuerdo y el sacrificio, especialmente mediante ofrendas diarias de agua fresca.

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Pazuzu Amulet
Amuleto de Pazuzu
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

También se entendía que el cuerpo del difunto requería un entierro adecuado con todo el respeto debido, incluido el ajuar funerario que necesitarían en Irkalla. Si el ritual funerario no se seguía correctamente, o si la familia del difunto no lo recordaba mediante sacrificios, oraciones y libaciones, los dioses concedían permiso al espíritu para volver a la tierra de los vivos y perseguir a los que habían olvidado sus responsabilidades.

Este era el fantasma más común en Mesopotamia: un integrante de la familia con una queja legítima contra los vivos. Sin embargo, también había fantasmas perdidos que se escapaban de Irkalla sin permiso, estaban los que morían en la batalla y quedaban sin enterrar o se ahogaban y el cuerpo nunca se recuperaba, y cualquiera de ellos podía rondar una casa o entrar en una persona a través del oído, causando enfermedades, mala suerte o incluso la muerte.

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Los bienes se depositan en una tumba debido a la creencia de que la muerte no es el final.

Los estudiosos modernos han relacionado la creencia mesopotámica en los fantasmas con la estructura social de la familia y la importancia de los lazos de parentesco (y parece una conclusión válida, ya que los deberes con los muertos forjaban las relaciones generacionales), pero para los propios mesopotámicos los fantasmas eran simplemente otro aspecto de la vida al que había que atender. Si uno quería mantenerse sano y disfrutar de los planes que tenía para el futuro, lo mejor era cuidar adecuadamente de sus propios difuntos y tomar medidas para protegerse de los fantasmas enfadados con los que no tenía nada que ver.

Primeras creencias y fuentes

El erudito Irving Finkel ha señalado que la creencia mesopotámica en los fantasmas se remonta a los primeros enterramientos con ajuar funerario. Las primeras tumbas excavadas en Mesopotamia hasta la fecha son las nueve que contienen restos neandertales en la cueva de Shanidar, en los montes Zagros, datadas entre 60.000 y 45.000 años atrás (Black, Gods & Demons, 59). Descubierto por primera vez en 1951, algunos arqueólogos afirman que el yacimiento proporciona pruebas de ajuar funerario en forma de conchas y de prácticas funerarias por la presencia de polen de flores en las tumbas, lo que sugiere que se habían colocado flores sobre el cadáver (aunque esto se ha discutido). Sin embargo, se han identificado objetos funerarios en el emplazamiento de la antigua ciudad de Eridu, datada en torno al año 5400 a.C. La investigadora Gwendolyn Leick comenta los ajuares funerarios hasta el período Ubaid:

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Los cuerpos en tumbas de tierra o de piedra podían ir acompañados de conjuntos de herramientas, como cuchillos de sílex, o de adornos personales, como cuentas. También es frecuente encontrar rastros de color rojo en los huesos, lo que indica cierto simbolismo cromático. En el período Ubaid, las tumbas de Eridu contenían ricos regalos funerarios, como exquisitos conjuntos de cerámica en miniatura, figurillas antropomórficas de arcilla, carne y joyas. Algunas personas fueron enterradas con un perro al que se le había dado un hueso. (73)

Finkel sostiene que no hay ninguna otra razón para colocar objetos de valor en una tumba, a menos que se crea que el difunto los necesitará en otro reino. Además, si el espíritu es capaz de viajar hacia adelante desde el mundo de los mortales, es razonable suponer que también podría viajar hacia atrás, como afirma Finkel en los tres puntos de su argumentación sobre los bienes de la tumba y los fantasmas. Los bienes se depositaban en una tumba debido a la creencia de que la muerte no es el final y, por tanto, los mesopotámicos creían que:

  • Algo sobrevive de un ser humano después de la muerte.
  • Ese algo se escapa del cadáver y va a alguna parte.
  • Ese algo, si va a alguna parte, entonces puede esperarse razonablemente que sea capaz de volver. (10)

Finkel acepta la afirmación de que las cuentas encontradas en las cuevas de Shanidar son, de hecho, bienes funerarios, y los residuos de polen, pruebas de ritos funerarios. Comenta al respecto:

Desde este punto de vista, deberíamos calcular que los fantasmas llegaron a escena en el Paleolítico Superior, quizás hacia el 50.000 a.C. La simple concepción de que algo reconocible de una persona muerta podría regresar en algún momento a la sociedad humana no me parece ni fantasiosa ni sorprendente. Sus raíces se originan en ese horizonte de desarrollo en el que el ajuar funerario se convirtió en norma por primera vez. En contraste con el luto y el entierro, es la concepción profundamente arraigada de que alguna parte de una persona no se desvanece para siempre lo que nos separa absolutamente de todo el reino animal. (10)

Incluso si se rechaza la fecha anterior de los entierros de la cueva de Shanidar, está claro que la práctica de incluir objetos funerarios en los entierros se estableció en el período Ubaid (c. 5000-4100) y las fuentes escritas relacionadas con los fantasmas aparecen en el período dinástico temprano de Mesopotamia (2900-2334 a.C.). Entre ellas se incluyen hechizos para protegerse de los fantasmas, para enviar a un fantasma de vuelta al inframundo y hechizos relacionados con la nigromancia por los que se podía invocar a un fantasma para interrogarlo antes de recitar otros hechizos para devolverlo al lugar al que pertenecía.

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The Queen of the Night Reconstruction
Reconstrucción de la Reina de la Noche
Trustees of the British Museum (Copyright)

A diferencia del antiguo Egipto, que desarrolló una larga e intrincada colección de obras sobre el más allá y los espíritus, las fuentes mesopotámicas son variadas e incluyen composiciones recitadas en rituales religiosos o durante ritos funerarios o famosas obras literarias como El descenso de Inanna al inframundo, La epopeya de Gilgamesh, Enkidu y el inframundo, Nergal y Ereshkigal y La muerte de Ur-Nammu.

El inframundo

El inframundo mesopotámico era el destino final de todos los mortales, independientemente de cómo hubieran vivido. Rey o campesino, héroe o villano, hombre, mujer o niño, todos iban al mismo lugar: un reino oscuro bajo la tierra gobernado por Ereshkigal, Reina de los Muertos a la que más tarde se unió su consorte Nergal. Ereshkigal también era conocida como Allatu e Irkalla, también los nombres de su reino, que también era conocido como Kurnugia: la Tierra sin Retorno. El erudito Jeremy Black comenta la raíz kur en Kurnugia:

La palabra kur en sumerio tiene dos significados distintos. Uno de ellos es "montaña" o, más generalmente, las "montañas", especialmente los Montes Zagros al este de Mesopotamia. Por ello, también puede referirse a una "tierra extranjera" (distinta de Sumer)... El segundo significado de kur es "tierra, suelo" y, en particular, kur es uno de los nombres del mundo que se encuentra bajo el suelo en el que vivimos: el inframundo o la morada de los muertos. (Dioses y demonios, 114)

Al principio se pensaba que Kurnugia/Irkalla se encontraba bajo las Montañas del Atardecer en el oeste, pero con el tiempo hubo una serie de entradas al inframundo, y se consideraba un vasto reino que se llenaba de nuevas llegadas constantemente cada día. La principal responsabilidad de Ereshkigal era mantener el orden, lo que incluía asegurarse de que los muertos permanecieran donde debían estar, separados de los vivos, y de que ningún ser vivo entrara en su reino. La ayudaba su sirviente Neti, el guardián de la puerta, y más tarde Nergal, dios de la guerra.

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Ereshkigal aparece por primera vez en un fragmento del período acadio (2334-2218 a.C.), pero aparece plenamente como reina de los muertos en el poema La muerte de Ur-Nammu, del reinado de Shulgi de Ur (2029-1982 a.C.). El poema es notable porque presenta una imagen diferente del inframundo, aunque conserva la visión básica de una tierra estéril. Kurnugia/Irkalla siempre se representa como un páramo desolado de oscuridad y polvo pero, cuando Ur-Nammu llega en este poema, se celebra un gran banquete de bienvenida y se sacrifican muchos animales para el festín.

Ishtar's Descent into the Underworld Inscription
Inscripción del descenso de Ishtar al Inframundo
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Aun así, el poeta señala que "la comida del inframundo es amarga, el agua del inframundo es salobre" (líneas 83-84; Black, Sumerian Literature, 59). Aparte de la mención de este banquete, la única desviación de la descripción de una tierra crepuscular de polvo es la mesa de oro y plata en la que juegan los espíritus de los niños nacidos muertos y que está cargada de miel. No es de extrañar, pues, que los espíritus opten periódicamente por escabullirse y volver a la luz de la vida en el reino mortal.

Los fantasmas

Como se ha señalado, un espíritu podía regresar como fantasma (conocido como gidim en sumerio y etemmu en acadio) por diferentes motivos. El gidim/etemmu era la inteligencia, la personalidad, el carácter (la chispa divina que se separaba del cuerpo al morir) y este espíritu era plenamente consciente de sí mismo. Al morir, abandonaba el cuerpo y era guiado a las puertas del inframundo por el dios Ninazu, hijo de Gula, la diosa de la curación y la salud, que ayudaba al alma en la transición hacia la muerte. Al llegar al inframundo no se juzgaba moralmente al alma, sino que se consultaba una especie de "lista de comprobación" para asegurarse de que uno pertenecía allí. Después, se atravesaban las siete puertas del reino de las tinieblas, tal y como describe Finkel:

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Todos los fantasmas están al acecho, aumentan en número cada minuto a medida que muere más gente. En la epopeya acadia de Gilgamesh se nos dice que "el polvo es su sustento, la arcilla su alimento. No ven la luz y viven en la oscuridad. Están vestidos como pájaros, con alas como vestimenta". Uno tiene la impresión de que se balancean con el hombro juntos como pingüinos polvorientos. La falta de comida y bebida explica la evolución de un ritual de derramamiento de bebidas y ofrecimiento de comida para los muertos, que teóricamente bajaba para mantenerlos en el inframundo. (Entrevista Cawthorne-Finkel, 5)

Algunos espíritus recibían permiso de Ereshkigal para volver al mundo de arriba para corregir un error, proporcionar alguna información sobre su muerte o perseguir a quienes habían olvidado sus obligaciones, pero otros fantasmas eran más o menos fugitivos de Irkalla. Al ser espíritus completamente conscientes de sí mismos, ahora atrapados en un lúgubre submundo, estos espíritus querían volver a experimentar la vida pero, por desgracia para ellos, su aparición entre los vivos siempre era mal recibida.

Se podía recurrir a los sacerdotes para que ayudaran a un espíritu especialmente molesto.

Los muertos solían estar enterrados debajo de la casa, en el patio o cerca del hogar, por lo que el fantasma que más se solía encontrar era el espíritu de alguien que uno había conocido. La razón más común tenía que ver con los ritos de enterramiento inadecuados, con ignorar los deseos del difunto o con olvidar las propias responsabilidades en materia de respeto y recuerdo. Sin embargo, los muertos que simplemente rechazaban su nuevo hogar podían sentirse bastante incómodos en el inframundo y, una vez que regresaban al mundo de arriba, eran los que más problemas causaban.

Protecciones y hechizos

Se recitaban hechizos para protegerse de los fantasmas, se usaban amuletos y encantos, y se colocaban pequeñas figuritas en el hogar. Entre las más populares estaba la imagen del demonio Pazuzu, que, aunque era capaz de provocar sequías, hambrunas y pestes, era igualmente hábil para evitarlas. También se le consideraba el más eficaz para alejar a los espíritus malignos y a los fantasmas. Pazuzu también era considerado un defensor de la humanidad contra los demonios, especialmente el temible Lamastu (también Lamashtu) que atacaba a las mujeres embarazadas y se cebaba con los niños. Los amuletos y estatuillas de perros también se consideraban potentes protectores, al igual que los perros reales.

Demoness Lamashtu Amulet
Amuleto de la demonia Lamashtu
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Se podía recurrir a los sacerdotes para que ayudaran a un espíritu especialmente molesto o al tipo de médico conocido como Asipu, un sanador que se ocupaba principalmente de lo sobrenatural. El Asipu podía recitar un hechizo de protección o enseñar a una persona a memorizar dicho hechizo, o hechizos, dependiendo del tipo de fantasma y de la gravedad del acecho. Un Asipu o sacerdote también podía llevar a cabo un exorcismo si la situación lo justificaba o practicar la nigromancia para hablar directamente con el fantasma y averiguar cuál era el problema. Finkel señala:

Los escribas babilónicos describieron toda una serie de hechizos sencillos y complicados rituales para deshacerse de los fantasmas. Algunos de ellos se basan en listas de todos los tipos de fantasmas: un fantasma que murió en un incendio, por ejemplo, o un fantasma que fue atropellado por un carro o que se ahogó en un pozo o que murió al dar a luz. Parte del hechizo para deshacerse de ellos consistiría en leer en voz alta esta lista, diciendo esencialmente: "Tanto si eres este tipo de fantasma, como si eres ese tipo de fantasma, sabemos quién eres. Vuelve al lugar al que perteneces". La identificación de un fantasma problemático era una forma para ganar poder sobre él. (Entrevista a Cawthorne-Finkel, 4)

El sacrificio de animales también se podía utilizar para apelar a los dioses para que ayudaran a ahuyentar a un fantasma problemático y, cuando se atrapaba a un fantasma descarriado, el dios del sol Shamash, que también presidía la justicia, revocaba el derecho del espíritu a cualquier recuerdo u obligación devocional de cualquier forma y se los entregaba a otro espíritu de Irkalla que no tenía a nadie que lo recordara.

Conclusión

Los espíritus considerados más bendecidos en Irkalla eran los de las personas que morían con el mayor número de hijos porque se pensaba que serían los que tendrían gente que los recordara y observara los rituales de comida y bebida durante más tiempo. El hijo mayor era el encargado de llevar diariamente agua fresca y ofrendas de comida a las tumbas de los difuntos y, tras su muerte, este deber recaía en su hijo mayor. Según algunos estudiosos, esta creencia en la relación continua de los vivos con los muertos dio lugar a un culto a los muertos. Jeremy Black señala:

Se ha sugerido que la práctica del enterramiento en las sociedades prehistóricas de Mesopotamia buscaba o bien mantener una estrecha comunicación con el difunto, mediante un culto a los muertos, o bien, a la inversa, impedir que los muertos persiguieran a los vivos, como harían si se les dejara sin enterrar y libres para vagar. (Dioses y demonios, 58)

Black, entre otros, señala los beneficios culturales de la creencia en la existencia continuada del alma después de la muerte en el sentido de que anclaba firmemente a los miembros de la familia en la comunidad donde estaban enterrados sus difuntos, los conectaba con el pasado y fomentaba las obligaciones continuas que fortalecían la unidad familiar, considerada central en la sociedad mesopotámica de cualquier época. Esto sin duda es cierto, pero para un antiguo mesopotámico, la creencia en la vida después de la muerte y la posibilidad muy real de que un fantasma apareciera en el hogar de uno era simplemente parte del curso natural de la vida y era de esperar tanto como la lluvia de un cielo amenazante.

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Preguntas y respuestas

¿Qué creían los antiguos mesopotámicos sobre los fantasmas?

Los antiguos mesopotámicos creían que los fantasmas eran un aspecto natural de la vida como cualquier otro.

¿Cuáles eran los fantasmas más comunes en la antigua Mesopotamia?

Los fantasmas más comunes en la antigua Mesopotamia eran los miembros de la familia que estaban disgustados por un entierro inadecuado, por la falta de atención a sus últimos deseos o por el descuido de las observancias adecuadas en relación con el recuerdo y el respeto a los muertos.

¿Cómo se trataba a los fantasmas en la antigua Mesopotamia?

En la antigua Mesopotamia, los fantasmas se trataban con hechizos, amuletos, encantos, exorcismos y peticiones de ayuda a los dioses. La figura protectora más potente era el demonio Pazuzu, que ahuyentaba a los fantasmas.

¿Cuáles son las antiguas fuentes mesopotámicas sobre los fantasmas?

Las antiguas fuentes mesopotámicas sobre los fantasmas son hechizos, conjuros, textos médicos, textos religiosos, obras litúrgicas, obras literarias y obras de arte.

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2022, noviembre 08). Fantasmas en la antigua Mesopotamia [Ghosts in Ancient Mesopotamia]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2101/fantasmas-en-la-antigua-mesopotamia/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Fantasmas en la antigua Mesopotamia." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 08, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2101/fantasmas-en-la-antigua-mesopotamia/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Fantasmas en la antigua Mesopotamia." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 nov 2022. Web. 19 abr 2024.

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