La rebelión de Bacon fue la primera insurrección armada a gran escala en la América colonial, que enfrentó al terrateniente Nathaniel Bacon (1647-1676) y sus seguidores compuestos por sirvientes contratados, tanto blancos como negros y esclavos africanos, contra su primo político, el gobernador William Berkeley (1605-1677), y los acaudalados dueños de las plantaciones en el este de Virginia.
El conflicto empezó por la justa redistribución de los derechos de tierra y la propuesta de Bacon de remover o erradicar a los nativos americanos que aún vivían en la región después de las guerras anglo-powhatan (1610-1646). Bacon murió de disentería después de incendiar Jamestown y la rebelión fue aplastada por Berkeley.
Con el tiempo, la rebelión fue caracterizada como precursora de la guerra de independencia de los Estados Unidos (1775-1783) al ser interpretada como una revuelta contra la autoridad británica para establecer la autonomía colonial. De hecho, la rebelión de Bacon no tenía nada que ver con objeciones de las colonias al dominio británico, pero sí con la avaricia y la corrupción existentes en estas. Bacon tenía razón al acusar a Berkeley de favorecer a sus amigos en acuerdos comerciales y venta de tierras, y este último en acusar al primero de traición y vigilancia clandestina contra los nativos americanos. La revuelta se entiende mejor como un conflicto entre la élite de dueños de grandes plantaciones cercanas a la costa y aquellos que tenían pequeñas granjas tierra adentro, a los que se les unieron sirvientes sin tierra y esclavos.
La rebelión es significativa por ser la primera que unió a sirvientes contratados, negros y blancos, con esclavos negros en contra del gobierno colonial, ante lo cual se establecieron políticas para asegurar que nada similar volviera a suceder. La nueva legislación llevó a la disolución de la política del sirviente contratado, un incremento en el comercio de esclavos, el fomento de la ideología de la supremacía blanca y una mayor pérdida de tierras y derechos por parte de los nativos americanos. De hecho, las consecuencias de la rebelión de Bacon pueden entenderse como el establecimiento del racismo sistemático e institucionalizado en las colonias inglesas que más tarde se convertirían en los Estados Unidos de América
Tabaco, guerra y tierra
La rebelión empezó por el conflicto entre los terratenientes del interior y los acaudalados dueños de plantaciones a lo largo de la costa de Virginia. La colonia de Jamestown, Virginia había sido fundada en 1607 y el tabaco comenzó a ser cultivado en grandes plantaciones en el este, después de que las semillas de dicha planta fueran traídas a la región por John Rolfe (1585-1622) en 1610. Este tabaco, que en aquel tiempo era más dulce que otros en el mercado, se convirtió en el cultivo comercial de Jamestown y comenzó a plantarse en mayor medida que otras cosechas como maíz y arroz. Su popularidad en el exterior promovió el establecimiento de un número cada vez mayor de plantaciones que se acumularon en tierras de los nativos americanos y provocaron las guerras anglo-powhatan de 1610 a 1646.
La primera guerra Powhatan (1610-1614) tuvo poco que ver con el tabaco per se, sino que fue causada por las políticas de acaparamiento de tierras de los colonos y la negativa del gobernador de Jamestown, Thomas West, Lord De la Warr (1577-1618) a comprometerse a atender las preocupaciones de los nativos americanos. La tierra era comprada por menos de su valor real porque los nativos de la Confederación Powhatan no tenían el mismo concepto de derechos de propiedad que los ingleses, ya que para ellos la transacción era más un arrendamiento que una venta. Los indígenas creían que solo les estaban dando a los ingleses el derecho de uso de tierra y no de propiedad.
La primera guerra terminó con la Paz de Pocahontas después de que Pocahontas (1596-1617), hija del jefe powhatan Wahunsenacah (1547-1618), se casara con John Rolfe. Durante este periodo de paz (1614-1622) más tierra fue tomada para el cultivo de tabaco y labrada por sirvientes contratados. Estos eran individuos que habían acordado trabajar durante siete años a cambio del pasaje a Norteamérica y, al final de su servidumbre, ser recompensados con su propia tierra. En 1619, llegaron a Jamestown los primeros esclavos africanos, que fueron comprados por el entonces gobernador Sir George Yeardley (1587-1627) para que labraran sus campos.
Aunque estos veinte africanos habían sido tomados como esclavos por los holandeses (cuyo barco atracó en Jamestown solo por suministros, no para venderles) un número de académicos (David A. Price entre ellos) argumentan que no fueron tratados como esclavos a su llegada, sino más bien como sirvientes contratados. La esclavitud aún no había sido institucionalizada en las colonias y había sido prohibida en Inglaterra siglos antes, por lo que es razonable sugerir que los africanos estuvieron sujetos al único sistema de servidumbre que conocían los colonos. Además, la servidumbre contratada no era una práctica nueva en las colonias y los africanos seguramente podían estar familiarizados con ella.
La segunda guerra powhatan estalló con la masacre india de 1622, en la que más de trescientos colonos fueron asesinados por el jefe powhatan Opchanacanough (1554-1646). Cuando la guerra terminó con una victoria inglesa en 1626, se les arrebató más tierra a los powhatan, que fue convertida en tierra de cultivo y asentamientos. Desde 1614 en adelante, aproximadamente cada siete años, otro grupo de sirvientes contratados era liberado de sus contrato y recibía tierra; y mientras esto sucedía, seguían llegando más de Inglaterra con el mismo trato, por lo que aún se necesitaba más tierra.
Después de la tercera guerra powhatan (1644-1646), la Confederación Powhatan se disolvió y grandes trozos de tierra fueron tomados por los colonos. Los nativos americanos fueron empujados al interior, pero como más colonos habían estado recibiendo tierra regularmente desde 1614 aproximadamente, era en esta área donde también se estaban asentando ex sirvientes contratados en sus parcelas prometidas. Tribus previamente asociadas con la Confederación Powhatan, así como otras más, consideraban esta tierra como suya, saqueaban asentamientos periódicamente y mataban a los colonos. Durante este periodo, la esclavitud fue introducida como una opción legal de castigo en 1640, lo que hizo que los esclavos americanos fueran la clase más baja y, por lo tanto, elevó el estatus de los sirvientes contratados y otros ciudadanos sin tierra, tanto blancos como negros.
Berkeley, Bacon y los nativos americanos
Las mejores tierras eran aquellas ya reclamadas por aristócratas a lo largo de la costa este de la región de Virginia Tidewater. Estas se habían expandido durante la Paz de Pocahontas, otras habían sido establecidas después de la Segunda Guerra Powhatan y aún otras se desarrollaron a través de la venta de parcelas por sus dueños a miembros de la misma clase recién llegados, uno de estos nuevos inmigrantes era William Berkeley. Había sido un cortesano en el palacio de Carlos I de Inglaterra (1625-1649) desde 1632, nombrado caballero por su servicio a la corona y, por lo tanto, estaba bien conectado. Fue nombrado gobernador de las prósperas colonias de Virginia en 1641 y estableció su propia plantación (Green Spring House) cerca de Jamestown entre la otra élite.
Berkeley lideró el ataque contra los powhatan que puso fin a la Tercera Guerra Powhatan en 1646 y estipuló los términos del tratado que, de manera oficial o no, incluía un monopolio sobre el cuero y las pieles para sí mismo y sus amigos. Cuando Carlos I fue depuesto y ejecutado en 1649, Berkeley ofreció pasaje seguro a sus amigos realistas, por lo cual fue censurado por el nuevo gobierno y renunció a su puesto de gobernador en 1652, pero se le permitió conservar sus tierras y continuó sus relaciones comerciales con los nativos.
Nathaniel Bacon era el hijo de terratenientes acaudalados en Inglaterra, también estaba bien conectado y emparentado con Berkeley a través del matrimonio. Había pasado su juventud estudiando en Cambridge y viajando por Europa a expensas de sus padres, pero en 1665 fue acusado de estafar a un conocido por su herencia por lo cual debía esperar serias repercusiones. En lugar de permitir que su hijo enfrentara las consecuencias de sus actos, el padre de Bacon lo envió a Virginia junto una suma considerable de dinero. Bacon compró tierras a pocas millas de Jamestown en la misma región de clase alta en la que Berkeley y otros lo habían hecho. Para entonces, este había recuperado su posición como gobernador y nombró a Bacon parte de su consejo.
Para 1675, ya muchos sirvientes contratados, blancos y negros, habían cumplido con los términos de su servicio y ahora poseían pequeñas granjas en Virginia. Como se ha señalado, las tierras elegidas eran poseídas por la clase alta y vendidas solo a miembros de esta. Con más colonos llegando cada año, se arrebató más tierra a los nativos americanos, a pesar de que se les habían prometido derechos de tierra después de la Tercera Guerra Anglo-Powhatan. Los saqueos de los nativos continuaron golpeando a las pequeñas granjas del interior, lo cual desestabilizó el intercambio y el comercio.
Bacon propugnó la eliminación o masacre total de las tribus indígenas, pero Berkeley, quien estaba obteniendo ganancias considerables del intercambio con las mismas, inició una política de defensa y contención y ordenó la construcción de varios fuertes a lo largo de la frontera de Virginia. Bacon objetó la medida sobre la base de que esta medida solo aumentaría los impuestos y no detendría los saqueos. Acusó a Berkeley de corrupción con el argumento de que daba preferencia a amigos y parientes para ocupar las posiciones de gobierno (tal y como lo había hecho con el mismo Bacon), se estaba beneficiando del intercambio con los nativos (lo cual enfadaba a Bacon solo porque Berkeley se negó a darle una parte de este) y enriqueciendo a expensas de los contribuyentes (como Bacon seguramente también lo hacía).
La rebelión de Bacon
Bacon redactó sus objeciones en su Declaración del Pueblo de Virginia del 30 de julio de 1676, en la cual acusó a Berkeley de corrupción en ocho cargos distintos. Bacon presentó cada cargo de manera completa pero nunca mencionó cómo él mismo se había beneficiado de las políticas de Berkeley. Bacon se presentaba como un hombre del pueblo, que estaba dispuesto a luchar por los granjeros del interior contra las injusticias perpetradas por la élite de la costa y, para probar que era tan bueno como su palabra, lideró expediciones de vigilancia clandestina contra los nativos. El académico Alan Taylor comenta:
Por aclamación popular, Bacon lideró ataques indiscriminados contra los indios, desafiando abiertamente al gobernador. Demandó que los colonos destruyeran “a todos los indios en general porque… todos eran enemigos”. Debido a que los amistosos Algonquinos estaban más cerca y eran más fáciles de capturar, murieron en mayores números que los elusivos y hostiles Susquehannock. En 1676, Berkeley declaró a Bacon culpable de traición, lo cual llevó a Bacon a marchar con sus seguidores armados contra el gobernador en Jamestown. (149)
Para este momento, los seguidores de Bacon se contaban entre trescientos a quinientos hombres armados que habían sido seducidos por las promesas que no tenía forma de mantener. Bacon prometió libertad para los sirvientes contratados (que conformaban la mayoría de sus seguidores), menores impuestos, mejores tierras para los hombres libres y seguridad para los granjeros del interior a través de la eliminación de los nativos americanos. Los sirvientes contratados (negros y blancos) y granjeros, así como esclavos, se unieron a la causa de Bacon conforme este continuaba alimentando el resentimiento diciéndoles que sus problemas económicos y, en algunos casos la pobreza, eran causados por los acaudalados terratenientes quienes conservaban los mejores recursos para ellos y eran protegidos e impulsados a ello por la administración corrupta de Berkeley. Incluso lo acusó de estar a favor de los nativos y en valorar sus derechos sobre los de los colonos.
Berkeley negó cualquier mala práctica y mantuvo los cargos de traición contra Bacon. Respondió aclarando que no tenía ninguna disputa contra la corona (y por lo tanto no era culpable de traició) sino exclusivamente contra Berkeley y sus prácticas corruptas. Bacon sintió que había agotado las vías diplomática y legal y condujo a sus seguidores a Jamestown. Berkeley, su servidumbre y sus seguidores huyeron del pueblo mientras Bacon entraba en él y, al no encontrarlos, incendiaron el lugar. Después ocuparon las ruinas y esperaron la respuesta militar de Berkeley.
No obstante, antes de que esta sucediera, Bacon murió de disentería en octubre de 1676. Otro hombre, John Ingram, asumió el mando, pero no era tan carismático como Bacon y la turba comenzó a desbandarse y regresar a sus hogares. Entonces Berkeley lanzó un ataque, desarmó a los rebeldes restantes y colgó a 23 de los líderes, lo que puso fin a la rebelión. Ingram, desconocido fuera de su participación en el levantamiento, seguramente estaba entre los colgados.
Conclusión
Berkeley consideró que había obrado bien, pero esta opinión no era compartida por el rey Carlos II de Inglaterra (1660-1685), quien le ordenó que regresara a Inglaterra para explicarse. Se dice que la esposa de Berkeley lo consoló diciéndole que el rey seguramente lo perdonaría de cualquier error percibido porque había mantenido la paz. No obstante, basándose en los testimonios de la reacción de Carlos II a la rebelión, su reunión difícilmente hubiera transcurrido como la señora Berkeley hubiera esperado, pero no hay forma de saberlo porque Berkeley murió poco después de llegar a Inglaterra.
Carlos II había enviado a Sir Herbert Jeffreys para ordenarle a Berkeley que regresara, tomó el control y trató de desmantelar la estructura de poder de la élite agricultora virginiana. Con más de doscientas tropas bajo su mando, Jeffreys restauró el orden y centró su atención en reducir la riqueza y poder de la élite de los dueños de plantaciones, pero murió en 1678 antes de que algo pudiera lograrse.
Los terratenientes acaudalados, que eran miembros o tenían influencia en el cuerpo legislativo de la Cámara de los Burgueses, reconocieron que apenas habían escapado al desastre y tomaron medidas para asegurar que nada como la rebelión de Bacon sucediera otra vez. Primero aprobaron legislación para frenar a la servidumbre contratada, pues estaba claro que la proliferación de pequeñas granjas solo había creado una ciudadanía insatisfecha y fuertemente armada. Luego institucionalizaron la esclavitud racial, que había aumentado en la práctica desde la década de 1660, y establecieron Jamestown como un puerto mayor en el comercio de esclavos.
Taylor señala: “la cantidad de esclavos aumentó de apenas 300 en 1650 13 000 para 1700, cuando los africanos constituían el 13 % de la población de Chesapeake” (154). La gente de color empezó a asociarse con una clase baja de esclavos y, para evitar que granjeros blancos y negros se unieran nuevamente, la asamblea redujo el impuesto de capitación para que la mayor carga se depositara en los granjeros más pobres, de los cuales muchos eran negros. Estas medidas impulsaron la ideología de la supremacía blanca de manera que las diferencias de clase entre ricos y pobres blancos se minimizaron, mientras que las de raza entre negros y blancos se enfatizaron.
Para pacificar a los granjeros del interior, la Cámara de los Burgueses también reinstituyó el sistema headright que prometía a cualquier hombre libre cincuenta acres de tierra arrebatadas a los nativos americanos. Este sistema impulsó la colonización y masacre de nativos en tierras que les habían sido prometidas en el Tratado de la Plantación Middle en 1677. Después de la rebelión de Bacon y la nueva legislación, más tierra fue tomada y las reservas nativas se encogieron aún más de lo que ya lo habían hecho.
Alrededor de cien años después del evento, la rebelión de Bacon fue considerada por algunos, entre ellos Thomas Jefferson, como precursora de la Guerra de independencia de los Estados Unidos y a Bacon como un gran patriota. Esta perspectiva de la rebelión y su líder persistió, especialmente en Virginia, durante el siglo XX y aún aparece en algunos textos hoy en día. Sin embargo, el mismo Bacon aclaró que no estaba rebelándose contra el dominio británico, sino solo contra Berkeley y su administración.
La motivación de Bacon parece mucho menos noble cuando se tiene en cuenta que sus objeciones a las políticas de Berkeley eran originadas por su propia codicia, racismo, políticas genocidas y la decepción de que Berkeley no estaba compartiendo los recursos del comercio con él. La rebelión de Bacon, lejos de ser un levantamiento patriótico, no fue más que otro ejemplo de avaricia colonial inglesa que llevó, como de costumbre, a que poblaciones no blancas ni inglesas pagaran el precio por aquellos que ya teniendo mucho más de lo que necesitaban, obtuvieron más.