Situada en la fértil llanura de la Argólida, Tirinto se encuentra entre Nauplia y Argos en el Peloponeso oriental, en Grecia. El lugar lleva habitado desde el Neolítico (milenios VII-IV a.C.) pero alcanzó su período de mayor importancia en el siglo XIII a.C. como uno de los centros principales de la civilización micénica. Gracias a su posición, que en aquella época estaba a 1 kilómetro de la costa, fue un puerto importante del Mediterráneo en la Edad de Bronce. Tirinto, junto con la cercana Micenas, ha sido declarado por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
En la tradición de la antigua Grecia, se creía que Tirinto había sido fundada por Preto que la capturó de su hermano Acrisios, rey de Argos, y después hizo que los cíclopes gasteróquiros de Licia le construyeran las famosas murallas de enormes bloques de piedra caliza irregulares de varias toneladas. Acrisio era el abuelo de Perseo, el fundador de Micenas, lo que le permite a la mitología situar la creación de Tirinto dos generaciones antes que Micenas. También fue en Tirinto donde Heracles sirvió al rey Euristeo, de quien recibió los célebres Doce Trabajos. Homero también describe Tirinto en su catálogo de barcos en el Libro II de la Ilíada como el "Tirinto amurallado".
La acrópolis del Tirinto micénico, gracias a su excelente conservación, es un gran ejemplo de la arquitectura y las fortificaciones de los palacios micénicos. De 28 metros de alto y 280 metros de largo, la ciudadela se construyó en tres etapas a partir de alrededor de 1600 a.C. La arquitectura de palacio más antigua data del siglo XIV a.C., y fue destruida finalmente en torno a 1200 a.C. en un terremoto e incendio. Tirinto siguió siendo un asentamiento importante, si bien más humilde, hasta el siglo VII a.C., un período en el que se convirtió en un centro de culto de Hera, Atenea y Hércules. La ciudad fue destruida por los argéadas en la primera mitad del siglo V a.C. No hay muchas evidencias arqueológicas de asentamiento en la época romana y, de hecho, el historiador romano Pausanias la visitó en el siglo II d.C. y dijo que estaba desierta.
Heinrich Schliemann comenzó excavaciones extensas de la antigua ciudad en 1876 primero y después de manera más sistemática entre 1884-5, cuando se concentró en los descubrimientos relacionados con el período micénico. Las excavaciones del lugar continuaron a lo largo del siglo XX en manos de los institutos arqueológicos griego y alemán y continúan en la actualidad.
Hoy en día se pueden ver las murallas de fortificación principalmente del siglo XIII a.C., con algunas intervenciones del siglo XII a.C. Las murallas ciclópeas, construidas en tres etapas y que fueron circundando poco a poco la ciudadela, todavía se encuentran en un estado de conservación excelente. Se abrieron galerías o túneles de más de 20 metros de longitud dentro de las murallas sur y este con bóvedas de ménsula (construidas con voladizos sucesivos hacia adentro) para crear arcos altos con una sola piedra en la parte superior. Probablemente se usaban a modo de almacenes. La puerta principal estaba situada en la cara este, con una rampa de 47 metros de largo y 4,7 metros de ancho cerrada con puertas dobles de madera, similar en tamaño y materiales a la famosa Puerta de los leones de Micenas. También cabe destacar túneles de ménsula similares que conducen bajo la ciudadela a fuentes de agua subterráneas.
La ciudadela en sí está en tres niveles. No está clara cuál era la función de las ciudadelas Media e Inferior, pero los restos de un horno de cerámica sugieren que puede que se usaran como áreas para los talleres. La ciudadela Superior conserva los restos de los cimientos del Gran Propileo monumental que conducía al centro del complejo y trono del rey: el Gran Megaron y el patio central de columnas. La estructura del palacio micénico se completa con patios exteriores más pequeños, un edificio rectangular largo, un propileo más pequeño, dos alas de edificios palaciegos en los lados este y oeste y los restos de al menos dos escaleras (lo que sugiere que algunos edificios tenían un segundo piso).
También hay indicios de asentamientos en torno a la ciudadela que datan del siglo XIV a.C. Además, a 1 kilómetro de la ciudadela hay dos tumbas tolos de finales del siglo XIII a.C., similares a las de Micenas.
Se han encontrado varios artefactos de la civilización micénica en el lugar, incluidos fragmentos de murales que representan a un hombre con una lanza, una caza de un jabalí y un carro; cerámica de estilo geométrico y micénico; secciones de decoración de los suelos del palacio que representan pulpos y delfines; dagas de bronce y joyería, como collares y anillos de oro. También se han encontrado objetos de cerámica y figuras de culto del siglo VII a.C. Hoy en día, la mayor parte de estos artículos se encuentran en los museos arqueológicos de Atenas y Nauplia.