Ignacio de Loyola

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 09 junio 2022
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés
Saint Ignatius of Loyola (by Peter Paul Rubens, Public Domain)
San Ignacio de Loyola
Peter Paul Rubens (Public Domain)

Ignacio de Loyola (1491-1556) fue un soldado vasco que se hizo sacerdote católico y teólogo tras una experiencia mística que le convenció de que estaba llamado al servicio de Cristo. Fundó la Compañía de Jesús (los jesuitas) para defender a la Iglesia y difundir su mensaje, y fue una de las principales figuras de la Contrarreforma católica.

En su juventud, recibió una gran influencia de la literatura caballeresca y se hizo cortesano y soldado. Sirvió en el ejército hasta 1521, cuando resultó gravemente herido en la batalla de Pamplona. Durante su convalecencia en casa de su padre, leyó libros sobre la vida de Jesucristo y los hechos de los santos y se convenció de que estaba llamado a servir a Dios. Tras recuperarse, renunció a su vida anterior y se dedicó a la pobreza y al servicio cristiano.

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Se volcó al estudio, la oración y el ayuno, viajó a Jerusalén y volvió a estudiar teología formalmente en España y Francia. En la Universidad de París conoció a seis amigos que formarían el núcleo de lo que sería la orden jesuita, aprobada por el papa Pablo III en 1540. El lema jesuita «Vayan, incendien el mundo», acuñado por Loyola, fue (y sigue siendo) la directriz central para defender los principios de la Iglesia católica y difundir su mensaje de salvación universal.

Loyola murió en 1556 y fue canonizado en 1622, convirtiéndose en san Ignacio de Loyola. Escuelas, colegios, universidades y seminarios de todo el mundo siguen llevando su nombre en su honor, ya que él subrayó la importancia de la educación para promover y defender la visión católica del cristianismo.

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Primeros años

Loyola soñaba con convertirse en caballero y alcanzar la misma inmortalidad heroica que El Cid o Roldán.

Ignacio de Loyola nació en la localidad de Azpeitia, en el País Vasco español, en 1491, de padres nobles del clan de los Loyola, y recibió el nombre de Iñigo López de Oñaz y Loyola. Era el menor de los trece hijos del matrimonio de don Beltrán Ibáñez de Oñaz y Loyola y doña María Sáenz de Licona y Balda, y fue entregado al clero por su padre a los siete años de edad. Historias posteriores de su vida afirman que cambió su nombre por el de Ignacio cuando llegó a París, pero según el académico Diarmaid MacCulloch, el cambio de nombre fue el resultado de un error de escriba cuando se matriculó en la Universidad de París y no fue su elección (220).

Loyola nunca ocupó un cargo eclesiástico en su juventud, sino que se convirtió en paje (asistente) de un pariente, Don Velázquez, que le invitó a la corte de Castilla, donde creció hasta convertirse en cortesano. Aprendió el arte de hablar con diplomacia, la etiqueta de la alta sociedad, el uso de las armas y la esgrima, y se hizo famoso como elegante, experto bailarín y donjuán. Se le acusa de haber participado en varios duelos y delitos antes y después de alistarse en el ejército a los 17 años.

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Ignatius of Loyola in Armour
Ignacio de Loyola con armadura
Unknown Artist (Public Domain)

A los 18 años, en 1509, estaba al servicio militar del duque de Nájera y ostentaba el título de «criado de la corte», lo que encajaba bien con su imagen, modelada a partir de grandes héroes caballerescos como El Cid, el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, y de las historias de los caballeros de Castilla y sus grandes hazañas. Según autores posteriores, también le influyó el poema del siglo XI El cantar de Roldán, en el que el gran caballero francés da su vida para salvar a su rey y a sus camaradas en el paso de Roncesvalles. Loyola soñaba con convertirse en ese caballero y alcanzar la misma inmortalidad heroica que el Cid o Roldán.

Conversión

Sin embargo, en 1521, en la batalla de Pamplona, se destrozó la pierna derecha al ser alcanzado por el rebote de una bala de cañón contra la muralla de la fortaleza, y al mismo tiempo se hirió la pierna izquierda. Fue atendido en Pamplona durante unas dos semanas antes de ser trasladado a casa de su padre, en Loyola. Los médicos vieron que los huesos se habían unido mal, y la pierna derecha volvió a romperse, pero cuando empezó a curarse, estaba deformada, y Loyola insistió en que se le practicaran más intervenciones con la esperanza de que pudiera recuperar plenamente su vida en la corte y en el campo de batalla.

Una vez concluidas las intervenciones, fue puesto en reposo hasta que pudo volver a caminar y, mientras convalecía, pidió el tipo de libros que estaba acostumbrado a leer. Aunque biógrafos posteriores han sugerido que pedía libros de religión, la Autobiografía de San Ignacio de Loyola no lo corrobora, como escribe el propio Loyola (refiriéndose a sí mismo en tercera persona):

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Como Ignacio era aficionado a la ficción, cuando se halló fuera de peligro, pidió algunos romances para pasar el tiempo. En aquella casa no había ninempiricgún libro de este género. Le dieron, en cambio, «La Vida de Cristo» y otro libro sobre las vidas de los satos, ambos en castellano. Gracias a la lectura frecuente de estos libros, empezó a aficionarse a las cosas espirituales. Esta lectura llevó a su mente a meditar en cosas santas, aunque a veces divagaba en pensamientos en los que antes acostumbraba a detenerse. (24)

A medida que continuaba recuperándose, se encontró interesándose más por la vida de los santos que por su anterior preocupación por los héroes caballerescos. Escribe:

Mientras leía la vida de Nuestro Señor y de los santos, comenzó a reflexionar, diciéndose a sí mismo: «¿Y si yo hiciera lo que hizo san Francisco?, ¿Y si actuara como santo Domingo?». Reflexionaba sobre estas cosas en su mente y se proponía continuamente cosas serias y difíciles. Parecía sentir cierta disposición para hacerlas, sin otra razón que este pensamiento: «Santo Domingo hizo esto; yo también lo haré». «San Francisco hizo esto; por lo tanto, yo lo haré». (26)

Continuó su lectura y reflexión, consciente de que cada vez se sentía más atraído a emular ahora las vidas de los santos, hasta que su vocación le fue confirmada a través de una visión de la Virgen María y el Niño Jesús, que parecían consolarle y animarle. Decidió viajar a Jerusalén y pasar allí el resto de su vida al servicio de los demás, como habían hecho Cristo y sus discípulos.

Saint Ignatius of Loyola's Vision of Christ and God the Father at La Storta
La visión de san Ignacio de Loyola sobre Cristo y Dios Padre en La Storta
Domenichino (Public Domain)

Viajes y estudios

Una vez que pudo volver a caminar, abandonó la casa de su padre para iniciar su peregrinación a Jerusalén. En el camino, se encontró con un musulmán, que cabalgó con él durante algún tiempo, y antes de dejarlo, pareció insultar a la Virgen María sugiriendo que después del nacimiento de Cristo, ella no permaneció casta. Loyola siguió cabalgando solo, pero se debatió entre su vieja naturaleza, que sentía que le animaba a seguir y matar al hombre para defender el honor de la Virgen, y su nueva naturaleza, que le llamaba a la oración y al perdón de los enemigos.

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Incapaz de resolver este conflicto interno, dejó la elección en manos de su caballo, dándole rienda suelta; si el caballo se volvía hacia el camino que había tomado el musulmán, él lo seguiría, pero si el caballo se mantenía en la carretera, él continuaría. Atribuye a Dios el haber dirigido el caballo hacia la carretera y haberle llevado a Montserrat, en Cataluña, donde se declararía siervo de Cristo.

Permaneció en el monasterio benedictino de Montserrat, confesando sus pecados durante tres días y dedicándose al servicio de Dios. Recordando cómo sus antiguos héroes velaban durante toda la noche antes de ser nombrados caballeros, se apostó ante el altar de la Virgen María y, a la mañana siguiente, colgó su espada y su daga cerca del altar, regaló todas sus ropas finas, su caballo y su dinero y, vestido de arpillera, se dirigió a Manresa, donde juró vivir la vida de un asceta cristiano.

Montserrat
Montserrat
Visavis (CC BY-NC-ND)

Vivió en el hospital haciendo tareas a cambio de alojamiento y comida, pero pasó mucho tiempo en una cueva, ayunando y rezando, donde desarrolló las disciplinas que más tarde se conocerían como los Ejercicios Espirituales de Loyola. Recibía visiones que al principio no podía entender, pero finalmente llegó a la conclusión de que era Satanás tentándole a abandonar su vida actual. Sin embargo, sintió que la Virgen María le animaba a animarse y continuar, y así lo hizo, a pesar de que, a veces, se encontraba contemplando el suicidio por sus luchas entre la duda y la fe.

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La visión de Loyola era la de una «orden secular» de sacerdotes que difundieran el mensaje católico y defendieran la fe.

En 1523, viajó a Barcelona para embarcarse rumbo a Jerusalén, visitó Roma y Venecia, y finalmente llegó a Tierra Santa, donde había previsto pasar el resto de su vida. Sin embargo, los franciscanos, con quienes esperaba quedarse, no tenían sitio para él y no podían garantizar su seguridad allí. Le dijeron que volviera a casa y, tras visitar el Monte de los Olivos y otros lugares, tomó un barco a Chipre y luego regresó a Venecia. Recorrió Italia y España a pie, fue detenido como espía y puesto en libertad, fue interrogado por la Inquisición por predicar en público cuando no era sacerdote, y finalmente llegó de nuevo a Barcelona, donde se matriculó en la universidad.

En 1534, tras completar sus estudios de latín y teología, se matriculó en la Universidad de París y pasó a ser conocido como Ignacio en lugar de Iñigo. En el curso de sus estudios, conoció a los seis hombres que formarían la base de su orden de la Compañía de Jesús:

  • Nicolás de Bobadilla
  • Pedro Fabro
  • Diego Laínez
  • Simão Rodrigues
  • Alfonso Salmerón
  • Francisco Javier

Francisco Javier (1506-1552, más tarde san Francisco Javier) llegaría a ser tan conocido como el propio Loyola por sus actividades misioneras en Extremo Oriente. Los seis se comprometieron con la visión que tenía Loyola de una «orden secular» de sacerdotes que difundiera el mensaje católico y defendiera la fe en Jerusalén, pero si eso no era posible, realizarían cualquier bien que pudieran para el papa y la Iglesia. Para entonces, Loyola había convertido sus ejercicios espirituales personales en una disciplina para los demás a la que se sometían sus seis amigos.

Los Ejercicios Espirituales

Los ejercicios de Loyola eran un curso de cuatro semanas de disciplina espiritual para prepararse a una devoción completa al servicio de Dios. Loyola define el propósito del curso en la introducción a su manual Ejercicios Espirituales (1548):

Por «Ejercicios Espirituales» se entiende todo método de examen de conciencia, de meditación, de contemplación, de oración vocal y mental, y de otras actividades espirituales que se dirán después. Porque así como pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, así llamamos ejercicios espirituales a todo modo de preparar y disponer el alma para librarse de todos los apegos desordenados, y, después de su eliminación, para buscar y encontrar la voluntad de Dios en la disposición de nuestra vida para la salvación de nuestra alma. (Janz, 427)

Como se ha dicho, los ejercicios fueron desarrollados primero por Loyola para sí mismo en la cueva en Manresa, pero desde entonces los había perfeccionado como un curso para otros después de experimentar sus beneficios. Loyola hizo estos ejercicios obligatorios para sus seis amigos y, más tarde, para cualquiera que quisiera entrar en la orden jesuita, escribiéndolos y publicándolos en 1548. MacCulloch señala:

Los Ejercicios Espirituales se ha convertido en uno de los libros más influyentes de la historia de la Iglesia occidental, aunque Ignacio no lo diseñó para ser leído, como no se haría con un manual técnico de ingeniería o informática. Está ahí para ser usado por directores espirituales clericales que guían a otros como hizo Ignacio, para ser adaptado a cualquier nivel que pueda ser apropiado para la situación de los que buscan beneficiarse de él, en lo que se conoce como «hacer los Ejercicios». (221)

Los ejercicios se centraban en la gratitud por los dones de Dios, expresada en la alabanza y la negación del interés propio. Al centrar la mente en la grandeza de Dios, el yo individual cedía su lugar al Espíritu Santo, fomentando una devoción desinteresada por el bien de los demás. Loyola animaba a suspender la tendencia a juzgar a los demás, a alabar los principios de la Iglesia y sus políticas, a pensar positivamente y a realizar los actos que procedían de un corazón agradecido, y a confiar y ser leal sin cuestionar las enseñanzas de la Iglesia. En uno de los pasajes más famosos de la obra, escribe:

Si queremos proceder con seguridad en todas las cosas, debemos aferrarnos al siguiente principio: lo que me parece blanco, lo creeré negro si la iglesia jerárquica así lo define. Porque debo estar convencido de que en Cristo nuestro Señor, el esposo, y en su esposa la Iglesia, reina un solo Espíritu, que gobierna y rige para la salvación de las almas. (Punto 13, Janz, 429)

Una vez que los seis amigos de Loyola terminaron los ejercicios, decidieron viajar a Jerusalén y hacer realidad su visión anterior de servir a los demás allí a imitación de Cristo y sus discípulos. Viajaron a Venecia para reservar pasajes en 1537, pero el papa y el Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico habían declarado la guerra a los turcos del Imperio Otomano, y todos los viajes a Tierra Santa estaban prohibidos. Loyola había dejado el curso de su vida en manos de su caballo, pero hacía tiempo que confiaba en Dios para dirigir su camino. Él y los demás llegaron a la conclusión de que Dios tenía otros planes para ellos y, puesto que no podían ir a Jerusalén, ofrecerían sus servicios al papa.

La Compañía de Jesús

El papa Pablo III (1534-1549) aprobó la Compañía de Jesús en 1540, y Loyola se convirtió en el primer Superior General (líder oficial) de los jesuitas. Sin embargo, la orden estuvo lejos de tener un éxito inmediato, debido a la falta de objetivos y a la hostilidad de órdenes ya establecidas como los teatinos (también conocida como la Orden de Clérigos Regulares), que ya estaban haciendo lo que los jesuitas proponían en la evangelización de los no católicos, la reforma y educación del clero y el trabajo con los pobres. La Inquisición española, que había interrogado a Loyola años antes, también desconfiaba de la nueva orden, pues sabía que Loyola aceptaba las visiones místicas como auténticas revelaciones de Dios, una afirmación que la Inquisición había aplastado antes al tratar con el grupo reformado español conocido como los alumbrados, con quienes asociaban a Loyola.

The Preaching of Saint Ignatius of Loyola
La predicación de san Ignacio de Loyola
 Thomas van Apshoven (Public Domain)

Teatinos, franciscanos, dominicos y otros denunciaron a los jesuitas por lo que hoy se llamaría «duplicación de servicios», pero Loyola fue capaz de diferenciar su orden de las demás a través de sus Ejercicios Espirituales, que inspiraban entusiasmo y fomentaban la concentración en los adeptos. A los 25 años de su fundación, los jesuitas contaban con 3000 miembros que se habían establecido en tres continentes, habían fundado universidades, colegios y seminarios, y habían convertido a miles de personas al catolicismo, mientras defendían a la Iglesia de las críticas de la Reforma protestante.

Conclusión

Los jesuitas fueron fundamentales en los esfuerzos de la Contrarreforma católica para producir sacerdotes altamente educados y multilingües que pudieran predicar en países tan diversos como Alemania o Japón. Tras el Concilio de Trento (1545-1563), que denunció a la Reforma protestante como una forma de herejía, refutaron las afirmaciones y los argumentos teológicos protestantes mediante la lógica y el recurso a la literatura clásica (en concreto, el escepticismo filosófico de Sexto Empírico), así como a las tradiciones y la autoridad de la Iglesia. El académico Philip M. Soergel señala:

Los jesuitas tendrían las repercusiones de mayor alcance en el mundo católico en los años venideros... sus «Cartas del Extremo Oriente», misivas que los misioneros de la Compañía enviaban a casa, que se tradujeron a muchas lenguas europeas y se publicaron en centros urbanos de todo el continente, llenas de relatos de conversiones, hazañas espirituales y maravillas que los jesuitas habían realizado en Japón y China, se convirtieron en propaganda muy consumida para la renovación de la Iglesia romana a finales del siglo XVI. (Rublack, 255)

Ignacio de Loyola murió el 31 de julio de 1556 de malaria y fue enterrado en la cripta de la iglesia Maria della Strada de Roma. Fue beatificado en 1609 y canonizado en 1622, cuando su nombre ya era tan conocido como el de cualquiera de los héroes de caballería que había admirado en su juventud.

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Preguntas y respuestas

¿Quién era Ignacio de Loyola?

Ignacio de Loyola fue el fundador de la Compañía de Jesús, más conocida como los jesuitas.

¿Por qué es famoso Ignacio de Loyola?

Ignacio de Loyola es famoso por fundar la Compañía de Jesús, que se convirtió en una orden católica mundial que fomenta la educación y la devoción religiosa.

¿Por qué Ignacio de Loyola se hizo sacerdote?

Ignacio de Loyola fue un soldado que, tras ser herido en combate, se sintió llamado a dedicarse a Dios y a la Iglesia católica.

¿Cómo murió Ignacio de Loyola?

Ignacio de Loyola murió de malaria.

Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es el cofundador de World History Encyclopedia y es su director de contenido. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por muchos lugares. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía en el Marist College de Nueva York

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2022, junio 09). Ignacio de Loyola [Ignatius of Loyola]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-20832/ignacio-de-loyola/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Ignacio de Loyola." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación junio 09, 2022. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-20832/ignacio-de-loyola/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Ignacio de Loyola." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 09 jun 2022. Web. 29 abr 2024.

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