Amenhotep III

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
publicado 15 julio 2011
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, persa
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Amenhotep III (by Trustees of the British Museum, Copyright)
Amenhotep III
Trustees of the British Museum (Copyright)

Amenhotep III (en torno a 1386-1353 a.C.) fue el noveno rey de la XVIII Dinastía de Egipto. También es conocido como Nebma'atre, Amenofis III y Amana-Hatpra, nombres todos ellos relacionados con el concepto de la satisfacción del dios Amón o, en el caso de Nebma'atre, con el ideal del equilibrio satisfecho, ma'at.

Era hijo del faraón Tutmosis IV y su esposa menor Mutemwiya, estaba casado con la reina Tey, fue el padre de Akenatón y el abuelo de Tutankamón y Anksenamón. Su mayor contribución a la cultura egipcia fue el mantenimiento de la paz y la prosperidad, cosa que le permitió dedicarle su tiempo al arte.

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Muchas de las estructuras más impresionantes del antiguo Egipto se construyeron durante su reinado y, mediante campañas militares, no solo reforzó las fronteras de su país, sino que las expandió. Gobernó Egipto con Tey durante 38 años hasta su muerte y lo sucedió Amenhotep IV, posteriormente conocido como Akenatón.

El opulento reinado de Amenhotep III

El padre de Amenhotep, Tutmosis IV, le dejó a su hijo un imperio enorme en cuanto a tamaño, riqueza y poder. El egiptólogo Zahi Hawass escribe que «Amenhotep III nació en un mundo en el que Egipto era el gobernante supremo. Las arcas estaban llenas y sus vasallos se inclinaban antes los poderosos gobernantes de las Dos Tierras [Egipto]» (27). Tan solo tenía 12 años cuando ascendió al trono y se casó con Tey en una ceremonia real. Un aspecto importante y revelador de la relación de Amenhotep con su esposa es que, inmediatamente después de casarse, la elevaron al rango de Gran Esposa Real, un honor que la madre de Amenhotep, Mutemwiya, nunca recibió y que en la práctica significaba que Tey superaba en jerarquía a la madre del rey en asuntos de palacio.

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Amenhotep III era experto en diplomacia; enviaba opulentos regalos de oro a otras naciones para que acataran sus deseos, algo que siempre hacían.

Una vez cumplido su matrimonio, el rey se dedicó a seguir con las políticas de su padre y a implementar nuevos proyectos arquitectónicos por todo Egipto. Era experto en diplomacia; enviaba opulentos regalos de oro a otras naciones para que acataran sus deseos, algo que siempre hacían. Su generosidad con los reyes amistosos era bien conocida y disfrutaba de buenas relaciones con las naciones circundantes.

También tenía fama de ser un buen cazador y deportista y en una inscripción presumió del «número total de leones que mató Su Majestad con sus propias flechas, desde el primer hasta el décimo año [de su reinado] era 102 leones» (Nardo, 19). Además, Amenhotep III era un buen líder militar que «probablemente luchó, o dirigió a sus comandantes militares, en una campaña en Nubia e hizo tallas de inscripciones que conmemoraran la expedición» (Bunson, 18).

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Mantuvo el honor de las mujeres egipcias al denegar las peticiones de gobernantes extranjeros de que les enviaran esposas, alegando que ninguna hija de Egipto se había enviado a un país extranjero y que por tanto tampoco se enviaría durante su reinado. En todos estos aspectos, Amenhotep III emuló o mejoró las políticas de su padre, y en la religión hizo lo propio. Era un fiel seguidor de la antigua religión egipcia, que resultó ser perfecta para expresar su mayor interés: el arte y los proyectos arquitectónicos.

Construcciones monumentales

El historiador Durant describe la grandeza de los monumentos de Amenhotep al escribir «Dos gigantes [sentados] en piedra que representan al monarca más lujoso de Egipto, Amenhotep III. Cada uno de ellos tiene 70 pies de alto, pesa 700 toneladas y está tallado a partir de un solo bloque de roca» (141). La visión de Amenhotep III era la de un Egipto tan espléndido que despertara admiración, y los más de 250 edificios, templos, estatuas y estelas que ordenó construir dan fe de su éxito.

Las estatuas que menciona Durant se conocen hoy en día como los Colosos de Memnón, y son las únicas piezas que quedan del templo mortuorio de Amenhotep III. Sin embargo, su enorme tamaño y lo intricado de sus detalles sugieren que el templo en sí, y los demás proyectos que ya no existen, eran igual de impresionantes, si no más.

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Pharaoh Amenhotep III
Faraón Amenhotep III
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Entre estos proyectos se contaban el nuevo palacio de recreo en Malkata, en la orilla occidental del Nilo, justo frente a la capital, Tebas. Bunson escribe:

El inmenso complejo se conocía como «La casa de Nebma'atre como esplendor de Atón». El recinto presumía de un lago de más de un kilómetro y medio de largo, que aparentemente se creó en tan solo 15 días con técnicas avanzadas de dragado hidráulico. También contenía las residencias de la reina Tey y de Akenatón, el hijo y heredero del rey. Amenhotep tenía incluso una embarcación de recreo, dedicada al dios Atón, para pasear por el lago. (18)

A menudo realizaba estos paseos en compañía de Tey y parece que solía ser su compañera más cercana tanto en público como en la vida privada. De hecho, Tey operaba en un estatus casi igual, si no igual, al de su esposo y a menudo se la representa en estatuas con la misma altura que él, algo que simboliza la armonía y la igualdad de su relación. Mientras Amenhotep estaba ocupado con sus proyectos arquitectónicos, Tey se encargaba de los asuntos de Estado y de gestionar el complejo palaciego de Malkata.

Resulta evidente que estaba muy ocupada con estas tareas por las cartas de los gobernantes de otros países, así como por la gran cantidad de edificios que se construyeron durante el reinado de Amenhotep III. Además de los ya mencionados, hizo erigir más de 600 estatuas de la diosa Sejmet en torno al templo de Mut, al sur de Karnak, renovó las partes ya existentes del templo de Karnak, construyó templos dedicados a Amón, erigió estatuas de Amón, levantó estelas que conmemoraban sus logros, dispuso los leones de granito frente al templo de Soleb en Nubia y decoró muros y monumentos con escenas que representaban sus logros y el placer que derivaban los dioses de todo esto.

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En el primer año de su gobierno hizo excavar canteras de caliza nuevas en la región de Tura, que se acabarían agotando a lo largo de su reinado. Las imágenes del faraón y sus dioses se esparcieron por las llanuras y valles de Egipto y las ciudades se renovaron. Los caminos mejoraron y los viajes se hicieron más fáciles. La facilidad para viajar ayudó a los mercaderes a transportar sus mercancías con mayor rapidez, lo que obviamente impulsó la economía. Como Egipto ya contaba con ingresos procedentes de Estados vasallos, el país se fue haciendo cada vez más rico durante el reinado de Amenhotep III. El pueblo estaba satisfecho y el poder del trono era estable excepto por la amenaza de los sacerdotes del culto del dios Amón.

El dios sol y los sacerdotes de Amón

Había otra potencia en Egipto cuyo poder había ido en aumento desde mucho antes de que Amenhotep III subiera al trono: el culto de Amón. La propiedad de la tierra suponía riqueza en Egipto y, para la época de Amenhotep III, los sacerdotes de Amón tenían casi tantas tierras como el rey. Según la práctica religiosa tradicional, Amenhotep III no hizo nada que interfiriera en el trabajo de los sacerdotes, pero se cree que su inmensa riqueza, y la amenaza que suponía para el poder del trono, tuvo un efecto profundo en su hijo.

El dios Atón no era más que uno de los cientos que se adoraban en Egipto, pero, para la familia real, tenía un significado especial que más tarde se haría manifiesto en los edictos religiosos de Akenatón. Sin embargo, en aquel momento el dios no era más que uno de muchos a los que adoraban.

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King Amenhotep III
Rey Amenhotep III
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Puede que, en un intento por recuperar parte del poder que ostentaban los sacerdotes de Amón, Amenhotep III se identificó con Atón de manera más directa que cualquier otro faraón anterior. Atón era un dios solar menor, pero Amenhotep III lo elevó al nivel de deidad personal del faraón. Hawass dice:

El dios sol era una criatura compleja cuyo dogma se había ido desarrollando a lo largo de miles de años. Además de su encarnación principal en Ra, este dios estaba relacionado con el creador Atum, así como con deidades como Jepri... y Osiris con quien Ra se fundía por la noche. Otro aspecto de este dios era el Atón; según textos que se remontan por lo menos hasta el Imperio Medio, era el disco solar con quien el rey se fundía a la hora de la muerte. Este aspecto divino, inusual porque no era antropomórfico, fue el que eligió Amenhotep III como foco primario de su reencarnación. Se ha sugerido que el ascenso del Atón estaba vinculado específicamente con el mantenimiento del imperio como el área sobre la que gobernaba el sol, al menos en teoría. Al vincularse a sí mismo con el disco visible del sol, el rey se posicionaba de manera simbólica sobre todas las tierras que bañaba su luz; de hecho, todo el mundo conocido. (31)

El hecho de que Amenhotep III elevara a Atón como su dios personal no era algo inusual. Otros faraones del pasado también se habían asociado con el culto particular de un dios favorito y, obviamente, Amenhotep III no desatendió a los demás dioses en favor de Atón. Si su objetivo a la hora de elevar a Atón tenía una motivación política, no logró demasiado durante su reinado. El culto de Amón siguió creciendo y amasando más riqueza y, al hacerlo, siguió representando una amenaza para la familia real y para la autoridad el trono.

La muerte de Amenhotep y el reinado de Akenatón

Amenhotep III sufría de problemas dentales serios, de artritis y posiblemente de obesidad hacia el final de su vida. Le escribió a Tushratta, el rey de Mitanni (una de sus hijas, Tadukhepa, era una de las esposas menores de Amenhotep III) para pedirle que le enviara la estatua de Ishtar que ya había visitado Egipto, en su boda con Tadukhepa, para curarlo. Hoy en día hay cierta controversia sobre si la estatua se envió o no, así como sobre cuál era el mal del que sufría Amenhotep III. Se ha sugerido que sus problemas dentales acabaron causando el absceso que lo mató, pero no está del todo claro.

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King Amenhotep III as a Lion
El rey Amenhotep III como un león
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Se murió en 1353 a.C., y las cartas de los gobernantes de otros países, tales como Tushratta, expresan pena por su muerte y le dan el pésame a la reina Tey. Estas cartas también dejan claro que estos monarcas esperaban que las buenas relaciones que tenían con Egipto continuaran con el nuevo rey igual que habían hecho con Amenhotep III. A la muerte del faraón, su hijo, entonces conocido como Amenhotep IV, ascendió al trono.

Al principio no había nada que distinguiese el gobierno de Amenhotep IV del de su padre: se construyeron templos y monumentos igual que antaño. Pero en el quinto año de su reinado el nuevo faraón experimentó una conversión religiosa y prohibió la antigua religión de Egipto, clausuró los templos y proscribió todas las prácticas religiosas. En el lugar de la antigua religión, el rey instituyó una nueva: el atenismo. Se cambió el nombre a Akenatón y creó el primer sistema gubernamental monoteísta del mundo.

Akenatón siguió construyendo monumentos y templos igual que había hecho su padre, pero «estos templos no estaban dedicados a Amón, sino al dios solar como el Atón» (Hawass, 36). Ahora el Atón era el único y verdadero dios del universo, y Akenatón era la encarnación viva de este dios. El nuevo rey abandonó el palacio de Tebas e hizo construir una ciudad nueva, Aketatón («el horizonte de Atón», también conocida hoy en día como Amarna), en tierra virgen en mitad de Egipto.

Desde su nuevo palacio, proclamó decretos reales, pero parece que se pasaba la mayor parte del tiempo ocupado con las reformas religiosas y que desatendió los asuntos de Estado, en especial las relaciones internacionales. Egipto perdió algunos de sus Estados vasallos, tales como Biblos, y también decepcionó a aquellos que habían expresado su deseo de continuar con las buenas relaciones que habían tenido hasta entonces.

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La esposa de Akenatón, la reina Nefertiti, asumió las responsabilidades de su esposo y, aunque se le daba bien, Egipto sufrió enormes pérdidas tanto en riqueza como en prestigio debido a su desinterés por sus obligaciones. Durante el período amarniense las arcas se fueron agotando poco a poco, la disciplina y la eficacia militar decayeron y el pueblo de Egipto sufrió, privado de sus creencias religiosas tradicionales y de los beneficios económicos asociados con su práctica.

La gente que antes vendía estatuas o amuletos a las puertas de los templos ya no tenía trabajo porque la venta de tales objetos estaba prohibida, y los que trabajaban para los templos o en actividades relacionadas también se quedaron sin empleo. Las relaciones internacionales se quedaron totalmente olvidadas, al igual que los asuntos internos, y para cuando Akenatón se murió en 1336 a.C. Egipto había decaído mucho desde el estatus que ostentaba durante el reinado de Amenhotep III.

El hijo y sucesor de Akenatón, Tutankamón, intentó cambiar el destino de su país en la breve década que reinó, pero se murió con 18 años antes de que pudiera lograr sus objetivos. Sin embargo, sí que revertió las reformas religiosas de su padre, abrió los templos y restableció la antigua religión. Su sucesor, Ay, continuó su política, pero sería el sucesor de Ay, Horemheb, quien borraría por completo el daño que había sufrido el país a causa de las políticas de Akenatón, o al menos lo intentaría.

Horemheb destruyó la ciudad de Aketatón, demolió los templos y los monumentos de Atón y fue tan meticuloso que las generaciones posteriores de egipcios creían que él era el sucesor de Amenhotep III. Horemheb restauró la prosperidad de la que había disfrutado Egipto antes del reinado de Akenatón, pero Egipto nunca consiguió recuperar el apogeo que había logrado con Amenhotep III, aquel faraón lujoso, diplomático, cazador, guerrero y gran arquitecto de monumentos egipcios.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es cofundador y director de contenido de la World History Encyclopedia. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2011, julio 15). Amenhotep III [Amenhotep III]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-10348/amenhotep-iii/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Amenhotep III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación julio 15, 2011. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-10348/amenhotep-iii/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Amenhotep III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 15 jul 2011, https://www.worldhistory.org/Amenhotep_III/. Web. 02 jul 2025.

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