La batalla de Alesia

Artículo

Donald L. Wasson
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 26 abril 2021
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués

La batalla de Alesia fue una decisiva victoria romana en las Guerras de la Galia de Julio César en septiembre de 52 a.C. El comandante romano Julio César (100-44 a.C.) y sus legiones se enfrentaron a un ejército galo unido bajo el mando de Vercingétorix (82-46 a.C.), jefe de los arvernos, en el fuerte de colina, u oppidum, de Alesia, al este de la Francia actual.

Siege of Alesia
Asedio de Alesia
The Creative Assembly (Copyright)

En una impresionante muestra de guerra de asedio romana, el ejército de César construyó fortificaciones dobles alrededor del fuerte, aislando a los galos asediados de los refuerzos. A pesar de ser un adversario digno, los ejércitos de Vercingétorix fueron derrotados por el ejército romano, y la batalla, que se podría decir que fue el mayor logro militar de César, marca el fin de la independencia gala.

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La campaña de César en la Galia

La campaña de César en la Galia empezó cuando los helvecios emigraron de su patria en busca de tierras más fértiles para su creciente población. Cuando se adentraron en la Galia transalpina y pidieron permiso para pasar, César, actuando como procónsul de la región, decidió evitar su incursión en territorio romano y rechazó su petición. Aunque los helvecios querían la paz y garantizaron su buena conducta, César esperó tres semanas antes de decidir declarar la guerra. En sus propias palabras, hablando de sí mismo en tercera persona, César habla de la inocente plegaria de los helvecios, diciendo que "su única intención era atravesar la Provincia sin perturbar la paz, y por la única razón de que no había ninguna otra ruta disponible, y para ello pidieron humildemente su permiso" (La conquista de la Galia, 5). Inocente o no, César les negó esta petición sin ningún problema.

HAY QUIENES AFIRMAN QUE LA GUERRA DE CÉSAR CON LOS HELVECIOS NO ERA SINO UNA EXCUSA PARA ENTRAR A LA GALIA.

Para defender su ataque a los helvecios, dijo estar defendiendo la República romana de su agresión, ya que los helvecios habían atacado a varias tribus aliadas de Roma. A pesar del clamor que estalló en el Senado romano, liderado por la némesis de César, Catón el Joven (95-46 a.C.), César, con un ejército de cinco legiones, luchó contra los helvecios y salió victorioso, forzando a la tribu, derrotada, a darse la vuelta. Hay quienes afirman que esta guerra con los helvecios no era sino una excusa para entrar en la Galia. Holland apunta a que César era famoso entre la gente romana por su clemencia, pero era "aún más famoso por su amor por la gloria; y por esa causa hizo sangrar a toda la Galia y más allá" (272).

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La aparición de Vercingétorix

Tras la derrota de los helvecios, César y sus cuatro legiones (VII, VIII, IX y X ) se quedaron en la Galia. Acabaría dirigiendo doce legiones durante la década que pasó en la Galia; la Legión XIV sufriría una emboscada y sería destruida en los cuarteles de invierno, pero se volvería a reconstituir después. Durante este tiempo, recibió peticiones de ayuda de varias tribus galas. Con 120 000 miembros, las tribus germanas usipetes y tencteri habían entrado en la Galia. César respondió rápidamente y derrotó por completo a los invasores. Tras ganar dos victorias decisivas, dividió sus ejércitos para poder llevar a cabo varias campañas menores, y en 55 a.C. cruzó el Rin. Un año más tarde cruzó a Gran Bretaña por segunda vez, llevando consigo cinco legiones. A pesar de haber ayudado a derrotar a los invasores germanos, sus acciones agresivas en otras partes alarmaron a mucha gente por toda la Galia. La tensión iba en aumento.

Los belgae y los nervii se sublevaron, dañando varios asentamientos romanos y forzando a César a retirarse de Gran Bretaña. Al darse cuenta de que tenía una pelea entre manos, César consiguió recobrar el control y suprimir la rebelión. Durante algún tiempo, se mantuvo la calma. Sin embargo, los galos por fin se acabaron dando cuenta de que estaban demasiado desorganizados y decidieron unirse bajo un solo líder para poder defenderse contra Roma. Eligieron al jefe de los arvernos, Vercingétorix. Este nuevo líder entrenó duramente a los galos (la mayoría de guerreros galos iban armados solo con una lanza y un escudo) y en 53 a.C., tras una serie de incursiones menores contra las ciudades romanas, encabezó un ataque contra el asentamiento romano de Cenabum, matando a toda la población romana y capturando un gran almacén de grano.

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Vercingetorix
Vercingétorix
Carole Raddato (CC BY-SA)

César reunió a sus legiones, y en enero de 52 a.C. se dirigió a Cenabum, recapturando la ciudad de manos de los ejércitos galos. Como se estaba acercando la primavera, Vercingétorix decidió que en vez de batallar contra César lo mataría de hambre, y ordenó que se destruyeran toda la comida y las reservas, privando así a César de las provisiones necesarias. Las pérdidas sufridas por los galos en las ciudades como Cenabum hicieron que Vercingétorix convocara a sus seguidores a un concilio para discutir la situación. Aunque César no participó, escribió sobre esta reunión, citando al jefe galo:

El objetivo principal de los galos debería ser privar a los romanos de pienso y provisiones, y debido a su superior caballería, además de la época del año, ninguna de estas tareas debería presentar mucha dificultad. (178)

Durante los meses que precedieron a la batalla final de Alesia, los romanos estuvieron constantemente buscando provisiones, pero César hablaba orgullosamente de la fuerza de las legiones. Aunque a menudo estaban muertos de hambre, "no se dijo ninguna palabra indigna de las grandes tradiciones del pueblo romano". (179). Exigiendo el grano de las tribus aliadas de Roma, el siguiente paso de César fue ir a Gorgobina, donde los galos estaban asediando la ciudad. A medida que sus legiones marchaban hacia la ciudad, destruyó varios fuertes galos pequeños, como Noviodunum, por el camino, apoderándose de las provisiones alimentarias esenciales.

ALESIA ENFRENTÓ A LAS LEGIONES ROMANAS, ESTIMADAS EN 70 000 TROPAS, CONTRA LAS FUERZAS CONJUNTAS GALAS, DE 80 000 DE INFANTERÍA Y 15 000 DE CABALLERÍA.

Cuando César se iba acercando, Vercingétorix cejó en su ataque, decidiendo enfrentarse al ejército romano en otro lugar. Una vez terminado el asedio a la ciudad, César avanzó hacia Avaricum en la Galia central. Tras su llegada a Avaricum, usando antiguas técnicas de asalto de la guerra griega, César construyó una gran rampa de asalto y acercó dos torres a la muralla enemiga. El ataque de Avaricum se vio respaldado por la artillería romana al pie de la rampa. Aunque la comida escaseaba, logró capturar la ciudad fácilmente. Cuando los romanos traspasaron las murallas y entraron en la ciudad, los galos "presas del pánico, viendo todas las salidas cerradas, arrojaron sus armas al suelo y salieron despavoridos lo más lejos posible" (La conquista de la Galia, 187). César habla del saqueo de la ciudad:

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Nadie pensó en el saqueo, pero enfadados por la masacre de Cenabum, así como por la dureza y las privaciones del asedio, las tropas no mostraron piedad alguna. (187)

Los viejos y los enfermos, así como las mujeres y los niños, fueron todos masacrados. Los pocos supervivientes del mortal asedio huyeron a Gergovia. Vercingétorix había elegido sabiamente no enfrentarse a César en la batalla, sino esperar. Sin embargo, a medida que sus propias provisiones se iban acabando, los galos acabaron impacientándose y avanzaron hacia la ciudad. César se negó a responder a su amenaza, dándose cuenta de que le costaría demasiado caro. Yéndose de la ciudad con suficientes provisiones, César llevó a cabo incursiones en las pequeñas villas galas, acercándose finalmente a Gergovia, la capital de la tribu de Vercingétorix. Forzado a dividir sus tropas en otro sitio, tuvo que retirarse de la ciudad a causa de la falta de provisiones y las muchas bajas. Desgraciadamente para los romanos, sus antiguos aliados galos empezaron a abandonar a César. Fortalecido gracias a los refuerzos, Vercingétorix avanzó hasta Alesia, una ciudad sobre una colina en la que por fin se enfrentaría a César. Aunque se suele exagerar el tamaño de cualquier ejército en las batallas, Alesia enfrentó a las legiones romanas, que se estima que contaban con 70 000 tropas (o 50 000 - 55 000 según otras fuentes), contra las fuerzas conjuntas galas, reunidas bajo el liderazgo de Vercingétorix, que contaban con 80 000 soldados de infantería y 15 000 de caballería.

Las fortificaciones de Alesia

La fortaleza de Alesia se construyó en la cima del monte Auxois, cerca del nacimiento del Sena, circundada por los ríos Ose y Oserain. César describió la ciudad en su Guerras de la Galia:

La ciudad de Alesia, en la que los dos ejércitos enemigos se encontraron ahora para el conflicto final, estaba encaramada en la cima de una alta meseta, tan empinada que su captura era prácticamente imposible... (216)

Inmediatamente después de llegar, Vercingétorix ordenó cavar una zanja entre los dos ríos (César los llamó arroyos) para dificultar el acercamiento a la ciudad y el campamento. Después, envió a su caballería al norte para hostigar y retrasar la llegada de los romanos, enfrentándose a la caballería de César en Vingeanne. Aunque los galos sufrieron muchas pérdidas, lograron retrasar a los romanos lo suficiente como para que Vercingétorix llevara al ganado de la región al campamento. También envió a su caballería a traer refuerzos de las tribus vecinas. A pesar de tener un sustancial ejército en la cima de la colina, solo tenía provisiones básicas para 30 días.

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Reconstruction of the Rampart of the Circumvallation, Alesia
Reconstrucción de la muralla de la Circunvalación, Alesia
Carole Raddato (CC BY-SA)

A su llegada a Alesia, César empezó la difícil tarea de construir las fortificaciones del campamento. Sus legiones se habían vuelto muy buenas en la ingeniería de combate y contaban con artesanos especializados y hábiles además del personal necesario para trabajar como mano de obra. Crear un anillo de defensa entero fue su primera tarea. Sus hombres construyeron una línea de circunvalación de 11 millas (18 km) alrededor del campamento galo para evitar que nadie se escapara a traer más provisiones. El legionario romano estaba acostumbrado a cavar zanjas. Todas las noches, en las campañas, era el procedimiento habitual cavar una zanja y levantar empalizadas para prevenir un posible ataque.

Dándose cuenta de que cabía la posibilidad de que llegaran refuerzos galos por la retaguardia, construyó una segunda contravalación de 14 millas (22,5 km) de largo, mirando hacia afuera para prevenir un ataque galo desde fuera. Además, cavó una trinchera de 20 pies (6 metros) de ancho en torno a la posición gala para ralentizar cualquier posible avance sobre las fortificaciones romanas; también se cavaron dos zanjas más, con algunas partes inundadas. La tierra de las trincheras se usó para construir una muralla, sobre la que se levantó una empalizada. Frente a las empalizadas había hileras de obstáculos. Había cinco hileras de lápidas o clippi, estacas afiladas unidas para evitar que las arrancaran de la tierra. En unos fosos en forma de v había un tipo de estacas llamadas lilia. También había estacas con púas de hierro, stimuli, hundidas en el suelo de forma diagonal. Además de las trincheras, César ordenó construir una pared de tierra y madera de 12 pies de alto (3.5 m) con torres cada 80 pies (24 m), 33 en total.

La batalla

Mientras esperaba a que llegasen los refuerzos, Vercingétorix fue matando el tiempo con ataques menores a las defensas de César. Después para no malgastar las provisiones, expulsó a toda la gente innecesaria del campamento, principalmente mujeres y niños. Rogaron la piedad de César, y al no recibirla, fueron abandonados a su suerte en tierra de nadie. En aquel momento llegaron los esperados relevos galos, 250 000 soldados de infantería y 8000 de caballería (según la estimación de César) obligando al comandante romano a defender la retaguardia desde el exterior. Al mismo tiempo que los galos intentaban rellenar las zanjas, la caballería de César luchaba con las fuerzas enemigas en una llanura fuera del campamento. César escribió:

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La batalla se debatió durante toda la tarde, la victoria inclinándose ahora a esta parte, ahora a la otra... (pero) la caballería romana empujó al enemigo casi hasta sus mismas trincheras. Y así acabó la primera ronda de la gran contienda... (227)

Añadió que los galos habían esperado presenciar una victoria, pero volvieron a la ciudad "con el corazón encogido".
La noche siguiente los relevos galos atacaron la retaguardia romana mientras Vercingétorix atacaba por la vanguardia con flechas, javalinas, y hondas intentando asegurarse una posición en las fortificaciones. César escribió que los galos "sobresaltaron a la noche con un grito" y "repentinamente dejaron caer sobre los guardias romanos una lluvia de hondas, flechas y piedras, con la intención de quitarlos de las murallas" (277). Los romanos respondieron con javalinas y escorpiones, máquinas de asedio. Los refuerzos romanos, al mando del comandante Marco Antonio (83-30 a.C.), consiguieron estabilizar la retaguardia y expulsar a los galos.

Gallic Wars
Guerra de las Galias
The Creative Assembly (Copyright)

Al día siguiente los galos llevaron a cabo un ataque en dos frentes: un asalto sobre uno de los fuertes romanos, considerado como el punto débil de la posición romana, y otro, una maniobra de distracción, en varios puntos del frente romano. César llamó a las reservas en otros puntos del frente y envió cinco cohortes al mando del comandante Labieno a reforzar el fuerte asediado. Dándose cuenta de que podía ser su última oportunidad, Vercingétorix ordenó un asalto total del frente romano. Una lluvia de misiles hizo retroceder a los legionarios. Las fuerzas galas empezaron a destruir las defensas romanas, incluso llegando a los muros.

El comandante romano [César hablando de sí mismo] por otra parte se esforzó en animar las defensas visitando las trincheras personalmente; allí, apelando a sus hombres, ya cansados, para que no sucumbieran a la situación... en aquel momento sus victorias darían fruto. (La conquista de la Galia, 230)

César ordenó un contraataque liderado por Décimo Bruto. Como seguía reinando la desesperación, César ordenó a Cayo Fabio a acudir en ayuda de Bruto con todas las tropas disponibles. César escribió que "él mismo condujo en su ayuda un tercer cuerpo de reservas. Esto inclinó la balanza a favor de los romanos, y el enemigo fue expulsado definitivamente... " (231). Mientras tanto, la caballería atacó a la retaguardia gala. Juntos, los romanos lograron recuperar la ofensiva. Las fuerzas galas flaquearon. César envió más tropas a respaldar a las legiones en el fuerte asediado. Con el apoyo de la caballería germana, los romanos pudieron repeler a los galos, que rápidamente se desbandaron, huyendo de campo de batalla.

Las secuelas

La victoria de Alesia se cobró un terrible precio. Holland escribió sobre la carnicería, diciendo que "... en las empalizadas yacían los cuerpos de los guerreros, matados por legiones, y más allá, apilados en torno a las fortificaciones externas, a lo largo de millas alrededor de Alesia, había innumerables cadáveres" (272). Al día siguiente, Vercingétorix, vestido con su mejor armadura, se rindió incondicionalmente a César y se lo llevaron inmediatamente encadenado como un prisionero a Roma, donde lo pasearían por la ciudad durante el triunfo romano de César. Después se pasaría seis años languideciendo en prisión. Finalmente fue ejecutado mediante estrangulación. Aunque hubo unas pocas refriegas tras la batalla de Alesia, los galos, como pueblo, habían quebrado.

Conclusión

En 58 a.C., Julio César y sus leales legiones romanas cruzaron los Alpes en una misión personal para conquistar y subyugar la Galia. Para el final de la década, habría logrado su objetivo, subyugando tanto a la gente como el territorio, pero a un alto precio. El historiador Tom Holland, en su libro Rubicón escribió que la conquista de la Galia "... costó un millón de muertos, un millón más de esclavos, ochocientas ciudades tomadas por la fuerza... " (272) Por supuesto, la mayoría de historiadores están de acuerdo en que las intenciones de César no tenían tanto que ver con la gloria de Roma como con sus logros personales y su fama militar, económica y política.

A pesar de las muchas derrotas a manos de los romanos, la muerte de la independencia gala llegó en una sola batalla decisiva: la Batalla de Alesia. La victoria de Alesia establecería el dominio de Roma en la Galia para las generaciones venideras. Sobre César, Holland escribió que Alesia fue "la mayor victoria y la más sorprendente de toda su carrera" (271).

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Donald L. Wasson
Donald impartió clases de Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos, en el Lincoln College (Normal, Illinois) y desde que comenzó a leer sobre Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le hace ilusión transmitir conocimientos a sus alumnos.

Cita este trabajo

Estilo APA

Wasson, D. L. (2021, abril 26). La batalla de Alesia [Battle of Alesia]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1734/la-batalla-de-alesia/

Estilo Chicago

Wasson, Donald L.. "La batalla de Alesia." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación abril 26, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1734/la-batalla-de-alesia/.

Estilo MLA

Wasson, Donald L.. "La batalla de Alesia." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 26 abr 2021. Web. 25 abr 2024.

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