Freya Stark

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Antonio Elduque
Publicado el 30 junio 2021
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Disponible en otros idiomas: inglés, francés, italiano, portugués
Shibam (by Will De Freitas, CC BY-NC-ND)
Shibam
Will De Freitas (CC BY-NC-ND)

Freya Stark (1893-1993) fue una exploradora inglesa, escritora e influyente en política, que escribió sobre los acontecimientos mundiales, especialmente en el Próximo Oriente, a lo largo del siglo XX. Stark tanto reportó como generó las noticias, porque sus viajes, descritos en sus libros, hicieron de ella una autora de renombre.

Uno de los biógrafos de Stark, Jane Fletcher Geniesse, escribe “Freya nunca perdió el sentimiento entusiasta de que la Tierra y todo lo que existe sobre ella son una maravilla” (xvii). Freya sufrió de niña un grave accidente, y la lectura fue su vía de escape y consuelo. Le fascinaban las historias de lugares lejanos y se prometió a sí misma visitar un día los sitios sobre los que leía.

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A lo largo de su vida persiguió lo que llamaba el “éxtasis del descubrimiento”, siempre pensando en la siguiente aventura, en algún sitio nuevo y con gente nueva por conocer. A menudo era la primera persona occidental en visitar sitios del Próximo Oriente, y la primera en informar con precisión acerca de la gente y sus costumbres. Comenzó a viajar en 1912 y seguía saliendo de viaje con más de ochenta años. Su influencia sobre otros viajeros y escritores, especialmente mujeres, fue profunda, y continúa siéndolo en la actualidad.

Infancia

Freya Stark nació el 31 de enero de 1893 en París, donde sus padres Robert y Flora, ingleses bohemios, residían mientras estudiaban pintura. Tuvo una hermana pequeña, Vera, y ambas pasaron sus primeros años moviéndose según los caprichos de sus padres. Vivió en Devon, Inglaterra, en una casa construida por su padre (que podría no haber sido su padre biológico), durmiendo en una cama pintada por su madre con imágenes de grandes veleros. Pasó la mayor parte de su niñez entre Inglaterra e Italia.

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Freya se aficionó pronto a la lectura y, a los nueve años, le regalaron una traducción de Las mil y una noches, que inmediatamente le fascinó.

El matrimonio de sus padres fue infeliz, y terminó cuando Flora huyó en 1903 con el joven conde italiano Mario di Roascio, llevándose a las dos niñas consigo. Freya creció en Dronero, Italia, donde su madre y su pareja tenían una fábrica de alfombras. No había gran cosa que hacer en la ciudad, y las niñas recibían solamente la educación más básica, por parte de las monjas que vivían cerca. Freya se aficionó pronto a la lectura y, a los nueve años, le regalaron una traducción de Las mil y una noches, que inmediatamente le fascinó y llevó sus pensamientos a Arabia y todos los lugares mágicos que parecía ofrecer.

Poco antes de cumplir los 13 años, mientras visitaba la fábrica de su madre, se le enredó el pelo en una máquina, que le desgarró el cuero cabelludo y le arrancó la oreja derecha. Tuvo que sufrir dolorosos injertos de piel para reconstruir su cara y cuero cabelludo, tras lo que siempre se sintió desfigurada. Su consuelo fueron los libros y los mundos que le abrían, y soñaba con dejar atrás Dronero, aunque carecía de los recursos para viajar.

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Viajes e idiomas

Sin embargo, llevaba en su sangre el viajar y más adelante escribiría cómo “hay una cierta locura que se le viene encima a uno a la simple visión de un buen mapa”, pero no tenía medios ni para un viaje corto, y mucho menos para las grandes aventuras con las que soñaba. En 1912 sus padres le permitieron marchar de Italia para estudiar en Londres, donde se concentró en los idiomas (llegaría a hablar con fluidez inglés, italiano, francés, árabe y persa). Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, en 1914, regresó a casa y sirvió en el DAV (Destacamento de Ayuda Voluntaria) como enfermera en el frente italiano, atendiendo a los heridos.

Después de la guerra, comenzó a hacer planes para viajar a Oriente. No obstante, sabía que tenía que aprender árabe, para poder experimentar completamente la cultura. La única persona que podía enseñarle esa lengua vivía muy lejos, pero eso no fue un obstáculo; dos veces por semana Stark caminaba una hora hasta el tren, que le llevaba a San Remo, y luego otros tres kilómetros hasta la casa de su profesor. No tardaría mucho en leer el Corán en árabe.

The Arabian Nights
Las noches árabes
K.C. Tang (Public Domain)

Había recibido de su padre una cierta cantidad de dinero que, mediante inversiones cuidadosas, le generaba una renta de unas 300 libras anuales. En contra de los consejos de su banquero, invirtió casi todo lo que tenía en una empresa que tanto este como su padre consideraban demasiado arriesgada: la Grand Trunk Railway de Canadá. El instinto de Freya valió la pena, y las ganancias de su inversión fueron lo suficientemente grandes como para permitirle viajar. El banquero quedó tan impresionado por su confianza, según le explicó más tarde, que todos los empleados invirtieron siguiendo su ejemplo, consiguiendo buenos resultados.

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En un giro extraño de los acontecimientos, que amigos y conocidos encontraron escandaloso, su hermana Vera se lió casándose con el conde di Roascio, que había sido el amante de su madre. Flora rehusó abandonar la residencia y mantuvo su posición como cabeza de la casa, relegando a Vera a un estatus similar al de sirviente en su propia casa. Vera murió de un aborto en 1926 y Freya, por miedo de que su madre la atrapara en cierto modo en el mismo tipo de prisión en que había muerto su hermana, reservó un pasaje para el Líbano y dejó atrás Italia un año después, en 1927. Volvería a Italia para cuidar de su madre y su sobrina, pero finalmente era libre para viajar, tal como había deseado.

El Próximo Oriente

Lo único que le interesaba era seguir estudiando árabe y viajar por el placer de hacerlo.

Encontró a la gente de Beirut cálida y acogedora, afirmando que eso era probablemente porque no había ido “ni a mejorarles ni a robarles”. Lo único que le interesaba era seguir estudiando árabe y viajar por el placer de hacerlo. A lo largo de su vida, fue propensa a enfermar, y llegó a la ciudad en un estado de salud delicado. Sin embargo mejoró rápidamente con el clima cálido, y comenzó a explorar el área en cuanto le fue posible, viajando a través del Líbano hasta Siria, que en aquella época estaba bajo control de Francia, que había reprimido con brutalidad a los nativos drusos y restringido los viajes estrictamente. Stark rechazó ser controlada por lo que consideraba unas leyes arbitrarias, promulgadas por una fuerza de ocupación ilegal, y contrató un guía druso para conducirla junto con su amiga, Venetia Buddicom, desde Damasco, para explorar la zona.

Rápidamente fueron arrestadas por los franceses y detenidas durante tres días pero, con su típico ingenio y carisma, Stark fascinó de tal forma a los soldados franceses, con su francés fluido, que las dos mujeres – y, en menor medida, su guía – fueron tratadas más como invitadas del campamento que como prisioneras. El haber sido detenidas por los franceses les hizo aún más bienvenidas por los drusos que encontró más adelante, de manera que pudo conseguir informaciones sobre la gente y su cultura que no hubieran sido posibles de otra forma. En ese aspecto, como en muchos otros, Stark fue capaz de convertir un suceso desagradable en positivo para ella y hacer amigos de adversarios potenciales.

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Primeros libros

Su primer artículo se publicó en 1928 (bajo el seudónimo Tharaya, que en árabe significa “la que ilumina el mundo”, y su primer libro, Baghdad Sketches, en 1933, un informe de sus exploraciones en Irak. El segundo, The Valleys of the Assassins and Other Persian Tales (1934), relataba sus experiencias en Irán en 1929 y, especialmente, en los remotos Montes Elburz, donde visitó el castillo de la secta de los asesinos.

Para alcanzar esas montañas contaba solamente con unos mapas esquemáticos que le había suministrado su amigo el capitán Vyvyan Holt (que había sustituido a Gertrude Bell como Secretario Oriental de Gran Bretaña), a quien había conocido a través de amistades comunes. Junto con esos toscos mapas, contó también con la ayuda de dos guías que no tenían ni idea de donde estaba la Roca de Alamut, el castillo de los asesinos, porque nunca habían tenido ningún motivo para visitarlo.

The Assassins Alamut Castle, Iran
El castillo de los asesinos, Irán
Alireza Javaheri (CC BY)

A Stark no le importaba; para ella, alcanzar el castillo no era tan importante como la aventura de estar allí. Vadeó corrientes de agua, atravesó campos de flores silvestres, durmió en una delgada tienda bajo una red para mosquitos con los guías a cada lado, y ascendió 3.124 m para observar el panorama completo de la cadena de montañas.

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Enseguida se dio cuenta de que los mapas oficiales estaban equivocados, hasta el punto de que en el mapa la cordillera estaba en el lado equivocado del valle, y rápidamente los corrigió. Cuando regresó de sus viajes con los mapas revisados, el capital Holt y sus colegas la elogiaron por su “bravo trabajo” y finalmente le sería concedida por sus contribuciones la Medalla de Oro del Fundador de la Royal Geographical Society.

Viajes y enfermedad

Durante los años 30, Stark siguió viajando, escribiendo y publicando. Sus obras se hicieron inmensamente populares y fueron traducidas a numerosos idiomas. Viajó por el Luristán, fotografiando y conversando con los luros, un cultura virtualmente desconocida fuera de allí en aquella época. A algunos de ellos les oyó hablar de un gran tesoro de oro, estatuas y joyas raras, escondido en una cueva cerca de la ciudad de Nahavand, y organizó su búsqueda con un guía que, como los anteriores, no sabía nada de la cueva ni cómo encontrarla.

Se separó de su guía para seguir sola la búsqueda, pero la policía local le hizo regresar. Siguiendo lo que llamó “un precioso vacío en el mapa” viajó a Mazandarán, en el Mar Caspio, para llenar ese vacío por su cuenta. En el camino padeció disentería y malaria y hubiera muerto de no ser por la intervención de una curandera local.

Shabwa
Shabwa
BluesyPete (CC BY-SA)

Una vez recuperada, se dirigió a Shabwa, en el Yemen, un antiguo centro comercial y oasis, asociado con el incienso. A diferencia de su anterior expedición a Alamut, ningún europeo había visitado nunca Shabwa. Esta vez viajó con dos arqueólogas y llegaron a la ciudad de Shibam, “la ciudad de rascacielos más antigua del mundo” antes de que, una detrás de otra, fueran cayendo enfermas con fiebre. Stark había contraído el sarampión poco antes de salir y esta vez se puso gravemente enferma. Tuvo que ser evacuada por avión por la RAF a un hospital en Adén, un hecho que rápidamente se convirtió en la noticia del día cuando los medios de comunicación se enteraron de que la famosa exploradora y autora Freya Stark había escapado por muy poco de la muerte.

Influencia como escritora

Sus libros se hicieron tan populares no solamente por su temática exótica sino también por su voz singular. La narrativa de las obras de Stark es vivaz y deslumbra al explicar sus viajes a sitios de la antigüedad y maravillas naturales pero, como muchos de los mejores escritores de viajes, su mayor talento está en la descripción de los momentos más sencillos en sus viajes: una tarde conversando al lado del fuego, la ocasión en que un hombre vino a pedirle medicinas para su mujer enferma, el aroma de la brisa de una fría mañana antes de comenzar un día de marcha por el desierto, o un momento de silencio sola contemplando un paisaje de flores, colinas y riachuelos en las montañas lejanas.

Además de esos tipos de reflexión y esbozos de la vida cotidiana y de la gente con que se encontraba, Stark condenaba sistemáticamente la interferencia occidental en la política de la región. Sus comentarios sobre los mandatos occidentales llegaron a través de sus informes como testigo de la utilización de los drusos, por parte de los franceses, para sus proyectos de construcción, poniendo de relieve la injusticia de esclavizar a un pueblo indígena para los propios fines.

La Hermandad de la Libertad

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, Stark fue voluntaria a la sección de propaganda británica para Oriente Medio del ministerio de información y se introdujo en el Yemen con un proyector y varias cajas de películas. Su intención era evitar que el Yemen se alineara con la causa nazi y como, al ser mujer, tenía libre acceso a los harenes de los gobernantes, pensó que, enseñando sus películas de propaganda a las mujeres de la corte, podría ejercer su influencia sobre los hombres al mando.

Creó la Hermandad de la Libertad, una red de ciudadanos británicos y árabes unidos, que difundían los ideales de libertad personal e igualdad.

Su plan funcionó, y el Yemen permaneció neutral, negando a los nazis los sitios estratégicos desde donde esperaban lanzar ataques. Después creó la Hermandad de la Libertad, una red de ciudadanos británicos y árabes unidos, que difundían los ideales de libertad personal e igualdad, que llegó a contar con 40.000 miembros.

La Hermandad de la Libertad es considerada en general como un instrumento para consolidar la lealtad árabe y egipcia a la causa aliada. Stark viajó extensamente por todo Oriente Medio en esa época, como parte de su trabajo, y en más de una ocasión se basó en su ingenio, y en la percepción de las mujeres por parte de los hombres, para conseguir lo que quería o para escapar de las dificultades.

Stark en Irán

Un famoso ejemplo de esto sucedió en abril de 1941, cuando el gobierno de Irak se alió con la causa nazi. Stark había visitado Teherán y estaba de regreso a la embajada británica en Bagdad, cuando fue arrestada en la frontera entre Irán e Irak. Le dijeron que a los ciudadanos británicos ya no se les permitía viajar libremente, y que la iban a detener. Fue encerrada en el edificio de la estación, mientras los guardianes decidían qué hacer con ella y, oyendo sus conversaciones, se dio cuenta de que otros en su lugar habían sido enviados a campos de prisioneros.

Stark rápidamente utilizó todo su encanto y, hablando suavemente a su guardián, le pidió que le llevara un té. Cuando lo hizo, este no pudo resistirse a su invitación de compartirlo con ella y sentarse a conversar. Stark le pidió ayuda con un serio problema que, como hombre refinado que era, le dijo, podría comprender: a ella le resultaba simplemente imposible, como una dama, permanecer en su custodia sin una sirvienta adecuada. El guardián no cedió de inmediato, pero Stark insistió, persistentemente, adulándole como hombre civilizado que sin duda comprendía lo débiles e incapaces que eran las mujeres y cuál era su obligación, como un caballero cultivado.

El guardián la liberó y le organizó el viaje en tren hasta Bagdad, donde al parecer engatusó a alguien para que la llevara en un coche de caballos a la embajada británica. Fue la última persona en entrar en la embajada antes de que comenzara el Sitio de Bagdad. Reflexionando sobre los muchos momentos de su vida en que había logrado sus objetivos desempeñando el papel de damisela indefensa, Stark escribió: “El mayor y casi único consuelo de ser mujer es que una puede siempre simular ser más estúpida de lo que se es en realidad, y nadie se sorprende” (Geniesse, 136).

Matrimonio y viajes posteriores

Tras una gira de conferencias por los Estados Unidos, volvió a Italia a una casa de campo en Asolo, que había heredado de Henry Young, un viejo amigo de la familia, hacía muchos años. La utilizó como base desde la cual hacer sus viajes después de la guerra. En 1947 se casó con Stewart Perowne, aunque enseguida se separaron (nunca se divorciaron), al encontrarse mejor como amigos que como amantes.

Villa Freya, Asolo
Villa Freya, Asolo
F. Tronchin (CC BY-NC-ND)

En 1951, a la edad de 58 años, viajó por Grecia, Turquía y Siria. Durante los catorce años siguientes estaría fuera de casa la mayor parte del tiempo. Ya con más de 70 años, viajó a China, y con 76 hizo una gira por algunas de las áreas más remotas de Afganistán. En los años 70 exploró Nepal montada en un pony, y en 1972 fue nombrada Dama del Imperio británico.

Cuando no estaba viajando, vivía en su pequeña casa de Asolo, escribiendo sus libros (publicaría más de dos docenas) y atendiendo a invitados. En 1984 la ciudad le otorgó su llave como su más ilustre ciudadana. Siguió escribiendo y recibiendo visitas durante los nueve años siguientes, hasta su muerte, el 9 de mayo de 1993, pocos meses después de cumplir los 100 años.

Conclusión

En una carta a un amigo en 1929, Stark escribió “Una vida es una concesión absurdamente pequeña” pero, como en todo lo que hizo, recogió lo que había recibido y le dio la vuelta en su provecho. Deseaba muchísimo ser amada, y casarse (incluso se llamaba a sí misma ‘Mrs. Stark’ tras su separación de Perowne) pero entendió que no podía tenerlo todo, y una vida convencional hubiera significado renunciar a sus ideales.

Los críticos señalan que los logros reales de Stark como exploradora fueron técnicamente mínimos: no fue la primera persona europea en visitar o escribir sobre los montes Elburz, la enfermedad le impidió llegar a Shabwa, las autoridades le denegaron el permiso para acceder a los tesoros del Luristán y, en otras varias ocasiones, no logró sus objetivos inmediatos.

Sin embargo, tuvo éxito en expresar la vitalidad de la región y su gente y en dejar el legado de una crónica del Oriente Medio de principios del siglo XX con una voz que todavía mantiene el encanto y el vigor que la hizo famosa durante su vida. En todos los aspectos, Freya Stark vivió su vida plenamente con la concesión que recibió – la totalidad de sus cien años – e incluso consiguió el amor que deseaba a través de su trabajo, que conmovió las vidas de tantos en todo el mundo y continua haciéndolo.

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Bibliografía

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Sobre el traductor

Antonio Elduque
Soy doctor en Química y trabajo en el sector biomédico. También licenciado en Humanidades, especialmente aficionado a la Historia. Me gusta traducir porque obliga a una lectura lenta y cuidadosa, buscando el sentido del texto más que el significado de las palabras.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark es un escritor independiente y antiguo profesor de filosofía a tiempo parcial en el Marist College de Nueva York. Vivió en Grecia y Alemania y ha viajado por Egipto. Ha sido profesor universitario de historia, escritura, literatura y filosofía.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2021, junio 30). Freya Stark [Freya Stark]. (A. Elduque, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19900/freya-stark/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Freya Stark." Traducido por Antonio Elduque. World History Encyclopedia. Última modificación junio 30, 2021. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-19900/freya-stark/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Freya Stark." Traducido por Antonio Elduque. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 jun 2021. Web. 24 abr 2024.

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