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La Ilustración militar del siglo XVIII supuso un esfuerzo concertado en toda Europa para abordar la ciencia de la guerra. Abrazando el racionalismo y el profesionalismo, especialmente en la educación militar, estadistas, filósofos y educadores exploraron la relación entre las esferas militar y civil. Entre las figuras más destacadas de Rusia se encuentran Ivan Betskoi (1704-1795) y Mikhail Illarionovich Golenishchev-Kutuzov (1745-1813).
Cuerpo de nobles cadetes de tierra
Bajo la dirección de Ivan Betskoi, el Cuerpo de nobles cadetes de tierra se convirtió en algo más que una escuela de formación militar; también fue un difusor de la nueva cultura y las ideas de la Ilustración dentro del ejército y, más a nivel más general, en la sociedad. El tratado de Betskoi sobre la Educación de los jóvenes de ambos sexos citaba a un buen número de filósofos de la Ilustración, entre ellos a Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), ya que proponía una gran visión del sistema educativo reestructurado para crear "un nuevo tipo de personas":" los graduados del Cuerpo de cadetes que pudieran hacer de todo, desde dirigir una unidad de caballería hasta componer una carta o un soneto elocuente porque "adquirían los sólidos conocimientos de geografía, política, ética, aritmética, geometría y otras ciencias matemáticas; adquirían la comprensión de la historia y alimentaban el deseo de leer libros sobre las hazañas de célebres comandantes militares, sobre cómo llevar los registros de ingresos y gastos en su regimiento o su cuerpo." (Fedyukin, 171-203)
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Kutuzov: A Life in War and Peace
This book provides a fresh biography of Kutuzov which separates historical research from later political propaganda. It examines his personal life and military accomplishments, relying on a wide range of primary and secondary sources as well as Russian archival material.Betskoi fue un ardiente defensor de una educación amplia que edificara al alumno. Abolió la clasificación de los cadetes al estilo militar e introdujo grados basados en la edad; niños de apenas cinco años se podían inscribir en el Cuerpo de Cadetes y, durante los siguientes quince años, recibían una educación completa que les hacía absorber la historia, la arquitectura, el arte, la retórica y el teatro, practicar sus movimientos de baile y el canto, representar obras de teatro y pulir su latín, alemán y francés. Los logros personales contaban más que el pedigrí y el estatus, pues la clave de todo era, como comentó un cadete citando a su tutor, "la luz de la razón" (Glinka, 65).
El reformado Cuerpo de cadetes desempeñó un papel vital en la institucionalización de la Ilustración en Rusia, así como en la continua occidentalización del ejército y la sociedad rusos. Sus graduados dieron forma a la cultura militar durante años y transmitieron las ideas de la Ilustración que habían absorbido durante su formación. Como señala correctamente el historiador Eugene Miakinkov:
El impulso de la educación nacional se extendió también al ejército, donde los oficiales siguieron el ejemplo de su emperatriz y comenzaron a crear un "nuevo tipo de oficiales" y a sentar las bases del profesional militar del siglo XIX. (18)
Por muy emocionante que fuera la elevada retórica de la Ilustración y la visión de crear una nueva sociedad, chocaba con la desesperada necesidad del ejército ruso de contar con oficiales militares profesionales bien formados. Las reformas educativas funcionaron a nivel filosófico, pero su carácter enciclopédico también privó a la educación del enfoque y la practicidad tan necesarios. Betskoi y sus sucesores trataron de proteger a los cadetes de las influencias corruptoras del mundo tras los muros del Palacio Menshikov. La restricción del contacto entre los futuros oficiales y el mundo estaba diseñada para cultivar cierta castidad de hábitos, pensamientos y naturaleza de los cadetes que estaban destinados a convertirse en "un nuevo tipo de personas". Pero apenas los preparaba para la cruda realidad del servicio militar, por no hablar de la sangre y las vísceras del campo de batalla.
Los cadetes graduados, que eran comisionados como tenientes, llegaban a sus unidades con muy poca o ninguna experiencia en ejercicios, disparo de armas, despliegue y maniobra de unidades tácticas u organización de marchas. Esta desconexión hizo que algunos contemporáneos observaran que los educados según las reformas de Betskoi "podían representar comedias y escribir poesía, en resumen, lo sabían todo excepto lo que un oficial debería saber" (Semen Vorontsov a Alexander Vorontsov, 19 de junio de 1789). Era necesario un cambio, que mantuviera el espíritu ilustrado de las reformas de Betskoi y reorientara el proceso educativo hacia sus fundamentos militares.
Ese cambio llegó en la persona de Mijail Illarionovich Golenischev-Kutuzov, el veterano de las guerras ruso-polacas y ruso-otomanas que había pasado tres décadas en el servicio de campo. La diversidad de su servicio militar era sorprendente: oficial de estado mayor, oficial de intendencia, comandante de unidades de mosqueteros, granaderos, infantería, lanceros y caballería ligera, además de servir como emisario del emperador ruso en la corte prusiana y embajador plenipotenciario en el Imperio otomano. Pocos oficiales, en cualquier país, podían presumir de una carrera inicial tan variada, lo que, a su vez, subraya el liderazgo innato, el trabajo duro y la capacidad de aprendizaje y adaptación de Kutuzov. Ya se había ganado la reputación de filósofo militar. Era un lector voraz y conocía bien los ideales de la Ilustración. Además, había escrito un importante tratado militar que abordaba un tema poco explorado en Rusia y reflejaba muchos temas clave de la Ilustración militar, como el estudio racional de la guerra, la insistencia en mostrar compasión y dignidad por los soldados y el énfasis en la aplicación práctica y la eficacia.
Las reformas de Kutuzov
Kutuzov fue nombrado director general del Cuerpo de cadetes el 26 de septiembre de 1794. Se lanzó al trabajo con su habitual determinación. Un examen minucioso del funcionamiento interno del Cuerpo de cadetes reveló una serie de deficiencias. Los predecesores de Kutuzov, por muy loables que fueran en su compromiso con los ideales de la Ilustración, habían fracasado en el tratamiento de los asuntos administrativos y fiscales, dejando atrás la mala administración y la mala gestión financiera. La institución estaba muy endeudada, los miembros del personal desanimados por los ascensos y aumentos de sueldo que debían haber ocurrido hacía tiempo, los profesores se quejaban de la falta de atención y la indolencia de los cadetes, mientras que los alumnos se quejaban de la incompetencia de los profesores. El nuevo director, por tanto, comenzó su mandato insistiendo en la responsabilidad y la disciplina en el cuerpo.
Los cadetes debían llegar a tiempo a las clases y las prácticas, tener un buen aspecto y rendir al máximo de sus capacidades. Los instructores debían informar regularmente de los progresos de sus alumnos. A los cadetes que no mantuvieran su nivel académico o mostraran signos de "holgazanería" se les daba un mes para mejorar sus notas o sufrir las consecuencias (Orden al Cuerpo de cadetes, 13/24 de febrero de 1797). Kutuzov prohibió los castigos corporales o excesivos y, en su lugar, castigó a los cadetes con la pérdida de tiempo libre o el confinamiento en sus habitaciones. Los oficiales del cuerpo, tanto los instructores como el personal de apoyo, también eran responsables. Se recompensaba y ascendía a los oficiales que se esmeraban, y se castigaba a los que no eran eficaces o tenían un comportamiento inadecuado. Este énfasis en la disciplina y el orden no significaba que Kutuzov fuera un martinete. Se esforzó por ganarse los corazones y las mentes tanto del personal como de los cadetes, se reunía con ellos en persona, respondía a sus preguntas y les pedía opinión sobre los problemas existentes en el cuerpo.
La mayor reforma consistió en revisar el plan de estudios del Cuerpo de cadetes, que Kutuzov consideraba demasiado teórico. Intentó reorientarlo hacia el objetivo original del cuerpo: la formación de una nueva generación de oficiales militares. En los tres años siguientes se introdujo el nuevo programa educativo que se centraba en asuntos militares prácticos y fomentaba otras habilidades e intereses de los cadetes. Los cadetes ahora pasaban más tiempo aprendiendo tácticas militares, navegación terrestre, manejo de armas y los fundamentos de la instrucción de ejercicios, marcha, fortificación de campo y artillería. Kutuzov se interesó mucho por el plan de estudios e impartió personalmente conferencias sobre historia militar y tácticas de batalla, basándose en su amplia experiencia personal. Instituyó un proceso de revisión individual del rendimiento académico de cada cadete; si alguno mostraba signos de tener dificultades para seguir el ritmo, le ofrecía ayuda adicional y formación individual para que pudiera completar con éxito sus cursos. Los mejores estudiantes eran elogiados y reconocidos con diversos premios.
Haciendo hincapié en la experiencia práctica, Kutuzov exigía a los cadetes, que hasta entonces apenas habían salido de la institución, que participaran en ejercicios militares de verano en los que construían campamentos, dormían en tiendas de campaña y practicaban ejercicios tácticos. Para exponer a los cadetes a las realidades de la vida militar, Kutuzov compró cientos de mosquetes, granadas y otros equipos militares con los que se entrenaban, y adquirió diversos periódicos y revistas extranjeras para que los estudiantes pudieran estar al tanto de los últimos acontecimientos en Europa. En lugar de graduar cohortes de cadetes cada tres años, como se hacía con sus predecesores, Kutuzov estableció una revisión y promoción anual basada en "una evaluación exhaustiva de los logros, el comportamiento y el rendimiento académico de cada cadete" (Mijaíl Kutuzov a la emperatriz Catalina II, 22 de diciembre de 1794/2 de enero de 1795).
Por tanto, las reformas de Kutuzov buscaban un compromiso que mantuviera el espíritu ilustrado de las reformas de Betskoi y que, al mismo tiempo, reorientara el proceso educativo hacia sus fundamentos militares. Su éxito garantizó que el Cuerpo de cadetes formara una nueva generación de oficiales bien educados y preparados para el servicio militar, que sirvieron con gran distinción durante las Guerras Napoleónicas.
