El muro de Antonino fue la frontera noroccidental del Imperio Romano. Situado en el centro de Escocia, al norte de Edimburgo y Glasgow, el muro conformaba una barrera lineal que se extendía desde cerca de la localidad de Bo'ness, en el fiordo de Forth, hasta Old Kilpatrick, en el fiordo de Clyde. Cronológicamente, el muro de Antonino es posterior al inicio de la construcción del muro de Adriano y, probablemente, se edificó en torno al año 140 EC por orden del emperador Antonino Pío (gobernante desde el 138 al 161 EC), que ascendió al trono tras la muerte de Adriano.
Objetivo
El muro se convirtió, durante un periodo bastante corto, en una de las fronteras imperiales y existen pruebas irrefutables que sugieren que se abandonó a principios de la década del 160 EC, cuando volvió a utilizarse el muro de Adriano. Si bien los pocos hallazgos, sin estratificar, se han datado en periodos posteriores, lo que supone una evidencia de actividad romana continuada en el muro e incluso más allá (como ocurrió, por ejemplo, con las cortas campañas de Septimio Severo a principios del siglo III EC), las pruebas arqueológicas apoyan firmemente la teoría de que el ejército romano nunca volvió a ocupar o utilizar el muro de Antonino en una fecha posterior a los primeros años de la década del 160 EC. Esto nos permite comprobar que esta frontera tuvo, con toda probabilidad, sus orígenes, su vida útil y su fin en las aproximadamente dos décadas de reinado de Antonino, por lo que es bastante apropiado que hoy en día se le denomine «muro de Antonino».
Arquitectura
Como muchas otras fronteras, el muro de Antonino fue un complejo de varios elementos interconectados que se pueden clasificar en componentes lineales, que se extienden por toda la longitud del muro, y en instalaciones adicionales, que aparecen en determinados puntos a lo largo de la edificación. A pesar de que la percepción general del término «muro» suele girar en torno a una estructura o una muralla que cerca un lugar, mayoritariamente construida en madera, piedra o ladrillo, los académicos y los gestores del patrimonio utilizan «muro de Antonino» para referirse a una serie de elementos interrelacionados de los cuales la muralla o el «muro» únicamente es uno de ellos. Esto también sucede en el muro de Adriano, donde el monumento no incluye tan solo el lienzo de piedra, sino también el vallum y sus respectivas barricadas, el foso norte, los terraplenes y montículos, fuertes, bases, torres, torretas y el resto de construcciones.
El muro se componía de varios elementos lineales que iban casi de manera continuada desde un extremo al otro e incluían la vía militar (o calzada romana), las murallas, el terraplén, el foso y el montículo exterior. Se estima que el trabajo en esos elementos lineales se completó en tan solo ocho meses, a pesar de que es posible que las obras se realizaran a lo largo de varias estaciones. A diferencia del muro de Adriano, el lienzo del muro de Antonino no se levantó con piedra, sino que se construyó con turba, con trozos de tierra revestidos de arcilla o con tepes cuadrados sobre una base de piedra que constituía un zócalo. Como era de esperar, esta estructura no se ha conservado muy bien y, en la mayor parte del muro, el lienzo ya no se puede ver desde la superficie, donde el foso representa la estructura lineal más identificable. Debido a que no se ha preservado, no sabemos cómo fue rematada la parte superior de la muralla. Con probabilidad, era plana, cuadrada y estaba coronada por estacas, aunque «seguramente, esa parte superior estaba cubierta por una pasarela de madera y, a lo largo del borde norte podría haberse colocado un parapeto o una empalizada también de madera» (Robertson: 2001, 11). Además, aunque existen evidencias de que el plan original contemplaba que la muralla se construyera (o incluso se reconstruyera) en piedra, este nunca se llevó a cabo.
Asimismo, el muro también contaba con una serie de construcciones, lo que incluía al menos 17 fuertes (aunque se cree que había un total de 19) y varias fortalezas entre ellas, de las cuales actualmente se conocen nueve y que se cree que podrían haber estado colocadas en intervalos de una milla romana. También se ha descubierto que la mayor parte de los fuertes incluían un espacio fortificado adicional denominado «anexo». El propósito y la naturaleza precisa de esos espacios sigue sin conocerse. En algunos casos, el anexo posee un área mayor que el propio fuerte y es probable que se trate de un añadido posterior. A penas se han excavado unos pocos, pero en varios se han encontrado los restos de termas romanas. En algunos de estos lugares se ha constatado la presencia de otras actividades o de asentamientos extramuros, que probablemente constituyeron poblaciones civiles, o vici, y que es posible que tuvieran una doble función, ya que servían tanto al ejército como al resto de la sociedad.
Inscripciones
Entre 19 y 20 losas de piedra con inscripciones, la mayor parte descubiertas en el siglo veinte y de las que posteriormente se perdieron dos, documentan las obras de construcción del muro. Conocidas como «losas de distancia», estas piedras conservan una inscripción en honor del emperador Antonino Pío y nos permiten conocer no solo el nombre de la legión responsable sino también la distancia recorrida. Se ha sugerido que podían haberse tallado 60 de estas inscripciones y, a pesar de que se trata de algo común a lo largo del mundo romano, las losas de distancia de este muro conforman su propia categoría, ya que no se trata únicamente de inscripciones, sino que a menudo son elaboradas esculturas. Existen otros ejemplos parecidos tanto en el muro de Adriano como en el limes germano, aunque son mucho más sencillos, ya que solo indican el nombre del emperador y la unidad militar responsable, pero no tienen detalles ornamentales ni recogen las distancias. Además, es importante destacar que dos de las losas conmemoran las opus valli, es decir, las «obras del muro», lo que sugiere que pueden referirse específicamente a la edificación de la muralla en sí. La construcción completa del muro, con sus distintos elementos lineales, fuertes y otras edificaciones, puedo haber tardado en completarse veinte años o más.
Además, el muro también posee una historia muy rica tras el periodo romano, ya que se edificaron varios castillos medievales en su trazado e incluso se construyó un canal paralelo al muro que unía ambas costas (el canal Forth y Clyde) durante la Revolución Industrial. No obstante, esos periodos han recibido mucha menos atención por parte de los historiadores y los arqueólogos que los aproximadamente 20 años durante los que el muro funcionó como límite de la Britania romana.