Cambios sociales de la Revolución Industrial británica

Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 26 abril 2023
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Disponible en otros idiomas: inglés, chino, francés, alemán, turco

La Revolución Industrial británica (1760-1840) fue testigo de una gran cantidad de innovaciones técnicas, como las máquinas de vapor, que dieron lugar a nuevas prácticas laborales, lo que a su vez trajo consigo numerosos cambios sociales. Trabajaban más mujeres y niños que nunca, por primera vez vivía más gente en las ciudades que en el campo, la gente se casaba más joven y tenía más hijos, y la dieta de la gente mejoró. La mano de obra se volvió mucho menos calificada que antes y muchos lugares de trabajo se volvieron insalubres y peligrosos. Las ciudades sufrían por la contaminación, las malas condiciones sanitarias y la delincuencia. La clase media urbana aumentó, pero seguía existiendo una brecha insalvable entre los pobres, la mayoría de los cuales eran ahora trabajadores no calificados, y los ricos, que ya no se medían por la tierra que poseían, sino por su capital y sus posesiones.

Mark Lester as Oliver Twist
Mark Lester como Oliver Twist
IMDb.com (Copyright, fair use)

Urbanización

La población de Gran Bretaña aumentó espectacularmente en el siglo XVIII, hasta el punto de que en 1801 se realizó por primera vez un censo a escala nacional. A partir de entonces, el censo se repitió cada década y arrojó resultados interesantes. Entre 1750 y 1851, la población británica pasó de 6 a 21 millones de habitantes. La población de Londres pasó de 959.000 habitantes en 1801 a 3.254.000 en 1871. La población de Mánchester en 1801 era de 75.000 habitantes, pero de 351.000 en 1871. Otras ciudades experimentaron un crecimiento similar. El censo de 1851 reveló que, por primera vez, vivía más gente en las ciudades que en el campo.

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El hecho de que más jóvenes se conocieran en un entorno urbano más reducido hizo que los matrimonios se produjeran antes y que la tasa de natalidad aumentara en comparación con las sociedades de las zonas rurales (que también aumentaron, pero en menor medida). Por ejemplo, "en el Lancashire urbano de 1800, el 40% de las jóvenes de 17 a 30 años estaban casadas, frente al 19% en el Lancashire rural. En la Gran Bretaña rural, la edad media de matrimonio era de 27 años, en la mayoría de las zonas industriales de 24, y en las zonas mineras de unos 20" (Shelley, 98).

Las ciudades se convirtieron en concentraciones de pobres que sobrevivían de la caridad de los más afortunados.

La urbanización no implicó que no hubiera espíritu de comunidad en las ciudades. A menudo, los vecinos de una misma calle se unían en tiempos de crisis. Las comunidades en torno a las minas y las fábricas textiles estaban especialmente unidas, ya que todos ejercían la misma profesión y el espíritu y el orgullo comunitarios se fomentaban con actividades como la banda de la mina o de la fábrica. Los trabajadores también se unían para formar clubes y ahorrar para una excursión anual, normalmente a la costa.

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La vida en las ciudades que habían crecido en torno a las fábricas y los yacimientos de carbón se hizo más estrecha. Muchas familias se veían obligadas a compartir una misma vivienda de construcción barata. "En Liverpool, en la década de 1840, 40.000 personas vivían en sótanos, con una media de seis personas por sótano" (Armstrong, 188). La contaminación se convirtió en un grave problema en muchos lugares. El saneamiento deficiente (pocas calles tenían agua corriente o desagües, y los retretes sin cisterna se compartían a menudo entre los hogares) provocó la propagación de enfermedades. En 1837, 1839 y 1847 hubo epidemias de tifus. En 1831 y 1849 hubo epidemias de cólera. La esperanza de vida aumentó gracias a una mejor alimentación y a las nuevas vacunas, pero la mortalidad infantil podía ser elevada en algunos períodos, a veces más del 50% para los menores de cinco años. Hasta la Ley de Salud Pública de 1848, los gobiernos no empezaron a asumir la responsabilidad de mejorar el saneamiento, e incluso entonces las juntas locales de salud tardaron en formarse en la realidad. Otro efecto de la urbanización fue el aumento de los delitos menores. En el anonimato cada vez mayor de las ciudades, los delincuentes estaban más seguros de poder escapar a la detención.

London Housing by Gustave Doré
Viviendas en Londres de Gustave Doré
Gustave Doré (Public Domain)


Las ciudades se convirtieron en concentraciones de pobres que sobrevivían de la caridad de los más afortunados. Los niños vagaban por las calles mendigando. Los niños sin hogar ni trabajo, si eran varones, a menudo recibían formación para convertirse en limpiabotas, es decir, alguien que lustraba zapatos en la calle. Las organizaciones caritativas les daban esta oportunidad para que no tuvieran que ir al infame workhouse. Este establecimiento se creó en 1834 con la Ley de Reforma de la Ley de Pobres. Se pretendía deliberadamente que fuera un lugar tan horrible que no hiciera más que mantener vivos a sus habitantes (hombres, mujeres y niños) con la postura de que más caridad que esa simplemente animaría a los pobres a no molestarse en buscar un trabajo remunerado. Allí debían trabajar, pero las tareas eran tediosas, por lo general porque eran desagradables y repetitivas, como triturar huesos para hacer pegamento o limpiar el propio lugar. A pesar de todos los problemas, la urbanización continuó, de modo que en 1880 solo el 20% de la población británica vivía en zonas rurales.

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Vida laboral

Hombres

Los trabajadores varones tuvieron oportunidades como nunca antes durante la Revolución Industrial con el auge de la minería, las fábricas mecanizadas, la construcción naval y los ferrocarriles con sus estaciones de tren y proyectos de construcción. Sin embargo, muchos de estos trabajos no eran calificados, y los hombres que tenían habilidades como la carpintería, el tejido textil y el manejo de caballos fueron, en muchos casos, sustituidos por máquinas. Los hombres también se enfrentaban a una competencia mucho mayor por parte de las mujeres, que eran mucho más baratas en términos salariales. Los hombres que encontraban trabajo obtenían un salario más estable que antes, pero los lugares de trabajo mecanizados podían ser peligrosos y el trabajo a menudo era aburrido y repetitivo. El sistema de fábrica, en el que los trabajadores se concentraban únicamente en una parte específica del proceso de producción, significaba que los trabajadores tenían poca sensación de logro en el artículo acabado como podrían haber tenido en el antiguo sistema doméstico en el que un trabajador producía un artículo final.

Se crearon sindicatos para proteger los derechos de los trabajadores, pero la ley los prohibió entre 1799 y 1824. Incluso en la década de 1830, muchos empresarios insistían en que los nuevos contratados firmaran una declaración en la que prometían que no eran ni serían miembros de un sindicato. Los sindicatos con más éxito eran los que representaban a trabajadores más calificados, como los ingenieros, que podían permitirse cotizar colectivamente para que su sindicato contara con trabajadores a tiempo completo que promovieran los intereses de sus afiliados. En esta época, los sindicatos no representaban a las mujeres ni a los niños.

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A Gallery of 30 Industrial Revolution Inventions

The Industrial Revolution, usually dated from around the mid-18th century to the mid-19th century, brought an extraordinary array of inventions that...

Mujeres

Muy a menudo, las mujeres realizaban las mismas tareas que los hombres en el lugar de trabajo, ya que eran más baratas y no muchas máquinas necesitaban gran fuerza física para funcionar. La mayoría de las mujeres que trabajaban en las fábricas tenían menos de 30 años, y la mayoría de ellas eran adolescentes. "Una encuesta británica realizada en 1818 descubrió que las mujeres constituían algo más de la mitad de los trabajadores de los textiles de algodón" (Horn, 57). En las fábricas escocesas, la cifra era aún mayor. Además, en Mánchester, por ejemplo, "la obrera mejor pagada ganaba una cuarta parte de lo que ganaba el obrero mejor pagado" (Horn, 59).

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La mayor capacidad de las mujeres para encontrar empleo significaba que tenían más independencia que antes.

En las minas, las mujeres eran empleadas para llevar pesadas cestas de carbón desde el frente hasta los carros para su transporte, lo que normalmente implicaba caminar por el agua todo el día. Solo la Ley de Minas de 1842 trajo consigo la prohibición de emplear a mujeres, niñas y niños menores de 10 años en trabajos subterráneos. A corto plazo, muchas mujeres perdieron su empleo, y las familias que solo tenían hijas sufrieron graves dificultades económicas como consecuencia de estas reformas.

Desde un punto de vista más positivo, durante la Revolución Industrial, la mayor capacidad de las mujeres para encontrar empleo significó que tenían más independencia de la que habían tenido en comunidades rurales más tradicionales. Las jóvenes podían independizarse antes económicamente de sus padres y, dado el mayor contacto social, ser más selectivas a la hora de elegir marido (al igual que los hombres, por supuesto). Además, en la década de 1850, "las mujeres casadas también eran ligeramente más propensas a tener hijos y a reducir al mínimo la distancia entre los nacimientos" (Horn, 5).

Niños

Los niños trabajaban los mismos turnos de 12 horas que los adultos, pero recibían una paga mucho menor (un 80% menos que un trabajador masculino y un 50% menos que una trabajadora femenina). Los niños, a menudo de tan solo 5 años pero en promedio de 8, tenían que realizar tareas específicas que los adultos no podían, como transportar carbón a través de estrechos pozos mineros o trepar por debajo de las máquinas en las fábricas para recoger los residuos de algodón. De 1800 a 1850, los niños constituían entre el 20 y el 50% de la mano de obra minera. En las fábricas, los niños constituían alrededor de un tercio de la mano de obra británica.

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Child Cotton Mill Worker
Niña trabajadora de fábrica de algodón
Lewis Hine (Public Domain)

Los niños eran enviados directamente por sus padres o encontraban trabajo por su cuenta. También existía un sistema similar al contrato de aprendiz, en el que los padres recibían dinero de su parroquia a cambio de que sus hijos fueran aprendices del dueño de una fábrica. Esta práctica era habitual, y no fue hasta 1816 cuando se puso un límite a la distancia a la que los niños debían trabajar: 64 km (40 mi).

En la agricultura, los niños trabajaban como siempre, cuidando el ganado y realizando cualquier tarea servil de la que fueran físicamente capaces. Algo novedoso fue el uso de niños en cuadrillas agrícolas, enviados por su parroquia para realizar tareas estacionales como ayudar en la cosecha.

Educación

La educación de muchos niños se sustituía por la jornada laboral, una elección que a menudo hacían los padres para complementar los escasos ingresos familiares. Existían algunas escuelas rudimentarias, como las escuelas del pueblo, las escuelas dominicales locales y (solo a partir de 1844) las escuelas benéficas (ragged schools), que se centraban en lo básico: lectura, escritura y aritmética. Incluso las escuelas más baratas costaban un penique al día, lo que no era una carga insignificante para una familia trabajadora. La calidad de los maestros también variaba, y las aulas solían estar abarrotadas, ya que los únicos ingresos de los maestros eran los honorarios de los padres, por lo que se veían tentados a matricular a tantos alumnos como el espacio lo permitía.

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Algunos empresarios sí ofrecían educación a sus trabajadores infantiles y adultos para que aprendieran a leer y escribir. Sin embargo, la educación quedaba relegada a un segundo plano: "al menos la mitad de los niños nominalmente en edad escolar trabajaban a jornada completa durante la revolución industrial" (Horn, 57). La educación obligatoria para los niños de 5 a 12 años y las instituciones necesarias para impartirla no llegarían hasta la década de 1870. Las tasas de alfabetización mejoraron en el siglo XIX, a lo que contribuyó la disponibilidad de libros baratos, posible gracias a las economías de escala de las máquinas de fabricación de papel y las imprentas. A partir de 1840, la capacidad de escribir permitió a la gente beneficiarse del sistema de correos baratos. La disponibilidad de periódicos baratos a finales del siglo XIX también fomentó la lectura.

Las clases baja, media y alta

Para los ricos y poderosos, la propiedad de la tierra, como siempre había sido, seguía siendo una característica definitoria de la élite de la sociedad. En 1876, un asombroso 95% de la población no poseía ninguna tierra, por lo que, en todo caso, este grupo de grandes terratenientes se concentró más que nunca. Sin embargo, hubo otra característica definitoria de la élite que se unió a la tierra durante la Revolución Industrial: el capital. Los más acaudalados se mantuvieron ricos invirtiendo directamente en empresas, financiando nuevas empresas e inventores con préstamos a cambio de una futura participación en los beneficios y comprando acciones en empresas de canales, ferrocarriles y construcción naval. Los bancos privados formaban parte de un sector financiero nuevo y más prominente que ayudaba a los que tenían dinero a ganar más.

Robert Owen by Brooke
Robert Owen de Brooke
William Henry Brooke (Public Domain)

Por debajo de los terratenientes y los acaudalados inversores capitalistas, se encontraban los propietarios de negocios, a los que la clara falta de intervención del gobierno en sus asuntos otorgaba un gran poder. Incluso cuando finalmente se aprobaron leyes a partir de la década de 1830 que limitaban a los propietarios de negocios, las consiguientes restricciones en las horas de trabajo y las normas de salud y seguridad rara vez se aplicaban debido a la falta crónica de inspectores. No había salario mínimo, los sueldos no guardaban relación con la inflación y los empleados se enfrentaban a la amenaza siempre presente del despido instantáneo. En resumen, los propietarios se enriquecían mientras los trabajadores trabajaban más que nunca y, sin embargo, se empobrecían relativamente.

El abismo entre los de abajo y los de arriba se ensanchó. Los trabajadores de las fábricas, por ejemplo, tienen pocas calificaciones transferibles, por lo que se quedan estancados en su nivel de trabajo. En el pasado, un tejedor a mano podría haber ahorrado, quizás a lo largo de muchos años, para formar su propia empresa con sus propios empleados, pero ese método de ascender en la escala social era ahora mucho más difícil de acceder. Para competir con las fábricas más grandes, se requería una importante inversión en maquinaria que estaba muy por encima de las capacidades de la clase trabajadora. Los pequeños agricultores eran otro grupo que disminuía a medida que aumentaban las rentas de la tierra y la mecanización favorecía las economías de escala, de modo que las explotaciones individuales eran cada vez más grandes y menos numerosas.

Existía la posibilidad de ascender mediante el acceso a la educación, pero esto requería una inversión de la que pocos disponían. El aprendizaje seguía siendo una vía para que los hijos obtuvieran un empleo mejor que el de sus padres, pero, de nuevo, con una fuerte cuota exigida por adelantado y varios años de trabajo y estudio no remunerados después, no todo el mundo podía seguir esta vía. Algunos, como Robert Owen (1771-1858), propietario de varios molinos, pasaron de ser aprendices a convertirse en grandes industriales, pero eran excepciones que confirmaban la regla. También es notable que la mayoría de los inventores durante la Revolución Industrial habían recibido una buena educación, la mayoría de las veces hasta el nivel universitario.

Durante la Revolución Industrial, la profesión y el estatus social de una persona tenían una relación directa con su salud. En 1842, un médico de Leeds, el Dr. Holland, cotejó la esperanza de vida de distintos grupos sociales. Llegó a la conclusión de que la esperanza de vida media de los fabricantes y las clases altas era de 44 años, frente a los 27 de los tenderos y los 19 de los jornaleros.

The Age of Innocence by Reynolds
La edad de la inocencia de Reynolds
Joshua Reynolds (Public Domain)

Creció una clase media urbana (alrededor del 25% de la población en 1800), pero muchos se trasladaron de los centros urbanos, cada vez más estrechos y sucios, a nuevas propiedades en los suburbios, a menudo con jardín. Profesionales como ingenieros, científicos, abogados, etc., podían permitirse tener criados que cuidaran de sus hijos, mantuvieran la casa ordenada y prepararan la comida. La clase media compraba en tiendas nuevas y elegantes, como la de Josiah Wedgwood (1730-1795) en Londres. A partir de la década de 1810, el nuevo alumbrado público con gas de hulla hizo que las calles fueran más seguras de frecuentar por la noche, por lo que florecieron restaurantes, teatros y otros establecimientos de ocio. Las clases medias y los comerciantes y artesanos más prósperos podían permitirse enviar a sus hijos a la escuela o contratar a un profesor particular.

Los albores de la época victoriana, a partir de 1837, fueron testigos de un fuerte apoyo público de la clase alta y media para "mejorar" a las clases más pobres haciéndolas trabajar más duro y llevar una vida "más limpia". De hecho, este moralismo a menudo condescendiente había comenzado antes, con el inicio del movimiento de las escuelas dominicales en 1780 y la Sociedad de Escuelas Dominicales en 1785. Existía un estrecho vínculo entre religión y filantropía, ya que la mayoría de los reformadores sociales eran cristianos no conformistas. En 1811 se creó la Sociedad Nacional para la Promoción de la Educación de los Pobres. Esta sociedad y otras organizaciones filantrópicas similares demuestran que hubo algún tipo de reacción por parte de las clases medias, los intelectuales y los artistas contra el uso indiscriminado de mano de obra en este nuevo mundo industrializado de fábricas y ciudades superpobladas.

El nivel de vida aumentó para la mayoría de la población durante la Revolución Industrial, en torno a un 30% de media, pero solo a partir de la década de 1830 fue así para las clases bajas. La situación de los más pobres se hizo visible al resto de la población a través del creciente interés por los periódicos, los panfletos y la literatura. Obras de arte como La edad de la inocencia (1788), de Joshua Reynolds, y Oliver Twist (1837), de Charles Dickens, contribuyeron a fomentar la nueva creencia de que había que proteger a los niños y dar a los adultos pobres oportunidades para mejorar su vida o, al menos, la de sus hijos. Desgraciadamente, las reformas, inversiones e instituciones necesarias para lograr esta mejora no estarían en marcha y no serían efectivas hasta después de que hubiera pasado la Revolución Industrial.

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Preguntas y respuestas

¿Qué cambió en la sociedad durante la Revolución Industrial?

Los cambios en la sociedad durante la Revolución Industrial incluyeron más mujeres y niños trabajando que antes, una creciente clase media y una importante urbanización de una población en aumento.

¿Cuáles fueron los problemas sociales de la Revolución Industrial?

Entre los problemas sociales de la Revolución Industrial cabe citar el desempleo de los trabajadores calificados, el aumento de la insalubridad y peligrosidad de los lugares de trabajo y el incremento de la urbanización, que dio lugar a ciudades hacinadas y contaminadas, con malas condiciones sanitarias y delincuencia.

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa especialmente por el arte, la arquitectura y por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones en World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2023, abril 26). Cambios sociales de la Revolución Industrial británica [Social Change in the British Industrial Revolution]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2229/cambios-sociales-de-la-revolucion-industrial-brita/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Cambios sociales de la Revolución Industrial británica." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación abril 26, 2023. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-2229/cambios-sociales-de-la-revolucion-industrial-brita/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Cambios sociales de la Revolución Industrial británica." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 26 abr 2023. Web. 24 abr 2024.

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