Zar Nicolás II

El último de los Románov

Definición

Mark Cartwright
por , traducido por Rosa Baranda
publicado 19 junio 2025
Disponible en otros idiomas: inglés
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Tsar Nicholas II under House Arrest (by Unknown Photographer, Public Domain)
El zar Nicolás II bajo arresto domiciliario
Unknown Photographer (Public Domain)

El zar Nicolás II (que reinó de 1894-1917) fue el último de los emperadores Románov y fue asesinado junto a toda su familia durante el caos de la Revolución rusa de 1917. Nicolás insistió en mantener en la medida de lo posible el gobierno autocrático que habían llevado sus ancestros y no supo lidiar con las quejas que tenían sus súbditos; con él también cayó el Imperio ruso.

Sobrevivió a la Revolución rusa de 1905 por poco y se negó a prestar atención a las señales de peligro de un levantamiento de todo el Estado en el que participaron el campesinado descontento, los obreros ignorados, la clase media desilusionada y los liberales que querían reformas. La legitimidad para gobernar del zar se cuestionó aún más a causa de los rumores desagradables y persistentes sobre la influencia que ejercía sobre la familia real y la política Grigori Rasputín (1869-1916), un hombre extraño que se había autoproclamado místico, y la decisión poco sabia del zar de tomar el control personalmente del Ejército durante la desastrosa Primera Guerra Mundial (1914-18). Obligado a abdicar, el zar y su familia fueron ejecutados por orden del revolucionario bolchevique y líder de la Rusia soviética Vladímir Lenin (1870-1924) para evitar que Nicolás se convirtiese en el punto de unión de los monárquicos durante la guerra civil rusa (1917-22).

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Primeros años y familia

Nicolás Alexandróvich Románov nació el 18 de mayo de 1868 en San Petersburgo. Nació en la familia Románov, que llevaba gobernando Rusia desde 1613. Nicolás era el hijo mayor del zar Alejandro III (que reinó de 1881-1894) y se convirtió en el zarévich, el heredero al trono. Su madre era la emperatriz María Fiódorovna, hija del rey Christian IX de Dinamarca (que reinó de 1863-1906). Nicolás tenía dos hermanos y dos hermanas más pequeños. El heredero estudió varias materias en la Facultade de Derecho de la Universidad de San Petersburgo de 1885 a 1890. En preparación para reinar, Nicolás también pasó varios años en el Ejército, se formó en temas religiosos, sirvió en el consejo de ministros de su padre y participó en varias giras en Oriente Próximo y Asia en 1890 y 1891. Nicolás, al igual que su padre, «vivía y respiraba un conservadurismo extremo y complaciente» (Service, 9).

Generalmente, los historiadores hacen valoraciones poco halagüeñas sobre el carácter de Nicolás.

Nicolás II se convirtió en zar en 1894, tras la muerte de su padre el 1 de noviembre. Su coronación se celebró el 26 de mayo de 1896. El puesto de zar era el de un monarca absoluto y Alejandro lo había llevado a su máxima expresión. Había quienes esperaban que Nicolás fuese menos autoritario, pero no sería así. El nuevo zar no tardó en rechazar las peticiones de un cambio constitucional como «sueños sin sentido» (Brown, 93). Controlaba todos los aspectos de las vidas de sus súbditos casi literalmente y, a cambio, el pueblo recibía su devoción al deber, devoción a la familia y devoción religiosa. El vínculo entre el monarca y sus súbditos se reforzaba regularmente mediante apariciones en la comunidad en celebraciones como la Pascua y otros rituales públicos con pompa y solemnidad. También había un énfasis desmesurado en la superioridad de los súbditos rusos en comparación con los no rusos, de los cuales había millones dentro del Imperio ruso. Esto era un defecto importante del enfoque de gobierno de Nicolás, pero no tan catastrófico como el que al final provocó su caída. En la mente de Nicolás, el zar sencillamente era el Estado, pero si, por cualquier motivo el pueblo (desde los aristócratas hasta el más humilde de los campesinos) perdía su fe en el zar, entonces también perdían su fe en el Estado, lo que podría abrir la posibilidad de una revolución que cambiara el régimen, que fue exactamente lo que ocurrió.

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Future Tsar Nicholas II
El futuro zar Nicolás II
Sergey Lvovich Levitsky (Public Domain)

Nicolás se casó con la princesa alemana Alejandra Fiódorovna (1872-1918) el 26 de noviembre de 1884, cuyo título antes de casarse era princesa Alix de Hesse-Darmstadt. Alejandra era nieta de la reina Victoria (que reinó de 1837-1901). La pareja se conoció cuando Alejandra, que entonces tenía 12 años (y Nicolás 16), visitó Rusia para la boda de su hermana con el tío de Nicolás. Se sintieron atraídos y el joven príncipe le dio a Alejandra un broche de recuerdo. Su siguiente encuentro fue cinco años más tarde, y Nicolás y Alejandra bailaron, cenaron y patinaron juntos y la relación floreció. La pareja tendría cuatro hijas, Olga (nacida en 1895), Tatiana (nacida en 1897), María (nacida en 1899) y Anastasia (nacida en 1901), y un hijo, Alexei (nacido en 1904).

Personalidad

Nicolás era un hombre delgado de estatura media y complexión pálida; su característica más destacable eran sus profundos ojos azules. Tenía una cierta aura serena. «No realizaba muchas actividades recreativas aparte de la montería en invierno y la caza de faisanes en otoño... hacía al menos dos horas de ejercicio al aire libre cada día, o cuatro si tenía tiempo... El emperador, aunque era afable, era duro como el acero. Los lujos no le importaban» (Service, 6). Había «un aspecto asceta en el carácter de Nicolás, e incluso en las noches de invierno dejaba la ventana abierta» (ibidem). Era un cristiano devoto, comía frugalmente y bebía muy poco. Disfrutaba en particular de la música de Piotr Ilich Chaikovski (1840-1893). Nicolás era un lector voraz que disfrutaba de un gusto ecléctico que iba desde Antón Chéjov (1860-1904) hasta Arthur Conan Doyle (1859-1930) y a menudo le leía sus obras a su familia por las noches.

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Generalmente, los historiadores hacen valoraciones poco halagüeñas sobre el carácter de Nicolás. Se lo ha descrito como «de carácter reservado y una imaginación limitada» (Shukman, 360). Aunque tenía un «gran encanto personal», su carácter estaba «marcado por una sensibilidad que le impedía oponerse abiertamente a puntos de vista con los que no estaba de acuerdo» (Wood, 4). Esta costumbre de decir una cosa y hacer otra para evitar una confrontación ha llevado a algunos a acusar al zar de ser «hipócrita» (Service, 7). Este rasgo en particular tuvo otra consecuencia, y es que nombraba ministros complacientes para su gobiernos y eliminaba a los que no estaban de acuerdo con él y en consecuencia el zar se fue alejando aún más de los verdaderos sentimientos de sus súbditos.

Russian Royal Family, 1913
Familia real rusa, 1913
Boasson and Eggler (Public Domain)

A pesar de su interés por que lo vieran como un padre para su pueblo, a menudo tomaba decisiones atroces que revelaban una ausencia de empatía casi total. Ya en su coronación, cuando miles de personas murieron aplastadas por accidente, el zar siguió adelante con las celebraciones despreocupadamente. La valoración de Nicolás sobre la manera correcta de actuar en determinadas situaciones estaba influida por una confianza bastante desmedida en sus capacidades, una situación acentuada por el hecho de que, a lo largo de su reinado extenso, pocos consejeros permanecieron a su lado durante mucho tiempo, de manera que Nicolás se consideraba a sí mismo cada vez más un gobernante puesto a prueba por el tiempo.

Nicolás se convenció a sí mismo de que era su deber mantener el sistema de gobierno como estaba.

La Revolución de 1905

Rusia y los Estados que controlaba dentro de su extenso imperio experimentaron grandes cambios sociales durante el último cuarto del siglo XIX. Un importante crecimiento de la población (300% entre 1815 y 1900) provocó una escasez de tierras entre el campesinado, que todavía conformaba el 85% de la población total. Los campesinos querían oportunidades para comprar sus propias tierras y se quejaban de los elevados impuestos. La economía no fue bien en los primeros años del siglo XX. El Ejército y la Armada rusas también estaban sufriendo derrotas humillantes en la guerra ruso-japonesa (1904-5). Una incipiente clase media de profesionales, intelectuales y estudiantes clamaba por la libertad de expresión y asociación y una monarquía constitucional que representase mejor las necesidades y los intereses de la gente.

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Cuando los protestantes pacíficos que iban de camino a presentarle una petición de reforma al zar fueron masacrados a las puertas del Palacio de Invierno en San Petersburgo, la opinión se tornó rápidamente contra el zar. La masacre se conocería como el Domingo Sangriento de 1905 y llevó a una serie de huelgas generales y protestas dañinas en las que participaron todas las clases sociales. El descontento era tan general que pasaría a la historia como la Revolución rusa de 1905. Nicolás prometió reformas a regañadientes, aunque su primera reacción fue disparar a los protestantes sirviéndose del Ejército. Se formó un nuevo Parlamento representativo, que contaba con una cámara inferior de miembros elegidos, la Duma, pero Nicolás siguió manteniendo el control sobre el gobierno al elegir ministros conservadores y mantenerlos muy vigilados. En cualquier caso, Nicolás podía vetar cualquier legislación nueva. El zar también mantuvo el control absoluto de las fuerzas armadas, de la burocracia estatal, de la política exterior y de la Iglesia. Las revueltas de campesinos que continuaron fueron aplastadas brutalmente y miles fueron encarcelados o condenados a trabajos forzados; los revolucionarios que causaban problemas en las ciudades fueron exiliados. El zar, conocido como «Nicolás el Sangriento» (Nikolai Krovany) ya antes de la revolución, apoyó con vehemencia a los nacionalistas conservadores y organizaciones antisemitas como la Unión del Pueblo Ruso, que realizó ataques violentos contra los judíos y otras víctimas tradicionales.

Nicholas II & George V
Nicolás II y Jorge V
Ernst Sandau (Public Domain)

A partir de 1906 el primer ministro Piotr Stolypin (1862-1911) intentó llevar reformas a cabo. Las Reformas de Stolypin, aunque eran bienintencionadas, no acabaron de funcionar. Algunos campesinos más ricos que tenían tierras (kulaks) estaban mejor, y la economía en general iba bien en gran parte gracias a la industrialización con la consecuente expansión masiva de líneas ferroviarias y de las industrias férrea y textil, pero algunos grupos seguían igual de mal que antes de la revolución de 1905. La escasez de tierras era un problema crónico. Tanto los campesinos más pobres como los trabajadores de las fábricas seguían insatisfechos con el gobierno, la continua falta de libertad de movimiento y la prohibición de crear sindicatos de trabajadores. Los intelectuales y los estudiantes todavía querían una representación política mejor. Por el otro lado, los monárquicos sin duda querían que el zar siguiera siendo un monarca absoluto, y Stolypin fue asesinado en 1911 por ser un reformador. Los grupos comunistas como los mencheviques y los bolcheviques abogaban por distintos tipos de política, pero mantuvieron la idea de cambio vigente en la política rusa en general, un escenario que cada vez estaba más afectado por un malestar que solo se interrumpía con los asesinatos regulares de funcionarios y oficiales a manos de los revolucionarios.

Nicolás parecía totalmente ajeno a estos eventos, a pesar de las advertencias de sus consejeros e incluso de presenciar el asesinato de Stolypin. De manera inquietante, Nicolás le confió a un familiar: «Nunca accederé a una forma de gobierno representativa porque creo que es dañina para el pueblo que Dios me ha confiado» (Montefiore, 521). Nicolás se convenció a sí mismo de que era su deber mantener el sistema de gobierno como estaba: «En mi coronación juré mantener intacta la forma de gobierno que recibí de mi padre y entregársela a mi sucesor. Nada puede liberarme de mi juramento». (Service, 10). Lo más dañino de todo para su propio futuro fue que el zar realmente creía que la autocracia era la mejor forma de gobierno.

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Los rumores sobre Rasputín

Otra área de la opinión pública que el zar ignoró alegremente, incluso cuando le informaron al respecto, era la percepción pública de un extraño siberiano llamado Grigori Rasputín. El autoproclamado hombre santo consiguió acceder a los salones de poder porque aparentemente podía aliviar al heredero del zar, Alexei, que sufría de hemofilia. Puede que Rasputín no tuviera más efecto que el psicológico en su paciente, pero la emperatriz estaba especialmente impresionada con él y no tardó en convertirse en una parte aparentemente indispensable del séquito real. El problema eran los desagradables rumores que empezaron a circular sobre Rasputín. El «místico» era en realidad un borracho que disfrutaba de relaciones sexuales con cualquiera que pudiese, o eso decían los rumores. Las revistas groseras y los periódicos de menor reputación publicaban caricaturas poco favorables y especulaban sobre si Rasputín estaba teniendo una aventura con la emperatriz, algo que la mayoría de los historiadores consideran muy poco probable. Quizás lo más perjudicial eran las especulaciones sobre la influencia que tenía Rasputín en las políticas gubernamentales. Desde luego, cuando la Primera Guerra Mundial estalló en 1914, empezaron a circular rumores que decían que Rasputín y la emperatriz alemana estaban trabajando en contra de los intereses del Imperio ruso.

Rasputin & Tsar Cartoon
Caricatura de Rasputín y el zar
Unknown Artist (Public Domain)

Nicolás se negó a reaccionar frente a estos rumores despiadados. En una ocasión el zar dijo sobre Rasputín: «No es más que un buen ruso religioso de mente sencilla. Cuando tengo problemas o me asaltan las dudas, me gusta hablar con él y siempre me siento en paz conmigo mismo después» (Hosking, 439). El zar prohibió que nadie hablara mal de él en la corte. Además, los miembros de la Iglesia Ortodoxa rusa que hablaban públicamente en su contra solían sufrir consecuencias negativas, tales como el destierro a un monasterio remoto. La lealtad de Nicolás hacia Rasputín tendría un alto precio. Tal y como señala el historiador T. Hasegawa, «Más que cualquier otra cosa, el asunto de Rasputín contribuyó a la erosión catastrófica del prestigio de la autocracia» (39).

Primera Guerra Mundial y abdicación

Durante la Primera Guerra Mundial quedó expuesto como un líder bélico incompetente, incluso si él mismo no había querido participar en este conflicto en particular. La decisión de Nicolás de hacerse con el control como comandante en jefe de las fuerzas armadas en septiembre de 1915 hizo que lo asociaran estrechamente con los fallos militares de Rusia. Estos fracasos conllevaron derrotas calamitosas en el campo de batalla, una incompetencia logística desastrosa y la muerte de más de 2 millones de soldados rusos. La Primera Guerra Mundial causó aún más estragos en el sector agrícola ruso y en la economía en general. Algo casi peor para Nicolás fue que, mientras él estaba en el frente jugando a soldaditos, el gobierno quedó bajo la dirección de la emperatriz, y para muchos esto significaba en manos de Rasputín. Sin duda hubo una avalancha de despidos y nombramientos ministeriales, y se dijo que muchos de ellos fueron pagados. Los monárquicos vieron el daño que le estaba haciendo Rasputín, o más exactamente los rumores sobre él, a la reputación del zar. Un grupo de ellos idearon un plan para asesinar a Rasputín y su cuerpo, golpeado y acribillado, se descubrió en un río a principios de enero de 1917.

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Nicolás no tardaría en ser derrocado por los años de gobierno incompetente. Tal y como resume el historiador G. L. Freeze:

Derrota militar, incompetencia política, testarudez personal y una negativa rotunda a compartir el poder político o considerarlo siquiera una cuestión negociable: todo esto corroyó poco a poco el misticismo de la dinastía Románov y llegó incluso a alimentar las sospechas de que Nicolás y Alejandra eran traidores.

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Nicholas II as Commander-in-Chief
Nicolás II como comandante en jefe
Оцуп П.А. (Public Domain)

El zar tuvo que abdicar el 2 de marzo de 1917. Nicolás, que todavía no era capaz de entender que él, más que cualquiera, era el responsable de la caída de la dinastía Románov, escribió en su diario: «¡A mi alrededor no hay más que traición, cobardía y engaño!» (Montefiore, 622).

La Revolución de 1917

La Revolución rusa de 1917 (en realidad, fueron dos revoluciones, una en marzo y otra en noviembre) empezó con protestas por el pan en Petrogrado (San Petersburgo) en marzo de 1917 y empeoró rápidamente cuando las tropas de la guarnición de Petrogrado se unieron a los protestantes. La revolución y el escaso apoyo con el que contaba el zar entre la élite política habían obligado a Nicolás a abdicar; también abdicó en nombre de su hijo y heredero, Alexei. No acababa de entender que los Románov estaban a punto de desaparecer de la historia, así que Nicolás eligió a su hermano como sucesor, el Gran duque Miguel Alexandróvich (1878-1918), que reinó un solo día como el zar Miguel II, aunque nunca se llegó a confirmar tal título oficialmente. Los bolcheviques, que establecieron la Rusia soviética tras la segunda revolución en noviembre de 1917, se aseguraron de que la monarquía quedase abolida. Vladímir Lenin, líder de los bolcheviques y el nuevo jefe de Estado, negoció un alto el fuego con Alemania en diciembre de 1917 y retiró a Rusia de la Primera Guerra Mundial formalmente con el Tratado de Brest-Litovsk, firmado el 3 de marzo de 1918.

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Puede que Nicolás hubiese sobrevivido en el exilio, aunque es dudoso que Lenin le hubiese permitido salir de Rusia y alentar la oposición a los bolcheviques. El rey Jorge V (que reinó de 1910-1936) del Reino Unido era primo de Nicolás, pero no le gustaba la idea de acoger al zar depuesto por miedo a que su presencia alentara otra revolución allí. Pero más allá de estas consideraciones, Nicolás no quería abandonar su patria. El zar dijo que «Nunca me marcharía de Rusia. La quiero demasiado» (Montefiore, 629). En vez de eso, Nicolas tenía la idea algo ingenua de seguir llevando una vida tranquila en Crimea, donde estaba su madre, o en Kostroma, que tenía lazos históricos con los Románov. En la práctica, Nicolás y su familia estaban bajo arresto domiciliario. Hasta el final, Nicolás estuvo convencido de que su caída del poder no tenía nada que ver con sus propias acciones, sino que era víctima de una conspiración judía, una idea sin sentido basada en literatura falsa (que el Nicolás leía con avidez) y que creía demostrada por varias pesquisas oficiales, incluida una de Stolypin.

Tsarevich Alexei, 1916
Zarévich Alexei, 1916
Unknown Photographer (Public Domain)

Al principio el confinamiento era llevadero; Nicolás dijo con pesar, «¿acaso no he sido un prisionero toda mi vida?» (Montefiore, 631). Los planes trazados por los extremistas para asesinar a Nicolás, así como los de sus partidarios para rescatarlo, fueron frustrados por las autoridades bolcheviques. En realidad, los bolcheviques no sabían muy bien qué hacer con su prisionero. El alto cargo bolchevique León Trotski (1879-1940) quería juzgar al exzar para exponer públicamente sus deficiencias y demostrar por qué se había considerado necesaria una revolución. Sin embargo, la guerra civil que siguió a la Revolución de Noviembre iba mal para los bolcheviques, por lo que se consideró necesario tomar medidas más drásticas.

Asesinato

Mientras la guerra civil continuaba y un ejército checo de simpatizantes reales se acercaba a Ekaterimburgo, donde el exzar (ahora llamado simplemente «ciudadano Románov»), su mujer y sus cinco hijos estaban detenidos, Lenin ordenó su ejecución. El 17 de julio de 1918, los siete fueron asesinados, Nicolás el primero. El zar depuesto, desconcertado al enfrentarse a su asesino, Yákov Yurovski, un comisario bolchevique, dijo sus últimas palabras: «¡Dios mío! ¿Qué?» (Montefiore, 4). Una vez Yurovski dijo: «Recayó en mí, el hijo de un obrero, ajustar las deudas de la Revolución con la casa imperial por los siglos de sufrimiento» (Montefiore, 643). Después, enterraron los cuerpos en secreto. Las pruebas de ADN han confirmado los restos de todos los siete miembros de la familia imperial.

En los años 90, los restos del zar y su familia recibieron sepultura en la tumba familiar de los Románov en la catedral de San Pedro y San Pablo en San Petersburgo. En 2000, Nicolás II, su esposa y sus cinco hijos fueron nombrados santos por la Iglesia Ortodoxa rusa.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2025, junio 19). Zar Nicolás II [Tsar Nicholas II]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-24512/zar-nicolas-ii/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Zar Nicolás II." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación junio 19, 2025. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-24512/zar-nicolas-ii/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Zar Nicolás II." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 jun 2025, https://www.worldhistory.org/Tsar_Nicholas_II/. Web. 04 jul 2025.

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