Clodoveo I

Clodoveo I (o Clovis en francés, 466-511/513 d.C.), rey de los francos, es considerado el padre fundador de la dinastía merovingia, que continuaría durante más de 200 años. Clodoveo se volvió rey a los 15 años y, al momento de su muerte, 30 años más tarde, había sido el primer rey cristiano en gobernar sobre todas las tribus francas y un firme aliado del Imperio bizantino. Las políticas y la inteligencia militar de Clodoveo consolidaron las regiones de la Galia bajo su gobierno y, hoy en día, se lo considera el fundador de Francia.

Ascenso al poder

Hacia fines del siglo V d.C., el Imperio romano de Occidente se estaba extinguiendo. Aparte de su declinación económica, estaba sufriendo ataques constantes de los hunos, los visigodos y los ostrogodos. En 410 d.C., Roma sucumbió a un asedio de tres días del rey godo Alarico. Finalmente, en 476 d.C., con el derrocamiento del emperador Rómulo Augusto, el Imperio romano de Occidente cayó, y muchos de los reyes tribales bárbaros se hicieron con una parte del viejo imperio. Uno de estos bárbaros conquistaría la Galia y establecería una dinastía familiar que duraría más de dos siglos. Su nombre era Clodoveo I.

Clodoveo asume el trono

En 481 d.C., Clodoveo, el padre fundador de la dinastía merovingia, asumió el trono a la tierna edad de 15 años, cuando murió su padre Childerico, rey de una tribu germánica conocida como los francos salios. El rey pagano que había luchado junto a los romanos contra los hunos recibió el mismo honor que se había ganado en vida: lo enterraron junto con sus armas, oro, joyas y 15 caballos. El nombre familiar «merovingio» proviene del abuelo de Clodoveo, Meroveo, que también había luchado junto a los romanos y murió en 456 d.C. El padre del joven rey franco lo había preparado bien: a los 20 años, se enfrentó a Siagrio, el último gobernador de la Galia romana, y así se estableció como una fuerza importante en Europa.

La conquista de la Galia

En 486 d.C., Clodoveo y varios aliados (incluidos sus primos Ragnachar y Cararico) lucharon contra Siagrio en la batalla de Soissons y lo derrotaron por completo. Para evitar la captura, Siagrio huyó a Toulouse, una ciudad ubicada en el sudoeste de Galia, donde esperaba encontrar refugio con el joven rey visigodo Alarico II. Clodoveo y su ejército siguieron a Siagrio y demandaron que se lo entregaran. Alarico, que no quería iniciar una guerra con Clodoveo, cedió. De ahí lo llevaron a Soissons, donde supuestamente lo decapitaron. Si bien Clodoveo y Alarico habían llegado a un acuerdo y se habían ido cada uno por su lado, esta no sería la última vez que se verían, ni tampoco la próxima vez terminaría de forma tan amistosa. Para finales de aquel de año, Clodoveo había tomado las ciudades de Rouen, Reims y París y, para 491 d.C., controlaba todo el oeste. Para este momento, también había ordenado el asesinato de los reyes francos Cararico y Ragnachar, anteriormente sus aliados y posiblemente parientes, y se había apoderado de sus reinos.

Años más tarde, el historiador inglés Edward Gibbon escribiría lo siguiente sobre la conquista temprana de la Galia por parte de Clodoveo:

La primera vez que salió al campo, no tenía oro ni plata en sus cofres, ni vino ni maíz en sus depósitos, pero siguió el ejemplo de César (...) y compraba a los soldados con los frutos de la conquista. Luego de cada batalla o expedición exitosa, los botines se acumulaban en un grupo común; cada guerrero recibía una parte proporcional, y la prerrogativa real estaba sujeta a las regulaciones de igualdad de la ley militar. El espíritu indomable de los bárbaros aprendió a reconocer las ventajas de una disciplina regular.

En 495 d.C., Clodoveo incrementó aún más su supremacía en la Galia cuando hizo retroceder a los alamanes al otro lado de la zona alta del río Rin. Según algunas fuentes (principalmente Gregorio de Tours), sus victorias posteriores sobre los alamanes (en 496 y en 506 d.C.) influyeron en su decisión de convertirse al cristianismo.

Conversión al cristianismo

Clodoveo, aunque lo habían criado como pagano (según algunos historiadores, sería el último de los reyes paganos), se dio cuenta de que convertirse al cristianismo sería muy beneficioso para él si quería conseguir la lealtad de todo el pueblo franco. Según Gregorio de Tours, su conversión se debió, en parte, a su casamiento con la princesa borgoñesa Clotilde (hija de Chilperico); su familia era arriana, pero ella no. Sin embargo, el historiador Roger Collins advierte que no se debería confiar totalmente en el relato de Gregorio. Collins escribe lo siguiente:

A diferencia del reinado de Teodorico, existe muy poca evidencia estrictamente contemporánea del de Clodoveo, y además observa que la evidencia que sí está disponible «prácticamente garantiza que Clodoveo era cristiano hacia el año 486 d.C.» (110)

Naturalmente, otros historiadores no están de acuerdo con Collins y afirman que el relato de Gregorio es válido. Incluso si para algunos es poco confiable, Gregorio de Tours es una de las pocas fuentes sobre el reinado de Clodoveo y su conversión al cristianismo. Gregorio escribe lo siguiente:

Clodoveo desposó a Clotilde, hija de borgoñeses y cristiana. La reina instaba constantemente al rey a reconocer al verdadero Dios y renunciar a los ídolos, pero no hubo forma de convencerlo hasta que estalló una guerra contra los alamanes (...). Ambos ejércitos estaban luchando y la matanza era enorme. El ejército de Clodoveo estaba al borde de ser destruido por completo. (...) Levantó los ojos al cielo y dijo: (...) «Si me otorgas la victoria sobre estos enemigos (...) creeré en Ti y me bautizaré en Tu nombre».

Según Gregorio, Clodoveo salió victorioso y se bautizó en reconocimiento del dios cristiano. Sin embargo, antes se resistió vigorosamente, en gran parte debido a la insistencia de Clotilde de bautizar a sus hijos. Clodoveo se negaba a bautizar a su hijo primogénito, así que Clotilde lo hizo en secreto; más adelante, el niño se enfermó y murió. Cuando nació su segundo hijo, este también fue bautizado en secreto y, al igual que su hermano, cayó enfermo. Esta vez, sin embargo, Clotilde le rezó a Dios para que se recuperara y, según Gregorio de Tours, se curó. Poco después de este suceso, Clodoveo derrotó a los alamanes en 496 y 506 d.C. y le atribuyó sus victorias y la vida de su hijo a su dios. Clodoveo se inspiró en este fervor religioso para luchar contra los visigodos arrianos, una de las campañas militares más exitosas de su reinado. Esta cruzada terminaría haciendo retroceder a los visigodos a España y le brindaría una mayor seguridad al reino de los francos.

Su conversión, realizada por el obispo de Reims, no solo aseguraría la lealtad de las provincias conquistadas, sino también el reconocimiento de Anastasio, el emperador del Imperio romano de Oriente, que estaba tan interesado en el éxito de aquellos que fueran cristianos como él como en la caída de aquellos que no.

Clodoveo y los godos

Luego de su conversión, y con el apoyo de su pueblo y la Iglesia, Clodoveo continuó la guerra contra los visigodos (una lucha que libró durante todo su reinado) y, con el tiempo, se enfrentó a ellos en la batalla de Vouille en 507 d.C., cerca de Poitiers, una ciudad en el centro occidente de la Galia, donde derrotó y mató a su rey, Alarico II. El emperador bizantino Anastasio impidió que el rey ostrogodo de Italia, Teodorico (aliado de Alarico), lo ayudara porque Teodorico le había jurado lealtad primero al imperio, que había alentado su ascenso al poder.

Teodorico, al igual que Alarico, era cristiano arriano, mientras que Anastasio era cristiano niceno (o trinitario), como Clodoveo. De ninguna manera Anastasio permitiría que un rey arriano apoyara a otro soberano arriano contra un «verdadero cristiano» como Clodoveo. Sin embargo, aun si Anastasio no hubiera intervenido, no es probable que Teodorico se hubiera unido a la batalla contra Clodoveo porque se había casado con la hermana de este, Audofleda, en 492 d.C., un matrimonio que el propio Teodorico había buscado para aliar su reino al de Clodoveo. Sin embargo, Teodorico estaba en una posición difícil, ya que había enviado a una de sus hijas a casarse con Alarico II. Finalmente, Anastasio decidió que permaneciera fuera de la guerra, pero, como lo probarían sus actos posteriores, no era para nada la decisión que Teodorico habría tomado.

Luego de vencer a los visigodos, Clodoveo regresó a Tours, donde el emperador de Oriente le otorgó la túnica morada de cónsul al rey victorioso. Ahora que había derrotado a los visigodos y su reino estaba seguro, Clodoveo eligió gobernar su imperio unificado desde París. Sus intentos de seguir expandiendo su dominio se vieron obstaculizados por la intervención de Teodorico. Clodoveo quería todas las provincias de Aquitania que habían estado bajo el mando de Alarico II, pero, en 508 d.C., Teodorico tomó el control de Provenza y, para 511 d.C., se había apoderado de las antiguas tierras visigodas.

Muerte y legado

Clodoveo murió en noviembre de 511 d.C. (existe cierto desacuerdo con respecto al año; según algunos historiadores, fue en 513 d.C.), lo que dejó un reino que combinaba las culturas romana y germánica en términos del idioma, el culto y el derecho. Clodoveo consideró importante conservar muchas de las tradiciones romanas antiguas y, de hecho, basó la primera parte de su reinado en el modelo de Julio César. Aunque se lo ha acusado de masacrar a otros reyes francos (algunos incluso eran parientes), hay que tener en cuenta que esta práctica era muy habitual en esa época. Para el momento de su muerte, había extendido su autoridad de norte a oeste y hacia el sur a los Pirineos. Había derrotado a los alamanes, a los borgoñeses y a los visigodos; sin embargo, con su muerte terminaría la expansión de los francos.

Según la tradición, tras su muerte, su imperio se dividió entre sus cuatro hijos: los «reyes pasivos», que harían poco o nada para expandir sus territorios o mejorar las vidas de la gente. El nombre de Clodoveo sobreviviría a través de su dinastía, los merovingios, y se lo considera el fundador de la nación moderna de Francia. La historia terminaría latinizando su nombre a Luis, el cual existió en la realeza francesa durante siglos y fue utilizado por 18 reyes, y sigue siendo popular en la cultura francesa hasta el presente.